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1 Running head: Psicoterapia basada en evidencia. Introducción a las intervenciones psicológicas basadas en evidencia Rafael Kichic Universidad de Buenos Aires Hospital Francés Rafael K.ichic Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires. Servicio de Psiquiatría, Hospital Francés Se agradece la invalorable colaboración en la realización de este trabajo al Dr. Eduardo Keegan y a la Dra. Nuria Cortada de Kohan. También se agradece la amable colaboración ">¡ de la Dra. D.L. Chambless, del Dr. T.D. Borkovec y de la Lic. Leonera Lievendag. ·•"')~~ 2 ' Resumen Los tratamientos psicológicos basados en evidencia son el reflejo de un movimiento más amplio, y actualmente objeto de controversia en nuestra profesión. En Estados Unidos y Europa se han formado Grupos de Trabajo que han propuesto criterios para identificar tratamientos eficaces. Este fenómeno ha suscitado numerosas criticas y ha puesto de relieve algunas de las razones por las cuales estos tratamientos no han logrado la difusión esperada. En este artículo se abordan algunas de estas polémicas, focalizándose en los dos ejes propuestos por la AP A (eficacia y utilidad clínica) para evaluar las Guías para la Práctica Clínica. Por último, se destaca la creciente importancia de involucrar a los psicólogos clínicos en el proceso de validación de los tratamientos. Palabras clave: tratamiento, basado en evidencia, eficacia, utilidad clínica, guías. ... ~ _¡,, 3 Abstract The development of evidence-based psychological treatments is part of a broader movement and has raised many controversial issues in our field. US and European Task Forces proposed criterion to identify efficacious treatments. This movement has raised heated discussions and highlighted sorne of the reasons why efficacious treatments were not disseminated as expected. This article discusses the AP A model (efficacy and clinical utility) to assess Practice Guidelines. Finally, increasing importance of considering the participation of clinical psychologists in the validation of these treatments is discussed. Key words: treatments, evidence-based, efficacy, clinical utility, guidelines. \'.·~ 4 Actualmente, uno de los temas más polémicos en el campo de la psicología clinica es el desarrollo de criterios para identificar tratamientos eficaces para problemas específicos. Este movimiento hacia el desarrollo e identificación de terapias basadas en evidencia promete introducir profundos cambios en la práctica profesional, en el ámbito académico y en la relación entre los profesionales y las empresas de salud. Como podrá apreciarse, el tratamiento de este tema puede llegar a ser muy amplio, y es por esa razón que el presente artículo es una introducción a los tratamientos basados en evidencia y a algunas de las polémicas que ha generado su introducción en el ámbito de la psicología clínica. Modelos en psicología e industrialización de la salud Hasta 1930, la psicología se había desarrollado casi exclusivamente en el ámbito -*~,..-,--··•* ---· ··~-·-·· .. --~~~--------·- académico y el modelo de formación profesional predominante era el del investigador ____ ___.~-.-- científico (research scientist). Después de la Segunda Guerra Mundial, la necesidad e interés por el tratamiento de las personas con dificultades psicológicas, hizo que se comenzara a ver a este modelo como un modelo inadecuado para la formación de psicólogos clínicos. De esta manera, comienzan a sentarse las bases para otros dos modelos que tendrán en común la aplicación clínica de los conocimientos psicológicos: el modelo profesional y el del científico-profesional (scientist-practitioner). En 1949 se realiza una Conferencia en Boulder, Estados Unidos, que dio origen al modelo del científico-profesional, cuyo objetivo era la integración de los métodos científicos en la práctica clínica para realizar investigaciones con resultados replicables por otros grupos de investigadores. Tres años más tarde, Hans Eysenck (1952) publica su ya célebre artículo sobre la eficacia de la psicoterapia, en dónde destaca que la investigación no había logrado 5 demostrar que la psicoterapia fuera eficaz. No había dudas que la investigación en psicoterapia era necesaria, y el modelo del científico-profesional parecía ser el más adecuado para integrar los hallazgos científicos con la práctica clinica. Sin embargo, los ·intentos por formar científicos y profesionales en un mismo programa de doctorado encontraron numerosos problemas, uno de los principales fue la fuerte influencia de la metodología de comparación entre grupos que había sido adoptada por la gran mayoría de los psicólogos experimentales quienes para esa época, dirigían la mayor parte de los departamentos de psicología. Otro problema fue que en la conferencia de 1949 no se había establecido con precisión lineamientos que ayudaran a alcanzar esta integración entre ciencia y práctica profesional (Hayes, Barlow & Nelson..:Gray, 1999). Así hacia mediados de los años sesenta, este modelo acumulaba numerosas críticas y deja de ser el modelo de referencia para la formación de psicólogos. En los años '80 se comienza a prestar cada vez más atención a los costos de los servicios de salud mental y se vio al gerenciamiento como una posible solución. Estos sistemas gerenciados pusieron el énfasis en la reducción de costos casi sin tomar en cuenta la calidad de los servicios de salud que se brindaban. Unos años antes, en Estados Unidos, ya habían aparecido fallos judiciales que también amenazaban con determinar qué tipos de terapias debían ser administradas basándose en criterios completamente ajenos a la investigación en psicoterapia (Véase Beutler, 1998). Sin una respuesta de las asociaciones de psicólogos se corría el riesgo de que organismos e instituciones ajenos a la profesión determinasen qué tipos de tratamientos debían ofrecerse, y cuales debían ser cubiertos por las obras sociales, con total independencia del beneficio clínico para el paciente, y de la apoyatura empírica del tratamiento en cuestión. 1 ! ""'''~ 6 Esto ponía en riesgo, tal como sostenía Eickesen, en dejar a la psicología clínica como una profesión de segunda clase y fuera del campo de la ciencia (Rayes et al. 1999). A diferencia de la época del pago privado y en donde los investigadores eran los más interesados en el desarrollo de tratamientos eficaces, en la era de los sistemas gerenciados de salud, estos sistemas tienen intereses económicos en el desarrollo y aplicación de estos conocimientos en el ámbito clínico (Rayes et al., 1999). Por esta razón, parecen cobrar cada vez mayor importancia la adquisición de conocimientos en evaluación y administración de tratamientos basados en evidencia, pues, estos sistemas exigen cada vez más que se demuestre la eficacia y efectividad de los tratamientos, a través de metodologías que se adapten al ámbito clínico. En este contexto, tanto en Estados Unidos como en Europa, han surgido grupos de trabajo destinados a la difusión de intervenciones psicológicas basadas en evidencia, e inevitablemente a la revalorización de un modelo que privilegie la integración entre ciencia y práctica clínica: el modelo del científico-profesional. Tratamientos Psicológicos Basados en Evidencia La identificación de tratamientos psicológicos basados en evidencia es parte de un movimiento más amplio nacido en Gran Bretaña en el campo de la medicina (Sacktett, Richardson, Rosenberg, & Haynes, 1997). Este movimiento se apoya fundamentalmente en dos premisas: por un lado, asume que la calidad de la atención mejorará con el aprendizaje de conocimientos científicos actualizados en la materia, y por otro, dado que es dificil mantenerse actualizado, la redacción de guías para la práctica clínica elaborada por grupos ,; 7 \ de especialistas en determinadas patologías cobrará cada vez mayor importancia para una administración apropiada de los tratamientos. En el campo de la psicología, este movimiento fue posible gracias a muchos años dedicados tanto al desarrollo de instrumentos de evaluación corno al desarrollo de las estrategias terapéuticas en sí mismas (Rachrnan, 1997). Sin embargo, recién con la elªboración del priII1er informe del Grupo de Trabajo para la ProIJ1()9~~n Diseminación de los Procedimientos Psicológicos de la Asociación Americana de Psicología (Task Force on Promotion and Dissemination oj Psychological Procedures [Task Force], 1995) 1, este tema pasó a ser objeto de atención y debate permanente. Este grupo conformado por representantes de distintas orientaciones teóricas, fue creado con el objetivo de favorecer la formación y educación de psicólogos clínicos, de terceros a cargo de la cobertura del costo del tratamiento y del público en general, acerca de la existencia de tratamientos psicológicos eficaces. Otros grupos de trabajo similares también fueron creados en países como Inglaterra, Canadá y Alemania. Por ejemplo, en el Reino Unido, Roth y Fonagy (1995), elevaron un informe al Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña (British National Health Service) sobre el estatus de los tratamientos psicológicos con la finalidad de que aquellos con probada eficacia, sean reconocidos corno intervenciones de primera línea. En Canadá, la Sección de Psicología Clínica de la Asociación Canadiense de Psicología creó su propio grupo de trabajo (Hunsley, Dobson, Johnston & Mikail, 1999) y en Alemania también se hicieron esfuerzos en esa misma dirección (Strauss & Kaechele, 1998). Actualmente se define a las Terapias Psicológicas Basadas en Evidencia (TPBE) como aquellas que han mostrado ser eficaces en investigaciones controladas con una población 8 específica (Chambless & Hollon, 1998). Ahora bien ¿cuándo consideramos que un tratamiento es eficaz?. Esta pregunta llevó a los distintos grupos a formular criterios para determinar el grado de apoyatura empírica que un tratamiento psicológico necesita tener para ser difundido para el entrenamiento clínico, y para su implementación en la práctica. Los criterios elaborados por cada grupo son muy similares (Chambless, & Ollendick, 2001) y están fuertemente influidos por el informe inicial del Grupo de Trabajo de la Asociación A.mericana de Psicología. Por esta razón, este artículo se centrará en los criterios elaborados por este último grupo. La decisión de considerar a un tratamiento como eficaz se basa, hasta cierto punto, en criterios que pueden resultar arbitrarios, lo cual condujo a la elaboración de dos categorías: los tratamientos bien establecidos y los tratamientos probablemente eficaces. Aquellos que no alcancen a ser considerados como tratamientos probablemente eficaces serán denominados tratamientos experimentales. En la Tabla l se encuentran detallados los criterios para cada una de las categorías. Chambless et al., (1998) propusieron crear una cuarta categoría llamada tratamientos eficaces y especificas que todavía no ha sido formalmente aceptada. -------~---" El Grupo de Trabajo para la Promoción y Diseminación de los Tratamientos Psicológicos elaboró un listado de tratamientos eficaces empleando los criterios de la Tabla 12 . En la elaboración de este listado se tuvieron en cuenta los efectos de los tratamientos sobre el problema principal, a pesar de que muchas investigaciones también incluían medidas de psicopatología asociada y de calidad de vida. Insertar Tabla 1 9 El contenido del listado de psicoterapias fue restringido de dos maneras ( Chambless, et al. 1998): por un lado, el listado se focalizó fundamentalmente en la eficacia y no en la utilidad clínica o efectividad de los tratamientos debido a que no se llegó a cubrir la totalidad de los estudios de eficacia de los tratamientos. Una vez que esto suceda se espera tomar en cuenta también la utilidad clínica de un tratamiento para incluirlo en el listado. Por otro lado, este listado se basa principalmente en intervenciones psicológicas aplicadas a pacientes adultos. En una edición especial del Joumal oj Clinical Chíld Psychology (Lonigan, Elbert & Johnson, 1998) se publicó el informe del Grupo de Trabajo de la Asociación A.mericana de Psicología sobre tratamientos eficaces para niños y adolescentes. Uno de los supuestos de los tratamientos psicológicos basados en evidencia es que un tratamiento no funciona para todos los problemas clínicos, por lo cual la pregunta que nos interesa responder es: ¿qué tratamiento psicológico es eficaz, para qué tipo de problema? y en lo posible, ¿qué tipo de tratamiento es eficaz para un ¡;aciente enparticulary aplicado por quiéJVes? De esta manera, para que los resultados de una investigación nos den una información valiosa, es importante operacionalizar claramente las caracteristicas de las muestras de sujetos de una investigación, de modo que aquellos que lean las investigaciones puedan determinar a qué tipo de pacientes puedan generalizar dichos resultados. Si bien la forma en que la mayoría de las investigaciones actuales determinan la homogeneidad de una muestra es según el diagnóstico psiquiátrico, también es posible conformarla según otros criterios corno por ejemplo, dimensiones de la personalidad, procesos cognitivos, o bien mediante el empleo de una combinación de distintos criterios 10 (por ejemplo, personas con Trastorno Obsesivo Compulsivo con puntajes de 17 o más en la escala Y-BOCS). Cabe destacar que el Grupo de Trabajo de la APA adoptó como criterio · que el foco del tratamiento pueda ser identificado de manera confiable. De todas maneras, una de las ventajas del empleo del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Cuarta Edición (MDE-IV) y de la Clasificación Internacional de las Enfermedades, Capítulo F(CIE-10) es que los psiquiatras habitualmente emplean esos mismos criterios en los estudios de eficacia, favoreciendo de esa manera la comparación entre distintas modalidades de tratamientos. Guías de Excelencia para la Práctica Clínica. El Modelo de la A.P A: eficacia y utilidad clínica La gran cantidad de tratamientos habitualmente aplicados para un mismo problema psicológico y la existencia de tratamientos psicológicos eficaces, ha llevado a considerar la posibilidad de que algunos de los tratamientos empleados sean más eficaces que otros, o bien que algunos de los tratamientos empleados no hayan recibido apoyatura empírica alguna, y en consecuencia no sepamos siquiera si son iatrogénicos o no. Es decir, hay una creciente preocupación por aumentar la calidad de los servicios de salud. Esta realidad sumada al interés por reducir los costos de la salud ha conducido en Estados U nidos a la creación de una Agencia para el Cuidado, la Planificación e Investigación de la Salud (Agency for Health Care Policy and Research), que determina qué tratamientos son eficaces para qué tipo de trastornos y se encarga de su difusión. En la actualidad, esta agencia gubernamental y la Asociación Americana de Psiquiatría, han producido la mayoria de las Guías de Excelencia para la Práctica Clínica en las cuales 11 se incluyen los tratamientos considerados como eficaces hasta la fecha. Estas guías, sin embargo, se caracterizan por un marcado énfasis en el uso de los tratamientos farmacológicos en detrimento de los tratamientos psicológicos o bien en algunos casos por una minimización de los alcances de la psicoterapia basada en evidencia (Craske & Zucker, 2001 ), a pesar de que los tratamientos psicológicos han demostrado ser tanto o más eficaces que los tratamientos farmacológicos en algunos trastornos mentales (Barlow, Levitt & Bufka, 1999). En otros casos las guias han sido confeccionadas por sistemas de salud con fines de lucro, y por lo tanto han enfatizado el empleo de estrategias de reducción de costos sin tener en cuenta los resultados de los servicios ofrecidos, Es en este contexto que la Asociación Americana de Psicologia, decidió elaborar un Modelo (Template) para el desarrollo de guías para la práctica clíniéa (Task Force, 1995). El objetivo de este modelo es el de realizar una rigurosa evaluación de la apoyatura empírica de cada tratamiento para un trastorno en particular antes de incluirlo en las guías. El Grupo de Trabajo de la APA (Task Force, 1995) ha sugerido que las guías sean elaboradas por un panel interdísciplinario, de modo que no se dejen de lado estudios de eficacia que apoyen uno u otro enfoque. Como se ha mencionado, la elaboración de estas guías tiene por objetivo aumentar la calidad del servicio que se brinda y se supone que servirá a tal fin, por lo tanto, su utilidad para mejorar la calidad de la atención deberá ser demostrada. 12 A continuación veremos que el Modelo propuesto por la AP A propone que el contenido de las guías sea evaluado en dos ejes. El primero, se refiere a una evaluación rigurosa de la eficacia de los tratamientos psicológicos, mientras que el otro eje se refiere a la utilidad clínica de un tratamiento (Ver Tabla 2). En los siguientes apartados se desarrollará cada uno de estos ejes. Insertar Tabla 2 Eficacia (Validez Interna) En este primer eje del Modelo se pone el acento en los estudios de resultados y no en las investigaciones de procesos. La razón principal por la cual estas investigaciones no han sido consideradas en este eje es porque son investigaciones de naturaleza correlaciona! y por lo tanto, no permiten establecer relaciones de causa-efecto entre una variable independiente (tratamiento) y una variable dependiente (severidad de la ansiedad), Para determinar la eficacia de un tratamiento, en general hay acuerdo en señalar que los diseños más adecuados son los estudios controlados aleatorízados y los diseños de caso único cuidadosamente controlados. Ambos diseños son tomados en cuenta en los criterios para los Tratamientos Bien Establecidos. Algunos investigadores han señalado la necesidad de considerar también investigaciones con diseños cuasi-experimentales, bajo el supuesto de que la inclusión de estos diseños modificaria el contenido del listado de psicoterapias identificadas como eficaces. Sin embargo, se encontró que la inclusión de investigaciones con diseños cuasi-experimentales no modificó sustancialmente los resultados previamente 13 obtenidos (Beutler, ~ Davison, Karno, & Fisher, 1996) en donde la Terapia Cognitivo- Conductual aparecía como uno de los tratamientos más robustos. Estudios controlados Para determinar la eficacia de un tratamiento, el investigador deberá emplear un diseño de investigación que le permita descartar explicaciones alternativas respecto de los resultados obtenidos o de las diferencias observadas entre los grupos, es decir, el interés principal de los estudios de eficacia es demostrar con el mayor grado de certeza que los cambios observados fueron producidos por el tratamiento. Para determinar si un tratamiento es más eficaz que otro, se deberá tomar en cuenta en el diseño de la investigación los distintos factores que pueden actuar como amenazas a la validez interna de ésta. El grado en que estas amenazas sean tomadas en cuenta determinará el grado de validez interna. Algunas de estas amenazas son: el paso del tiempo, la maduración de las personas, la evaluación repetida. En esta clase de estudios, una vez que se determina que los sujetos cumplen con los criterios establecidos por el grupo de investigadores (por ej: pacientes diagnosticados con Estrés Postraumático ), se los asigna al azar a los distintos grupos que se quiere comparar. Mediante esta forma de asignación se logra que cada sujeto tenga la misma probabilidad de ser asignado a cualquiera de los grupos que quiere compararse, de modo que éstos sean comparables respecto de posibles factores de confusión conocidos y desconocidos por e1 investigador La asignación al azar permite que los distintos grupos no difieran sistemáticamente respecto de alguna variable (por ejemplo: severidad del cuadro) antes de recibir el tratamiento. Por ejemplo, si uno quisiera determinar la eficacia de un tratamiento 14 para la depresión y el modo de asignar sujetos a cada grupo no fuese al azar, podria asignarse inadvertidamente los pacientes más severos al grupo de Terapia Cognitiva, y los pacientes con depresión leve al grupo de Terapia Interpersonal, de ese modo, es posible que aquellos que reciban Terapia Cognitiva obtengan peores resultados que aquellos asignados al otro grupo. En este caso, cuando se quiera comparar ambos grupos, las diferencias atribuidas a los efectos de cada tratamiento no podrán separarse de las caracteristicas de los pacientes (por ej.: severidad del cuadro). Cuando los resultados pueden ser atribuidos con poca ambigüedad a los efectos de la variable independiente (por ej. tratamiento psicológico) se dice que la investigación tiene validez interna. Los estudios adecuadamente controlados permiten inferir que los resultados obtenidos se deben al tratamiento aplicado y no al azar. Sin embargo, es importante recordar que la asignación al azar no asegura por sí misma que los grupos sean equivalentes antes de comenzar el tratamiento. La probabilidad de lograr dicha equivalencia está en función del tamaño de la muestra (Hsu, 1989). Como puede observarse, cuando se plantea la pregunta acerca de la eficacia de un tratamiento siempre es en comparación con otra condición de tratamiento. Si se observan los criterios para Tratamientos Bien Establecidos, se verá que la eficacia puede determinarse en comparación con un grupo placebo psicológico, placebo farmacológico o con un tratamiento previamente considerado de primera línea. Otra forma de grupo control muy empleada en la actualidad es la lista de espera. El uso de un grupo placebo psicológico como grupo control permite controlar los factores comunes de la psicoterapia y favorecer el estudio de los factores específicos de la misma. Esta clase de estudios controla no solamente las amenazas a la validez interna (por ejemplo, paso del tiempo, evaluación repetida) sino también las amenazas a la validez de constructo. 15 Emplear esta clase de grupo control permite saber si es posible que el tratamiento nuevo produzca efectos más allá del solo hecho de ser tratado o de tener expectativas, y posibilita el aislamiento de factores causales responsables del cambio obtenido, dado que las dos condiciones de tratamiento difieren en menor cantidad de aspectos que cuando se compara la Terapia Cognitivo-Conductual solamente con un grupo de lista de espera. Cuando un tratamiento demuestra ser más eficaz que un tratamiento no específico, la evidencia empírica sobre su eficacia es más robusta. Las categorías actuales para la conformación del listado de terapias eficaces, solamente permiten decir que un tratamiento eficaz consiste en aquel que es superior a la ausencia de tratamiento, es decir, al paso del tiempo, la maduración, la evaluación repetida, etc._ Si se llegara a incluir la categoría de tratamientos eficaces y especificas, entonces sí se podría identificar más claramente a aquellos tratamientos que producen efectos más allá de los factores comunes. Esta categoría permitiría el estudio sistemático de los factores específicos de las psicoterapias, favoreciendo su avance. Sin embargo, no ha sido incluida aún porque algunos investigadores sostienen que las consideraciones acerca de la eficacia de un tratamiento son diferentes a las de los mecanismos por los cuales opera3 _ En este punto es interesante destacar que algunos investigadores han abogado (Rosen & Davison, 2003) por la identificación de principios psicológicos basados en evidencia en lugar de la identificación de tratamientos. Sin dudar de los beneficios que esto conllevaría actualmente el principal obstáculo para su realización radica en que no hay acuerdo acerca de por qué funcionan distintos procedimientos psicológicos considerados eficaces. Igualmente esta discusión permite destacar la imperiosa necesidad de que aquellos que reciban entrenamiento en tratamientos basados en evidencia conozcan en profundidad la o las teorías en las cuales se apoyan los tratamientos. -~~~~ 16 Otra critica que se le ha hecho a los criterios de la AP A, es que éstos no han tomado en cuenta los resultados de estudios en donde se comparó el tratamiento psicológico con el farmacológico y su combinación (Véase Foa, Franklin & Moser, 2002). Debido a que los sistemas gerenciados de salud muchas veces han dado por supuesto que la farmacoterapia es menos costosa y tan eficaz como la psicoterapia, se ha sugerido que la ampliación de los criterios en esta dirección seria ventajosa para la difusión de la psicoterapia, dado que se han obtenido resultados favorables para algunos tratamientos psicológicos (Beutler, 1998). Por últTI;io, los criterios propuestos por el Grupo de Trabajo de la Asociación Americana de Psicología, asignan un gran valor a la replicación de los resultados por un grupo independiente de investigadores. La replicación de los resultados permite protegerse de conclusiones erróneas alcanzadas previamente, de eventuales sesgos del investigador que desarrolló la terapia, y permite generalizar los resultados a otros contextos de investigación y a otros psicólogos. Diseños de caso único Como se dijo anteriormente, otro de los diseños considerados para el establecimiento de la eficacia de un tratamiento, es el diseño de caso único, en el cual el sujeto es su propio control. Estos diseños permiten estudiar la variabilidad en un mismo sujeto, a diferencia de los estudios en donde se comparan grupos, en base a medidas de tendencia central de cada grupo (por ejemplo, media aritmética, mediana, etc.). Al promediar los puntajes de unos pacientes con otros, se pierde información sobre cada paciente en particular, algo que para el psicólogo clínico es especialmente relevante. Por ejemplo, en estudios de grupos se calcula la media de una variable en el postratamiento en los dos grupos de tratamiento (por 17 ejemplo, severidad de la depresión al final de cada tratamiento), luego se hace un test de hipótesis y se determina si la diferencia entre ambos grupos es o no estadísticamente significativa. Sin embargo, es posible que algunos de los pacientes tratados hayan mejorado mucho y otros no y aun así las diferencias entre el grupo tratado y el no tratado sean estadísticamente significativas. Los diseños de caso único permiten estudiar posibles fuentes de variabilidad y sugerir hipótesis de por qué algunos mejoran más que otros. Existen diferentes variantes de este tipo de diseño, uno de los más comunes es el llamado A-B-A-B, en donde se comparan los cambios de un paciente a lo largo de las cuatro fases (la fase A es la linea de base en donde no se aplica tratamiento alguno, y la fase Bes la fase de tratamiento). Se considera que hay una relación entre el tratamiento y la variable que se mide (por ej. malestar generado por las obsesiones) si la variable dependiente se modifica en cada fase de tratamiento, y si dicha variable vuelve a los niveles de la línea de base cuando se retira el tratamiento. Esto supone realizar varias mediciones a lo largo del tratamiento y de mayor calidad que en diseños de grupos. Si estos diseños son replicados varias veces con pacientes con características muy similares y bien operacionalizadas (por ejemplo, nueve pacientes con TOC y Tricotilomania), entonces el clínico podrá inferir que pacientes con características similares se beneficiarán con el tratamiento testeado. La importancia de la replicación de los diseños de caso único también es tomada en cuenta en los criterios para considerar a un tratamiento como bien establecido, dado que se requiere que se replique con un mínimo de nueve sujetos. Signtficación estadística y significación clínica 18 Además de las marcadas diferencias entre el ámbito de la investigación y el contexto clínico, tanto Hayes et al., (1999) como Borkovec y Castonguay (1998) coinciden en que la forma en que tradicionalmente se han analizado los datos de las investigaciones ha sido responsable, en gran parte de que la investigación sobre la eficacia de los tratamientos psicológicos no haya tenido el impacto esperado en la práctica clínica. La mayoria de los estudios de resultados ha puesto un marcado acento en mostrar diferencias estadísticamente significativas entre medidas de tendencia central, es decir, en determinar si la diferencia puede ser atribuida al azar o no. A pesar de su importancia, esta información no es suficiente para el psicólogo clínico, pues algunos cambios que son estadísticamente significativos pueden no serlo clínicamente. Esto condujo a la adopción de otras formas de análisis de datos. Por ejemplo, el cálculo de las magnitudes de efecto permite determinar cuánto mejoró el grupo tratado en comparación con el grupo control en términos de desvío estándar, o bien cuanto mejoró un grupo entre el pre y postratamiento. Debido al uso de una métrica común (desvío estándar), las magnitudes de efecto son apropiadas para comparar los resultados de distintas investigaciones, tal como sucede en los meta-análisis. Sin embargo, incluso cuando las magnitudes de efecto sean moderadas o grandes, es posible que un paciente todavía presente síntomas severos del cuadro en cuestión (Abramowitz, 1998). En ese sentido, y a pesar de su utilidad, las magnitudes de efecto no brindan información acerca de la significación clínica de los cambios obtenidos. Para resolver estos problemas en el análisis de los datos, se han desarrollado diversos métodos para calcular empíricamente la significación clínica (McGlinchey, Atkins, & Jacobson, 2002). El método más difundido es el de Jacobson & Truax (1991), que se divíde en dos pasos. El primero, es determinar si un paciente inicialmente identificado como perteneciente a la población disfuncional se encuentra nuevamente en la distribución de la 19 población funcional. Esto supone la existencia de dos poblaciones (funcional y disfuncional) con una distribución aproximada a la normal. El segundo paso consiste en determinar que los cambio.s no se debieron a errores de medición, para lo cual propusieron un índice para evaluar la confiabilidad del cambio (reliable change index). En base a estos dos criterios, se determina si puede hablarse de recuperación, mejoria, ausencia de cambio o deterioro. A pesar de su importancia, la significación clínica no ha· sido incluida en los criterios para evaluar la eficacia de un tratamiento. Según Chambless y Hollon (1998), esto se debe a que los investigadores recién están comenzando a presentar estos datos en sus investigaciones, y a la complejidad para determinar el grado de cambio que debe alcanzarse para cada trastorno. Utilidad clínica de los tratamientos A pesar de disponerse de tratamientos eficaces para una amplia gama de problemas, éstos no han sido los más difundidos (Barlow et al. 1999) e incluso muchos casi no se enseñan en programas de Doctorado. Esta realidad sorprende aún más en países en dónde la investigación en psicología clínica ocupa un lugar privilegíado, como por ejemplo, en Inglaterra y Estados Unidos. AJgunos de los obstáculos para su difusión ya han sido mencionados. Sin embargo, otro de los factores está relacionado con uno de los ejes propuestos por la AP A para evaluar el contenido de las Guías de Excelencia para la Práctica Clínica: la utilidad clínica de un tratamiento. La utilidad clínica puede dividirse en tres componentes principales: factibilidad, generalización y costo-efectividad 20 La factibilidad hace referencia al grado en que el tratamiento puede ser administrado a pacientes que consultan en hospitales, instituciones, o consultorios. Ante la disponibilidad de dos tratamientos igualmente eficaces, que los pacientes prefieran uno en lugar del otro resulta una caracteristica importante a la hora de recomendar una intervención. La probabilidad de cumplimiento con el tratamiento también es importante porque de éste depende la eficacia de un tratamiento. Las razones por las cuales un paciente se puede negar a recibir un tratamiento eficaz pueden ser, su duración, frecuencia, etc. En la evaluación de este aspecto de la utilidad clínica también se toman en cuenta los requisitos para poder recibir entrenamiento y la posibilidad de alcanzar un nivel satisfactorio en la administración del mismo. El segundo componente, se refiere a la posibilidad de obtener una eficacia similar a la demostrada en los centros de investigación cuando el tratamiento es aplicado en distintos tipos de pacientes, en distintos contextos, y por distintos psicólogo clínicos. Cuando se habla de generalizar los resultados de un tratamiento a distintos pacientes, se está hablando de determinar su eficacia con pacientes que presenten comorbilidades, que pertenezcan a distintos grupos etarios, a distintos grupos étnicos, etc .. La investigación. rigurosa de estas variaciones respecto del tratamiento originalmente testeado bajo condiciones controladas, ayudará a determinar la posibilidad de transportarlo a otros contextos. Por último, un tratamiento eficaz deberá ser evaluado respecto de la posibilidad de ser aplicado por psicólogos clinicos que difieran respecto al grado de entrenamiento, experiencia, supervisión recibida, género, grupo étnico, entre otras variables. Por ejemplo, en el trabajo diario no se dispone de una supervisión tan minuciosa como la que puede obtenerse en un ámbito de investigación, los psicólogos no reciben un entrenamiento 21 clínico constante, se trata a los pacientes presenten o no comorbilidades asociadas al problema principal, el foco de la terapia a veces cambia, y el psicólogo clínico debe atender una amplia variedad de trastornos mentales a diferencia del investigador clínico que dedica casi todo su tiempo al estudio de un grupo de trastornos. El tercer componente, está relacionado con la creciente necesidad de saber más acerca de los costos económicos de un tratamiento para una mejor distribución de los recursos. Una de las formas de analizar el este costo es mediante el análisis de la relación costoefectividad. El término costo-efectividad hace referencia no solo a la eficacia de un tratamiento sino también a que éste logre un buen equilibrio entre costos y resultados. Si dos tratamientos son igualmente eficaces y generalizables, será elegido aquel que cueste menos en términos de tiempo, dinero y sufrimiento del paciente. Sin embargo, cuando un tratamiento es más costoso y más eficaz que otro, resulta dificil tomar una decisión debido a que los costos y los resultados de los tratamientos son evaluados en diferentes unidades de medición (Knapp & Healey, 2001). Muchos han argumentado que la asignación aleatoria de sujetos no es posible en el ámbito clínico. Una posible solución fue el desarrollo de diseños cuasi-experimentales en los cuales no se emplea la asignación al azar. En este tipo de diseños los grupos difieren en más de un factor, por ej. un grupo recibe tratamiento y el otro permanece en lista de espera, pero además difieren en cuanto a severidad del cuadro, género, edad promedio, edad de inicio del trastorno, nivel socio-económico, etc .. En resumen., los diseños cuasi-experimentales permiten descartar solamente algunas interpretaciones alternativas (por ej. paso del tiempo) y no otras. Borkovec y Castonguay (1998) señalan que para lograr resultados que sean generalizables y significativos, se necesitan realizar investigaciones controladas en contextos clínicos que permitan establecer 1 22 relaciones especificas de causa-efecto. En otras palabras, si el objetivo de los estudios de efectividad es determinar la eficacia de los tratamientos basados en evidencia en distintos contextos, con distintos pacientes y terapeutas, entonces, los estudios aleatorizados siguen siendo la estrategia metodológica más adecuada. Otra forma tomada en cuenta por la AP A para obtener información acerca de la utilidad clínica de un tratamiento, es mediante ei empleo de diseños de caso único. Como puede verse el modelo propuesto por la AP A para evaluar la eficacia y la utilidad clínica de un tratamiento, asigna un papel principal al psicoterapeuta en el proceso de validación de los tratamientos, ya sea a través del desarrollo de estudios controlados en contextos clínicos o bien a través de diseños de caso único bien controlados. En un intento por acercar al profesional a este proceso de validación han surgido propuestas muy interesantes. Antes de pasar a comentarlas, es importante tomar conocimiento sobre algunos de los prejuicios que los profesionales ma...11tienen respecto de la validez externa de las investigaciones de resultados. Mitos sobre la efectividad de tratamientos eficaces Una de las preocupaciones de los psicólogos clínicos cuando leen las investigaciones es que el ámbito de la investigación es muy diferente al del trabajo diario. Estas diferencias han llevado a muchos psicólogos a casi no tomar en cuenta los resultados de las investigaciones para fundamentar su práctica cotidiana y también han conducido a forjar ciertos "mitos" acerca de la psicologia basada en evidencia. Según Barlow, et al. (1999) existen dos mitos: el mito de la comorbilidad y el mito de la generalización. Ambos 23 constituyen serios obstáculos para la difusión de tratamientos psicológicos basados en evidencia. Respecto del primero, muchos clínicos sostienen que los tratamientos basados en evidencia son eficaces en personas que no presentan comorbilidad alguna, es decir son eficaces en "casos puros". Esto tal vez se deba a que los tratamientos psicológicos específicos se aplican inicialmente a muestras de sujetos elegidos según la presencia de un trastorno o problema en particular. A los fines de reducir la variabilidad, se intenta emplear muestras con la menor cantidad o ausencia de comorbilidades. En respuesta a esta inquietud de los clínicos, los investigadores comenzaron a realizar estudios de resultados con muestras de sujetos con comorbilidades. Por ej. actualmente se dispone de varios estudios que demuestran la eficacia del tratamiento cognitivo-conductual para ei Trastorno de Angustia con o sin Agorafobia, en personas que lo presentan en comorbilidad con Trastornos Depresivos u otros Trastornos de Ansiedad (Brown, Anthony & Barlow, 1995; Tsao, Lewin & Craske, 1998; Tsao, Mystkowski, Craske & Zucker, 2001 ). Los resultados obtenidos con los pacientes que presentaban comorbilidades fueron similares a los de aquellos pacientes que no presentaban comorbilidades. También se dispone de estudios que sugieren la eficacia de la Terapia Cognitivo-Conductual para el Trastorno por Estrés Postraumático en comorbilidad con Depresión (Blanchard et al., 2003, Resick et al., 2002), la cual es una de las comorbilidades más frecuentes en el Trastorno por Estrés Postraumático (Kessler, Sonnega, Bromet, Hughes & Neison, 1995). Estos son solamente algunos ejemplos de estudios de efectividad, en los cuales se emplea..n. muestras de sujetos con las comorbilidades más frecuentes. El mito de la generalización supone que: a) los criterios de inclusión y de exclusión empleados en las investigaciones de eficacia son muy estrictos, y pueden dar lugar a 24 muestras de sujetos muy diferentes a aquellas que habitualmente consultan; b) los resultados positivos obtenidos con aquellos que participaron en la investigación, no son extensibles a aquellos que fueron excluidos del estudio o desistieron de participar. Si se analiza bien de cerca los criterios de inclusión y de exclusión, no parece que las muestras empleadas en investigación clínica sean habitualmente tan diferentes a aquellas que uno puede encontrar en la práctica clínica. Los estudios controlados y aleatorizados si bien confonnan una muestra homogénea de pacientes con el diagnóstico que es objeto de interés principal, varian respecto a las comorbilidades permitidas. Por ejemplo: en estudios de eficacia sobre el Trastorno Obsesivo Compulsivo se excluyen comorbilidades con síntomas psicóticos o retraso mental, en general no se excluyen sujetos con Trastornos de la Personalidad. Este es un dato relevante si se toma en cuenta que el Trastorno Obsesivo Compulsivo presenta una comorbilidad con Trastornos de Personalidad que va del 33 % al 88 % (Summerfeldt, Huta & Swinson, 1998). De ese modo, no seria sorprendente que la eficacia del tratamiento bajo condiciones controladas, fuera similar a la que puede obtenerse en pacientes con Trastorno Obsesivo Compulsivo que tienen Trastornos de Personalidad comórbidos en el ámbito clínico. De hecho, Dressen, Hoekstra, y Amtz (1997) han informado que la eficacia de la Terapia Cognitivo-Conductual para el Trastorno Obsesivo Compulsivo no se ve afectada por la presencia de un Trastorno de la Personalidad, excepto cuando se trata del Trastorno Esquizotipico (Steketee & Shapiro, 1995). Además, debido a la forma en que se obtienen pacientes para participar en investigaciones clínicas muchos centros de investigación especializados se vuelven conocidos en el sistema de salud, y posiblemente reciban aquellos pacientes que son dificiles de diagnosticar y/o han acumulado fracasos terapéuticos. La implicancia de este fenómeno es que muchos 25 centros de investigación informarian los resultados de la aplicación de un tratamiento en muestras de pacientes difíciles o habitualmente resistentes. En cuanto al segundo aspecto de este mito, una estrategia para abordar el sesgo de autoselección consiste en administrar el mismo tratamiento tanto a los sujetos que participan en una investigación, como a aquellos sujetos excluidos o que decidieron no participar en el estudio pero que deseaban recibir el tratamiento sin tener que cumplir con los requerimientos de los investigadores (por ejemplo, llenar cuestionarios en cada sesión). Estudios realizados con pacientes con TOC (Franklin, Abramowitz, Koza.k, Levitt & Foa 1998) y con Fobia Social (Juster, Heimberg & Engelberg, 1995), sugieren que los resultados obtenidos en estudios de eficacia pueden generalizarse a personas que no cumplen los criterios de inclusión o que deciden no participar en las investigaciones por alguna razón u otra. En otras palabras, al menos para algunos trastornos parece ser que aquellos pacientes que no quieren o no pueden ser incluidos en una investigación se benefician del tratamiento, tanto como aquellos que participan de la investigación. Otra estrategia que está comenzando a emplearse para favorecer la transportabilidad de los tratamientos a otros contextos es la estrategia de investigación por benchmarking (benchmarking research strategy). Esta estrategia consiste en aplicar tratamientos psicológicos manualizados en instituciones privadas y comparar los resultados obtenidos con los obtenidos en los centros de investigación. Por ejemplo, la administración del tratamiento manualizado para el Trastorno de Angustia en el contexto de una institución privada arrojó resultados similares a los de los estudios controlados (Wade, Treta & Stuart, 1998). Resultados similares a los estudios controlados se obtuvieron también en un estudio de efectividad de la terapia cognitivo-conductual para la Fobia Social (Lincoln et al., 2003), a pesar de que la muestra de pacientes no estuvo restringida por ningún tipo de criterio, y 26 los tratamientos fueron aplicados en una institución privada de Alemania por terapeutas con distintos grados de experiencia clínica y cantidad de horas de supervisión. Estos estudios sugieren que los tratamientos psicológicos basados en evidencia pueden ser generalizados a distintos tipos de pacientes, distintos contextos y distintos psicólogos clínicos, manteniéndose su eficacia, al menos, para algunos trastornos mentales. Sin embargo, esto no permite afirmar que la cuestión de la utilidad clínica haya sido abordada en todos sus aspectos y para todos los trastornos. En cambio, sí permite decir que el prejuicio acerca de la irrelevancia de los datos obtenidos en investigaciones controladas ya no puede sostenerse (Barlow et al., 1999). En el siguiente apartado, se mencionan algunos proyectos destinados al estudio de la utilidad clínica de los tratamientos y a la necesidad de integrar a los psicólogos clínicos en dichos proyectos. Intentos de acercar a los profesionales al ámbito de la investigación Casi simultáneamente al surgimiento del Grupo de Trabajo de la Asociación Americana de Psicología, se comenzó a elaborar un proyecto destinado a aumentar la participación de los profesionales en proyectos de investigación sobre la efectividad de las terapias. Este proyecto se llama Red de Investigación en Psicoterapia de Pensilvania (The Pennsylvania Psychotherapy Research Network) y ha sido dividido en dos fases. La primera, consistió en el establecimiento de una infraestructura que incorporó a investigadores y a psicólogos clínicos del Estado de Pensilvania. Se espera que con el tiempo esta red se amplie a otros estados de modo de disponer de muestras cada vez más grandes. La segunda fase, consistirá en emplear la estructura creada en la fase anterior para poder desarrollar estudios de 27 efectividad con buena validez interna, es decir, que permitan arribar con la menor ambigüedad posible a una conclusión y obtener conocimientos acerca de los mecanismos de cambio sobre los cuales desarrollar nuevas terapias (Borkovec, Echemendia, Ragusea & Ruiz 2001 ). Los diseños propuestos para el desarrollo de esta segunda fase son los diseños de desmantelamiento, paramétricos y en especial los diseños constructivos. Estos diseños tienen la ventaja de que todos los pacientes recibirán un tratamiento considerado como efectivo, aumentando su aceptación entre los clínicos que participen del estudio. Otra ventaja es que metodológicamente pueden descartarse interpretaciones alternativas importantes (por ejemplo, ei paso del tiempo y factores comunes) y conceptualmente permiten identificar factores específicos de la psicoterapia. Se espera que el desarrollo de la Red de Investigación en Psicoterapia de Pensilvania se desarrolle dentro de los centros de atención clínica universitarios para que sirvan para el entrenamiento de los estudiantes de Doctorado en psicología clínica. De este modo, se espera desarrollar una infraestructura que sirva para la creación de un Sistema Nacional de Clínicas de Entrenamiento al servicio de la Red de Investigación en Psicoterapia, y favorecer la implementación del modelo del científico-profesional (Borkovec, 2002). Una segunda propuesta es la formulada por Persons (2001) quien la ha llamado Práctica Clínica Basada en Evidencia (Evidence Based Clinical Practice). Este proyecto es parecido al de Borkovec et al., (2001 ), pero con algunas modíficaciones interesantes. Las características principales de este proyecto son: la selección de instrumentos de medición relevantes para cada caso, la evaluación antes de cada sesión, el uso de instrumentos empleados en estudios controlados, y un mayor énfasis en la evaluación y en la conceptualización del caso como guía para el desarrollo del tratamiento. Las ventajas de las modificaciones propuestas es que al seleccionar las medidas más relevantes para cada caso, 28 los clínicos estarán más motivados para admínistrarlas y eventualmente adoptarán en su práctica diaria el empleo de instrumentos con buenas propiedades psicométricas que le ayuden en su trabajo y faciliten la publicación de resultados (Véase Persons, Bostrom & Bertagnolli, 1999). Además, la evaluación repetida permite que el tratamiento sea guiado siguiendo la conceptualización del caso. La desventaja de esta propuesta es que sus resultados serán.solamente generalizables a aquellos que están familiarizados con los tratamientos basados en evidencia y sus formas de evaluarlo. En resumen, mientras que el proyecto de Persons parece estar orientado a lograr dicha integración principalmente en el ámbito profesional, la Red de Investigación en Psicoterapia parece poner el acento no sólo en la integración entre la ciencia y la práctica en el ámbito profesional sino también en el ámbito académico. Conclusión El desarrollo y validación de tratamientos basados en evidencia para problemas específicos ha traído grandes ventajas en la atención clínica de trastornos considerados hasta no hace mucho tiempo como intratables (por ejemplo, Trastorno de Angustia, TOC, TEPT). A pesar de disponerse de estudios de efectividad que avalan la relevancia de los estudios controlados, resulta claro que todavía quedan muchos aspectos por investigar acerca de la utilidad clínica de un tratamiento. Tal vez los profesionales latinoamericanos en particular, estemos frente a la posibilidad de interactuar con grupos de investigación altamente especializados y posiblemente interesados en determinar los alcances y limitaciones de estos tratamientos con muestras locales, lo cual podría favorecer el desarrollo de proyectos científicos latinoamericanos en el campo de la psicologia clínica. 29 Dado que la falta de estudios de efectividad ha sido uno de los principales obstáculos para J}I ~ la difusión de tratamientos eficaces, es esperable que en los próximos años asistamos ala aparición de un creciente número de investigaciones con buena validez interna realizadas .,.;;¡~ por profesionales con distinto grado de entrenamiento, supervisión, y experiencia clínica, ~ en el contexto de instituciones, hospitales, etc .. Pará. realizar esta clase de estudios será ~ necesario contar con profesionales que tengan una sólida formación en investigación y en -:; ~~ !:-.. ~~ i psicología clínica. En este contexto, resulta cada vez más claro que un modelo de formación profesional que brinde a los estudiantes conocimientos actualizados sobre investigación, evaluación y aplicación de tratamientos, será tal vez el que mejor se ajuste a ~ 1 k~ = ~3 1 51 estos momentos de cambio. Ahora bien, ¿cuántos tratamientos debe aprender un estudiante de Doctorado? ¿en ese caso en qué contexto deben enseñarse?¿qué se espera hoy día de un psicólogo clínico? ¿es deseable enseñar solamente tratamientos basados en evidencia? ¿cuánto entrenamiento o experiencia se necesita para administrar eficazmente un ·~~ ~~ ~ tratamiento? ¿qué formación deberán tener aquellos que entrenan o supervisan a los ~ ?.:: § ~ ~., profesionales?, ¿cómo determinar la competencia de un clínico para aplicar una intervención? ¿quiénes lo determinan?, etc., son algunas de las preguntas que quedan por responder, muchas de las cuales tienen profundas implicancias académicas. Como se ha señalado la difusión de los tratamientos basados en evidencia depende también de su inclusión en las Guías de Excelencia para la Práctica Clínica, cuya adopción comienza a ser una exigencia para que los sistemas gerenciados de salud logren su acreditación (Barlow et al. 1999; Rayes & Gregg, 2001). La inclusión o no de determinados tratamientos en estas guías tendrá consecuencias académicas, clínicas y económicas. El Modelo propuesto por la AP A ha sido una respuesta institucional de los psicólogos para que sus esfuerzos de validación de tratamientos sea igualmente considerada en la 30 confección de estas guías. En lugar de proponer una serie de Guías elaboradas por instituciones de psicólogos, la APA ha propuesto convocar a representantes de distintas profesiones de la salud mental y a sistemas gerenciados para confeccionar Guías que estén lo menos sesgadas posible por pertenencias profesionales. Hoy día disponemos de estudios controlados con muy buena validez interna que permiten afirmar que muchos tratamientos psicológicos son tan eficaces como la farmacoterapia (Barlow, Gorman, Shear & Goods, 2000; Davidson, Foa, Huppert et al., 2004; Clark, Ehlers, Manus et al., 2003; Elkin et al, 1989; Power, KG., Simpson, M.B., Swanson, V. & Wallace, 1990; Kozak, Liebowitz & F oa, 1999). Esto no debe llevarnos a pensar en términos dicotómicos psicoterapia versus farmacoterapia sino a determinar cuál es el o los tratamientos de primera elección para determinado trastorno según la evidencia disponible hasta ese momento. Muchas veces los psicólogos recibimos pacientes medicados, y los psiquiatras reciben pacientes en tratamiento psicológico. Sin embargo, sabemos poco acerca de la eficacia del tratamiento combinado y cómo combinarlos, por lo que su estudio será de fundamental importancia para la práctica clínica. Otro factor que ha contribuido a un mayor distanciamiento entre investigadores y clínicos fue el excesivo énfasis puesto en la significación estadística. Se espera que el uso de coeficientes de significación clínica, magnitudes de efecto y porcentajes de pacientes que cumplen con índices de alto funcionamiento, ayude a que el profesional pueda obtener información más valiosa acerca de la mejoria esperada con un tratamiento en particular. Respecto de los diseños de investigación es interesante observar la jerarquización que hace la APA de los diseños de caso único. Este reconocimiento de la importancia de la variabilidad intra individual permite comenzar a responder una pregunta que los profesionales siempre quisieron responder: ¿qué tratamiento funciona mejor para este 31 paciente en particular?. Las características de estos diseños lo hacen propicio para ser realizados por psicólogos clínicos que trabajen en empresas de salud. Estas empresas, aunque por distintos motivos, verán con agrado la evaluación de la eficacia de los tratamientos aplicados con instrumentos con buenas propiedades psicométricas. Por otro lado, los diseños de desmantelamiento, paramétricos o constructivos se ofrecen como alternativas interesantes a ser consideradas para futuras modificaciones .de los criterios para determinar tratamientos eficaces. Estos diseños permiten evitar el uso de grupos de pacientes en lista de espera y en consecuencia facilitan su uso en contextos clínicos habituales. Además, se espera que estas estrategias metodológicas permitan un mayor avance en el establecimiento de tratamientos que incluyan los agentes causales del cambio (Borkovec et al. 1998). Las investigaciones muestran que no todos los pacientes responden de la misma manera a un tratamiento, y en el peor de los casos algunos no muestran respuesta alguna. Contrariamente a lo que opinan los detractores de los tratamientos basados en evidencia, Wilson ( 1996) ha señalado que este movimiento, ha permitido prestar mayor atención a aquel porcentaje de pacientes que no responden o responden parcialmente al tratamiento farmacológico y/o psicológico y plantear la necesidad de mejorarlos. Cuando el profesional se enfrenta con estas dificultades, su formación en investigación clínica le permitirá determinar si hay otro tratamiento basado en evidencia para ese trastorno o bien aprovechar esa ocasión para desarrollar estrategias terapéuticas cuyas propiedades podrán investigarse en ese mismo momento (por ej,. hacer un diseño de caso único, y luego hacer replicaciones directas o sistemáticas). Sin dudas, la fuerte tradición en investigación de la terapia cognitivo-conductual ha favorecido su posicionamiento como una terapia de primera línea para algunos trastornos. 32 Sin embargo, lejos de desalentar a psicólogos con otras orientaciones teóricas, resultaria interesante y provechoso para pacientes y profesionales, que este fenómeno estimule la investigación de aquellos tratamientos menos estudiados. En el plano económico local, los sistemas de cobertura en salud mental han mantenido por años una política de reducción de costos. Esto ha redundado en una disminución en los ingresos de las empresas que prestan servicios de salud mental, las que han enfrentado este problema reduciendo drásticamente el monto pagado a los profesionales. Este ajuste ha sido meramente económico y jamás ha tomado en consideración cuestiones de calidad. Creemos que la educación del público, y la adhesión de los profesionales a las intervenciones psicológicas basadas en evidencia, pueden actuar en defensa de la calidad de la atención, poniendo un límite científico y ético a un modelo de intervención basado exclusivamente en consideraciones de costo económico. ,..,,.., .) .) Referencias Abramowitz, J.S. (1998). Does cognitive-behavioral therapy cure obsessive-compulsive disorder'?. A meta-analytic review evaluation of clinical significance. Behavior Therapy, 29, 339-355. American Psychological Association Task Force on Psychological Intervention Guidelines. ( 1995) Template for developing ~idelines: Jnterventions for mental disorders and psychological aspects ofphysical dísorders. Washington, DC: American .Psychological Association. Barlow, D. H., Levitt, J.T. & Bufka, L.F. (1999). The dissemination of empirically supported treatments: A view to the future. Behaviour Research and Therapy, 37, Si 47- Sl62. 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Tratamientos bien establecidos 1 Criterio I - Por lo menos 2 diseños experimentales entre grupos que demuestren eficacia en una o más de las siguientes formas: A- Superior (estadísticamente significativo) a placebo farmacológico o psicológico o a otro tratamiento. B- Equivalente a un tratamiento ya establecido en experimentos con muestras de tamaños adecuados. O bien, Criterio Il- Una gran cantidad de diseños de caso único (n > 9) que demuestren su eficacia. Estos experimentos deben tener: A- Buen diseño experimental B- Comparar la intervención con otro tratamiento como en IA Otros criterios para I y Il Criterio III- Los experimentos deben ser realizados con manuales de tratamiento. Criterio IV- Las características de las muestras de sujetos deben estar claramente especificadas. ¡ 1 1 Tratamientos probablemente eficaces Criterio I- Dos experimentos que muestren que el tratamiento es superior (estadisticamente significativo) a una lista de espera o grupo control O bien, Criterio Il- Uno o más experimentos que cumplan los criterios IA o IB, ID, IV, pero no V para los Tratamientos Bien Establecidos. Criterio III- Una pequeña serie de diseños de caso único (n > 3) distinta a la cantidad ¡mínima necesaria para los Tratamientos Bien Establecidos. 1 Nota: Tornado de "Update on empirically validated therapies, II". D.L. Chambless et al., 1998, The ClinicalPsychologist, 51, 7-12. Copyright, 1998, Division ofClinical Psychology, American Psychological Association. Reproducido con permiso de Division 12, American Psychological Association. Traducido por Lic. Rafael Kichic. r· 41 Tabla 2. Resumen del Modelo propuesto por el Grupo de Trabajo para la elaboración de Guías sobre intervenciones psicológicas. Validez Interna (eficacia) de 8 a 1 aumenta la confianza en la eficacia ( 1) Mejor que una terapia alternativa (estudios aleatorizados y controlados, (EAC)) (2) Mejor que una terapia no específica (EAC) (3) Mejor que la ausencia de terapia.(EAC) (4) Observaciones clínicas cuantificadas (5) Fuerte consenso clinico positivo acerca de su eficacia (6) Consenso ciínico dispar (7) Fuerte consenso clínico negativo acerca de su eficacia (8) Evidencia contradictoria Utilidad Clínica (validez externa) ( 1) Factibilidad (A) Aceptación del paciente (costo, dolor, duración, efectos adversos, etc.) (B) Elección del paciente ante la disponibilidad de dos tratamientos igualmente eficaces ( C) Probabilidad de cumplimiento (D) Facilidad para diseminarlo - por ej. número de practicantes competentes, requerimientos para recibir entrenamiento, oportunidades de entrenamiento~ necesidad de tecnologías costosas o de personal adicional para implementarlo, etc. (2) Generalización (A) Características del paciente. ( l) Diferencias culturales (2) Género (3) Edad ( 4) Otras características relevantes de los pacientes (B) Características del terapeuta (C) Cuestiones relacionadas con la robustez del tratamiento cuando es aplicado a contextos clínicos en los que difieren la duración, frecuencia del tratamiento, etc. (D) Factores contextuales referidos al lugar en el cual el tratamiento es administrado. (3) Costos y beneficios. (A) Costos de administrar la intervención para el individuo y la sociedad. (B) Costos de no administrar la intervención para el individuo y la sociedad Nota: Tornado de "The dissemination of empirically supported treatments: A view to the future"- D.H. Barlow, J.T. Levitt & L.F., Bufka, 1999, Behaviour Research and Therapy, 37, p. 5156. Copyright, 1999, Elsevier Science Ltd .. Reproducido con permiso del primer autor. Traducido por Lic. Rafael Kichic. Q 42 1 Este grupo de trabajo no se conformó a través de la selección de un panel de expertos de una organización en particular, ni el contenido del ~stado estuvo determinado por un panel ni por el voto de los miembros de una organización (Beutler, 1998). 2 En sus inicios se pensaba actualizar este listado anualmente aunque en la actualidad su última versión fue publicada en el año 1998. La razón se debe a que el Grupo de Trabajo de la AP A fue sucedido por el Comité de Ciencia y Práctica de la División 12 de la AP A (Division 12 Committee on Science and Practice ), el cual decidió suspender las subsiguientes actualizaciones hasta contar con un manual que contribuyera a una mayor claridad en el proceso de evaluación de los tratamientos. 3 McNally (1999) da un ejemplo muy interesante sobre las consecuencias de no tomar en cuenta los factores específicos, al trazar un paralelismo entre el EMDR (Eye Movement Desensitization and Processing) y el Mesmerismo. Según su criterio, si Lavoisier y Franklin hubieran empleado los mismos criterios con los cuales Ja APA evaluó al EMDR, seguramente hubieran considerado al "magnetismo animal" como el agente causal del cambio. Su critica se debe a que no se ha podido demostrar que los movimientos sacádicos de los ojos aumenten la eficacia o rapidez de la terapia cognitivo-conductual de exposición prolongada para el Estrés Postraumático.