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SOREN KIERKEGAARD
SALTO EN EL ABISMO
Víctor Gerardo Rivas
Sören Kierkegaard (Copenhague, 1813-1855), cuyo destino pareció anunciarse desde un principio, pues nació con deformidad física a la que se sumó una salud en constante desequilibrio, estudió teología en su ciudad natal; en 1835 tuvo una fuerte crisis
espiritual y poco después perdió a casi toda su familia, lo cual,
junto con el descubrimiento de que su padre había maldecido a
Dios en su juventud, lo condujo a una experiencia religiosa fundamental en 1838. Tres años más tarde, y sin decir por qué, rompió su compromiso con Regina Olsen, joven a la que había conocido en 1837 y a la que confesaba amar con fervor. A partir de
entonces inició una incansable polémica contra la religiosidad
protestante y contra la filosofía de Hegel, polémica que expuso
en varios libros que firmó con diferentes pseudónimos. A todo
este agitado desenvolvimiento vital se sumó otra iluminación
religiosa en 1848, la cual lo convenció de que Dios le había
elegido para renovar el cristianismo. Murió tras sufrir un ataque
de parálisis. El punto de partida del filosofar de Kierkegaard fue
el desgarramiento que experimenta quien reflexiona respecto al
resto de la realidad, que no es reductible al pensamiento
conceptual porque no es un hecho o un dato ya configurado sino
un acto que conduce a una decisión que se repite de manera
infinita y sin apoyarse en ninguna clase de razón, pues nada, en
efecto, justifica la decisión como tal: igual se hubiese podido
decidir o elegir lo contra152
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Víctor Gerardo Rivas
rio. De ahí que cada decisión sea en sí un salto que se da sobre el
vacío y en el que el individuo pone en riesgo todo su ser: o lo uno o
lo otro, tal es la forma en la que hay que vivir.
La ilimitada apertura de posibilidades que constituye el fundamento de la decisión, aun de la más nimia, explica que de acuerdo
con Kierkegaard la existencia se geste en medio de la angustia,
experiencia determinante que no tiene nada que ver con un estado de
ánimo sobrecogido sino que se refiere a la insuperable contradicción
entre la fínitud del individuo y la universalidad de la vida que se
comparte con los demás y con el resto de los seres.
Por ello, para Kierkegaard la filosofía nunca es una doctrina
abstracta, es una meditación sobre la subjetividad propia cuya
coherencia no la dan los conceptos sino la relación literalmente
trágica entre el pensar y la acción; de ahí que la vida personal sea
indisociable del filosofar y que cuando se proyecta haya de buscar en
el temor y el temblor un inalcanzable fundamento: Dios.
En la religión culmina, en efecto, la vida, pero ello no significa, ni
mucho menos, que Kierkegaard esté a favor de la práctica piadosa o
de la pertenencia a una cierta iglesia, sino que ve en la entrega
incondicionada de la fe el único lazo dable con Dios, lazo que al
individuo pedestre y superficial —entiéndase: moderno— se le
escapa, pues él se halla en un estadio puramente "estético" entregado
a las apariencias y a las convenciones, que lo rigen hasta cuando
pretende cumplir con su deber.
En el estadio religioso, empero, no trasciende el individuo la
angustia; al contrario, ahí se experimenta con mayor radicalidad el
carácter intempestivo de la existencia, cuya única salida, si es que
podemos llamarla así, está en elegir cada instante como si se tratara
de la eternidad: esta "repetición" es la apertura a la infinitud.
Las obras mas importantes de Kierkegarrd son: O lo uno o lo
otro, La repetición y Temor y temblor (las tres del mismo año,
1843), El concepto de la angustia (1844), Las obras del amor
(1847), Mi punto de vista (1859, postuma).
Sören Kierkegaard. Salto en el abismo
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El fragmento que comentaremos proviene de la obra de Kierkegaard
en la cual se plantea con mayor profundidad el vínculo entre la vida
personal y el problema que el autor considera denitorio de nuestra época: el del cristianismo. Lejos de considerar que
la desaparición de la religión cristiana sea un rasgo positivo o, de por
el contrario, deplorarla, Kierkegaard afirma que debe convertírsele en
el eje de cualquier pensamiento radical.
Desde que me convertí en escritor, nunca, ni durante un solo día, he
experimentado aquello de que muchos otros se quejan, es decir, de
una falta de pensamientos o de su incapacidad para presentarlos. Si
esto me ocurriera, sería más bien una ocasión de alegría para mí,
porque finalmente podría tener un día en que realmente fuera libre.
Pero, en cambio, muchas veces he experimentado el estar colmado
con exceso de riquezas, y a cada instante he pensado con horror en la
espantosa tortura de morirme de hambre en medio de la abundancia,
si no obedecía en seguida, dejaba que Dios me ayudara y escribía de
la misma manera, tan tranquila y plácidamente como uno lleva a cabo
una tarea prescrita.
Pero en otro sentido aún he necesitado la ayuda de Dios muchas
veces, día tras día, año tras año, durante todo el curso de mi actividad
como escritor. Porque Él ha sido mi único confidente, y sólo
confiando en su conocimiento me he arriesgado a resistir todo cuanto
he resistido, y he hallado felicidad en la experiencia de estar
literalmente solo en todo el vasto mundo, solo porque, en dondequiera
que estuviese, tanto en presencia de todos como en presencia de un
amigo, siempre estaba oculto bajo el traje de mi engaño, de forma que
entonces estaba tan solo como en las tinieblas de la noche; solo, no en
las selvas americanas con sus terrores y sus peligros, sino solo en
compañía de las más terribles posibilidades, que transforman incluso
la más espantosa actualización en un alivio y un descanso; solo, casi
con el lenguaje humano contra mí; solo con los tormentos que me han
enseñado más que una nueva anotación en el texto sobre la espina de
la carne; solo con decisiones en las que uno necesitaría la ayuda de
amigos, de toda
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Víctor Gerardo Rivas
Bibliografía sugerida
KIERKEGARRD SÖREN, Mi punto de vista. 2ª.ed. Trad. de
José Miguel
Velloso. Buenos Aires, Aguilar, 1983.
COLLETE, Jaques, "Sören Kierkegaard" en Yvon Belaval (Dir.),
Historia
de la filosofía, v. 8, México, Siglo XXI, 1986, 8a. Edic, Trad.
Eduardo
Bustos et al, pp. 113-127.
CHIODI, Pietro, El pensamiento existencialista, México, uteha,
1980,Trad. Héctor Rogel. México, UTEHA, 1980
FERRATER Mora, José, Diccionario de filosofía, tomo III,
Barcelona, Ariel,1994, pp. 2012-17.