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El color y sus matices Todos los elementos que integran un jardín tienen un determinado color. El color está presente en los elementos vegetales, como flores, frutos, corteza de los árboles, hojas y ramas, en la tierra y en los elementos duros, como mobiliario, pavimento, piscinas, escaleras, barandillas y luces. El color se manifiesta también en las formas, tamaños, texturas y sombras. La presencia del color en el jardín constituye un lenguaje universal que fascina, evoca y excita los sentidos, y expresa sentimientos y estados de ánimo. Gracias a su presencia, se puede crear una atmósfera especial, definir áreas de interés, puntos de atracción y efectos que engañan o agradan a la vista; se pueden conseguir incluso impresiones de distancias y escalas que no tienen que ver con la realidad. En el diseño paisajístico, nunca se usan los colores aislados, todos están interelacionados, y la percepción cambia, de valor e intensidad, en cuanto se colocan juntos. El color en el jardín lo es todo. No podríamos imaginar un jardín en blanco y negro. Las combinaciones de colores basan su belleza en la armonía, que se manifiesta por analogía o por contraste. La analogía prescribe la composición del conjunto vegetal teniendo en cuenta la similitud de formas, tamaños y texturas. Dos colores son armónicos cuando uno participa del otro y se forma con los colores adyacentes en la rueda del color. Es el caso de los tonos amarillo y naranja, rojo y violeta, amarillo y verde, o rojo y naranja. Esta combinación supone una relación agradable ya que transmite la sensación de reposo y distensión. Otra posibilidad es la asociación de colores plenos, como el rojo, un color primario, con intermedios como el naranja o el violeta, de modo que podamos obtener una sensación de agitación y calor. La armonía monocromática esta constituida por un solo color o matiz, con sus distintas tonalidades derivadas. Es el caso, por ejemplo, de un conjunto de flores en tonos azules, con las que haríamos una graduación de este color. Podríamos elegir así vegetación con hojas y flores en azul claro, azul medio y azul oscuro; uno de ellos sería el color dominante y los otros se utilizarían en una extensión más reducida. El uso de gamas tan escuetas es adecuada para jardines pequeños. Su uso es sencillo y económico, y ahorra el problema de introducir demasiados colores en un espacio limitado. Si el resultado quedase monótono, la solución es añadir otra tonalidad añadiendo un color complementario. No debemos olvidar la gama infinita del verde con sus variados matices y brillos. En jardines de grandes dimensiones, en cambio, el uso de un solo color se puede aplicar en una zona limitada, que puede convertirse en un área de interés y de descanso para la vista. La utilización del color por los arquitectos y paisajistas constituye una fuente inagotable de ideas. Para inspirarnos, podemos conocer en profundidad los magníficos y exquisitos trabajos realizados con el color por los británicos Gertrude Jeckyll y Russell Page, el brasileño Burle Marx o el mexicano Luis Barragán. Junto al jardín blanco de Gertrude Jeckyll, aparecen los jardines a la italiana con predominancia del color verde de Russell Page, las combinaciones de pavimentos coloristas de Burle Marx o los muros cargados de pigmentos de Luis Barragán, mostrando que siempre el jardín es sinónimo de color.
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