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LA REPÚBLICA ROMANA (509-27 a.C.) EN EL EXTERIOR La historia de Roma durante la república es la de una larga serie de guerras y conquistas militares. Fueron primero guerras defensivas contra sus vecinos más inmediatos que amenazaban su existencia, pero cada enemigo vencido suponía un aumento de poder y la ponía en contacto con un nuevo enemigo, más poderoso aún que el anterior. No se puede hablar de una mentalidad imperialista hasta después de la segunda guerra púnica (218-201 a.C.). Se podría dividir el período de la expansión romana en tres fases: 1. Conquista de la Península Itálica (507-272 a.C.): Luchas contra los sabinos, volscos, etruscos, samnitas y griegos de la Magna Grecia (sur de Italia). Un momento crítico para Roma se produjo cuando los galos se presentan en la ciudad, derrotan a los ejércitos romanos, saquean la urbe, asedian el Capitolio (donde se habían refugiado los romanos y organizado la defensa) y tras siete meses de asedio y devastación se retiran después de haber cobrado un copioso rescate. 2. Guerras púnicas (264-241, 218-201, 148-146 a.C.): Roma y los cartagineses se enfrentaron tres veces. Esas guerras supusieron la salida de Roma al “escenario” internacional, primero tímidamente, ya que en la primera guerra púnica sólo trataba de impedir la presencia cartaginesa en el estrecho de Mesina, tan cerca de Italia. En la segunda guerra púnica Roma luchó por su supervivencia contra Aníbal, el brillante general cartaginés que estuvo a punto de conquistar la misma Roma (los romanos sufren varias derrotas, la más estrepitosa la de Cannas en el 216), hasta que el general romano Publio Cornelio Escipión lo venció definitivamente en Zama ; y en la tercera aniquiló al enemigo ya caído (Cartago es arrasada y su suelo sembrado de sal). Se puede apreciar claramente un cambio de mentalidad y la forma de actuar. 3. La conquista del Mediterráneo (218-47 a.C.): La segunda y la tercera fase se superponen parcialmente, ya que sus enfrentamientos con Cartago le supusieron nuevas conquistas. Al final de la república el dominio romano abarcaba casi todo el Mediterráneo. EN EL INTERIOR La caída de la monarquía (509 a.C.) supuso el paso a un sistema oligárquico, ya que una sola clase social, los patricios, monopolizaba el poder político, judicial y religioso. Por tanto, los primeros tres siglos de la república (V, IV y III a.C.) se caracterizaron por los continuos enfrentamientos entre patricios (una clase cerrada) y plebeyos (una masa heterogénea, formada por proletarios, pequeños y medianos campesinos y una élite de ricos, con una gran variedad de intereses y , por ello, sin una clara conciencia de clase): los unos defendieron con uñas y dientes sus privilegios, mientras los otros consiguieron poco a poco alcanzar el derecho de ciudadanía pleno y con ello el acceso a los distintos órganos políticos, la creación de representantes propios (tribunos de la plebe, ediles plebeyos), los matrimonios mixtos, .... Se llegó a un statu quo entre los dos bandos. Incluso el sector más enriquecido de la plebe logró integrarse en el nuevo orden senatorial (nobilitas) o bien se desmarcó de unos y otros formando el orden ecuestre (caballeros) que fue el tercero en discordia. Ciudadanos ricos: Orden senatorial (patricios y plebeyos ricos) Orden ecuestre Ciudadanos pobres: Plebeyos Pero nuevos factores alteraron el equilibrio tan arduamente logrado: la clase media de pequeños campesinos desapareció, arruinada por sus mismas victorias. Las guerras, cada vez más largas y lejanas, exigían grandes contingentes de tropas. Los campesinos no podían atender sus tierras mientras estaban en el frente. Una vez licenciados necesitaban préstamos para volverlas a cultivar. Se arruinaban pagando elevados intereses, mientras su trigo era cada vez más barato por la competencia del trigo de las colonias. Perdieron sus tierras, pero tampoco encontraron trabajo, al sufrir de nuevo la competencia de los esclavos cuyo precio se había visto abaratado por la gran afluencia de prisioneros de guerra. Esta ruina de los pequeños campesinos enriqueció más aún a caballeros y senadores: los primeros ganaron al prestar dinero por el que cobraron elevados intereses, los segundos al comprar a precios irrisorios las pequeñas propiedades y además se apoderaron ilegalmente de las tierras confiscadas a las ciudades vencidas, tierras que, en teoría, pertenecían a la ciudad de Roma, pero que los patricios se apropiaron sin pagarlas. Estos campesinos afluyeron a Roma y, ya que no tenían con qué ganarse la vida, se vendieron a sí mismos, ofreciendo su voto al mejor postor. A partir de ese momento el sistema político se corrompió totalmente, la democracia se convirtió en una farsa y la ciudad se encontró llena de una gran masa de desocupados, muy manipulables y de ánimos exacerbados. Hubo un intento de reforma, el de los hermanos Graco, Tiberio primero y luego Cayo. Trataron, entre otras cosas, de reconstruir el campesinado medio recuperando el ager publicus (tierras confiscadas en las ciudades conquistadas) que los patricios habían usurpado ilegalmente para redistribuirlo entre estos campesinos desposeídos. Su proyecto era el de formar colonias en Italia y las provincias. La oligarquía reaccionó con violencia y, perdida la batalla legal, no dudó en hacer asesinar a ambos tribunos de la plebe. Pero la lucha política no terminó allí y un nuevo hecho complicó aún más la situación. El cónsul Mario reformó el ejército, convirtiéndolo en profesional y permanente y admitiendo en sus filas a cualquier clase social (recordemos que antes quedaban excluidos los elementos más pobres de la población, los infra classem). Así se enrolaron muchos desposeídos, más fieles a sus generales que a un Estado que en nada les había beneficiado. El enfrentamiento entre el pueblo (populares) y la oligarquía (optimates) se recrudeció y el ejército empezó a ser utilizado por los líderes de uno y otro bando. A partir de ese momento entramos en un período de guerras civiles (más o menos declaradas) que se desarrollarán en tres fases: 1. Enfrentamiento entre Mario (populares) y Sila (optimates): Uno y otro (que antes habían colaborado en varias campañas militares) tomaron alternativamente el poder, no dudando en asaltar su propia ciudad y masacrando a todos sus enemigos políticos (proscriptiones). 2. Enfrentamiento entre César (populares) y Pompeyo (optimates): El primer “round” lo habían ganado los optimates con Sila, pero en el segundo fueron aniquilados. El intento de compromiso que había significado el primer triunvirato (César, Pompeyo y el rico Craso) hizo aguas tras la muerte de Craso y desembocó en una larga y cruenta guerra civil. No obstante, la victoria de César no supuso la vuelta a la democracia, sino un retorno a una forma unipersonal de poder. 3. Enfrentamiento entre Octavio y Marco Antonio: Los optimates reaccionaron con el asesinato de César (idus de marzo del 44 a.C.), pero ya no era posible la vuelta atrás y sus representantes fueron derrotados en la subsiguiente guerra civil. Quedaron en escena tres hombres de César que intentaron, de nuevo, un compromiso: el segundo triunvirato con Octavio, Marco Antonio y Lépido. La historia se repite, ya que, muerto Lépido, los otros dos se enfrentaron por el poder personal. Tras una nueva guerra civil Octavio quedó como único dueño y señor. Roma estaba exhausta y la república había muerto ....