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_______________________________________________ INFECCIÓN PULMONAR POR Mycoplasma pneumoniae EN PEDIARTRÍA _______________________________________________ Juan José López Pérez, Médico Pediatra * *Servicio de Pediatría Hospital El Tunal E.S.E Correo electrónico: [email protected]; [email protected] Material de educación continua. 2011 julio. 1. OBJETIVO Brindar información sobre aspectos generales de la infección pulmonar por Mycoplasma pneumoniae en pacientes pediátricos, con el propósito de que sea utilizada en el ejercicio del proceso diagnostico y del acercamiento terapéutico para pacientes afectados por este tipo de patología. 2. INTRODUCCIÓN (3)(4)(5). Es endémico en grandes comunidades con periodos de epidemias cada 3 a 7 años y persiste en la comunidad durante 12 a 30 meses (3)(6). Las infecciones respiratorias son una causa importante de morbimortalidad en pacientes pediátricos, si bien la etiología mas frecuente es la viral, también existen casos de etiología bacteriana y hoy se evidencia un grupo especial que se ha denominado el de neumonías atípicas, ente las que se encuentran las producidas por Mycoplasma pneumoniae, el cual pertenece al género Mycoplasma, que agrupa los microorganismos vivos más pequeños (tanto en tamaño como en su genoma) que se han descrito por el hombre, con capacidad de auto-replicarse en medios libres de células, su volumen es menor del 5% de una típica bacteria, no poseen pared celular rígida (1). M. pneumoniae solo afecta al hombre, puede persistir por meses o aún por años en las vías respiratorias (2). 3. EPIDEMIOLOGIA Las infecciones por M. pneumoniae afectan por igual a hombres y mujeres, se presentan en todo el mundo y durante todo el año La incidencia de neumonía por mil niños está entre 1 a 2 en menores de 5 años, 3 a 4 en niños entre 5 y 15 años y es menor de 1 por cada 1000 adultos menores de 70 años. La incidencia de infección respiratoria no neumónica puede ser 10 a 20 veces más alta (7), sin embargo puede haber subregistro pues la mayoría de las veces la enfermedad es leve y no se consulta por este motivo (8). Se ha encontrado una alta prevalencia de anticuerpos en edades tempranas que posiblemente no solo refleje la respuesta a la infección, sino también a reacción cruzada con antígenos localizados en la naturaleza (6)(7)(9). Se calcula que la incidencia por año en niños que asisten a guardería es cercana al 12% (6). Los anticuerpos aumentan con la edad, sugiriendo que los niños presentan re-infecciones, las cuales se calculan en el 24% de los casos (6). Cerca del 5% de las bronquiolitis son causadas por M. pneumoniae (10). ¡PREVENIR ES LO PRIMERO! 1/9 La infección es rara antes de los 6 meses de edad quizás por la presencia de anticuerpos maternos o por la falta de receptores de adherencia (11). La infección sintomática antes de los 3 años de edad no es común, aunque en los últimos años su frecuencia tiende al aumento (12)(13). Entre los 3 a los 15 años puede representar entre el 7-40 % de todas las neumonías adquiridas en comunidad y del 14 al 18% de las neumonías que requieren hospitalización (3)(14), aunque estas cifras pueden aumentar en épocas de epidemia por mycoplasma (15). Su frecuencia disminuye en la adolescencia y en la edad adulta (3). En Colombia, un estudio con cultivo de nasofaringe, encontró una incidencia del 12,5% en niños hospitalizados con diagnóstico de neumonía(16). Otro trabajo realizado en niños con diagnóstico de bronconeumonía con edad entre 2 y 60 meses, encontró usando IgM en fase aguda una incidencia de en el 0,9% de los pacientes, (17). Un estudio en Bogotá realizado en muestras de hisopado orofaringeo y analizadas mediante PCR-hibridación in vitro, en el que se descarto previamente infección por virus, en niños entre 0 a 9 años, se encontró una positividad de la prueba del 67 % (20 positivos de 29 casos en la edad de 0 a 3 años, 3 positivos de 4 en la edad de 4 a 6 años y 1 positivo de 3 en la edad de 7 a 9 años). Llamó la atención la alta prevalencia en niños menores de 3 años de edad (18). Se calcula que entre el 0,1 al 13,5% de la población es portadora asintomática en periodos de baja y alta prevalencia (19)(20)(21). Este estado, después del inicio de la infección, puede durar en promedio 7 semanas en adultos y niños (rango de 2 días a 7 meses) (20)(22)(23)(24). El estado de portador asintomático no se ha documentado como trasmisor de la enfermedad (6). M. pneumoniae se transmite a través de las gotitas producidas al toser (6)(25), por esta razón es mayor en sitios donde se presentan contactos cercanos como el núcleo familiar, bases militares, campamentos, hospitales, etc. La infección generalmente es trasmitida a otros miembros de la familia por los niños (26)(27). Se ha encontrado que del 15% al 39% de los contactos intrafamiliares pueden infectarse y el 25% de los contactos en comunidades cerradas (1)(27). El largo periodo de incubación (entre dos a tres semanas, máximo de una a cuatro semanas), la relativamente baja tasa de transmisión y la persistencia del microorganismo en las vías respiratorias por periodos variables de tiempo, hacen que la propagación pueda durar varios meses (6)(28). En niños y adultos con crisis de asma cerca del 24,7% de los pacientes tienen cultivos positivos en garganta para M. pneumoniae en comparación con el 5,7% de los controles sanos (10). En algunos estudios se ha encontrado infección aguda por mycoplasma en el 5 al 25% de los niños que experimentan una exacerbación de su asma (29)(30)(31), en cerca del 50% de los que presentan una primera crisis de broncoespasmo y requieren hospitalizarse (1)(31), de los cuales, posteriormente, cerca del 10% desarrollaran síntomas de asma (30). En niños con crisis asmática que no responde a los tratamientos convencionales (corticoides y B2) algunos autores han encontrado infección por micoplasma en el 78,1% de los casos (31). 4. PATOLOGIA periodo de incubación. El microorganismo puede ser observado 2 a 8 días antes de iniciar los síntomas (6). Tres características del microorganismo son determinantes para desencadenar la enfermedad, la primera es la adherencia a la célula del huésped facilitada por la falta de pared celular y por el factor de elongación TU y la piruvato deshidrogenasa E1, que son proteínas expresadas en la superficie del M. pneumoniae, la segunda su flexibilidad y forma filamentosa que le permite protegerse de las células fagocìticas y la tercera la capacidad de modular la respuesta inmune. (25)(32)(33)(34). Una existencia intracelular que secuestre al M. pneumoniae puede facilitar el establecimiento de un estado latente crónico, evitar los mecanismos inmunológicos, facilitar el paso a través de las barreras mucosas, ganar acceso a los tejidos internos, alterar la eficacia de algunos medicamentos y así dificultar su erradicación(25). De igual forma, la variación antigénica de las adhesinas de superficie puede ser un factor para que produzca una prolongada infección y del estado de portador en individuos sanos (10). Después de la unión ocurre la cilioestasis, exfoliación de las células infectadas, aumento en la producción de moco, angiogénesis, edema, inflamación crónica y citotoxicidad mediada por peróxido de hidrogeno y anión superóxido, llevando al estrés oxidativo (10)(28)(30)(35). Lo anterior se traduce en un deterioro funcional y estructural de los cilios y del epitelio respiratorio, lo que origina las manifestaciones clínicas (3). La destrucción del epitelio ciliado con descamación y ulceración genera detritus en la luz del árbol respiratorio y exudado inflamatorio que contiene fibrina, neutrófilos, células epiteliales y células mononucleares. En las paredes de los bronquios y en el intersticio se presenta edema e infiltración por macrófagos, linfocitos y células plasmáticas. A nivel de los alvéolos también se presenta un exudado similar con eritrocitos y edema. Puede haber una hiperplasia de los neumocitos tipo II (25). A nivel macroscópico en el pulmón se presentan áreas de congestión y de hemorragia, con zonas neumónicas y en caso de compromiso pleural zonas de exudado fibrinoso, petequias y derrame (6)(28). En los casos severos pueden presentarse neumatoceles, absceso pulmonar, neumotórax, daño alveolar difuso, formación de membrana hialina, múltiples infartos y necrosis, generando secuelas a largo plazo como fibrosis pulmonar crónica, cicatrices, y bronquiectasias (10)(1)(26)(36). El proceso inflamatorio agudo puede durar un mes, dando paso a un estado crónico durante aproximadamente 18 meses con infiltración de células mononucleares peribronquiales y perivasculares. La presencia de M. pneumoniae en las vías respiratorias va disminuyendo a través del tiempo y su presencia esta correlacionada con la persistencia de la inflamación (23). El compromiso leve en etapas tempranas de la vida y más grave en edades más avanzadas sugiere que la enfermedad más grave pudiera ser consecuencia de la respuesta inmune del hospedero a la re-infección por el microorganismo, aunque su mecanismo aún se desconoce (33). 5. RESPUESTA INMUNOLOGICA Después de adquirir el mycoplasma, la multiplicación inicialmente ocurre extracelularmente, en la superficie de las membranas mucosas desde nasofaringe hasta los alveolos, extendiéndose durante el El sistema inmunológico humano reacciona mediante la opsonización del M. pneumoniae por intermedio del complemento y la formación de anticuerpos, se activan los macrófagos liberando ¡PREVENIR ES LO PRIMERO! 2/9 citoquinas y se desarrolla una respuesta inflamatoria dada por células mononucleares, pero esta respuesta inmune no es muy eficaz para eliminar al microorganismo o prevenir subsiguientes re-infecciones. Los antígenos intracelulares generados como consecuencia de la fagocitosis estimulan la respuesta mediada por linfocitos T (33). En secreciones nasales y de esputo tras la infección, se ha encontrado IgA, IgM e IgG específica para M. pneumoniae (6). En la primoinfección, la producción de anticuerpos se inicia con un incremento de IgM, que se acompaña de IgG a las dos semanas. La IgA se produce de manera más precoz y efímera que la IgM. En las reinfecciones se genera una respuesta por IgG e IgA que facilita su fagocitosis y su posterior lisis con ayuda del complemento (37). La infección por M. pneumoniae está asociada a un aumento en los niveles séricos de IgE, especialmente si la infección es del tracto respiratorio inferior (5). Un alto título de anticuerpos IgG contra el micoplasma se relaciona con una disminución de las lesiones pulmonares, sugiriendo ser un factor protector del pulmón en los compromisos crónicos (23). La producción de anticuerpos ayuda a controlar la infección pero también puede generar daño tisular dependiendo del balance de la respuesta cuantitativa y cualitativa humoral y celular (28). En el lavado bronquioalveolar de pacientes con neumonía por M. pneumoniae se ha encontrado un aumento de eosinófilos (del 0 al 10%) (38), al igual que niveles altos de IL-2 e IL-4 y la relación IL-4/IF gamma, sugiriendo una desviación de la respuesta inmune a citoquinas Th-2 y por lo tanto la producción de IgE (10)(23)(32)(29)(30). En infecciones pulmonares, en pacientes no asmáticos, se ha observado aumento de la endotelina 1, potente vasoconstrictor y broncoconstrictor del músculo liso que aumenta la secreción de moco y activa las células inflamatorias y esta asociada a un aumento concomitante de la IgE (39). Una respuesta de hipersensibilidad retardada al M. pneumoniae parece correlacionarse con la severidad de la neumonía. Los estudios sugieren que una excesiva respuesta celular del huésped con citocinas Th-1 e IL-18 puede jugar un rol crítico en el desarrollo de peores manifestaciones pulmonares (40). La infección genera una respuesta inmune, que no es permanente, durando los anticuerpos cerca de 2 años cuando la afección respiratoria es alta y entre 2 a 9 años cuando hay compromiso pulmonar (11). Por este motivo las re-infecciones se pueden presentar, especialmente cuando la infección fue inicialmente leve en oposición a cuando se presenta neumonía (10), siendo en este último caso la segunda infección más leve o asintomática, especialmente en adultos (10)(11). Se especula que el leve compromiso respiratorio que genera en niños pequeños desencadena una sensibilización inmunológica que es necesaria para que en etapas posteriores de la vida se desarrolle un mayor compromiso del tracto respiratorio inferior (1). Al parecer los pacientes asmáticos tienen la respuesta inmune celular y humoral de las vías respiratorias menos robusta a la infección por M. pneumoniae (2), en casos de una primera crisis de asma e infección por este microorganismo se ha encontrado aumento en la producción de IgE total y específica, esta última puede aumentar la liberación de histamina en los mastocitos, contribuyendo a generar reacciones de hipersensibilidad tipo I y por ende a las crisis recurrentes de broncoespasmo en pacientes sin la predisposición a un aumento de IgE. Además es posible que la infección latente pueda contribuir al desarrollo de sibilancias a través de la sensibilización mediada por IgE o que la relación IgE-micoplasma específica pueda reaccionar en forma cruzada con otros epitopos de las vías respiratorias (41). Por otra parte en algunos pacientes asmáticos se ha observado una inadecuada respuesta IgG, que puede generar una infección crónica (2). La infección por M. pneumoniae durante un proceso inflamatorio alérgico disminuye la expresión de los receptores Tolllike (TLR)-2 y la producción de IL-6, lo que conllevaría a una disminución en la eliminación del microorganismo y un aumento en la inflamación de las vías respiratorias (42)(43). 6. CUADRO CLINICO La infección es sintomática entre el 15 al 20% de los casos, en el 75% hay compromiso menor afectando la vía respiratorias alta produciendo faringitis, otitis media, miringitis bullosa, sinusitis y traqueobronquitis (22). La bronconeumonía es su más importante forma de presentación, pero sólo se presenta entre el 3 y el 10% de los casos (6)(11)(21)(22). Las complicaciones extrapulmonares son raras (36) (44). Puede existir el antecedente de una enfermedad similar dos semanas antes en un miembro de la familia (en las infecciones víricas suelen enfermar al mismo tiempo) (45). Después del periodo de incubación, su inicio generalmente es gradual durante varios días (13), con dolor de cabeza principalmente retro ocular y odinofagia, es poco frecuente la rinorrea, malestar general, mialgias, fiebre que puede durar 2 a 14 días y se presenta en cerca del 20% de los casos. Una mayor duración de la fiebre antes de la hospitalización puede constituir un signo de mayor gravedad (46). Posteriormente, a los tres a cinco días se presenta ronquera y tos, que es el síntoma mas común de la enfermedad y que aumenta en los siguientes dos días, inicialmente es no productiva para luego generar un esputo blanco, mucopurulento o con estrías de sangre en ocasiones es emetizante, empeorando la tos durante la primera semana (a pesar de presentar una mejoría en los síntomas constitucionales), llegando a ser debilitante, para luego ir disminuyendo durante la segunda semana y posteriormente mejorar en tres a cuatro semanas, es de predominio nocturno y puede persistir por semanas a meses; en los casos más severos se puede presentar disnea (especialmente en niños pequeños) y la tos puede asemejarse a la ocasionada por Bordetella pertussis, también la palpación del cuello puede producir paroxismos de tos (1)( 4)(10)(26) (45). En los niños pequeños son más frecuentes la rinorrea y las sibilancias con pocos casos de neumonía, pero en niños de 5 a 15 años es más probable el desarrollo de la misma, involucrando uno o más lóbulos (10). Cerca del 10% de los niños con neumonía presentarán un exantema maculopapular (22). Puede acompañarse de dolor abdominal, nauseas, vomito y diarrea (1), especialmente en niños menores de 5 años (13). La sintomatología generalmente es mayor que los hallazgos físicos. A la auscultación pulmonar se evidencian estertores finos, roncus localizados o diseminados y sibilancias, asemejando al asma y la bronquiolitis, pero usualmente los signos físicos subestiman los hallazgos radiológicos (45). Es posible que los hallazgos pulmonares no se evidencien en el transcurso de la primera semana ¡PREVENIR ES LO PRIMERO! 3/9 de la enfermedad, que es cuando los síntomas generales son mayores, para luego ir desapareciendo estos e iniciar con los agregados pulmonares comenzando la segunda semana y pueden prolongarse por tres a cuatro semanas (1). Los signos de franca consolidación no son frecuentes a menos de que se presente una atelectasia importante (10) y cuando aparece indica una mayor gravedad de la enfermedad, al igual que la presencia de derrame pleural (46). En un estudio se encontró que en el diagnóstico diferencial clínicamente la neumonía bacteriana se presenta más frecuentemente con estertores pan-inspiratorios y en la neumonía atípica los estertores son principalmente al final de la inspiración, presentando este signo una sensibilidad y especificidad del 83,1% y del 85,7% para la primera y del 80,0% y del 84,7% para la segunda respectivamente (47). Las sobreinfecciones bacterianas no son frecuentes pero pueden estar presentes (47)(10)(48), al igual que la coinfección con otros virus (1) como sincitial respiratorio (13) y los adenovirus (12) o con C. pneumoniae hasta en el 15% de los casos (4). Igualmente, M. pneumoniae puede preceder e incluso intensificar la infección posterior por otros virus y bacterias, incluyendo S. pyogenes (en un estudio se encontró asociado hasta en el 30% de los casos)(48) y N. meningitidis, posiblemente por un efecto inmunosupresor y una alteración en la flora del tracto respiratorio (25). En muestras de esputo de pacientes asmáticos se ha encontrado asociado a S. pneumoniae y a S. aureus (49). Michelow encontró en las infecciones por M. pneumoniae coinfección viral en el 38% y bacteriana en el 28% de los casos, siendo en ocasiones generadas por los tres microorganismos (14). M. pneumoniae puede ser un inductor de sibilancias en niños y adultos (50)(51)(52), especialmente en los pacientes asmáticos y ocasionar disfunción pulmonar crónica por colonización persistente en este tipo de pacientes (47)(53) al igual que predisponer a un subsiguiente desarrollo de asma tras una primera infección en niños (50), especialmente si tienen una base atópica (41), aunque faltan más estudios que aclaren esta asociación (54). Todavía no se sabe si el micoplasma es una causa primaria de asma o si es un cofactor para su desarrollo (25). En pacientes agudos puede generar una respuesta inflamatoria reversible pero una hiperreactividad bronquial que puede durar varios meses (32). En pacientes asmáticos crónicos estables se ha detectado M. pneumoniae más frecuentemente que en los controles (23), aunque sean seronegativos, sugiriendo que un bajo número de colonias de M. pneumoniae pueda evadir la detección por el sistema inmune (10)(55). Este estado de portador crónico se ha observado asociado a un aumento en la obstrucción crónica de la vía aérea y en la hiperreactividad bronquial (23). Esta asociación entre micoplasma y sibilancias aun no esta completamente entendida, quedando por definir si la infección es una directa causa de la inducción o exacerbación del asma, o si en cambio es un microorganismo oportunista que toma ventaja de una respuesta inmune Th2 ya establecida que es incapaz de eliminarla. Los niños con síndrome de Down, anemia de células falciformes, hemoglobinopatías relacionadas o inmunodeficiencias pueden desarrollar formas más graves de la enfermedad, incluso es posible la complicación con neumonía fulminante M. pneumoniae puede comprometer otros órganos ya sea por invasión directa o generando mecanismos de autoinmunidad por reacción cruzada de antígenos humanos. A partir del tracto respiratorio alto el microrganismo puede pasar a la sangre generando bacteriemia y así comprometer otros sistemas del organismo (56). 7. DIAGNOSTICO El diagnóstico tiene dificultades debido a la naturaleza persistente del microorganismo, la considerable seroprevalencia y la posibilidad de ser portador transitorio asintomático (21). La presentación clínica del M. pneumoniae puede ser muy similar a la de otros microorganismos atípicos, incluyendo C. pneumoniae y legionela, virus y bacterias como S. pneumoniae, por lo que los aspectos epidemiológicos, clínicos y radiológicos no son confiables para diagnosticar la enfermedad (45)(10)(36)(57)(58), aunque pueden ser de utilidad. En general, ante un paciente ambulatorio con una alta sospecha de infección por M. pneumoniae no se requieren pruebas diagnósticas (25). La presencia de sibilancias en un paciente con neumonía probablemente sea de origen viral o una infección por M. pneumoniae o C. pneumoniae (59) ya que pueden encontrarse hasta en el 41% de los casos (14). La presencia de leucocitosis, infiltrados pulmonares bilaterales, derrame pleural, aumento en la deshidrogenasa láctica, asparato aminotransferasa, alanino aminotransferasa y disminución de las proteínas totales se han visto asociadas a neumonía severa por M. pneumoniae (40). El patrón radiológico no es específico, en general el compromiso es intersticial o alveolar, principalmente parahiliar o en los lóbulos inferiores de forma unilateral y central. Son habituales las atelectasias laminares (44). El infiltrado reticulonodular y nodular, el compromiso lobar no es frecuente (60), al igual que el derrame pleural (20% de los casos), que es de poca cantidad y en ocasiones bilateral (1) (44). La Tomografía Computadorizada de tórax puede mostrar infiltrados con aspecto de vidrio esmerilado y nódulos, no visibles en las radiografías simples (45). El recuento de glóbulos blancos generalmente es normal, pero en una tercera parte de los casos puede haber leucocitosis (10)(61) sin sobrepasar los 15.000xmm3 (45), puede haber trombocitosis especialmente en niños pequeños (13). La velocidad de sedimentación globular (VSG) varia entre 20 a 100 mm/h y la proteina C reactiva se eleva en cerca del 77% de los pacientes, con un rango entre de 6,8 mg/l y 222,1 mg/l (promedio 15,5 mg/l) (13). A medida que aumenta el numero de leucocitos, la VSG o la proteina C reactiva es mas grave la enfermedad (46) (1).Los niveles de procalcitonina son superiores que en las infecciones virales y menores que en las bacterianas en pacientes no tratados, aunque con frecuencia sus valores se superponen (36). Las pruebas rápidas para detección de antígenos en esputo, nasofaringe o en faringe (inmunofluorescencia directa, contrainmunoelectroforesis, inminoblotting, captura antígenos por inmunoensayo enzimático) han mostrado una buena sensibilidad (91%) (26), aunque puede dar reacción cruzada con otros micoplasmas del tracto respiratorio (25). Para ser positiva requiere de la presencia de 103 a 105 UFC/ml, por lo que su positividad aumenta a partir de los 7 días de la infección (62). Puede ser útil en ¡PREVENIR ES LO PRIMERO! 4/9 fase aguda de la enfermedad aunque con el advenimiento de la PCR ha dejado de utilizarse (11). dar mejor sensibilidad y especificidad, pudiendo diferenciar la IgG y la IgM (10)(19). Las criogalutininas aparecen a los 7 a 10 días de iniciada la enfermedad y aumentan progresivamente (63). Esto sucede en cerca del 50% de los niños al comenzar la segunda semana de la enfermedad con títulos de 1:32 o mayores, las cuales pueden cuadruplicarse en fase convaleciente, especialmente en formas severas de la enfermedad, para luego disminuir en 2 a 3 semanas (1) y desaparecen en cerca de 6 a 12 semanas (44)(64). La severidad de la enfermedad se correlaciona con el título de estos anticuerpos por lo que infecciones leves pueden no mostrar aumento de las mismas (63). Títulos menores de 1:64 pueden presentarse en otras infecciones causadas por adenovirus, el virus de Ebstein-Barr, influenza, citomegalovirus, K. pneumoniae, enfermedades autoinmunes y linfoproliferativas (1)(21)(45). Un valor negativo no descarta la enfermedad (22). Por no ser específicas ni sensibles algunos autores no las aconsejan (62), debiendo ser limitado sólo a aquellas personas que tienen una alta posibilidad de neumonía por M. pneumoniae (25). La IgM se eleva a los siete a diez días de la infección con un pico durante la tercera semana, se detecta en cerca del 70% de los casos de infección aguda y en 100% en la fase convaleciente (tomada siete a catorce días después de la primera muestra) con una especificidad para la primera y segunda muestra del 98,4% (19)(63). Cuanto más severa es la enfermedad más altos serán sus niveles (46). Una IgM positiva (títulos en mayores de 1/10) soporta mejor el diagnóstico de infección aguda en niños, adolescentes y jóvenes adultos. Sus títulos disminuyen en pocos meses para volverse posteriormente negativos (21), pero en algunos casos pueden persistir hasta doce meses después de la infección e incluso en adultos indefinidamente, por lo que una IgM positiva no siempre indica una infección actual (22)(25). En caso de derrame pleural el líquido corresponde a exudado con mínima reacción inflamatoria, con un recuento diferencial de leucocitos variable. Por la dificultad para realizar cultivos (medios especiales, pasos repetidos, lento crecimiento) no se usan en la actualidad para el diagnóstico de infección por M. pneumoniae (25). La PCR detecta una concentración de 102 a 10 3 UFC/ml (1), tiene una sensibilidad hasta de 90% y varia ampliamente dependiendo de la técnica utilizada, en esputo es de 62,5%, en nasofaringe del 41% al 90% y en faringe del 28% al 90% dando una mayor positividad tomando la muestra de la garganta por lavado que por escobillón (44)(65), su sensibilidad varía además según el momento en que se realice el examen tras el inicio de los síntomas, siendo mayor en etapas tempranas de la enfermedad (cuando aún los anticuerpos no han comenzado a aumentar) (20)(66), en niños y en pacientes inmunocomprometidos (67). La PCR en tiempo real utilizada para detectar múltiples patógenos como C. pneumoniae, L. pneumophila, y M. pneumoniae, ha mostrado su utilidad pero con una menor sensibilidad que pruebas individuales (68). La especificidad de la prueba es mayor del 97% (47). Dentro de las técnicas que miden los anticuerpos IgG, IgM e IgA contra M. pneumoniae están la fijación del complemento, la inmunofluorescencia, la aglutinación de partículas, el Elisa y el Western blot. La elevación de los anticuerpos en sueros pareados de fase aguda y convaleciente se han convertido en el ―gold standard‖ para el diagnóstico de la infección por mycoplasma. La prueba de fijación del complemento mide principalmente, la IgM (69), sin embargo por falta de especificidad esta prueba ha sido sustituida por la inmunofluorescencia y el inmunoanálisis enzimático (ELISA). La inmunofluorescencia tiene una sensibilidad del 41,7% para la primera muestra y del 75% para la segunda muestra pareada y una especificidad del 92% para la primera muestra y de 88,9% para la primera y segunda muestra pareadas. Sus resultados pueden verse afectados por la presencia del factor reumatoideo (25). La aglutinación de partículas utiliza látex o gelatina y mide tanto la IgG como la IgM, pero ha mostrado ser menos sensible y específica que la fijación del complemento y el ELISA (25), este último es el más ampliamente usado por ser más fácil de realizar, requerir de volúmenes de plasma muy pequeños (iguales o menores de 100 mcl), La IgG comienza a ser positiva dos semanas después de la IgM, elevándose lentamente con un pico máximo a las cinco semanas después de iniciados los síntomas, permaneciendo en sangre durante más de cuatro años. Un titulo alto aislado mayor de 1/128 (o dependiendo de la técnica que se utilice) puede sugerir una infección aguda. Un titulo bajo puede indicar ya sea una infección previa o la etapa temprana de una nueva (21)(70)(54). Se utiliza principalmente en estudios epidemiológicos. La IgA se eleva rápidamente tras la infección para luego disminuir antes que la IgM e IgG, por tanto es un mejor indicador de infección reciente en todos los grupos de edades (25), y se ha encontrado una sensibilidad en fase aguda del 20% y en convaleciente del 33%, con una especificidad del 93,7% en fase convaleciente (19). En el 22,8% de los donadores de sangre y en el 53,8% de pacientes con otras enfermedades diferentes a la producida por M. pneumoniae se han encontrado positividad de IgA contra el micoplasma, lo que plantea dudas acerca de su valor como diagnóstico de la infección (28), además no es frecuente la realización de la prueba en los laboratorios (10) La técnica de Western blot es más específica y permite detectar niveles de anticuerpos más bajos que otras técnicas (21). Un aumento en los títulos de la IgM o de IgG (más de dos veces) por ELISA entre la fase aguda y convaleciente con una separación entre diez días a cuatro semanas es considerada diagnóstica de infección aguda. El resultado de la PCR no siempre se correlaciona con el estudio serológico, una serología negativa con un PCR positivo puede corresponder a un portador asintomático, la infección durante el periodo de incubación o en etapas tempranas de la enfermedad, el estado de portador asintomático transitorio por persistencia del micoplasma posterior a la enfermedad o un paciente inmunodeficiente. Al contrario, una serología positiva con una PCR negativa se puede dar en etapas tardías de la enfermedad (en general después de la tercera semana)(71), donde el número de micoplasma disminuye ya sea por el tratamiento antibiótico o por el sistema inmune del individuo afectado(20)(21) o en pacientes con infección previa ya resuelta con persistencia de los anticuerpos (25). En resumen, existen dificultades para diagnosticar la enfermedad en su fase aguda con un simple test (71), por lo que algunos autores han recomendado, especialmente en niños combinar la ¡PREVENIR ES LO PRIMERO! 5/9 PCR con la IgM para mejorar la sensibilidad, llegando a ser esta entre el 95 y 100% (19), con resultados en uno a dos días (11), principalmente en el paciente hospitalizado por la gravedad del cuadro clínico, (10). Cuando una de las dos pruebas es positiva y la otra no, se debe iniciar manejo antibiótico hasta confirmar o descartar la enfermedad con una nueva muestra de laboratorio (19). 8. TRATAMIENTO La enfermedad por M. pneumoniae generalmente es leve y la hospitalización rara vez necesaria (cerca del 2%) (1) Los cuadros respiratorios altos y la bronquitis aguda en la mayoría de los casos se resuelven sin antibióticos (22). Sin tratamiento, la fiebre, la cefalea y el compromiso del estado general desaparecen en aproximadamente diez días, pero persiste la tos, que se resuelve más lentamente (3). La duración de los síntomas y los signos en general desaparecen antes si se inicia el tratamiento en etapas tempranas de la enfermedad (7)((10)(61), aunque también pueden acortar los síntomas aún si se inician en etapas tardías (36). El tratamiento también se aconseja para disminuir las secuelas a largo plazo (61) como los cuadros sibilantes recurrentes y las alteraciones de difusión pulmonar (3). Un metanalísis sobre la eficacia de los tratamientos para M. pneumoniae con compromiso del tracto respiratorio inferior encontró que existe insuficiente evidencia sobre la eficacia de los antibióticos y que su uso debe ser individualizado, teniendo en cuenta los posibles efectos adversos de los mismos (72), la eficacia oscila entre el 80 al 100% para erradicar al microorganismos de la nasofaringe en niños con neumonía adquirida en comunidad (30)(36). En mayores de ocho años se puede utilizar la tetraciclina y la doxiciclina. Para manejar los cuadros de bronconeumonía y otitis media se utilizan los macrólidos como medicamentos de primera línea en niños, ya que es muy sensible in vitro a la eritromicina, claritromicina y azitromicina. En general, el antimicrobiano sirve más para mejorar la enfermedad que para erradicar el microorganismo que puede cultivarse durante semanas a meses después del tratamiento (1) (26)(36), así se tenga una respuesta clínica adecuada (23)(53). Un retardo en el inicio del tratamiento de más de diez días, después del inicio de los síntomas, se ha visto asociado, aunque no como única causa, a la severidad de la neumonía y al aumento del riesgo de presentar falla ventilatoria. La Cuadro 1muestra los rangos de concentración inhibitoria mínima de varios antibióticos para M. pneumoniae (10)(25). La eficacia de los diferentes macrólidos es muy similar, pero la eritromicina produce más efectos secundarios, especialmente gastrointestinales (1)(54). La resistencia del M. pneumoniae a los macrólidos ha descrito desde 1970 y esta aumentando especialmente desde el año 2000, coincidiendo con el mayor uso de la azitromicina (73), pasando en Japón del 0% en el año 2002 al 30,6% en el año 2006 (74). En china se ha encontrado una resistencia del 83% en infecciones del tracto respiratorio inferior (73). Aunque los pacientes pueden responder clínicamente (10), la resolución de su sintomatología puede ser más lenta (75) e incluso requerir un cambio antibiótico (28).La resistencia esta dada por mutaciones que conducen a una disminución en la afinidad del macrólido por los ribosomas (10)(25) y no genera resistencia a las tetraciclinas o las fluoroquinolonas (1). Levofloxacina, moxifloxacina y gatifloxacina son bactericidas y han mostrado mayor actividad in vitro que la ciprofloxacina, aunque sus concentraciones inhibitorias mínimas son varias veces más altas que para los macrólidos (1)(10), sin embargo no se aconseja utilizarlas como primera línea por la posible toxicidad sobre el cartílago en crecimiento en menores de 16 a 18 años (10)(22). Mycoplasma es resistente a beta-lactámicos, glucopéptidos, rifampicina, trimetropin y sulfonamidas, los antibióticos que actúan sobre la unidad ribosomal, como cloranfenicol, aminoglucósidos clindamicina han mostrado actividad in vitro, pero sin eficacia clínica por lo que no se deben usar (1)(10). Pacientes con sibilancias e infectados por micoplasma y tratados con claritromicina evidencian un menor número de recurrencias posteriores que aquellos infectados y no tratados (53), lo que sugiere que un tratamiento oportuno y eficaz puede mejorar el curso de la hiperreactividad bronquial más allá de la infección aguda (29) y el desarrollo de cambios deletreos en las pruebas funcionales pulmonares (36). En pacientes asmáticos crónicos estables infectados por micoplasma y sin respuesta serológica al microorganismo, tratados con claritromicina durante seis semanas, mostraron una mejoría significativa de su sintomatología, efecto no observado en los asmáticos crónicos no infectados (28), por lo que el uso de macrólidos por periodos prolongados puede estar justificado en ciertos casos con tos crónica o en asmáticos que son pobremente controlados con la terapia regular (76). En la neumonía por micoplasma, cuando se sospecha una coinfección por otras bacterias se puede adicionar al manejo los antibióticos correspondientes (48).La duración óptima del tratamiento aún no esta bien establecida ya que algunos datos sugieren que tratamientos mayores de dos semanas pueden disminuir la recaída en los síntomas (36). Un estudio reciente en pacientes asmáticos que utilizaban corticoides inhalados, mediante PCR en tiempo real, no se demostró un aumento en la carga infecciosa a nivel de las vías respiratorias altas para M. pneumoniae (77).Los corticoides sistémicos, al disminuir la respuesta inmune mediada por células, pueden disminuir la lesión pulmonar por M. pneumoniae, por lo que se les ha utilizado en los casos severos de neumonía que no responden adecuadamente al manejo inicial con macrólidos, a una dosis de 1 mg/kg/día de prednisolona durante 3 a 7 días, encontrando una resolución rápida de la fiebre y de los hallazgos radiológicos (78). Bolos de metilprednisolona a dosis de 30 mg/kg/día durante 3 días se han utilizado en niños que mostraron un deterioro clínico y radiológico después de 7 días de tratamiento y que se encontraban en un estado hipercitoquinético (leucopenia, elevada la deshidrogenasa láctica, la ferritina sérica y la B-2 microglobulina en orina), disminuyendo la fiebre en el transcurso de las primeras 4 a 14 horas, con una rápida recuperación clínica, de laboratorio y radiológica, sin efectos secundarios asociados (79). Parece ser que al disminuir la respuesta inflamatoria mejorara la supervivencia, quedando por resolver si los corticoides pueden disminuir la ventilación mecánica si se les utilizara en las etapas más tempranas de la enfermedad (40). ¡PREVENIR ES LO PRIMERO! 6/9 Cuadro 1 Rangos de concentración inhibitoria mínima de varios antibióticos para M. pneumoniae (10)(25): ANTIMICROBIANO CIM Tetraciclina* DOSIS 0,63 – 0,25 40 a 50 mg/kg/día en 4 dosis Doxiciclina* 0,016 – 0,2 1 a 2 mg/kg cada 12 h (máximo 100 mg cada 12 horas) durante 7 a 14 días Eritromicina 0,001 – 0,016 30 a 50 mg/kg/día en 4 dosis Claritromicina** 0,001 – 0,125 15 mg/kg/día (máximo 500 mg cada 12 h) en 2 dosis por 7 a 14 días Azitromicina ¡¡ 0,01 – 0,125 10 mg/kg/día (máximo 500 mg) el primer día y luego 5 mg/kg/día (máximo 250 mg) por 4 días No se aconseja la profilaxis en los contactos expuestos, aunque en inmunodeprmidos (por ejemplo anemia de células falciformes) deberá individualizarse. La profilaxis con azitromicina y tetraciclina ha mostrado utilidad en el manejo de brotes en espacios cerrados (escuelas, hospitales, hogar) (8) (25).(47)(45). Aún no se han desarrollado vacunas altamente eficaces para M. pneumoniae, sin embrago ensayos han mostrado que la vacuna logró reducir la duración de la enfermedad, la fiebre, la extensión de la neumonía y la duración de la hospitalización (82). 11. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 1. 2. *no se deben utilizar en niños menores de 8 años, en el embarazo y en las mujeres que se encuentran lactando. 3. 4. **Algunos autores aconsejan 14 a 21 días de tratamiento (45). ¡¡ Algunos trabajos han mostrado igual eficacia de la azitromicina en una sola dosis comparada ya sea con tres o cinco días (25). 5. 9. PRONOSTICO 6. El pronóstico de la infección por M. pneumoniae generalmente es bueno(80). La infección crónica se ha asociado a asma persistente y a daño pulmonar permanente (81). Como secuelas se han encontrado alteraciones en las pruebas funcionales respiratorias por compromiso de la pequeña vía aérea hasta en el 50% de los casos durante varios meses a años después, al igual que un aumento en la hiperreactividad de la vía aérea (10)(29)(30), alteraciones en la perfusión pulmonar, cicatrices pleurales, fibrosis pulmonar, bronquiectasias leves y engrosamiento de la pared bronquial en el 37% de los niños, atrapamiento de aire y patrón en mosaico 1 a 2 años después de la infección detectados por TAC de tórax de alta resolución (25)(55). En cerca de la mitad de los niños seis meses después de la infección se han encontrado anormalidades en la difusión de los gases a nivel pulmonar (47). La persistencia de la infección, a pesar del tratamiento antibiótico, resulta en una disminución del flujo espiratorio en un segundo y un aumento de la hiperreactividad bronquial en individuos sin asma (41). De los pacientes con neumonía por M. pneumoniae que requieren hospitalización, cerca del 10,9% necesitará ventilación mecánica (25). La mortalidad es rara, pero se han descrito casos fatales en adultos y niños sanos (1)(10). 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 10. PREVENCION 15. Un tratamiento antibiótico temprano del caso índice puede disminuir la transmisión a otras personas (7)(36), aunque la magnitud de este efecto aún no esta bien determinado (26). El paciente hospitalizado debe tener precauciones de aislamiento por gota durante todo el tiempo que dure sintomático (22). 16. ¡PREVENIR ES LO PRIMERO! Shah SS. Mycoplasma pneumoniae. Pediatric Infectipus Diseases. Eds. Sarah Long, Larry K Pickering and Charles G Prober. 3th Edition. 2008. Elsevier. Atkinson TP, Duffy LB, Pendley D et al. Deficient immune response to Mycoplasma pneumoniae in childhood asthma. Allergy Asthma Proc. 2009;30:158 –165. Paul M de los A, García C y Vega-Briceño L. Infección por Micoplasma Pneumoniae. 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