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La fundación OMIE1 y la formación en
psicoterapia grupal
OMIE1 Foundation and Group Psychotherapy
Training
JOSÉ GUIMÓN
RESUMEN: En este trabajo abordo un aspecto concomitante a la Historia de la
Psicoterapia de grupo en España y que es el de la formación, y en concreto
la desarrollada desde el País Vasco por la Fundación OMIE. Desde esta perspectiva abordo el desarrollo de programas de formación en psicoterapia en
general y en grupo en particular. Dentro de ese desarrollo aparecen las dos
modalidades formativas, la semanal y la de bloques. Posteriormente abordo
el desarrollo de las comunidades terapéuticas que son un exponente de la
propia historia de la psicoterapia grupal, para finalizar en los aspectos institucionales de la fundación.
SUMMARY: In this paper a concomitant aspect in the History of Group Psychotherapy in Spain is addressed, which is that of training, and specifically, the
training that the OMIE Foundation has carried out in the Basque Country.
From this perspective I address the implementation of training programs in
psychotherapy in general and more specifically, in group psychotherapy. In
this paper two training modalities are presented, the weekly one and the block
one. The next issues addressed are the development of therapeutic communities, which is an exponent of the history of group therapy, and finally, the institutional aspects of the foundation.
PALABRAS CLAVE: Grupos en bloques. Comunidades didácticas. Dinámica institucional.
KEY WORDS: Block groups. Educational communities. Institutional dynamics.
Me ha parecido de interés resumir el desarrollo de la Fundación OMIE
(Fundación Vasca para la Investigación en Salud Mental) durante los últimos 35 años, en particular en lo que se refiere a la formación de profesionales en terapias grupales. No he propuesto a otros compañeros que elaboremos
un texto común porque se hubiera prestado a una visión más uniforme, desprovista de las necesarias aristas que una reflexión de este tipo conlleva
Guimón, J. (2010). La fundación OMIE y la formación en Psicoterapia grupal. Teoría y práctica grupoanalítica 1(0):88-109.
1 Osasun Mentalaren Ikerketerako Ezarkundea, Fundación Vasca para la Investigación en Salud Mental.
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JOSÉ GUIMÓN
inevitablemente. Ello hace que este texto sea incompleto y seguramente sesgado, por lo que doy por bienvenidas las críticas de que sea objeto y estaré
encantado de discutirlas en público o en privado si se desea. En cualquier
caso, he procurado, siempre que me ha parecido posible, evitar citar a personas por su nombre, exceptuando a algunas que me parecen esenciales para
la comprensión de esta andadura. Me disculpo por omitir el nombre de otros
muchos que, sin duda, han jugado un papel destacado en este proceso, pero
cuya mención haría el texto más engorroso aún de lo que ya ha resultado, debido al deseo de dar detalles de nuestra pequeña historia que creo necesarios.
Voy a recorrer cinco aspectos que definen bastante el desarrollo de la
fundación y muchas de las consecuencias del mismo. Comenzaré por aspectos del desarrollo de la formación en psicoterapia en el País Vasco para
seguir con la propia formación grupal que fuimos capaces de alentar. Posteriormente me centraré en el de las “comunidades didácticas” que determinaron una manera de abordar la formación grupal novedosa por aquellos
momentos tanto en su diseño de formación secuencial como la de bloques,
así como la valoración de todo ello. A continuación me referiré al desarrollo de las comunidades terapéuticas uno de los más fieles exponentes del
desarrollo de la psicoterapia de grupo en España. Y finalmente me centraré
en los aspectos institucionales de la propia fundación OMIE.
1. Formación en psicoterapia de cara a la modificación de la asistencia en el País Vasco
El programa de formación en Psicoterapia de grupo de la Fundación
OMIE y la misma existencia de ésta fueron consecuencia del esfuerzo en
la gestación del Plan de Reforma psiquiátrica (Ajuriaguerra cols.,1983)
del País Vasco en el que participamos varios profesores del Departamento de Psicología y Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Bilbao, creada por aquel entonces2. En el contexto de esas
transformaciones asistenciales, en 1973 se inauguró el Servicio de Psiquiatría del Hospital Civil de Basurto y en él, en 1975, pusimos en marcha junto con el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Bilbao,
un programa que llamamos de “Psiquiatría de comunidad”, destinado a
los médicos generales, asistentes sociales, maestros y a todas aquellas personas que trabajaban en agencias comunitarias susceptibles de tratar con
personas con problemas psicológicos. Ese programa tuvo una audiencia y
2 En 1973 habíamos creado en el departamento de Psicología de Lejona una unidad de psicodiagnóstico
infantil que se dividió en 1975 y una parte se trasladó al Servicio de Psiquiatría del Hospital de Basurto
creado por aquel entonces.
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LA FUNDACIÓN OMIE Y LA FORMACIÓN EN PSICOTERAPIA GRUPAL
un éxito notables3. Se impartieron, además de un programa básico de psicoterapia, cursos de formación en psicoterapia breve analítica4, terapia familiar5 y relajación muscular autógena6,7. Con cursos de psicopatología y
tratamientos biológicos se completó una “Residencia en Salud Mental”
en el “Instituto de especialidades” del Hospital de Basurto, porque en
aquella época no existía todavía una formación nacional reglada para formar profesionales de la Salud Mental.
Como inicialmente en Basurto no se practicaba psicoterapia, desde 1976
de las actividades clínicas del programa de formación, se realizaron en el
centro privado “Instituto de Psicoterapia se Bilbao”8 y las teóricas estuvieron a cargo de la Fundación OMIE9, creada informalmente en 1980. La ministra de Cultura española, Soledad Becerril, en 1982, dio permiso a la
fundación para actuar hasta su reconocimiento posterior por el incipiente
Gobierno vasco. A mi regreso de Nueva York en 197410, animado por la
constatación del auge de las técnicas grupales en los EE.UU., entré en contacto con Luis Yllá y Carlos González, psiquiatras terapeutas de grupo, residentes en Madrid, que colaboraron entusiásticamente en la organización
de un programa de psicoterapia de grupo en OMIE (González, 1978). Aunque se formaron ciertos subgrupos entre los analizados por ambos terapeutas, esto no causó ningún problema en la institución.
A finales de 1976 se iniciaron las actividades previas a la constitución
del Hospital de Día de Basurto, inaugurado al año siguiente bajo la coordinación de Miquel Sunyer y que adoptó una orientación psicodinámica11. La
formación en psicoterapia se trasladó entonces a Basurto y a partir de 1978
3
El Instituto de Psicoterapia de Bilbao, fue fundado en la calle Manuel Allende, en abril de 1977 por
José Guimón, Luis Yllá, Isidoro Delclaux y Miguel Gutiérrez, que previamente habían iniciado sus actividades en la Clínica Guimón.
4
Impartidos por Manuel Trujillo, aunque no las incorporamos de forma sistemática a nuestro quehacer
clínico.
5
Dirigidas por profesionales del Instituto Ackerman de Nueya York con orientación mixta dinámica- sistémica.
6
Impartidas por José Luis González de Rivera y que fueron incorporadas a su trabajo clínico, sobre todo
por Pilar Puertas e Isidoro Delclaux.
7
Realizamos también seminarios de la terapia de la conducta en el tratamiento de las fobias que dieron
origen a un Symposium sobre neurosis fóbica.
8
Que fue un esbozo del sistema asistencial privado AMSA, fundado años después por José Guimón, Norberto Mascaró, José Mariano Galletero e Iñaki Eguiluz, a quienes se unió posteriormente Iñaki Zabala.
9
OMIE fue creada por José Guimón, Ricardo Dávila y Agustín Ozámiz. Posteriormente los dos últimos
se dieron de baja de la Fundación porque había tomado una orientación netamente psicológica, dejando
a un lado la biológica y la sociológica que eran las especialidades de ellos.
10 Allí había participado en diversos seminarios intensivos sobre técnicas grupales (reuniones anuales de
la A. G. P. A., seminarios del Post-Graduate Center for Mental Health de Nueva York, etc.).
11 Fue el primero de este tipo en funcionar en España junto con el puesto en marcha por el Dr. Esteban
Acosta en la Cruz Roja de Madrid.
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JOSÉ GUIMÓN
se enriqueció con seminarios experienciales intensivos impartidos por diferentes psicoterapeutas internacionales12. Uno de estos excelentes terapeutas grupales lideró una serie de grupos psicodramáticos con una importante
carga emocional. Algunos profesionales siguieron durante dos años más la
experiencia de terapia de grupo con él, pero se originaron problemas, creándose subgrupos en el programa y produciendo enfrentamientos entre algunos de los líderes. El comité de formación de la fundación, decidió
prescindir de dicho terapeuta, aunque ello puso en una situación conflictiva
a los que se estaban formando con él.
El programa de formación en psicoterapia de grupo incluía formación
teórica y práctica durante un mínimo de tres años, aunque la mayoría de los
candidatos emplearon unos cinco o más. La ideología que flotaba en el ambiente era, básicamente, “psicodinámica”13,14.
Los organizadores del programa quedamos un tanto decepcionados por
la influencia relativamente pequeña que la experiencia había tenido sobre la
red asistencial pública de la zona. En efecto, muchos de los profesionales se
orientaron hacia la práctica psicoanalítica individual en el sector privado.
Otros continuaron trabajando en el sector público y pese a que algunos de
ellos llegaron a ocupar puestos de considerable responsabilidad, durante
aquellos años la práctica de la psicoterapia dinámica fue excepcional en los
centros públicos de nuestro país (Guimón, 1983,1986).
2. La formación en análisis grupal
Por otra parte, en 1979, Juan Campos, pionero del grupoanálisis en España, organizó en Castelldefels un primer seminario intensivo de Group
Analysis al que acudieron varios de los terapeutas de nuestro programa. Animados por los contactos que tuvimos por entonces en Londres y apoyados
entusiásticamente por Fernando Arroyabe (brillante grupoanalista colombiano, residente en Oxford) y Juan Campos, en 1982 organizamos un seminario en Cestona con el Instituto de Análisis de Grupo de Londres.
Acudieron 50 profesionales del País Vasco y, entre los conductores de los
12 Entre ellos Pacho O´Donnell de Buenos Aires, Walter Schindler de Londres y Olga Silverstein y Nina
Fieldsteel de Nueva York, etc.
13 Los autores que con sus obras influyeron más en los programas que impartimos fueron, en relación con
los pacientes graves entre otros, Bion, Searles, Menninger, Meltzer, y García Baradacco y Barenblit a
través de su contacto personal. Eran todos ellos psiquiatras clínicos que habían tratado a pacientes en
situación hospitalaria con métodos dinámicos aportando cada uno su especificidad.
14 Junto a otras instituciones españolas de formación en psicoterapia OMIE fue, por aquellos años, parte
muy activa en las comisiones europea y española para la creación de la FEAP, cuya rama española ha
tenido posteriormente un importante desarrollo. Como las Fundaciones no podían formar parte de la
FEAP (por sus Estatutos) fundamos una Asociación de exalumnos de nuestros programas, la ARPAG,
que sigue funcionando.
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LA FUNDACIÓN OMIE Y LA FORMACIÓN EN PSICOTERAPIA GRUPAL
grupos, se contó con la presencia del doctor Malcom Pines, por entonces
presidente del Institute of Group Analysis. El éxito obtenido nos animó a
organizar un programa con ese instituto en los años posteriores y se creó
una comisión para gestionarlo. Sin embargo, durante las siguientes reuniones, se observaron complicados conflictos de poder en el comité provisional encargado del futuro de la formación. No se podía llegar a un acuerdo
en cuanto al programa, concretamente en el reparto de poderes, de forma
que, después de varios meses, el London Institute of Group Analysis (IGA)
decidió delegarme la responsabilidad del curso15.
El curso se llevó a cabo según dos modalidades: una de ellas como Introducción al Trabajo Grupal, programado cada viernes por la tarde en dos
sesiones de 90 minutos durante 32 semanas y la otra, una serie de seminarios,
ofreciendo cada uno de ellos una experiencia de 18 horas, los tres últimos
días de la semana, cuatro veces al año. Desde entonces el curso se ha llevado
a cabo anualmente con el formato semanal en Bilbao. Cuando se iniciaron los
programas en Barcelona y Ginebra se eligió el formato en bloques.
El crecimiento de nuestros programas creaba escisiones en OMIE. Al
cabo de poco tiempo, un significativo miembro de nuestro comité, que había
asistido a la organización de nuestros cursos desde su inicio, fue nombrado
jefe de los servicios psiquiátricos del País Vasco y decidió poner en marcha,
en contra de la opinión de los demás, un programa paralelo con fondos del
Gobierno vasco. Para ello contactó con formadores ingleses del Instituto de
Group Analysis (IGA) que hablaban español. Como es natural, esto causó
un conflicto importante y serios desacuerdos entre los líderes. Sin embargo,
este experimento rival fue decayendo gradualmente hasta desaparecer dos
años después.
Por entonces, el representante del Institute of Group Analysis sugirió
que el programa estuviera bajo su responsabilidad directa por delegación
del comité de formación de los programas europeos que se había creado en
Londres. Este plan no fue bien recibido por algunos de los formadores locales, quienes presionaron al comité local para que no aceptara la iniciativa. En aquella ocasión recorrimos el mismo camino de “autonomía” que
otros centros de formación que fueron creados en Europa en las mismas circunstancias y juntos pasamos a formar parte de la European Group Analytic Training Institution Network (E.G.A.T.I.N.). A pesar de la gratitud de los
15 La decisión se tomó durante la reunión anual de la Sociedad de Group Analysis, en abril de 1982, y
tanto el Curso Introductorio al Trabajo Grupal como los seminarios secuenciales fueron inicialmente certificados conjuntamente por el Institute of Group Analysis de Londres y el Departamento de Psiquiatría
de la Facultad de Medicina de la Universidad del País Vasco.
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JOSÉ GUIMÓN
nuevos institutos de formación europeos hacia la organización de Londres,
entre todos nosotros prevalecía el deseo de independencia de una Gran Bretaña “colonialista”.
3. Comunidades didácticas
La aparición de las comunidades didácticas fue el natural resultado de la
experiencia formativa que tuvimos que desarrollar y que adquirió dos formatos fundamentales, los grupos secuenciales y la formación en bloques.
Cualesquiera de los dos formatos exigía del esfuerzo de todos los implicados
en la constitución de equipos de trabajo que pudiesen elaborar los diversos
fenómenos que se daban en estos dos formatos, y articular las diversas lecturas y su impacto en el desarrollo de los grupos de experiencia personal.
3.1. Los grupos secuenciales
A medida que se fue desarrollando en Europa la enseñanza del análisis
grupal, los centros de formación se dirigieron al Institute of Group Analysis de Londres para pedir conductores para esas experiencias que apoyaran
el trabajo de los antiguos alumnos del instituto que habían vuelto a sus países. Por supuesto, los conductores de Londres no podían desplazarse semanalmente por lo que hubo que considerar otros formatos; esto obligó a
efectuar cambios drásticos en las estructuras temporales del grupo.
Las sesiones semanales fueron sustituidas por sesiones “en bloques”, en
general con cuatro actividades al día, durante cuatro o cinco días, repetidas
con intervalos de unos meses. Después de más de diez años de experiencia,
la opinión compartida por los participantes en estos grupos es que este formato es muy eficaz. Las observaciones de los analistas de grupo fueron similares. La experiencia más sorprendente ha sido la facilidad con la cual
los grandes intervalos fueron tolerados por los miembros del grupo. La respuesta parece basarse en el hecho de que los miembros del grupo eran personas en formación y no enfermos.
Un gran número de experiencias en bloques fueron realizadas con la
ayuda, más o menos directa, del Institute of Group Analysis en Manchester,
Heidelberg, Zurich, Milan, Copenhagen, Bilbao, etc.16 Surgieron fuertes discusiones en el Institute of Group Analysis sobre las ventajas e inconvenien16 Varios trabajos versaron sobre las diferentes experiencias. H. Behr estudió los efectos de la modificación del encuadre; L. Hearst, la transferencia, la contratransferencia y las proyecciones; W. Knauss evaluó la formación en bloques en Heildelberg; M. Marrone habló de su experiencia en Milán; Reik ha
expuesto sus reflexiones sobre el Manchester Diploma Course y sus experiencias en el tratamiento de
pacientes en bloques.
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LA FUNDACIÓN OMIE Y LA FORMACIÓN EN PSICOTERAPIA GRUPAL
tes de esta modalidad formativa, que empujaron a Malcom Pines a dar el título «To block or not to block, that is the question» a una conferencia suya
en Wetzinkon.
3.2. Nuevos programas “en bloques” de la fundación OMIE
Unos años después de iniciar la experiencia en Bilbao pusimos en marcha una formación con el formato de bloques secuenciales en Barcelona
(Sunyer, 2004)17 y Ginebra (Fredenrich-Mühlebach, 2004)18,19.
Cuando el programa empezó en Barcelona, dos psicoanalistas bien formados de la Asociación Española de Psicoanálisis (miembros de la IPA)
fueron invitados a formar parte como docentes. La experiencia tuvo un gran
éxito pero, aunque las relaciones con los dos psicoanalistas de Barcelona
eran muy cercanas, al año siguiente uno de ellos inició un programa de formación similar al modelo de la OMIE en su clínica de psicoterapia privada.
Esto enfrió las relaciones con la fundación, aunque no se rompieron, y la iniciativa duró dos o tres años.
Surgió otro conflicto con dos analistas grupales de Barcelona que tenían
estrechas relaciones con el IGA en Londres y que trabajaron intensamente
en la formación inicial en Bilbao. Los problemas fueron de liderazgo y finalmente interrumpieron la relación con nosotros. La formación siguió posteriormente en Barcelona con cierto número de dificultades entre los líderes
y con algunos movimientos entre los organizadores locales para independizarse de nuestra fundación.
Cuando, en 1994, me nombraron catedrático de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de Ginebra organicé un programa de formación para los
profesionales de los servicios psiquiátricos del cantón que me correspondía
dirigir. En el primer seminario invité a participar como conductores a cierto
número de psicoanalistas de Ginebra que habían llevado a cabo una serie de
experiencias, a veces durante varios años, en instituciones psiquiátricas o en
sus propias consultas. No fue tarea fácil integrarlos con los tres terapeutas20
de la OMIE (Bilbao) que aun completando el grupo de profesores, estaban
algo desvalorizados por su origen extranjero y su formación más heterodoxa y menos específicamente psicoanalítica. Sin embargo, la generosidad
17 Bajo la dirección de Miquel Sunyer y el apoyo inestimable de los profesores Miguel Casas, primero y
Antonio Bulbena, después, que nos acogieron en sus servicios respectivos dándonos todo tipo de facilidades para el desarrollo de nuestras actividades.
18 Bajo la dirección de Annelise Fredenrich-Mühlebach.
19 Coordinada a partir de 1998 por José María Ayerra.
20 José Mª Ayerra, Elisabeth Basaguren y Miquel Sunyer.
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JOSÉ GUIMÓN
y la progresiva apertura de mentalidades disminuyeron la desconfianza y
crearon una excelente relación de trabajo. Esto confirió al programa de un
gran prestigio entre los profesionales del cantón y de toda Suiza. Más adelante, el personal de formación incluyó a cuatro terapeutas de grupo locales, a los tres consultores de la fundación OMIE y a un cierto número de
profesionales del Departamento de Psiquiatría.
Puesto que la formación de OMIE iba dirigida a todo tipo de terapeutas profesionales, incluso a aquellos que trabajando en hospitales públicos
carecían de calificaciones universitarias, un grupo local de terapeutas suizos creó la asociación ARPAG (Asociacion Romanda de Psicoterapia Analítica Grupal) dedicada a la formación grupal para estudiantes de medicina
o de psicología licenciados universitarios y con experiencia personal en psicoterapia analítica, con una orientación más psicoanalítica y orientada hacia
la práctica privada. Esta iniciativa no podía ser considerada como un subgrupo de nuestro programa, pero lo cierto es que alguno de nuestros formadores empezó a seguir la formación en la ARPAG o combinó ambos
programas. Esto hizo que se creara cierto grado de competición, ya que las
diferencias entre los dos programas fueron desapareciendo paulatinamente.
Cuando, tras residir en Suiza durante diez años decidí volver a España,
a la Universidad del País Vasco, pensé dejar la responsabilidad de la formación en manos de un comité de miembros “seniors”. Se realizaron tres sesiones con la totalidad de los formadores para encontrar a los mejores y a
los más motivados, pero surgieron dos o tres grupos con diferentes enfoques y diferentes ideas respecto a la estructura de poder. Decidí entonces
crear un comité y elegí como miembros a aquellos que consideré que serían
más capaces de liderar el experimento. Esto hizo que algunos líderes no
propuestos se acercaran más al programa de formación de ARPAG y que
otros dos crearan, al cabo de unos años, su propio programa de formación
que todavía hoy subsiste. Cuando volví a Bilbao en el año 2003, el comité
de dirección de OMIE, presidido por entonces por José María Ayerra, tenía
que tomar una decisión difícil: o bien retener los vínculos del programa de
Ginebra con OMIE o bien dejarlo como entidad independiente. Después de
algunas dolorosas discusiones se optó por la segunda posibilidad y el programa continúa funcionando allí muy exitosamente.
Por otra parte, José Mª Ayerra, fundador del Servicio de Uribe Costa y
entusiasta participante en nuestros programas formativos, contrató a Norberto Mascaró, trayéndole de Buenos Aires donde era director de la comunidad terapéutica del recientemente fallecido Jorge García Badaracco.
Norberto Mascaró introdujo aquí, en 1984, la terapia familiar en los trata96
LA FUNDACIÓN OMIE Y LA FORMACIÓN EN PSICOTERAPIA GRUPAL
mientos de los pacientes toxicómanos y posteriormente en pacientes con
otras patologías graves. Actualmente esas actividades se siguen realizando
en el sector de Uribe bajo la dirección de José María Ayerra y José Luis
López Atienza y en los servicios de AMSA21 a cargo de Norberto Mascaró.
En los últimos veinte años la presencia de la OMIE ha sido solicitada
con frecuencia desde distintas comunidades españolas para participar en los
programas formativos dirigidos a sus profesionales en Salud Mental a través de actividades breves (Navarra, Andalucía, Canarias, Castilla-La Mancha, etc.) y también con otras más duraderas (Madrid)22.
3.3. Ventajas e inconvenientes de la formación en bloques
En lo grupos pequeños ha sido muy interesante observar el desarrollo
de fenómenos grupales que han perdurado a lo largo de la experiencia, a
pesar de su aspecto discontinuo. En realidad, en conjunto los seminarios se
han revelado comparables al curso semanal de grupos que sigue realizándose en Bilbao23. Creemos, por lo tanto, que esta modalidad es una alternativa válida para los candidatos que se hallan ante la imposibilidad de asistir
a ese tipo de formación continua.
Después de más de treinta años de experiencia estamos en disposición
de constatar que los conductores de estos grupos están de acuerdo en considerar que este formato es muy eficaz (R. Balmer, 1993; H. Reik, 1993;
L. Hearst, 1990; M. Marrone, 1993, J. Guimón, 2002, etc.). En sus trabajos
se concluye que, en comparación con los grupos semanales, en las experiencias en bloques se produce más cohesión, un proceso grupal más vivo
y una mayor capacidad para favorecer el establecimiento de contactos interpersonales y la expresión de emociones intensas. Además, al obtenerse
una transferencia más rápida (debido al llamado «insular effect»), los grandes intervalos entre los bloques son mejor tolerados por los miembros del
grupo y los conflictos preedípicos son reactivados más fácilmente.
Ciertos elementos podrían explicar esta buena respuesta al formato en
bloques. Las personas en formación estaban muy motivadas; se excluían las
personalidades vulnerables y la mayoría de los participantes ya había tenido
experiencias psicoterapéuticas e, incluso, algunos continuaban en terapia individual de forma simultánea. Por otra parte, este tipo de formato engendra
21 AMSA: Avances Médicos, S.A.
22 En Madrid desarrollamos un programa en bloques en el Hospital Gregorio Marañón y otro en el Hospital Fundación Jiménez Díaz, acogidos con gran generosidad por Celso Arango y José Luis González
de Rivera respectivamente.
23 La coordinación está a cargo de Begoña Trojaola, Emilio de la Sierra y Ernesto González.
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JOSÉ GUIMÓN
cierta estimulación psíquica y una mayor idealización del conductor. También se ha señalado que los cambios de roles, propios de estas experiencias,
facilitan el «ego training in action», lo que a su vez favorece un efecto terapéutico más intenso.
A la crítica hecha por ciertos autores de que este formato no asegura
una contención suficiente, los autores favorables a las experiencias secuenciales alegan que en un seminario secuencial cada grupo es contenido en un
bloque y el bloque en un curso, que las instituciones que organizan los programas (como OMIE) tienen una larga historia y que las fronteras están representadas por los organizadores, lo que facilita una identificación
simbólica. En efecto, al margen del valor simbólico de la institución, el
hecho es que en este tipo de experiencia los conductores del grupo, por lo
general, han trabajado juntos durante mucho tiempo, lo que genera una sensación de apoyo y de seguridad que permite una “regresión temporal” de
los asistentes. Por otra parte se subraya que la duración de las experiencias
no es tan corta ya que se produce un fenómeno de “preelaboración” (Kaës).
Sin embargo, se han señalado ciertos peligros potenciales para el enfermo en el formato en bloques. En efecto, la regla de abstinencia no puede
ser cumplida; puede haber incidentes de fronteras; la regresión es discutible
y la transferencia negativa resulta difícil de expresar con motivo de la ausencia prolongada del analista, al que hay que conservar indemne. Se han
propuesto ciertas precauciones para evitar estos peligros: ver, previamente
y durante algunas semanas, a los nuevos miembros, facilitar el desarrollo del
concepto de grupo como «una totalidad» y aconsejar, en ciertos casos, una
terapia individual o grupal simultánea.
Otras opiniones desfavorables indican otras dificultades como la tendencia excesiva a la idealización y a la dependencia, favorecida en ese contexto.
3.4. La evaluación de las experiencias
En el contexto de varios trabajos desarrollados en Bilbao se adaptó la
“Core Batery” de McKenzie (Guimón, 2000), que se utilizó en la evaluación
de los programas de formación en psicoterapia de grupo realizados en la
Universidad del País Vasco24.
24 Realizamos también la adaptación del KAPP para evaluar los posibles cambios en la estructura de la personalidad de pacientes psicóticos tratados con técnicas grupales. El KAPP mostró buena fiabilidad testretest pero se mostró poco sensible al cambio en pacientes tan graves.
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LA FUNDACIÓN OMIE Y LA FORMACIÓN EN PSICOTERAPIA GRUPAL
El SCL 90 (Guimón, 1983) y el SAS que adaptamos dieron resultados
modestos y se mostraron poco sensibles al cambio en poblaciones con sintomatología ligera (González-Pinto, 1992, 1993).
En Ginebra, ante la necesidad de evaluar los programas allí desarrollados,
elaboramos una serie de instrumentos para ello (BSI, GAF, ERA, QFS y
CERE) que denominamos “Bateria Bel Air” y que se resumen a continuación.
— La Lista corta de síntomas (The Brief Symptoms Inventory, BSI),
permitió una medición sensible25 en nueve escalas de síntomas (somatización, obsesión-compulsión, depresión, ansiedad, agresividad-hostilidad,
ansiedad fóbica, ideación paranoide, sensibilidad interpersonal, y psicoticismo) y tres índices globales (índice de gravedad global, índice de angustia sintomática positiva y total de síntomas positivos).
— La ya clásica Escala de Funcionamiento Global (GAF) se mostró
útil para evaluar los roles sociales y el funcionamiento social en términos
globales26.
— El cuestionario de evaluación de las relaciones con los demás (ERA,
Fredenrich-Mühlebach & Zinetti, 2000) es una nueva medida de autoinforme que se mostró adecuada en diferentes trastornos psiquiátricos (por
ejemplo: esquizofrenia, trastornos depresivos y de ansiedad) y que resultó
más corta y económica que los instrumentos ya existentes. El ERA consta
de 16 puntos que abarcan cuatro dimensiones27.
— El Cuestionario de Funciones sociales (QFS) resultó sensible y fiable
como instrumento corto y económico para evaluar las funciones del rol social
en diferentes trastornos psiquiátricos28. El QFS abarca un total de ocho campos (actividades, técnicas de la vida cotidiana, ocio, relaciones familiares y de
pareja, relaciones extrafamiliares, gestión financiera y administrativa, salud
25 Es una forma corta del SCL-90-R, concebida por Lipman y Derogatis y que incluye 53 de los 90 puntos originales. Se reduce así el tiempo de administración de 15 ó 20 minutos a 5 ó 10 minutos. Las cualidades psicométricas del BSI son bastante mediocres, lo que puede justificar esfuerzos para mejorar el
inventario en el futuro.
26 La GAF equivale al Eje V del DSM-IV (American Psychiatric Association, 1994). Fue desarrollada y
operacionalizada por Endicott y colaboradores como escala de evaluación del malestar global. La GAF
considera estos funcionamientos dentro de un continuum hipotético de salud-enfermedad y puede ser tasado durante varios períodos de tiempo.
27 El análisis de los resultados, tras su aplicación a un grupo de 96 sujetos (profesionales de la salud mental y gente de la población general) muestra una buena consistencia interna (Alpha de Cronbach = 0.832).
El análisis factorial con rotación Varimax permitió definir cuatro dimensiones incluyendo a todos los
puntos y explicando más del 55 % de la variante total. El cuestionario termina con una pregunta sobre
los deseos de cambio de los sujetos ("¿En cuáles de los puntos le gustaría que algo cambie?").
28 No se seleccionó el Social Adjustment Scale (SAS) porque se consideró demasiado largo y poco específico para el ambiente en que debía ser aplicado como lo mostró un estudio piloto.
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JOSÉ GUIMÓN
general, vida colectiva e informaciones) sobre los que se hacen dos preguntas: 1. Frecuencia de actividad y 2. Satisfacción respecto a la actividad.
4. Comunidades terapéuticas
4.1. Grupos en instituciones psiquiátricas
A lo largo de los últimos treinta y cinco años, hemos desarrollado un
cierto número de programas de grupo (Guimón, 2001) con una orientación
de comunidad terapéutica en una quincena de unidades de cuidados diferentes: unidades de corta estancia en hospitales generales, unidades de rehabilitación, hospitales de día (Guimón, 2002 a,b,d), en España (Bilbao y
Barcelona) y en Suiza (Ginebra). Los programas y los diferentes grupos,
así como su orientación terapéutica, han sido descritos en distintos trabajos
(Guimón, 2002c).
El programa de base que se organiza en todas estas unidades consta, en
principio, de:
a) Un grupo diario de discusión para el personal, a primeras horas de la
mañana, de unos treinta minutos de duración.
b) Un grupo de mediano tamaño para todos los pacientes y todos los
profesionales disponibles, inmediatamente después del anterior, de entre
treinta minutos y una hora de duración, cinco o siete días a la semana. Este
grupo se transforma, una vez a la semana, en asamblea administrativa en la
que los pacientes, con la coordinación de un presidente elegido para ello, deciden sobre algunos aspectos de su vida diaria en la unidad.
c) Un «postgrupo» del personal, de media hora.
d) Un grupo pequeño «focal» en que durante una hora, cinco días a la semana, se intenta mejorar la comunicación mediante actividades, juegos, etc.
e) Un grupo pequeño verbal de una hora, durante cinco días a la semana, para pacientes que se encuentran en condiciones de discutir de sus
problemas.
f) Un grupo de terapia por el arte una o dos veces cada semana.
g) Un grupo pequeño de medicación, de una hora a la semana.
h) Un grupo multifamiliar de mediano tamaño, de hora y media, un día
a la semana.
i) Un grupo semanal de supervisón para todo el personal que lo desee,
de una hora y media de duración.
100
LA FUNDACIÓN OMIE Y LA FORMACIÓN EN PSICOTERAPIA GRUPAL
j) Uno o dos grupos pequeños, semanales y durante una hora, de rehabilitación de habilidades sociales en unidades de psicóticos y de psicoterapia cognitiva para la depresión en unidades de depresivos.
No todas las unidades realizan todas las actividades, pero se insiste en
que el grupo mediano de pacientes con el personal, el de medicación y el de
discusión del personal se realicen, al menos, cinco veces a la semana.
En esos programas, las intervenciones de los conductores buscan ante
todo facilitar la interacción y velar por el mantenimiento de las fronteras
del grupo sin descuidar el trabajo sobre ciertos temas que aparecen constantemente. En los pacientes hospitalizados, estos temas repetitivos se refieren a la ansiedad antes del ingreso, al duelo causado por la marcha de
ciertos miembros del grupo, a los efectos de la medicación y al temor ante
la perspectiva de la salida. Se intenta provocar la «universalización» de los
conflictos e identificar las diferencias entre los miembros. Se evitan las confrontaciones excesivas, la puesta en cuestión de los mecanismos de defensa
y el análisis de la transferencia. De la misma manera, se prefiere evitar las
referencias a las situaciones que se produjeron en la familia de origen. Normalmente, los comentarios del conductor tratan de las situaciones actuales
y adquieren una apariencia netamente psicopedagógica. Surgen a veces «incidentes críticos», cargados de emoción, que afectan a varios participantes
y desaparecen al cabo de unos minutos, sin que se analicen en general.
Desde el año 1993 instauramos en el Departamento de Psiquiatría de los
Hospitales Universitarios de Ginebra (HUG) (Guimón, 2004, Ehrensberger, 2004) un programa de psicoterapia de grupos en todas las unidades de
uno de los dos servicios que entonces existían: tres de corta estancia, dos de
estancia media y larga (una para pacientes psicóticos y otra para depresivos),
un centro de terapia breve con 30 pacientes simultáneamente (durante una
media de un mes), un Hospital de día (con 20 pacientes simultáneamente durante una media de doce meses y una consulta ambulatoria, con programas
para pacientes ansiosos, deprimidos y esquizofrénicos). En total, se realizaban 30 grupos diarios, a cargo de psiquiatras, psicólogos y enfermeros.
4.2. Ambientes terapéuticos
Desde un punto de vista clínico, los resultados de este tipo de programas han sido muy positivos (Guimón, 2004). El grupo formado por los pacientes y el personal es el elemento clave por su contribución a la creación
de un «continente» en la sala y por la información que aporta acerca de los
pacientes. Los otros grupos también aportan al paciente una orientación y
101
JOSÉ GUIMÓN
un apoyo emocional. Todo esto ha permitido reducir las dosis de fármacos
empleados, ha creado una atmósfera agradable en la sala y ha hecho que el
número de incidentes descienda (menos agresiones o tentativas de suicidio
o fugas). También las tensiones en el equipo terapéutico han disminuido.
Los diferentes grupos, añadidos a los ya realizados en el marco del hospital de día y de las consultas ambulatorias (Díez, 1984), constituyen una red
de análisis de grupo favorable a una comunicación armoniosa entre las diferentes unidades del Departamento de Psiquiatría y el resto del Hospital.
Esta visión sistémica de la institución permite detectar más fácil y rápidamente los problemas y los conflictos en el interior de esta institución. En fin,
este programa aporta el “input” que alimenta la «sana paranoia anticipatoria» (Kernberg, 1979), tan indispensable para gestionar estas organizaciones.
4.3. La evaluación del ambiente de las unidades
Miquel Sunyer (1990) y Jesús Sánchez de Vega (1990) evaluaron entre
1989 y 1990, con la escala de Moos29 el ambiente de las dos unidades de
corta estancia del hospital de Bilbao30 en las que ingresaban pacientes graves frecuentemente no voluntarios y con un promedio de 20 días de estancia.
El valor medio de los datos obtenidos en España fue menor que el de
servicios semejantes en Estados Unidos (Sunyer, 1992). La puntuación de
los hospitales psiquiátricos españoles era inferior al de las unidades de estancia corta de los hospitales generales31. El personal tenía tendencia a dar
mejores apreciaciones que los enfermos, a excepción del ítem “control por
parte del equipo”. Como comentan los autores, las puntuaciones mayores no
implican un ambiente mejor o peor, pues el cuestionario está destinado a
ofrecer datos cualitativos y no cuantitativos. En cualquier caso se pudo confirmar el resultado de un estudio anterior, efectuado sobre esas dos salas de
Bilbao, que mostró que el programa “grupo analítico” había permitido dis29 Para este estudio, utilizamos la traducción al español del WAS de Moos (Sunyer, 1990; Sánchez de
Vega, 1990). La fiabilidad test-retest al igual que la consistencia interna eran elevadas. Se pidió al personal y a los pacientes de cada centro que llenaran el cuestionario.
30 Los datos fueron comparados con los valores medios obtenidos en 92 hospitales psiquiátricos de España
y con los datos publicados por Moos en Estados Unidos. También fueron comparados con los datos provenientes de 32 hospitales generales de España, que tenían más o menos las mismas características (tipo
de pacientes y de personal, rotaciones, duración de las estancias y costo por enfermo), variables que podrían interferir en los resultados. El estudio fue realizado entre 1989 y 1990.
31 Treinta y siete pacientes y profesionales completaron el cuestionario en la sala A. Los pacientes tuvieron un sentimiento de espontaneidad y apoyo mayores que aquellos de otras unidades psiquiátricas. El
personal percibió un compromiso, una orientación hacia los problemas interpersonales, así como una
rabia y agresividad, un orden y una organización más importantes, pero en cambio un control del personal menor. Treinta y un pacientes y miembros del personal respondieron al cuestionario en la sala B.
Los pacientes percibieron espontaneidad, autonomía, rabia y agresividad mayores, pero una orientación
hacia la práctica menor que en el resto de unidades. El personal percibió compromiso, orden y organización mayores pero una orientación hacia la práctica menor que en otras unidades.
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LA FUNDACIÓN OMIE Y LA FORMACIÓN EN PSICOTERAPIA GRUPAL
minuir las dosis de medicamentos y que la proporción de trastornos graves
(agresiones, intentos de suicidio y fugas) en las unidades fue menor. Por
otra parte, los pacientes tenían una mayor tendencia a buscar ayuda psicoterapéutica cuando salían de la unidad.
En las unidades psiquiátricas de los hospitales generales, los pacientes
deben enfrentarse a un estrés elevado a causa de la brevedad de las estancias, la gravedad de la sintomatología, la auto y heteroagresión, la rotación
de los pacientes y la limitación del espacio. En nuestro estudio se muestra
que la psicoterapia analítica grupal, que recalca el aquí y ahora y la cohesión entre los miembros, constituye un instrumento estabilizador útil (“buffer”), gracias a su capacidad para aumentar el compromiso y el apoyo, y
permitir la expresión controlada de la cólera y la agresividad.
En el tratamiento en medio psicodinámico, las relaciones entre pacientes y enfermeros son los instrumentos principales que permiten comprender
y ayudar a los pacientes. Por esta razón es importante utilizar aquellos métodos que permitan hacer el seguimiento del desarrollo de las relaciones y
para estudiar las características de las que son útiles y de las que no lo son.
Ni en los programas clínicos ni en los de enseñanza mencionados anteriormente, los conductores tienen la posibilidad de centrar su tarea terapéutica “breve” en la elaboración de los «conflictos focales del grupo»,
como se describe en la terapia analítica focal. En nuestros programas, las intervenciones del conductor han tenido como finalidad, ante todo, facilitar la
interacción y velar por el mantenimiento de las fronteras del grupo y de sus
miembros, sin descuidar trabajar ciertos temas precisos que aparecen constantemente. En los pacientes hospitalizados, estos temas repetitivos se manifiestan, sobre todo, en la ansiedad antes de la entrada, con el duelo a causa
de la marcha de ciertos miembros del grupo, por los efectos de la medicación y con el temor ante la perspectiva de la salida. En el marco de los programas de enseñanza era necesario poner a punto cuestiones tales como,
por ejemplo, el problema de saber si la experiencia presenta un carácter didáctico o terapéutico, la frustración resultante del desfase entre lo que el
participante obtenía y sus fuertes expectativas anteriores, la idealización del
conductor y la ansiedad causada por la separación.
En los grupos hospitalarios, los conductores se esfuerzan por mantener a
los pacientes en el primer estadio de la evolución, sin permitirles progresar
hacia otras fases. Se intenta provocar la «universalización» de los conflictos
e identificar las diferencias entre los miembros. Se evitan las confrontaciones
excesivas y la puesta en cuestión de los mecanismos de defensa.
103
JOSÉ GUIMÓN
Por el contrario, en los programas didácticos el conocimiento del aporte de
los participantes y la aproximación del final de cada sesión aceleran la aparición y la sucesión ordenada de diferentes fases. El conductor debe provocar la
aparición de la estructuración apropiada de las membranas en cada una de ellas.
A lo largo del desarrollo de las sesiones de grupo, surgen «incidentes
críticos» sobre temas comunes, cargados de un tono emocional determinado; tocan a varios participantes y desaparecen al cabo de varios minutos.
La manera de elaborarlos es diferente en las dos experiencias presentadas.
En los grupos experimentales, las intervenciones «focales» del conductor intentan poner la relación conflictiva examinada en ese momento respecto a
situaciones similares atravesadas por las familias de origen de los pacientes
y con la que surge en la relación con el conductor («triángulo de la persona»). En los grupos hospitalarios no hay lugar para los comentarios sobre
las transferencias. Se prefiere, de la misma manera, evitar las referencias a
las situaciones que se produjeron en la familia de origen. Normalmente, los
comentarios del conductor tratan de las situaciones actuales y adquieren una
apariencia netamente psicopedagógica.
4.4. Actividades de supervisión
En la mayoría de los programas formativos en bloque hemos introducido una o dos “reflexiones sobre la tarea terapéutica” que los profesionales desarrollan en sus servicios, aunque no suelen ser las actividades más
valoradas por los participantes. En Ginebra, algunas supervisiones de los
equipos que fueron propuestas como partes integrantes de algunos seminarios de supervisión no provocaron suficientes demandas de inscripción. Por
ello, se decidió realizar algunas supervisiones en las que los supervisores se
desplazaban a las unidades respectivas aprovechando el momento horario en
que los diferentes equipos efectuaban cotidianamente el cambio de turno.
Esta estrategia mejoró bastante la asistencia.
Sin embargo, el interés de los profesionales mejoró notablemente
cuando, a partir del año 2000, organizamos unos seminarios originales de
supervisión de las actividades grupales (Guimón, 2004). Las sesiones se
desarrollaban en cuatro partes. En el curso de la primera parte, de una hora,
los responsables de diferentes unidades se reunían con el jefe de servicio
de la clínica y con el coordinador de las actividades grupales para discutir
sobre el desarrollo de las diferentes actividades. Previamente habíamos
«manualizado» las diferentes actividades de manera que, con el paso del
tiempo, se pudieran realizar de manera homogénea, a pesar de los cambios
de conductores en los diferentes grupos.
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LA FUNDACIÓN OMIE Y LA FORMACIÓN EN PSICOTERAPIA GRUPAL
Se realizaba primero una sesión teórica de 75 minutos en el curso de la
cual se revisaba la bibliografía de los diferentes modelos grupales descritos
en la literatura y seguidamente se discutía sobre las ventajas, los límites y
la posibilidad de realización en nuestros servicios.
La supervisión de los grupos, dirigidos en las diferentes unidades por
diferentes terapeutas o conductores, se hacía bajo la forma de «grupo de
grupos» que reunían a cinco u ocho conductores bajo la coordinación de un
supervisor y de un cosupervisor. Durante una hora y media los diferentes
grupos eran descritos y discutidos entre los miembros. La descripción de
los grupos tomaba algunas veces la forma de una presentación, de forma
parecida a la que se da en un nuevo grupo durante la sesión. Otros conductores preferían dejar funcionar el grupo según un procedimiento de «discusión flotante» a partir de la descripción de un eje.
Al final de los grupos de grupos, los coordinadores de cada uno se reunían
durante una hora en el llamado grupo de intervisión, en el cual se discutían algunos de los contenidos de los grupos que habían supervisado, procurando respetar en la medida de lo posible el anonimato de los miembros.
5. La Fundación OMIE como organización
Durante los últimos 35 años, la fundación OMIE ha evolucionado hacia
una organización institucionalizada. La base de la formación proporcionada
es la participación en un número de grupos distintos que comprenden a diferentes personas (estudiantes, profesores, administradores), las cuales están
mezcladas de forma ocasional y se reúnen por diferentes razones: enseñanza
de teoría, concienciación grupal, supervisión, o administración.
La organización de la formación se ha desarrollado lentamente mediante
una institución (Kaës, 2000), con una serie de reglas, reglamentos, y actividades, agrupado todo ello en torno a determinadas funciones y valores sociales.
El formato de las reuniones entre los formadores, la selección de los
conductores o de los observadores para cada curso académico, los requisitos teóricos, las relaciones con otras instituciones, la elección del comité organizativo local y del comité de gestión de la fundación, los presupuestos
económicos, etc., implican decisiones que requieren de reglamentos bastante estrictos para estructurar la formación y proteger contra la incertidumbre. Las instituciones32 tienen tendencia a la burocratización y presentan
una gran resistencia al cambio. De ahí la necesidad de encontrar un lugar
32 Dice Jacques que las instituciones son “depositarias de la sociabilidad sincrética” (Jacques, 1998) en las
que se expresan muchos componentes “psicóticos”.
105
JOSÉ GUIMÓN
(supervisión o intervisión) en el que las ansiedades y los conflictos intrapsicológicos e intersubjetivos presentes en la institución pueden ser actualizados, escuchados y elaborados.
Si bien la participación en la fundación OMIE y en sus programas produce cierta satisfacción, nuestra institución inflige diferentes tipos de heridas
narcisistas a sus miembros33. Una de las razones es que, como muchas organizaciones dedicadas a la formación de profesionales, viven bajo la utopía de
una ideología “igualitaria”. Pese a lo que los formadores pretendemos conscientemente (Enriquez, 2000), la idea de “cooperación entre iguales” es vivida
como una necesidad, la cual, paradójicamente, es negada de inmediato: cada
formador puede sucumbir al deseo de pensar que el progreso del cliente se
debe únicamente a su habilidad y fantasear que la acción de los otros formadores representa un obstáculo. En nuestra experiencia, hemos podido comprobar cómo, en muchos de ellos, la envidia y la rivalidad juegan un papel
excesivo en ese deseo de ser el “dueño” del paciente o del estudiante.
Los participantes tienen una relación ambivalente con la organización
porque se hallan atrapados entre el deseo de satisfacer sus propios fines y
la renuncia necesaria al funcionamiento del equipo, como creemos haber
ilustrado al comentar algunos conflictos vividos en la OMIE, especialmente
el de las escisiones. Esta relación con la institución moviliza afectos negativos, principalmente la envidia. El profesional puede sufrir una verdadera
“parálisis de pensamiento psicológico” (Pinel, 1996), mediante la cual “sus
pensamientos personales que se apartan del discurso común son atacados y
destruidos”. Así, en el transcurso de las supervisiones hemos podido comprobar que muchos de los profesionales evitaban confiar sus ideas creativas
por temor a recibir ataques envidiosos de sus colegas o de sus superiores.
En cualquier caso, todo esto produce sufrimiento en los formadores y
en los estudiantes, que se manifiesta en la aparición de chivos expiatorios u
episodios que implican el sacrificio ritual de un colega. Ya hemos mostrado
cómo, en algunas ocasiones, se produjeron claras exclusiones de algunos
formadores o maniobras indirectas que forzaron a un profesional a dimitir
o a renunciar a sus planes e ideas. Y con más frecuencia aún hemos podido
observar la presencia de síntomas somáticos o psicológicos en algunos supervisados, con lo que las supervisiones se convierten en las portadoras del
síntoma de todo un conjunto. A menudo hemos detectado ataques envidio33 Como dice Kaës, tienen que darse cuenta de que la institución no fue creada para “cada uno de ellos personalmente, como la Providencia”; por otro lado, han de admitir que su vida psicológica no está “exclusivamente focalizada en su inconsciente personal (…) su inconsciente no les pertenece, pero sí a las
instituciones en cuya base participan y que dependen de esta base”.
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LA FUNDACIÓN OMIE Y LA FORMACIÓN EN PSICOTERAPIA GRUPAL
sos hacia la organización o hacia uno de sus miembros, provenientes de los
formadores, de los administradores o de los estudiantes. Se observan alianzas
inconscientes que desembocan en acciones destructivas hacia los vínculos más
elaborados y hacia la creatividad. Los formadores pueden caer en la tentación
de utilizar a sus estudiantes para satisfacer sus necesidades narcisistas34.
Finalmente, allí donde se han desarrollado, todos nuestros programas
han constituido un comité de seis o siete personas que dirige la formación
durante ciertos años. En sus reuniones, también se forman subgrupos por razones relacionadas con el poder, las adscripciones profesionales y, ocasionalmente, el género, llevando a divisiones dentro del grupo que pueden
causar graves problemas para sus actividades.
Como subraya Yalom, los subgrupos no siempre son negativos dentro de
un grupo o dentro de una institución. Mantienen la tensión y el movimiento
dentro de la institución formativa, previniendo el estancamiento y la monotonía entre las partes responsables y las que aportan la formación. Su aparición y lo que ello implica desembocan, a menudo, en procesos de crecimiento
que conducen a nuevos proyectos de formación con pequeñas diferencias,
de ahí que los líderes, como hemos mencionado arriba, en ciertas ocasiones
lo alentemos en lugar de reprimirlo, a veces venciendo nuestras propias resistencias al cambio. Sin embargo, el proceso debe ser observado con precaución y tampoco deberíamos perder de vista los conceptos básicos del
programa de formación, si ello fuera posible. Esta es la razón por la cual es
importante que la institución madre mantenga el control sobre la acreditación.
Por lo que respecta a la política implicada en la organización formativa, inicialmente intentamos crear una “comunidad didáctica democrática”,
en el sentido de la institución de Tsegos en Atenas (Tsegos, 1995). Sin embargo, llegamos a la conclusión de que un funcionamiento realmente democrático no es posible ni tampoco aconsejable en este tipo de organización
formativa. Por ello, la selección de los conductores de grupos, las normas
de acreditación y las relaciones con las instituciones formativas y de salud
han sido gestionadas por un número reducido de colaboradores de la fundación OMIE, que representaban a todas las experiencias grupales y el resto
de experiencias formativas. Este cuerpo decisorio recibe información proveniente de las organizaciones locales y toma las últimas decisiones.
34 Las propias organizaciones de formación pueden devenir figuras de apego para aquellos estudiantes que
en su infancia no vivieron uno seguro. El apego a los formadores y a las instituciones a veces puede perdurar durante tiempo después de la marcha del paciente.
107
JOSÉ GUIMÓN
Naturalmente, en las tres ubicaciones principales en las que tiene lugar
la formación han surgido de vez en cuando algunas rivalidades, luchas de
poder y disensiones teóricas o clínicas que, desencadenadas con frecuencia, surgían por competición externa, críticas y ataques. El prestigio adquirido en estos años por nuestra pequeña fundación, su carencia de ánimo
lucrativo (que evita aproximaciones codiciosas para controlar su poder) y
cierta benevolencia y altruismo demostrados por la mayoría de los colaboradores ha tenido hasta la fecha un efecto homeostático saludable.
El resultado más importante fue el impacto de la formación en los 2.000
terapeutas profesionales que participaron. Pocos se hicieron analistas grupales, pero en mi opinión la mayoría o casi todos se sintieron afectados por una
experiencia dinámica interpersonal, la cual, según el testimonio de muchos
de ellos, les ayudó en sus carreras profesionales y en sus vidas privadas.
Las transformaciones en algunas unidades, servicios e instituciones en
“comunidades terapéuticas descafeinadas”, muchos de cuyos profesionales
miembros participaron en nuestras “comunidades didácticas”, fueron substanciales a lo largo de diez o quince años. Ciertamente que nos decepcionó
observar que, muchas veces, los cambios en el liderazgo de las unidades
(inevitables y, en muchas ocasiones, deseables) comportaban que los programas fueran parcial o totalmente abandonados. Sin embargo, esto no significó que los profesionales que adquirieron el manejo de instrumentos de
terapia de grupo no continuaran utilizándolos sino que eran los responsables
de las instituciones en las que trabajaban quienes los sentían como un aspecto marginal de la terapia y, aunque no los atacaran directamente, cesaron de fomentarlos.
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José Guimón Ugartechea, es Catedrático de Psiquiatría de la
UPV/EHU, Professeur Honoraire de Psychiatrie de l’Université de Genève,
Miembro de la International Psychoanalytical Association.
Para contactar:
[email protected]
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Recibido el 28 de agosto de 2010
Aceptado el 10 de septiembre de 2010
Última versión el 22 de septiembre de 2010