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Nariz, centro facial
A lo largo de los años el ser humano ha tratado de lograr la
perfección física. ¿Cuántos hemos escuchado la frase “quiero
mi nariz con perfil griego”?. Estoy seguro que muchas, y es
que tener una nariz perfecta parece una moda, por eso, hoy
hablaré de la rinoplastia o cirugía de nariz.
Y es que la nariz es el centro de la cara y hace eco en todo
nuestro rostro. Una nariz armónica hace mucho más estilizado
nuestro aspecto, más suaves nuestros rasgos y más confiable
nuestra mirada.
Pero, ¿qué hace un cirujano plástico certificado para
determinar cómo debe ser la nariz de cada paciente?
Cuando hacemos un estudio del rostro, lo iniciamos marcando
los quintos y tercios de la cara. En el caso de los quintos, se
trazan unas líneas verticales perfectamente perpendiculares
al eje horizontal que pasan por los extremos externo e interno
del ojo y del pabellón auricular, de tal forma que el rostro
queda dividido en cinco porciones. En el caso de los tercios,
estos trazos se marcan en la línea de implantación del pelo,
a nivel de la cabeza de las cejas, en el borde inferior de la
nariz y del mentón.
¿Qué es lo que nos interesa al marcar estas líneas?, que la
distancia entre cada una de ellas sea igual, ya que un rostro
con estas características es armónico. Aunque esto no
significa belleza -dado que el concepto de belleza es muy
subjetivo y ambiguo-, sí hace más fácil la valoración del rostro
y nos permite como cirujanos plásticos tener una idea más
amplia de las necesidades del paciente. Cuando alguien no
está conforme con su nariz acude con el cirujano y lo primero
que nos dice es “quiero una nariz respingada como la modelo
que está en esta revista o como las estrellas de cine”, otros
piden una nariz “delgada y larga”. Creo que de alguna forma
este tipo de nariz es la que más nos han “vendido”, por lo que
creemos que nos hará ver mejor; sin embargo, nunca
tomamos en cuenta que nuestra cara nos pide una forma ya
determinada de nariz.
Si nos ponemos a observar a las personas nos podemos dar
cuenta que hay muchos tipos diferentes de nariz. Una de ellas
y que se ha convertido en prototipo es la caucásica, la cual es
delgada, larga, respingada, de piel delgada con ángulos en
la punta muy marcados, cartílagos muy fuertes que se
evidencian con dos prominencias en la punta de la nariz y un
surco exactamente en la línea media perfectamente palpable,
delgada del dorso. Las fosas nasales son grandes, angostas y
alargadas paralelas al septum nasal.
Para su tratamiento requiere de una rinoplastia clásica que
implica pequeños refinamientos, en ocasiones trabajo del
dorso nasal para modelar la giba que a veces presenta. El
procedimiento es mucho más sencillo y corto. En cuanto a sus
cuidados son menos complicados.
La nariz más común de nuestro medio es la mestiza, la cual es
ancha, chata, con punta poco definida, de piel gruesa,
cartílagos muy débiles lo que hace a la punta muy suave, el
dorso ancho y aplanado.
Su tratamiento por lo regular requiere de adelgazamiento del
dorso, refinamiento de la punta, pero lo más complicado es
que esta nariz ofrece alargarla, lo que implica poner un
sostén en la nariz llamado injerto en raqueta, el cual es un
injerto de cartílago del septum del propio paciente, que va
desde el septum cartilaginoso hasta la punta, perfectamente
fijo, para evitar el desplazamiento o desviaciones de la nariz,
lo cual es una verdadera desgracia. El resultado es
estupendo ya que un rostro con la nariz larga y proyectada,
acentúa los rasgos y los hace mucho más refinados. En el caso
de los caballeros, este procedimiento debe cuidarse de no
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hacerse muy respingado ya que puede feminizar
innecesariamente el rostro.
El tema de las narina anchas es muy controvertido ya que si
se realiza en forma inadecuada podemos hacer en extremo
evidente la cirugía nasal y por lo tanto se vería muy artificial.
Por lo regular, cuando se trata de una nariz que requiere ser
alargada, al colocar un injerto en raqueta (antes
mencionado), las narinas por si solas se alargan y dan un
aspecto mucho más agradable.
Y es que un cambio no se hace sólo porque sí. Hay muchas
cuestiones que se tienen que considerar. Entre éstas, tenemos
que tomar en cuenta la raza y forma del rostro, ya que éste
debe ser claramente armónico con la posición y tamaño de
la nariz.
Además, cuando se ha tomado la decisión de realizar una
rinoplastia, se debe de hacer una valoración exhaustiva del
paciente para estar seguros de no tener contraindicaciones
de procedimiento. También se debe de tomar en cuenta el
sexo del candidato y sus aspiraciones estéticas. En el caso de
las mujeres, podemos ser más refinados y estilizar mucho más
la nariz, ya que por lo general, el rostro femenino es más
delgado y fino. En el caso del varón, los rasgos regularmente
son más angulados y toscos, por lo que hacer una nariz
“finita” en un rostro así, puede provocar grandes conflictos en
el paciente.
Aunque la rinoplastia es muy común hoy en día, quiero
comentarles que es uno de los procedimientos más
complicados de la cirugía plástica ya que “sólo tenemos una
oportunidad”. ¿A qué me refiero con esto?, cuando un
paciente es operado y no está satisfecho con los resultados,
generalmente acude con otro médico y es ahí cuando vienen
los problemas porque al hacer procedimientos de segunda
vez o manejamos pacientes multioperados, la cirugía es
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mucho más complicada y los resultados -la mayor parte de las
veces-, resultan muy pobres, dado que, de ser un
procedimiento puramente estético, se convierte en un
procedimiento reconstructivo. De ahí que siempre les señalo a
mis pacientes
que debemos
ser atendidos por un
especialista que llene nuestras expectativas y de preferencia
que conozcamos su trabajo.
Cabe señalar que lamentablemente va en aumento el
número de pacientes que solicitan mis servicios en nariz,
tienen antecedentes de toxicomanías, en especial en el uso
de cocaína y solventes. En estos casos, la cirugía se hace
altamente riesgosa no sólo desde el punto de vista
anestésico, sino que la estructura nasal en estos pacientes
está gravemente dañada y no podemos brindar un resultado
estético. Es muy importante no ocultar estos antecedentes al
cirujano plástico ya que de esto depende el pronóstico. De
todos modos los cambios anatómicos son muy conocidos por
el especialista.
¿Y cuántos de los que ahora están leyendo este artículo
quisieran cambiar su nariz pero no lo hacen por miedo al
dolor? Pues déjenme decirles que afortunadamente los
tiempos han cambiado y ya no existen esas tormentosas
cirugías donde el paciente salía con la cara morada, los ojos
hinchados (como si fueran Linda Blair en “El Exorcista”) y
gruesos tapones en la nariz que incluso, eran retirados
después de una semana, lo que provocaba intensos dolores a
los pacientes.
Para fortuna de muchos, las técnicas de rinoplastia son menos
agresivas, implican menor riesgo y sangrados mínimos. De
hecho, en mi caso, no uso tapones nasales, lo que hace
mucho más llevadera la recuperación del paciente. Este
procedimiento lo realizo con anestesia local y una leve
sedación al paciente, siempre monitorizado y bajo la
supervisión de un anestesiólogo, lo que hace la intervención
mucho más segura y menos molesta.
Dentro de estas técnicas hay algunas que refieren realizar
cortes en la piel nasal. En mi caso no me gustan los resultados
de estos procedimientos ya que en algunos pacientes, estos
cortes se transforman en cicatrices evidentes y pueden hacer
muy obvio el procedimiento, por lo que nunca realizo
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incisiones externas en la nariz.
Regularmente la cirugía tiene una duración de una hora máximo dos - y es un procedimiento ambulatorio, por lo que el
paciente puede irse a su casa el mismo día de la operación.
No es un procedimiento incapacitante por lo que el paciente
puede integrarse a su vida familiar prácticamente de
inmediato, aunque claro, evitando realizar actividades que le
demanden esfuerzos. Al salir del hospital el paciente lleva un
parche de “micropore” color carne y una férula del mismo
tono en el dorso, que da la forma a la nariz, así como una
gasa que evita el escurrimiento nasal.
Como anteriormente había comentado, nunca introduzco
tampones en las narinas ni otros cuerpos extraños, por lo cual
el paciente puede respirar por la nariz prácticamente de
inmediato. El proceso inflamatorio es mínimo gracias a la
preparación que se da al paciente y prácticamente no
resultan amoratamientos en la zona intervenida.
Cada semana, exclusivamente, el cirujano plástico cambia el
parche nasal, ya que de la forma que éste sea colocado
depende el resultado estético de la nariz. En mi caso prefiero
que el paciente lo conserve por tres semanas y
posteriormente se lo retiro, recomendándole “ejercicios” en
la nariz para optimizar el resultado. Al final del tratamiento, el
paciente lleva un solo punto de sutura perfectamente
escondido dentro de la nariz, mismo que puede ser removido
al mes de haberse realizado la operación, mediante un
procedimiento muy sencillo y poco molesto.
Una buena rinoplastia es aquel procedimiento que no se nota,
pero que estiliza el rostro, que lo hace más armónico y por lo
tanto nos brinda belleza. La cirugía nasal es una práctica que
en manos de un cirujano plástico certificado, es segura y da
muy buenos resultados.
Así que no tenga miedo de lucir una bella nariz que armonice
su rostro y resalte aún más su belleza, claro, tenga siempre
presente que los buenos resultados sólo los obtendrá si se
pone en manos de cirujanos plásticos certificados.
Fernando Bretón Mora
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