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sábado 16 de agosto de 2008
triunfo en Mérida
ficciones
Edipo es minimalista,
según Jorge Lavelli / 6
Un relato de Ángeles
González Sinde / 9
Pienso, luego...
¡mosquis!
Las enseñanzas filosóficas implícitas
en los personajes de Los Simpsons
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EL PAÍS, sábado 16 de agosto de 2008
libros
Homer y la escuela de Springfield
‘Los Simpson y la filosofía’ aplica el humor de la serie a las corrientes del pensamiento
El ensayo, de próxima publicación en España, ha sido un fenómeno en EE UU e Italia
JORDI SOLER
Barcelona
En la Universidad de Berkeley, en
California, se imparte un curso de
filosofía fundamentado en la vida
cotidiana de la familia Simpson.
El maestro y sus alumnos van tomando nota, a lo largo de un semestre, de los actos y los diálogos
que la tribu de Homer va desvelando semanalmente en la televisión; este conocimiento, aparentemente superfluo, les sirve para
comprender, y luego aplicar, los
engranajes del pensamiento filosófico. Matt Groening, artífice de
esta familia dolorosamente arquetípica, sostiene: “Los Simpson es
un programa que te recompensa
si pones suficiente atención”. Sus
célebres episodios pueden entenderse en distintos niveles, divierten a niños, a adultos y a filósofos;
tres datos sobre la inversión que
lleva cada capítulo de esta serie
dan una idea de su complejidad:
300 personas, que trabajan durante 8 meses, con un costo de 1,5
millones de dólares.
La misma idea de convertir a
la familia Simpson en materia de
especulación filosófica es el tema
de un curioso libro, The Simpsons
and philosophy: the D’oh of Homer
(ese D’oh se traduce en la versión
española por “mosquis”, la célebre interjección de Homer). Una
nueva editorial, Blackie, lo publicará en España en invierno con el
título de Los Simpson y la filosofía.
En este volumen, un éxito de ventas en EE UU e Italia, 20 filósofos,
de diversas universidades de Estados Unidos, ensayan sobre esta familia y su entorno en la desternillante ciudad de Springfield. El
compilador de este proyecto de reflexión colectiva es William
Irwin, profesor de filosofía del
Kings College, en Pensilvania, con
la participación de Mark T. Conrad y Aeon J. Skoble; Irwin es también autor de un célebre ensayo,
en la misma línea de filosofía pop,
titulado Seinfeld and philosophy
(Seinfeld y la filosofía), donde, en
un ejercicio a caballo entre la reflexión y la enajenación que produce mirar tantas horas la tele,
desmonta filosóficamente la vida
del solterón neoyorquino y el grupo de solterones que lo rodean.
Los Simpson y la filosofía comienza con un ensayo de Raja
Halwani dedicado a rescatar, filo-
De izquierda a derecha y en primer plano, Kant, Marx, Roland Barthes y Michel Foucault; detrás, Platón, Ludwig Wittgenstein, Jean Paul Sartre y
Friedrich Nietzsche. La ilustración es una interpretación del olimpo de la filosofía en clave simpsoniana del dibujante Felix Petruska.
sóficamente, lo que Homer tiene
de admirable, y el punto de partida para esta empresa imposible
es Aristóteles, ni más ni menos.
“Los hombres fallan a la hora de
discernir en la vida qué es el
bien”; esta idea aristotélica consuena con esta idea homérica, de
Homer Simpson: “Yo no puedo vivir esta vida de mierda que llevas
tú. Lo quiero todo, las terroríficas
partes bajas, las cimas mareantes, las partes cremosas de en medio”. La interesantísima radiografía filosófica de Homer que hace
Halwani viene salpicada con diálogos y situaciones que hacen ver
al lector lo que ya había notado al
ver Los Simpson en la televisión:
que Homer, fuera de algunos momentos de intensa vitalidad, casi
todos asociados con la cerveza
Duff, no tiene nada de admirable.
“Brindo por el alcohol, que es la
causa y la solución de todos los
problemas de la vida”, dice Homer en un momento festivo, con
“Es un programa que
te recompensa
si pones atención”,
dice Matt Groening
En los episodios se
tratan temas
muy serios con una
mirada satírica
El libro concluye
que la familia es
a la vez capitalista y
crítica marxista
una jarra de cerveza en la mano,
y unos capítulos más tarde se sincera con Marge, su esposa: “Mira
Marge, siento mucho no haber sido mejor esposo; estoy arrepentido del día en que intenté hacer
salsa en la bañera y de la vez en
que le puse cera al coche con tu
vestido de novia… Digamos que te
pido perdón por todo nuestro matrimonio hasta el día de hoy”.
El libro se divide en cuatro
grandes secciones: personajes, temas simpsonianos, la ética de los
Simpson y los Simpson y los filósofos. El resultado, como suele suceder en los libros de varios autores, es desigual y ligeramente repetitivo; sin embargo, su lectura
puede ser muy instructiva para
los millones de forofos de esta serie que desde 1989 presenta una
visión de la sociedad en dibujos
que se parece bastante a la realidad de la familia occidental; en
sus episodios, además de la lúcida
disección que se hace del zoo hu-
Esta niña está en mi cabeza
ANÁLISIS
Eloy Fernández Porta
El único personaje indispensable de Los
Simpson es Lisa. Las astracanadas de
Bart o el payaso Krusty son intercambiables, y cada uno de los caracteres restantes puede ser sintetizado en un giro verbal, así “¡Excelente!”, “Jaaaa-há” u “Hola-holita, vecino”. Esta sucesión de pifias y calamidades no podría sostenerse
narrativamente de no ser por esa con-
ciencia racional, cívica y tocada con collar de bolas que pugna por sobreponerse a la sinrazón de sus mayores. La niña
modélica como imagen del futuro nacional: esta idea ha sido elaborada en el
marco de la teoría política queer y desarrollada por comentaristas como Laurent Berlant o Mariano Rajoy. Sin embargo, Lisa es una “primera de la clase”
más europea que norteamericana. En la
escuela de Estados Unidos no basta con
sacar las mejores notas; es preciso ser
también activa, dinámica, una líder na-
tural; de lo contrario, una quedará reducida a ojito derecho de la maestra. La
singularidad de este personaje determina que en la serie coexistan dos tipos
distintos de sátira, que podríamos llamar “anecdótico” y “trascendental”.
Por una parte, lo que ocurre alrededor de Lisa y a pesar de ella: la incompetencia de los dirigentes, el alcoholismo
de los paisanos, el ridículo cotidiano.
Por otra, lo que le pasa a ella en particular, y que no es sino la cancelación de
todas las ilusiones de trascendencia: el
mano, se tratan temas muy serios
como la inmigración, los derechos de los homosexuales, la energía nuclear, la polución, y todo teñido de una sátira política que al
final, como sucede casi siempre
en los ambientes de Hollywood,
resulta ser más demócrata que republicana.
Hace unos años, Matt Groening declaró que el gran subtexto
de Los Simpson es éste: “La gente
que está en el poder no siempre
tiene en mente tu bienestar”. La
serie está basada en la desconfianza que siente el ciudadano común
frente al poder, en todas sus manifestaciones, y en la necesidad que
éste tiene de preservar a su familia que, por disfuncional que sea,
termina siendo el último refugio
posible. En los capítulos que se
ocupan de los personajes de la serie, los filósofos autores de este
libro aprovechan para revisar el
antiintelectualismo yanqui a la
luz de Lisa, o el silencio de Mag-
ecologismo, la Ilustración, el sentido
de la comunidad... el porvenir, en fin,
tal como lo imagina un europeo con
gafotas. En cada episodio nos reímos 10
veces de asuntos anecdóticos y sólo
una o dos de cosas trascendentales. Por
eso Los Simpson es crítica cultural
punk en estado puro: no porque haga
mofa de lo más sagrado, sino porque
nos dice que el fin de la civilización es
menos grave que la suspensión del programa de Krusty.
Eloy Fernández Porta es autor de Afterpop.
La literatura de la implosión mediática (Berenice), y Homo Sampler, de próxima publicación en
la editorial Anagrama.
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EL PAÍS, sábado 16 de agosto de 2008
libros
gie a partir de esa idea de Wittgenstein que dice “los límites de
mi lenguaje son los límites de mi
mundo”; también hay una sesuda
reflexión sobre Marge, esposa y
madre, como referente moral de
la familia Simpson, y del pueblo
de Springfield; en uno de los episodios aparece este diálogo, debidamente consignado en el libro, entre Marge y el tabernero Moe:
Moe: “He perdido las ganas de
vivir”.
Marge: “Oh, eso es ridículo,
Moe. Tienes muchas cosas por las
que vivir”.
Moe: “¿De verdad?, no es lo que
La vida gamberra
de Bart entronca
con el rechazo a la
moral de Nietzsche
Homer tiene un
carácter vicioso
desde el punto
de vista aristotélico
me ha dicho el reverendo Lovejoy.
Gracias Marge, eres buena”.
Bart Simpson es analizado con
óptica nietzscheana; Mark T. Conrad intenta armonizar la vida
gamberra de este niño con el rechazo de Nietzsche a la moral tradicional. “Yo no lo hice. Nadie me
ha visto hacerlo. No hay manera
de que tú puedas probar nada”, se
defiende Bart en uno de los episodios, ignorando esta contundente
línea de Nietzsche que lo justifica:
La sabiduría
amarilla, en frases
Una selección de algunas de
las frases más memorables
de Homer Simpson:
E
“Yo no puedo vivir esta
vida de mierda que llevas tú.
Lo quiero todo: las
terroríficas partes bajas, las
cimas mareantes, las partes
cremosas de en medio...”.
E “Brindo
por el alcohol: que
es la causa y la solución de
los problemas de la vida”.
E
“Intentar algo es el primer
paso hacia el fracaso”.
E
“Normalmente no rezo,
pero si estás ahí, por favor
sálvame, Superman”.
EA
Billy Corgan, de The
Smashing Pumpkins: “¿Sabes?
Mis hijos piensan que eres
fantástico. Y gracias a tu
música depresiva han dejado
de soñar con un futuro que
no puedo darles”.
E “¿Cuándo
aprenderé? Las
respuestas de la vida no
están en el fondo de una
botella. ¡Están en el
televisor!”.
“No existen los hechos, sólo las
interpretaciones”.
Además de Nietzsche y Aristóteles, Los Simpson y la filosofía
echa mano de Kierkegaard, Camus, Sartre, Heidegger, Popper,
Bergson, Husserl, Kant y Marx, y
este último filósofo da sustancia
al divertido capítulo Un (Karl, no
Groucho) marxista en Springfield,
donde James M. Wallace llega a
la conclusión de que los Simpson
son capitalistas y, simultáneamente, críticos marxistas de la sociedad capitalista. A la hora de desmontar filosóficamente a Homer,
Raja Halwani llega a la conclusión de que el tipo de carácter que
tiene este personaje, desde el punto de vista aristotélico, es el vicioso, su escaso autocontrol frente a
la ira, la alegría, el sexo o la cerveza, sus mentiras y su cobardía histérica en las situaciones en que
tendría que responder como jefe
de la tribu, lo sitúan como la antítesis de la templanza. Esta línea,
dicha por él mismo cuando peligraba su integridad física, describe bien al entrañable personaje:
“¡Oh, Dios mío; criaturas del espacio! ¡No me coman, tengo esposa
e hijos!; ¡cómanselos a ellos!”.
La familia Simpson: de izquierda a
derecha, Lisa, Homer, Bart, Marge
y Maggie, y sus mascotas el gato
Bola de Nieve y el perro Santa.
E “Sólo porque no me importe
no significa que no lo entienda”.
E“Si
cuesta trabajo hacerlo,
es que no merece la pena”.
E “Quiero
decirte las tres
frases que te acompañarán en
la vida. Uno, ‘cúbreme’; dos,
‘jefe, qué gran idea’; tres, ‘así
estaba cuando llegué’”.
E“Hijo,
una mujer es como
una cerveza. Huelen bien,
se ven bien, ¡y matarías a
tu madre por una! Y no
puedes tener sólo una.
Querrás beber a otra
mujer”.
me cago en mis viejos
DÍA 16
por Carlos Cay
an llevado a Urgencias al Ansias, un tipo de la
peña, un gamba de Industriales que mezcló éxtasis líquido con ron. Se pasa la vida puesto, le da a
todo, al alpiste, al jaco, a la farlopa, o de eso presume. Me la suda. Me levantó a una piba hace cuatro
o cinco noches, una piba a la que yo había aflojado
con la mirada, es un decir. Éxtasis líquido. ¿Acaso hay éxtasis
sólido? Ni la desgracia es sólida en este mundo. Lo puedo demostrar porque cuando ya había echado el verano a perros resulta
que tropiezo en una esquina con la piba de las líneas arriba, me
cuenta lo del Ansias, y yo la miro sin saber qué decir y ella me
mira como esperando que le diga algo. La miro y de repente me
sale la frase del libro de mi viejo: la modalidad práctica, digo,
irrita a la modalidad zen. Resulta que la piba es budista o así, de
modo que entiende la frase y queda flasheada. La he pronunciado
refiriéndome al problema del Ansias, claro, que es un gilipollas,
un cutre, un tío que no rula. Los
‘Éxtasis’ líquido.
problemas, le digo a Marisol (así
¿Acaso
se llama la piba), se pueden resolver del modo que nos convenga
hay ‘éxtasis’
a nosotros o del modo que consólido? Ni la
venga al problema. Si los resolvemos del modo que nos conviene
desgracia es
a nosotros, como el Ansias, la casólida en este
gamos porque la modalidad prácmundo
tica irrita a la modalidad zen.
Estoy hablando a ciegas, a lo
loco, pero en medio de toda esa
palabrería se abre un agujerito por el que comprendo un poco lo
que digo. La modalidad práctica irrita a la modalidad zen. ¿Me
ligo a la piba por la modalidad práctica o por la modalidad zen?
Me la he ligado ya por la modalidad zen sin darme cuenta, de
modo que nos vamos detrás de la iglesia y nos damos el pico
media hora. Llevo mirando a esta chica desde que era un chinorro, un crío, vive en Madrid también, pero allí no hemos quedado
nunca. Un día la vi de lejos y cambié de acera. Luego me dio un
bajón histórico. Y ahora, de repente, ya ves. La modalidad zen de
los cojones. Si se entera mi padre, me subraya los apuntes.