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Filosofía de la Historia (2015) Trabajo Práctico Nº 4: parte A
Contrapunto entre R. Descartes y G. Vico
Consigna: Elaborar la cuestión disputada de las cuatro claves de la historia en el contrapunto entre R. Descartes
(Tesis) y G. Vico (Antítesis). La Síntesis–como siempre- es el fruto de la posición personal expuesta luego de la
confrontación de Tesis y Antítesis.
Verdad Tesis (Descartes) Sólo es verdadero (y por ende científico) el conocimiento basado en la matemática
universal (mathesis universalis). En esta, por la duda metódica se llega a un punto de certeza, que es el “cogito”
(pienso, luego existo) que es el fundamento de toda filosofía y de toda ciencia. Sólo partiendo de lo que se presenta
de modo evidente (claro y distinto) a la mente del sujeto que conoce puede aspirar al conocimiento absolutamente
cierto (evidente y necesario) o apodíctico. El conocimiento científico de la física se deduce desde estos principios
racionales; la ciencia es físico-matemática, a diferencia de la errónea físico-cualitativa de Aristóteles.
Antítesis: (Vico) Sólo hay ciencia y verdad científica (verum) de lo que el hombre hace (factum). Lo verdadero y lo
fáctico son convertibles (verum et factum convertuntur). De la realidad física, creada por Dios, los hombres no
pueden tener ciencia, porque ellos no han hecho a la naturaleza. Sólo hay ciencia nueva del “mundo civil” porque es
el hombre el que hace a este mundo, y lo que el hombre ha hecho con su mente el hombre puede conocerlo con la
misma mente.
Libertad Tesis (Descartes): Toda cuestión moral, política o histórica no puede ser considerada científicamente, pues
la ciencia debe responder a un orden geométrico, donde impera lo necesario y lo universal. Desde esta concepción
sólo puede haber “morales provisorias” y el orden de lo humano y de las humanidades han de considerar la libertad
como “conciencia de la necesidad”. De allí que la política, la historia o la moral que se estructuran desde el
racionalismo son respondiendo a “una ética demostrada por el orden geométrico” (Spinoza), o una política y una
economía mecanicista, contractualista e individualista (Hobbes, Adam Smith, Kant…)
Antítesis: (Vico) La nueva ciencia (la ciencia histórica… el derecho, la política, la economía, la sociedad) han de ser
consideradas como el paradigma de actividades que han de conciliarla Providencia y la Gracia de Dios –Señor de la
Historia- con la libertad de los hombres –que hacemos la historia-. El diálogo de las libertades critica tanto al
estoicismo (antiguo o moderno) como el epicureísmo (antiguo o moderno) que dejan librado el ámbito de lo
histórico, político y lo moral a los requerimientos del Azar o de la Necesidad… en la exclusión de la libertad.
Sujeto Tesis (Descartes) El sujeto por antonomasia, para el racionalismo, el sujeto pensante; distinguido entre ser
una “cosa que piensa” (res cogitans) y una “cosa extensa” (res extensa). La prioridad absoluta de esta antropología
subjetivista reside en el pensamiento, y toda la ciencia obedece a este principio analítico y deductivo aplicado a la
ciencia del mundo exterior, o extenso. De allí que el sujeto histórico, político o moral se reduce al individuo que
conforma un cuerpo político, histórico o moral que opera de un modo mecanicista, azaroso o determinista.
Antítesis: (Vico) El sujeto humano es el que opera desde la facultad espiritual, no de la razón sino de la imaginación.
Es el sujeto que se inscribe en la tradición poética, metafísica y teológica, que atiende –por un lado- a los designios
de la Providencia, pero trata de cumplirlos ejerciendo una virtud prudencial y obrando desde la razonabilidad aplicada
a esos designios providenciales.
Tiempo Tesis (Descartes) El tiempo según el racionalismo cartesiano se debe considerar desde la perspectiva de la
física-matemática; es el tiempo físico, cuantitativo, continuo y homogéneo (el tiempo cronológico que marcan los
relojes). Es el tiempo del progreso inexorable que se da en la evolución de la naturaleza y en el progreso –también
ineluctable- de la historia. Es el tiempo medido por la conciencia del sujeto racional; es el tiempo de la conciencia.
Antítesis (Vico) El tiempo según la “ciencia nueva” viquiana es el tiempo poético y mitológico, tiempo cuantitativo,
discontinuo y heterogéneo (el tiempo kairológico en el que discurre el tiempo de la vida de hombres y pueblos). Es el
tiempo de la vida misma; tiempo orgánico, es el tiempo del otro, cuyo ritmo obedece al flujo y reflujo (a los corsi e
ricorsi) de la historicidad.
Filosofía de la Historia: Trabajo Práctico 4 Parte B: Bossuet-Voltaire
Tesis: Bossuet: La concepción de la historia de Bossuet comienza y concluye con la tesis de que el curso entero de
la historia humana está gobernado por la Providencia de Dios. La doctrina de la providencia divina rigiendo la historia
preserva al hombre de caer en la inmoralidad; los que la niegan lo hacen para reclamar vivir con una libertad
indómita, según sus caprichos, sin temores, sin limitaciones y sin disciplina. A simple vista la historia del mundo no
distingue entre hombres piadosos y hombres ateos; se presenta como un campo de batalla donde pugnan pasiones e
intereses, donde el mal triunfa y la justicia fracasa. Pero, viendo la historia con perspectiva adecuada, desde más
lejos, desde el punto de vista eterno, o sea, “con los ojos de la fe”, cambia todo el cuadro y en la aparente falta de
sentido se revela una justicia oculta; viendo las cosas desde el punto del que deben ser contempladas, cada injusticia
será justificada y sólo se verá sabiduría donde antes se veía desorden, dice Bossuet. Para Bossuet, la más notable
manifestación de la providencia divina en la historia de un pueblo es la historia del pueblo elegido por Dios como
pueblo especial, por lo que, como ningún otro encarna el sentido religioso de la historia política. Y ello es así porque
en la historia sagrada nada ocurre que no haya sido predeterminado por la intención de Dios. Así, por ejemplo,
Jerusalén debió ser destruida, a pesar de los intentos de Tito en contrario y a pesar de la voluntad de Juliano de
restaurar la ciudad y el templo. La providencia divina se sirvió de los asirio y los babilonios para domeñar al pueblo
de Dios; de los persas para restablecerlo; de Alejandro, para protegerlo, de Antíoco, para acostumbrarlo a la vida
dura, de los romanos, primero para proteger su libertad frente a los reyes de Siria, pero, luego, para exterminarlos
después de su repudio al Salvador. Pero cuando Roma persiguió a la Iglesia cristiana, sirvió nuevamente a los planes
de Dios, por cuanto sometió a la Iglesia a pruebas que la fortalecieron, de modo que, finalmente, Constantino se
convirtió a la verdadera religión. La eterna Roma de los gentiles pasó a ser la verdaderamente eterna Roma del
cristianismo.
Antítesis: Voltaire
A fines del siglo XVII y comienzos del XVIII se produce una crisis en la conciencia europea en la que el progreso
ocupó el lugar de la providencia; testimoniado en el tránsito del Discurso sobre la historia universal (1681) de
Bossuet –la última teología de la historia inspirada en Agustín- al Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las
naciones (1756) de Voltaire. En consonancia con Federico el Grande de Prusia, Voltaire concebía a la doctrina
cristiana como “fábulas canonizadas por su antigüedad y por la credulidad de gentes absurdas. Eso se resolvería con
su protagonismo destruyendo al Sacro Imperio Romano, es decir la monarquía de los Habsburgo. Para ello había que
destruir el viejo sistema religioso y, en especial, la concepción cristiana de la historia. Esa revolución del espíritu
humano sólo tendrá lugar minando los fundamentos del viejo palacio del engaño y burlándose del libro del hechicero
y fundador de la secta cristiana, aplastando a la infame, la Iglesia. Para ello era preciso destruir el prejuicio que sirve
de fundamento a ese edificio, tal como lo narró Bossuet y su teología de la historia aun agustiniana. Voltaire
comienza su “filosofía (no teología) de la historia) con China; y se apoya en la ética de Confucio –no en la del
Sermón de la Montaña o el Evangelio-. Como los eruditos jesuitas que recorrieron China, Voltaire apoya esa posición
que reclamaba que la Iglesia se adaptara a la religión china, a lo que Roma se opuso. Ya en el primer capítulo de su
obra filosófico histórica ataca y desacredita la historia bíblica de la creación. Y lo hace con el argumento de promover
la civilización –representada aquí por China- y atacar la barbarie bíblica. Voltaire sostiene que la historia de China no
sólo es más antigua sino también más civilizada que lo narrado en el Antigua Testamento; y con ello ataca a la vez
la presuntuosa historia de los judíos, en las antípodas de Bossuet. La historia de la pequeña nación judía osa
proclamar un odio irreconciliable contra todas las naciones; se rebela contra todos sus amos. Siempre supersticiosa,
siempre ávida de los bienes ajenos, siempre bárbara, que repta en el infortunio e insolente en la prosperidad. Esto es
lo que fueron los judíos a los ojos griegos y romanos que leyeron sus textos, pero a los ojos de los cristianos –dice
Voltaire- han sido nuestros precursores, nos han preparado el camino, han sido los heraldos de la Providencia.
En su relato filosófico “Cándido” Voltaire somete a su crítica satírica la doctrina cristiana de la Providencia y la
teodicea de Leibniz, representado por la figura del Sr. Pangloss, quien demuestra que, en este mundo, todo tiene un
determinado fin y, en última instancia, el mejor de todos los fines. Hasta el pecado original y la subsiguiente
condenación entran, necesariamente, en el esquema de Leibniz del mejor de los mundos posibles. Cándido le objeta
al optimista cristiano que eso se contradice con el hecho de que hay mucho mal en la tierra. ¿Qué importa que haya
mal o que haya bien?, cuando el rey manda un barco a Egipto ¿se preocupa acaso por qué los ratones que hay en el
barco estén cómodos o no? Pero finalmente Cándido descubre el fin natural de su existencia. Es la civilización o la
cultura, en el sentido literal y más original de la palabra; simplemente, el hombre ha de cultivar su jardín, como Adán
y Eva el Edén, “es el único medio de hacer soportable la vida”.
Voltaire quiere llevar al absurdo la justificación de Dios en la historia de este mundo; aludiendo a la experiencia del
gran terremoto de Lisboa de 1755. Catástrofe que produjo en toda Europa una profunda impresión ya dio pie a la
revisión de la concepción racionalista de la providencia. Contra Bossuet, la filosofía volteriana trata de mostrar dos
cosas: primera, que la historia universal de Bossuet no es universal, y segunda, que la providencia no aparece en el
curso de la historia. Ello expresa esta mutación de providencia en progreso, y la moderna religión del progreso cree
en el progresivo perfeccionamiento del hombre, porque no cree en la revelación única de una absoluta perfección
como la que se narra en el monoteísmo bíblico. Es por ello que la concepción moderna del progreso no sólo es una
secularización de la providencia, sino que es antirreligiosa y anticristiana. Sin embargo –dice Karl Löwith- la irreligión
del progreso sigue siendo una suerte de religión, derivada de la fe cristiana en un fin futuro. En lugar de un ésjaton
definido y supramundano pone otro indefinido e intramundano.