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Documento 6 Síntesis de conceptos básicos sobre inmunidad Inmunidad: es la forma en que el cuerpo identifica y se defiende de los microorganismos, virus y sustancias reconocidas como extrañas y que son potencialmente perjudiciales para el organismo. Antígenos: sustancias potencialmente nocivas. Son moléculas grandes (generalmente proteínas) que se encuentran en la superficie de las células, virus, hongos o bacterias, toxinas, sustancias químicas, drogas y partículas extrañas (como una astilla) representan a la mayoría de los antígenos. Las sustancias que contienen estos antígenos son reconocidas y destruidas por el sistema inmunológico. Esta característica es fundamental en la producción de las vacunas. Inmunidad innata e inflamación La inmunidad innata es la resistencia que no se adquiere por contacto con el antígeno. Es inespecífica e incluye barreras que no permiten la entrada de materiales nocivos al cuerpo, formando así la primera línea de defensa de la respuesta inmune. Algunas de estas barreras son la piel, el ácido estomacal, los epitelios mucosos, enzimas en las lágrimas. Cuando un antígeno pasa las barreras externas, es atacado y destruido por otras partes del sistema inmunológico. El sistema inmunológico incluye ciertos tipos de glóbulos blancos, al igual que sustancias químicas y proteínas en la sangre, algunas de las cuales atacan directamente a las sustancias extrañas en el cuerpo y otras actúan en forma integrada para ayudar a las células del sistema inmunológico. La respuesta inflamatoria (inflamación) es parte de la inmunidad innata y se presenta cuando los tejidos son lesionados, entonces libera sustancias químicas (histamina, bradiquinina, serotonina) que modifican a los vasos sanguíneos para que liberen líquido en los tejidos, lo que deriva en una inflamación localizada, la que favorece a aislar la sustancia extraña del contacto con otros tejidos corporales. Las sustancias químicas también atraen a los glóbulos blancos que fagocitan a los microorganismos y células muertas o dañadas. Inmunidad adquirida Comparada con la inmunidad innata, la inmunidad adquirida (de adaptación) se desarrolla cuando el cuerpo está expuesto a varios antígenos y construye una defensa que es específica para dicho antígeno. Puede ser pasiva o activa. 1 Los linfocitos, un tipo especial de glóbulos blancos, contienen subgrupos de linfocitos B y T que son básicos en las respuestas inmunes adquiridas. Los linfocitos B o células B producen anticuerpos, los cuales se adhieren a un antígeno específico y facilitan la destrucción del antígeno por parte de los fagocitos. Los linfocitos T o células T atacan los antígenos directamente y proporcionan control de la respuesta inmune. Las células B y T se desarrollan específicamente para un tipo de antígeno y cuando hay exposición a un antígeno diferente, se forman células B y T diferentes. A medida que los linfocitos se desarrollan, aprenden normalmente a reconocer los tejidos que son parte del propio cuerpo y a distinguirlos de los tejidos y partículas extrañas. Una vez que se forman las células B y T, algunas de ellas se multiplican y brindan "memoria" para el sistema inmunológico, lo que le permite responder más rápida y eficientemente la próxima vez que sea expuesto al mismo antígeno, y en muchos casos previene a la persona de enfermarse. Por ejemplo, la inmunidad de adaptación le responde a un individuo que haya presentado varicela para que así se vuelva "inmune" contra esta enfermedad. Inmunidad pasiva Corresponde a la presencia de anticuerpos que nuestro sistema obtiene de otro individuo. Los lactantes poseen inmunidad pasiva, dado que ellos nacen con los anticuerpos que les transfiere la madre a través de la placenta. Esos anticuerpos desaparecen entre los 6 y 12 meses de edad. Inmunidad activa Esta resistencia es inducida después de un contacto real con un antígeno. El organismo afectado produce anticuerpos en forma activa y las células linfoides adquieren la capacidad para responder a los antígenos. Las ventajas de la inmunidad activa incluyen resistencia a largo plazo (basada en la producción de anticuerpos) y respuestas inmunitarias mediadas por células; las desventajas, el lento inicio de la resistencia y la necesidad de contacto prolongado o repetido con el antígeno. La vacunación o inmunización es una forma de desencadenar la respuesta inmune. Se suministran pequeñas dosis de un antígeno (virus vivos debilitados o muertos, o toxinas tratadas) para activar la "memoria" del sistema inmunológico (linfocitos B activados y linfocitos T sensibilizados). La memoria inmune permite que el cuerpo reaccione rápida y eficientemente a exposiciones futuras. 2