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¿Es posible una metafísica que concilie los ámbitos racional y revelado del conocimiento? Sarah Acelia Monreal I. Metafísica y teísmo filosófico Responder a la pregunta de si es posible una metafísica que concilie los ámbitos racional y revelado del conocimiento, nos plantea la dificultad primera de obviar a Dios, como el presupuesto fundamental dado que se trata del problema de la Revelación, cuando, es Dios, la pregunta que ha entrado en crisis, en el contexto global de una crisis mayor: la de la metafísica; 1puesto que la fe en las estructuras de la razón y la fe en Dios, en la metafísica tradicional, pertenecían al mismo credo filosófico. Aunque no entremos por el momento en la “discusión” de la validez argumentativa del problema, nos adelantamos a recordar, que es imposible trazar criterios válidos de demarcación entre filosofía y metafísica, sin presuponer postulados metafísicos; y que establecer los criterios sobre la posibilidad y necesidad de la metafísica, como los de legitimación e invalidez de una determinada metafísica, supone ya otra metafísica. No olvidamos además que es la pregunta sobre Dios, la que pone al descubierto cómo la problemática del teísmo filosófico es inherente al mismo proceso del pensar filosófico, que el problema de Dios se plantea inevitablemente al hombre en conexión con la pregunta de sentido, y que el pensamiento no puede menos de proponer ese problema que es irresoluble en último termino para la razón, desde la vida práctica y las mismas estructuras del discurrir humano, de ahí el postulado de Dios como hipótesis coherente, consistente y legítima. Así nos permitimos „saltar‟ a la afirmación de que el mismo Dios que creó la inteligencia humana para inteligir, y bajo las condiciones y límites propias, 2es el Dios que se le revela, como absolutamente trascendente e inabarcable, jamás conceptualmente agotable y alcanzable pero siendo a la vez el horizonte último de sentido, fundamento incondicionado y omniabarcante de nuestro existir mundano e histórico. En lo que respecta a la crisis de la metafísica, en cuanto filosofía primera, en cuanto saber que presenta un marco de orientación a la vida humana y como apelación a la totalidad e intento de plantearse las cuestiones “últimas” que son también las primeras, y de posibilitar una vida consciente; ahí lo que se cuestiona, es la conexión entre esa filosofía primera y la búsqueda en Dios del fundamento de la realidad, sobre todo desde la impugnación heideggeriana de toda la metafísica como ontoteología y desde la crítica Kantiana que rompe con el planteamiento platónico y la teología natural, para desarrollar la metafísica como ciencia. 3 Y, aunque se acepte la necesidad y actualidad de las preguntas metafísicas, no negamos tampoco que hoy en día, ésta pierde su carácter de saber absoluto para resaltar su falibilidad, su dimensión hipotética e interpretativa de la vida humana, puesto que todo saber global, y la metafísica siempre ha sido una referencia a la totalidad con pretensiones universales, tiene un carácter hermenéutico y es resultado de una extrapolación, consiguientemente un saber 1 cfr. Vicenzo Vitello, Cristianismo sin redención, Nihilismo y religión, Ed. Torotta, col. Paradigmas, no 22, Madrid, 1999; Juan Antonio Estrada, Dios en las tradiciones filosóficas, Aporías y problemas de la teología natural, Ed., Torotta, col. Paradigmas, n° 2, Madrid, 1994 ) 2 De Ver, 15,1 ) 3 Heidegger: Die onto-theo-logische Verfassung der metaphysik, La constittuciòn onto-teo-lògica de la metafísica, en Identität und Differenz, ATT filosofìa, edición bilingüe, Ed Antropos, Barcelona 1990; Kant y el problema de la Metafìsica, 2ª ed, FCE, México, 1996 relativo a la cultura que interpreta. No obstante se mantiene la “proyección” como determinante de cualquier sentido, el cual, no existe como algo objetivo al margen del hombre, quien no renuncia a interpretar, pese a que el resultado hermenéutico esté siempre expuesto a la sospecha, a la crítica y a la argumentación reflexiva. Se trata de convicciones razonables y argumentables que siempre son interpretación y proyección epistemológica, que explicitan al mismo tiempo la heteronomía ontológica del sujeto y eliminan la ilusión de una autonomía epistemológica que pretenda la autofundamentación del cógito y la demostración objetiva de sus construcciones objetivas. Nos remitimos a la necesidad humana de postular sentido, so pena de romper la comunicación y tener que guardar silencio; pero aun así, sigue siendo un sentido postulado y asumido en las mismas estructuras del hombre como hablante, Y aunque la filosofía no pueda demostrar la verdad o no de los diversos teísmos, sí explica cuáles son los problemas humanos de los que surge la religión y la metafísica,. La razón filosófica es metafísica, en cuanto que mantiene preguntas que no pueden tener respuestas definitivas pero que deben permanecer abiertas so pena de clausurar la razón y positivarla. Así para cerrar este punto, concluimos afirmando la persistencia de los problemas metafísicos de los que surge el problema de Dios a partir del hombre, y la pervivencia de la misma metafísica, ( aunque haya que despedirse de los sistemas de saber absoluto, sistemático y unificantes de la filosofía clásica ) II. Hermenéutica , metafísica y Revelación En la tradición filosófica cristiana, la metafísica se presenta como el „habitat‟ más propio de la razón y como el ejercicio por el cual ella se muestra en su más pura esencialidad filosófica. No obstante, no se significa con ello sin más, que la metafísica de suyo, sea la clave hermenéutica de la Revelación, aunque ella haya sido el „instrumento conceptual‟ de la misma, a lo largo de sus dos mil años de servicio en el seno de la teología cristiana. Además, el Misterio Revelado, no es el único misterio que la razón tenga frente a sí. Anterior a él, y en el nivel de suyo natural, la razón, se encuentra ya ante el misterio insondable de lo real: el misterio del ser; por lo que no habrá que apresurarse tan rápidamente a sobrevolar los niveles, ni a identificar unívocamente la naturaleza de „aquellas‟ realidades que en su nivel más alto exceden a la razón. Propiciamos así la comprensión de los límites de la razón frente a la Verdad, la magnitud de ésta y del Misterio4 que toda fe religiosa, sobrenatural y/o revelada, ofrece a la razón misma. Motivo por la cual, la razón „crea‟ o „elabora un tipo de saber metafísico – como „lugar‟ propicio para abordar aquella(s) realidad(es) netamente metafísica(s), o dicho también, como el lugar propicio a la comprensión en los límites de la razón. La metafísica ha de cumplir una tarea, aportando las claves ontológicas, noéticas epistemológicas y lingüísticas, como configurativas o constitutivas de una hermenéutica mediadora y conciliadora de los ámbitos racional y revelado del conocimiento. Y como tampoco podemos aquí ofrecer un amplio desarrollo del problema hermenéutico, nos contentaremos de nuevo con recordar que el problema filosófico de la hermenéutica es el problema de la intelección, 5 realidad sobre la que aun queda 4 “Para ayudar a la razón, que busca la comprensión del misterio, están también los signos contenidos en la Revelación. Estos sirven para profundizar más la búsqueda de la verdad y permitir que la mente pueda indagar de forma autónoma incluso dentro del misterio. Estos signos si por una parte dan mayor fuerza a la razón, porque le permite investigar el misterio con sus propios medios,(....) la empujan a ir más allá de su misma realidad de signos, para descubrir el significado ulterior del cual son portadores. En ellos está presente una verdad escondida “ Fides et Ratio, n° 13. 5 Cfr. E. Coreth, Cuestiones Fundamentales de Hermenéutica, Herder Barcelona, 1971. amplia tarea por realizar, particularmente en su aplicación a la Revelación en su triple dimensión: historia, tradición y teología; más cuando éstas, pertenecen al mundo concreto del hombre, el cual está condicionado histórica y culturalmente, y habrá que salvar amplias distancias temporales y espirituales, las cuales requieren para su comprensión, la comunidad de un horizonte global abarcante, que posibilite, a posiciones distintas, entrar en relación mutua. Mas para preguntar a la comunidad del horizonte empírico por la condición de su posibilidad, habremos de remitirnos a un horizonte metafísico, pues la comunidad de ese horizonte global histórico, está condicionada por el hecho de que toda existencia humana, en todos los tiempos, independientemente de la mutabilidad de sus relaciones, se realiza en el horizonte incondicionado del ser. El hombre, como pregunta y conocimiento, está siempre bajo la exigencia incondicionada de la verdad del ser, experimentando su incondicionalidad más allá de la variabilidad del ente mutable; porque el hombre se experimenta y se entiende a sí, en el horizonte de lo incondicionado. Y como en la intelección histórica y cultural, se trata también de lo distinto, de aquello que no sin resistencia se adapta a nuestro horizonte concreto de comprensión, se exige una ampliación del mundo de comprensión y la apropiación inteligente de contenidos extraños, quizá difícilmente inteligibles ( como es el caso de la Revelación en la historia ) que han y deben ser entendidos en su peculiaridad y a partir de sus condiciones. Pero ¿cómo es esto posible, sin admitir a la vez que el hombre es capaz de trascender la ligazón espaciotemporal de su posición determinada para entender y actualizar los 'aconteceres' que le son lejanos y distintos? Es necesario pues admitir que, todas las cosas y sucesos, en la medida en que están fundamentados y abarcados por el ser en su propia entidad, poseen un valor incondicionado de ser; y el hombre, se realiza justamente en la apertura del ser, puesto que también, todo lo que experimenta lo entiende en el ser y a partir de él, posibilitando su intelección y consiguientemente su apropiación. Cierto que de esto brota un problema hermenéutico que toca a la metafísica misma, que es la interpretación temática del horizonte del ser. Pero la metafísica convierte en temático el ser y lo interpreta, sólo en visión históricamente condicionada, es decir bajo la condición de un mundo de comprensión histórico-lingüístico determinado, en el cual hablamos y entendemos. De ahí la tarea de entender una afirmación metafísica a partir de su mundo de comprensión y la de preguntar qué es lo que significa propiamente y que es lo que en ella ha de ser propiamente dicho, aunque sea en formas de pensar, en maneras de representación y de expresión condicionadas. Por tanto, integrando el hecho y el dato revelado, por mediación metafísica al mundo del hombre, ha de plantearse en esa totalidad del “mundo del hombre”, ese mundo concreto históricamente mediado e interpretado lingüísticamente, para entender la realización de este mundo del hombre, a partir de sus condiciones y orientado hacia el horizonte incondicionado de Dios, y en último término del Dios de la Revelación como el fundamento incondicionado de sentido de la existencia humana en el mundo.6 SINOPSIS ¿Es posible una metafísica que concilie los ámbitos racional y revelado del conocimiento? 6 “La Revelación introduce en la historia un punto de referencia del cual el hombre no puede prescindir, si quiere llegar a comprender el misterio de su existencia” Fides et Ratio, n° 14. Vemos que sí. Hecho innegable es que, el mismo Dios que creó la inteligencia humana para inteligir; y bajo las condiciones y límites propias, es el Dios que se le revela como absolutamente trascendente e inabarcable, jamás conceptualmente agotable y alcanzable, pero siendo a la vez el horizonte último de sentido, fundamento incondicionado y omniabarcante de nuestro existir mundano e histórico. En el ámbito racional, la comprensión del mundo y del hombre, está condicionada por la apertura metafísica del ser, al mismo tiempo que toda nuestra interpretación temática de éste ( el ser ), está retroligada a la comprensión concreta del mundo y condicionada por el mundo lingüístico e histórico, siendo éste la clave hermenéutica, consiguientemente metafísica- del dato revelado, en su triple dimensión: historia, tradición y teología. En la tradición filosófica cristiana, la metafísica se presenta como el „habitat‟ más propio de la razón y como el ejercicio por el cual elle se muestra en su más pura esencialidad filosófica. No obstante, no se significa con ello que la metafísica de suyo (reductivamente) sea la clave hermenéutica de la Revelación, aunque haya sido sí, el „instrumento conceptual‟ ( racona )de la misma, a lo largo de sus dos mil años de servicio en el seno de la teología cristiana. Además, el Misterio revelado, no es el único misterio que la razón tenga frente a sí. Anterior a él, y en el nivel de suyo natural a la razón, se encuentra ya el misterio insondable de lo real : el ser inagotable de lo real; por lo que no habrá que apresurarse tan rápidamente a sobrevolar los niveles, ni a identificar unívocamente la naturaleza de „aquellas‟ realidades que en su nivel más alto exceden a la razón. Se propicia así, la comprensión de los límites de la razón frente a la Verdad, la magnitud de ésta y del Misterio que toda fe „religiosa‟ sobrenatural y/o revelada, ofrece a la razón misma. Motivo por la cual, la razón „crea‟ o „elabora‟ un tipo de saber, ( metafísico ) como un „lugar‟ propicio para abordar aquella(s) realidad(es) netamente metafísica(s), o dicho también, como un lugar propicio a la comprensión en los límites de la razón. Considerando también, que a pesar de que al desfase metodológico entre saber empírico y saber teológico es muy amplio, vemos hoy en día aparecer interrogantes en el seno del saber científico que no son propiamente empíricos, sino más bien extrapolaciones pesudocientíficas, porque se olvida o se resiste a reconocer, que el diálogo entre ciencia y creencia religiosa, lo media la filosofía ( particularmente la metafísica ) de ahí que ocurre, que Dios se convierta en hipótesis suplementaria a la cual habrá de recurrirse si la explicación empírico-científica resulta para ello insuficiente. Pero dada la imposibilidad de verificación de la hipótesis „Dios‟ o al menos de eso que la fe religiosa denomina Dios, la hipótesis cae y con ella –para muchos- la creencia en él. Es aquí, donde la Metafísica, ha de cumplir una tarea, una Metafísica, que aporte las claves ontológicas, noéticas, epistemológicas y lingüísticas , como configurativas o constitutivas de la hermenéutica mediadora y conciliadora de los ámbitos racional y revelado del conocimiento.