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Uno de los principios básicos de la filosofía Reggio Emilia:
LA IMAGEN DEL NIÑO.
La piedra angular de la experiencia en las escuelas Reggio Emilia, basada en la práctica, teoría e
investigación, es la imagen que se tiene de los niños como individuos únicos, ricos en recursos,
fuertes, y competentes. Para la filosofía Reggio Emilia los niños tienen potencial, plasticidad,
franqueza, curiosidad, ganas de crecer, un gran sentido de maravillarse por las cosas y el deseo de
comunicarse y relacionarse con la gente. Así pues, el énfasis está puesto en considerar a los niños
como seres con derechos y habilidades más que sujetos con necesidades y carencias que deben
ser satisfechas y subsanadas por los adultos.
Todos estos potenciales que se han mencionado se obtienen y se expresan en primera instancia a
través del grupo de aprendizaje y este hecho nos ha llevado a una búsqueda continua de tener y
proponer un estilo educativo que rompa con la educación tradicional "del individuo carente". Así,
el nido la Tía Carmela por más de tres años ha venido creyendo y practicando la filosofía Reggio
Emilia. Partimos de que los adultos debemos escuchar a los niños más que hablar, y recogemos la
duda y el asombro como factores importantes que junto con la investigación científica y el método
deductivo fomentan el papel de detective que juegan los niños diariamente. Este es pues un
acercamiento en el cual se da importancia a lo inesperado, un acercamiento en el cual no existe
la pérdida de tiempo y una filosofía en la que los profesores saben respetar y darles a los niños el
tiempo que ellos necesitan.
La filosofía Reggio Emilia es un acercamiento que protege la originalidad, la subjetividad, y las
diferencias sin crear un aislamiento del individuo, ofreciendo a los niños el poder ser parte de grupos
de pares donde puedan enfrentar juntos diferentes situaciones, problemas, soluciones y
negociaciones. Este acercamiento solicita que los adultos, tanto profesores como padres, se
ofrezcan como recursos donde los niños puedan acudir cuando lo necesiten. Consecuentemente,
la tarea de estas personas no es simplemente satisfacer necesidades o contestar a preguntas, sino
que por el contrario ayudar los niños a descubrir sus propias respuestas y, más importante aún,
ayudarles a hacerse buenas preguntas.
Maria Inés Castro-Mendívil Pinillos