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DIARIO DE BURGOS_ DIGITAL TOMÁS ALONSO
F. TRESPADERNE / BURGOS
VIVIR. 07/11/2010
Salud / Atención sociosanitaria
La URTA recibe cada año cien nuevos casos por trastornos alimentarios
Cada vez acuden más varones y más jóvenes a la Unidad de Referencia de Trastornos de la Conducta Alimentaria de Castilla y León, aunque la
mayoría siguen siendo mujeres
De izquierda a derecha, Erika García, Carmen Juarros y Nuria Español, en una de las consultas de la URTA, en el Hospital Divino Valles.
Cien pacientes nuevos al año llegan a la consulta de la Unidad de Referencia de Trastornos de la Conducta Alimentaria de Castilla
y León (URTA) a los que se suman aproximadamente otros doscientos casos abiertos que acuden a revisión, porque estos
trastornos «requieren de un tratamiento largo y mucho seguimiento», afirma Nuria Español, doctora especialista en Psiquiatra y
coordinadora de este servicio que se puso en marcha en 2006 y que es centro de referencia para toda la Comunidad.
Por lo que respecta a las patologías, indica la doctora Español, «la evolución es hacia trastornos de la conducta alimentaria no
especificados», aunque ahora los problemas «se identifican antes, gracias a los médicos de atención primaria y a las familias, y no
llegamos a ver esos casos de anexión nerviosa tan patológicos. Las familias están más conciencias»
De los cien nuevos casos que llegan a las consultas externas de la URTA, la mayor parte de ellos corresponden a anorexias,
bulimias y a lo que denominan trastorno de la conducta alimentaria no identificado, «que muchas veces lleva a otras patologías,
como por ejemplo los trastornos por atracón o aquellos que no cumplen todos los criterios para encuadrarlos en las dos primeras
categorías. Cada vez es más mayoritario este grupo», declara la doctora Español, quien recuerda que a la URTA llegan los
pacientes tras pasar varios filtros por lo que llegan casos «más evolucionados, que son patología mental en cuanto a un trastorno
alimentario de verdad, no solo una pequeña alteración o síntoma».
A lo largo de estos cuatro años de funcionamiento de la URTA, los profesionales que trabajan en ella, además de la doctora
Español, lo hacen la psicóloga Erika García y la enfermera Carmen Juarros, así como los especialistas en nutrición Alberto Miján y
Elvira Martín, y la trabajadora social Laura Rodríguez, ha detectado que cada vez se diagnostica más precozmente, «lo que hace
que en consulta no veamos casos tan evolucionados como hace unos años, aunque a hospitalización siguen llegando casos muy
graves, en cuanto a síntomas físicos, porque han fracasado previamente los tratamientos», apuntan Español y García.
En relación a las personas que llegan a las consultas externas, las profesionales de la URTA, indican que cada vez son pacientes
más jóvenes, «la atención comienza antes y la evolución es menos graves, y el pronóstico mejor». Mayoritariamente se trata de
mujeres, «aunque cada vez hay más varones, el porcentaje ronda el setenta-treinta por ciento, cuando hace unos años era del
noventa-diez», señala la psicóloga García. Por lo que respecta a las edades, dependiendo de la patología, los más jóvenes suelen
ser varones y en trastornos por atracón suelen ser edades más maduras. En cuanto a las mujeres, hasta las consultas externas de
la URTA llegan las que se pueden encuadrar en dos grupos, unos entre los 13 y los 18 años y de los 35 a los 45 años. «Son las
dos etapas vitales, la juventud y cuando ya han sido madres», indican Español y Gracia, a la vez que apuntan que en el primero
de los grupos, el de los más jóvenes, la mayor parte de los cuadros clínicos corresponden a pacientes con trastorno de anorexia y
en el segundo con los ‘no especificados’.
A pesar de las campañas informativas y de concienciación ante este tipo de trastornos, el número de pacientes no desciende, pero
como señalan las profesionales de la URTA esas campañas son positivas por cuanto «nos permite identificar y detectar el
problema antes, y la intervención será mucho más eficaz. Las campañas sirven para que los enfermos o familias consulten antes y
que los servicios de atención primaria tenga más conocimiento y deriven antes a los pacientes a las consultas de psiquiatría y de
la URTA», señalan.
Aunque este tipo de trastornos de la alimentación, en muchos casos, suelen estar relacionados con los estados de ánimo, la
situación económica por la que está atravesando el país desde hace tres años no ha generado un mayor número de casos graves,
«se han podido incrementar los trastorno de alimentación secundarios como consecuencia de trastornos adaptativos, pero como
puede haber en momentos de crisis un aumento de los trastornos por uso de sustancias o de alcohol como situación un poquito
reactiva al momento social que se está viviendo», indica García, quien reconoce que es cierto que «la gente utiliza mucho la
alimentación como solucionador para las ansiedades. La crisis puede tener un cierto efecto secundario y aumentar la población de
riesgo, pero no de causa-efecto».
Por lo que respecta la duración media de los tratamientos para resolver los problemas de un trastorno alimentario, dependiendo de
la ‘conciencia de enfermedad’ del paciente y del grado de motivación, suele ser de dos años, «aunque luego realizamos distintas
etapas de seguimiento aunque el paciente ya esté asintomático». Para equipo de la URTA, lo importante para el tratamiento de
este tipo de trastornos es que el abordaje de los casos sea «multidisciplinar», tal y como se está haciendo en estos momentos
desde este servicio, y el papel de la familia del enfermo, «que ahora está mucho más informada que hace unos años, más
concienciada de que es una patología mental y que requiere un tratamiento. Es muy importante la alianza con la familia de cara al
tratamiento», afirma la doctora Español.
Además de las consultas externas, de este servicio depende el programa de Hospital de Día y de hospitalización en el Divino
Valles. En el Hospital de Día se lleva a cabo un programa específico para trastorno alimentarios «en el que los pacientes vienen
por las mañanas, de 9 a 15 horas, y se hace abordaje grupal de los pacientes, como en el centro para afrontar la comida y se
trabaja también la imagen corporal, es decir se hace un tratamiento intensivo de lunes a viernes», manifiesta García, quien apunta
que este servicio se ofrece un tratamiento intermedio entre las consultas externas y la hospitalización.
Es en hospitalización, servicio al que acuden pacientes de otras provincias de Castilla y León que no han respondido a los
tratamientos previos, donde se ven los «casos más graves o extremos, todos ellos muy evolucionados porque han quemado
distintos recursos que han ido mal y llegan aquí como recurso más especializado», indica Español, quien recuerda que en el
servicio de hospitalización «hay mucha intervención de los médicos de nutrición».
«Siendo unidad regional sería interesante tener más recursos, humanos y materiales, de cara a dar una mejor atención», indica.