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ESTUDIOS FILOSÓFICOS
,1
ALGUNOS TEXTOS DEL MAGISTERIO SOBRE LA ENSEÑANZA
DE LA FILOSOFÍA
Optatam Totius (1965)
«Las disciplina filosóficas hay que enseñarlas de suerte que los alumnos
se vean como llevados de la mano ante todo a un conocimiento sólido y
coherente del hombre, del mundo y de Dios apoyados en el patrimonio filosófico siempre válido, teniendo también en cuenta las investigaciones filosóficas de los tiempos modernos sobre todo las que influyen más en la propia nación, y del progreso más reciente de las ciencias, de forma que los
alumnos, bien conocida la índole de la época presente, se preparen oportunamente para el diálogo con los hombres de su tiempo. […]
En el modo de enseñar infúndase en los alumnos el amor de investigar la
verdad con todo rigor, de respetarla y demostrarla juntamente con la honrada aceptación de los límites del conocimiento humano. Atiéndase cuidadosamente a las relaciones entre la filosofía y los verdaderos problemas de la
vida, y las cuestiones que preocupan a las almas de los alumnos, y ayúdeseles también a descubrir los nexos existentes entre los argumentos filosóficos y los misterios de la salvación que, en la teología superior, se consideran a la luz de la fe».
CONCILIO VATICANO II, Decreto Optatam Totius, 15.
[Acceso: 05/10/2009] www.vatican.va > Textos fundamentales > Concilio
Vaticano II > Decretos: Optatam Totius español
http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/
vat-ii_decree_19651028_optatam-totius_sp.html
Pastores dabo vobis (1992)
«Un momento esencial de la formación intelectual es el estudio de la filosofía, que lleva a un conocimiento y a una interpretación más profundos
de la persona, de su libertad, de sus relaciones con el mundo y con Dios.
Ello es muy urgente, no sólo por la relación que existe entre los argumentos
filosóficos y los misterios de la salvación estudiados en teología a la luz
superior de la fe, (Cf. CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA,
Carta a los obispos sobre la enseñanza de la filosofía en los seminarios (20
enero 1972)) sino también frente a una situación cultural muy difundida,
que exalta el subjetivismo como criterio y medida de la verdad. Sólo una
sana filosofía puede ayudar a los candidatos al sacerdocio a desarrollar una
conciencia refleja de la relación constitutiva que existe entre el espíritu
humano y la verdad, la cual se nos revela plenamente en Jesucristo. Tampoco hay que infravalorar la importancia de la filosofía para garantizar
aquella “certeza de verdad”, la única que puede estar en la base de la entrega personal total a Jesús y a la Iglesia. […]
La filosofía ayuda no poco al candidato a enriquecer su formación intelectual con el “culto de la verdad”, es decir, una especie de veneración
ESTUDIOS FILOSÓFICOS, 2
amorosa de la verdad, la cual lleva a reconocer que ésta no es creada y
medida por el hombre, sino que es dada al hombre como don por la Verdad
suprema, Dios; que, aun con limitaciones y a veces con dificultades, la razón humana puede alcanzar la verdad objetiva y universal, incluso la que se
refiere a Dios y al sentido radical de la existencia; y que la fe misma no
puede prescindir de la razón ni del esfuerzo de “pensar” sus contenidos,
como testimoniaba la gran mente de Agustín: “He deseado ver con el entendimiento aquello que he creído, y he discutido y trabajado mucho”.(De
Trinitate XV, 28)».
JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Postsinodal
Pastores dabo vobis, 52.
[Acceso: 05/10/2009]
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_exhortations/docum
ents/hf_jp-ii_exh_25031992_pastores-dabo-vobis_sp.html
Fides et ratio (1998)
«62. Deseo reafirmar decididamente que el estudio de la filosofía tiene
un carácter fundamental e imprescindible en la estructura de los estudios
teológicos y en la formación de los candidatos al sacerdocio. No es casual
que el curriculum de los estudios teológicos vaya precedido por un período
de tiempo en el cual está previsto una especial dedicación al estudio de la
filosofía. Esta opción, confirmada por el Concilio Laterano V, tiene sus raíces en la experiencia madurada durante la Edad Media, cuando se puso en
evidencia la importancia de una armonía constructiva entre el saber filosófico y el teológico. Esta ordenación de los estudios ha influido, facilitado y
promovido, incluso de forma indirecta, una buena parte del desarrollo de la
filosofía moderna. […] Por el contrario, la desaparición de esta metodología causó graves carencias tanto en la formación sacerdotal como en la investigación teológica. Téngase en cuenta, por ejemplo, en la falta de interés
por el pensamiento y la cultura moderna, que ha llevado al rechazo de
cualquier forma de diálogo o a la acogida indiscriminada de cualquier filosofía.
Espero firmemente que estas dificultades se superen con una inteligente
formación filosófica y teológica, que nunca debe faltar en la Iglesia.
63. Apoyado en las razones señaladas, me ha parecido urgente poner de
relieve con esta Encíclica el gran interés que la Iglesia tiene por la filosofía;
más aún, el vínculo íntimo que une el trabajo teológico con la búsqueda
filosófica de la verdad. De aquí deriva el deber que tiene el Magisterio de
discernir y estimular un pensamiento filosófico que no sea discordante con
la fe. […]
102. La Iglesia, al insistir sobre la importancia y las verdaderas dimensiones del pensamiento filosófico, promueve a la vez tanto la defensa de la
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dignidad del hombre como el anuncio del mensaje evangélico. Ante tales
cometidos, lo más urgente hoy es llevar a los hombres a descubrir su capacidad de conocer la verdad y su anhelo de un sentido último y definitivo de
la existencia.
103. La filosofía, además, es como el espejo en el que se refleja la cultura de los pueblos. Una filosofía que, impulsada por las exigencias de la teología, se desarrolla en coherencia con la fe, forma parte de la «evangelización de la cultura» que Pablo VI propuso como uno de los objetivos fundamentales de la evangelización. A la vez que no me canso de recordar la
urgencia de una nueva evangelización, me dirijo a los filósofos para que
profundicen en las dimensiones de la verdad, del bien y de la belleza, a las
que conduce la palabra de Dios. Esto es más urgente aún si se consideran
los retos que el nuevo milenio trae consigo y que afectan de modo particular a las regiones y culturas de antigua tradición cristiana. Esta atención debe considerarse también como una aportación fundamental y original en el
camino de la nueva evangelización.
104. El pensamiento filosófico es a menudo el único ámbito de entendimiento y de diálogo con quienes no comparten nuestra fe. El movimiento
filosófico contemporáneo exige el esfuerzo atento y competente de filósofos creyentes capaces de asumir las esperanzas, nuevas perspectivas y problemáticas de este momento histórico. El filósofo cristiano, al argumentar a
la luz de la razón y según sus reglas, aunque guiado siempre por la inteligencia que le viene de la palabra de Dios, puede desarrollar una reflexión
que será comprensible y sensata incluso para quien no percibe aún la verdad plena que manifiesta la divina Revelación. Este ámbito de entendimiento y de diálogo es hoy muy importante ya que los problemas que se
presentan con más urgencia a la humanidad —como el problema ecológico,
el de la paz o el de la convivencia de las razas y de las culturas— encuentran una posible solución a la luz de una clara y honesta colaboración de los
cristianos con los fieles de otras religiones y con quienes, aún no compartiendo una creencia religiosa, buscan la renovación de la humanidad. Lo
afirma el Concilio Vaticano II: «El deseo de que este diálogo sea conducido sólo por el amor a la verdad, guardando siempre la debida prudencia, no
excluye por nuestra parte a nadie, ni a aquellos que cultivan los bienes preclaros del espíritu humano, pero no reconocen todavía a su Autor, ni a
aquéllos que se oponen a la Iglesia y la persiguen de diferentes maneras»
(GS 92). Una filosofía en la que resplandezca algo de la verdad de Cristo,
única respuesta definitiva a los problemas del hombre, (GS 10) será una
ayuda eficaz para la ética verdadera y a la vez planetaria que necesita hoy
la humanidad».
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JUAN PABLO II, Encíclica Fides et ratio, 62-63.102-104.
[Acceso: 05/10/2009] www.vatican.va > Archivo de los pontífices > Juan
Pablo II > Encíclicas > Fides et ratio español
Discurso al VI Simposio Europeo de Profesores Universitarios
«Como recordé en la encíclica Spe salvi, el cristianismo no es sólo un
mensaje informativo, sino performativo (cf. n. 2). Esto significa que desde
siempre la fe cristiana no puede quedar encerrada en el mundo abstracto de
las teorías, sino que debe bajar a una experiencia histórica concreta, que
llegue al hombre en la verdad más profunda de su existencia. Esta experiencia, condicionada por las nuevas situaciones culturales e ideológicas, es
el lugar que la investigación teológica debe valorar y sobre el cual es urgente entablar un diálogo fecundo con la filosofía.
La comprensión del cristianismo como transformación real de la existencia del hombre, por una parte, impulsa la reflexión filosófica a un nuevo
enfoque de la religión; y, por otra, la estimula a no perder la confianza de
poder conocer la realidad. Por tanto, la propuesta de “ensanchar los horizontes de la racionalidad” no debe incluirse simplemente entre las nuevas
líneas de pensamiento teológico y filosófico, sino que debe entenderse como la petición de una nueva apertura a la realidad a la que está llamada la
persona humana en su uni-totalidad, superando antiguos prejuicios y reduccionismos, para abrirse también así el camino a una verdadera comprensión
de la modernidad.
El deseo de una plenitud de humanidad no puede desatenderse: hacen
falta propuestas adecuadas. La fe cristiana está llamada a afrontar esta urgencia histórica, implicando a todos los hombres de buena voluntad en esa
empresa. El nuevo diálogo entre fe y razón, que se hace necesario hoy, no
puede llevarse a cabo en los términos y modos como se realizó en el pasado. Si no quiere reducirse a un estéril ejercicio intelectual, debe partir de la
actual situación concreta del hombre, y desarrollar sobre ella una reflexión
que recoja su verdad ontológico-metafísica.
[…] También quiero invitaros a impulsar a los jóvenes a comprometerse
en los estudios filosóficos, favoreciendo oportunas iniciativas de orientación universitaria. Estoy seguro de que las nuevas generaciones, con su entusiasmo, responderán generosamente a las expectativas de la Iglesia y de
la sociedad».
BENEDICTO XVI, Discurso al VI Simposio Europeo de Profesores Universitarios,
Roma 7 junio de 2008.
[Acceso: 05/10/2009]
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2008/june/docum
ents/hf_ben-xvi_spe_20080607_docenti-univ_sp.html