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ALIMENTOS TRANSGÉNICOS ¿Amenaza para la salud o remedio contra el hambre? ISABEL GARCÍA (elmundo.com, 25-3-2004) Lo que conocemos como alimentos modificados genéticamente o transgénicos comenzó a ser una realidad a principios de los años 80 en Bélgica, donde se creó la primera planta transgénica. Después, durante esa década, surgieron los primeros éxitos en los laboratorios. Desde entonces, las opiniones a favor y en contra han sido una constante. A continuación, aparece una muestra de los argumentos que defienden los expertos desde las dos vertientes. ISABEL LÓPEZ CALDERÓN (Investigadora y profesora de Génetica en la Universidad de Sevilla) «Mi opinión es totalmente favorable porque el tipo de tecnología con el que se consiguen no implica un peligro distinto al de la biotecnología tradicional o a los tratamientos a los que sometemos a nuestros alimentos». Es la valoración tajante de la docente sevillana. Sigue: «Es más, los controles a los que se someten son, debido a la presión en su contra, muy superiores». Comenta que no existe «ningún estudio que pruebe que los transgénicos son peligrosos», a la vez admite que se trata de un problema de «miedo a lo desconocido». «Los beneficios de esta primera generación de transgénicos van mayoritariamente al agricultor, por lo que el consumidor no ve ventajas. Además, no se informa de dónde podemos llegar porque a los grupos de presión no les interesa incidir en esta faceta y sí en los supuestos peligros apocalípticos. Yo diría vigilar y controlar sí, pero prohibir, no», dice. MIGUEL CALVO (Docente de Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Zaragoza) «Son alimentos como los demás», sentencia Calvo. Para el docente, no existe «ningún riesgo específico» por ser transgénicos, «ni para la salud de los consumidores ni para el medio ambiente». Calvo analiza también de la normativa vigente: «La legislación garantiza que antes de salir al mercado sean estudiados minuciosamente, lo que no ocurre con ningún alimento». En cuanto a la normativa de etiquetado de la UE, la considera «excesivamente exigente». Su explicación: «No tiene sentido desde el punto de vista científico obligar a etiquetar como transgénico algo que no tiene ni genes ni proteínas y que no puede diferenciarse en el laboratorio de algo que es un no transgénico. Esas normas sólo sirven para distorsionar el mercado, aumentar los costes de producción y perjudicar a productores y consumidores. Lo correcto sería etiquetar como transgénico aquello que contiene genes o proteínas procedentes de genes insertados, que pueden detectarse en el laboratorio». JOSÉ RAMÓN ACOSTA (Especialista en Salud Pública, imparte clases en el Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana) Piensa que a las plantas genéticamente modificadas «se les ha invocado como una solución radical a la cuestión de hambre mundial». No cree, en cambio, que sea cierto: «Los transgénicos no han solucionado, hasta ahora, ni solucionarán el problema de la malnutrición y el hambre, cuyo origen no es la supuesta falta de alimentos, sino la inequidad económica, social y cultural». Acosta mantiene que los resultados sobre la anunciada prosperidad de los rendimientos de los transgénicos «han sido contradictorios». Lo argumenta: «Si bien los cultivos transgénicos han disminuido la necesidad del uso de pesticidas, han requerido más herbicidas por la polinización cruzada de sus genes resistentes con las especies naturales». LUIS M. CORRECHANO (Doctor en Biología y experto en genética molecular e ingeniería genética) «El método de transferencia génetica de un organismo a otro es irrelevante. Lo importante es que, una vez conseguido un organismo con unas características nuevas que son o pueden ser beneficiosas para el consumidor o el productor, las agencias reguladoras deben asegurarse de que son saludables», opina el docente de la Universidad de Sevilla. Va más allá: «Los agricultores quieren producir más con menos coste y los consumidores queremos productos buenos, con buena apariencia y baratos. Además, los agricultores quieren evitar las enfermedades en los cultivos con tratamientos que no sean costosos y sí seguros. Pero las plagas se vuelven resistentes, lo que obliga a aumentar los tratamientos químicos». Para acabar con ellas, cree que son necesarias la tecnología genética y química. MÁS ESTUDIOS «Es una nueva tecnología para producir mayores cantidades de alimentos». Así resume la definición de alimento transgénico Alfredo Martínez, catedrático de Nutrición en la Universidad de Navarra y anterior presidente de la Sociedad Española de Nutrición. El docente e investigador opina que lo que se debe hacer al trabajar con este tipo de alimentos es «garantizar que sean seguros». Considera que traerán «beneficios con el paso del tiempo», aunque matiza que deben realizar muchas investigaciones más sobre ellos para garantizar sus consecuencias con total seguridad. ELPAIS.com Edición impresa Opinión Responsabilidad y democracia reales JUAN FELIPE CARRASCO (Greenpeace) 02/04/2008 El artículo del señor Casacuberta que su periódico publicó el 26 de marzo, Ciencia democrática, política responsable, tiene elementos interesantes. En efecto, necesitamos una ciencia independiente del poder financiero y político. Pero discrepamos con la afirmación de que no existen estudios que avalen la peligrosidad de los transgénicos. Más bien lo que no existen son pruebas de la inocuidad de los mismos para el medio ambiente y para la salud. Algunos datos entre los muchos disponibles: • La decisión de prohibir el cultivo de maíz transgénico de Monsanto, tomada por siete Gobiernos de la UE, se basa en gran número de evidencias científicas de las consecuencias de este cultivo. • Recientemente, España apoyaba en la UE la aprobación de una patata transgénica rechazada por una amplia mayoría de estados miembros. La Organización Mundial de la Salud, la Agencia Europea del Medicamento y el Instituto Pasteur han corroborado la necesidad de prohibir los OMG que, como esta patata, contienen genes de resistencia a antibióticos. • El comisario europeo de Medio Ambiente ha propuesto la prohibición de dos maíces transgénicos, basándose en las evidencias científicas de los daños ambientales de estos cultivos. • En 2007, se demostró que el nuevo maíz transgénico de Monsanto producía toxicidad en el riñón y en el hígado, por lo que se desaconsejaba su consumo por mamíferos (cosa que somos tanto el autor del artículo como el que firma esta carta). Greenpeace no se opone a la investigación, ni a las aplicaciones médicas de la ingeniería genética, siempre que éstas se realicen en ambientes confinados, no en pleno campo. Frente a las promesas de la industria de los transgénicos, la realidad se conjuga en términos de constantes contaminaciones genéticas, daños ambientales y riesgos para la salud. El Gobierno debe tomar nota de la oposición social y prohibir el único transgénico autorizado para cultivo en la UE, el maíz de Monsanto MON 810, tal y como han hecho los principales países productores de maíz de la UE.