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EL AMOR Y LA TERNURA,
CAMINOS PARA AFRONTAR LA ADVERSIDAD
Conferencia en el marco del congreso sobre humanización de la salud.
CAPÍTULO 1
Se trata de movernos adentro, conmovernos... cuando un hombre es lo que es
desde su corazón, cuando yo soy padre desde el corazón, cuando soy madre
desde mi corazón, cuando soy hermano desde el corazón, amigo desde el
centro, cuando soy un hombre o una mujer desde el corazón, en esos
momentos soy un sanador, materia prima de la creación, materia prima divina,
movimiento de la danza del creador. Así conmovidos por ese pulso interior del
amor nace en nosotros el artista, poeta, músico o padre Podemos llorar, reír
cantar o gritar pero sólo si lo hacemos con amor tiene sentido. Cuando nace
del corazón todo acto humano es sanador.
Nuestro problema no es la ley 100, ni la 200, ni las 300 que vamos a inventar,
todos los sistemas de salud del mundo están en quiebra, no solo en quiebra
económica, sino en quiebra de humanidad, en quiebra de valores; tal vez la
medicina americana sea la más rica del mundo pero es la más pobre desde el
punto de vista de los valores humanos; tal vez los pacientes americanos sean
los mas desprotegidos del mundo por que podemos arreglar su hígado, su
bazo y su riñón o practicarles un transplante de medula ósea, pero no se puede
encontrar una ciencia con conciencia, una medicina con alma. Tal vez ahora
nuestra mayor riqueza sea la crisis, prueba viva de que estamos creciendo.
Pues la crisis es también la mejor estrategia de crecimiento espiritual. En
muchas escuelas de formación y de crecimiento, cuando el alumno no tiene
crisis se le provocan; la crisis es una obligación; si yo no tengo crisis contigo es
porque no me conmuevo contigo, si no hay un poquito de rechazo, de
aceptación y de fricción en la relación contigo, no se está puliendo el diamante
de mi corazón, no está brillando la luz que yo puedo darte a ti. Bienvenidas
sean las crisis cuando de ellas podemos aprender la lección.
Nuestro problema frente a la crisis es que atacamos o huimos, es que nos
comportamos instintivamente, es que no hemos ascendido a nuestra
humanidad. Vivimos las crisis de tres maneras.
A la primera la vamos a llamar la crisis de sensibilidad; nos sensibiliza la
muerte para revelarnos la vida; ahí está la enfermedad para revelarnos que
hay algo que estamos haciendo de nuestra vida y con nuestra vida, ahí está tu
dolor para descubrir que detrás del dolor había una lección de luz y de amor,
ahí están mis problemas para revelarnos debajo de las apariencias en nuestra
genuina y humana esencia; así que cuando tenemos la crisis, el problema no
es la crisis, el problema es que la crisis no nos toque, el problema es nuestra
indiferencia.
El cartel aquí no es el de la guerrilla, ni el del gobierno, ni el de los
paramilitares, el cartel es la indiferencia en nuestro corazón petrificado. El
miedo ha generado muchas formas de violencia, porque todas las emociones
negativas son hijas del temor. En cada agresor está el miedo disfrazado de
agresión. El temor es el padre de la violencia, esta es hija del temor que nace
de la ignorancia de lo que somos la violencia nace del temor y el temor nace
de la ignorancia de lo que somos, y esa ignorancia crea dos conflictos que
están en la base de todos los conflictos: aversión y apego.
La aversión es el separatismo, el rechazo, el racismo, el totalitarismo; el apego
es la dependencia, es el consumismo, es la farmacodependencia, es la
drogadicción, es la adicción a una idea, a una ideología que separa y excluye
todas las ideas, es la adicción a una religión Estamos enfermos, esa es nuestra
enfermedad, de dos cosas básicamente, de apego que es fundamentalismo, y
de aversión que es anarquismo. El fundamentalismo existe en la economía y
lleva al monopolio, existe en la política y es totalitarismo, existe en la religión,
en la filosofía, en la ciencia. Pero el fundamentalismo crea una reacción
adaptativa a nivel personal y a nivel social que llamamos anarquismo,
frecuentemente nuestra rigidez produce anarquía en el cuerpo y esa anarquía,
que son síntomas, dolores, enfermedad, es la sacudida del cuerpo frente a
nuestra agresión, nuestro dogmatismo, nuestro fundamentalismo en la dieta, en
la vida, en el horario, en el trabajo; el anarquismo es entonces la respuesta al
fundamentalismo, y es aversión que se manifiesta en el plano social pero
también en el plano personal; Cuánto de aversión hay en una artritis, cuánto de
odio hay en una enfermedad auto inmune, cuánto de resentimiento hay en una
colitis ulcerativa, cuánto de soledad afectiva y de perdida de la identidad hay en
un cáncer, no podríamos decirlo porque eso no se puede cuantificar, pero con
seguridad, esos sentimientos y pensamientos, esa visión del mundo esta
inscrita viva dentro de nuestro cuerpo, se vuelve anatomía se vuelve fisiología,
se vuelve química.
Cuando una enfermera amorosa acaricia a un niño recién nacido, el niño crece
al cabo de un mes 50% mas que los niños que tienen los mismos cuidadoso y
la misma alimentación pero no han sido acariciados; ¿qué ingeniero genético
hay en la caricia?, ¿Qué relación hay entre el contacto humano, la caricia y la
hormona del crecimiento y todas las hormonas que hay debajo de la piel. La
piel es un radar para continuar la vida, para fluir desde la vida, para entrar en
contacto; hemos perdido el contacto y es ese contacto esencial de la caricia, el
contacto de la mirada, el contacto de sentirte y de sentirme lo que nos falta
para ser parte de una sola red.
Cuando revisamos recientes trabajos de investigación epidemiológica y
analizamos los factores de riesgo en relación con la enfermedad descubrimos
que el principal factor de riesgo de enfermarse de cualquier enfermedad
crónica es la perdida de soporte relacional. Hay comunidades enteras como el
caso de un pequeño pueblito de Pensilvania llamado Roseto en el que las
estadísticas de enfermedad coronaria revelaban tasas inesperadamente bajas.
Los investigadores llegaron a Roseto haciéndose muchas hipótesis, pensaban
que la gente de Roseto era juiciosa, que no fumaba, que no trasnochaba, que
eran algo así como san Franciscos de Asís en el corazón de Estados Unidos, y
fueron y se encontraron ente que bebía y fumaba sin una dieta que descollara
por lo sana. La única diferencia que tenían en relación con las poblaciones
vecinas con una tasa mucho más alta de enfermedad coronaria, era que los
habitantes de Roseto
tenían una familia, como las antiguas familias
colombianas, como las familias paisas, una familia abierta, amorosa, donde
todo el mundo compartía la mesa, el dolor, la vida. La familia era una sólida red
de soporte afectivo.
Lo extraordinario era que cuando la gente se iba de Roseto empezaba a tener
infartos. Irse de Roseto era perder el efecto protector de relaciones humanas
que demostraron en otras investigaciones ser un indicador fundamental de la
evolución de la salud en general. La evolución del recién nacido está así
mismo en relación con la calidad de la relación comunicación de los padres
durante el embarazo; en la epidemiología de la religión, nos encontramos que
el pronostico de la enfermedad terminal, cambia cuando se cree en una
existencia trascendente, que vive en mi corazón, si yo tengo fe en una vida
mas allá de la vida, si mi vida tiene sentido mucho mas allá del cuerpo.
Empezamos a descubrir entonces que hay una medicina imperial, y esa
medicina imperial se llama el sentido de la vida, que podemos vivir la vida de
muchas maneras, pero sin sentido es imposible vivir una vida de calidad
Ese sentido de la vida no esta en mi, sino en mi naturaleza, que hace parte de
la naturaleza del otro, esta en mis hijos, en mi sociedad, en mi humanidad, en
mis hermanos, en aquello que yo puedo darle a la vida, y mientras yo tenga
algo para regalarle a la vida y alguien que abra los brazos y reciba es regalo,
mi vida tiene sentido, cuando yo no puedo dar de lo que soy de lo que tengo,
de mi vida, no solo de lo que se, de lo que conozco, sino de lo que siento de
mis sentimiento a la vida, la vida empieza a perder sentido.
El amor es esa sustancia invisible y milagrosa que mantiene el puente de la
relación que hace de nosotros un solo cuerpo, una sola humanidad que
establece en la relación medico paciente una relación terapéutica, pero que
hace de toda relación humana siempre una relación terapéutica, todas mis
relaciones son terapéuticas, en un sentido positivo o en un sentido negativo, lo
terapéutico es lo relacional, es la calidad de mi relación.
Frecuentemente no es mi aspirina, es la sonrisa de mi corazón que florece en
mis labios, frecuentemente es el abrazo, es la acogida amorosa, es la comida
que preparo, es la mirada comprensiva que te emito, es mi silencio, es mi
compañía silenciosa, es mi solidaridad sin ruido.
Lo terapéutico no es mi juicio ni mi diagnostico, ni mi pronostico, lo terapéutico
siempre está presente por que la vida y el amor se conjugan en presente, la
vida no existe en el futuro ni en el pasado sino ahora y aquí en el momento
único en que me puedo dar íntegro.
Así empezamos a descubrir que nuestra primera crisis es de sensibilidad. Si
nosotros despertamos a la sensibilidad, a la capacidad de conmovernos
interiormente desde el corazón, si yo llevo tu imagen a mi corazón como hacen
los maestros tibetanos y la siento dentro mi corazón y la acaricio desde mi
corazón y vivo tu dolor en mi corazón, eso es terriblemente terapéutico y
nosotros lo conocemos, eso hace parte de una medicina milenaria, la única
medicina universal en todas las culturas que se llama la sanación, eso no es un
patrimonio de los médicos sino de un sistema médico que es una estrategia de
adaptación y supervivencia de una cultura entera.
Nosotros creemos que los sistemas médicos son los sistemas de los
trabajadores de la salud, pero no es así, los sistemas médicos son sistemas de
creencia y la ciencia es una partecita del sistema médico. Mi concepción y
visión del mundo determina mis actitudes frente a la vida, mis hábitos en la vida
cotidiana es el principal determinante de mis enfermedades. El 70% de
nuestras enfermedades depende del estilo de vida, entonces qué estamos
haciendo con más hospitales, con más presupuestos, con más programas de
salud, si el programa de salud es despertar el médico interior, es despertar la
conciencia de lo que tú eres, es despertar tu capacidad de conmoverte, es
llevarte e identificarte otra vez con tu hermano y tu hijo, es empezar a sanar la
vida y a sanar la tierra desde tu interior, no es sanar el universo afuera, es
sanar el universo interior, no es conquistar a la guerrilla y a los paramilitares
sino es acariciar al guerrillero que cada cual tiene en su corazón, al paramilitar
que cada uno de nosotros llevamos en el corazón, a ellos enfrentados en
dependencia o en odio permanente que hacen que nuestro cuerpo sea ese
teatro en el que toda la conmoción social del miedo, el terror, la agresión o la
violencia se está desarrollando.
El problema no está ocurriendo en los llanos orientales o en la zona de
distensión o en la plaza de Bolívar o en Ruanda, el problema está ahora vivo y
aquí en nuestro corazón y cuando despertamos ese corazón a la humanidad
empezamos a despertar la ternura; la ternura es esa cualidad blanda, fluida,
transparente inocente, incondicional que brota del corazón cuando por fin sin
máscara uno es capaz de dar de lo que tiene, de lo que es.
En la ternura tu no puedes dar ni más ni menos que tu vida en la ternura no se
calcula, tu no piensas voy a ser tierno, ustedes no se imaginan eso, tú eres
tierno porque te nace, tierno porque te fluye y te fluye con todo el cuerpo, con
toda el alma no sólo con las palabras, te fluye con los ojos, te cubre con la
música de tu vida. Miren un niño que es tierno y es tierno por excelencia, un
niño vive una emoción con todo su cuerpo, todo su cuerpo gime, todo su
cuerpo se sacude, todo su cuerpo solloza, todo su cuerpo se vuelve cálido,
blando y vulnerable en un momento de ternura.
Ese lenguaje infinito que un bebé tiene para conquistar a su madre es el ritual
de desarrollo, él no se nutre de leche, la leche es la nutrición material, él se
nutre de ternura y el río de leche es realmente un río de ternura y si no hay
ternura la leche no nutre porque yo puedo coger un niño y darle biberón y
cambiarle los pañales a la misma hora y ese es un bebé de alambre que se
voltea contra la pared y se deprime y se desnutre y altera hormona de
crecimiento y todas esas cosas que los médicos conocemos porque es que
nosotros no nos nutrimos de cantidad de cosas, de calorías, nos nutrimos de
calidad, aún el alimento es un portador de la calidad de la vida y esa calidad de
la vida está envasada en un recipiente esencial que es la presentación exterior
del amor y ese recipiente esencial lo llamamos la ternura.
Pero el ritual de desarrollo no se ha acabado; el ritual de desarrollo es un ritual
de apertura amorosa y consiste en que cuando el niño es estimulado, el primer
reflejo que tiene cuando nace, es un reflejo de moro, un reflejo fantástico; él
abre todo su cuerpo, abre sus brazos y se extiende como abrazando el mundo
y luego se cierra y abraza. Es como si nuestra programación fuera abrazar,
pero abrazar no solo con zeta sino con eses; ese es el fuego de una llama
consumidora de Dios en nosotros, que es un fuego consumidor; un fuego de la
fusión, es el fuego que se está realizando segundo a segundo en el sol, la
fusión; y que está permitiendo la vida en la tierra.
Estamos aquí para fundirnos, para unirnos, para enriquecer nuestra unidad a
través de nuestras diferencias; para ser un universo que permite que
realicemos una permanente síntesis como humanidad. Estamos aquí para
abrazarnos, pero abrazarnos con los ojos, con el conocimiento, con la actitud,
con el pensamiento; a formar con la naturaleza, de la que nosotros somos una
parte, la red de conciencia que llamamos la humanidad, a formar si se quiere
dentro de la religión occidental cristiana, el cuerpo místico de Cristo; a
comulgar, pero a comulgar con la vida viva en el otro, a comulgar con el
paciente, con el hijo, con el río, con el pájaro, con la flor, conmigo mismo
aceptando mi propia naturaleza y entendiendo que soy mucho más allá de la
naturaleza química del cuerpo; que soy sentimiento, emociones, pensamiento y
espíritu unidos en un vórtice de conciencia que se desplaza hacia el centro de
la galaxia, que es un aspecto de la conciencia de Dios también; a demostrarnos
que ese es un Dios tierno, que cuando somos tiernos, es Dios dentro de
nosotros el que fluye y el que puede sanar y el que da la vida; a entender que
venimos a perder la vida, es decir a dar todo lo que somos, hasta la vida,
porque solo dando lo que somos adquirimos la vida de la misma manera,
solamente cuando expiramos podemos volver a inspirar. La vida es una
inspiración permanente, un renacimiento permanente después de esa pequeña
y vivificadora muerte que consiste en darse entero a través del servicio.
A Dios, lo podemos llamar como Gabriela Mistral, "el que sirve”; toda la
naturaleza es un anhelo de servir; la naturaleza es servicio; un hombre y una
mujer, son un hombre y una mujer cuando sirven, cuando dan su nota
fundamental, cuando no vienen a competir, sino a compartir, cuando el
paradigma básico del consumo se nos transforma en el paradigma esencial del
dar, porque es dando como se recibe. Esa escala de valores fundamentales
que nace con la ternura, no nos desgasta puesto que si yo te doy $10, quedo
$10 más pobre; pero si yo te doy amor, quedo infinitamente más rico de amor;
si te doy una sonrisa, no me quedo más pobre, sino infinitamente más rico; y si
yo siembro una sonrisa en tu corazón y tú siembras una sonrisa en el corazón
de tu maestro, cuando vas a la escuela, y el maestro la siembra en todos los
niños y todos los niños la siembran en todas partes, esa sonrisa, que fue una
pequeña mariposa que se desplazaba en tus labios, se ha vuelto un huracán
de amor; al cabo de una semana, el amor se multiplica, es milagroso, en el
milagro del amor es dividiendo como se multiplica, el amor es intrópico,
neguentrópico.
CAPÍTULO 2
El mundo va hacia la entropía, la desorganización, el caos, pero el amor y la
vida van hacia la información más perfecta, hacia el amor; realmente la ley de
la vida es la ley del amor y esa ley se expresa a través de la ternura que es
nuestra riqueza. Frente a la crisis, no atacar, ni huir. Conmoverse. Si tu me
gritas, desde mi corazón conmovido, yo sé que estás pidiendo auxilio, yo tengo
que interpretar ese código; el que más duro grita, es el que más ayuda
necesita; el hombre no es malo, es ignorante de su propia condición; y la
ignorancia de su propia condición lo lleva al apego o la aversión, que son
nuestras dos grandes enfermedades; y el apego genera el consumismo que
hace de la salud, una mercancía.
Podríamos hacer todos los cálculos del mundo sobre los presupuestos de salud
y nunca lo lograríamos, porque la salud no se puede medir en términos
económicos. La salud no es el completo estado de bienestar físico, emocional y
mental. Eso es ilusión. Quien haya logrado el completo bienestar físico,
emocional y mental, no es un ser humano, no es un hombre, a lo mejor es un
ángel clandestino que está aquí entre nosotros; la salud es una tendencia hacia
el equilibro; no hay una sola persona en el mundo que no tenga por lo menos
dos enfermedades, así sea en incubación, pero las tiene; cuando se hicieron
estadísticas en la población americana, para algunos creo que son unos 280
millones de personas, encontraron como 360 millones de enfermedades
crónicas; entonces no se trata ahora de combatir la enfermedad ni combatir la
crisis, se trata es, de vivir la vida; es una cosa muy distinta, porque yo puedo en
medio de la crisis vivir la vida.
La crisis es tan necesaria a nuestras sociedad y a nuestras vidas como es el
surco para la semilla. La crisis es el surco donde podemos sembrar la semilla
del amor y sí esa semilla se riega con ternura, con el calor, el sudor y las
lágrimas, su fruto libertad; pero sin ternura, sin amor, sin un buen carácter, sin
responsabilidad, sin inclusividad dentro del separatismo, es imposible que
nosotros conquistemos la libertad y sin aceptar el surco de la crisis, sin
conmovernos, sin dar desde nuestro interior lo mejor que tenemos en nuestro
corazón, no podemos hablar de paz; la paz no es una cosa que se negocia
afuera, la paz es algo que negocio conmigo mismo y no es un negocio sino que
es la mejor inversión de la vida.
Cuando sembramos en el surco de mi vulnerabilidad, podemos hablar de paz;
hablamos de paz cuando todos nos sentimos vulnerables, cuando sabemos
que no somos perfectos; hablamos de paz cuando no nos erigimos en jueces
de los unos ni de los otros; podemos hablar de paz, cuando nuestro amor es
responsable, es decir, cuando yo no te doy de lo que me pides, sino de lo que
tu necesitas. La peor enfermedad, es el amor, cuando nuestro amor no es
responsable y se convierte en amor para la transacción y el consumo.
En la práctica médica vemos muchas personas que van a buscar, no el
especialista en cáncer, o en bioenergética, o el que maneja el láser, o el que
hace milagros; ni siquiera un milagro buscan. Lo único que buscan es
restablecer la red deshecha de su vida, el vínculo perdido. Buscan el padre que
no tuvieron, la madre que no tuvieron, el consejero, o el oído amoroso, o el
silencio que jamás la vida les concedió; buscan un hombro para llorar, buscan
un ser humano para abrazar, buscan en medio de la multitud, que alguien les
haga sentir en su corazón, que vale la pena vivir y que no están solos. Eso es
sanador y frecuentemente es suficiente. Si tú los escuchas, si no estás
pensando en la respuesta, sino que simplemente escuchas; si tú eres capaz de
llevarlos a tu corazón y vivir su dolor; sí tu, en lugar de pensar en las
respuestas y en las palabras, eres capaz de callar un minuto mientras lloran, o
mientras su dolor se derrama sobre ti; si tú eres capaz de hacer que tu cuerpo
sea como un violín para que él pase el arco de su queja, y entre los dos
establezcan esa bella sinfonía de la comunicación; si tú eres capaz de darle
eso simplemente, lo que él necesita, no sobreprotegerlo sino enseñarle a que
despierte a esa seguridad de que no está solo, de que el amor habita en su
corazón, entonces, tú lo estás sanando.
Primer ejercicio: nuestro cuerpo está sujeto a leyes del amor; esas leyes son
leyes magnéticas; el amor lo podemos definir como una fuerza que atrae; es
una fuerza que da coherencia; pero para que esa fuerza se manifieste tiene
que haber excitación; vivir la vida con ternura, mejor dicho vivir la vida, es
vivirla de una manera excitante; si la vida no nos conmueve, no nos excita, y si
no hay excitación no hay intercambio de información; no hay magnetismo y no
hay amor; para que haya atracción tiene que haber excitación o sea nosotros
nos tenemos que excitar interiormente; el niño que no aprende más que
dificultades intelectuales, tiene carencia de un maestro capaz de conmoverlo.
Igual ocurre con nuestras relaciones humanas, deberían conmovernos. Para
que dos átomos reaccionen se tienen que excitar, si no hay un electrón que se
activa y salta al orbital periférico y no hay una emisión de luz, no hay reacción
química; una reacción química existe solamente después de que los átomos se
han excitado, pero no solo después de que los átomos se han excitado cuando
el electrón regresa a su punto de partida él libera luz, libera un fotón.
Realmente se sabe desde el punto de vista físico, que toda reacción química
no es ni más ni menos que un intercambio de luz; pero lo mismo en la química
del sexo, en la química de la paternidad, de la maternidad, de la relación
médico-paciente; existe esa magia invisible, esa empatía, esa resonancia que
hace que nosotros podamos construir algo que es superior a lo que cada uno
de nosotros somos, es decir, que tú te vayas mejor de lo que viniste y que yo
me quede mejor que cuando tú llegaste, pues intercambiamos nuestra luz.
Somos como dos átomos, como dos planetas, como un cometa que cruza la
órbita de un planeta. Cada encuentro humano, en ese sentido, es un evento
cósmico; pero tal vez el más cósmico de los eventos y el más importante, es el
motivo de todas las religiones del mundo; es el encuentro conmigo mismo;
vamos por la vida buscándonos, mirándonos en el espejo del otro, mirando si
alguna vez nos encontramos; pero no nos hemos encontrado con nosotros
mismos más allá del intelecto; no nos hemos encontrado con esa otra
estrategia del conocimiento, que es el conocimiento emocional; yo no solo te
conozco intelectualmente, te conozco emocionalmente en el silencio, te percibo
y esa percepción emocional, puede ser más importante terapéuticamente, que
el diagnóstico que yo haga de ti.
Entonces vamos a conmovernos, vamos a vibrar; imagínense que las rodillas
son como resortes; se aflojan y empiezan a vibrar sobre el resorte de las
rodillas; con los hombros sueltos, las manos sueltas, cada cual cierra los ojos;
así lo disfruta. Es el arte de disfrutarlo también. Entramos en vibración y
nuestro cuerpo físico se excita y entra en vibración; cada cual a su ritmo, en
silencio, tranquilos; nadie los va a ver.
Ahora paramos un momentito y sentimos la vibración, ustedes tienen la
sensación, es como cuando uno tiene un sombrero y se lo quita y cree que
todavía lo tiene puesto, así cuando uno vibra queda con la leve sensación de
que todavía esta vibrando, hay ondas de energía que van recorriendo e
invadiendo todo el cuerpo.
Hay un músculo, el diafragma, que nos arrulla todos los días. Hagan de cuenta
que el diafragma es como una hamaca en la que nos mecemos todo el día; el
diafragma sube y baja con inspiración y respiración; vamos a respirar
profundamente inflando el estomago inclusive y vamos a espirar agachándonos
hacia delante, lo mas duro que puedan, otra vez; hay mucho temor, terror,
mucha angustia, retenida en el diafragma; cuando tenemos miedo respiramos
como perritos cansados y el diafragma prácticamente se paraliza y la
oxigenación se hace insuficiente.
Frecuentemente el miedo altera el ritmo respiratorio; tenemos que reproducir
una fisiología del amor, que está anclada a la respiración, cuando respiramos
lento y profundo, no metiendo la barriga como nos enseñaron desde pequeños,
sino sacando la barriga para respirar, (si yo no saco la barriga para respirar el
diafragma no se mueve y sino se mueve el diafragma no me estoy oxigenando
entonces hay que inflar), ustedes inspiran profundo, inflan estomago, luego el
tórax, vacían todo el aire porque sino queda aire residual, y así vamos entrando
todos en un estado de relajación.
Esa es la fisiología del amor, pero uno la puede inducir de otra manera. Si
aprendemos a respirar, el temor se va, porque el temor produce una respuesta
fisiológica, y si el temor se va de mi yo estoy preparado para el amor, estoy
preparado para la conferencia o para la sanación o para la vida.
Ahora vamos a hacer otro ejercicio de vibración: ese ejercicio consiste en
utilizar el diafragma; los niños lo utilizan muy sabiamente para liberar o
descargar la tensión de la culpa o del miedo. Piensen en un niño cuando se
está reconciliando. El esta llorando y tiene su pataleta, pero cuando se está
reconciliando, él empieza a sollozar, a respirar como en saltitos. Ahora
hagamos como una obra de teatro en la que vamos a hacer de cuenta que
somos niños, que vivimos una situación dolorosa, generalmente injusta, en que
nos pegaron, nos hicieron sentir culpables y que de pronto vemos a la mamá
que nos sonríe, nos abre los brazos, nos dice con los brazos abiertos, ven que
aunque te hayas comportado mal, a ti yo te quiero. Miren que en ese momento
distingue el comportamiento externo del ser interno, ya no te dice, tú eres
malo, sino, aunque te hayas comportado mal tú eres importante para mí y yo te
quiero. Vamos a hacerlo, con gran respeto por el dolor del otro, porque todos
nosotros llevamos un niño reprimido adentro, tratando de liberarse desde
nuestro corazón, y ese niño escondido y reprimido que necesita llorar, que
necesita gritar, que necesita ser abrazado, está dentro de todos nosotros.
Nosotros necesitamos también, sanarnos para poder sanar la sociedad y sanar
al otro, liberar nuestro dolor; entonces vamos a hacerlo todos, lo importante es,
primero que no colapsen, es decir, quedarse con el diafragma detenido y
reprimir el sentimiento porque tenemos vergüenza; aquí no hay vergüenza,
somos trabajadores de la salud, si estamos llorando nos abrazamos los unos a
los otros y nos consolamos, para eso estamos aquí.
Entonces vamos a ser como un niño, muchos se van a reír, la risa es la
máscara que impide que el dolor aflore, no importa que se rían y ríanse a
carcajadas, lo importante es liberar un sistema límbico, un hipotálamo, un
hipocampo por allá reprimidos, escondidos, disfrazados debajo del
perfeccionismo y de las obligaciones y de la civilización obsesivo-compulsiva y
vamos a liberar eso de blando y de vulnerable, de fluido que tenemos nosotros
que es nuestra ternura y es nuestra fuerza curadora por excelencia.
Primero vamos a vibrar un poquito para aflojar todo el cuerpo; tenemos
corazas; esas corazas están en el diafragma, a veces tenemos estos músculos
duros, agarrotados, pero son las represiones, realmente es la emoción
reprimida, esculpida en nosotros, frecuentemente el miedo se vuelve coraza,
con el movimiento.
Nosotros favorecemos que esas corazas se liberen; ahora empezamos a
respirar; mientras vibramos también empezamos a respirar profundo, botando
todo el aire; en la inspiración nos vamos un poquito hacia atrás inflando el
estomago; ahora con sonido, muy importante el sonido; sigamos todos, duro,
todos lo mas duro posible, nadie los va a oír; ahora nos quedamos quietecitos
un momentito; cerramos los ojos. Sintamos ese niño culpado injustamente,
sintamos la respiración contenida de ese niño adolorido, sintamos el taco en la
garganta, la rabia, el dolor; vivámoslo intensamente para darle otro significado
a esa historia.
Ahora vamos a ver un ser amoroso, Dios, Jesús, el santo de nuestra devoción,
nuestra madre, el amigo del alma, la esposa, el esposo, el que cada cual
encuentre como paradigma del amor en su vida; visualicemos ese ser con los
brazos abiertos, vemos que se arrodilla, nos vamos aproximando lentamente;
ahora corremos y nos abalanzamos en sus brazos y suspiramos todos,
empezamos a suspirar, con sonido, duro, duro, duro; es una experiencia vívida,
duro, duro, duro, ahora vamos a abrir los ojos, caminemos y abrazamos a
alguien que va a hacer las veces de ese ser; vamos a apoyarnos sobre su
hombro y vamos a suspirar un ratito y luego invertimos el rol.
Olvidemos los lugares, donde estamos, las caras, simplemente allí donde el
cuerpo los invite, ustedes se van a dar un abrazo, no desde el cuerpo sino
desde el alma; es la madre o el padre o Dios, que los abraza a través del otro.
Todos salgan de sus puestos, todos, caminen rápido, el permiso es abrazar, es
perdonar, no es una visita social, no es decir donde vives, es sentirse. Que
nadie se quede sin el abrazo, todos van a circular.
Hay muchos que necesitan de nosotros, ella necesita de nosotros, las lágrimas
genuinas, esas que salen del corazón son lagrimas sanadoras; no existe
medicina más imperial que las lágrimas, cuando salen mas allá de la
vergüenza, cuando yo me desnudo ante ti, cuando confieso que soy débil,
cuando confieso que en mí hay miedo, que hay culpa, que hay temor, que hay
frustración, que hay resentimiento.
Cuando yo me confieso ante ti, no desde las palabras sino desde la actitud y
desde la vida, en ese momento me estoy sanando; las lágrimas son la mejor
oración al creador, las lágrimas son producto del médico interior, son el mejor
medicamento homeopático del mundo. Yo la abracé y ella estaba calladita,
pero yo sentía mucho dolor por ella, y la abrazo, y yo siento su dolor en mi
corazón, y cuando yo siento su dolor en mi corazón, lágrimas muy bellas salen,
esas son lágrimas de vida, lágrimas de ternura, lágrimas de transparencia, las
lágrimas que todos tenemos escondidas.
Realmente muchas de nuestras enfermedades son penas guardadas, son el rió
de la vida escondido, son nuestra transparencia resguardada debajo de un
abrigo terrible de rigidez y perfeccionismo.
Pues bien, ahora vamos a apoyarla porque todos somos sanadores, vamos a
llevar las manos a nuestro corazón, vamos a llevar su imagen a nuestro
corazón, ella es la mujer, ella puede ser la madre nuestra, la hermana nuestra,
nuestra amiga; ella es el dolor de la creación, que también esta en nuestro
corazón, y vamos a sentirla en nuestro corazón, vamos a acariciarla, vamos a
llenarla de ternura, vamos a decirle como si se lo gritáramos con todo el
sentimiento que no está sola, que comprendemos su dolor; su dolor es nuestro
dolor; te doy lo mejor de mí, te damos lo mejor de nosotros, te damos nuestra
vida, nuestro silencio, nuestra solidaridad, nuestra oración, nuestra intención
para que el mensaje de ese dolor se revele, para que aprendas la lección del
dolor, para que detrás del dolor en ti se revele la luz y el amor.
CAPÍTULO 3
Todo dolor es un fuego transmutador, es una lección que tenemos por
aprender, y cuando la aprendemos conquistamos libertad Cuando sus hijos
estén dormidos, cuando su esposo esté dormido, cuando su paciente duerma,
cuando no esté con ustedes, no esperen que los estén viendo; la ternura
siempre es impersonal, cierren los ojos, digan una oración, o sientan una
intención amorosa, con la seguridad de que esa intención es más sanadora
que todos los medicamentos del mundo; y no importa quién lo cure, siempre es
Dios el que sana, ya sea con un bisturí, con una oración, con una meditación.
En esa ternura siempre va la esencia de Dios que es amor.
Ellos nos enseñan mucho realmente. El que sufre, el que llora, el que se hace
transparente siempre es nuestro maestro. Yo, frecuentemente como médico,
me pregunto quien es el médico, si ellos me sanan con su dolor, ellos me
sanan con su valor, ellos me dan lecciones de vida en su sufrimiento, ellos me
enseñan de aceptación, de paciencia, de tolerancia, de fe, de confianza y aún
cuando se están muriendo, siempre tienen una confianza infinita en que tus
manos van a ser las manos de Dios prolongadas.
Los médicos los desahuciamos, pero ellos nunca se dejan desahuciar porque
hay algo que nosotros no podemos redecir y es el alma, es la conciencia, es la
vida permanente; los milagros en ese nivel de la conciencia existen, para mí la
ternura produce milagros. Yo he visto desarmarse los líos más impresionantes
del mundo con un poquito de ternura, con el detalle.
Venimos a aprender. Cuando nos quitamos la máscara de los expertos.
Delegamos nuestro mundo a los expertos; los expertos en política, en
medicina, en filosofía; entonces nosotros delegamos la vida, hasta la religión a
los teólogos y a los expertos. Y ¿ dónde esta mi relación conmigo y con el hijo
y con Dios? Si no lo dice el pediatra entonces yo ya no tengo el sentido común
para darle la compota al niño. ¿Dónde dejamos nuestra libertad, nuestra
autonomía, nuestro poder interno, nuestra creatividad, el arte de ser humanos?
No podemos seguir dependiendo de los expertos, tenemos que conquistar esa
libertad intrínseca que es lo que nos hace específicamente humanos, para
volver a humanizar la vida y lo que también significa salir de esta terrible
confusión.
Hemos confundido la vida con el cuerpo, eso equivale a que yo confunda lo
que yo soy con esta chaqueta y que si me quito la chaqueta ya no soy nadie; o
con los zapatos o con el vestido roto, pero un hombre no es el cuerpo, el
cuerpo es el instrumento del hombre; Dios no es el templo, el templo es el lugar
donde se manifiesta Dios, este templo es el lugar donde se manifiesta mi
conciencia y no se acaba con mi muerte, porque es que la vida no se termina,
nosotros creemos que acabamos con la vida; pero la vida se siembra. Cada
muerte es realmente una siembra de vida, porque la vida es una estrategia
continua de evolución que tiene el tiempo de la creación; es decir, para el
sistema solar actual unos 10 a 15.000 millones de años y no se acaba porque
el 11 de agosto es el Apocalipsis como alguien anunció.
El Apocalipsis es cuando yo pierdo conciencia de mí, el infierno es cuando yo
me sumerjo en el fuego de la aversión y de la envidia y del separatismo. El
cielo es la conciencia de mi unidad con la naturaleza que, a su vez, es la danza
del creador.
Yo soy parte de su danza, eso es otra cosa, nosotros andamos por la vida
enfermos de una enfermedad muy grave que es el miedo de morir. El miedo a
la muerte es la madre de todos los miedos y se manifiesta de muchas formas; a
veces se manifiesta como insomnio, el sueño es una pequeña muerte. Y yo
me muero un poco cuando me retiro, pierdo una parte de la conciencia de mi
cuerpo. Mucha gente que no duerme es por el temor de perder la vida, por el
temor de morir; detrás de esa gran madre de todos los temores está buena
parte de nuestros dramas.
¿Qué nos pasa a nosotros en Colombia que nos dejamos chantajear porque
tenemos miedo? En el momento en que dijéramos basta, porque la vida no
puede ser destruida, porque la vida es dignidad, porque la vida es amor,
porque la vida es libertad, porque la vida son valores que trascienden el
individuo y que trascienden el cuerpo y hacen parte del río de esta conciencia
que llamamos la humanidad, en ese momento cuando ninguno de nosotros
tuviera miedo de morir, no sería un negocio la amenaza de la vida, porque la
vida no se puede amenazar. Se puede amenazar lo que tienes pero no lo que
eres, el ser no se puede destruir porque el ser trasciende tus moléculas.
Si nosotros simplemente aprendemos la lección de quienes han vivido la vida
más allá de la vida, empezamos a comprender que aquellos que se han muerto
y que vuelven clínicamente, no vieron el infierno ni vieron el fin, sino que vieron
la continuidad de la conciencia, la imagen de Dios, la imagen de luz, la imagen
de los que se fueron, la imagen de Buda o de los santos; de todas maneras
vienen y nos revelan que lo que existe más allá es continuidad de la conciencia
más allá del cuerpo, pero también vienen y nos revelan que cuando uno se
muere clínicamente y tiene oportunidad de volver, lo único que pasa es que se
vuelve un mejor ser humano. Todos se volvieron mejores seres humanos,
todos cambiaron la dimensión de su propia historia, de su propio tiempo.
Cambiaron el tiempo de las expectativas que es el tiempo del futuro y el tiempo
de las culpas, que es el tiempo del pasado, por el tiempo del amor que es el
presente y entraron en el infinito de la conciencia y el infinito de la conciencia
es cuando yo soy lo que soy, en cada momento idéntico a mí, es decir
coherente. Empezaron a conquistar la coherencia.
Esta es una cultura de la muerte, no porque hay muertos sino porque tenemos
tanto miedo de la muerte que nos hemos condenado a muerte y, por huir de la
muerte hemos negado la vida y nos hemos negado la calidad de vida. La vida
no es un asunto de cantidad, no hay que darle años a la vida sino vida a los
años, hacer que este instante sea infinito desde tu corazón, desde tu centro.
Cuando tu pensar, tu sentir y tu actuar no están disociados, cuando no tengas
tus pensamientos en Cafarnaum y tus sentimientos en las vacaciones en la
costa y tu acción aquí, cuando con todo tu ser estés ahora y aquí tendrás
coherencia. Lo que nos ocurre en la vida es que el amor y la conciencia son
como un láser pero cuando ese láser se desintegra se vuelve luz ordinaria
porque nos dispersamos. Si solamente los sistemas de atención en salud
fueran eso, sistemas de atención; si solamente yo estuviera genuinamente
contigo, un minuto pero contigo no con mi conciencia repartida en todas partes,
en ese minuto yo tendría paz y tendría amor y nuestra relación sería liberadora
porque en ese minuto yo resueno contigo, soy coherente contigo, te escucho;
en ese minuto tu me excitas, es decir me conmueves. En ese minuto hacemos
el amor a la vida no en el sentido de la sexualidad ordinaria, sino en el sentido
de la sexualidad cósmica que es la unión y la comunión.
Cuando entramos en comunión nos estamos sanando, porque hay una
conciencia que nos trasciende y que nos supera y esa conciencia ha sido
considerada en todas las religiones del mundo. Así que la primera crisis es la
crisis de la sensibilidad. El temor del dolor, niega la lección de amor que
siempre aporta el dolor.
Tenemos que vivir el dolor intenso ahora y aquí tal cual él es porque ese dolor
va a revelar nuestra esencia, ese es el dolor que destruye la escoria, el que nos
hace reconocer aquello que no somos para descubrir en el fondo lo que
realmente somos, nuestra auténtica esencia y cuando tocamos ese fondo,
cuando somos iguales a nosotros, cuando comprendemos que somos
proyectos cósmicos únicos e irrepetibles, cuando sabemos que vinimos a dar
una nota fundamental que nadie puede dar por nosotros en la sinfonía de la
vida, en ese momento la vida se llena de sentido y cuando la vida se llena de
sentido, la muerte adquiere sentido y el temor pierde su sentido. Sentimos que
el nacer y el morir, como el inspirar y el espirar son simplemente parte de la
cadena de la conciencia que llamamos la vida; nos sumergimos en esa vida
más abundante, la vida del aguador, en el agua viva de la vida que todos
somos cuando realmente somos células de toda la naturaleza.
En ese momento ya no somos polvo de estrellas sino esencia misma de la
conciencia estelar, somos parte de un proyecto creativo del que participamos,
somos creadores, cocreadores dentro de ese proyecto porque tenemos
conciencia de nosotros, no como conciencia intelectual sino como capacidad
de sentir integralmente, capacidad de conmoverme. En ese momento cuando
nos damos no damos la palabra, la palabra se convierte en música del corazón.
El amor integra todas las acciones y somos así la integridad y la salud es
realmente integridad, no es ausencia de enfermedad.
Yo conozco muchos sanos terriblemente perdidos, enfermos, y conozco
enfermos terminales con SIDA que están más sanos que todos nosotros juntos,
porque son más íntegros, porque están viviendo la coherencia, la ternura, el
amor, el sentido de la vida y aún el sentido de su propia enfermedad como un
maestro único e irremplazable. Cuando vivimos esa posibilidad de
conmovernos, es decir, de reaccionar totalmente, honestamente frente a un
evento, empezamos a comprender que eso que llamamos el mundo, no es el
mundo, es nuestra visión del mundo.
Realmente el mundo no es lo que parece ser, vemos el mundo como somos, es
decir, que lo vemos con los anteojos de nuestra visión del mundo y a veces
son lentes oscuros para ver la vida gris o negra. Cuando empezamos a ver
todo el arco iris y lo integramos y nos quitamos los anteojos y empezamos a
ver que podemos crear el mundo cuando, vemos el mundo que estamos
proyectando, nuestra película, nuestro rollo, nuestros condicionamientos sobre
el mundo, y que nos podemos liberar de esos condicionamientos, surge otra
manera de ver la crisis, esa manera de ver la crisis la podemos llamar la crisis
del despertar.
Primero tenemos la crisis de la sensibilidad, sufrimos el dolor, atacamos la
crisis o vivimos de la crisis o nos conmovemos interiormente con la crisis. Esa
sacudida nos despierta. Cuando nos despertamos vivimos otra conciencia de la
crisis y que nos lleva a tener conciencia de nosotros; es decir la crisis es un
contexto en el cual ganamos conciencia de nosotros; entonces surge el yo, ¿y
yo qué tengo que ver con esta crisis? y ¿qué de esta crisis me toca y qué me
corresponde y cómo he participado yo en la génesis de esta crisis no solo por
acción, sino por omisión? Empieza un camino muy bello, que nos saca del
sendero de la ignorancia.
Digamos que la vida es como una escuela que tiene tres aulas. Una es el aula
de la ignorancia, allí sufrimos los eventos, nos quejamos de los eventos,
atacamos los eventos o huimos de ellos, simplemente estamos allí soportando
y sufriendo como víctimas inermes, las inclemencias del tiempo de la vida;
luego viene el aula del conocimiento, es decir, los eventos no son externos, hay
una lectura que puede cambiar los eventos. Para uno el dolor produce pánico,
pero para otros el dolor produce poemas, un poeta decía, “mi dolor produce
poemas” La tercera es el aula de la Sabiduría: el conocimiento se convierte en
comprensión y cobra vida en el corazón.
De las cosas más hermosas que ha producido el hombre, muchas han visto la
luz en momentos de sublime dolor; la música, la poesía del dolor, son de lo
mas elevado espiritualmente que ha habido en la historia de la evolución
humana. Muchos de los grandes personajes, aquellos que han transformado el
mundo, lo han hecho a partir del fracaso y a partir del dolor han construido una
visión del mundo suficientemente magnética como para transformar grandes
periodos de la historia. En ese momento en que yo me empiezo a preguntar
¿quién soy? Empieza un sendero fabuloso que es el de las relaciones
consientes con el mundo. El templo del espíritu realmente es un templo de
relaciones, no son las partículas, y los físicos lo descubrieron ya, lo importante
en el mundo de la física no es la materia, no son las partículas, es el espacio
vacío entre las partículas, es la red de relaciones entre las partículas; una
partícula físicamente, no es sino un patrón de relaciones, un hombre es un
patrón de relaciones; yo soy padre porque hay hijos, soy hombre porque hay
humanidad.
En ese patrón de relaciones contextual, el despertar es entrar en el contexto
de la historia para hacer la historia viva, empezamos a comprender el porqué
de la vida, no sufrimos la historia porque ya la historia no es una historia
muerta, no es historia del tiempo en que nos casamos y el tiempo en que
nacimos, la fecha del nacimiento y la fecha de los grande eventos; es una
historia plena de significados; cuando empezamos a leer el significado de la
historia, cuando una sociedad empieza a leer el significado de su historia y
aprende la lección, no tiene que repetirla.
En ese momento despierta a la conciencia de sí y ese despertar a la conciencia
de sí genera una serie de preguntas, que constituyen ese sendero del aprendiz
o discípulo, es el hombre que busca el sendero de su vida, el discípulo es un
aprendiz, un aprendiz nunca es un maestro. Un aprendiz es aquel que es
humilde, desapegado, disciplinado, coherente. El empieza a comprender el
ritmo que llena la vida de sentido; tiene sentido que anochezca y tiene sentido
que amanezca y el sentido ya no es jubilarse y lograr la seguridad de la
supervivencia, sino darle otra dimensión cualitativa a la vida. Cuando
empezamos a despertar a ese sendero del discipulado, ya el amor es un amor
que va capturando un embrión de responsabilidad, ya la vida no es la vida del
cuerpo, sino esa esencia permanente que en nosotros empieza a nacer a la
medicina y a la sicología del alma.
CAPÍTULO 4
El alma en mi, el ángel solar, el ser permanente, aquello que en mí no puede
morir, mi chispa divina, aquello que en mí es conciencia pura, aquello que
sigue vivo cuando muera, se empieza a manifestar en el templo de mi cuerpo y
empiezo a conquistar algo que se llama la transparencia, la cual es necesaria a
la ternura y al amor.
Una relación amorosa o una relación tierna no es posible sino desde la
transparencia. La transparencia literalmente es trans-apariencia, ya no nos
importa la imagen que proyectamos al exterior, somos lo que somos en el
baño, en la cocina, en la casa, con los pacientes, en el corredor, no tenemos
que ponernos ninguna máscara en ningún momento. El pensar, el sentir y el
actuar son coherentes porque no pensamos de una manera, sentimos de otra
manera y actuamos de otra manera. Se acabó la esquizofrenia de la vida,
estamos decididos a ser, ni más ni menos de lo que somos, lo que somos, no
somos nosotros mismos para competir, para acomplejarme por no ser tan
bueno sino que yo tengo una sola nota, yo soy un tambor y me toco. Damos
de nuestra música. Somos un tambor y sonamos como un tambor, no tenemos
porqué ser el primer violín de la orquesta.
Hacer aquello que hacemos desde el corazón permite que los actos sean
puros, eso es lo que llamamos la pureza magnética, esencia misma de toda
relación humana y sobre todo de toda relación terapéutica; es pureza de
intención. Yo no tengo dados cargados, yo pienso en ti pero simultáneamente
no estoy pensando en mi bolsillo, no estoy calculando, ahí no existen cálculos,
existe el pensar, el sentir y el actuar conjugados en un solo movimiento
coherente total en el que entro en el tiempo ya no del pasado, ya no del futuro,
de la culpa o la expectativa sino de la sincronicidad. En cuerpo y alma estoy
aquí, con alma, vida y sombrero para oírte, para acompañarte, para
escucharte; este momento es inaplazable, este instante, este segundo es
irrepetible, no va a haber dos segundos como este en toda la historia de la
evolución y la huella de nuestra interacción va a estar impresa en esos
segundos; de segundos un contenido infinito aprovecho para vivir desde la
transparencia.
Cuando nosotros tenemos transparencia viene algo muy especial, que es
condición del amor y de la ternura, y es la levedad. La levedad es la edad leve,
regresamos a la infancia, dejamos el fardo de lado; dejarnos el equipaje
pesado, el ego de lado; dejamos los condicionamientos, los cálculos, el
orgullo; como un niño que eleva una cometa, somos cometa y viento y paisaje
y nos olvidamos de todo el resto porque en ese momento somos el presente.
En la levedad la vida se vuelve apasionante porque se vuelve un convierte en
hobbie, ya nuestro trabajo no es lugar donde hay que ir a aguantarse al jefe
sino el lugar donde se proyecta nuestro corazón.
Nuestro trabajo hace parte del proyecto de vida; ya no hay lugares afuera,
todos los lugares de afuera son proyecciones de un lugar interno. En la
levedad, que es la edad de la inocencia, nosotros volvemos a ser fluidos como
un niño, vuelve a nacer la poesía; ahí todo tu potencial escondido, todo aquello
que has negado de ti mismo aparece, ahí aparece el médico, el sanador
personal o el sanador de otro, en ese momento eres un sanador porque tu luz
puede emanar, porque tienes un aura magnética atractiva, porque cuando
estás frente a mí yo no necesito tocarte, yo te envuelvo con mi ser, te envuelvo
con mi vida, no solo con mis electrones sino con mi pensar, mi sentir y mi
actuar coherente; en ese momento yo estoy induciendo en ti como si fuera el
imán de armonía, una vibración coherente.
Las atmósferas se contaminan, nosotros nos quejamos de la polución, y del
ruido. Pero ¿cuánto ruido hay en nuestra mente? en nuestro corazón? tal vez
lo más venenoso que existe en nuestro ambiente es el resentimiento, yo he
visto artritis por resentimiento, lupus por resentimiento, supongo que muchos
cánceres que se disparan de una manera incontrolable están relacionados con
el resentimiento.
Nosotros nos alimentamos de una atmósfera emocional, tenemos un sol
interior que es el alma, nos alimentamos de la luz de ese sol interior, el cuerpo
físico tiene un tipo de alimento pero nuestra vida toda interna toda tiene
también un tipo de alimento que se relaciona con la calidad de nuestras
emociones, pero esa calidad de emociones se depura cuando yo decido ser el
que soy, cuando soy transparente, cuando no pretendo aparentar frente a ti ni
más ni menos de lo que soy; cuando en ese momento te puedo dar aquello que
soy, mi vida desde el centro, en ese momento puedo sanar la relación y ese
sanar la relación desde ahí implica, que el mundo empieza a sanarse en
nosotros.
Porque cuando somos transparentes el mundo no está fuera sino dentro de
nosotros; somos el universo ; el dolor del universo y todas las guerras se
iniciaron en el corazón del hombre y es en el corazón del hombre donde
podemos sanar la guerra. En la levedad no existe indiferencia, ni apatía porque
la levedad es la plenitud del compromiso, en la levedad siempre vivo en
presente y estoy con todo mi ser, con todo mi cuerpo, con toda mi alma en el
momento, y cuando estoy en el momento hago un agujero negro en la
conciencia, ese agujero negro que es milagroso, es un vórtice de conciencia
que entra en el momento del presente.
En ese vórtice de conciencia cabe la paz, y cabe el amor; no hay paz sin
atención, no hay paz sin presencia en el momento y si no hay paz no puede
existir amor; y si no hay amor no hay una genuina relación humana. condición,
la levedad, que desde el punto de vista de la tradición cristiana ha sido llamada
el estado de gracia, es un estado de alegría interna, de coherencia interior, de
transparencia sublime; es como vivir el poema y el arte vivo de la vida desde el
interior. Tu estás alegre no porque si o porque no, no porque te den casa, carro
y beca; tu estás alegre porque si, aunque tiemble, aunque haya crisis, aunque
el mundo se caiga, aunque te duela.
Esa levedad se adivina en los ojos del moribundo. Yo veo los pacientes en su
fase final que de pronto tiene unos ojos de una chispa de una luz, de una
dulzura tan infinita, que yo me pregunto ¿Dios mío dónde está ahora su
conciencia? ¿ Dónde existe tanta armonía en el universo? dónde existe tanta
luz y tanto amor que pueda transmutar y transformar el dolor de esta manera?.
Esa levedad se ve fácilmente en los ojos de un niño que son transparentes;
uno se puede mirar en el lago de los ojos de un niño como mirándose en el
alma, por eso decimos: los ojos son el espejo no solo del cuerpo sino el espejo
del alma, los ojos son un universo terapéutico; hay muchas canciones que
dicen: se me quema la piel cuando estás a mi lado o me matas con esa mirada
o tus ojos de fuego, esto literalmente es cierto.
Con todos los sentidos podemos traducir ese sentido fundamental de la vida
que es el amor y el sentido fundamental de la vida es concentrar y consagrar
todos los sentidos a ese sentido de vivir con amor. y Lo podemos lograr desde
la, levedad, que es gracia..
Yo no tengo que ir con las tarjetas de crédito y entregar todo lo que tengo,
pero puedo empezar con los pequeños detalles en este momento, ahora y
aquí. Yo no puedo esperar que tumben la ley 100 o que dejen de matar, o que
se acaben las zonas de distensión para asumir mi compromiso de sanar la
vida. Sanar la vida empieza en cada instante, ahora y aquí en el interior de mi
corazón cuando yo asumo el compromiso de atender al presente, de vivir el
presente, de ser coherente, de recordarme de mí, de no ser una veleta al
viento, de tener conciencia interior, de tener y lograr conciencia de lo que soy.
Normalmente nosotros estamos atrapados en el amor infantil, el amor
inmaduro. Antes de la madurez del amor le ponemos muchas condiciones a la
vida, es como si con toda nuestra actitud, con todo nuestro pensamiento, con
toda nuestra vida le estuviéramos preguntando a la vida qué espero yo de la
vida y obviamente esa pregunta es mortal, porque si la vida no me da lo que yo
espero de ella, soy infeliz, pierdo mi alegría y no tengo levedad; pero si cambio
la pregunta y trasciendo desde ese estado inmaduro del amor infantil, en el que
creo que la vida me debe y me tiene que regalar, y yo empiezo a plantearme la
otra pregunta: ¿qué espera la vida de mí? Esa pregunta es mágica, liberadora,
no pregunto qué me vas a dar sino qué te puedo dar en este momento.
Como médico, como paciente, como mamá, como papá no puedo dejar
escapar el momento para dar lo que yo tengo, para dar a la vida. Y la vida es
supremamente sencilla, recibimos de aquello que damos. Si nosotros pedimos
a la vida pero no le damos nada a la vida no nos podemos quejar; si yo pido
compañía, pero lo único que yo puedo aportarle a la vida es mi propio
resentimiento y mi propia miseria pues no tengo derecho a quejarme,
realmente cada uno de nosotros tiene algo fundamental para dar.
Yo tengo muchos pacientes muy deprimidos, que dicen que no tienen energía
pero eso no es cierto; cuando uno hace un análisis de un paciente con
depresión, frecuentemente son los que más energía tienen, pero es una
energía reprimida, no utilizada.
La energía que no empleamos es tóxica, es como el agua detenida que se
daña; el agua de la vida, que es amor, está destinada a fluir, para ser corriente
pero cuando no es corriente, cuando no se da de beber al otro esa agua se
estanca y nos intoxica; nada más tóxico que el amor retenido porque se vuelve
un resentimiento, un sentimiento que se vive y se revive hasta que nos
destruye por dentro.
Cuando no estamos dando nuestra medida, cuando la vida nos ha impedido
dar de lo que somos, cuando yo soy un músico y un poeta y me han obligado a
ser chofer, cuando en mí hay un Mozart y un Beethoven y me han obligado a
tocar un tambor, realmente en ese momento estoy nadando contra mi corriente.
Y cuando estoy yendo contra la corriente del alma, la corriente que produce de
la nota fundamental de mi vida, me empiezo a desgastar.
Así que no es cierto que nosotros tengamos que hacer tantas cosas por la
gente. Solo tenemos que enseñarles a utilizar su conciencia, su energía, su
propio potencial. Nuestra medicina está enferma de dependencia, los
problemas médicos no se pueden resolver desde las instituciones de salud, se
resuelven desde adentro no solo desde afuera; las instituciones de salud son
necesarias pero si nosotros simplemente despertáramos al otro en la
conciencia de lo que es su cuerpo, en su relación con la naturaleza, se
acabarían el 70% de las enfermedades crónicas y si el 70% de las
enfermedades crónicas que vienen de un estilo inadecuado de vida se acaban,
nos sobraría plata en los sistemas de salud.
Entonces qué hacemos aquí cogiendo pacientes y sacándolos río abajo para
darles respiración boca a boca en lugar de ver quién los tira río arriba desde el
puente.
Estamos perdiendo el tiempo realmente. Nuestra medicina debe transformar su
esencia misma, en el seno de una nueva cultura que trascienda un sistema
consumista de dependencia, para que rescatemos la responsabilidad dentro
de cada cual y despertemos a esa nueva crisis que se llama la crisis de
responsabilidad.
CAPÍTULO 5
Existen entonces 3 crisis: de sensibilidad, del despertar y la crisis de la
responsabilidad.
En la crisis de la responsabilidad yo sé que yo no termino en mi piel, yo sé que
mi proyecto de vida no termina en mi propio territorio, yo sé que el poder no lo
da el territorio. Vamos a mirarlo en otra perspectiva, la del mundo de la ilusión.
Hemos identificado la vida y el sentido de la vida primero con el cuerpo,
entonces estamos tan felices y jóvenes como nuestro cuerpo o tan infelices y
arrugados como nuestras arrugas y nuestra edad y nos identificamos con la
imagen que se refleja en el espejo. Es terrible, pues construimos una cultura
que concluye en el gimnasio y los cuentos de la eterna juventud. Nos
olvidamos de la calidad de la vida; somos esclavos de la máscara, del cuerpo,
de la apariencia, de la chequera, del carro, de todo eso... esa es la primera
gran ilusión y la primera gran confusión.
La segunda confusión es pensar que el sentido de la vida viene del deseo,
entonces nos dedicamos a complacer el deseo, a obtener placer, es la vida del
placer, y mientras más placer buscamos, más insaciables nos volvemos hasta
que caemos en la total dependencia del placer y somos aún mas infelices. La
pregunta no es la de si algo nos genera placer, sino la de sí a la larga nos hace
felices.
La tercera gran confusión es la esclavitud del éxito y del poder. A mí me
maravilla ver como tantas personas se suicidan en el pináculo del poder, a mí
me sorprende ver como las estadísticas más recientes sobre suicidios, en
personas jóvenes tu les preguntas: ¿tenías una compañera?, si tenía una
compañera, ¿tenías una familia?, si tenía una familia, ¿tenías salud?, si tenía
salud, ¿te iba bien en la universidad?, si me iba bien en la universidad,
¿entonces por qué atentaste contra tu vida?, responden: porque mi vida no
tenia sentido.
No basta tener una compañera, no basta tener salud física, no basta tener
todas las complacencias, no basta tener toda la riqueza externa; a veces
nuestra principal riqueza es nuestra pobreza; a veces la pobreza es el
entrenador que nos puso la vida para poder crecer; a veces nuestra principal
pobreza es la ausencia de crisis que nos confrontan, que nos sacuden, que nos
digan estamos vivos. Que viva la vida aunque la vida a veces se rubrique con
la muerte, pero estamos vivos y la vida es conciencia.
Tenemos esas crisis pero esas crisis nos conducen a una crisis mayor que es
la crisis de sentido, y la crisis de sentido es descontextualizar nuestra vida de la
historia, del propósito de nuestra evolución, del propósito como humanidad.
Cuando viene la crisis del despertar empezamos otra lectura del mundo, esa
lectura ha sido denominada por las grandes tradiciones lectura espiritual. La
lectura espiritual no es solamente ir a leer la Biblia o el Corán sino a leer en
cada evento la cualidad detrás de las apariencias. Detrás de tus ojos negros o
verdes, o jóvenes o viejos existe el amor, detrás de tus arrugas hay una belleza
infinita que no es la belleza externa que se mide con una cámara fotográfica,
sino la que se siente desde el corazón.
Cuando se empieza la lectura espiritual se empieza a ver que detrás de cada
apariencia hay una cualidad amorosa, que cada cosa tiene un significado;
empezamos a ver que la belleza no es la proporción de las formas externas
sino aquello que conmueve el corazón. Bello es lo que toca el corazón, lo que
genera armonía interior y esa armonía trasciende la edad, trasciende el tiempo,
trasciende la forma; es algo relacionado con el alma, con la cualidad de cada
cosa, es el perfume en cada flor, es el sentimiento que te evoca una rosa; es el
sentimiento del paisaje no la descripción de las hojas o la química del paisaje,
es la música del viento que arrulla tu corazón.
Empezamos entonces a entrar en el código del sentir y el código del sentir es
un código de responsabilidad que nace del corazón. Aquí vamos a hacer un
pequeño paréntesis para hablar del código del corazón, que fue a lo que
vinimos hoy.
El corazón no es una bomba, así lo hemos descrito desde el punto de vista
físico, se piensa con el corazón, el corazón es un órgano con conciencia, el
corazón representa en nosotros la ley del amor que es la ley del dar; todo lo
que el corazón recibe lo da transmutado, toda la sangre venosa transmutada
en sangre arterial es bombeada segundo a segundo a todas las células del
cuerpo. El corazón acaricia con su música todo el cuerpo, no solo con su
sangre también con su música, él produce un sonido tan especial que cuando a
los niños quemados les ponen el sonido del corazón de su madre, a través de
un audífono, se les quita el dolor y se bajan mucho las necesidades de morfina
y analgésicos porque lo vuelve a poner en resonancia con esa memoria
trascendental del amor.
El corazón produce una onda electromagnética que es como música, que
acaricia todas las células; el corazón produce una onda de presión, el corazón
produce muchas ondas electroquímicas. Se han descrito siete patrones de
resonancia global que bañan segundo a segundo cada célula desde el corazón.
Cuando yo tomo el electrocardiograma en el abdomen de una madre, de una
mujer que está en embarazo, al quinto mes me encuentro una cosa muy
simpática; veo el electrocardiograma de la madre, y a caballo sobre la onda
materna, el electrocardiograma del bebe. El electrocardiógrafo es un
instrumento en el que eliminamos el ruido de otras ondas eléctricas y las
filtramos para solo tener la onda electrocardiográfica. Sin embargo, si yo quito
los filtros de lo
que llamamos “ruido” y pongo un electrodo del
electrocardiograma en la cabeza, ¿qué voy a ver?. Registro la onda del
electrocardiograma y sobre esa onda, a caballo, la onda del
electroencefalograma, todos los ritmos del cuerpo desde el punto de vista
eléctrico van a caballo del electrocardiograma.
El electrocardiograma es alrededor de 5000 veces más potente en su emisión
eléctrica que la emisión eléctrica del cerebro, el registro electrocardiográfico se
puede registrar con aparatos sensibles a mas de tres metros de distancias.
Literalmente te estoy envolviendo con mi corazón cuando tú estas frente a mí,
pero lo más importante no es eso. Lo más importante es que el
electrocardiograma, el ritmo electrocardiográfico está directamente en relación
con mi estado de conciencia. Hay una cosa muy linda en investigación en la
nueva cardiología que se llama la coherencia cardiaca, la cual consiste en que
cuando una persona experimenta un estado de amor impersonal, su ritmo
cardiaco se sincroniza totalmente y sincroniza el electroencefalograma. Porque
en el electroencefalograma a veces van ondas beta por aquí, alfa por acá, es
como un mercado persa donde todo el mundo grita, es la loca de la casa que
barre en todas las direcciones.
Nuestro pensamiento es totalmente desordenado, pero cuando se alcanza ese
estado de coherencia en que hay una sincronización interhemesferica, se
alcanza también un estado de coherencia de toda la emanación energética;
porque nosotros emitimos energía, yo emito luz en el sector infrarrojo,
ultravioleta y muchas longitudes de onda del rango invisible. Yo puedo hacer
una medición de esa luz que estoy emitiendo, permanentemente estoy bañado
por luz que entra y que sale de mi organismo. Pues bien, cuando todos los
estados entran en coherencia, el hombre puede producir una onda sanadora,
esa onda se puede medir sobre cultivos bacterianos, es decir no es un asunto
de sugestión, porque yo no puedo sugestionar una bacteria. También sobre
cultivos de hongos, se puede medir, sobre el ADN, que es el computador
central del código genético.
Nuestra biblioteca genética está contenida ahí y una persona amorosa, es decir
entrenada en este sentimiento de afecto impersonal, puede producir en
laboratorio una polemirización o una despolemirización de la cadena básica del
ADN, de la doble cadena del ADN; o sea que estamos hablando de algo
trascendental. Si eso ocurre invitro ¿qué no ocurrirá ¿en vivo?.
Pero vamos aún mas lejos, existe un libro muy bello del cardiólogo americano,
Paul Pearsall que trabajaba todo el asunto de los transplantes, titulado “El
Código del Corazón”. En ese libro él empieza a registrar cosas bizarras con los
transplantes del corazón ya que alrededor del 10% al 15% de los pacientes
transplantados del corazón experimentaban sensaciones y comportamientos
absolutamente desconocidos para ellos y para sus familias.
Paul Pearsall demuestra cómo el corazón tiene un código de conciencia que se
puede transferir; los tibetanos lo conocen hace mucho tiempo. Hace 1700 años,
en sus practicas terapéuticas esenciales está el powa, que es el arte de morir,
pero también el arte de transferir la conciencia.
En el mundo científico occidental empezamos a ver la realidad del código del
corazón, a ver que hay una ciencia, que es la ciencia del amor. Podemos
preparar nuestro cuerpo para el amor, podemos preparar nuestra fisiología
para el amor; hay dos fisiologías básicas: una fisiología de fuga o una fisiología
de amor, la fisiología de amor es de apertura.
Yo estoy abierto al mundo, a la vida, a ti; soy un surco para que se siembre la
semilla de la vida; la fisiología de fuga, es la fisiología del temor y ahí no puede
existir el amor.
En una conferencia que Paul Pearsall daba, aparece una siquiatra y comenta
una experiencia que hizo llorar a todo el mundo, confirmando lo que es la
transferencia de la conciencia. Una niñita de alrededor de 7 años fue
asesinada, su coranzocito fue transplantado a otra niñita de más o menos la
misma edad, poco después del transplante la niña transplantada empieza a
experimentar pesadillas sobre el asesinato, tan vívidas que describía al
asesino, y esta siquiatra y su familia llamaron a la policía; gracias a la
descripción de esta niña fue posible capturar y hacer confesar al asesino.
¿Dónde está esa memoria? A un paciente no se le dice de donde viene su
corazón, si era viejo, joven, que hacía, en fin por obvias razones éticas, pero
dónde existe esa memoria?.
Sin embargo no es una memoria única. Que podrá ocurrir en vivo cuando mi
corazón y tu corazón, como dos péndulos, se sincronizan, cuando yo puedo
enviarte la onda coherente del amor para sincronizar energéticamente tu vida.
¿Que milagros pueden ocurrir en la época en que la ciencia empieza a rescatar
el amor en términos fisiológicos, en términos sociológicos y la teología la
empieza a rescatar en términos del alma, del cuerpo místico de Cristo, del
alma colectiva?, realmente nosotros estamos en un proceso permanente de
transplante de energía, eso es la responsabilidad.
Yo quisiera ver a alguien fuerte y vigoroso acá, para hacer un simple test
bioquinético, es muy sencillo. Yo voy a tratar de bajarte la mano y tú a tratar de
que no baje, vas a hacer toda tu voluntad de que no baje la mano, y yo voy a
tratar de bajártela con dos dedos de mi mano izquierda. Ahora ustedes
simplemente imagínense que este es un pobre enclenque, que no tiene fuerza,
y él va a tratar de resistir todo lo que pueda sin poder lograrlo. Ahora piensen
que tiene mucha fuerza y verán que es imposible bajarle la mano.
En un simple pensamiento banal, jugando ustedes no saben las cosas que
tienen que ocurrir desde el punto de vista neuropsicológico. Los millones de
circuitos, etc. pero cuando un pensamiento tiene un sentimiento es mucho,
mucho más penetrante. Cuando ese sentimiento es de odio tu puedes estar en
París pero con seguridad desde la conciencia mi odio allí donde esté, te toca y
mi resentimiento también. Por eso cuando la gente está en el lecho de la
muerte tiene tan urgente necesidad de perdonar, de bendecir, de ser
perdonado, porque esto es desde el punto de vista energético totalmente real.
Estamos inmersos en un mar de conciencia colectiva, no se necesitan
transplantes físicos, literalmente los unos y los otros estamos intercambiando y
procesando información. Yo veo que cuando las bombas y asesinatos se
disparan empezamos a tener hipertensiones y úlceras, porque la gente está
respirando una atmósfera emocional envenenada y tenemos nosotros que
ayudarles a despertar su ternura y su amor y su compasión en lugar de su
miedo, para que puedan procesar este tipo de cosas.
Una úlcera producida por temor, o un lumbago producido por temor, que es un
evento muy frecuente, no se puede curar con antiácidos o aspirinas o cosas de
esas; se cura curando el temor y el temor se cura con amor, y el amor surge
cuando despiertas la responsabilidad sobre ti mismo.
Vemos en un caso de transplante de corazón un evento simpático, hay un
esposo que recibió el corazón, en un transplante especial en el que los dos
quedan vivos, porque al donante le sacan el corazón y el pulmón, es lo que se
llama transplante corazón pulmón, tenia los pulmones malos pero su corazón
bueno, entonces le pasan el corazón y el pulmón de otra persona, pero como el
corazón de este primer receptor estaba bueno, a su vez lo pasan a otro, de tal
manera que los dos quedan vivos tanto el donante como el receptor; lo especial
de este caso es que este hombre después de recibir el corazón cuando hacia el
amor con su esposa, la llamaba por otro nombre, el nombre era el de la esposa
del otro.
Dónde está esa memoria, porque obviamente no los habían reunido, pero
empiezan a descubrir cosas mas sutiles, como por ejemplo los gustos
alimentarios. Este hombre no podía ver los fideos y ahora es un amante de los
fideos, cuando era el donante a quien le encantaban.
El otro caso de un señor de esos que escucha Beethoven, la música clásica,
que le ponen el corazón de un joven muy alegre y empieza a vivir la
experiencia de que ya la mujer no se lo aguantaba escuchando música
metálica, y si este señor en su vida no había escuchado música a metálica.
Como les digo no siempre ocurre; solo en un 10 ó 15% de los casos de
transplante pero es bien especial.
Existe otro caso muy famoso de un marido muy contento porque su mujer
había cambiado los hábitos sexuales, se volvió muy contenta y muy activa,
entonces él era el gran beneficiario, sin saber que su esposa había recibido el
corazón de una prostituta. Ustedes ven cómo estamos manejando algo que se
refiere a la esencia misma de la ciencia, que la ciencia es la primera en
conmoverse al encontrar estos hallazgos y hay que manejarlos con
responsabilidad, no hay que hacer una mitología de estos, ni hay que oponerse
al transplante.
A lo que yo quiero que lleguemos es a ese mensaje básico de que todos
estamos en ese intercambio de energía de tal manera que todos somos
responsables de todos, desde el pensar, desde el sentir, desde el actuar,
desde la acción y desde la omisión, también desde aquello que yo deje de
hacer puedo herirte y puedo dañar mi corazón.
CAPÍTULO 6
Bibliografía sugerida:
Hace tiempo escribí un libro sobre las experiencias del Chocó, se llama “Un
arte de curar, aventura por los caminos de la bioenergética” de la editorial
norma. Este libro tiene varios capítulos sobre los Chakras, sobre la energía,
sobre la sanación espiritual, pero la primera parte es la vivencia de la sanación
en el Chocó, de estas cosas que hemos tratado hoy.
Otro libro es “El código del corazón” del norteamericano Paul Pearsal.
Para ir más a fondo hay dos libros muy lindos que son “la trama de la vida”, y
“El punto crucial” de F. Kafra
Para personas que trabajan con la muerte hay uno que les aportará mucho
soporte y calor en su trabajo, desde la civilización que más ha estudiado el
proceso de la muerte que es la civilización Tibetana. “El libro tibetano de la vida
y de la muerte” de Sayal Rimpoche.
Otro libro “La muerte un amanecer” Elizabet Kübler Rooss.
Luise L . Hay, “Tu puedes sanar tu vida”.
Hay muchos libros más, pero lo importante es no convertirnos en intelectuales
en esto, estamos tan llenos de ruido que a veces creemos que el sendero es
un sendero espiritual pero yo me digo que un buen campesino con un recorte
de prensa y una pequeña oración que vive desde su corazón realmente puede
ir mucho más lejos que un teólogo muy sabio que no tiene sino orgullo y que no
puede ceder a su corazón. Se trata que desde donde estemos hagamos
aquello que somos, lo que podemos hacer; no tenemos que ser mejores ni ser
expertos; este es un nuevo código, es la vivencia del sentir lo que nos aproxima
más a nuestro origen y a nuestro destino.
Una oración que no se siente viva en el corazón, no es una oración porque
oración es elevar el corazón a Dios; pero si yo no la siento en el corazón, si no
es con todo el sentimiento, realmente no está llegando a su objetivo. Hay un
curita muy lindo, el Santo Cura de Ars, un hombre muy santo de una pequeña
población de Francia que veía a un campesino que llegaba a orar y se pasaba
horas y horas; pues el curita se sorprendía porque cuando él ya estaba
cansado de orar el campesino seguía allá, entonces él se preguntaba porque
éste hombre demoraba tanto, cuántas oraciones haría, y entonces se acerca y
le dice "usted" qué es lo que hace”, qué le reza? y el otro contesta: “yo no le
rezo”, y entonces qué hace acá todo el día”? yo lo miro y él me mira”. Cuando
nosotros miramos a la vida de frente, desde los ojos proyectando nuestro
corazón y la vida nos mira, eso es suficiente; lo que pasa es que no miramos la
vida porque andamos con expectativas intelectuales sobre qué es el sendero.
Vamos a emprender ahora juntos un camino, yo sé que es largo y voy tratar de
dárselos un poquito condensado, más desde el sentir. Para mí lo importante no
es que entiendan sino que comprendan, que vibremos juntos porque si queda
sembrada una pequeña semilla en el interior, una semilla que yo llamo semilla
de eternidad del amor, en que nos sintamos todos una, que germine en una
red, red, una hermandad del alma, realmente hemos cumplido el propósito del
seminario y yo me iría muy feliz.
Vamos a verlo entonces así: tenemos 3 crisis sensibilidad = conmovernos,
despertar = ser consciente de nosotros, responsabilidad = ser conscientes de
los otros. Esas 3 crisis realmente nos llevan a entender que el universo se
expande cuando nos entregamos y realizamos la unidiversidad que consiste en
aceptarte tal como eres: guerrillero, paramilitar, mafioso, yo te acepto como
eres, no te puedo rechazar. Si yo quiero que te transformes tengo que
aceptarte porque nada que no se acepta, se puede transformar, si yo no tengo
un punto de partida, no puedo tener un propósito ni un objetivo.
Yo te acepto en mi corazón como eres, yo estoy aquí no para juzgarte, no
estoy aquí para hacer una paz que es una nueva trinchera de la guerra, una
paz desde el juicio no es una paz, estás aquí en mi corazón.
Un guerrillero frecuentemente tuvo un padre asesinado, no tuvo una mamá, un
soporte relacional, tiene conflictos con la autoridad, con la justicia y está
gritando desde su corazón. Es un dolor desgarrador, no es su fusil, es su
corazón el que se dispara, ustedes se imaginan el dolor infinito que hay detrás
de aquello?. Yo recibo una paciente y me dice: le voy a contar algo que nadie
sabe, esa señora llevaba alrededor de 10 años de psicoanálisis y yo le digo:
¿Cómo me va a contar algo que no le ha contado a nadie después todo ese
tiempo? lo único que hice cuando entró es que adiviné tal dolor que me
abalancé, la abracé, la tuve en mi hombro hasta que lo empapó y después se
sentó.
En un minuto de abrazo hicimos lo que no se había hecho en 10 años de
psicoanálisis y me dice. Doctor mi padre y mi madre fueron asesinados delante
de mí, pero ese no es el problema porque todo el mundo lo sabe, lo que ni mi
familia sabe es que a mí me violaron y delante de mí violaron a mi madre.
Ustedes se imaginan el infinito dolor del alma de haber vivido eso, después de
haber sido una persona espiritualmente elaborada y cultivada? Yo le pregunté:
“quién fue el violador” ? varias veces le pregunté; luego le preguntaba: “y quién
fue la víctima” ? y decía “yo doctor” y lloraba, y yo le repetía la pregunta, y
después de repetirle la pregunta me dijo: “la víctima es él” y empieza a decirme
cuánto dolor detrás de esa vida, cuánta ignorancia, cuánta aversión, cuánta
persecución para haber llegado a ese extremo porque no es él, y es ella la que
me dice, no es él el violador, él se viola, el viola su conciencia, él es la víctima,
él se destruye, al fin y al cabo a mi me violaron el cuerpo pero el alma mía no
me la pueden violar.
Muchas gracias doctor, me dijo y salió de la consulta. Hace un tiempo me llamó
y es una mujer dinámica, feliz, que no toma antidepresivos.
Realmente es nuestra visión del mundo; cuando nosotros no vemos el mundo
desde el alma somos forzosamente víctimas y desafortunadamente somos
víctimas de otras víctimas. El guerrillero es víctima, el paramilitar es víctima,
ambos son víctimas de una sociedad, de una situación social que se repite en
cadena y en última instancia tendríamos que buscar chivos expiatorios, desde
Adán y Eva y en la cadena de la creación, pero se trata es de aterrizar en el
presente. Yo no puedo seguir siendo la víctima ni de mí, ni de otros, ni de otras
víctimas, porque cuando yo me revelo como lo que soy me puedo manifestar
como un hombre o como una mujer con todo mi potencial.
El problema es que nosotros no hemos regresado a la unidad, porque digo “yo
soy el doctor”; terrible, yo no soy un doctor, soy un hombre, yo tengo un piso,
un soporte relacional; detrás de mí hay un hombre, un poeta, un papá, una
mamá, un hijo, alguien vulnerable, alguien que llora, alguien que necesita
ayuda, todo ese contexto relacional infinito que hay detrás del corazón de un
hombre.
Pero cuando yo soy un doctor no me puedo acostar con mi mujer porque una
mujer no puede amar a un doctor en la cama; ama a un hombre, no me puedo
arrodillar frente a un hijo porque si en mi corazón hay un doctor, un gerente o
un militar, realmente yo no me he quitado la corbata para acostarme. O sigo
siendo el padre cuando estoy de gerente y pierdo la fluidez y si la pierdo he
perdido el poder, el poder es el poder del regreso, es el hijo pródigo que
regresa al padre, pero no el padre metafísico en los cielos sino al padre en la
conciencia céntrica del corazón que es unidad.
El padre es unidad, yo salgo al mundo, me revelo al mundo, y regreso a mi
interior y en mi interior vuelvo a alcanzar la síntesis; nuestra civilización es una
civilización de una falsa identidad en la que Yo me identifico con el rol.
El rol es el actor en mi, el papel que estoy jugando; yo juego el papel de médico
pero detrás estoy yo, el problema es que jugamos el papel dramático de ser
víctimas en la vida y nos confundimos con ese papel, entonces digo, soy el
gerente, el doctor, el fracasado o el deprimido y creemos que ese es el ser, esa
es una falsa identidad.
Cuando la sicología nos dice es que hay que asumir la identidad yo digo cuál
identidad? La identidad de la máscara es la desidentidad total, ¿eso es lo que
somos?. De una personalidad fuerte frecuentemente se refiere a la capacidad
de arrollar a otros, de juzgar a otros, de ser intolerante, dominantes y
separatistas; eso no tiene nada que ver con una personalidad fuerte. Una
personalidad fuerte es la que tiene un carácter dulce, un buen carácter.
Un Santo triste es un triste santo, no se puede llegar al sendero de sí mismo
con un mal carácter, yo no puedo pretender espiritualidad, si tengo un mal
carácter, pero si el carácter es el vehículo del alma, si yo necesito un buen
carácter y un buen carácter es el carácter vulnerable, fluido, flexible, adaptable,
tolerante. Yo hablo del código VHF que contiene las condiciones del buen
carácter: La Vulnerabilidad y decir mi fortaleza no es mi rigidez, es mi
vulnerabilidad, yo prefiero ser blando y fluido como el agua y no rígido y duro
como el cristal que cae y se quiebra, eso es construir el carácter.
En segundo lugar la letra H es la humildad, el mar es mar, porque está debajo
de los ríos, el humilde será ensalzado, eso es sabiduría permanente, perenne,
no es un invento; pero lavar los pies del otro literalmente significa eso, es
servirte porque la jerarquía humana es la capacidad de servir, no es la
capacidad del poder, del placer, del tener sino la capacidad de servir. Dime
cuánto vales como hombre, vales cuánta mayor sea tu capacidad de servir y
servir es ser más mar que río, ser más agua que gota o que nube o que hielo,
si somos el agua de la vida, para qué nos envanecemos? si unas veces somos
nubes y otras veces ríos y otras veces nieve o hielo, de todas maneras somos
de la esencia misma del alma, que es el agua abundante de la vida; es eso lo
que somos y cuando yo sé que tú también eres agua abundante de la vida, que
también eres esa sustancia esencial que me contiene y que te contiene
entonces ya no me envanezco porque tú eres mi maestro.
Cada hombre con el que te encuentras es tu maestro, cada relación con la que
te encuentras aportas siempre una lección, pero esa lección solamente es
posible conquistarla desde la humildad, si yo soy humilde, si no soy el maestro
o el profesor sino el aprendiz. El verdadero maestro es el aprendiz del otro, el
que ve la chispa divina en el otro, el que ve que tú eres carne de mi carne en el
sentido que eres esencia del cuerpo místico de Cristo en mi, que eres la
cualidad de la conciencia crística.
Es el alma, aunque seas un mafioso, aunque estés vestido de harapos, pero
hay almas que se visten de harapos hasta que descubren que esa no es la
apariencia normal del alma, y hay que darles la oportunidad de que se
reconozcan, de que se miren su vestido y que vean de qué están vistiendo al
alma, que se están confundiendo con el instrumento y el instrumento del alma
es el cuerpo, la mente y las emociones. Pero el alma es esa mente superior, es
esa chispa divina en nosotros, por esa razón lo primero en nosotros es esa
desidentificación, es la primera parte del camino del amor y de la ternura.
En el inglés existe el verbo ser o estar, pero es bien importante distinguir el ser
del estar, porque cuando yo confundo el ser con el estar, toda mi vida entra en
un sendero de confusión; entonces, yo le digo al niño, es que usted es un
bruto, usted no es un bruto, acaba de hacer una brutalidad, pero yo le digo al
niño yo a ti te quiero, tú eres un alma, tú eres el amor, tú eres mi hijo, pero no
acepto lo que haces porque te estás destruyendo, porque eso no hace parte de
tu esencia.
Yo rechazo lo tuyo, tu violencia, no la acepto porque no es parte de tu esencia,
tu esencia íntima es paz, amor y libertad, pero tu no lo sabes; la vida no te ha
dado esa oportunidad de descubrir esa verdad en tu corazón, porque la vida te
ha acosado y yo también a través del juicio te he acosado y te he marginado.
Ven yo te doy la oportunidad, adicto o guerrillero, o paramilitar o gobernante.
Yo te doy la oportunidad y te abrazo y al abrazarte te doy de mi fuego y al darte
de mi fuego yo te digo: tú no eres guerrillero, tú eres un hombre, tú no eres
paramilitar, tú eres un hombre.
En este punto nos encontramos cuando nos contraemos a nuestra unidad
esencial, cuando nos reducimos a nuestro mínimo común denominador,
cuando nos quitamos los títulos, subtítulos y acondicionamientos que la vida
nos ha puesto. Cuando vuelven a nacer a nuestra desnudez en la oscura
noche del alma, cuando yo soy capaz de aceptar mis limitaciones, mis dudas,
mis desesperanzas y me acepto no como él debería ser de un gigante, ni
tampoco como el enano; sino como aquello que soy; en ese momento empiezo
a ser el maestro de mi vida y en ese momento empiezo a revelar desde el
interior algo fundamental que es el alma.
El alma no es una cosa metafísica, todas las cosas tienen un alma, cada uno
de nosotros tiene un alma. El anima mundi, el alma del mundo, la cualidad del
mundo es el amor, es la condición que reúne las moléculas, que ata los
átomos, que forman los tejidos, que forman la humanidad, la tierra y las
galaxias; que explica la ley de atracción magnética, la ley de gravitación
universal, la fusión nuclear.
Existe una ley fundamental que es la ley de la cualidad que va más allá de la
materia, y de la apariencia. Es la ley del alma. Nuestra cultura será una cultura
del alma o no será. Una cultura de fusión, una cultura de síntesis, una cultura
del amor, que el amor no va a ser solamente la poesía, el amor va a estar en la
ciencia, en la filosofía, en el arte, así como el rojo, el amarillo, el azul y el verde
están en la luz blanca condensados y resumidos.
De la misma manera nuestra religión va a ser una religión de síntesis, nuestra
ciencia va a ser una ciencia de síntesis, no va a ser una ciencia para los
iniciados, sino una ciencia de toda la humanidad y para toda la humanidad y es
en esa nueva cultura que llamamos la cultura de la conciencia o la nueva
cultura en la que, como humanidad, como red humano, todos nosotros estamos
entrando en este momento.
Yo quisiera concluir el seminario diciendo que hay un templo interior y ese
templo interior es el alma. Existe un maestro interior, existe un reflejo de Dios
en nosotros, existe un sabio en cada uno de nosotros, existe un hombre
intuitivo, una mujer intuitivo y creativo o creativa en cada uno de nosotros.
Existe alguien capaz de la madurez de la soledad, alguien capaz de la
impersonalidad pero también de afirmarse en la plenitud del compartir, cuando
participo con los otros y ese alguien, ese maestro interior, es el alma.
Es que nosotros llevamos buscando a Dios en la estratosfera o en las
escrituras pero está inscrito en el corazón del hombre, está inscrito en
nosotros. Es el amor vivo en nosotros que surge y se vitaliza cuando nosotros
podemos expresar ternura, ahí está Dios, no hay que buscarlo más allá. La
lectura espiritual implica devoción a ese maestro interior y ese maestro interior
es también un Dios inmanente, es un niño Jesús interior, es alguien desnudo y
vulnerable que nace en la noche de la Navidad, en la noche oscura del alma
porque el 24 de diciembre son todas las medias noches en que yo soy
consciente de mí y desde esa conciencia comulgo con la creación y hago que
Cristo habite en mi corazón.
El templo está ahí en mi corazón; el alma habita en cada una de mis células, en
cada una de mis enzimas y mis moléculas, viaja por todos los fotones y los
electrones, dinamiza toda la física. El alma es lo que ve por mis ojos, es lo que
siente en mi piel, es la caricia que se conmueve, es lo que escucha por mis
oídos.
Cuando un ciego de nacimiento hace una muerte clínica y después cuando
vuelve describe hasta el color de la corbata de los que le hicieron la
resucitación, quién es el que ve en él?, ¿qué es lo que en nosotros ve?, no es
una cámara fotográfica, ni los pigmentos de la retina ni el tracto óptico ni la
corteza occipital. Es el alma lo que en nosotros ve, lo que en nosotros siente,
oye, gusta, lo que huele la vida; el alma es el sentido en los sentidos. Ahora en
esta civilización de síntesis que es una cultura del alma empezamos a invertir
el proceso. Antes íbamos detrás de los sentidos y vivíamos una vida para los
sentidos y ahora desde los sentidos regresamos al sentido total y de síntesis,
aquí en el centro donde desde la diversidad, sin negarla, afirmamos nuestra
unidad esencial y esa unidad esencial es saber que el guerrillero o el adicto es
mi hermano en el alma, que en el alma somos uno; que tú también eres un
proyecto de la creación, aunque lo ignoras tú eres un proyecto necesario a toda
la creación.
Tú eres una molécula de agua, de vida en el río de la conciencia cósmica;
entonces por eso te miro como mi maestro, por eso siempre tienes algo qué
darme y algo qué enseñarme, por eso me inclino ante ti y te saludo; es decir, te
doy salud y darte salud es integrarme contigo y recordar tu integridad esencial.
Ese es el arte de vivir el amor y la ternura en la vida cotidiana, pero para eso,
entonces, tenemos que desarrollar una devoción ardiente a ese maestro
interior, el alma. ¿Por qué buscar la luz afuera, por qué buscar una linterna
afuera si tenemos una llamarada de luz dentro de nuestro corazón? Porque es
que la vida, no es un recipiente para llenar sino que es una tea para encender,
esa es la diferencia; es desde adentro, con la llave de la ternura, la ternura es
la llave maestra de todas las puertas, derrite todas las fronteras, todos los
hielos, yo la llamo el pasaporte universal, nada se resiste a la ternura. Al
análisis, al intelecto, a la ciencia todo se resiste, pero no existe ninguna frontera
del mundo que se pueda cerrar a la ternura porque la ternura te derrite por
dentro, te derrite el hielo, literalmente te incendia, te coge desprevenido.
La ternura es total, es un sentimiento que parte de la totalidad de tu cuerpo, de
tu conciencia, es una expresión del alma desprevenida, inocente y fluida, esa
es la ternura y esa ternura es la clave de la totalidad en tu vida; tener salud es
ser total, es ser íntegro y esa integridad no existe separada en ti, existe cuando
yo puedo reconocer la danza de la creación en la flor, en tus ojos, en el pájaro
que canta y en la música del mar. En ese momento yo estoy rescatando mi
integridad, mi totalidad en el plan de la creación continua que soy yo. La vida
es un proceso continuo de aprendizaje que no es posible sin humildad, que no
es posible sino desde el servicio.
Toda la naturaleza sirve “de corazón”. Que las manos proyecten el corazón y el
corazón cante en la palabra, y así la vida sea como música del alma.
Cuando así la vida se vuelva proyección del centro, la vida es conciencia, es
síntesis, es totalidad amorosa, es ternura, es fluidez, es integridad, es salud.
La devoción al alma es devoción al Dios interior. Hay un Dios interior un Dios
trascendente y un Dios inmanente pero son uno el reflejo del otro, el uno y el
otro son el mismo. Dios que se expresa como su danza, la danza es la
naturaleza, pero yo no puedo decir que el danzarín sea la danza. La danza es
una expresión del danzarín, la naturaleza es una expresión de Dios, esto es
inteligencia activa, la inteligencia activa de la creación en movimiento, en cada
cosa, en cada piedra, en cada átomo. En eso los indios cunas eran sabios
porque a mí me enseñaron que el bosque canta, que las piedras cantan, que el
agua tiene vida, que todo hace parte de la sinfonía de la creación.
Cuando empezamos a ver, más allá de las piedras, la inteligencia de Dios
proyectada a la naturaleza como su danza, cuando entendemos que esa
naturaleza del creador tiene una cualidad sensible, que se expresa a través de
sentimientos, que se condensa a través de sentidos y que incluye un sentido,
empiezo a descubrir el alma de cada cosa, empiezo a descubrir el alma en ti,
no tus arrugas, ni tu tamaño, ni tu vestido, ni tu plata, ni tu cultura sino el alma
que es aquello de universal que tu tienes que se aproxima a mi vida y cuando
vemos que Dios también es propósito.
CAPÍTULO 7
Nosotros de pronto hacemos la historia de los pacientes, pero los pacientes no
tienen solo historia tienen propósitos; la enfermedad tiene un sentido no solo
una historia. Nosotros hablamos de la causa de las cosas porque vivimos
congelados en el pasado pero las cosas tienen futuro, van para alguna parte, la
enfermedad tiene un sentido, un propósito, una dirección que yo tengo que
aprender también; es necesario preguntarse no por la causa de las cosas
solamente sino también por el sentido de las cosas para integrarlo
sincrónicamente en la cualidad que es el amor, nosotros hablamos de la ley del
3, o de la Trinidad, del Padre, de la voluntad, del propósito de la creación; del
Hijo, el amor, el testigo, de la madre, la inteligencia y la creación, del templo del
Espíritu Santo.
Realmente estas son cosas que están metidas en todas las filosofías, en todas
las religiones, en todas las concepciones del mundo y podemos prolongarlas
hasta la molécula en una concepción de síntesis, pero empezamos a ver que
desde la cualidad, desde el hijo, el padre y la madre se encuentran. El hijo la
conciencia, es la chispa que sale, que brota cuando el padre, el espíritu,
fecunda a la madre, la materia, y los tres son una unidad de conciencia en el
hijo, el testigo, pero esa unidad de conciencia es lo que ocurre cuando en mis
relaciones con los demás yo descubro un actor, un principio activo y un
principio de referencia pero descubro la relación, la conciencia es relación,
entre tu y yo estoy yo, estas tu pero se genera un hijo que es la conciencia, se
genera algo milagroso que es conciencia de nuestra existencia; tú te miras en
el espejo de mi vida, yo me reflejo en el espejo de tu vida, tu permites que yo
me conozca, yo permito que tú te conozcas así nos conocemos y en ese
conocerse de la relación salta esa chispa de vida amorosa que es conciencia.
En ese momento puede nacer la ternura y en ese momento se realiza la
síntesis que es nuevamente regresar al centro.
La vida es como una rueda y esa rueda tiene radios y tiene una periferia ella va
girando a toda velocidad; cuando nosotros estamos en la periferia de la
identidad, es decir en los roles, nosotros estamos sometidos a una fuerza
centrífuga terrible, si la vida esta girando y yo estoy agarrado en la periferia
realmente la vida me alcance solamente para sobrevivir, para agarrarme, para
no caerme; pero si yo vivo la vida desde el arte de regresar al centro que es el
sendero del discípulo, el sendero de la conciencia, siendo este un centro de
conciencia, yo conquisto la vida.
Así mismo podemos comparar la vida con un velero que gira, que va con un
timón que va dirigiendo la dirección de la vela según el viento y según la
corriente; pero si el velero se vuelca no es culpa de la vela, no es culpa de la
corriente, no es culpa del viento. Dónde está el timón, la dirección? Dónde está
el sentido, el propósito?. Irremisiblemente vamos a llegar allá donde nos
dirigimos, no nos podemos quejar pero si la naturaleza nos ha regalado la
tormenta y el relámpago, el viento y la corriente y ese viento de la crisis
frecuentemente es el agente que nos permite dirigir el timón para llegar más
rápido a nuestro objetivo.
Para trasmutar la calidad de la vida, qué hacemos aquí quejándonos del viento,
de la corriente, de la historia cuando la historia nos puso precisamente aquí a
aprender la lección que vinimos a aprender y esa lección siempre es una
lección relacionada con el amor, o sea correctas relaciones humanas.
Podemos reducir toda la filosofía, buena parte de la religión, la ciencia, la
cultura de síntesis a eso: conquistemos relaciones humanas basadas en la
comprensión amorosa no en el juicio ni en el separatismo; practiquemos la
ciencia de la inocuidad, de la inofensividad que es la ciencia sagrada, de la
medicina, el arte de la no resistencia. Lo que me hiere no es tu agresión, lo que
me hiere es mi aptitud frente a tu agresión, lo que me hiere es mi resistencia.
Cuando yo resisto el fuego el fuego me quema, es un asunto de conciencia,
mucha gente camina sobre el fuego sin quemarse, se atraviesa espadas sin
herirse, porque desde el punto de vista emocional es nuestra resistencia, es
nuestra critica, es nuestro rechazo al otro, lo que genera nuestro dolor y
nuestra herida y nuestra oposición. Miremos que cuando yo me miro en tu
espejo y te rechazo, realmente yo no te rechazo a ti estoy rechazando algo que
en mi no he podido conquistar, estoy rechazando mi propia intolerancia, estoy
revelando mi propia intolerancia.
Las relaciones son la oportunidad sublime para conocerse, dime con quien
tienes problemas en tu relación y te diré que problemas no has resuelto en tu
vida, vi la vida te regalo ese maestro para que aprendas la lección, es lo que se
llama el pinche tirano. Frecuentemente la gente va y se busca un gurú por allá
en la India, hombre pero si se acuesta con el gurú todos los días, si esa es su
mujer, si es ahí donde tiene que aprender la lección de la vida, la lección del
amor, de la tolerancia, de la reflexividad, de la humildad, de ella también tiene
que aprender. La caridad empieza por casa, los maestros nos los ha regalado
la vida, nuestra familia, nuestros vecinos, nuestros pacientes, nuestros hijos,
nuestra violencia, nuestra sociedad, ahí esta la lección de la cual nosotros
tenemos que aprender, para transmutar el dolor en luz y amor.
Eso lo podemos hacer desde la llama interna, encendida del corazón, cuando
yo dejo ese plurito de la dependencia de buscar el gurú afuera, cuando el gurú
está escondido en mi corazón; ya este no es el arte de seguir los grandes
lideres que como ovejas nos van a llevar con seguridad al reino de la
conciencia que esperamos. Es el arte de liberarse interiormente desde aquello
que cada uno de nosotros traemos como derecho de nacimiento, es Cristo en
nuestro corazón, es ahí donde nos liberamos, entonces el propósito o la
voluntad es dirección, pero la dirección no es fuerza.
Nosotros creemos que es que tenemos que hacer un esfuerzo grande, no, es el
asunto de saber para donde vamos, de no nadar contra nuestra propia
corriente, de no traicionar nuestros propios impulsos, de no oponernos a eros,
pero si eros es mis emociones, son mi fuerza, el caballo por el cual yo puedo
cabalgar hacia mi objetivo, yo porque voy a atacar a eros, excítate, emociónate,
si no tienes una emoción de Dios, del alma, si no tienes devoción por el alma,
como pudiste haber tenido por la amada o por el amado, si eso no se vive en
un sentido equivalente a la pasión, si no ardemos desde la vida por devoción a
ese maestro interno que sentimos entonces la vida pierde dirección y pierde
sentido.
La voluntad o el sentido de la vida no es el arte victoriano de cerrar los ojos y
estrellarse contra la pared, es el arte amoroso e inteligente de dirigir el timón
según las condiciones de la corriente para llegar a aquel objetivo que nos
hemos trazado; en ocasiones es el arte de izar las velas para no naufragar, izar
las velas es tal vez el camino de la no resistencia que frecuentemente es el
camino más efectivo cuando todas las fuerzas están polarizadas, cuando la
sociedad civil se moviliza y no se moviliza; ese es un bello camino de no
resistencia, ese es un sendero de paz, es el no mas, es el acallemos la
turbulencia, bajemos las velas de nuestra polarización y encontremos con ese
sentido de la vida que como sociedad tenemos internamente. Así entonces que
construir el sendero del alma, construir esa devoción interna por la luz es
dialogar internamente y dialogar internamente es desidentificarse de lo que no
somos.
Todos nosotros tenemos subpersonalidades, el cuerpo es como un teatro en el
que hay una batalla, entonces tenemos un noble y un villano, tenemos un
hombre capaz de las mayores generosidades, pero también en nosotros se
mueven impulsos que van en la dirección opuesta, tenemos la más grande
magnanimidad y el más terrible egoísmo, tenemos a veces la más grande
fluidez y tolerancia y simultáneamente otra línea de nuestra personalidad es
agresiva, es un puercoespín tolerante que tira espinas. Tenemos en unos
aspectos de la vida un desarrollo coherente y en otro totalmente incoherente,
de pronto tenemos en el aspecto intelectual un desarrollo maravilloso y en el
aspecto emocional somos niños inmaduros es decir nuestro desarrollo, el
desarrollo del hombre, es dispar.
Cómo conquistar la coherencia, porque todas esas personalidades, hagan de
cuenta que son una orquesta, instrumentos que son muy buenos todos, son
una fuerza interna, pero que no responden al director de orquesta, entran a
destiempo, entonces no se hace una sinfonía sino una burundanga,
frecuentemente en nuestra personalidad lo que tenemos ese ruido de
instrumentos, que entran, que apuntan en diferentes direcciones y que se
vuelven gastritis, colitis, infartos, úlceras, depresiones, angustias existenciales.
Pero realmente nosotros podemos ir siendo consientes de armonizar lo mejor
de nuestra personalidad.
Algo fundamental es que la bestia es lo mejor de nosotros, a nosotros nos
enseñaron a apabullar la bestia, a coger la bestia y relegarla al sótano, a
reprimirla permanentemente, es decir, a castigar nuestras emociones, a ser
culpables por nuestras emociones, a veces a ser casi culpables por el amor,
culpables por el abrazo, por el cuerpo, por la caricia, por todo eso que podemos
dar, a ser culpables de las lagrimas, de la sonrisa, entonces cogimos a eros,
para ser “perfectos” y lo dejamos en el sótano del inconsciente y echamos
hormigón armado, de tal manera que no brote; pero de pronto la tensión de
eros se exalta de tal manera que literalmente explota y nos posee.
Eros es el agente del logos, nuestra fuerza emocional es el agente de nuestra
fuerza odontológica, de la fuerza del ser, de la fuerza de la vida, nuestro
pensar, sin nuestro sentir no tiene absolutamente ninguna penetración, ningún
alcance, nuestro sentir sin nuestro pensar es totalmente ciego.
Cómo hacer el matrimonio entre el sentir y el pensar para dirigir la barca de la
vida con la potencia de la bestia que se vuelve el dragón o el caballo o el
pegaso halado sobre el cual nosotros pudiéramos despegar para llegar a
nuestro objetivo?, cómo realizar esa integridad?, esa integridad se realiza no
desde el intelecto porque el intelecto se para y juzga y rechaza, se realiza
desde el juego, desde la aceptación, desde la escritura automática, desde el
arte, desde la poesía, porque cuando yo soy intolerante y converso con mi
intolerancia que es un sustrato de mi inconsciencia y en vez de apabullar mi
intolerancia digo: tú eres lo mejor de mi vida, eres mi capacidad de
autoafirmarme, eres mi fuerza, una fuerza interna que yo tengo, no me temas,
ven que yo te abrazo, ven que yo te necesito, ven que tú eres mi fuerza interior.
Yo necesito caminar con la fuerza que me das para darle sentido a mi vida para
poder llegar hacia mi objetivo, empezamos entonces a practicar la tolerancia.
No podemos ser tolerantes con los otros si no somos tolerantes con nosotros,
no aceptamos a otros si no nos aceptamos a nosotros, no reconoceremos la
luz y no aceptamos nuestra sombra, solamente es posible ver la luz desde el
contraste de la sombra. Si todo fuera luz no podríamos mirar realmente la luz,
pero la luz la vemos porque hay sombra, vemos el color de la luz porque la luz
interactúa con la sombra.
Todos nosotros tenemos partes de nuestra conciencia oscuras, no iluminadas,
aceptando la sombra podemos llevar la luz a la sombra, para ascender en
cuerpo y alma, así se llama nuestra integridad, para que nuestra personalidad
sea agente del cuerpo.
CAPÍTULO 8
Vamos a ver cómo nosotros agentes del alma, podemos construir ese camino
de una manera muy sencilla. Todas las grandes tradiciones hablan de un
templo, existe un templo que es el tabernáculo del desierto, es templo de
materia, es el templo del becerro de oro, es el templo de la falsa identidad, ese
es el símbolo. Nos identificamos con el poder, con el placer, con el cuerpo, es
decir, con la materia con la involución, pero existe un templo interior, según
esas tradiciones, que es el templo de la sabiduría, el templo del alma, del
sanador interior, es el templo de tu conciencia permanente de aquello que en ti
no muere porque hace parte de tu esencia fundamental, y ese templo de la
sabiduría tiene 12 columnas.
Esas columnas son columnas construidas con lo mejor de nuestra vida, nada
de lo que yo haga se puede perder porque aquello que yo haga amorosamente,
tiernamente es materia prima, constituye realmente los ladrillos del templo de la
sabiduría, es aquello con lo cual yo construyo el cuerpo causal, aquello que
llamamos el templo del alma, el templo donde Dios realmente habita, el templo
de donde puede surgir mi amor y mi ternura.
Ese templo es como una flor de 12 pétalos, es como un zodíaco, tiene 12
columnas y esas 12 columnas las construimos con materia de nuestra vida
cotidiana, el amor se construye a través de una elaboración permanente en la
vida cotidiana, no es en el templo de occidente o en el oriente o en la
estratosfera sino en la calidad de mi presente, de mi vida cotidiana como yo
puedo irlo construyendo.
Ese templo tiene una puerta de entrada que se llama la responsabilidad, que
no es reactividad. Responsabilidad es la puerta de entrada al alma, muéstreme
una persona responsable y ahí tenemos evidencia de la presencia de la
esencia en nosotros, del alma, del maestro interior, hábleme de espiritualidad,
no existe espiritualidad sin responsabilidad, hábleme de libertad, no hay
libertad posible sin responsabilidad, es libertinaje. Si los americanos pensaran
mejor derrumbarían la estatua de la libertad y construirían primero una estatua
de la responsabilidad, no hay libertad posible sin responsabilidad.
Esta puerta de entrada conduce a la libertad, ahora podemos decir que el
camino del discípulo, del sanador, el camino de la consciencia de síntesis, el
camino del alma es un camino que va de la responsabilidad a la libertad. La
responsabilidad es la habilidad de responder al otro desde la cualidad, no
desde lo que separa sino de lo que une, es la habilidad de relacionarse con el
otro y con la naturaleza no desde la apariencia sino desde la cualidad y desde
la vida, es decir, desde la esencia y esa responsabilidad se manifiesta en
primer lugar como inclusividad.
La responsabilidad jamás separa, la responsabilidad es el arte de sumar, la
responsabilidad no rechaza sino que incluye, es una fuerza magnética atractiva
que hace que tu seas tolerante con el otro y que lo aceptes dentro tu banda
pasante y que si él es rojo, y él es verde, y él es azul tu entiendas que esos
son simplemente frecuencias de la luz, de la misma luz que tu tienes en tu
corazón. Esta responsabilidad se exterioriza como participatividad, no como
posesividad.
Cuando tú participas de lo que tienes, de lo que eres, de lo que sabes, cuando
no estás en la civilización del copy rigth ni de la competencia, cuando te metes
en la civilización de la generabilidad eres responsable desde el alma pero no
solo eso sino que lo exteriorizas, podemos medir el alma por tu capacidad de
dar, no solo en potencia sino dar en realidad, dar un regalo cada día a la vida,
el regalo que tu eres es generatividad. Es así como tenemos inclusividad,
participatividad que parte de la responsabilidad, ese es el primer triángulo,
vamos a ver que son cuatro triángulos, los doce pétalos o las doce columnas
del alma, y este es el punto de entrada; vamos a preguntarnos en nuestra vida
de corazón, porque es una pregunta céntrica, en qué tipo de relaciones yo no
soy responsable?, ese es el talón de Aquiles.
El sector de máximo crecimiento, es allí donde tu tienes que crecer para dar y
vamos a crecer en responsabilidad, en qué tipo de relaciones no soy inclusivo
yo me separo o me polarizo y segundo en qué tipo de relaciones no participo,
en última instancia la pregunta yo lo hago para los pacientes todos los días,
esto es medicina, un paciente se lo tiene que preguntar porque los dramas de
su vida son los dramas de la desconexión con su esencia, su maestro interior
que es el alma, con la fuente del amor. Yo me desconecto de la fuente del
amor y pierdo la integridad y esa perdida de la integridad se manifiesta como
enfermedad.
Realmente es un recetario para la vida cotidiana del terapeuta y el paciente,
entonces yo me pregunto que pude dar, que no di, de pronto alguien llega a ti y
tu no lo escuchas, de pronto alguien llegó a ti y pide ayuda y tú lo echas de
lado, lo desechas, de pronto tu pudiste hacer y no hiciste, es decir que te
quedaste quieto, por omisión. Realmente muchas veces no entramos en
posesión de nuestro verdadero poder que viene del alma, esos son los tres
primeros.
Los segundos son soledad, si yo puedo vivir conmigo puedo vivir con otros,
vivimos huyendo de nosotros, tenemos pavor de la soledad, entonces nos
ocupamos, nos volvemos dependientes del trabajo, de la acción tal vez los días
más grises son los sábados y los domingos cuando no tenemos nada que
hacer porque no sabemos estar con nosotros.
A la soledad yo la llamo edad del Sol, la edad de la madurez, cuando yo sé ser
mi propia compañía, cuando yo me puedo acompañar, cuando mi compañía es
interior porque estoy conmigo. Cuando puedo estar conmigo puedo estar
contigo, eso es conquistar esa posición de madurez en la cual nosotros nos
aceptemos sin temor y no busquemos huir de los vacíos porque el vacío es el
lugar donde yo puedo encontrar mi propia esencia, el alma, la mente superior
que hay en mi.
Una vez que yo sé estar en soledad y estar conmigo conquisto la serenidad, es
otra propiedad del alma hay gente que te induce serenidad, tu te sientas al lado
de una persona y tienes una sensación de paz, de serenidad tan infinita, tú no
sabes de donde viene, pues eso viene de que esa persona ha conquistado el
fondo de sí mismo, el fondo de su océano, que sus aguas están en calma que
sus emociones están en calma, porque son transparentes, esa persona tiene
una virtud terapéutica, es la sombra de Pedro que sana, cuando decíamos que
la sombra de Pedro sanaba, es su paz interior, es su serenidad la que está
sanando a su paso, realmente sanamos la vida con nuestra serenidad.
Cuando todo el mundo grita, corre y protesta y encuentran una persona serena,
realmente esa persona es el imán, es el conductor en ese momento, es ese el
que no ha perdido el arte de ver el sentido de su vida.
La serenidad se exterioriza a través de la calma, la calma exterior es producto
de la serenidad interior y ambas son producto de saber estar en mi propia
compañía, pero cómo si no puedo estar contigo te puedo acompañar?, yo te
acompaño cuando soy mi propia compañía, cuando tengo solidez, cuando
estoy contigo, pero te acompaño desde mi silencio desde mi serenidad y desde
mi calma. Cómo te hablo de que no le tengas miedo a la muerte si yo estoy
muerto del miedo?, yo tengo que tener calma para poder hablar desde la vida,
sino son palabras huecas que no tienen ningún sentido terapéutico.
Toda palabra que parte de la vivencia, que parte del corazón es una medicina
imperial, todo aquello que ustedes digan desde el corazón y con el corazón es
tal vez la más poderosa de las medicinas a la que podemos acceder como
humanidad.
La tercera triada es el desapego, la impersonalidad que es la desidentificación
de lo que no somos y la indiferencia respecto de lo que no es esencial.
Frecuentemente nos matamos por lo que no es esencial, por los detalles,
miremos, en este país estamos construyendo un país mejor, un país para
todos, todos lo sabemos. Si hablamos con la guerrilla, si hablamos con lo
paramilitares, si hablamos con el gobierno en teoría todos queremos construir
un país mejor; pero nos pegamos de los detalles, somos terriblemente
sensibles respecto de aquello que no es esencial, que si comisión, que si no
comisión, que si este dijo, que si el otro dijo, nos pegamos de los chismes y
olvidamos la esencia, nos pegamos de las pequeñas susceptibilidades
individuales o del color político y hacemos de la paz una trinchera, de la zona
de distensión otra trinchera y la paz se vuelve una careta de la guerra.
Realmente es ser indiferente a aquello que no es esencial, yo te doy la razón,
yo prefiero la paz, no importa no tener la razón, yo renuncio a mis razones y
renuncio
a mis razones para comulgar contigo en el mínimo común
denominador. Ese tipo de indiferencias, es el arte de conquistar el mínimo
común denominador en la relación, somos como números diferentes
quebrados; pues bien, para sumar quebrados hay que sacar un mínimo común
denominador y ese mínimo común denominador es lo que nos identifica. Lo
que nos identifica es un proyecto de humanización en el que todos estamos
metidos y posteriormente los líos se resuelven, pero muchos líos no se van a
resolver porque no son líos, es nuestra manera de verlos lo que hace de ellos
un lío, porque la diversidad es necesaria para la afirmación de la unidad, no
podemos ser iguales.
La última es la intuición, que es otra estrategia del conocimiento, es el olfato
clínico en medicina, no importa tanto lo que sabes lo que conoces o lo que
memorizas como lo que intuyes. La intuición es un conocimiento total que viene
del alma, es una percepción desde la totalidad, es una percepción desde la
síntesis, es una percepción sincrónica que se da en el presente donde de una
vez, en una sola idea, como Mozart pudo escuchar en un momento toda la
sinfonía, por ejemplo, es un momento sublime de inspiración, de fluidez, de
impersonalidad. Realmente en la intuición se desarrolla lo más universal del
arte humano, muéstrenme una obra de arte de valor universal, aquella que toca
el arquetipo del inconsciente colectivo y fue hecha en un momento de
inspiración sublime, en un momento de conexión con el alma, en un momento
de intuición.
Nosotros en occidente hemos reivindicado la razón la lógica, el conocimiento,
pero la intuición es también un método de conocimiento que muchas veces
trasciende los métodos de la ciencia y realmente muchos de los
descubrimientos científicos trascendentales que han modificado nuestra
evolución y nuestra cultura vienen de momentos intuitivos sublimes, grandes
descubrimientos no fueron hechos por expertos, frecuentemente fueron hechos
“al azar”, por gente que estaba conectada con ese río de la sustancia de la
mente universal donde hay una parte de nuestra conciencia que habita, es eso
la intuición.
La sabiduría es el arte de llevar la cabeza al corazón, esa es la maestría de la
vida, es el arte de ser discípulo de todos los eventos, es el arte no de ser un
profesor sino de ser un maestro, es el arte de hablar desde la vida, de trabajar
desde la vida, el arte de poner el corazón en todo; yo puedo tener muchos
conocimientos y ser un estúpido. Frecuentemente muchos conocimientos me
llevan a la estupidez, yo puedo conocer cada vez mas de muchas menos
cosas, como frecuentemente es el especialista y el experto y ser un hombre
cada vez más conocedor, mas experto, pero menos sabio.
Frecuentemente nosotros vemos los eruditos totalmente brutos,
deshumanizados, hemos perdido humanidad, hemos perdido en el proceso de
humanización porque hemos hecho una brecha enorme entre la cabeza y el
corazón, si hiciéramos una caricatura somos como marcianos que van con una
cabezota de este porte y un corazón y unas patitas, y un cuerpo pequeñito.
La sabiduría es el arte de poner las cosas en su lugar, es la ciencia de las
justas proporciones, de las justas relaciones, el amor no es aquello que
resuelve todas las cosas, es simplemente aquello que pone cada cosa en su
lugar para que la sinfonía de la vida se exprese en su totalidad.
Y la última es la puerta de la libertad, la libertad, es el sendero de la evolución
realmente, todo aquello que madura se libera, el átomo se libera, la energía
radioactiva, la flor se libera en el perfume, el animal se libera en el instinto, el
hombre se libera en el amor inteligente, es decir, en la comprensión amorosa.
Realmente la vida es la cadena del amor y la cadena del amor es la cadena de
la liberación en la que nosotros descubrimos una gran paradoja; nos liberamos
uniéndonos corazón a corazón, desde el centro. Como individuo me libero en el
grupo, alcanzamos como civilización primero la dependencia de otros, luego
alcanzamos la independencia pero la independencia no es libertad, nos
independizamos de otros pero frecuentemente nos volvimos esclavos del peor
esclavista y carcelero que somos nosotros mismos.
Tenemos, una llave de oro en el corazón que es la ternura, cuando abrimos
con la llave de la ternura la puerta del amor amplia y abierta está la puerta de
nuestra humanidad que también es la puerta hacia la liberación.
Muchas gracias.
Jorge Carvajal
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