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Elementos del abono
El abono de una planta debe estar formado por sales minerales solubles en agua, ya que éstas
son las únicas asimilables a través de las raíces. Según las cantidades consumidas por la planta,
los diferentes elementos se dividen en dos grupos: Microelementos y Macroelementos.
Los Microelementos no son necesarios en grandes cantidades, pero su falta puede llegar a
causar problemas a la larga. Algunos de estos elementos son: hierro, cinc, calcio, magnesio,
azufre, manganeso, molibdeno, boro, cloro, cobre, etc.
Los Macroelementos son un grupo formado por aquellas sustancias que la planta consume en
grandes cantidades, y que por tanto su carencia resulta evidente mucho antes. Son el nitrógeno
(N), el fósforo (P) y el potasio (K).
El nitrógeno favorece un rápido crecimiento en la planta, una mayor producción de flores o
frutos y el desarrollo de unas hojas más grandes y verdes. Una de las diferencias entre los
compuestos usados como abono en jardinería convencional y en bonsái es precisamente el
porcentaje de nitrógeno presente: en el primer caso interesa obtener grandes y brillantes hojas
verdes que atraigan al potencial cliente por su aspecto, por lo que el contenido de nitrógeno es
muy elevado (cosa que en ocasiones acaba matando a la planta a las pocas semanas de
haberla adquirido, pero claro la tienda ya ha realizado la venta); en el caso de un bonsái hay
que controlar el tamaño de las hojas para mantener una cierta proporción en el árbol, así que
se reduce el nivel de nitrógeno.
El fósforo interviene en gran cantidad de procesos vitales de la planta aumentando su
resistencia en general. El potasio, entre otras cosas, interviene en los procesos de
transformación del nitrógeno y al igual que el fósforo acelera los procesos de floración y
fructificación.
Tipos de abono
En centros de jardinería se pueden encontrar dos categorías principales de abonos. Los abonos
orgánicos y los abonos inorgánicos.
Los abonos de tipo inorgánico son un mezcla más o menos compleja de compuestos químicos
diseñada para proporcionar a la planta aquellos nutrientes que precisa, pero a pesar de ser
perfectamente aptos no son los más adecuados para un bonsái, o para cualquier plantan en
una maceta ya puestos. Su gran problema radica en que lo que muestra la composición del
producto es lo que hay, esto es: si abonamos con un compuesto de nitrógeno, potasio, fósforo,
hierro y cinc, por ejemplo, la planta acabará desarrollando carencias del resto de elementos
necesarios. Por ello antes de elegir un producto es necesario repasar su composición y
asegurarse de que aporta la mayor cantidad posible de sustancias.
En bonsái, como ya se ha comentado, se suelen usar mezclas pobres en nitrógeno por lo que
unas proporciones adecuadas para los tres elementos principales podrían ser 5-10-10, o incluso
2-10-10, donde la primera cifra hace referencia a la proporción de nitrógeno, la segunda a la de
fósforo y la última a la de potasio.
Estos abonos químicos los podemos encontrar en dos formatos: Sólido o líquido. Los de tipo
sólido suelen ser de liberación más lenta actuando durante un periodo de tiempo más o menos
largo según el producto, mientras que los de tipo líquido son de absorción casi inmediata. Y es
con estos últimos que debemos ser muy cuidadosos respetando las dosis marcadas por el
fabricante pues la planta no suele limitarse a tomar la cantidad de elementos que precisa, por
ejemplo nitrógeno, sino que tiende a absorber todo lo que puede encontrar. Si las cantidades
son excesivas en una misma dosis la planta simplemente se muere.
Los abonos orgánicos por el contrario no presentan este problema pues al ser mezclas de
diferentes tipos de materias orgánicas primero necesitan ser descompuestos por
microorganismos antes de poder ser asimilados. Las grandes ventajas de los orgánicos frente a
los químicos son: por un lado, esta lentitud en la asimilación que hace que sea casi imposible
matar a la planta por sobredosis (hay que tener en cuenta que el abono orgánico necesitará
unas dos semanas tras haber sido colocado para empezar a ser asimilable por las raíces, y no
terminará su descomposición en otras tres o cuatro), por otro favorece el desarrollo de
bacterias y hongos beneficiosos para la planta (algo casi imposible en suelos estériles cargados
de abonos químicos) y finalmente la cantidad de elementos que proporciona es mucho más
variada que un abono inorgánico dificultando que la planta desarrolle carencias. En este sentido
actúan como correctores del suelo aportando aquellos elementos que los abonos químicos no
contienen en su composición.
En general se suele recomendar no utilizar abonos inorgánicos, pero también es cierto que son
más cómodos y fáciles de obtener que los de tipo orgánico (pese a que estos son comunes en
tiendas especializadas). En cualquier caso una buena medida si se va a utilizar un abono
químico es alternarlo de tanto en tanto con otros de origen orgánico.
Cuándo abonar?
Un calendario general sería el siguiente (hemisferio norte):
Enero
Febrero
Marzo
Abril
Mayo
Junio
Julio
Agosto
Sept.
Octubre
Nov.
Dic.
Periodo de Reposo
Abonado Suave
Abonado Intenso
Quelatos
Para el hemisferio sur, habría que aplicar un decalaje de seis meses.
Durante la época invernal y los meses más calurosos de verano la actividad de la planta
disminuye en gran manera por lo que es aconsejable un Periodo de Reposo en el abonado.
En primavera conviene un abonado suave que se deberá intensificar en los meses de otoño
para permitir a la planta que acumule las reservas a partir de las cuales brotará al año
siguiente.
Los meses de Abril y Agosto aparecen sombreados tanto como Periodos de Reposo como
Periodos de Abonado; en estos casos el abonado dependerá de que las temperaturas se hayan
suavizado lo suficiente durante esos meses.
Los Quelatos son una serie de compuestos químicos destinados a incrementar el contenido de
microelementos como por ejemplo el hierro, el magnesio, el molibdeno o el cobalto y así
fortalecer plantas débiles. Aplicados justo antes de la brotación se consigue que esta sea más
fuerte y de un verde más intenso.
Otro punto a tener en cuenta es que, como ya se ha dicho con anterioridad, el abono de nada
sirve sin hojas por lo que es inútil, o incluso perjudicial, comenzar el abonado antes de que las
primeras hojas la nueva brotación hayan madurado. Esto es igualmente válido para árboles de
hoja perenne pues una hoja de la temporada anterior a penas trabaja en invierno, y las nuevas
no empezarán a hacerlo hasta la primavera.
También es importante recordar que el abono orgánico comercial distribuido en bolitas o
pequeñas pastillas no conviene dejarlo eternamente en la maceta. Su ciclo de descomposición
durará alrededor de un mes y medio, mas o menos dependiendo del clima, tras el cual quedará
agotado y únicamente contribuirá a ensuciar el suelo de la maceta, por lo que se deberán
retirar las pastillas pasado ese tiempo sustituyéndolas por otras nuevas si todavía es época de
abonado.
Nunca se debe fertilizar inmediatamente después de un trasplantado, primero se deben dejar
pasar unas semanas para permitir recuperarse a las raíces.