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Editorial Título resumido • Autor 20 Años Enfermedad cerebrovascular en Cali, Colombia Germán Enrique Pérez La enfermedad cerebrovascular (ECV) representa la segunda o tercera causa de muerte en la mayoría de los países industrializados (4.5 millones de muertes cada año) y avanza entre las diez primeras en los países no industrializados. En tanto las estadísticas de la mayoría de los países del primer mundo demuestran una estabilidad o tendencia a la disminución en las tasas de incidencia de ECV, el ingreso a la modernidad signica una mayor tasa de enfermedad cerebrovascular para los países en desarrollo (y más pobres) que aportan, al menos, las dos terceras partes de todas las muertes por ECV en el mundo. Su frecuencia creciente con la edad, evidente a partir de los 45 años, la alta tasa de recidiva a los cinco años (15-42% en los estudios con base poblacional), el común desarrollo de discapacidades y un mayor deterioro mental en los sobrevivientes comporta una creciente demanda en atención, servicios y cuidados post-hospitalarios que incluso las sociedades industrializadas no pueden soportar (1-4). La ECV ocasiona alteraciones en la vida y desempeño de las personas, en sus relaciones familiares y sociales que los médicos no siempre valoran adecuadamente y de cuya importancia y tratamiento se ocupan ocasionalmente (5). Desde siempre el registro y la clasicación de la ECV han creado controversia. Las tasas calculadas de incidencia, de recidiva y la clasicación por etnicidad, subtipos, factores de riesgo etc., varían según el registro tenga una base poblacional u hospitalaria. El ataque isquémico transitorio (AIT) es uno de los mejores ejemplos; en recientes estudios de base hospitalaria 4.03% de los pacientes con AIT desarrollaron ACV en los siguientes 90 días, estudios previos de base hospitalaria demostraron una tasa del 10.5% (6,7). En este número Zúñiga G y su grupo de colaboradores del Hospital Universitario del Valle, sección de Neurología Clínica, presentan un interesante ejemplo de registro hospitalario con 450 pacientes que refresca algunos hechos, ahora mejor establecidos gracias a su trabajo. Es importante reconocer que nuestra población envejece y que el ictus hace su mayor presencia en tanto ella avanza, 68% de los pacientes tuvieron más de 60 años. La raza negra representó solo el 32% de los pacientes. La hipertensión arterial fue el factor de riesgo más identicado en todas las formas de ACV. De los pacientes con ictus isquémico hasta 30% presentaron una fuente embólica establecida y entre ella un alto porcentaje correspondió a la brilación auricular no valvular (8). Es interesante contrastar los hallazgos de etnicidad e hipertensión arterial en el grupo presentado por Zúñiga y colaboradores. Pues pareciera existir una reconocida mayor frecuencia de hipertensión arterial, de menor respuesta a su tratamiento y de mayor tasa de ictus, entre las personas de raza negra. Estudios recientes, como el registro de ACV en el sur de Londres, han demostrado que la mayor incidencia en negros se mantiene, con una máxima diferencia, en la hemorragia intracerebral. Parece que la mayor mortalidad, apreciada en la raza negra; está ligada a la inequidad, que en servicios médicos soporta esta última y no, necesariamente, a un inherente peor pronóstico (8,9,10). En lo referente a la clasicación parece claro que los autores europeos preeren la clasicación propuesta por el grupo de Oxford mientras que los americanos mantienen vigente la del TOAST. En todo caso parecería que lo importante es adoptar un estudio sistemático de cada paciente tratando de establecer, en cuanto sea posible, la etiología del ictus, para proceder a una mejor prevención secundaria. Contrasta la total positividad del estudio, en este grupo de pacientes, de manera que no hubo personas cuya etiología fuese indeterminada como sucede hasta con el 25% de otros registros de base hospitalaria (11-13). La reducción de la presión arterial, produce los mejores resultados en disminución del riesgo, de Recibido: 31/08/04. Revisado: 06/09/04. Aceptado: 28/09/04. . Dr. Germán Enrique Pérez: MD. MSc. Profesor Universidad Nacional. Neurólogo Adscrito Clínica del Country. Bogotá Correspondencia al Dr. Germán Enrique Pérez: Asociación Colombiana de Neurología: cra. 11B N° 99-54 Ocina 401 97 Acta Neurol Colomb • Vol. 20 No. 3 Septiembre 2004 tal manera que todos los médicos, pero en especial los neurólogos, deben conocer su tratamiento. Es indispensable familiarizarse con los medicamentos y las metas propuestas, para su adecuado manejo. Ello ayudaría a controlar el más frecuente factor de riesgo del ictus, como lo hallaron Zúñiga y colaboradores, entre otros muchos investigadores (14-15). Es claro que las características de la población Colombiana y su movilidad, ahora reforzada por la intervención las EPS, impiden un estudio de largo plazo que identique las tasas de incidencia y de recidiva, la evolución de los paciente, su reintegro social o su posible deterioro mental, al paso del tiempo. El estudio de Zúñiga y colabores es una invitación al trabajo continuo y permanente en enfermedad cerebrovascular, incluso en las condiciones actuales. 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