Download Los niños borrados - www.paisportatil.me

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Los niños borrados
Miguel Ángel Campos
Maracaibo, septiembre de 2011
Acaba de morir en el Hospital Universitario de Maracaibo
el segundo de los quíntuples Prieto Cuervo. Las circunstancias
de su muerte ratifican la penuria en que han vivido estos
hermanos que en su momento conmovieron a los cinco
continentes.
Fueron el primer caso en el mundo de varones
sobrevivientes. El hecho, ampliamente difundido de los cinco
hombrecitos hermanados en un abrazo raigal, mereció
páginas destacadas de la revista Life. Nacieron el 8 de
septiembre (1963), día que se conmemora la fundación de
Maracaibo. La estampa de aquellos adolescentes en una
fotografía de periódico que conservo era la viva promesa de la
salud y un futuro conjurado.
El espectáculo convocó a todo el país; personalidades
variopintas se hacían fotos a su lado. De la farándula y la
política llovía toda clase de promesas y ofrecimientos, desde la
garantizada leche hasta lencería fina para los cinco cachorros.
Pero tras la fiesta de los borrachos sólo quedan los estropicios
y la mala conciencia.
El concierto a beneficio con donación de la taquilla del
naciente grupo “Los Blonder” debió ser el gesto menos
oportunista. Sin más cuidados que los de la propia familia, al
poco tiempo estaban sumidos en el discreto abandono,
y pronto acecharon las carencias.
Ni educación tuvieron, menos amparo y afecto de la
comunidad que los celebró. La gratitud de los padres quedó
estampada en los nombres que eligieron para los cinco: los del
equipo médico. Menos mal que estos no se llamaban Killer,
Yonalber, Kendri, insólitas aberraciones que luego se hicieron
costumbre entre el chicherío citadino.
Trate usted de dar con la historia médica del caso, hurgue
en los ruinosos archivos de la Maternidad Castillo Plaza o del
Hospital Universitario, busque la ficha de indicaciones y
anotaciones del obstetra. Ni rastros hay de lo que ha debido
ser un documento invaluable de la ginecobstetricia venezolana
-de una paciente que no tuvo control hasta bien avanzado el
embarazo- y también de conocidos antecedentes de fertilidad
y otros partos múltiples.
La ciudad ufanosa de sus hitos médicos de cirugía y
transplantes, presuntuosa de su centenaria universidad,
vanidosita de sus médicos pensarosos, es incapaz de acunar a
cinco perfectos ejemplares venidos de la cuarta dimensión,
heraldos de la alegría que superan todos los pronósticos de
compresión, prematuridad y nutrientes, menos el medio
dispuesto sólo para la depredación, filicida, indiferente.
Me pregunto cuáles pueden ser los blasones de una
ciencia o profesión ruidosa en sus ejecutorias de mostrador,
muy sensible a la publicidad que la exalta como un saber
misterioso de sujetos menos eficientes que pretenciosos.
Aunque todavía no se hayan dado cuenta de que la medicina
es una ciencia social, más antropología que fisiología, y en
estas sociedades atrasadas su grandeza deberá dirimirse no
tanto en los quirófanos como en los escenarios civiles, donde
los clientes antes que pacientes debieran ser ciudadanos.
No veo de qué deba enorgullecerse un pediatra que sólo
se limita a salir en los periódicos y, desde su preeminencia
social, no vela por el destino de cinco maravillas en un medio
devastador; o unos obstetras que no vuelven a tener más
noticias de la madre, y de unas instituciones hospitalarias que
no resguardan los documentos forenses de un suceso por
varias razones excepcional.
Seguramente el destino de este país sería otro si estos
cinco niños hubieran ido a la escuela, a la universidad y,
amparados por una profesión, hubieran llegado a ser
http://paisportatil.com/
Página2
País Portátil ~ 2012, febrero 05 ~ Miguel Ángel Campos «Los niños borrados»
emblema del bien y de una Venezuela hacendosa, herencia de
la responsabilidad en un tiempo de drama social.
Pero fueron pasto de la incuria, del desconcierto en
medio del prevenido desdén; pronto la pobreza los deprime y
se exponen a la miseria. Deben ganarse la vida como
jornaleros, obreros de lo que caiga, cinco más en una prole ya
numerosa. El prodigio pronto se desvanece y el país muestra
su nula capacidad de asombro.
Durante años desaparecen de la crónica periodística, para
los medios ya no son noticia, sólo miembros más de una
familia pobre y sin distinción. Pero ellos seguían estando allí,
creciendo en años y uniformados por la indolencia de los
olvidadizos, sin plan para el futuro ni para el orden del día,
debían sucumbir a la fatalidad del desempleo y las carencias.
Sin orientación y librados a la indiferencia, los cinco son
unos encandilados en medio de la dura calle. Los días del
conjunto gracioso, arrancador de miradas tiernas entre
viejecitas y señoras de recao de olla, de la pandillita llena de
gracia y mohines (aunque parece que siempre tuvieron un
aspecto doliente), habían quedado atrás.
Hasta hace 24 años, cuando vuelven a ser noticia, las
páginas de los periódicos acogen nuevamente el espectáculo,
esta vez de sangre y tragedia. Uno de ellos, Fernando Ramón,
queda tendido, despedazado por un disparo de escopeta, en
una empresa de Ciudad Ojeda: en un cambio de guardia a su
hermano se le escapa un disparo.
Sobrevivían como guachimanes nocturnos en alguna
contratista de la Costa Oriental, lugar de donde son y vive su
familia hasta el día de hoy.
La escueta nota de la noticia de estos días habla de este
otro accidente donde muere Juan José. Una caída, al parecer
en el lugar de trabajo en el ya conocido oficio de vigilantes, le
produjo una hemorragia intracraneal cuyas consecuencias no
pudieron ser contenidas por los médicos que lo operaron en
un segundo momento, y tras permanecer dos días en el
Hospital de Ciudad Ojeda.
Rindió su vida de origen prodigioso a los 47 años, el otro
lo había hecho a los 23, cortísima expectativa al parecer para
los que en este país vienen al mundo hermanados, que mima a
su muchedumbre y se vanagloria de que esta vive hasta más
allá de los setenta y cinco años, uno de los indicadores de
http://paisportatil.com/
Página3
País Portátil ~ 2012, febrero 05 ~ Miguel Ángel Campos «Los niños borrados»
País Portátil ~ 2012, febrero 05 ~ Miguel Ángel Campos «Los niños borrados»
desarrollo humano, según la fórmula de certificación de
bienestar del PNUD.
[email protected]
Miguel Ángel
Campos nació en
Motatán, Venezuela, en 1955. Egresado en
Sociología y profesor de la Universidad del
Zulia, es ensayista. Ha publicado: La fe de
los traidores (2010, segunda edición),
Incredulidad (2009), Desagravio del mal
(2005), La ciudad velada (2001), Andrés
Mariño Palacio y el grupo Contrapunto
(1994), Las novedades del petróleo (1994), La imaginación
atrofiada (1992), Tonos (1987). Premio Bienal de Literatura
Mariano Picón Salas (1994), y Premio Fundarte de Ensayo
Literario (1994).
Página4
En País Portátil:
• Carta sin enmienda
http://paisportatil.com/2012/01/22/carta-sinenmienda/
• Halagar a los taciturnos
• Nosotros
• Venezuela necesita un exorcismo cultural
• Noticias de lo desconocido
• Biografía temporal
• Ideas y figuraciones desde el solaz
• La patria de los pragmáticos
http://paisportatil.com/