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LA REPÚBLICA: GUERRAS CIVILES EN ROMA ANTIGUA
La lucha entablada entre las clases sociales, fue el preludio de las guerras civiles que
se produjeron más tarde, durante las cuales, con el apoyo de fuerzas militares, se
disputaron el poder, sucesivamente, Mario y Sila; luego Pompeyo y César; y más tarde
Antonio y Octavio.
Cayo Mario, (imagen) que pertenecía al partido popular, alcanzó
prestigio con la denominada guerra de Yugurta. Yugurta, sobrino
del rey Micipsa, de Numidia, en el Norte de Africa, que había
quedado dependiente de Roma, a la muerte de su tío heredó una
parte de sus bienes y para quedarse con el resto no trepidó en dar
muerte a sus primos.
Al tener conocimiento de lo ocurrido, los romanos lo citaron para
que diera cuenta de sus actos ante el pueblo de Roma. Para librarse de esta difícil
situación Yugurta sobornó a un tribuno, quien el día del proceso [e impidió hablar y lo
hizo salir de Roma impunemente.
Esto dio lugar a que los romanos enviaran a Africa un ejército a las órdenes de Metelo,
cuyo teniente era Mario. Este logró captarse la simpatía de los soldados y obtuvo ser
nombrado cónsul. En tal carácter se constituyó en defensor de los pobres y se
comportó como los Graco. Además, realizó una reforma militar que dio cabida a los
extranjeros en el ejército, con lo cual éste ya no fue más un reflejo de la sociedad
romana. A partir de entonces los soldados fueron más leales a sus jefes que al estado.
Luego, Mario fue designado para reemplazar a Metelo en el mando del ejército en la
guerra contra Yugurta y con el apoyo de las legiones, obligó al rey númida a huir y
luego a que se lo entregaran prisionero (106 a.C.). En esas condiciones lo envió a
Roma, donde murió de hambre y de frío en un calabozo subterráneo.
Por esa época, unas hordas de bárbaros procedentes de Germania, los cimbríos y los
teutones, habían invadido la Galia y derrotado sucesivamente a seis ejércitos de Roma,
entre los años 110 y 105 a.C. En esas circunstancias se temía que cruzaran los Alpes y
se lanzaran sobre Roma, pero sorpresivamente se dirigieron hacia Iberia. Esto dio el
tiempo necesario para llamar a Mario, que estaba en Africa, con el fin de que acudiera
en defensa de Roma.
Mario reorganizó las legiones, preparándolas para una lucha decisiva y las estableció
en un campamento bien fortificado cerca de Aix, en el Sur de la Galia. Al regreso de los
teutones, porque los cimbrios tomaron otro camino, Mario se valió de una estrategia
que le permitió derrotarlos completamente en una sangrienta jornada, en el año 102
a.C. La tradición asevera que la tierra fue abonada por cientos de cadáveres y que los
marselleses cercaron sus viñedos con los huesos de sus enemigos.
De inmediato, Mario se dirigió al Norte de Italia, donde habían llegado los cimbrios, y
les dio batalla en los llanos de Verceli, en la región del Piamonte, venciéndolos en el
año 101 a.C.
Esta serie de triunfos le valieron a Mario ser proclamado segundo fundador de Roma y
designado cónsul seis veces consecutivas.
El hecho de perpetuarse en el poder le hizo alentar aspiraciones para convertirse en
Soberano, a cuyo efecto, para contar con el apoyo de las tropas, ordenó repartir tierras
entre los soldados.
MARIO Y SILA:
En pleno apogeo de Mario, surgió un temible rival, Mario Cornelio
Sila, (imagen derecha) que era un patricio que había servido a
sus órdenes en la guerra contra Yugurta. La ocasión se presentó
cuando Roma se vio amenazada por una rebelión de los pueblos
italianos, que eran aliados o socios; pues como Mario, que
simpatizaba con su causa, procedió contra ellos con absoluta
energía, Sila asumió el mando y concluyó rápidamente la guerra,
quedando al frente de un poderoso ejército.
Tiempo después, cuando se originó una nueva guerra, esta
vez contra Mitrídates, (imagen izquierda) rey del Ponto, en el
Asia Menor, Mario debió disputarle a Sila el mando de las
tropas y obligarlo a salir de Roma. En consecuencia, Sila fue
en busca de sus legiones y se enfrentó con Mario hasta
vencerlo.
Mario huyó y se escondió en los pantanos de Minturnas, donde fue encontrado y
tomado prisionero, pero nadie se atrevió a cumplir la orden de Sila de ejecutarlo; por
lo que pudo fugar y trasladarse a Africa, pero allí no obtuvo asilo.
Entretanto, sus partidarios, ante la ausencia de Sila, que había pasado al Asia Menor
para luchar contra Mitrídates, lograron recuperarse Con el apoyo del cónsul Cinna.
Mario regresó a Roma y llevó a cabo Una cruel venganza contra sus enemigos. En esas
circunstancias fue nombrado cónsul por séptima vez, pero falleció en el curso del
mismo año 86 a.C., víctima de los excesos que había cometido durante su vida.
A Pesar de la muerte de Mario, su partido siguió controlando la Situación en Roma por
el término de tres años más, pero en el año 83 a.C., Sila regresó del Oriente, luego de
haber vencido a Mitrídates y sofocando las rebeliones de Grecia.
Dictadura de Sila:
Rápidamente recuperó el poder y erigido en dictador perpetuo, puso en ejecución una
sistemática venganza contra {os partidarios de Mario, quienes quedaron sojuzgados en
sus vidas y bienes. Los tribunos perdieron el derecho de vetar y proponer leyes.
Además, se modificaron las leyes para devolverles a los patricios sus antiguos
privilegios. En ese momento pareció que el partido popular había sido eliminado.
Durante tres años Sila ejerció el poder supremo, al cabo de los cuales renunció (79
a.C.) y volvió a ser un simple ciudadano. Al año siguiente falleció en su casa de
Cumas, por los efectos de una terrible enfermedad, que lo consumió gradualmente.
Entretanto, Sertorio había reconstruido el partido de Mario en España y se enfrentó con
los seguidores de Sila, pero fue vencido y muerto.
A su vez, en Italia, se produjo una sublevación de los gladiadores, acaudillados por
Espartaco, un esclavo de raza númida, que organizó un formidable ejército integrado
por esclavos y pastores de los Apeninos, que se enfrentó con éxito contra las legiones
romanas. La lucha se sostuvo durante dos anos, pero finalmente fue vencido en el año
71 a.C., a orillas del Silaro, en la Apulia por el cónsul Marco Licinio’ Craso, rico
propietario que organizó un ejército con sus propios recursos.
Pompeyo:
Durante la dictadura de Sila comenzó a distinguirse uno de
sus jóvenes lugartenientes llamado Cneyo Pompeyo
(imagen). Cuando volvía de España, una vez finalizada la
guerra contra Sertorio, Pompeyo se encontró con los últimos
grupos de gladiadores que seguían resistiendo, y los derrotó
por completo.
Más tarde, en el año 67 a.C. se le encomendó la tarea de
librar a las costas de Italia del ataque constante de los
piratas, para lo cual se le acordaron plenos poderes. En
efecto, aprovechando el desorden provocado por las guerras
civiles, los piratas se habían apoderado del puerto de Gaeta, incendiado una escuadra
romana en Ostia y saqueado la isla de Delos, que era el mercado más importante de
Oriente.
Pompeyo, en menos de tres meses alejó a los piratas y los persiguió hasta sus bases
de apoyo, situadas en el Asia. En estas circunstancias, Pompeyo pareció ser la gran
figura que Roma necesitaba para recuperar su antigua grandeza.
Guerra contra Mitridates: Como vimos, Mitrídate era rey del Ponto, una pequeña
provincia de Asia situada a orillas del Ponto Euxino, pero hacia el año 88 a.C. había
extendido SUS dominios a toda el Asia Menor.
Durante cuatro años Sila luchó contra Mitrídates y finalmente logró vencerlo
reduciéndolo nuevamente a un pequeño territorio.
A la muerte de Sila, Mitrídates volvió a la acción, por lo cual los romanos enviaron
contra él al procónsul Lucio Licinio Lúculo, quien lo aplastó por completo,
apoderándose de un vasto tesoro, que lo convirtió en uno de los hombres más ricos de
Roma.
Luego Pompeyo fue destinado al Asia y completó la obra comenzada por Lúculo,
convirtiendo en provincias romanas al Ponto, Cilicia y a Fenicia; y sometiendo a la
Palestina a la autoridad de Roma (64 a.C.)
Mitrídates, a quien se creía muerto, pensaba entretanto en seguir la lucha contra los
romanos, mediante una gran expedición que pasara a Europa, siguiera el curso del
Danubio y llegara a Italia por el Este, así’ como antes lo había hecho Aníbal por el
Oeste. Sin embargo, esta vez sus tropas se negaron a seguirlo y fue traicionado hasta
por su propio hijo Farnaces. Como no quiso entregarse vivo a los romanos, se suicidó,
en el año 63 a.C.
Con la desaparición de Mitrídates, Pompeyo quedó dueño de la. situación y consolidó el
poder romano sobre el Oriente cercano.
Conspiración de Catilina:
Entretanto, en Roma, Lucio Sergio Catilina (imagen) que,
aunque desprestigiado por sus antecedentes, debido a la
persecución de los amigos de Mario, ejercía gran atractivo
entre sus conciudadanos, tramó una, conspiración para
adueñarse del poder. Entre sus planes figuraba el asesinato
de todos los magistrados y el saqueo de la ciudad.
Sin embargo, la conjuración fracasó debido a la inteligencia y
energía de Marco Tulio Cicerón, célebre abogado y distinguido
político que fustigó a Catilina en una serie de discursos que
se recuerdan como las catilinarias.
Luego de descubrir la conspiración, Cicerón obligó a Catilina a salir Roma e hizo
ejecutar a sus cómplices. Catilina intentó resistirse por las armas, pero fue vencido y
muerto durante la lucha. No obstante, a pesar de haber salvado a la República, Cicerón
fue acusado de no haber respetado las formas legales; pero su conducta fue: aprobada
por el pueblo romano que lo aclamó.
César:
Para esta época, regresó Pompeyo del Asia y
aunque pudo ejercer el supremo poder, quiso
respetar las instituciones romanas y cedió el
gobierno al Senado, que le había exigido licenciar
las tropas y entrar. Roma desarmado. El Senado
aprovechó las circunstancias y humilló a Pompeyo
negándole tierras para sus soldados y no ratificando la paz que había
acordado en el Asia.
Poco después surgió un rival de Pompeyo, que no tuvo tales escrúpulos:
Cayo Julio César. (imagen)
César era sobrino de Mario y por ese motivo estuvo a punto de ser
víctima de las proscripciones de Sila, pero logró escapar y cayó en
manos de unos piratas que respetaron su vida, lo que no impidió que cuando César
pudo liberarse los persiguiera y los hiciera ahorcar.
Finalizada la dictadura de Sila, César fue nombrado edil y luego recorrió todas las
magistraturas y obtuvo el mando de una expedición; que se dirigía a España.
César alentaba grandes ambiciones y para lograr sus propósitos se hizo amigo de
Pompeyo, que era el más respetado de los romanos, también de Craso, que era el más
rico, y formé con ellos una alianza secreta que dio existencia a lo que se conoce como
el Primer Triunvirato.
Valido de esta influencia obtuvo el nombramiento de cónsul, cargo desde el cual realizó
una importante obra de gobierno que acrecentó su popularidad. Cuando finalizó su
período se hizo nombrar. procónsul (gobernador) de la Galia, de la que los romanos
poseían solo una parte, por lo que se propuso conquistarla por completo, par obtener
la gloria y la riqueza necesarias para llegar al poder en Roma. ~
Guerra de la Galia:
En un principio, César se presentó a los galos como aliado (58 a.C.) rechazó a los
helvecios, que querían establecerse en la Galia, y luego los germanos, que habían
cruzado el Rin y dominado a varios pueblos del Este, por lo cual fue considerado como
un libertador.
Ante esta situación, los galos del Norte o belgas, interpretaron sentido de la campaña
de César y pretendieron resistirlo, pero fuero vencido en la batalla del río Sambre.
De esta manera, en pocos años, los romanos se apoderaron de la Galia, por lo cual, los
jefes de dos importantes ciudades, Tréueris y Leodiuin (Lieja), iniciaron en el año 54
a.C. una sublevación, que fue reprimida por Cósavtun extrema severidad. Esto dio
lugar a una conjuración, de la que participaron la mayor parte de las ciudades galas, la
que fue encabezada por un joven y valiente guerrero que había servido en las tropas
auxiliares de Roma reclutadas en la Galia, llamado Vercingetorix. (imagen izquierda)
César, que se encontraba en Italia, regresó de inmediato para hacerle frente, pero el
jefe galo destruyó más de veinte poblaciones a su paso para que los romanos
perecieran de hambre. Solamente quedó en pie Avaricum (Bourges), que era la capital
de la Galia, la que cayó en poder de César luego de haber doblegado la heroica
resistencia de sus habitantes.
De allí se dirigió a Gergouia, situada en una elevada meseta, de laderas muy abruptas,
que la hacían casi inexpugnable. César intentó tomarla, pero sus esfuerzos resultaron
infructuosos, por lo que decidió retirarse.
Fue entonces que la caballería gala, desobedeciendo la orden de Vercingetorix, se
empeñó en un combate con los romanos, cerca de Dijón, y sufrió un serio revés.
Esta circunstancia le dio la oportunidad a César de encerrar en la ciudad de Alesia,
próxima a Dijón, a las’fuerzas de Vercingetorix. No obstante, no pudo tomar la plaza
de inmediato porque le ofreció una denodada resistencia.
Un ejército galo de más de 140.000 hombres que concurrió en ayuda de sus
compatriotas no pudo sortear los obstáculos opuestos por los romanos y fue
completamente derrotado (52 a.C.). Al conocer este hecho, Vercingetorix, para salvar
a los galos, se entregó a César, quien lo envió a Roma, donde permaneció seis años
preso, hasta que fue ejecutado.
César se quedó un año más en la Galia para consolidar su victoria y pacificar la región.
Entretanto, en Roma, en la medida que se acrecentaba el prestigio de César, decaía el
de Pompeyo, que ni siquiera podía mantener en orden la ciudad. Craso había muerto
en una campaña contra los partos.
Caída de Pompeyo:
Esto lo decidió a César para derrocar a Pompeyo. A pesar de que estaba prohibido a
los gobernadores romanos salir de su provincia acompañados de las tropas que se
encontraban bajo su mando, César cruzó el Rubícón, que era el límite impuesto por el
Senado, y marchó sobre Roma. Fue en esta ocasión cuando César pronunció su famosa
frase: Alea jacta est (La suerte está echada).
Julio Cesar Cruza el Rubicòn
Ante esta atrevida actitud, el Senado lo declaró enemigo de la República y nombró a
Pompeyo dictador. Sin embargo, éste, a pesar de estar investido de plenos poderes, no
atinó a reaccionar y huyó a Grecia, acompañado por los miembros del Senado y la
mayor parte de los nobles.
Vencidos todos los obstáculos, César entró en Roma sin resistencia alguna, aclamado
por el partido popular. De inmediato constituyó un nuevo Senado con quienes lo
apoyaban. Luego, para asegurar su posición, se dirigió a España, donde se
encontraban las mejores legiones de Pompeyo y se impuso sobre ellas.
En seguida regresó a Italia y luego cruzó al Adriático para ir en búsqueda de Pompeyo.
Este, en principio quiso eludir la batalla, pero presionado por los nobles que lo
acompañaban, se vió obligado a enfrentar a César en Farsalia, en el año 48 a.C.,
donde fue completamente derrotado. Nuevamente en necesidad de huir, Pompeyo se
trasladó al Asia Menor para reunirse con su familia y desde allí a Egipto. donde
esperaba encontrar ayuda o al menos asilo, pero fue víctima de la traición de los
ministros de Ptolomeo que lo asesinaron y entregaron su cabeza a César cuando éste
llegó a Alejandría. César repudió este crimen y ordenó castigar a los asesinos; además,
reemplazó a Ptolomeo por su hermana, la hermosa Cleopatra.
Con el. resultado de la batalla de Farsalia, César quedó en posesión de la Macedonia,
Grecia, el Asia Menor y Egipto.
En esas circunstancias, Farnaces, hijo de Mitrídates, se propuso reconquistar el Asia
Menor, pero César se movilizó con tanta rapidez que, en poco tiempo logró
desbaratarlo de tal manera, que pudo decir con acierto: Vini, vidi, Vinci (Vine, ví,
vencí), frase que reflejaba el apogeo de su poder.
Del Asia Menor, César volvió al Norte de Africa, donde derrotó a los tenientes de
Pompeyo, que continuaban resistiendo, en la batalla de Thapso (46 a.C.). Solamente
los hijos de Pompeyo quedaron en pie con un ejército en España, donde también
acudió César y logró vencerlos en la batalla de Munda (45 a.C.), después de lo cual
quedó dueño absoluto de todo el mundo antiguo y con una fama comparable a la de
Alejandro. Roma lo consagró con el honroso título de Padre (le la Patria y lo nombró
dictador perpetuo, con derecho a designar a todos los magistrados; imperator, o sea,
jefe supremo de las fuerzas armadas; y pontífice máximo, es decir, la suprema
jerarquía religiosa.
La dictadura: En la cumbre del poder, César se mostró magnánimo con sus enemigos
y procuró atraérselos a su causa. Además, emprendió una obra de gobierno destinada
a unificar el mundo romano con las mismas instituciones, a fomentar el desarrollo
económico y a embellecer a Roma.
Sus planes eran todavía más ambiciosos, pero su fortuna se vid interrumpida
bruscamente por una conspiración que acabó con su vida.
En esta conjura participaron todos quienes temían Su despotismo creciente, y no
titubearon en asesinarlo en una ocasión en que visitaba el Senado.
Los conjurados lo rodearon y le dieron muerte a puñaladas(44 a.C.). Entre ellos se
encontraba Bruto, que era el hijo adoptivo de César.
Antonio y Octavio
A la muerte de César, su sobrino Cayo Octavio
manifestó sus intenciones de asumir el poder, por lo
cual tuvo que enfrentarse con Marco Antonio, antiguo
amigo de César que se había proclamado su vengador.
Para ello contó con el apoyo de los republicanos y de Cicerón, que se convirtió
en su consejero.
No obstante, el enfrentamiento no se produjo porque Octavio se reconcilié con
Antonio y se repartió con él y Lépido, jefe del ejército de las Galias, el gobierno
de las provincias; con lo que quedó constituido el Segundo Triunvirato. Para
lograr este acuerdo, Octavio lo entregó a Cicerón, que fue asesinado por orden de
Antonio (43 a.C.). A esta ejecución siguieron muchas otras que hicieron recordar los
tiempos de Sila.
Entretanto, Bruto y Casiu, que habían participado del asesinato de César, al frente del
partido republicano, lograron reunir un ejército de mas de 100.000 hombres en
Macedonia para disputarle el poder al triunvirato.
Antonio y Octavio se dirigieron a su encuentro y los derrotaron en dos batallas
sucesivas en los llanos de Filipos. Al ser vencidos, Casio y Bruto se suicidaron.
Los vencedores se repartieron las posesiones de Roma, correspondiéndole a Octavio el
Occidente, a Antonio el Oriente y a Lépido (imagen derecha) el Africa, aunque este
último resigné sus dominios en favor de Octavio.
Antonio, instalado en Egipto, se enamoré de Cleopatra y se entretuvo en fiestas y
placeres, mientras Octavio consolidaba su poder en Occidente. Finalmente, advertido
de su error, Marco Antonio organizó un gran ejército, con el que se dispuso a combatir
a Octavio. Inducido por Cleopatra resolvió hacerlo por mar. Ambas flotas se
encontraron al Norte de Grecia, en el golfo de Ambracia, cerca de Accio, y ante el
primer embate, Cleopatra, atemorizada, se retira con las naves egipcias y Antonio, en
lugar de seguir combatiendo, optó por seguirla. Octavio los persiguió hasta Egipto,
donde Antonio, sintiéndose derrotado, decidió suicidarse; y Cleopatra, luego de haber
tratado infructuosamente de seducir al vencedor, siguió el ejemplo de su amante.
Egipto quedó convertido en una provincia romana y Octavio, que tomó el nombre de
Augusto hasta entonces reservado a los dioses en emperador de Roma y amo del
mundo (31 a.C.).
SIGLO DE AUGUSTO: Con el encumbramiento de
Octavio, el Imperio romano llegó al máximo de su
extensión y abarcó todo el mundo civilizado de aquella ¿poca, que en conjunto
abarcaba una superficie aproximada a los 9 millones de kilómetros cuadrados.
Sus vastas posesiones limitaban al Oeste con el Océano Atlántico; al Norte con los ríos
Rin y Danubio, el Ponto Euxino (mar Negro) y el Cáucaso; al Este con el mar Hircanio
(Caspio) y el río Eufrates; y al Sur con el mar Eritreo (Omán), Arabia, el golfo Arábigo
(mar Rojo) y los desiertos de África.
La población de estos territorios alcanzaba a los 100 millones de habitantes.