Download 9-el_corazon_orante_de_maria_0

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
EL CORAZÓN ORANTE DE MARÍA
Catecismo de la Iglesia Católica
2617. La oración de María se nos revela en la aurora de la plenitud de los
tiempos. Antes de la encarnación del Hijo de Dios y antes de la efusión del
Espíritu Santo, su oración coopera de manera única con el designio amoroso
del Padre: en la anunciación, para la concepción de Cristo (cf Lc 1, 38); en
Pentecostés para la formación de la Iglesia, Cuerpo de Cristo (cf Hch 1, 14).
En la fe de su humilde esclava, el don de Dios encuentra la acogida que
esperaba desde el comienzo de los tiempos. La que el Omnipotente ha hecho
"llena de gracia" responde con la ofrenda de todo su ser: "He aquí la esclava
del Señor, hágase en mí según tu palabra". Fiat, ésta es la oración cristiana:
ser todo de El, ya que El es todo nuestro.
2618. El Evangelio nos revela cómo María ora e intercede en la fe: en Caná
(cf Jn 2, 1-12) la madre de Jesús ruega a su hijo por las necesidades de un
banquete de bodas, signo de otro banquete, el de las bodas del Cordero que
da su Cuerpo y su Sangre a petición de la Iglesia, su Esposa. Y en la hora de
la nueva Alianza, al pie de la Cruz, María es escuchada como la Mujer, la
nueva Eva, la verdadera "madre de los que viven".
2619. Por eso, el cántico de María (cf Lc 1, 46-55; el "Magnificat" latino, el
"Megalynei" bizantino) es a la vez el cántico de la Madre de Dios y el de la
Iglesia, cántico de la Hija de Sión y del nuevo Pueblo de Dios, cántico de
acción de gracias por la plenitud de gracias derramadas en la Economía de la
salvación, cántico de los "pobres" cuya esperanza ha sido colmada con el
cumplimiento de las promesas hechas a nuestros padres "en favor de
Abraham y su descendencia, para siempre".
1. ALGUNAS ADVERTENCIAS PREVIAS
La etapa “Patris mei” no podría estar completa sin dedicar un encuentro a
contemplar a María desde el interior en su relación con Dios. No es un empeño
nuevo. Tantas veces lo hemos hecho… ¡pero no nos cansamos! Ella se
convierte así en educadora de nuestra relación con el Padre y nos hacer tener
un corazón como el suyo. Antes de presentar esa relación evitemos un peligro
real.
a. No reducir a María a fruto de imaginación
Podríamos estar tentados de pensar que Aquella que llamaba a su Dios
"hijo mío", queda excesivamente lejos e la realidad de nuestro terrestre
quehacer. Y podemos caer en la trampa de imaginarnos a una María que
no existió, o que existe solamente en nuestra imaginación. Y lo peor de
eso es que podemos llegar a pensar que el Corazón de María no nos sirve
de modelo, o yendo a otro extremo, nos reduzcamos a decir cosas bonitas
o supuestas sobre cómo vivió su encuentro amoroso con Dios, sin que
tengan incidencia en nuestra vida. La devoción mariana jamás ha estado
libre de este peligro.
Pero no fue fácil el camino para la Madre de Jesús. Nos lo muestra el
Evangelio. En muchas ocasiones el discernir entre el querer de Dios sobre
Ella y vivir en consecuencia desde el encuentro de amor con quien
simultáneamente era su Creador e Hijo fue en extremo doloroso.
Pensemos tan sólo en ese momento culminante del Gólgota. No fue fácil,
pero también allí realizó su ofrenda, y la de su Hijo. Vivió el desgarro que
supuso su acogida obediente del querer del Padre.
b. No ocultar su rostro femenino
El Corazón de María muestra, además, el rostro femenino de la relación
con Dios. Ella, como nadie, encarna en su corazón las actitudes femeninas
más hondas y con profunda raigambre en lo que Dios soñó para nosotras
al crearnos mujeres. Estas actitudes iluminan nuestras búsquedas acerca
de la forma de ser y actuar como mujeres abiertas a Dios e inmersas en la
vida, en el trabajo, en el mundo y, también, pueden potenciar nuestra
1
contribución en la construcción de una Iglesia más materna y samaritana y
de un mundo más humano, mostrando el rostro femenino del amor de
Dios.
c. La relación de María con Dios
María aparece en los Evangelios silenciada y silenciosa. Habla muy poco y
de ella se habla poco. Sin embargo se conservan en la Escritura algunos
datos que nos desvelan con bastante claridad cómo fue su relación con el
Señor. Son muchos quienes, desde su sencillez, consciente o
inconscientemente también han hecho suyo ese camino. Ese es también
nuestro empeño, como Hijas de su Corazón. María, esposa y madre, primera
cristiana, mujer consagrada, llenó una vida de mujer en su casa y en su
pueblo, una vida sencilla, al estilo de la mayor parte de nosotras. Su camino,
por tanto, puede ser el nuestro.
1. Tres expresiones: Para esta reflexión escogeríamos tres expresiones de
los Evangelios:
 "Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38)
 "Bienaventurada la que escuchó la Palabra de Dios y la puso
en práctica"(Lc 11,28)
 "María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su
corazón" (Lc 2,19)
2. Un circuito: Para dar un orden a estos términos diría que María
ESCUCHÓ – GUARDÓ–MEDITÓ - PUSO EN PRÁCTICA. En estos
términos se diría que transcurrió su vida de oración.
3. La fuerza motriz: Pero no los entenderíamos si perdemos de vista que la
fuerza motriz de su vida estuvo en el "hágase en mí según tu palabra".
Conformar su vida con el querer de Dios es lo que le llevó a estar atenta
y escuchar su palabra, a guardarla después en su corazón para
saborearla y, finalmente, cumplirla. Su pasión fue discernir a palabra, el
querer de Dios sobre Ella, para cumplirlo.
2. RASGOS DEL CORAZÓN ORANTE DE MARÍA
a. ESCUCHÓ
1. El primer mandamiento: "Escucha Israel..." es el primer mandamiento,
la primera llamada, el primer requerimiento de amor de Dios hacia una
persona. Es el primer trabajo que Dios pide. Porque sólo si escucha
empezará a conocerse, a conocerle. Como si le dijera: "Calla, silencia
todas esas voces y ruidos de tu ser, que te cansan. Entra en ti misma,
descansa. Ahí estoy yo, en lo profundo, esperándote, para cenar
contigo. No tengas miedo. Encontrarás el gozo y la alegría en al
verdad". Lo primero de todo, es afinar el oído.
2. María lo cumplió en su existencia: María fue grande porque escuchó. El
lugar del evangelio donde ello se nos dice, no puede pasarnos
desapercibido. No podemos pasar sin más por él y decirnos "ya me lo
sé". Prestemos atención. Hay algo muy grande escondido en esas
líneas.
Sin duda aquella mujer sencilla, grande en su corazón, pronunció una
gran verdad: "Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te
criaron". En efecto, María fue dichosa, la más grande de las criaturas,
pues fue la madre de Dios. Sin embargo, Jesús la corrige, y pueden
desconcertarnos sus palabras. Vino a decir que María fue
bienaventurada porque escuchó la Palabra y la cumplió. Como si le
dijera que la grandeza de María no consistía sólo en el hecho de ser
su Madre. María era bienaventurada por sí misma, porque escuchó y
cumplió. Solamente El podría hacer esa corrección. Y en labios de
Jesús es la más bella alabanza a su Madre.
3. María, la mujer atenta: María escuchó. Fue una mujer atenta, abierta,
lúcida, que supo vivir desde dentro, pero sin aislarse, ni distanciarse.
Por ello, en Caná lalma la atención de que fue la única que calló en la
cuenta de que faltaba el vino. La escucha no es ensimismamiento. Es
total apertura, descentramiento, atención, vacío de sí misma para estar
pendiente del Otro y de los otros. Por ello, fue pura capacidad de
2
acogida, disponibilidad abierta, transparencia de amor. Escuchó y se
mantuvo atenta a las Palabras de Dios que le venían de la Escritura y
que le venían de la vida. Y las guardaba en su corazón, buscando
sólo su querer.
Dios la encontró pronta al sí. Por eso pudo entrar y encarnarse en su
ser. Las claves del encuentro amoroso, se cumplieron a la perfección
en ella. Desde su silencio interior, atenta a la presencia, escuchó,
atendió, acogió.
4. Escuchar, primera tarea: Es la actitud que nos ilumina el camino. Es
salir de sí, olvidarse de sí, para acoger. Abrir las puertas, para dejar
pasar al otro. Sin miedo.
El arte ha sabido captar este rostro de María. tantos cuadros, que al
presentar la escena de la Anunciación nos hablan del momento crucial
de la historia de la humanidad, sobre todo de la plenitud de la vida
humana: un ser que escuchó.
Un día de pronto descubrimos lo que significa atender en profundidad,
escuchar en lo profundo la Palabra de Dios, que nos viene en la vida y
en las Escrituras. Empezamos entonces con gozo y alegría a conocer
y a entender a Dios. Humildemente debemos pedir ese don.
Escuchar es empezar a vivir, Salimos de las tinieblas de nuestra
soledad y nos abrimos al ser del otro. Así resistimos la trivialidad
aplastante de la vida; nos oponemos a la idea de que la vida carece
totalmente de objeto en una sociedad tan egoísta y hedonista.
Se trata, por tanto, de estar atentas para escuchar... para escuchar lo
que nos dice Dios en la vida a nuestro alrededor, tanto en el trabajo y
en la familia como en las relaciones sociales y en la vida ordinaria.
Estar atentas a tomar en cuenta en forma muy especial y preferente
las necesidades de los más débiles, de los que son marginados y
despreciados, de los que todo lo necesitan y casi no tienen voz. Estar
dispuestas a pasar por la vida tratando de descubrir las necesidades
de cariño de todos los que nos rodean y las necesidades de libertad y
justicia tanto de los que tenemos cerca como las de nuestro pueblo
que pide ser tomado en cuenta y que clama por una sociedad más
justa, acogedora, participativa, solidaria y humana. Querer ser, en
todos los ambientes, receptoras de los profundos anhelos de vida que
nuestro Dios suscita y promueve abundantemente, en forma siempre
novedosa en este convulsionado tiempo nuestro.
b. GUARDÓ: “Conservaba estas cosas…”
1. Guardar dentro: "María conservaba, guardaba todas estas cosas en
su corazón". A la acción de escuchar-atender sigue la de guardar en
el corazón. El que ama, guarda, conserva lo que escuchó. Es una
actitud entrañable. Dios mismo, en algunas relatos bíblicos, se
proclama guardián, es decir, el que conserva con cuidado y ternura. El
me guarda: "En mis manos te llevo tatuado"; y al cantar a la "viña
hermosa", dice en Isaías:
"Yo, el Señor, soy su guardián,
con frecuencia la riego,
la guardo noche y día".
2. Lo que María guardaba en su corazón: María guardaba todas las
cosas de Jesús, la historia, las palabras, las reacciones, todos los
acontecimientos de la vida de su Hijo; incluso los detalles que la
significaron y tantos pequeños recuerdos. Lo se guarda está vivo,
caliente, late y palpita. Esa memoria afectiva es sustentada por el
amor y fortifica la vida. Se vive de recuerdos entrañables. Lo que se
guarda permanece. Y va iluminando y dando sentido al futuro.
Al guardar aquellas cosas María guardaba a Dios: "Tú estás en mí".
Guardaba la historia de su amor hacia ella y de ella hacia Él, su
presencia, su corazón, su silencio, su voluntad, su misterio
insondable, su ternura, su grandeza, su gloria...
3. Guardar es también "re-cordar" y discernir... Guardar es, en primer
lugar, acoger en el corazón lo escuchado, percibido y vivido, sin
rechazar lo que nos descoloca, asusta o molesta. Y, luego, "recordarlo", es decir, volver a pasarlo por el cedazo del corazón para
3
sentirlo en profundidad y poder entonces discernir mejor hacia dónde
apuntan las fuerzas de vida, de generosidad y de creatividad
escondidas en toda relación y en todo acontecimiento. Esto es muy
importante para no dejarnos engañar por las fuerzas de la muerte y
egoísmo que están siempre actuantes y oponiéndose a las fuerzas de
la vida.
4. Guardar es “hacer propio”, apasionadamente, todo lo que promueve
la vida y la ayuda crecer. Es identificación con el otro. Sólo dejan
huella y nos hacen crecer aquellas opciones que sentimos como
queridos por Dios para nosotras, porque se ajustan a su modo de ser
y proceder. Al entregarnos a ellas de corazón se desata un proceso
de identificación amorosa que libera y transforma.
5. Evitar la precipitación: Guardar se opone a esa precipitación nuestra
que nos hace ir de una cosa a la otra con prisas, sin tomar
conciencia, en busca de novedades olvidándonos de lo que vamos
viviendo. Por ello, cada palabra que escucho en la liturgia o en la
oración, la guardo, está en mí, me vuelve una y otra vez, llena mi
pensamiento y mi corazón, me hace fuerte, me ilumina. Cada rostro
necesitado que se cruza en mi camino, se graba a fuego en mi
alma… Sustenta mi oración continua y me motiva para amar en
concreto. En esa palabra el Señor está en mí. Y ello evita estar
dispersas, nerviosas, agobiadas, des-orientadas.
Y así tales acontecimientos de mi vida van configurando la propia
historia y se cumple el "hágase en mí según tu palabra". Decía
Pascal:"Toda la desgracia de los hombres viene de una sola cosa; el
no saber quedarse tranquilos en una habitación". En nuestra
"habitación" guardemos el Amor a ese Dios que "habita" en nosotras.
Así vivió y oró María. Como ella anhelamos vivir, en medio de la vida
y en medio del mundo.
c. MEDITÓ: "Y las meditaba en su corazón".
1. Hay que deshacer un equívoco: Esto de “meditar” a veces nos puede
echar para atrás. Lo identificamos con el razonamiento, con el deducir
unas cosas de las otras, o con el sacar conclusiones. Se dice que
pensamos poco y, además, que nos da miedo pensar. Tal vez sea
verdad y, por ello, a veces nos falte coraje para vivir.
Pero meditar, como actitud, es otra cosa. Es algo que se hace con el
corazón: "Las meditaba en su corazón". Y no dice en su mente ni en su
cerebro, que por supuesto María también los tenía. En otro lugar de la
Escritura se dice que "la boca del justo meditará mi alabanza".
Con ello se nos quiere decir que meditar es algo que ocurre en el
corazón y la boca. Hace referencia a algo entrañable, a los lugares en
los que se toma el sabor de las cosas. Diríamos que meditar es
saborear, disfrutar, tomar gusto y rumiar.
2. Meditar es la actitud del sabio: Sabio en la Biblia viene de “saber” y de
“sabor”. Sabio es el que acierta a gustar el sabor de las cosas
profundas. Impresiona contemplar a María así, en la actitud del sabio.
Ella guardaba en su corazón y saboreaba las palabras y el amor de
Dios. En silencio atento y amoroso, volcada hacia la vida, su corazón se
llenaba de la Palabra y su boca la proclamaba en la fuerza del Espíritu.
Nosotras deseamos ardientemente que las palabras y el amor de Dios
llenen nuestro corazón y nuestra boca, y nos desborden como ocurrió a
María. El querer de Dios para Ella no era algo que hubiese de ser
sometido a crítica o juzgado. Era para ser amado, para ser saboreado.
3. Una invitación para nosotros: Tal vez esto nos parezca lejano. Pero si
nos detenemos un momento lo podemos descubrir también que esto se
ha dado ya en nuestras vidas. Hemos vivido momentos de plenitud, en
la sencillez, al contacto con la naturaleza, en la vivencia de la amistad,
en ciertos momentos de oración, al acercarnos a alguien… cuando,
tranquilas, pacificadas, hemos saboreado algo muy profundo,
permaneciendo sin más, sin palabras, gozosas, con una vivencia de
plenitud. Saboreábamos en el corazón.
4. Hagamos una pequeña prueba: Son muchísimas las palabras de la
Escritura que hemos escuchado y guardado en nuestro corazón. Sin
duda que también las hemos rumiado y disfrutado. Eso es meditar:
4
conocer y gustar. ¿Por qué no hacer una pequeña prueba? ¿Por qué no
esforzarnos en acoger la Palabra de cada día o los hechos más
menudos que suceden continuamente y los convertimos en ocasión de
encuentro gozoso? Escuchamos en lo profundo la Palabra que se nos
revela, guardémosla como algo precioso, disfrutémosla.
5. La efusión de gozo del Corazón de María: Cuando María encontró a
Isabel, en su Magníficat, se desbordó de tantas palabras, de tanto amor
que había saboreado en su corazón. La sabiduría divina estaba en ella.
La dejó brotar. Ese tipo, tan extraño para tantas personas, de meditación
la ayudó así a vivir en constante actitud de encuentro amoroso, en la
verdad. Y como Ella también nosotras, sin más teorías ni
complicaciones, queremos hacer de este saborear un vivir para Dios. El
no nos ha llamado a la tristeza.
d. PUSO EN PRÁCTICA: "...Y la ponen por práctica"
1. Unir oración y vida: La oración debe ser algo inseparable de la vida.
María fue fiel hasta el fin con el "hágase en mí según tu palabra". Ese
fue el lema de su vida. Por eso, no se conformó sólo con escuchar,
guardar y saborear la Palabra. Además de ello, también la puso en
práctica. Vivió para la Palabra, en obediencia fiel, con una acogida que
la impulsaba a conformar su vida con esa Palabra. Buscó el querer de
Dios, lo amó y lo puso en práctica.
 Tal vez porque nos da miedo descubrir lo que realmente somos,
nuestra verdad, y así dejarnos atrapar por Dios para hacer
nuestro su proyecto sobre nosotras.
3. María fue mística en la acción: Dios estuvo permanentemente presente
en los compromisos y en la vida de María. No hubo momentos de
“vacío”… Y, cuando los sintió, se puso en búsqueda –como narra el
episodio de la subida de Jesús niño a Jerusalén… o en la vida pública…
o en el calvario… María se mantuvo siempre en una tensión de
búsqueda apasionada de Dios y de su voluntad sobre Ella. Su vida se
redujo a intentar agradarle, ayudar, estar atenta a cuantos la rodeaban
según Dios la quería. "He aquí la esclava del Señor" fue la consigna
desde la que alcanzó su plenitud.
Todo ello nos habla también de su ilimitada fe, de su confianza. Su vida
es el testimonio más transparente del "yo creo en Ti, yo confío en Ti, te
amo". No puso su confianza en ninguna otra cosa, sino en el poner en
práctica su voluntad. Por eso Dios la encontró siempre disponible, pronta
al sí. Impresiona verla al final de su vida reunida en oración con los
Apóstoles. Fiel hasta el fin. Sin resignación, sin lamentos, sin quejarse.
Bienaventurada.
2. Somos deficitarias en cumplimiento: Reconozcamos que en esto de
ponerlo en práctica somos deficitarias.
 Tal vez porque nos empeñamos en vivir "según mi palabra" y no
según la suya.
 Tal vez porque nos identificamos fácilmente con lo que nos
parece que somos o con lo que quisiéramos ser, y desde ahí
elaboramos nuestros proyectos, eso sí, con muy buena voluntad.
5
ORACIONES DEL P. CLARET A MARÍA

Autobiografía n. 154: "Oh Santísima Virgen concebida sin mancha
original..."

Autobiografía n. 155: "Al propio tiempo, Madre mía, os suplico..."

Autobiografía n. 156: "¡Ea pues madre mía!..."

Autobiografía n. 163: "¡Oh Inmaculada Virgen y Madre de Dios..."

Autobiografía n. 270-273: "¡Oh Virgen y Madre de Dios..."
6
Indicaciones para el
TRABAJO PERSONAL
Objetivo
Profundizar en la experiencia mariana personal contemplando la
dimensión interior de María y recordando los perfiles más
significativos de su relación con Dios y con los demás.
Método
1. Lectura atenta del documento en plan meditativo. Al ir haciendo la
lectura conviene escribir en el propio cuaderno los rasgos que
aparecen de María y que llaman la atención.
2. En un esfuerzo de “memoria religiosa afectiva” describe las etapas
de tu experiencia mariana: ¿Cómo se despertó, quién te influyó, qué
experiencias más significativas originaron tu consagración a su
Corazón, qué recuerdos te hacen vivirla más a fondo….?
Redáctalas por escrito, porque servirán para compartirlas.
3. Subraya también en particular algunos aspectos marianos que
creas que deban centrar tu trabajo personal de crecimiento creyente
en este momento de tu vida. Serán tema de diálogo con el
acompañante personal en una próxima entrevista.
Para el ENCUENTRO EN COMÚN
Objetivo
Compartir con el grupo de hermanos o hermanas las experiencias
personales cordimarianas y celebrarlas en común.
Encuentro en dos momentos
1. En un primer momento, se comparten en el grupo las experiencias
personales cordimarianas, que se han trabajado con la segunda
pregunta del trabajo personal, tal como se indica en el cuaderno de
trabajo. Ello requerirá estar atentas a lo que nos digan las demás.
2. El segundo momento se puede realizar yendo juntas a alguna
capilla donde haya una imagen del Corazón de María. Será una
pequeña peregrinación. Allá se rezará un rosario al Corazón de
María. Se tendrá en cuenta algunos detalles:

Los misterios –recitados por cada una- tratarán de recoger
alguno de los pasajes o palabras evangélicas de María que
en nuestra experiencia nos haya motivado.

Las letanías serán las compuestas por cada una en el
trabajo personal, en la pregunta cuarta. No deben olvidarse
en casa.

Se puede intercalar algunas de las oraciones marianas del
P. Claret, que dan contenido carismático a esta
peregrinación. (Cf. Las indicadas arriba).
4. Compón una decena de “letanías” personales que recojan tu
experiencia personal. Si es posible, que sean novedosas, en el
sentido de que recojan tu propia experiencia personal (Vg.: “Santa
María de la atención; Santa María del servicio callado; Santa María
de la salud quebrada….etc.). Las llevarás por escrito para la
próxima reunión.
7
8