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SALUD Y SISTEMAS DE INFORMACION
Dr. Edgar Estrada Serrato
Ortopedista Traumatólogo
Medicina Biológica
La visión de la enfermedad que hemos aprendido en nuestra escuela de medicina nos orienta a
entenderla como el resultado de una pérdida del equilibrio ocasionada por la acción de agentes
externos (bacterias, virus, hongos), o internos, alteraciones metabólicas o genéticas. Vemos los
síntomas causados por estos agentes generalmente de manera aisladas. Aprendemos a reconocer
la enfermedad como una suma de síntomas y de órganos que deben ser tratados.
La educación médica de pregrado impartida por médicos especialistas en su mayoría, nos orienta
también a que terminado nuestro entrenamiento básico, busquemos la manera de especializarnos
o sub-especializarnos en el manejo de algunas patologías, perdiendo de esta manera la visión
integradora de nuestros pacientes. Parodiando, podemos afirmar que es más fácil mantener una
puerta o una fachada que mantener un edificio. Además “es mucho más fácil si mantenemos la
puerta cerrada y solo atendemos la fachada externa.
Nuestra relación diaria con la vida, es decir con el medio ambiente, con el ecosistema que nos
rodea, nos lleva a que de manera permanente estemos realizando intercambio energético.
Somos un fluir instantáneo de energía e información, expresadas como energía metabólica,
mental y espiritual, que se imbrican entre sí simultánea e ubicuitariamente.
Por lo tanto limitarnos a tratar un síntoma, o un órgano, hace que perdamos la visión integral de
ese ser humano que vive, sueña, ama y sufre en ese instante por la pérdida de su equilibrio
dinámico y biológico, que se le manifiesta como síntoma y enfermedad.
Considero que podríamos expresar esta relación paciente, ecosistema, salud, enfermedad, en
términos de las leyes de la termodinámica, entendiendo que “somos un sistema
termodinámicamente abierto y organizacional cerrado”
De manera continua estamos perdiendo, e intercambiando, calor, agua, electrólitos, por
intermedio de la piel, la respiración, el sudor; también lo hacemos por vía digestiva y vía urinaria
con la deposición y la orina. Por estas vías igualmente perdemos proteínas, carbohidratos, lípidos y
eliminamos toxinas. No podemos dejar de lado las pérdidas que se llevan a cabo por los conflictos
internos y externos, que vivimos minuto a minuto a través de las emociones y el pensamiento.
Vivimos en un sistema energético y de pensamiento que es dinámico y requiere de un sistema
organizado de información y producción continua de energía metabólica, generada por la célula.
Esta energía es el resultado de la sumatoria de la acción ejercida por cada uno de las organelas
que la componen.
“Estructuralmente las diferentes células del organismo cumplen un patrón de ordenamiento
organizacional en red no lineal, con complejidad de información de menor a mayor o viceversa”, lo
cual hace que ese soporte energético estructural funcione como una sola unidad dinámica y
armónica que se está produciendo y copiando a sí misma de manera continua. En cada célula del
cuerpo está implícitamente la información de forma y estructura que globalmente lo constituye.
“Todos los sistemas vivos son redes de componentes más pequeños, es decir somos una
estructura multinivel de sistemas vivos organizados que anidan en el interior de otros, es decir
redes dentro de redes”
La estructura del organismo está sostenida por un súper sistema constituido por la sumatoria de
las redes vibrantes de fibras de colágeno, proteoglicanos, aminoglicanos, en conexión directa
entre si, ofreciéndole una estructura de soporte, célula a célula y una vía de intercomunicación
inmediata de adhesión o rechazo mediante las moléculas de adherencia intercelular. Esta red
permite realizar una información integral y dinámica con el segundo sistema, el sistema de la
matriz viviente, conocida tradicionalmente como el tejido conjuntivo, la cual está
compartimentalizada, pero en conexión directa continua con sus diferentes espacios extracelular,
intracelular, e intranuclear. Creándose entonces una red de autocontrol permanente, con
información no lineal, es decir que la información no va en un solo sentido. Un tercer sistema, el
agua que compone al organismo y ocupa hasta un 70% de su peso, la convierte en una vía que
facilita la transmisión de la información y generación de memoria.
Esta estrecha relación, matriz viviente, red de colágeno, agua, permiten una interconexión con el
medioambiente que nos rodea, en donde la totalidad de nuestro cuerpo actúa como una antena
receptora y emisora de información.
Se permite de esta manera un súper sistema básico integracional, que a su vez permite una
libertad controlada de creación continua en red de información.
Se complementa entonces un súper sistema adaptativo, que es multidireccional y en red con las
otras vías de retroalimentación estudiadas en profundidad por la medicina clásica. El cuarto
sistema, el sistema inmunológico. El quinto sistema, la red del sistema endocrino. Ambas
intercomunicadas y emisoras de mensajeros a través de la vía de comunicación de la red vascular
venosa, arterial y linfática. Una sexta red, la red neural que se autorregula a través del sistema
nervioso simpático, parasimpático y de su propia red bioquímica de neurotransmisores.
Todo este conjunto de sistemas perdería su accionar, si no dependieran de la memoria genética y
la energía suministrada por un séptimo sistema, el súper sistema del pensamiento, que permite un
control mental activo, dinámico, integracional, a través de las múltiples interconexiones
bioeléctricas del cerebro, que llevan a la construcción de la razón, el sentimiento y el
pensamiento.
Este supersistema interconectado y actuando en unísono permite una regulación de la acción y
cualquier alteración a cualquier nivel generará como resultado un síntoma, entendido como
enfermedad. Cualquier alteración por mínima que esta sea y que supere la capacidad de
corrección y autorregulación, en uno o varios niveles de la red, llevará a desorden en el producto
final, indispensable para que se continúe el proceso generacional metabólico siguiente.
Ocasionándose de esta manera alteraciones bioquímicas, fisiológicas, o estructurales que nos
dirigirán inevitablemente a la enfermedad y si no controlamos rápidamente ese imbalance
dinámico, llevará inexorablemente a activar la apoptosis celular, o fatalmente a la necrosis
celular, al daño del órgano, al acúmulo de toxinas, a la enfermedad crónica y finalmente a la
muerte del individuo.
La dinámica de este proceso en red requiere de energía de origen externo, que puede ser
suministrada por la ingesta de los diferentes productos en la alimentación, o como producto
metabólico generado por los diferentes procesos fisiológicos y bioquímicos del organismo, o por
los cambios inducidos por el influjo de una onda de luz, como el de la energía radiante del sol, o
por el suministro de un medicamento, o por un estímulo energéticamente armonizado, como la
caricia de la madre al niño, o el abrazo amoroso que se brinda entre personas.
Podríamos afirmar entonces que la integración de estos procesos metabólicos, energéticos y
mentales probablemente no tendría valor sin la incomprendida energía de la vida.
El universo biológico, viviente se comunica en las cuatro dimensiones, tiempo, espacio, energía,
que llevan información y ordenamiento.
Se produce entonces una dinámica de intercambio energético y de información continuo, que le
permiten al organismo relacionarse de manera permanente con energías externas, las cuales
producirán una influencia o positiva o negativa sobre el resultado final de la salud de cada ser
viviente.
La enfermedad presenta una tendencia caótica a desorden en red y requiere para su curación de
imágenes energéticas organizadas que funcionen como plantillas informadoras sobre las cuales se
permita un reordenamiento de la red de energía interna del organismo.
Recordemos algunos principios de la física que nos muestran las propiedades de la naturaleza
ondulatoria de la luz, como interferencia, difracción y el efecto fotoeléctrico, los cuales nos
permiten entender la naturaleza dual que tiene la luz.
Cada átomo, cada molécula, tiene su propia frecuencia de oscilación de protones y neutrones, lo
cual permite identificarlo y darle unos caracteres únicos. Es el espectro de emisión que ellos
producen el que nos permite identificar las diferentes moléculas y establecer la estructura
molecular de los diferentes compuestos.
La diferencia que se produce entre el elemento que emite y el elemento que absorbe, produce un
movimiento vibrante, que será benéfico o lesivo para el órgano que es afectado. “Es este principio
de resonancia y la diferencia entre emisión absorción el que nos orienta a pensar que las
moléculas no tiene necesariamente que tocarse para reaccionar y producir un efecto final”.
Max Planck enunció “La materia está conformada por partículas que oscilan, emitiendo energía en
forma de radiación electromagnética”.
Los trabajos de Maxwell mostraron que “La emisión de electrones depende de la frecuencia de la
luz utilizada y no depende de su intensidad”.
Por otra parte Einstein partió del supuesto “La luz en ocasiones no se comporta como una onda,
sino como un flujo de partículas o corpúsculos, los fotones”. Afirmó también “Los átomos emiten
luz al ser excitados es decir cuando los electrones son ascendidos a órbitas superiores, al cabo de
un tiempo, los electrones descienden espontáneamente a órbitas inferiores y en el proceso
emiten energía en forma de ondas lumínicas”.
Herman Haken en Alemania en los años setenta descubrió que “la emisión coordinada de luz que
origina la aparición espontánea de coherencia u orden, es un proceso de la autoorganización de
los sistemas”.
Postulando que “la transición de luz normal a luz láser podía ser un ejemplo de autoorganización
típicos de los sistemas lejos del equilibrio”.
Por lo tanto si nos exponemos al influjo de un estímulo energético altamente organizado, como el
generado por una luz de longitud de onda LÁSER, (Light Amplificatión trought Stimulated Emisión
of Radiation) o la longitud de onda de un sonido organizado como el producido por un diapasón, o
la información de un arquetipo de medicamento de la homotoxicología, o la onda de luz de los
diferentes colores, o la información del ordenamiento de la naturaleza dado por uno o un
conjunto de oligoelementos, o la información de una esencia floral, o una sustancia en dilución
homeopática, o el estímulo movilizador de energía dado por una aguja de acupuntura, o por la
procaína en la terapia neural, o por el influjo del abrazo amoroso, o la presencia y la palabra cálida
y respetuosa del terapeuta, lograríamos influir como plantilla organizadora sobre los diferentes
circuitos energéticos del organismo.
Esta información en red vista como imagen de plantilla en el agua, explicaría la diversidad de
figuras conseguidas por Masaru Emoto, al someter el agua a diferentes estímulos vibracionales
musicales o de voz, o a la energía sutil de mensajes y órdenes escritas en contacto con el
recipiente que las contiene.
Hemos venido afirmando que nuestro organismo es un sistema termodinámicamente abierto y
organizacionalmente cerrado, sin embargo su interrelación con un ecosistema cambiante y
alterado con tendencia al caos, llevará tarde o temprano, al organismo al desorden.
La célula viva mantiene y lleva una información genética que le permite así misma nuevamente
autocopiarse, auto organizarse y moldearse a los cambios ambientales a los que es sometida.
Permitiéndole a su vez la expresión o supresión de algunos de sus genes, como mecanismo de
defensa y acción ante las agresiones internas o externas del ambiente.
En el proceso caótico de la enfermedad aguda o crónica, se pierde parte de ese autocontrol
interno, necesitándose entonces plantillas externas organizadas de energía e información que
induzcan la memoria celular y permitan recuperar el equilibrio energético y funcional perdido.
El campo energético de nuestro cuerpo tendrá esa reacción en red simétrica de informática ante
cualquier estímulo organizado y equilibrado que le suministremos sobre sus diferentes centros de
energía.
Tienen validez en ese orden de ideas la terapia floral, o, la aromaterapia que nos suministra el
ordenamiento en red simétrica de los vegetales y en general de la naturaleza. En la terapia floral
es la simetría de los pétalos de las flores, la armonía de sus colores y la dilución de sus
componentes químicos, los que llevan la información. En la aromaterapia son los olores de los
aceites florales o vegetales que al entrar en contacto con el organismo, le suministran el
ordenamiento perdido.
La cromoterapia con sus filtros de colores, los cuales son ondas de luz blanca descompuesta en
gamas armónicas de los colores primarios rojo, verde y azul y los demás colores secundarios de
luz, los que causan su influjo sobre el medio acuático del organismo.
El componente acuoso del organismo de aproximadamente del 60 al 70% del peso corporal total,
actuaría como prisma óptico, produciendo dispersión de la luz, dado que la frecuencia del color
no cambia al cambiar el medio de dispersión. De esta manera probablemente la plantilla de luz
energética causaría su efecto sanador.
Todos los esfuerzos que realicemos para visualizar a nuestros pacientes de una manera integral,
haciendo parte de un ecosistema dinámico y caótico, nos permitirán reconocer la enfermedad
como una alteración de la red de energía e informacional del organismo a uno o varios niveles.
Podremos entonces tratar a nuestros pacientes con una o varias de las diferentes plantillas
organizadas que previamente hemos mencionado. Cual de ellas es la mejor, creo que la respuesta
es sencilla pero obvia, la que al terapeuta y al paciente, le permitan sentirse mejor. Todos serán
esfuerzos y herramientas válidas que permitirán el reorganizamiento de las múltiples redes de
información del organismo mejorando nuestra práctica médica diaria, al lograr modular la
expresión caótica de la enfermedad.
Dr. Edgar Estrada Serrato
Medico Ortopedista Traumatólogo
Medicina Biológica
www.doctoredgarestrada.com
Diciembre, 2012
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Bibliografía,
Bautista, Ballén y col. Física II Editorial Santillana. 2005
Emoto Masaru. Los Mensajes Ocultos del Agua. Editorial alamah Autoayuda. Primera edición Mayo
2006
Fritjof, Capra. La trama de la vida, Editorial Anagrama 1998
Fritjof Capra. El tao de la física. Editorial Sirio. Marzo 2005
Gerber, Richard. La curación vibracional. Ediciones Robinbook 2001
Heine Hartmut. Homotoxicología. Editorial Aurelia-Verlag Baden-Baden 1998
Notas de Auriculoterapia. Curso 1986
Sesha. El libro del Resonador Sátvico. Editorial Gaia 2006
Voigt, Anna. El manual de los chakras, Editorial Panamericana 2006