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CHANTAL SEBIRE
SUFRIA DE UN CANCER INCURABLE QUE LE DESFIGURO EL ROSTRO Y PEDIA LA
EUTANASIA
Lo que desde una razonable perspectiva legal el Derecho le negó, Chantal Sébire se lo concedió a sí misma: la
mujer, que padecía un tumor incurable que le desfiguró el rostro y a la que la Justicia de Francia le negó ayuda para
morir, falleció a causa de la ingestión de una dosis letal de somníferos, según informó el fiscal del estado de Dijon,
Jean-Pierre Alacchi.
El informe de la autopsia reveló que en el cuerpo de Sébire -que fue hallada sin vida en su casa de Plombières-lesDijon el 19 de marzo- detectaron rastros de barbitúricos, los cuales exigían prescripción médica y no figuraban
entre los remedios que la mujer tomaba habitualmente .
A principios de marzo, el Tribunal de Gran Instancia de Dijon le había denegado a Sébire el derecho a la eutanasia,
por entender que violaba el código de deontología médica, que prohíbe a los médicos el provocar
deliberadamente la muerte del paciente. También, transgredía el código penal, que castiga la inducción al
suicidio.
Ex docente y madre de tres hijos, la mujer de 52 años padecía desde hacía ocho años de un tumor degenerativo
extremadamente raro: un estesiomaneuroblastoma o neuroblastoma olfativo, del que sólo se han registrado 200
casos en todo el mundo en los últimos veinte años. La enfermedad, que la desfiguraba y le causaba dolores atroces,
le había destruido los sentidos del olfato y del gusto, y le había causado ceguera. En Francia sólo está permitido el
derecho a "dejar morir", es decir, a suspender el tratamiento y la medicación, lo que se define como "eutanasia
pasiva". Tras el rechazo de su petición, Sébire dijo que no quería irse a Bélgica, Suiza u Holanda, países en los que
la eutanasia no está penalizada. "Quiero morir en mi propia cama", dijo.
La mujer, que inicialmente manifestó su rechazo al suicidio, deseaba que la justicia autorizara a que su médico de
cabecera le suministrara una dosis mortal de pentotal.
ENTREVISTA: CHANTAL SÉBIRE
"Me siento literalmente devorada por el
dolor"
CÉCILE PRIEUR (LE MONDE) - Plombières-lès-Dijon (Côte-D'or) - 14/03/2008
Chantal Sébire, de 52 años, padece un estesioneuroblastoma, un tumor evolutivo de los senos y del tabique nasal que
le deforma cruelmente la cara. Esta enfermedad rarísima e incurable, con muy mal pronóstico vital, le hizo perder la
vista hace meses y después el gusto y el olfato. Al adquirir el tumor "dimensiones insoportables", sin posible
remisión, el 6 de marzo Sébire escribió al presidente de la República, Nicolas Sarkozy, para reclamarle el derecho a
morir.
"Lo que pido, simplemente, es que se ponga fin a este calvario"
Pregunta. ¿Desde cuándo está segura de querer poner fin a su vida?
Respuesta. Realmente lo estoy pidiendo desde el día de Todos los Santos de 2007, en el momento en que perdí la
vista. Pero pienso en ello desde hace mucho más tiempo, cuando me di cuenta de que ya no podía más, y que,
hiciera lo que hiciera, nunca podría detener el tumor. No hay solución quirúrgica ni medicamentos que remedien mi
enfermedad, que evoluciona a su antojo, como una enredadera alrededor del nervio olfativo. No puedo más, mi
situación se degrada día a día, el sufrimiento es atroz. Me siento literalmente devorada por el dolor.
P. ¿Por qué decidió recurrir a los poderes públicos para pedir la legalización de la eutanasia?
R. Lo que me ha impulsado a dar este paso es el hecho de que mi enfermedad sea incurable. Hice pública mi
enfermedad para poner de manifiesto que hay gente que padece sufrimientos que no tienen solución. Es la última
batalla que puedo librar; si no me sirve a mí directamente, que al menos sirva a otros después de mí. Actualmente,
en Francia, la ley no permite, en mi caso, poder decidir el momento y las circunstancias de mi partida. Ciertamente
ha abierto una vía, al permitir que se "deje morir", pero no ha llegado al fin del razonamiento. Lo que reivindico es
que el paciente que esté como yo, en situación de incurabilidad y todavía consciente, pueda decidir su muerte, de
acuerdo con el médico que lo trata y después de la decisión de un comité médico.
P. Usted vive en su casa, asistida por enfermeros en el marco de la hospitalización domiciliaria, y con un
seguimiento por parte del médico. ¿Por qué no accede a que la hospitalicen, lo que podría aliviar su dolor?
R. Porque perdería toda consciencia. Lo que la medicina puede proponerme actualmente es hundirme en un estado
comatoso o semicomatoso para tratar finalmente de mitigar mi dolor con analgésicos en dosis altas, habida cuenta
del hecho de que no soporto la morfina. Así pues, se me prolongaría la vida y se me haría guardar cama, y así
esperaría la muerte. Rechazo esta situación, ya que no se adapta ni a mi temperamento ni a lo que yo padezco. No
quiero que me vean así mis tres hijos, de los cuales la más pequeña sólo tiene 12 años y medio. Soy yo la única que
sufre, y soy yo quien debe decidir. Reclamo simplemente el derecho a poder adelantar la muerte.
P. ¿Qué les responde a los que se oponen a la eutanasia, que temen las posibles desviaciones de la legalización?
R. Que es deber del legislador garantizar, en la formulación de la ley, que no sea posible ninguna desviación. En
Bélgica y en Holanda, y desde hace poco en Luxemburgo, esta posibilidad que se da a los enfermos en situación de
incurabilidad sólo afecta a unas cuantas personas, sin que ello implique un aumento sospechoso del número de
muertes. Así pues, está muy claro que no se trata de hacer eutanasias a la fuerza ni de ampliar esa posibilidad a todos
los casos terminales, ya que la mayoría de la gente no pide ni mucho menos la muerte. Ni usted ni yo vamos a vivir
eternamente. Lo que pido simplemente es que se ponga fin a este calvario.
La muerte de Sébire reabre en Francia el
debate de la eutanasia
20/03/2008 - 18:56
IBLNEWS, AGENCIAS
La muerte de Chantal Sébire, a la que la justicia francesa había negado un suicidio asistido por un cáncer incurable y
desfigurable, ha puesto el punto final a un drama que ha reabierto el debate de la eutanasia que Francia creía haber
cerrado hace tres años.
Las autoridades no dieron detalles el jueves sobre cómo murió Chantal Sébire, de 52 años, el miércoles por la noche.
La ex profesora sufría de un extraño y doloroso tumor nasal que le había privado del paladar, del olfato y de la vista
y abultado sus ojos y nariz de forma desproporcionada.
El lunes, un tribunal de Dijon le negó la ayuda médica que pedía para morir, porque eso violaría el código médico y
una ley para poner fin a la vida aprobada en 2005 que permite la "eutanasia pasiva" pero prohíbe el suicidio asistido.
El portavoz del Gobierno Luc Chatel dijo que Jean Leonetti, el diputado del partido UMP del presidente Nicolas
Sarkozy que redactó aquella ley, revisaría el texto en las próximas semanas para ver "si existe ahora la voluntad de ir
más lejos que la ley de 2005".
El caso Sébire, muy seguido por los medios de comunicación franceses en las últimas semanas, ha provocado
peticiones para una nueva ley que permita excepcionalmente y en casos extremos el suicidio asistido. Aunque
también muchos políticos han advertido que la legalización de la eutanasia podría acarrear abusos.
"Tendremos que actuar con rapidez, porque casos excepcionales como el de Chantal Sébire ocurren con
regularidad", dijo Chatel.
El debate de la eutanasia también se produce de forma regular en Francia, donde las encuestas muestran que muchos
simpatizan con los pacientes que sufren y buscan una muerte sin dolor pero rechazan la legalización de la eutanasia
activa.
DIVISIÓN ENTRE LOS POLÍTICOS
La ley de 2005 fue aprobada después de que una madre ayudara a un médico a poner fin a la vida de su hijo que
quedó ciego, mudo y paralítico después de un accidente de tráfico y que estuvo luchando dos años y medio por
conseguir el amparo legal para una inyección letal.
Leonetti, que también es médico, dijo que la ley de 2005 permite a los médicos sedar a los pacientes terminales y
esperar su muerte, pero Sébire insistió en una "eutanasia activa".
"No sé cómo murió Chantal Sébire, pero uno se puede imaginar que se suicidó", dijo Leonetti el jueves.
La ministra de Sanidad, Roselyne Bachelot, que se opone a la eutanasia, dijo que la legislación de 2005 no se había
entendido bien y que debía ser explicada mejor a los médicos y pacientes.
"La eutanasia activa significa pedir al médico que le administre la muerte", dijo.
Sin embargo Nadine Morano, la recién nombrada secretaria de Estado para la Familia, defendió una nueva ley que
permita a un comité de expertos decidir sobre la eutanasia en casos extremos.
Sarkozy, que ha indicado que no quiere ir más allá de la ley de 2005, se ha interesado en el caso y se reunió con el
médico de Sébire el miércoles, pocas horas antes de su muerte.
La eutanasia activa es legal en Holanda, Bélgica, Suiza y Luxemburgo. Los tribunales franceses fallan
habitualmente en contra de los médicos que administran medicamentos letales para poner fin a la vida pero a
menudo eluden las penas de prisión como un gesto de gracia.
La justicia francesa denegó a una paciente aquejada de un doloroso tumor
incurable el recurso a la eutanasia activa que había solicitado ante los
tribunales como último cartucho antes de marcharse a Suiza para conseguir
sus fines.
La primera demanda de este tipo presentada ante los tribunales chocó con la legislación francesa sobre cuidados
paliativos, que data de 2005 y que no reconoce el suicidio asistido, y ha reabierto el debate sobre la legalización de
la eutanasia.
El Tribunal de Gran Instancia de Dijon (este) rechazó la demanda de Chantal Sébire, una maestra de 52 años y
madre de tres hijos, que había apelado a la 'humanidad' de los jueces para poner fin, a través de un tratamiento
médico letal, al calvario que le causa el poco común tumor nasal que padece.
El veredicto, que se ajusta a la petición de la Fiscalía durante la vista oral del pasado viernes, establece que la
demanda de Sébire se opone al código deontológico médico, y al código penal francés.
El juez recuerda a la paciente que lo máximo que le permite la legislación es que los doctores la mediquen para que
caiga en un coma profundo que calme su dolor y, en ese estado, aguarde la muerte.
Una solución prevista en la ley de 2005 pero que Sébire ya había rechazado, en pos de una muerte digna, rápida, que
la liberara de los 'atroces' dolores que le provoca su mal.
Una enfermedad que sólo sufren 200 personas en todo el mundo y que ha deformado considerablemente su rostro,
en un proceso horrorosamente doloroso que además la aboca a una paulatina ceguera.
La paciente buscaba una salida más rápida y contundente que la brindada por la ley, una muerte inducida que le
permitiera 'dormirse con el cariño de sus allegados' y 'terminar su vida respetando su dignidad'.
En su demanda destacaba el carácter incurable de su mal, el sufrimiento 'intenso y permanente' que le produce y el
'rechazo a soportar la irreversible degradación de su estado'.
La sentencia negativa ha provocado la cólera de la Asociación por el Derecho a Morir Dignamente (ADMD), que la
considera 'una pena de sufrimiento de por vida', mientras que la abogada de Sébire, Gilles Antonowicz, ha pedido al
presidente, Nicolas Sarkozy, que cambie una ley que calificó de 'inhumana' y acabe con la 'hipocresía'.
Sébire no tenía mucha fe en que los tribunales le abrieran una puerta que los políticos ya le habían anunciado que
permanecería cerrada.
Desde que su caso saltó a la luz pública, varios miembros del Gobierno se encargaron de recordar a la paciente que
el suicidio asistido no está autorizado en Francia.
El presidente Sarkozy, a quien se dirigió para que intercediera por ella, se limitó a encargar a su consejero de
sanidad que reuniera un comité de máximos expertos médicos para agotar todas las posibilidades de diagnóstico y
eventual tratamiento.
Preparándose para un rechazo de su demanda, Sébire ya había asegurado que no apelaría la sentencia del Tribunal de
Dijon y que, a partir de ahora, centraría sus esfuerzos en encontrar un lugar donde le permitan morir con dignidad.
El país elegido es Suiza, uno de los pocos de Europa donde la ley autoriza el suicidio asistido junto a Bélgica y
Holanda.
Por el momento, al llevar su caso ante los medios de comunicación, Sébire ya ha logrado que el debate sobre la
eutanasia vuelva a la opinión pública francesa, acostumbrada a que, de vez en cuando, se reavive la polémica.
La cuestión estuvo sobre la mesa en 2003, cuando Marie Humbert intentó ayudar a morir a su hijo Vincent, un
tetrapléjico que había reclamado su derecho a morir dignamente.
A petición de su hijo, Humbert introdujo barbitúricos en la medicina diaria que recibía, pero sólo logró empeorar su
estado, por lo que un médico decidió inyectarle una sustancia mortal.
Tres años después de los hechos un tribunal archivó la causa contra Humbert y el médico en una decisión que fue
recibida con entusiasmo por los defensores de la eutanasia.
Siguiendo la misma jurisprudencia, en 2007 otro tribunal impuso penas exentas de cumplimiento a una médica y una
enfermera que habían puesto fin a la agonía de una paciente terminal de cáncer.
Un sondeo divulgado entonces indicaba que el 87% de los franceses se declaraba favorable a que enfermos
incurables pudieran pedir la eutanasia.
Terra Actualidad - EFE
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