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ENFOQUES Y MODALIDADES EN PSICOTERAPIA
Definición y alcances de la psicoterapia
La psicoterapia es un tratamiento para problemas de naturaleza emocional, en el que una
persona entrenada, establece deliberadamente una relación profesional con un paciente, con
el objeto de eliminar, modificar o retardar síntomas existentes, cambiar patrones alterados
de conducta y promover el crecimiento y desarrollo positivo de la personalidad.
A partir de esta definición, a continuación se describe cada uno de sus componentes:
Tratamiento para problemas de naturaleza emocional. Refiere que los problemas
emocionales son diversos e influyen cada faceta del funcionamiento humano,
manifestándose en distorsiones del psiquismo individual, somáticas y de la vida
interpersonal y comunal. Las manifestaciones de la enfermedad emocional son múltiples,
por lo que es arbitrario e inadecuado separar las dificultades sociales e interpersonales de
los desórdenes psíquicos y psicosomáticos, que son siempre concomitantes, aun cuando no
siempre obvios.
Realizado por una persona entrenada. En búsqueda de ayuda, el individuo puede establecer
una relación con un amigo o una autoridad, motivado por los síntomas incapacitantes y al
percatarse de que la propia felicidad y productividad, son saboteadas por fuerzas interiores
que no puede comprender ni controlar.
Algunas veces las consecuencias de esta relación son desastrosas para ambos participantes,
particularmente cuando se hace el intento de manejar el torbellino emocional que está
sufriendo el paciente. El tratamiento de un problema emocional requiere de un alto grado
de capacidad que es adquirida solamente, a través de un entrenamiento profesional y de la
experiencia.
Deliberadamente establece una relación profesional. La relación, la esencia del proceso
terapéutico es deliberadamente planeada y alimentada por el terapeuta. A diferencia de las
relaciones no profesionales, que son parte de la naturaleza social del hombre, ésta es
iniciada y desarrollada en un nivel profesional y dirigida a metas terapéuticas específicas.
Con el objeto de eliminar síntomas existentes. Como primer paso la terapia busca eliminar
el sufrimiento del paciente, así como retirar las dificultades impuestas por sus síntomas.
Modificar. A pesar del deseo de dar un alivio completo, la motivación inadecuada, la
disminución de la fuerza del yo, las limitaciones en el tiempo o las finanzas asequibles al
paciente, imponen restricciones a la ayuda que se pueda proporcionar y provocan que lo
que se logre sea una modificación de los síntomas del paciente, más que una cura de ellos.
Retardar. Hay algunas formas malignas de enfermedad emocional, como los trastornos
esquizofrénicos, en los que la psicoterapia, independientemente de lo bien aplicada que sea,
sirve únicamente para retardar un proceso inevitablemente deteriorante. Este efecto
paliativo es justificado; sin embargo, es necesario ayudar al paciente a conservar su
contacto con la realidad.
Modificar patrones alterados de conducta. El reconocimiento de que muchos problemas
ocupacionales, educativos, matrimoniales, interpersonales y sociales, son determinados
emocionalmente, ha extendido el uso de la psicoterapia a campos considerados hasta la
fecha pertenecientes a los terrenos del psicólogo, profesor, sociólogo, sacerdote o
legislador. La noción de que la estructura del carácter está involucrada en toda enfermedad
emocional, ha ampliado los objetivos de la psicoterapia, del mero alivio sintomático, a la
corrección de los patrones y relaciones interpersonales alterados.
Promover un crecimiento y desarrollo positivo de la personalidad. La finalidad de la
psicoterapia, es la maduración de la personalidad. Esto ha introducido una nueva dimensión
en el campo de la psicoterapia, que trata, por un lado, con problemas de inmadurez de la
llamada persona "normal", y por otro, con dificultades caracterológicas asociadas con el
desarrollo inhibido, que anteriormente eran consideradas inaccesibles al tratamiento. La
psicoterapia aspira a resolver los bloqueos del desarrollo psicosocial, con objeto de que el
individuo pueda tener una autorrealización creativa más completa, promover actitudes más
productivas hacia la vida y relaciones más gratificantes con la gente.
Enfoques
Existen diversas formas de psicoterapia que se basan en diferentes marcos teóricos, a los
que comúnmente se les denomina enfoques. A continuación se mencionan tres de los
utilizados en el tratamiento de los problemas de abuso y dependencia a sustancias.
Asimismo, se presentan las modalidades psicoterapéuticas más utilizadas.
1. Cognitivo conductual
Este modelo se originó para contender contra la depresión y la ansiedad (Beck). Su
fundamento reside en la identificación y modificación de pensamientos desadaptativos, con
miras a reducir o eliminar las conductas y sentimientos negativos, modificando los procesos
cognitivos que se asocian a las conductas y sentimientos de los usuarios de sustancias. Para
promover la motivación, se basa en técnicas de persuasión sociopsicológica. Destaca la
empatía como instrumento para enfatizar las ventajas e inconvenientes de la conducta
adictiva, explorando los objetivos del paciente y la ambivalencia a través de la reflexión,
desarrollando aptitudes para enfrentar el estrés interno y externo, así como el aprendizaje de
los motivos de reanudación del consumo. Asimismo, fomenta y refuerza las capacidades y
conductas sociales para evitar el uso de drogas.
2. Sistémico
Esta teoría busca entender y analizar cómo un sistema se ve a sí mismo dentro de su
realidad, a partir del contexto que le rodea, lo cual incluye principios, normas sociales,
valores, educación, etcétera, es decir, los elementos culturales en que se desenvuelve el
sistema familiar. Con base en estos aspectos, se hacen intervenciones retomando recursos
que ayudan a que la familia esclarezca su forma de vivir, tomando en cuenta que en sus
relaciones interpersonales, ellos construirán un nuevo conocimiento de interacción, con el
que podrán enfrentar situaciones que le sean conflictivas.
Por eso, las técnicas y estrategias de intervención, van enfocadas a incidir en las relaciones
familiares con el mundo que les rodea, y a su vez en cómo éstas influyen en su interacción
familiar, para que el sistema reflexione y decida la manera de interactuar entre sus
miembros.
En cuanto al abuso y dependencia a sustancias, este modelo plantea retomar alternativas
basadas en los recursos sociales con los que cuenta la familia y la percepción que tienen de
su propia problemática, para que ellos mismos establezcan o modifiquen sus propias reglas,
principios y valores que permitan enfrentar de otra forma la situación del consumo, sin que
ésto llegue a generar nuevos conflictos que agudicen más la problemática.
3. Psicodinámico
Se fundamenta en el marco teórico-técnico del psicoanálisis, que de manera esquemática
podría presentarse así: el ser humano cuenta con un aparato psíquico que está estructurado
y conformado por instancias o partes (yo, ello y superyo), que interactúan entre sí como
respuesta a los estímulos tanto internos como externos. Su funcionamiento psíquico está
determinado por principios y mecanismos no conscientes, que puestos en acción buscan
mantener una adecuada interacción del sujeto con su realidad.
La psicoterapia psicodinámica con sus técnicas, tiene como propósito incidir en la
estructura y funcionamiento de dicho aparato psíquico, con el fin de regular adecuadamente
la conformación de la personalidad del ser humano, reflejado en un estilo de vida
satisfactorio y gratificante.
Modalidades psicoterapéuticas
Psicoterapia individual
Esta modalidad permite profundizar en la exploración psíquica e histórica, así como
realizar de experiencias emocionales correctoras, que pueden efectuarse mejor en esta
modalidad Terapéutica.
El poder de la terapia individual reside, en parte, en la capacidad del paciente para resolver
transferencias, especialmente las negativas. Ésto requiere que el terapeuta no se ocupe de
ciertos comportamientos que por muy útiles que sean pueden interferir con la capacidad del
paciente para sacar precisamente los patrones más profundos e irracionales de actitudes
negativas, y que son los que más necesitan resolverse. Así, el terapeuta no debe dar
consejos, pero sí decidir cómo apoyar al ego, pudiendo elegir entre la educación, la
retroalimentación interpersonal realista y el reforzamiento para el crecimiento psicológico
óptimo. Esta terapia es un terreno ideal para la integración intrapsíquica previamente
negada, pero sólo a partir de que haya una demanda en ciertas condiciones y características
específicas, es que podrá o no haber tratamiento.
La terapia psicodinámica se basa en la relación de transferencia, esto es, el espacio y
dispositivo a través del cual se da el trabajo de análisis, elaboración y resolución de los
conflictos intrapsíquicos, postulados como causa de la dependencia y del funcionamiento
del sujeto, es decir, del origen, del por qué se es, y del cómo se es.
La psicoterapia como proceso de tratamiento, debe contemplar las recaídas como elementos
de análisis, elaboración y resolución, ya que en general, pueden definirse como actuaciones
de los pacientes, que son características de los sujetos adictos, vinculadas a los impulsos
inconscientes ante situaciones angustiantes.
Los aspectos principales a trabajar en una psicoterapia individual, son las siguientes:
™ Las razones que llevan al paciente a la psicoterapia y las que pueden hacerle
permanecer en ella.
™ Condiciones psíquicas del paciente en relación a la dependencia, es decir, a su
historia (temporalidad, trayectoria de uso de las sustancias, frecuencia del consumo
y situaciones o circunstancias en que ocurre).
™ El lugar que ocupa y juega el paciente en su interacción con los otros y en la
relación terapéutica (transferencia).
™ El significado y la función que tiene la droga en la conexión entre el campo
psíquico-emocional y la realidad externa.
™ El sentido o significados que tiene el acto de drogarse para el paciente.
™ Otros deseos que tiene el paciente, que pueden hacer que deje de drogarse.
Terapia psicodinámica
La experiencia ha mostrado que los motivos y las razones por las que se presentan a
tratamiento un gran porcentaje de presuntos pacientes, están vinculadas con la angustia y la
demanda de otro (familiar, amigo, institución, etcétera). El que no acudan por sí mismos,
imposibilita realizar un tratamiento con él, que no demanda, ya que no ocupa su lugar de
paciente, que es imprescindible.
Lo anterior, lleva a que en las primeras sesiones se tenga que hacer un trabajo con la
demanda, para ubicar su función y el lugar que le correspondería en una relación
verdaderamente terapéutica, que es el de ser paciente.
Mientras que como sujeto no se asuma la condición de dependiente, será difícil que se
acepte la posición de paciente, lo cual es un deslizamiento terapéutico que permite que
cambie la dependencia de la droga al terapeuta, de forma transitoria y resolutiva. Por lo
tanto debe ser manejada como tal, manteniéndola estratégicamente, ya que este tipo de
relación posibilita un tratamiento que de otra manera no se daría. La relación transferencial
se resolverá esclareciéndola, poniendo fin al tratamiento.
Lo que la droga significa para el adicto y la función que ha venido cumpliendo, es la razón
de su uso y dependencia. Es fundamental abordar y analizar ese significado y su función,
con el fin de eliminar o sustituir aquellos significados basados en la mera fantasía
(felicidad, potencia, creatividad, lucidez, etcétera), para darle su real y verdadero sentido,
esto es, resignificar el objeto droga y el por qué y para qué la usa.
El drogarse como acto viene a sustituir algo que no ha sido posible articular en palabras. El
paciente, al hablarlo, con ayuda del psicoterapeuta y a través de sus intervenciones, da lugar
a su verbalización y con ello a un saber, que dará sentido a los actos anteriores, meramente
impulsivos, que son en términos generales un llamado de atención que demanda la
presencia de otro. El terapeuta, es un apoyo para abordar la separación y perdidas no
elaboradas, entre ellas, principalmente la de la madre y ahora la del objeto droga.
Mientras existan actuaciones sin sentido, es decir, actos que no sean simbolizados, el
paciente estará en riesgo de recaída.
La construcción de la autonomía y separación de objetos previos en el paciente, son
posibles a partir de la construcción de un lugar propio en función de un deseo particular
diferente al querer drogarse.
Terapia cognitiva
La terapia cognitiva es un sistema que intenta reducir las reacciones emocionales excesivas
y las conductas contraproducentes, mediante la modificación del pensamiento erróneo o
defectuoso y las creencias desadaptativas, que subyacen a estas reacciones (Beck, 1976).
Una de las ideas básicas de la terapia cognitiva es ayudar al paciente a reducir la intensidad
y la frecuencia de los impulsos de consumir droga, mediante la refutación de las creencias
subyacentes, y enseñarle técnicas específicas a fin de controlar y manejar sus impulsos.
Específicamente, tiene como objetivo reducir la presión e incrementar el control.
En el tratamiento del abuso de sustancias, esta terapia se caracteriza por los siguientes
aspectos: a) supone un trabajo de colaboración basado en la confianza, b) es activa, c) se
apoya en gran medida en el descubrimiento guiado y la comprobación empírica de las
creencias, y d) intenta contemplar el consumo de la droga o la bebida como un problema
técnico, para el que existe una solución concreta.
Muchos individuos tienen creencias conflictivas en relación con los pros y contras de
utilizar una droga. A veces, están tan trabados en esa lucha entre ambas creencias opuestas
que, paradójicamente, buscarán la droga para poder aliviar la tensión que les genera dicho
conflicto.
La aplicación terapéutica de este modelo, que consiste en modificar el sistema de creencias
del individuo, va más allá de enseñarle a evitar o afrontar las situaciones de alto riesgo.
Terapia familiar
Esta modalidad considera a la familia como paciente y al miembro adicto como el síntoma
por el que se acude a tratamiento. Los procesos de la dinámica familiar, como la
comunicación, roles, involucramiento afectivo, reglas y disciplina, control, realización de
tareas, valores e ideales, constituyen un modelo de abordaje terapéutico para detectar los
factores que promueven y mantienen las conductas adictivas, favoreciendo el
esclarecimiento de relaciones interpersonales y familiares que llevan a la solución del
conflicto.
Las distintas orientaciones teóricas de esta modalidad incluyen: la estructural-sistémica,
estratégica, psicodinámica y los enfoques conductuales. Las intervenciones pueden
centrarse en el paciente, en la familia nuclear, en el cónyuge y en el tratamiento simultáneo
multifamiliar y de redes sociales.
Una de las propuestas para el trabajo en terapia familiar con adicciones fue desarrollada por
Stanton y Todd en 1982, que sugiere una aproximación estructural-estratégica, donde lo
estratégico es el eje o la guía, pero integra también muchos elementos estructurales. El
procedimiento más específico es recurrir a la teoría estructural de Minuchin como una guía;
trabajar estructuralmente dentro de las sesiones, a través de la conexión vigente de nuevos
patrones, y aplicar técnicas estructurales tales como unión, acomodamiento, pruebas de
límites, reestructuración, entre otras, y recurrir al modelo estratégico de Haley en términos
de su énfasis a un plan específico, casos de extrasesión, cambio del síntoma, colaboración
entre el sistema de tratamiento, entre otros.
Diferentes prácticas que prevalecen en el campo del abuso de drogas, ponen un énfasis
continuo sobre el involucramiento activo de la familia de origen de los adictos en la
terapia, aún si él no está viviendo con ellos. Por lo común, estas familias no son capaces de
atravesar éxitosamente esta etapa y en lugar de ello se quedan fijas en un círculo en el cual
el adicto entra, sale o permanece de manera inapropiada ligado a su familia. Por bien de
todo el grupo, el terapeuta puede ayudarlos a avanzar correctamente. En este sentido, se les
pide que regresen a una de las etapas tempranas donde no se había negociado exitosamente,
para hacerlo "bien" en esta ocasión. Además, se restablece el control parental de manera
gradual y apropiada. Debe notarse que este proceso frecuentemente intensifica la
experiencia total de la familia, logrando que como miembros estén más unidos. Algunas
veces el resultado de esa "comprensión" es la insistencia en la separación con mucho menor
ambivalencia que antes. Durante este período el terapeuta debe intentar prevenir el proceso
desde su recorrido hasta su curso normal para aligerar y planear la partida del paciente.
Con la experiencia, ha llegado a ser claro que el tratamiento de terapia familiar debe versar
primeramente, sobre la triada compuesta por el adicto y ambos padres, antes que en
cualquier otra cosa. Si este primer paso se pasa por alto, el proceso de la terapia vacilará y
posiblemente fallará. En algunos casos con matrimonios adictos donde se ha empezado con
la pareja, se ha encontrado que este trabajo solamente sirve para tensar o disolver el
matrimonio, favoreciendo así, que el adicto termine regresando con sus padres.
El grado de facilidad difiere en cada familia en la cual se puede hacer la transición de la
familia de origen a la de procreación. Algunas veces el terapeuta puede hacer un reflejo en
pocas sesiones, mientras en otros casos, puede necesitar que ellos se involucren en el
proceso mismo del tratamiento. La clave es empezar con la triada padres-hijo, y
abandonarla para así crear buena disposición del adicto para liberarse.
Desde este enfoque, en la terapia familiar se intenta incluir a todos los integrantes que viven
en el hogar, o a los que están en cercanía inmediata. La regla del juego es ver cómo
interactúan los miembros de la familia, antes de concluir las sesiones. Por otro lado, los
compañeros pueden servir para numerosas funciones, pueden actuar aliados al adicto y
ayudarlo a afirmarse más apropiadamente. De igual modo, los compañeros proveen datos
adicionales sobre las interacciones familiares, de los cuales los terapeutas pueden sacar
ventaja.
Por lo anterior, queda claro el porqué se pone énfasis en la participación de los miembros
de la familia en la terapia, ya que el consumo de droga forma parte de la interacción
familiar y un terapeuta que no tiene acceso a ellos opera en una severa desventaja. La
participación en el tratamiento regularmente está limitada al adicto y a su familia inmediata.
Este puede ser un sistema primario, pero existen otros que están relacionados de manera
apropiada e incluyen amigos, parientes importantes, consejeros vocacionales, empleados,
autoridades legales o escolares y desde luego, un equipo especial de profesionales en el
tratamiento de drogas.
Reyes (2002), sugiere algunas técnicas dirigidas a la búsqueda de patrones alternos,
derivadas de la visión estructural y estratégica:
1) Creación de límites: se refiere al apego excesivo entre el sistema parental y el adicto, ya
sea uniendo a los padres, encomendando tareas conjuntas, reduciendo el control excesivo,
etcétera.
2) Representación: traer al consultorio (sesión terapéutica) el patrón disfuncional a nivel
interrelacional, para crear cambios hacia estructuras más funcionales.
3) Intensidad: se trata de movilizar la homeostasis para lograr un cambio en los patrones
disfuncionales.
4) Reencuadre: modificar la "realidad" parcial de la familia que tiene como verdadera,
hacia otra realidad "alterna".
5) Desequilibrio: alterar la homeostasis de manera deliberada por parte de algunos
miembros de otro subsistema, para generar pautas de comportamiento más acordes con el
ciclo familiar.
6) Búsqueda de lados fuertes: se trata de encontrar los atributos positivos de cada miembro
de la familia para fortalecer una visión más amplia.
7) Complementariedad: analizar las conductas disfuncionales, y determinar qué otras
conductas, creencias o pensamientos lo mantienen, ya que toda reacción repercute en el
resto de la familia.
Psicoterapia de grupo
La terapia de grupo permite resolver directamente en el grupo, las transferencias múltiples
(a la madre, al padre, a los hermanos y a los abuelos), que experimentan todos los
pacientes, y que pueden explorarse simultáneamente. La terapia de grupo tiene la facultad
de sacar inmediatamente las resistencias, ya que lo primero que se pide a los pacientes, es
que expresen espontáneamente todos sus sentimientos. Así, las resistencias fundamentales
de carácter salen involuntariamente en cada sesión como: el aislamiento, la sospecha, la
seducción, la intelectualización, el estar absorto, la arrogancia, y la impulsividad, son
ejemplos de lo que debe resolverse.
La terapia de grupo es un terreno productivo para el análisis de las resistencias, que por
otras razones no pueden aparecer en las sesiones individuales. Así, la terapia de grupo
permite, en primer lugar, que aparezcan comportamientos que, de otra forma, en las
sesiones individuales nunca aparecerían; evidencia que las diferencias individuales de los
miembros de un grupo pueden provocar múltiples resistencias; que los miembros del grupo
pueden retroalimentarse mutuamente, considerando sus cualidades rechazadas. Y por
último, que éstos pueden servir como objetos de observación, pues miran claramente en los
demás la dinámica que temen ver en ellos mismos.
A pesar de estos beneficios, la terapia de grupo en adicciones guarda características muy
particulares. Para realizar un trabajo eficaz con pacientes adictos, el terapeuta grupal tiene
que plantear el tratamiento en dos etapas claramente diferenciadas.
En la primera, el paciente adicto generalmente se encuentra bajo la presión externa que
procede de sus familiares, empleadores, entre otros y se ven juzgados u obligados, debido a
los problemas de salud física relacionados con el consumo. El terapeuta en este primer
momento, se percata inmediatamente que muchos pacientes se encuentran en un estado
mental grave, caracterizado por sentimientos de culpa, vergüenza y depresión, o se sienten
agresivos porque hay personas que les obligan a cumplir demandas que consideran injustas,
desproporcionadas y vengativas. Incluso cuando es el propio paciente el que desea
tratamiento, cree que podría consumir drogas y beber de una forma segura y "normal". La
realización de la terapia está más motivada por sus remordimientos y por el deseo de eludir
condenas mayores, que por el deseo de aprovechar activamente los aspectos más eficaces
de ésta. Por lo anterior, el terapeuta grupal tiene que afrontar las dificultades de manejar a
un paciente resistente en dos planos. Cuando el paciente no se opone y se rebela
activamente contra el tratamiento, intenta convencer al terapeuta y a los demás miembros
del personal que están implicados activamente en su recuperación.
La habilidad de tratar la adicción consiste en poder superar la enorme negación y
resistencia, activa o pasiva, que se presenta en la mayoría de los pacientes adictos. Esto
conlleva la consideración de algunos aspectos éticos y terapéuticos muy importantes. El
terapeuta grupal no puede mantenerse al margen adoptando una postura de neutralidad; el
tiempo, grado de dependencia de la sustancia y ausencia de motivación son factores que
juegan en contra de la evolución de la terapia, a diferencia de los tratamientos habituales
con pacientes no adictos. El motor básico en los adictos, consiste en llevarles a que
perciban y comprendan la relación que hay entre sus dificultades actuales en la vida diaria y
el consumo de alcohol o drogas. Cuando esto se ha logrado, se les debe transmitir las
ventajas de no beber o no consumir drogas, comparadas con los problemas derivados del
consumo continuo de ellas.
La mayoría de los terapeutas saben que no se debe decidir por los pacientes, ni se debe
comprometer la alianza terapéutica. Pero, cuando se trata de un grupo de pacientes adictos
en las primeras etapas de la recuperación, que están intentando tomar decisiones sobre las
drogas o el alcohol, se debe reconsiderar esta afirmación.
En la segunda etapa, una vez que se ha utilizado la fuerza y la disuasión del grupo para
ayudar a que los pacientes adictos interioricen su responsabilidad sobre la abstinencia, se
debe llevar gradualmente al grupo a reconocer los factores internos que han contribuido a
su propensión al consumo de drogas como fuente de gratificación y regulación efectiva.
Los participantes deben explorar y comprender la conexión entre el consumo de drogas, su
patología de carácter y su incapacidad para establecer relaciones íntimas sanas y
satisfactorias. Asimismo, deben revisar su pasado y la historia de sus relaciones tempranas
con la familia de origen.
En el contexto de la vivencia del aquí y el ahora el grupo comienza a vislumbrar la forma
que tienen de recrear el pasado en el presente. Aprovechándose del apoyo y feedback
grupales, los participantes empiezan a adquirir conciencia y a identificar sus estilos
destructivos interpersonales, sutiles y no tan sutiles. El objetivo final en este momento,
consiste en llevar a los pacientes a una posición que les permita desarrollar habilidades
interpersonales sanas, de forma que éstas puedan generalizarse y llevarse a la práctica, en el
mundo real. Los pacientes llegan a aprender cómo saborear, aprovechar y establecer
relaciones recíprocas satisfactorias, sin sucumbir al impulso de sabotearlas.
Modalidades complementarias
Programa de los Doce Pasos
Alcohólicos Anónimos (AA), es una asociación mundial de hombres y mujeres que
comparten entre sí sus experiencias, fortalezas y esperanzas, como un esfuerzo por
recuperarse del alcoholismo. Este grupo se basa en el programa de los Doce Pasos para la
recuperación, que actúa como una guía personal hacia la sobriedad. Este plan es una fuente
muy poderosa de información, valor, fortaleza y esperanza para sus miembros.
Ofrece un soporte para la recuperación en el proceso del desarrollo personal que alienta la
búsqueda interna y los aspectos de la vida que se han visto afectados por el uso de alcohol y
drogas. Se dice que los Doce Pasos es "un programa de vida para llevarse toda la vida."
Un error frecuente en los grupos de AA es que este principio se confunde; el programa se
vuelve "mi vida" y no se considera como sólo "parte de ella".
Explicación terapéutica de los Doce Pasos:
1. Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vidas se habían
vuelto ingobernables. "No puedo recuperarme de mi adicción yo solo, necesito la ayuda
de otros".
2. Llegamos al convencimiento de que un poder superior podría devolvernos el sano
juicio. "La adicción ha afectado mi manera de pensar. No razono adecuadamente, ni tengo
un pensamiento claro para ser consciente de mis emociones y manejarlas para
comportarme de manera positiva".
3. Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de Dios, como
nosotros lo concebimos. "Tener buena disposición". Pediré ayuda y estaré dispuesto a
seguir instrucciones.
4. Sin temor, hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos. "Evaluaré
mis lados fuertes y débiles actuales, para poder aprovechar los primeros, para vencer los
segundos". De esta manera podremos llegar a una mejor comprensión de quiénes somos y
cómo vivimos.
5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos, y ante otro ser humano, la naturaleza
exacta de nuestros defectos. "Discutiré mi evaluación personal al menos con otra persona
y escucharé su retroalimentación".
6. Estuvimos enteramente dispuestos a dejar que Dios nos librara de todos nuestros
defectos de carácter. "Dios nos da valor, fortaleza y esperanza, así como los medios para
resolver nuestros problemas, de nosotros depende el aportar la ACCIÓN". "Cuando creó
la mente humana para razonar, no nos ordenó el no usarla. Cuando creó el universo
basado en la ley de las consecuencias, no nos dio la orden de no hacer caso de las
consecuencias de nuestra conducta".
7. Humildemente le pedimos que nos libre de nuestros defectos. "Dios concede la fe, el
valor, la fortaleza, la esperanza y los medios para combatir los defectos de carácter
(conductas autodestructivas)". El trabajo duro nos corresponde a nosotros: ACCIÓN.
8. Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y
estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos. "Nos dirige claramente a ser
parte activa del mundo real y disponernos a reparar los daños que hayamos causado".
9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño causado, excepto cuando
el hacerlo implicaba perjuicio para él o para otros. "No basta con dejar de consumir y
asistir a psicoterapia, si seguimos llevando una vida de autodestrucción".
10. Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos equivocamos lo
admitimos inmediatamente. "Nos da la orden de vivir con sentido de responsabilidad, día
tras día, de reconocer nuestros errores y emprender la acción correctiva a la primera
oportunidad". Significa que hay que mantenerse conscientes de lo que se está haciendo y
de las consecuencias a las que nos enfrentamos. Se aprende a separar lo que uno piensa, lo
que uno siente y lo que uno hace. Se aprende a que haya congruencia en ello.
11. Buscamos, a través de la oración y la meditación, mejorar nuestro contacto
consciente con Dios, como nosotros lo concebimos, pidiéndole solamente que nos deje
conocer su voluntad para con nosotros y nos de la voluntad para cumplirla. "Nos dice
que busquemos en la recuperación nuestro significado y nuestro propósito".
12. Obteniendo un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de
llevar el mensaje a otros alcohólicos y de practicar estos principios en todos nuestros
asuntos. "Para conservar tenemos que darlo".
La experiencia no es cognitiva ni conductual, aunque al involucrarse por un tiempo se
empieza a pensar de una manera racional, y al trabajar el programa la conducta empieza a
cambiar al igual que las relaciones interpersonales. Por ello, se puede decir que el programa
de autoayuda de AA, basado en los Doce Pasos, tiene una orientación cognitivo conductual
que cambia la forma de pensar, sentir y actuar del individuo; por lo que ambos modelos de
abordaje al problema de las adicciones pueden llegar a integrarse fácilmente. Esta
integración ofrece a los psicoterapeutas una gran ventaja para trabajar con la enfermedad de
la adicción, en todos los niveles del proceso de recuperación. Asimismo para algunos
individuos, lograrlo requiere de grandes y profundos cambios, así como de un gran apoyo
externo, de ahí que el trabajo psicoterapéutico pueda reforzarse y acelerarse de diferentes
formas, con ayuda de otras fuentes.
Independientemente de las modalidades y de los aspectos específicos que se trabajan en
cada una, en el tratamiento de las adicciones es imprescindible por un lado, integrar
diversas formas de psicoterapia en la atención del paciente y la familia, y por otro, abordar
anticipadamente el posible retorno al uso de drogas, aun cuando se ha logrado la
abstinencia. Para ello es necesario tratar lo que comúnmente llamamos recaídas.
Prevención de recaídas
Marlatt y sus colaboradores, desarrollaron uno de los modelos más utilizados, el
Cognitivo_Conductual, basando su teoría en que la prevención de recaídas tiene como
objetivo enseñarle a los sujetos cómo anticiparla y enfrentarla. En este modelo, una recaída
no es vista como un fracaso sino como una herramienta de aprendizaje. Aluden al término
"resbalón" para explicar la manera en que se pueden analizar los factores que lo
precipitaron y en base a ello, preparar una estrategia más adecuada de enfrentamiento.
Este modelo hace énfasis en la necesidad del individuo de aprender nuevas habilidades
cognitivas y conductuales, para enfrentar las situaciones de alto riesgo. Sin embargo, éstas
no son suficientes por sí solas para mantener la sobriedad; se requiere de un cambio de
estilo de vida: ejercicio, meditación, técnicas del manejo del estrés, relajación,
reestructuración cognitiva, automonitoreo, etcétera (Feldman, 2000).
Con este enfoque, los individuos adquieren una sensación de control o autoeficacia, que se
ve amenazada con la presencia de situaciones de alto riesgo. Dichas sensaciones incluyen
estados físicos o emocionales, negativos o positivos, conflictos interpersonales, presión
social o exposición a las señales asociadas con la droga, a las que deben responder con
conductas de afrontamiento. En el caso que se vea disminuido este número de respuestas de
afrontamiento o definitivamente no existan, se reduce la autoeficacia y por ende, reaparece
el consumo de la droga, desembocando en lo que Marlatt llama el Efecto de la Violación de
la Abstinencia (EVA), como se muestra en la siguiente figura.
Respuesta de
afrontamiento
Incremento de la
autoeficacia
Disminución de la
probabilidad de
recaída
Situación de
Alto Riesgo
No existe
respuesta de
afrontamiento
Disminución de
la autoeficacia
Expectativas de
resultados
positivos (para
los efectos
iniciales de la
droga)
Inicio del
uso de la
sustancia
Efecto de la
violación de la
abstinencia
Incremento
de la
probablidad
de recaída
Conflicto de
disonancia y
autoatribución
(culpa y
percepción de
la pérdida de
control)
FUENTE: Beck,T, A; Wright, D, F; Newman, F,C; Liese, S, B. 1993.
Es necesario considerar que los trabajos recientes en el área de prevención de recaídas
propuestos por Marlatt y Gordon, basan la mayoría de sus procedimientos en técnicas de
autocontrol, puesto que la recaída es concebida como una crisis o un retroceso de los
intentos del paciente para cambiar, o mantener las variaciones, de su conducta.
Por otro lado, es importante hacer hincapié en la experiencia de Feldman (2000), cuando
menciona que existe un período de mejoría o de remisión antes de que la persona regrese al
consumo de sustancias; para ella el "resbalón" se define como el episodio inicial del
consumo después de un período de sobriedad temporal, mientras que la recaída se considera
como el regreso de un consumo incontrolado.
Según la autora, es preciso tomar en cuenta que la intervención clínica varía de acuerdo a
los diferentes patrones de resbalones y recaídas, ya que no todos son iguales; rescata que un
"resbalón" no necesariamente tiene que terminar en una recaída. Otros expertos consideran
que un resbalón se utiliza para ayudar al sujeto a aprender del evento y reconocer los
factores que lo llevaron de nuevo al consumo; información que favorece en el desarrollo de
un plan para prevenir futuros resbalones y el regreso del consumo.
Por lo anterior, surgen los programas de prevención de recaídas constituidos por una serie
de técnicas y estrategias programadas con anticipación, para dar un máximo apoyo al
mantenimiento de la abstinencia. Sus objetivos giran en torno a:
™ Prevenir la recaída. Se instruye a los pacientes en etapa de cambio, a anticiparse
(autocontrol) a los conflictos específicos que pudieran causar el consumo y
enfrentarse a las situaciones de alto riesgo que pueden encadenar una recaída.
™ Intervenir lo más rápido posible. Se enseña a no dejar pasar una recaída, sin actuar
inmediatamente ante ella.
™ Se facilitan los cambios necesarios en el estilo de vida para lograr así un equilibrio.
Cabe señalar, que la mayoría de los pacientes en proceso de cambio, continuamente viven
las situaciones de su cotidianidad como "estresantes", a diferencia de las personas que no
tienen el problema de adicción a drogas, por lo que hay que tener muy en cuenta el
ambiente en el que se desenvuelven dado que, por su alta sensibilidad y estados
emocionales alterados, pudieran asumirse como experiencias negativas y provocar recaídas.
Por lo anterior, no se recomienda dejar de lado los diferentes factores que contribuyen a una
recaída. En la mayoría de los casos la causa es multifactorial y no como consecuencia de un
detonador aislado. Existen variables afectivas o de estado de ánimo, conductuales,
cognitivas, ambientales y de relaciones interpersonales, fisiológicas, psicológicas y
psiquiátricas, así como espirituales.
Específicamente, las creencias básicas en relación con las ventajas o los inconvenientes
relativos a tomar drogas, son las responsables de que los adictos en recuperación reaccionen
con impulsos tan intensos; se puede decir que, durante las intervenciones los pacientes
pudieron haber adquirido una serie de estrategias para controlar su conducta, pero no
modificaron significativamente sus actitudes, que son las que alimentan el craving
(impulso por consumir).
Es así que la recaída ocurre, cuando los estímulos de control se debilitan y se incrementa el
impulso. Una de las formas de debilitamiento es exponerse a situaciones de peligro o alto
riesgo, puesto que se activan las creencias acerca del con sumo, y dejan al individuo
vulnerable para involucrarse nuevamente en el círculo donde se usan drogas.
Para ilustrar lo anterior Beck y sus colaboradores desarrollaron el siguiente diagrama,
mostrando que la importancia de los Estímulos de Alto Riesgo (EAR), es la capacidad de
activar por medio de las creencias básicas asociadas a las drogas, el significado personal
que se atribuye al estímulo.
Activación de las
creencias básicas
relacionadas con
las drogas
Estímulos de
alto riesgo
(internos o
externos)
Desliz
Pensamientos
Automáticos
Craving /
impulsos
Centrarse en
las estrategias
instrumentales
(acción)
Creencias
facilitadoras
(permiso)
FUENTE: Beck,T, A; Wright, D, F; Newman, F,C; Liese, S, B. 1993.
Cuando se ha logrado la abstinencia durante un largo tiempo, y el terapeuta y el paciente
confían que puede mantenerse, es posible considerar que ha acabado la terapia formal.
Posteriormente, se pueden programar sesiones de seguimiento con diversas finalidades; por
un lado, centrar la atención del paciente en la necesidad de vigilancia para combatir el
proceso de recaída y por otro, mostrar el continuo interés del terapeuta en el paciente,
proporcionando apoyo social y motivación para mantener la abstinencia.
Cada visita de seguimiento disminuye la probabilidad de que el paciente tenga una recaída
y no olvide que el terapeuta es un recurso posible para afrontar los estímulos de alto riesgo
(EAR). Si el adicto recae después de que la terapia termine, se recomienda que el terapeuta
le invite a volver de nuevo a terapia tan pronto como sea posible; esta vez mejorando las
habilidades de afrontamiento, proporcionando una mayor comprensión y ejerciendo más
control, sobre sus impulsos.
Los programas de prevención de recaídas contienen una serie de componentes. La
autovigilancia por ejemplo, se emplea para identificar situaciones de alto riesgo donde es
probable la recaída; la enseñanza de habilidades de afrontamiento, mismas que los
pacientes pueden utilizar en situaciones de alto riesgo, al encontrarse a punto de ser
desbordados por éstas.
También a menudo se enseñan procedimientos de manejo del estrés y entrenamiento en
relajación, con el fin de fomentar una sensación de autocontrol y de maximizar la
probabilidad de que los pacientes sean capaces de utilizar sus habilidades de afrontamiento
cuando se encuentren en peligro de ser desbordados por situaciones de alto riesgo.
En síntesis, la recuperación de la adicción debe ser un proceso activo. Las personas en
recuperación deben trabajar un programa diario de rehabilitación, recordarse diariamente
que sufren una adicción y tener un programa activo que les sirva de guía para una vida
efectiva y productiva. La planeación de la prevención de recaídas minimiza su potencial
destructivo y debe ser una parte esencial del programa de recuperación.
Por tanto, todo programa debe estar dirigido hacia la abstinencia total de drogas y cuidar
muy de cerca el desplazamiento de una por otra. Algunos de los pasos que deben incluir
son:
™ La estabilización, enseñar a los pacientes a tomar el control de su vida.
™ Auto-asesoría, analizar qué está pasando con sus pensamientos, emociones y vida;
orientar sobre las recaídas y qué hacer para prevenirlas.
™ Identificación de señales de alerta, enseñar la manera de interrumpirlas antes de que
se pierda el control.
™ Entrenamiento en inventarios o autoregistros, mostrar la forma de ser consciente a
las señales de alerta, así como a la manera en que se desarrollan.
™ Revisión de un programa de recuperación, los pacientes aprenden a ser capaces de
manejar las señales de alerta.
™ Participación de otras personas importantes, enseñar a otros cómo trabajar con el
adicto para evitar la recaída y dar seguimiento, actualizando periódicamente el plan
de prevención elaborado por el adicto.
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FUENTE: Gorski y Miller, 1995