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El Enfoque realista de la economía
Alfredo G. Barros
Pontificia Universidad Católica Argentina
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas
Av. Alicia Moreau de Justo 1400
011 - 4349-0200
E-mail: [email protected]
Resumen.
La presente ponencia es un ensayo sobre una aproximación realista a la
economía. En el mismo se entiende por “realista” las doctrinas que asumen lo
real como punto de partida para sus reflexiones, sea en el campo del vivir
cotidiano, de las artes y técnicas o en el de las ciencias.
Desarrolla en primer lugar, lo que se entiende por enfoque realista de la
economía, partiendo de la noción más divulgada de la economía en estos
tiempos, mostrando la insuficiencia de ciertas consecuencias en posteriores
exposiciones, aportando elementos enriquecedores de la ética, y concluyendo
en la necesidad de contar con conceptos más precisos.
En segundo lugar, se plantea el alcance del denominado “Enfoque católico de
la economía”, concluyendo que en el plano sobrenatural lleva a la supresión de
la economía como ciencia y en el plano natural el adjetivo de católico no es
necesario.
En tercer y último lugar, se tocan dos temas que muestran a modo de ejemplo,
aspectos que la economía tal como la estudia la llamada corriente principal,
muestra aperturas a otros campos del saber, por autoconfesión de insuficiencia
en el análisis.
La conclusión es una recapitulación de las tesis centrales del ensayo.
1
El enfoque realista de la economía.
Introducción.
Esta comunicación presenta una pequeña reflexión sobre la pertinencia de
estudiar la economía desde una perspectiva realista, esto es desde una
perspectiva filosófica, que asume lo real como inicio de las reflexiones sobre
economía y concluye o arriba a conclusiones reales. Reflexionaremos también
sobre la pertinencia o no de denominar a esta perspectiva “El enfoque católico
de la economía”, tratando de investigar si es correcta esta denominación, con
vistas a lo que la justificaría, vale decir, si es pertinente o no. Por último,
mostraremos algunos temas que son discutibles en el tratamiento económico,
ya sea por no dar una respuesta acabada o profunda, ya sea porque en sede
económica están hoy día en discusión dejando abierto el tratamiento a otras
ramas del saber.
1. El abordaje realista de la economía
La economía como ciencia y arte da por supuesta una noción por la cual se da
a conocer como aquella rama del saber cuyo objeto es el tratamiento de las
múltiples necesidades humanas frente a bienes escasos y útiles. Son
conocidos por los estudiosos de la economía que las necesidades se plantean
en consecuencia como mayores en número a la disponibilidad de bienes o
recursos que puedan satisfacerlas, llegando incluso a oírse de vez en cuando,
que “las necesidades son infinitas y los recursos escasos”. Está claro que
cuando se presentan las necesidades como “infinitas” se les suman los
“deseos”. Y también está claro que cuando los recursos son escasos se
plantean en relación a una localización espacio – temporal, con una serie de
supuestos que poseen la característica principal de ser inmodificables al menos
en el corto plazo. Así por ejemplo decimos que la necesidad que el hombre
manifiesta por la energía es mayor que los recursos que posee: la energía para
calefaccionar en invierno ante la dotación de petróleo. La economía como
ciencia indica las alternativas válidas o “económicas” para satisfacer tal
necesidad con tales recursos. Más aún, indica explícitamente que no es objeto
de su estudio la “elección de las necesidades” o si se quiere la valoración de
las mismas: esto dependerá de cada uno. La cuestión es un poco más
complicada cuando hacemos intervenir los deseos, esto es, partir del estudio
de las necesidades consideradas lujosas frente a las necesidades “necesarias”
o reales. Es un poco más complicada, si intentamos resolver cuestiones
planteadas antinómicamente: ¿satisfacemos el hambre de poblaciones o el
deseo de diversiones?. En el esquema del planteo de la corriente principal de
la economía1 como indicamos no es problema por cuanto “cada uno es cada
uno, y mira por si”.
Comenzando por la cuestión nominal, hay una distinción entre necesidades y
deseos: la necesidad como aquello de lo cual no podemos prescindir sin grave
daño para nuestro ser y el deseo aquello de lo cual si prescindimos nos origina
un daño no grave para nuestro ser. Podemos expresar esto de esta manera: el
hombre debe vivir (satisfacción de necesidades básicas) y debe vivir bien
1
Una es la interrogación sobre la corriente principal (¿qué se enseña en los principales centros del
mundo?) y otra es la corriente real (¿es esto verdad?). Aquí podemos plantear otra interrogación ¿cuáles
son los criterios de identificación de la corriente principal y cuál su grado de validez?
2
(satisfacción de necesidades de lujo2). O bien, necesidades básicas y
necesidades sociológicas. Todas estas expresiones deben ser precisadas,
contextualizadas, para tratar de expresar aquello que vemos. Pero queda
manifiesto que cuando hablamos de necesidades básicas o del vivir, nos
referimos a las de alimentación, vestimenta y vivienda, y cuando nos referimos
a las sociológicas o del buen vivir, incluimos aquellas que el hombre tiene como
propias por su peculiar ubicación espacial, histórica, social y cultural: todos
aquellos bienes que satisfacen su rango, su estirpe, y su deseo de ornato.
¿A cuál de estas necesidades trata de indicar los recursos escasos que las
satisfacen y su medida, según la economía? A ambas3, pero ya su mera
indicación nos permite jerarquizarlas, apreciar que deben ser satisfechas con
criterio, con orden. Esto y no otra cosa es un enfoque realista: las necesidades
se nos presentan individual y socialmente con primacías y secundariedades,
independientes de mis apreciaciones. Pero como debemos indicar las maneras
económicas de satisfacerlas, o de asignarles los recursos escasos, el hombre
debe poseer un criterio que haga jugar armónicamente las necesidades y los
recursos. Este criterio es la fuerza, la areté de la correcta ubicación en el bien
aquí y ahora. Y como el hombre tiene tres grandes ámbitos de realización
ubicada del bien aquí y ahora, el desarrollo de esa areté se realizará en
consecuencia en tres ámbitos: el individual, el familiar y el social. Esto es, el
armonizar necesidades y recursos, al estar en relativo cambio, debe lograrse
con una capacidad humana que capte y concrete tal armonía ya sea que las
necesidades y los recursos sean de dominio individual, familiar o social.4 Ahora
bien, aceptar esta manera de estudiar la economía como rama del saber
produce cambios en el tratamiento de los temas. Por ejemplo, no
necesariamente las necesidades de familias o de naciones, serían la mera
suma de sus necesidades individuales, representadas geométricamente por
medio de curvas de demandas, las cuales sumadas darían las necesidades o
demanda de mercado. Esto además de ser confuso, porque no distingue los
conceptos sociológicos de categorías, conglomerados, grupos, asociaciones,
comunidades y sociedades, presenta el inconveniente de no tomar en cuenta
todos los elementos prudenciales que permiten concluir en una decisión
económica correcta y ubicada.
El porqué ha sucedido esto, es motivo de un trabajo de investigación, que
deberá tener en cuenta el papel histórico y doctrinal que distintas posiciones
filosóficas han hecho jugar sobre la economía. De paso solo queremos
manifestar una típica expresión de graduados del área de económicas: “una
cosa es la teoría y otra la práctica”: ¿cuál es el sentido de esta expresión?. Que
una cosa es el desarrollo académico, conceptual de los temas y otra diversa
(“nada que ver”) es la aplicación práctica. Observemos que desde el enfoque
realista, no procedemos por este camino. Decimos que la verdad tiene una
manifestación teórica y una manifestación práctica. Con rigor indicamos que la
2
Utilizo aquí la denominación que utilizan Yepes Stork Ricardo y Aranguren Echevarría Javier en
“Fundamentos de Antropología. Un ideal de la excelencia humana”, Eunsa, Pamplona, 1999, aunque
acepto que esta denominación puede dar lugar a una serie de precisiones por su sentido casi “equívoco”
que posee.
3
A ambas como dijo el economista, porque si satisfacemos solo las primeras nos quedamos sin trabajo en
un minuto.
4
Valga la redundancia, que nos referimos a la virtud de la prudencia. Pero “virtud” y “prudencia” evocan
según los hombres, distintas y diversas realidades, llegando en ocasiones al equivoco. Pienso que no
sucede lo mismo a nivel de realización concreta, pero esto ya es otra historia.
3
verdad económica tiene una modalidad teórica y un manifestación práctica, con
la siguiente condición: no se contraponen ni van por carriles paralelos, menos
aún opuestos. Con lo cuál si se manifiestan expresiones como “una cosa es la
teoría y otra la práctica”, se manifiesta un modo, una postura de acceso a lo
real, incompleto, poco real. La economía de alguna manera salva esto de
alguna manera por vía práctica, porque en esta vía los aciertos y los errores se
aprecian mucho más rápido que los correspondientes a la vía teórica.5
Por último, en esta breve reflexión sobre el enfoque realista de la economía,
una indicación acerca del fin. El viejo principio humano nos indica que todo lo
que se mueve, se mueve por algo. “Algo” es el fin. Y es fin porque es bueno, o
sea perfectivo, y en consecuencia atractivo, que atrae, y de allí que todos
queremos alcanzarlo. ¿Cuál es el fin para la economía? La satisfacción de las
necesidades, es una respuesta incompleta, porque en definitiva lo que
queremos es estar bien económicamente. Y queremos estar bien
económicamente para poder alcanzar fines o bienes de índole superior a los
pertinentes a la economía. La sociología y la psicología en el estado actual en
que exponen sus enseñanzas nos enseñan mucho de esto, de la importancia
que suelen tener los bienes materiales (= económicos) para satisfacer
necesidades más profundas: de estima y de reconocimiento social. La ciencia
ética también nos aporta sus verdades: el hombre se desarrolla como persona
llegando a su plenitud, si usa de los bienes con moderación, con justicia, con
prudencia. También nos enseña que su fin es la felicidad y por vía analítica nos
indica en que consiste su felicidad: en la posesión del Bien Increado. Pero
fijémonos que el hombre no persigue sus bienes solo individualmente, sino
también socialmente. Ahora bien, cuando realizamos múltiples acciones
individuales y sociales con la vista y la fuerza en alcanzar una meta, un
objetivo, un fin, surge el orden, que no es otra realidad, “que la unidad
resultante de la correcta disposición de muchas cosas”6, esto es de la
multiplicidad de acciones dispuestas correctamente hacia el fin, hace surgir el
orden. Para lograr, en consecuencia el orden, deben haber múltiples acciones,
o sea, decisiones económicas encaminadas a alcanzar un fin que es común,
porque un conjunto de hombres y grupos sociales lo persiguen y que al mismo
tiempo, es el bien, o el fin del individuo. En resumen, la consideración del fin
final, y de la correcta concatenación de fines próximos y lejanos, intermedios y
finales, individual y socialmente, nos permiten valorar las acciones efectuadas
para alcanzarlos, y en su raíz, nos permite el análisis de las correctas (o no)
toma de decisiones en la asignación de recursos para la satisfacción de
necesidades básicas y de lujo.
En este planteo, el papel de las matemáticas, queda también ubicado a su justo
lugar, por la razón básica de ser una ciencia cuyos supuestos no son
suficientes para la formación acabada en la economía y por una razón
adicional: al ser ciencia, es en definitiva formadora de una particular manera de
ver las cosas7, la cuál extrapolada del alcance propio que tiene, produce una
“deformación” o desajuste en el sujeto que la porta para la toma de decisiones.
Las relaciones entre razón teórica – razón práctica, bien universal – bien concreto, el papel de la razón
particular, todas estas según las entiende la filosofía que abreva en Santo Tomás de Aquino, tienen un
importante papel formativo para la toma de decisiones económicas.
6
Santo Tomás de Aquino, Contra Gentiles, III, 71, citado en Sacheri Carlos, El Orden Natural, Ed. Del
Cruzamente, Buenos Aires, 1980.
7
Es decir es formadora de una hábito.
5
4
Esto es, forma en lo suyo específico que es lo cuantitativo, pero no forma a los
oyentes de esta disciplina en la consideración de aspectos como lo histórico y
lo circunstancial.
2. La pertinencia nominal y real del “Enfoque Católico de la
Economía”.
No analizamos “enfoque” en el punto anterior, pero lo haremos ahora. Enfoque
es la acción y el efecto de enfocar, y enfocar es hacer que la imagen de algún
objeto producida en el foco de una lente se recoja con claridad sobre un plano
y objeto determinado. Figuradamente, es descubrir y comprender los puntos
substanciales de algún problema.8 Es decir, que cuando hablamos del
“Enfoque Católico de la Economía”, estamos tratando de descubrir los puntos
substanciales de la economía a la luz de lo “católico”.9 ¿En qué sentido se usa
católico aquí?10. De todas las acepciones que indica el Catecismo de la Iglesia,
creemos que la que más se aproxima a este modo de ver es la siguiente:
“El deber de rendir a Dios un culto auténtico corresponde al hombre
individual y socialmente considerado. Esa es “la doctrina tradicional católica
sobre el deber moral de los hombres y de las sociedades respecto a la religión
verdadera y a la única Iglesia de Cristo” (DH 1). Al evangelizar sin cesar a los
hombres, la Iglesia trabaja para que puedan “informar con el espíritu cristiano el
pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en
la que cada uno vive” (AA 13). Deber social de los cristianos es respetar y
suscitar en cada hombre el amor de la verdad y del bien. Les exige dar a
conocer el culto de la única verdadera religión, que subsiste en la Iglesia
católica y apostólica (cf DH 1). Los cristianos son llamadas a ser la luz del
mundo (cf AA 13). La Iglesia manifiesta así la realeza de Cristo sobre toda la
creación y, en particular, sobre las sociedades humanas (cf León XIII, enc.
“Inmortale Dei”; Pio XI, enc. “Quas primas”).11
Este texto forma parte del tratamiento de Los Diez Mandamientos y junto a la
Vocación del hombre: La Vida en el Espíritu, forma parte de la Tercera parte La
Vida en Cristo.12 Esto es, el tratamiento del texto es teológico revelado, como
se desprende de los títulos pertinentes. Cuando analizamos los temas de la
Tercera Parte, vemos que los temas son de Revelación Divina como también
se aprecia en partes del texto arriba transcripto. Pero debemos recordar que
las verdades divinas pueden ser de dos tipos: algunas accesibles a la razón
natural y otras no accesibles.13 En consecuencia, nos preguntamos: ¿con qué
tipo de verdades se relaciona la economía, para que merezca un tratamiento
8
Acepciones aceptadas por la Real Academia Española.
Algo así como un objeto formal quo.
10
Ledesma Joaquín R., El Enfoque católico de la Economía, Educa, Buenos Aires, 2000.
9
11
Catecismo de la Iglesia Católica Nº 2105.
Es interesante ver que la La vida en Cristo se divide en las siguientes partes: Primera Sección: La
Vocación del hombre: La Vida en el Espíritu: C. 1: La dignidad de la persona humana; C.2: La
comunidad humana; C. 3: La salvación de Dios: la Ley y la Gracia. Segunda Sección: Los Diez
Mandamientos: C. 1: Amarás a tu Dios tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus
fuerzas; C. 2: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
13
Santo Tomás de Aquino, Contra Gentiles, L. I, C. 4.
12
5
“católico”? y segundo ¿porqué lo trata la Iglesia, en su Catecismo y en los
documentos que forman parte de la Doctrina Social de la Iglesia?
Con respecto de la primera pregunta, pensamos que el tratamiento de la
Economía como ciencia y arte no es una verdad inaccesible a la razón natural.
La realidad económica, como experiencia está al alcance de cualquier persona
y comunidad en ejercicio de sus facultades. Como arte, esto es como conjunto
de reglas para alcanzar una obra llamada económica, también es alcanzada
por el ser humano individual y socialmente, seguramente por un número más
reducido, al igual que los que se dedican al cultivo de sus principios desde una
perspectiva científica. Vale decir, que la economía es un conjunto de verdades
alcanzables por el sólo ejercicio de la razón natural, y más aún: ni siquiera
Reveladas aunque el hombre las pudiera alcanzar con el ejercicio de la razón
natural. ¿Porqué entonces son tratadas dentro del Catecismo y en particular
por la Doctrina Social de la Iglesia?. Son tratadas para facilitar indirectamente
el conocimiento y cumplimiento del núcleo central de la Revelación o bien,
desde otra perspectiva, porque conviene para la salvación del hombre, el
allanar inconvenientes y postular soluciones que no correctamente tratadas
pueden interferir en el camino de salvación. Esto es, por una razón prudencial,
o de ubicación en el bien aquí y ahora.
Lo que queremos decir, es que el tratamiento que la Iglesia Católica efectúa
sobre la economía, se refiere a principios que no son exclusivos de la
economía sino a aspectos de la Ética, y valga la aclaración, con realidades que
hacen a la conformación del hombre con su destino final: la economía como
praxis humana está regulada por los principios de orden natural, los cuales
están abiertos al orden sobrenatural, pero con una clara distinción, que impide
la absorción o fusión de unos con otros.
En consecuencia cuando se habla de “Enfoque Católico de la Economía”, en
particular hay que remitir a explicar la raíz de la economía (praxis humana y su
principio: el hombre como animal racional) y efectuar un abordaje desde la
Doctrina Social de la Iglesia, parte de la Teología Revelada, en dónde se
vincula la economía a los principios que hacen más directamente a la salvación
del ser humano.
Pero para tratar de la economía con su primera parte, la raíz de la economía, el
vínculo de la economía como ciencia y arte al hombre en su aspecto integral
(espiritual y corpóreo, individual y social, cultural e histórico, con una actividad
inmanente y un destino trascendente) no hace falta recurrir al adjetivo católico,
por cuanto esta relación es captable en el orden natural de las cosas. Por
ejemplo, plantear la solidaridad en economía, de ricos con pobres, no es algo
que necesariamente deba respetarse por ser católico: debe respetarse por ser
humano. La explicación de las vinculaciones de la economía con la ética no es
algo exclusivamente logrado en el plano sobrenatural, sino posible de explicar
en el plano natural. Que la religión Católica pueda dar un conjunto de
explicaciones de largo alcance o de mayor motivación, es otro cantar que no
invalida la tesis que dice: no hace falta plantear un enfoque católico de la
economía, si con esta denominación se quiere asegurar el tratamiento de un
corpus ético, que resguarde la dignidad de la persona humana. Pensamos que
indicar un tratamiento realista de la economía, lleva ya a reconocer los
aspectos que hacen a la dignidad humana en sus dimensiones individual y
social.
6
Como una ventaja de menor rango, puede lograr establecer encuentros con
grupos que no acepten una teología revelada pero que estén dispuesto al
descubrimiento de la verdad en su manifestación natural.
Un tratamiento de este tipo es incompleto por cuanto no tiene presente la
inserción de este campo del saber humano en la manifestación de Nuestro
Señor Jesucristo, sobre todo, en lo que el Catecismo señala como la “realeza
de Cristo sobre toda la creación y en particular sobre las sociedades
humanas”.14
En síntesis: desde una perspectiva nominal, el enfoque católico de la economía
lleva a su aspecto real. Y su aspecto real es Súper Real: sobrenatural: puede
efectuarse un tratamiento científico pero de ciencia teológica y no económica.
Si se quiere mantener un tratamiento de ciencia como tal, hay que efectuar un
tratamiento en el plano natural –de la razón natural- y en este caso pensamos
es superfluo colocar el adjetivo de católico.
3. Algunos aspectos que la ciencia económica de la corriente
principal deja resueltos de manera incompleta.
En esta última parte de la comunicación ejemplificaremos algunos temas que la
economía como es estudiada en sus primeros niveles científicos no soluciona
acabadamente.
El primero de ellos es la clásica distinción entre economía normativa y
economía positiva. Esta distinción, por vía de simple argumentación lógica,
plantea el siguiente inconveniente: aceptado que la economía es una ciencia
práctica: ¿cómo no va a ser normativa? Si una ciencia se postula como práctica
o menos aún, si es un saber artístico o técnico es práctico, ¿cómo no va ser
normativo? Es decir, si es práctico, postula dos cosas: primero, que tienen un
fin de tipo operativo, práctico, y segundo, que conoce los caminos válidos para
lograrlo. El lazo entre el primero y el segundo no es otra cosa que la
normatividad: la indicación que por estos caminos llegaremos mejor al objetivo
económico. Que la ciencia práctica tenga que realizar trabajos de campos, sea.
Que deba tratar de buscar vínculos en los datos registrados, sea. Estos puntos
no invalidan la normatividad. Ahora, si deben proponerse objetivos a alcanzar,
hay que distinguir si están dentro del alcance de la ciencia o no. Si están dentro
del alcance de ella, con más razón es normativa: dice lo que se puede alcanzar
y cómo. Si están fuera de su tratamiento, hay ya no opina, y mucho menos
dictamina, por dos razones al menos: no posee los instrumentos científicos
para tratar el inconveniente, y dos, no le compete a una ciencia, indicar lo que
está más allá de sus principios, cuando estos son superiores. Nuestra opinión
es que en el planteo de ciencia normativa – ciencia positiva, se confunden
ciertos temas: uno, una sola ciencia puede tener dos instancias: la positiva y la
normativa. Dos, una antigua y ya casi obsoleta consideración epistemológica
de la ciencia: hablar actualmente de ciencia positiva es ya trabar con
instrumentos de siglos anteriores que casi sin dudas están superados ¡en la
corriente principal de la epistemología!15. Tres, un planteo de ciencia normativa
y ciencia positiva como viene dado en la mayor parte de los textos de
introducción a la economía que hemos revisado16 tratan el tema de la siguiente
manera: indican que es ciencia normativa y que ciencia positiva y “aplican”
14
Ibidem, Nº 2105.
Basta recordar un solo nombre: Karl Popper.
16
Los manuales de Samuelson – Nordhaus, Dornsbusch y Fisher, Mankiw, etc..
15
7
estas categorías a la economía. Mejor sería ver la realidad económica en sí,
ver como toman decisiones los agentes económicos y que obras logran, para
desde allí comenzar a elaborar una formulación científica “realista” y luego
–subrayo luego-reflexionar sobre el tipo de ciencia que es. En este sentido, el
viejo maestro Aristóteles puede enseñarnos mucho.
Otro tema no resuelto por la economía y en particular por la macroeconomía,
es lo vinculado a las decisiones grupales: caso concreto cómo determinar el
método por el cual se deciden aspectos de Finanzas Públicas, como por
ejemplo, la determinación de necesidades sociales y los bienes que deben
cubrirlas. En algunos casos se remite a la decisión del voto, y en otros al voto
pero encaminado a la elección de los políticos, que con sus decisiones tomarán
“el toro por las astas”.17 Esto está mostrando al menos dos cosas: o la
insuficiencia del campo de trabajo de la economía y en consecuencia la
insuficiencia del instrumental conceptual para trabajar y el problema de plantear
los campos científicos como compartimentos estancos. Apuntamos aquí sólo
posibles puntas de investigación. Con respecto de lo primero, si arrancamos de
una deficiente ubicación epistemológica, la carencia y pobreza de instrumentos
será una consecuencia lógica. Pensamos que la Macroeconomía no tiene
alcance suficiente para dar a conocer como es el proceso decisorio. Pero con
una correcta epistemología se podría realizar un análisis parcial de las
necesidades y de los bienes sociales. Porque si más arriba hemos dicho que
para llevar a su plenitud la economía hay que introducir el tratamiento de la
prudencia para formar en la toma de decisiones económicas, ¿cómo no va a
poder abrir la boca sobre la determinación de las necesidades?
En relación al tratamiento de las ciencias como compartimentos estancos es
algo que atenta contra el alcance y las potencialidades de las ciencias. El
reconocimiento de lo real como algo más rico que el conjunto de contenidos de
las ciencias debe llevar al reconocimiento de la necesidad del tratamiento
interdisciplinario. Y del tratamiento interdisciplinario, al tratamiento
intradisciplinario, para calibrar la jerarquía de las ciencias que están tratando
con lo real en distintos grados de profundidad.
De esta manera la apertura a otras formas de realidad y a otras concepciones
de ciencia pueden llevar al correcto tratamiento en la determinación de
necesidades y bienes públicas.
4. Conclusión.
Este corto recorrido que hemos efectuado bajo la denominación del Enfoque
Realista de la Economía, pretende mostrar insuficiencias y excesos en el
tratamiento de lo real, bajo su aspecto de económico. La economía como está
siendo cultivada en nuestro medio creemos lleva un germen de esterilidad, al
no poder dar explicación de problemas humanos cotidianos: por ejemplo, la
distribución de la riqueza y la pobreza, el desempleo, el desigual nivel de
crecimiento y desarrollo de las comunidades. Pensamos también que otra
manifestación de esterilidad, es la reducción de las discusiones a un círculo de
especialistas. La especialización creemos es el gran enemigo del saber, porque
el saber de por sí, incluso el saber “más saber” la sabiduría es de por si
manifestativo, luminoso. Ahora, si por “saber economía” es algo que nadie más
que los eruditos entienden, algo está funcionando mal, porque parece que eso
17
Dos autores: R. Musgrave y H. Petrei.
8
lleva a que las concepciones económicas se concentran en pocas manos, sin
mostrar la realidad que eso sea verdadero.
La segunda conclusión, es que no es posible plantear un enfoque católico de la
economía y mantenerla al mismo tiempo como ciencia: si es posible tratar de la
economía desde perspectiva católica, pero en ese caso, no hay ciencia
económica sino teológica.
9