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PROGRAMACIÓN (IN)DEBIDA Quizás éste no sea un dato inmediatamente perceptible para quien no esté familiarizado con el trabajo de Máximo Corvalán: Este ha venido trabajando insistentemente con el problema del “panoptismo” a partir de un eje múltiple que ha sufrido desplazamientos desde, por ejemplo, las cámaras de vigilancia privadas hasta esos otros circuitos cerrados de televisión que constituyen las diversas modalidades técnicas que le permiten al ojo médico sondear el cuerpo humano (los ejemplos sobran). No obstante, en esta ocasión Corvalán, recurre a cierto “panoptismo de laboratorio”, al instalar una rata que estará siendo observada en el interior de un laberinto construido con acrílico, e instalada sobre un plinto. En un sentido primario - derivado del contexto de uso aquí citado - la rata pasa a ser metáfora del cuerpo humano. Bien conocido es el parentesco (no sólo) genético entre seres humanos y ratas. Este es el motivo por el cual éstas son objeto de tantos experimentos. Podría decirse que ésto no es gran cosa, pero una mirada más atenta permitiría reparar en que el analogón entre rata y humano consiste precisamente en que en él, el humano ha dejado de ser humano para convertirse en una máquina. ¿Descabellado? No tanto, si se considera los abundantes estudios de antropología que señalan que precisamente una de las características de la medicina moderna - de Vesalio hasta la Cryogenia - se constituye en una progresiva dessubjetivización del cuerpo humano, una progresiva maquinización de éste. Cuándo se dice que la medicina moderna “cura más la enfermedad que al enfermo” ¿qué se afirma sino la mecanización del cuerpo humano ahora transformado en fuselaje, primero electrónico luego cibernético y pronto en réplica genética?. Pero, y; ¿si la metáfora del cuerpo no fuese la rata sinó ese laberinto de acrílico - plagado de túneles que recuerdan las entrañas del cuerpo humano - que evocaciones, acaso mucho más bestiales asaltarían el inconsciente político e histórico de los chilenos, - a propósito de esas otras máquinas - humanas, obedientes y siniestras -, producto de un lavado de cerebro severo en donde confluían paradigmáticamente curiosas asociaciones entre marxismo y oncología?... Demian Schopf, junio del 2001