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DIÁLOGO INTER-RELIGIOSO MONÁSTICO1
Pe. William Skudlarek.
Ante todo, me gustaría decir que estoy muy contento por esta oportunidad de
poder hablarles sobre el diálogo inter-religioso Monástico. En noviembre próximo
iniciaré mi tercer período como Secretario General de esta organización. Una de mis
más importantes y más agradables responsabilidades es informar a la Familia
Benedictina (es decir, a los monjes y a las monjas que siguen la Regla de San Benito)
sobre la existencia y la misión del Diálogo inter-religioso Monástico. Quiero mostrar la
relevancia de este tipo de diálogo para la Iglesia Universal y para nuestra propia vida
monástica. Deseo también invitar a las comunidades monásticas a involucrarse en el
diálogo inter-Religioso de la manera que más les convenga.
DIÁLOGO INTER-RELIGIOSO: LA DOCTRINA DE VATICANO II
Me gustaría comenzar esta presentación resumiendo la doctrina contemporánea
de la Iglesia católica sobre el Dialogo Inter-religioso, que es la piedra angular y la razón
de ser del Diálogo Inter-Religioso Monástico.
Cuando hablamos sobre el Diálogo Inter-religioso en la Iglesia Católica de hoy,
es imposible no destacar la importancia del Concilio Vaticano II. El documento-clave
del Concilio para el diálogo inter-religioso es su “Declaración Nostra Aetate”2, sobre las
relaciones de la Iglesia con las Religiones no Cristianas. En este documento los padres
conciliares subrayaron las implicancias de lo que ellos ya habían dicho en la
Constitución Pastoral Gaudium et Spes, a saber, que la Iglesia se siente real e
íntimamente conectada al género humano y su historia. Por lo tanto, la Iglesia no puede
dejar de relacionarse, de dialogar con personas de diferentes religiones, porque de
hecho, la mayoría de la población mundial no es y nunca fue cristiana. “Nostra Aetate”
es un documento notable. Es la primera vez que una declaración oficial de la Iglesia
1
Versão de Ir. Marta Maria Godoy, OSB, (Rev Maricarmen Bracamontes, OSB)
2
Nostra Aetate, No 1- 2.
Católica dice algo positivo sobre otras religiones. En el pasado, cuando la Iglesia
hablaba de otras religiones, o aún de los cristianos que no eran católicos romanos, las
palabras más usadas eran “contra” o “anatema”. La palabra que Vaticano II usa para
delinear la nueva manera de relacionarse con adeptos de otras religiones es “diálogo”,
una palabra que significa un encuentro con el otro, principalmente en términos de lo que
tenemos en común. Según los Padres conciliares, es preciso entrar en diálogo con las
otras personas, a fin de hacernos conscientes de la unidad que ya es nuestra, pero que no
siempre reconocemos.
Enseguida, después de ofrecer una sinopsis del Hinduísmo y Budismo, “Nostra
Aetate” continúa con estas palabras: la Iglesia Católica nada rechaza de lo que en esas
religiones existe de verdadero y santo. Mira con sincero respeto esos modos de actuar y
vivir, esos preceptos y doctrinas que, aunque se alejen en muchos puntos de aquellos
que ella misma sigue y propone, sin embargo, reflejan, no raramente, un rayo de la
verdad que ilumina todos los [seres humanos].
Después de eso, el documento presenta, algo que veo como absolutamente
impresionantes, lo que la Iglesia Católica debe hacer con su conocimiento de otras
religiones, adquirido a partir del diálogo: [La iglesia Católica] Exhorta ... a sus hijos [e
hijas] a que ... reconozcan, conserven y promuevan los bienes espirituales y morales y
los valores socioculturales que entre ellos se encuentran. Esos tres verbos “reconocer,
conservar, promover” son, creo yo, revolucionarios. Ellos, hoy día, ponen del revés la
manera con que la Iglesia se relacionaba con otras religiones en épocas anteriores. En
lugar de condenar, o aún de corregir a las otras religiones, la Iglesia hoy nos llama a
entrar en diálogo con ellas, un diálogo que nos lleve no sólo a respetarlas, sino también
a preservar y promover, no únicamente los valores socioculturales que en ellas puedan
ser encontrados, sino también los valores morales y espirituales de las mismas.
Tenemos aquí una verdadera ruptura con la forma anterior de pensar y actuar que la
Iglesia adoptaba.
DIÁLOGO INTER-RELIGIOSO MONÁSTICO
Pero ahora tenemos que preguntarnos: ¿“Que quiere decir todo eso para la
familia monástica de la Iglesia Católica?” San Benito consagra gran parte de su Regla a
la oración comunitaria, y por eso no es nada sorprendente que monjes y monjas tengan
un interés especial por la liturgia. El énfasis de la Regla sobre la lectura y el trabajo
manual, y el capítulo dedicado a los artesanos del monasterio, es seguro, tuvo mucho
que ver con el hecho de que monjes y monjas se involucraran con la Educación, la
Agricultura, y las Artes. La tradición de los monjes de dedicarse al trabajo misionero y a
la pastoral remonta a San Gregorio, el Papa benedictino que envió monjes para
Inglaterra alrededor del año 600. Pero, ¿y el diálogo inter-religioso? Además del hecho
de que San Benito no mencione nada sobre la relación de los monjes con personas de
otras religiones, San Gregorio nos dice que, cuando Benito llegó a Monte Casino, uno
de sus primeros actos fue derrumbar el templo de Apolo y construir una capilla dedicada
a San Martín (Diálogos, II, 8). Aunque San Gregorio cuente esa historia en sus
“Diálogos,” queda evidente que la acción de San Benito no tiene nada que ver ver con
diálogo.
Por otro lado, en el capítulo sobre la recepción de hermanos, San Benito dice
que una de las señales de una vocación monástica es que el novicio “busque
verdaderamente a Dios” (58,7). En el prólogo, de su Regla, él escribe: “... con el
progreso de la vida monástica y de la fe, se dilata el corazón y con inenarrable dulzura
de amor es recorrido el camino de los mandamientos de Dios” (Pról, 49). Entonces, tal
vez, podamos afirmar que monjes y monjas quisieran involucrarse en el diálogo interreligioso porque quieren ensanchar esta búsqueda de Dios, familiarizándose con los
valores espirituales, las enseñanzas y las prácticas de otras religiones. Ellos creen que
“el Espíritu del Señor llenó el mundo” (Sabiduría 1,7) y que la expansión de sus
corazones para la obra del Espíritu, en otras tradiciones religiosas, les atraerá más cerca
del Dios que están buscando y que les busca.
Además de eso, en el capítulo de la Regla, sobre la recepción de huéspedes, San
Benito dice que “todos los huéspedes que lleguen al monasterio sean recibidos como
Cristo”. El texto latino del capítulo comienza de la misma manera: Omnes
supervenientes hospites tamquam Christus suscipiantur. La palabra “todos” (omnes)
parece ser muy importante para San Benito en relación a los huéspedes y crea, me
parece, un deseo de ser hospitalario con las personas, cuya religión puede ser diferente a
la nuestra.
DIMMID COMO ORGANIZACIÓN
El impulso para la creación de una organización específica monástica para el
diálogo inter-religioso llegó con una carta que el Cardenal Sérgio Pignedoli, segundo
presidente del que es ahora el Consejo Pontificio para el Diálogo Inter-religioso, envió
al Abad Primado Rembert Weakland en 1974. En ella, él pidió que los monjes
asumieran un papel de liderazgo en el diálogo inter-religioso, porque, como él dijo, “la
vida monástica es un puente entre las religiones.”
La petición del Cardenal Pignedoli en 1978, originó la creación de subcomisiones europeas y norteamericanas para el diálogo inter-religioso, dentro de la
Alianza Inter-Monástica (A.I.M.), una organización que ya había sido establecida, y hoy
es bien conocida en el mundo monástico. Después de quince años, en 1994, el Abad
Primado Jerome Theisen y su Consejo, determinaron que el Diálogo Inter-religioso
Monástico fuera un secretariado general de la Confederación Benedictina, distinto de la
A.I.M., pero siempre en relación con ella.
El nombre oficial de ese secretariado es “Dialogue Interreligieux
Monastique/Monastic Interreligious Dialogue.” El uso del francés e inglés refleja el
hecho de que las dos primeras comisiones fueron creadas en la Bélgica francófona y en
Estados Unidos. Hoy día, es más común usar la sigla “DIMMID”: Diálogo Interreligioso Monástico/Monastic Interreligious Dialogue.
LAS ACTIVIDADES DE DIMMID
El secretariado general de DIMMID promueve el interés y la implicación de
monjes y monjas en el diálogo inter-religioso, a través de comisiones nacionales,
regionales y lingüísticas, conferencias inter-religiosas, y una nueva revista multilingüe,
Dilatato Corde, que puede ser encontrada en la web DIMMID. (es muy fácil visitar
nuestra web; buscándose DIMMID en el Google, es la primera cosa que aparece). La
revista ofrece un fórum donde las personas pueden describir cómo sus corazones fueron
dilatados (y por eso el nombre de la revista, Dilatato Corde, que viene del Prólogo de la
Regla), y como su fe cristiana se profundizó, a través del conocimiento de otras
religiones, del desarrollo de amistades inter-religiosas e, incluso, a través de la
utilización de prácticas espirituales de otras tradiciones religiosas, por ejemplo, formas
de meditación desarrolladas dentro del Budismo o del Hinduismo, o la práctica
musulmana de dhikr (que quiere decir, el recuerdo de Dios).
DIMMID se concentra en un diálogo con monjes y monjas de otras tradiciones
religiosas, cuya vida monástica, se debe subrayar, antecede a la vida monástica cristiana
por cerca de mil años. Para este fin, un programa europeo llamado “Échange Spirituel”
(Cambio Espiritual) está en marcha desde 1979. En este programa, monjes y monjas
budistas de Japón van a experimentar la vida monástica en los monasterios europeos, y
monjes y monjas budistas reciben a los occidentales en sus monasterios, en Japón, para
una experiencia de vida monástica del Zen Budismo. En América del Norte a partir de
2004 hay encuentros regulares del así llamado “Monjas en el Occidente” y “Monjes en
el Occidente”. El objetivo de estas reuniones es dividir los desafíos de la vida
monástica, sea cristiana, sea budista o hindú, en la cultura secularizada y materialista de
América del Norte. Además de eso, monasterios individuales, especialmente en la
Península Ibérica, Inglaterra, Bélgica, Holanda, Francia e Italia, tienen contactos con
comunidades monásticas budistas e hindús de la vecindad, y también con comunidades
musulmanas. En Asia, la relación de monjes cristianos con monjes budistas o hindús es
más frecuente a nivel de cambios informales, en vez de reuniones organizadas. En
África también la relación de comunidades monásticas con las religiones tribales
locales, o con los musulmanes, se da más en las relacionalidad del día a día con vecinos
o empleados.
Los últimos años, DIMMID ha ampliado el sentido de diálogo inter-religioso
monástico para incluir el diálogo con otros creyentes (y no solamente monjes), sobre la
experiencia y la práctica religiosa de ellos. Con base en esa comprensión, los últimos
años DIMMID entró formalmente en diálogo con los musulmanes, cuyas prácticas
religiosas son muy “monásticas”, especialmente acerca de los tiempos establecidos para
la oración de cada día. Los dos primeros diálogos internacionales fueron con chiitas
iraníes y envolvieron benedictinos y cistercienses, hombres y mujeres, de nueve países.
Las reuniones tuvieron lugar en Roma, en 2011, y en Qom, en Irán, el año pasado.
DIÁLOGO INTER-RELIGIOSO MONÁSTICO EN AMÉRICA LATINA
Yo puedo imaginar que muchos de ustedes están pensando: “Todo eso es muy
bueno. Pero tiene poco a ver con la realidad Latino Americana. En este continente el
número de seguidores de las grandes religiones del mundo (Hinduísmo, Budismo,
Islamismo) es infinitamente pequeño, no sobrepasa el uno por ciento. Así, la posibilidad
de iniciar un diálogo inter-religioso es muy limitada. Nosotros todos estamos más
preocupados con el número creciente de sectas evangélicas que hoy día están llevando a
muchos católicos a abandonar la religión de sus antepasados.”
Déjenme asegurarles que mi propósito en estar aquí hoy no es decir que ustedes
tienen que formar comisiones nacionales o incluso una comisión continental para el
diálogo inter-religioso monástico. Pero yo diría que, si tal fuera su respuesta a mi
plática, sería maravilloso, y me quedaría absolutamente encantado! Mi intención es
tríple: primero, asegurarles que el diálogo inter-religioso es un elemento esencial de la
misión de la Iglesia, y no sólo un interés esotérico de algunas personas que están al
margen de la vida eclesial. En verdad, el arzobispo Michael Fitzgerald, ex-presidente
del Consejo Pontificio para el Diálogo Inter-religioso, una vez sugirió que respetar otras
religiones, entrar en diálogo con ellas, se ha hecho una quinta definición de la iglesia:
ella es una, santa, católica, apostólica y dialogal. El diálogo no pone fin a la
evangelización o a la actividad misionera de la iglesia, pero va al lado de ellas.
En segundo lugar, me gustaría destacar que nosotros, monjes y monjas, fuimos
explícitamente invitados a asumir un papel de liderazgo en el ministerio del diálogo de
la Iglesia Católica con personas de otras tradiciones religiosas. Fuimos invitados para
eso y no primariamente como teólogos o agentes sociales, sino como hombres y
mujeres que dedicamos nuestra vida a la búsqueda de Dios. En otras palabras, el dialogo
inter-religioso es un ministerio monástico por excelencia.
En tercer lugar, yo quisiera asegurarles que nuestra implicación en el diálogo
con las tradiciones espirituales de otras religiones puede realmente ser una forma de
fortalecer y profundizar nuestra comprensión de la vida monástica y nuestra dedicación
a la vocación monástica.
Como ya dije, las formas en que los monjes y monjas, en otras partes del mundo
se relacionan con otras tradiciones religiosas son diversas, dependiendo de la situación
religioso-cultural de cada región. Puede ser que haya monasterios en América Latina
que estén cerca de un templo budista, de una mezquita musulmana, o de una sinagoga,
pero imagino que serían muy pocos. Sin embargo, creo que hay monasterios en áreas
donde las personas aún practican tradiciones religiosas indígenas o africanas. Si ya hubo
tentativas de mirar por lo que es bueno y verdadero en esas tradiciones, y de “reconocer,
preservar y promover” esas buenas cualidades, especialmente, en lo que respecta al
desarrollo de una vida espiritual más profunda, entonces, el diálogo inter-religioso
monástico ya ha sido iniciado. El mundo monástico sería enriquecido si pudiera leer
informes de esas tentativas. La revista Dilatato Corde existe justamente para permitir
que otros puedan aprender de ese tipo de experiencia inter-religiosa.
En los últimos años hubo una creciente convicción de que ser religioso hoy es
ser inter-religioso, abierto para recibir la sabiduría que otras religiones pueden
ofrecernos, dándonos cuenta de que si conocemos sólo nuestra propia religión,
probablemente, la conocemos y la vivimos de una forma limitada. Hablando del
conocimiento de lenguas, el poeta alemán Goethe dijo: “Quienes conocen una, no
conocen ninguna.” Hoy nosotros reconocemos que esa percepción puede ser muy bien
aplicada al conocimiento y a la práctica de la religión.
Personalmente, creo que lo mismo sea verdad para nuestra comprensión y
nuestra práctica de la vida monástica. Al aprender sobre las enseñanzas y prácticas de
otras tradiciones monásticas, podremos comprender y apreciar mejor nuestra propia
tradición monástica. Es justamente ese punto de vista que el monje americano Thomas
Merton expresó, poco antes de su muerte trágica, en Tailandia, el año 1968:
Yo hablo como un monje occidental que está preeminentemente preocupado por
su propia vocación y dedicación monástica... Yo vengo como peregrino, ansioso por
obtener no sólo información, y no sólo “hechos” sobre otras tradiciones monásticas,
sino para beber, de fuentes antiguas, de la visión y de la experiencia monástica. Yo
busco no solamente aprender más (cuantitativamente) sobre religión y sobre la vida
monástica, sino que (busco) hacerme (cualitativamente) un monje mejor y más
esclarecido... Yo creo que hemos llegamos a un punto de madurez religiosa (hace
mucho esperado) en que es posible para alguien permanecer perfectamente fiel a un
compromiso monástico cristiano y occidental y aprender en profundidad de, digamos,
una disciplina o experiencia budista o hindu. Yo creo que algunos de nosotros
necesitamos hacer eso para mejorar la calidad de nuestra propia vida monástica...3
Para concluir, me gustaría añadir un breve comentario sobre el desafío que
representa el gran incremento de iglesias evangélicas en América Latina. Aunque los
objetivos del ecumenismo y del diálogo inter-religioso sean distintos, los dos tienen un
diálogo en común. En el ecumenismo, entramos en diálogo con otros cristianos a fin de
que nos hagamos uno, cumpliendo así la oración de Cristo en la Última Cena. Cuando
entramos en diálogo con miembros de otras religiones, la finalidad no es transformar las
dos en una sola religión. Queremos dialogar porque queremos aumentar nuestra
comprensión del otro ser humano, mostrarle nuestro respeto, aunque no comparta
nuestra fe, y aprender algo de él.
Yo sé que el diálogo con otros cristianos es muchas veces más difícil que con los
miembros de otras religiones. Pero las reglas de diálogo en ambos casos son las mismas.
Primero que todo, necesitamos aproximarnos a la otra persona como a un ser humano,
como hermano o hermana, y no como adversario. Necesitamos escucharle—algo en lo
que quienes siguen la Regla de San Benito deben ser especialistas. Nosotros
escuchamos al otro con atención y respeto para saber lo que cree, y por qué cree. Y
cuando hablamos sobre nuestra fe y nuestras convicciones, lo hacemos con humildad
(de nuevo, algo que debería ser una segunda naturaleza para monjes y monjas), sin una
compulsión por convencer al otro de que los únicos que tienen la verdad somos
nosotros.
Esto no es fácil, yo sé. Muchas veces puede parecer que somos los únicos
interesados en dialogar y que el otro solamente quiere eliminarnos. Pero, como el Papa
Francisco dijo recientemente al personal de la La Civiltà Cattolica:
La tarea principal no es la de construir muros, sino puentes. Se trata de
establecer un diálogo con todas las personas... aún con aquellas que oprimen a la
Iglesia y la molestan de varias maneras... A través del diálogo es siempre posible
llegar más cerca de la verdad, que es un don de Dios, y enriquecerse
mutuamente. . . . Para que el diálogo [exista] es necesario bajar las defensas y
abrir las puertas.
3
Traducción del autor.