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Incipit. Curso en línea de latín básico
Carles Padilla; Josep Lluís Teodoro
Ampliación 6.1.
Corrientes filosóficas en Roma. Dioses étnicos y dioses de
salvación.
La filosofía práctica en Roma
En el llamado siglo de oro de la cultura romana, durante los últimos años de la
República y los primeros del Imperio, la filosofía griega conoció una amplia
recepción. Numerosos escritores latinos, desde diferentes géneros que van
desde la poesía hasta el ensayo, pasando por la oratoria, dejaron huella en sus
escritos de los preceptos de las diversas escuelas filosóficas.
Pero, aparte de la filosofía especulativa sobre temas metafísicos, en Roma
alcanzó un gran desarrollo un tipo de filosofía práctica que reflexiona sobre las
normas de conducta y el modo de enfrentarse correctamente a las vicisitudes
de la vida.
Diversas escuelas de origen griego alcanzaron gran penetración en la sociedad
romana, incluso entre personas no interesadas especialmente por los aspectos
intelectuales de la filosofía. La religión romana no imponía preceptos morales y,
por otro lado, la mitología clásica no cumplía las funciones de normativización
social que actualmente entendemos como propias de los textos sagrados en
las religiones reveladas.
El estoicismo, que llevaba siglos proporcionando reflexiones sobre la
conducta, la moral y el sentido de la existencia, se convirtió en la filosofía más
difundida entre las clases dominantes, porque insistía en la necesidad de tomar
parte en la vida pública y de aceptar las condiciones sociales tal como venían,
sin intentar cambiarlas, porque formaban parte del orden del mundo, y ese
orden estaba determinado por una providencia justa.
El estoicismo tardío, con influencias de otras corrientes, constituyó la base
ideológica de las élites romanas durante gran parte de la época imperial, e
impregnó la literatura y la ideología oficial, llegando a influir en el concepto de
religión tradicional, pero sobre todo en el concepto de obligación ciudadana,
como propio de la élite de gobierno.
Muchas personas cercanas al poder siguieron en mayor o menor medida los
principios del estoicismo, entre ellos Catón de Útica, L. Aneo Séneca, preceptor
del emperador Nerón, y el propio emperador Marco Aurerio.
Junto al estoicismo, también otras escuelas minoritarias, como el escepticismo
y el epicureísmo, tuvieron presencia social y literaria.
El escepticismo, que tuvo como figuras más destacadas a Pirrón y a Sexto
Empírico, sostenía la dificultad de crearse una opinión justa de las
circunstancias que nos rodean, pero sobre todo, puso en duda las tradiciones,
las supersticiones y las religiones heredadas. Esta escuela se esforzó en
desarrollar un método de análisis científico de la realidad.
El epicureísmo, cuya principal figura fue Epicuro (341 aec - 270 aec),
mantenía la necesidad de centrar la vida en la consecución del placer,
entendido, sobre todo, como control de los deseos, para evitar en lo posible el
dolor que necesariamente produce la vida. El epicureísmo planteaba el
alejamiento de las obligaciones ciudadanas y la vida retirada, por eso sus
Incipit. Curso en línea de latín básico
Carles Padilla; Josep Lluís Teodoro
discípulos eran llamados los adeptos al Jardín, en recuerdo de la casa con
amplio jardín que Epicuro tuvo en Atenas y donde impartía sus enseñanzas. El
epicureísmo luchaba contra los miedos, fundamentalmente el miedo a la
muerte y los castigos divinos. Por este último motivo, a menudo chocaba con la
moral tradicional y con la ideología de poder, aunque no buscaba ese
enfrentamiento.
La filosofía epicúrea, basada en principios nobles y en un alto nivel de
autocontrol, fue vulgarizada de modo interesado como una moral egoísta, que
solo buscaba la satisfacción de los bajos instintos.
Junto a estas filosofías prácticas, que exigían un fuerte control de las
emociones y de los instintos para conseguir una vida más feliz, en la Roma
imperial se extendieron cultos religiosos que proporcionaban también la
esperanza de una vida mejor después de la muerte.
La religión étnica romana, basada en el culto a las fuerzas naturales y a los
antepasados, no preveía ningún tipo de justicia divina o teodicea. La gran masa
de desposeídos, de proletarios empobrecidos sin esperanzas de mejorar sus
vidas, de esclavos desarraigados que tenían ante sí una vida de trabajo sin
lazos familiares o los soldados desplazados en situaciones de peligro,
acogieron con entusiasmo las religiones de origen oriental que prometían
justicia divina, castigo a los malvados y una vida mejor después de la muerte.
El culto de Isis y Osiris, el culto a Mitra, los rituales órficos y otras religiones
de salvación se extendieron por todo el Imperio e interactuaron con los
sistemas filosóficos clásicos como el platonismo y el estoicismo.
El neoplatonismo, que se desarrolló ampliamente a partir del s. II ec. tuvo
como base el idealismo y espiritualismo platónico, pero recogió en su seno
corrientes místicas que confluyeron en el judaísmo místico y crearon las bases
del cristianismo.