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PALABRA QUE DA VIDA
-Reflexionemos-
¡CORAZÓN DE NUESTRO CORAZÓN!
CUANDO HABLAMOS DEL “CORAZÓN” DE JESÚS ESTAMOS HABLANDO DE
AQUELLO QUE REPRESENTA LO MÁS ÍNTIMO Y PERSONAL DE JESÚS, EL
CENTRO INTERIOR DESDE EL CUAL BROTAN SU PALABRA Y SUS ACCIONES.
JUEVES 6 DE JUNIO DE 2013
Del Evangelio según san Lucas 15, 3-7
Jesús dijo a los fariseos y escribas esta parábola: "Si uno de ustedes tiene
cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y
va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la
carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicítenme!, he encontrado la oveja que
se me había perdido." Les digo que así también habrá más alegría en el cielo
por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no
necesitan convertirse."
LECTURAS COMPLEMENTARIAS:
EZEQUIEL 34, 11-16 - YO MISMO APACENTARÉ MIS OVEJAS, YO MISMO LAS HARÉ
SESTEAR
SALMO 22 - EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME FALTA
ROMANOS 5, 5B-11 - LA PRUEBA DE QUE DIOS NOS AMA
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS – La fiesta litúrgica del Sagrado Corazón de Jesús se inspira en uno de los símbolos más ricos
de la Biblia: el corazón, que en la mentalidad bíblica es la parte
más interior de la persona, la sede de las decisiones, sentimientos
y proyectos. El corazón indica lo inexplorable y lo profundamente
oculto de alguien, su ser más íntimo y personal. Por eso cuando
hablamos del “corazón” de Jesús estamos hablando de
aquello que representa lo más íntimo y personal de Jesús, el
centro interior desde el cual brotan su palabra y sus acciones. En este sentido “el corazón de Jesús” es una expresión que
indica la misericordia y el amor infinito de Dios tal como se ha manifestado en la persona de Jesús. La Biblia habla también, siempre
en sentido metafórico, del “corazón” de Dios.
EL MAESTRO NOS HABLA SOBRE LA GRAN MISERICORDIA DE DIOS - Dios no es el Dios duro y rígido que predicaban
los fariseos sino el Dios amor, el Padre de Jesús, que está siempre
presuroso en búsqueda de sus pequeños. El Dios que se conmueve
hasta las lágrimas. El Dios que hace fiesta porque nos ha encontrado. El Dios para quien somos valiosos e importantes. Nos corresponde ahora a nosotros apropiarnos de la sensibilidad de
Dios y amar con su mismo amor: hacerlo el corazón de nuestro corazón.
PARA REFLEXIONAR
ENTRAÑAS DE MISERICORDIA
Hoy es día de celebrar al Sagrado Corazón de Jesús, y esa celebración debería estar colmada de silencio atento, de disponernos a contemplar la intimidad primordial del Señor.
Desde ese silencio y esa contemplación descubrimos algo queva más allá de lo abstracto de una declamación y supera con
infinitas creces sentimientos pasajeros y sensiblería: ese nú-
cleo de su ser es Amor puro, y se expresa en el salir al
encuentro.
Aquí hay que detenerse para volver a redescubrir la iniciativa de
Dios, su primacía perenne en buscarnos a cualquier costo, inclusive pagando el precio de nuestro rescate con su propia vida.
Pues la Palabra nos va marcando un sendero en donde
vamos descubriendo que hay una pérdida y que a pesar
de ello, no es el final y no hay resignación. Y de un modo
inmediato, que no admite demoras, se sale en búsqueda de lo
que se ha perdido pues es algo extremadamente valioso para el
Buscador, que es capaz de afrontar todo riesgo para recobrar lo
que se ha extraviado.
Cuando sucede el reencuentro, aflora incontenible la alegría.
Se ha perdido una oveja, y el pastor se adentra en el desierto aún arriesgando a las otras ovejas- con tal de recuperar a la que
se ha perdido, y la lleva en sus hombros. Surge la alegría que
como tal, se comparte con otros. La alegría tiene un color
específicamente comunitario, jamás es individual.
Si buscamos un motivo de fiesta, una ocasión de celebrar que
tenga un color muy pero muy personal -más aún que el propio
cumpleaños- éste es el día.
A pesar de nuestras miserias, a pesar de la distancia que hayamos puesto de casa, a pesar de vernos dignos de múltiples castigos, a pesar de creernos justificadamente muy pequeños, ese
Corazón Sagrado nos habla con inefable ternura de que a
sus ojos somos valiosísimos. Y que está dispuesto a hacer
lo indecible cuando nos perdemos, con tal de propiciar
nuestro regreso.
El regreso de los perdidos, cercanos y lejanos, debería ser para
nosotros motivo de celebración y gratitud: Dios se nos ha revelado no como un Juez rígido de rostro severo, sino como Padre y
Madre que nos ama hasta las últimas consecuencias, y que Él
mismo nos lleva en sus hombros cuando nos perdemos y nos
caemos.
Es la mejor de las Noticias.
PARA ORAR
Señor Dios nuestro:
Tu amor latió en un corazón humano
cuando tu Hijo vivió entre los hombres
y fue uno de nosotros.
Ayúdanos a llegar a ser uno con él
y danos corazones tan sabios como el suyo.
Que, como él, amemos con preferencia
a los menos amados,
mucho más necesitados de amor.
Que sepamos llevarles un poco de tu calor
y amar en ellos a quien es nuestro Señor
ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
PARA ACTUAR – Escucha nuestra oración, Señor, y danos
un corazón bueno y generoso para los demás, para que construyamos comunidad y vivamos en tu amor.
CERTEZA
Tú no puedes soportar, Señor,
que uno sólo de los tuyos se pierda.
Tú vas en busca de nosotros cuando nos alejamos de Ti.
Tú vas en busca de los que nosotros abandonamos.
Y a los que nadie echa de menos, Tú vas a buscarlos.
Siempre te pierdes entre los perdidos para encontrarnos.
Nos abandonamos a esta certeza,
a esta promesa que rompe nuestros esquemas,
a tu amor lleno de ternura e imaginación,
porque hemos sentido tu misericordia y fidelidad
en nuestra vida.
«¡Felicítenme, he encontrado la oveja
que se me había perdido!»
El que teme sufrir, sufre de temor.
Proverbio chino