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Argentina – Brasil, polémica:
Moniz Bandeira / Carlos Escudé
Hace algun tiempo el profesor y cientista brasileño Moniz
Bandeira mantuvo una álgida polémica con el tambien profesor y estudioso argentino
Carlos Escudé.
Éste último, como se sabe, es autor del concepto
"realismo periférico" y fue un
estrecho colaborador de Guido Di Tella,
canciller del ex presidente Carlos Saúl Menem.
Lo que sigue es la secuencia de articulos
que integraron esta polémica
El suicidio en Buenos Aires (Luiz Alberto Moniz Bandeira)
Hegel tuvo razón cuando dijo que, aunque se les recomiende a los
gobernantes, estadistas y pueblos que aprendan, preferiblemente, a través de
la experiencia de la historia, la experiencia y la história enseñan que los
gobernantes y los pueblos nunca aprendieron nada de la historia, ni se
comportan de acuerdo con sus lecciones. Este es el caso de Argentina, donde
la convulsión social y política en la que se hundió era perfectamente previsible
y se figuraba inevitable.
Desde el comienzo de los años 50 el desarrollo de Argentina, en términos
relativos, se estancó y desde la caída del gobierno de Juan Domingo Perón, en 1955, estuvo
sometida, con breves intervalos, a políticas económicas liberales y a un plan de estabilización,
recomendados por el FMI y por los gobiernos de los EE.UU., que no resolvieron, sino que
agravaron, su problema estructural. El general Pedro Aramburu, jefe del gobierno provisorio
(1955/1958), cesó la intervención del Estado en la economía y ejecutó una serie de medidas
liberales, a fin de contener la inflación, restaurar la agricultura y garantizar el ingreso de capitales
extranjeros. Arturo Frondizi, electo en 1958, pretendió poner en práctica un plan de desarrollo
económico, pero, en vista del deterioro de la balanza de pagos, terminó por ceder a las exigencias
del FMI y, en diciembre de 1958, anunció el más drástico plan de estabilización monetaria de toda
la historia de Argentina, de corte liberal, y mantuvo esta política a pesar de la profundización de la
crisis social.
Las Fuerzas Armadas derrocaron a Arturo Frondizi, en 1962, y asumieron directamente el gobierno
en 1966. La consecuencia fue el prolongamiento de las tensiones sociales y Argentina no superó
el círculo vicioso en el que el estancamiento económica y la inestabilidade político-institucional
recíprocamente se realimentaban. La tendencia estructural al estancamiento no se revirtió. Por el
contrario, se agravó, como resultado de la política económica del gobierno comandado por el
general Juan Carlos Onganía (1966/1970), que suspendió casi todas las barreras a las
importaciones de manufacturas y no sólo llevó a centenas de empresas argentinas a la bancarrota
e impulsó la desnacionalización de su economía, agudizando los conflictos sociales, que
alcanzaron su ápice, dramáticamente, en 1969, con la eclosión del Cordobazo, el primero de una
serie de insurrecciones obreras, que sacudieron varias ciudades, al mismo tiempo en que sectores
del peronismo desencadenaban operaciones de guerrilla urbana, promoviendo asaltos a puestos
militares, secuestros y asesinatos.
En vista de dicha situación y de la rigidez del impase político, las Fuerzas Armadas, en 1970,
destituyeron al general Onganía, sustituyéndolo por el general Roberto Levingston y, en marzo de
1971, por el general Alejandro Lanusse, comandante-en-jefe del Ejército, que trató de restaurar las
instituciones democráticas y normalizar su funcionamiento, permitiendo la elección del peronista
Héctor Cámpora (marzo de 1973). Cámpora en seguida renunció, para posibilitar la elección del
propio Perón, con el 62% de los sufragios, doce días después del Putsch comandado por el
general Augusto Pinochet. Perón, entre tanto, falleció el 1° de julio de 1974, y su viuda, Isabel
Perón (su nombre verdadero era María Estela Martínez), en su condición de vice-presidente, lo
sucedió en el gobierno de Argentina, cuyas condiciones internas, tanto económicas como políticas,
volvieron a deteriorarse, en medio del terror y la violencia, como nítidas manifestaciones de una
guerra civil, promovidos por organizaciones de derecha y de izquierda, que realizaban secuestros,
atacaban cuarteles y ejecutaban osadas operaciones de guerrillas en Tucumán.
Ante tal situación, con el país cada vez más convulsionado, el gobierno de Isabelita Perón, confuso
y sin cohesión, fue derrocado por las Fuerzas Armadas. El general Jorge Rafael Videla asumió el
gobierno y, en medio de una sangrienta represión política, con el pretexto de mantener el orden y
derrotar las guerrillas, el ministro José Alfredo Martínez de Hoz aplicó, de una manera más radical
que todos sus antecesores, el invariable programa de estabilización, teniendo como uno de los
objetivos liquidar la base social de la CGT y del peronismo, mediante la desindustrialización de
Argentina, que, según la teoria de las ventajas comparativas, debería dedicarse apenas a la
agricultura, exportar carne y cereales, lo que podía producir con eficiencia, e importar de otros
países las manufacturas que necesitaba. Los resultados no se demoraron. El endeudamiento,
sustentando las reservas monetarias que posibilitaban la apertura de la economía, sirvió tan solo
para estimular formas de consumo suntuario, importaciones de artículos superfluos y de artículos
que la propia Argentina producía, así como para financiar viajes turísticos al exterior. Y la crisis de
la deuda externa, deflagrada por México en 1982, disipó la expectativa alimentada por Martinez de
Hoz de restaurar la Argentina bucólica e idílica, sin crisis de energía, sin falta de alimentos, sin
exceso de población, sin agitación social, exportando carne y cereales e importando todo aquello
que necesitaba, como a fines del siglo XIX.
Con la Argentina hundida en una grave crisis económica y social, el general Leopoldo Galtieri
intentó salvar el régimen militar, emprendiendo la invasión de las Malvinas, pero fracasó. Al
desastre económico, social y político, se sumó el desastre militar y las Fuerzas Armadas tuvieron
que convocar a elecciones, vencidas por el candidato de la Unión Cívica Radical, Raúl Alfonsín.
Alfonsín, sin poder controlar la hiperinflación que acometió a la Argentina, tuvo que pasar el
gobierno, antes del término, a Carlos Menem, electo presidente en 1989 por el Partido
Justicialista. Menem promovió una profunda reestructuración de la economía argentina y la abrió al
comercio internacional de bienes y servicios. Este programa de estabilización tuvo al principio
cierto éxito en controlar la inflación.
Con todo, al fin de diez años de gobierno, dejó a la Argentina con una distribución de renta igual o
peor que en 1989, cuando la hiperinflación pulverizaba los salarios de los trabajadores, en especial
de los más pobres. Los índices de pobreza (de Buenos Aires), que subieron, rápidamente, de un
mínimo del 8% en 1980 a cerca del 41% durante la hiperinflación de 1989, no decrecieron a sus
mínimos anteriores, a pesar de la estabilización monetaria, entre 1990 y 1993. En números
absolutos, de 32 millones de personas que habitaban las zonas urbanas en Argentina, alrededor
de 1998, cerca de nueve millones vivían en la pobreza y cerca de dos millones en la pobreza
extrema.
(Este artículo fue publicado en el Jornal do Brasil del 23/12/2001)
Estimado Escudé, la decisión de Bush de no socorrer la Argentina muestra como es correcto el
planteamiento del "realismo periférico". Allí está la consecuencia del "amor carnal" con los Estados
Unidos: Argentina, jodida. Cordialmente, Moniz.
De Carlos Escudé 2002/01/06/
Estimado Moniz Bandeira:
Su artículo es muy interesante y coincido con la mayor parte de su contenido.
Creo que nada de lo ocurrido le quita sustento al "realismo periférico", que no es lo mismo que
"neoliberalismo", como queda claramente dicho en mi libro "El Realismo de los Estados Débiles"
(GEL 1995, publicado en Estados Unidos como "Foreign Policy Theory in Menem's Argentina",
University Press of Florida 1997). Por el contrario, en mi libro digo que, como estrategia de política
exterior, el realismo periférico puede acompañar a la social democracia, como de hecho ocurrió en
Alemania (junto con Inglaterra, el mejor aliado de los EUA durante la Guerra Fría). Más aún, mi
concepción "ciudadano-céntrica" de la política exterior se lleva mejor con una concepción
igualmente ciudadano-céntrica de la política económica, que con la concepción neoliberal, que
tiende a ser "élite-céntrica". El realismo periférico normativamente está en contra de la búsqueda
de poder de parte del Estado, y consagra normativamente el objetivo de facilitar, desde la política
exterior, un desarrollo económico que genere bienestar para los ciudadanos.
El realismo periférico es tan sólo una teoría normativa para la política exterior, que se justifica
particularmente cuando un país trae consigo un perfil como el de la Argentina en 1989, que
entonces no sólo era periférica, endeudada y vulnerable, sino que para colmo:
1. Casi le había hecho la guerra a Chile en 1978;
2. En 1982 le había hecho la guerra a Gran Bretaña;
3. No accedía a firmar el Tratado de Tlatelolco ni el de No Proliferación Nuclear;
4. Enriquecía uranio e intentaba extraer plutonio de combustible gastado de reactores nucleares;
5. Desarrollaba un misil balístico de alcance intermedio, el Cóndor II, en sociedad con Irak.
Este perfil garantizaba que los norteamericanos desarrollarían la percepción de que el progreso
argentino era contrario a los intereses de los Estados Unidos y quizá de la Humanidad misma.
Garabtizaba que la Argentina sería boicoteada, como en la década de 1940.
Pero cambiar estas cosas, como lo hicimos con Guido Di Tella en los '90, no es más que "damage
control". No garantiza la prosperidad. Asegura que uno no será boicoteado, pero no significa que
será premiado ni salvado. Tener aquel viejo perfil era garantía de ruina. Cambiarlo era deber de
patriotismo, pero no significaba garantizar el futuro.
Para ilustrarlo con términos más concretos:
1. Mandar dos naves simbólicas a la Guerra del Golfo fue un favor político muy apreciado porque
simultáneamente la casa se estaba poniendo en orden económicamente, estabilizando la moneda
y reduciendo el déficit fiscal (la apertura económica fue desmedida y las privatizaciones fueron
corruptas, pero esto no era problema de EUA, y no tiene nada que ver con el realismo periférico).
2. Pero ir al Golfo no hubiera servido de nada si se hubiera seguido con la hiperinflación de
Alfonsín.
3. Por otra parte, aún haciendo bien las cosas económicamente, con el viejo perfil que describo
arriba hubiéramos sido boicoteados si o sí, porque ese perfil equivalía prácticamente a ser
enemigos de Estados Unidos.
El realismo periférico no supone que Bush salvará a la Argentina del daño que se hizo a si misma
desde 1995 (o 1997) hasta ahora (con ayuda de las equivocaciones norteamericana y del FMI, sí,
pero en gran medida por su propia corrupción y desgobierno). ¿Cómo va a apoyar Bush a un país
al que no necesita (diferencia con Turquía), cuando ese país promete un déficit fiscal cero, y se
burla de la promesa emitiendo bonos cuasi monetarios en todas las provincias, más un bono
federal para darle respaldo nacional a los bonos provinciales? Por más que el Fondo se haya
equivocado (es cierto) y que esto sea un fracaso para la política exterior norteamericana (es
cierto), la forma de proceder de los gobiernos argentinos desde 1997 en adelante no fue seria. Yo,
en su lugar, tampoco ayudaría a la Argentina.
Los episodios presentes no sólo no contradicen mi realismo periférico, sino que consolidan una de
sus hipótesis centrales: la de la "irrelevancia de la racionalidad" de la política de EEUU hacia un
país sin importancia estratégica como la Argentina. Lo que ocurrió con la Argentina no podría
haber sucedido con Turquía (por su centralidad geográfica frente a los principales ejes de conflicto
actuales, y por su carácter de único país musulmán de la OTAN). A esto lo dejo cabalmente
sentado no sólo en mis libros recientes (donde enmarco el concepto en el contexto analítico del
realismo periférico), sino también en "Gran Bretaña, Estados Unidos y la Declinación Argentina
1942/1949", que es donde acuño este primer concepto que luego incorporé a mi marco teórico
mayor.
Quizá todo esto esté claro para Usted, o quizá no, porque su mensaje es un poco críptico. Pero
como los brasileños suelen ser amables y optan por la ironía en lugar de contradecir, tengo la
impresión de que quizá Usted no tenga una visión clara del realismo periférico, que sólo puede
obtenerse de la lectura de "El Realismo de los Estados Débiles" o de su versión en inglés ya
citada. Por otra parte, mucha gente ha caricaturizado el concepto, en parte porque sólo tuvo
acceso a resúmenes superficiales y no lo entendió. Además, la metáfora de "relaciones carnales",
que es de Di Tella, también dio pie a la caricatura.
Todo lo que digo arriba está claramente escrito en los libros citados, publicados en 1995 en la
Argentina y en 1997 en Estados Unidos. Nada de ello es una justificación posterior.
Le envío mis saludos más cordiales. (Carlos Escudé)
De Moniz Bandeira, Junio del 2002
Estimado Escudé
Gracias por su amable mensaje. Conozco tus obras, tanto La declinación de Argentina
(infelizmente la edición que compré en Buenos Aires contiene fallas tipográficas, páginas en
blanco) como Foreign Policy Theory in Menem's Argentina. Las dos he leído con mucha atención,
porque sigo la situación y la política en la Argentina como si fuera mi propio país. Como Ud. debe
saber, soy en la Universidad de Brasilia profesor titular (ahora jubilado) de política exterior de
Brasil, cuyas vertientes principales siempre fueron la Cuenca del Plata, Estados Unidos y
Alemania. Sobre todos eses países investigo hace más de 30 años y tengo diversas obras
publicadas.
Ud., si, parece que no conoce los libros que he publicado en Brasil, principalmente sobre sus
relaciones con los Estados Unidos: Presença dos Estados Unidos no Brasil (Dois séculos de
historia) y Brasil-Estados Unidos: a rivalidade emergente. Estos dos libros tuvieron ediciones
recientes, bajo un título general - As relações Brasil-Estados Unidos no contexto da globalización.
El Vol. I contiene la tercera edición de Presença dos Estados Unidos no Brasil (Dois séculos de
história). El Vol. II contiene la segunda edición ampliada y actualizada hasta 1998 de BrasilEstados Unidos: a rivalidade emergente.
Ud., por lo que he leído y sé, es un intelectual serio, de valor. Pero, lo que he percibido en los
fundamentos de la teoría del realismo periférico, tanto en sus escritos, como en otros, incluso de
Felipe de la Balze, es un desconocimiento de la historia política, de la historia de la política exterior
y de las relaciones exteriores de Brasil, sobre todo, de sus relaciones con los Estados Unidos.
Este es un problema que sentí ya en los años 70, cuando viví en Buenos Aires y hacia
investigación para mi tesis de doctoramiento en ciencia política, que resultó en mi libro O
expansionismo brasileiro e a formação dos estados na Bacia do Prata , cuya tercera edición salió
en Brasil hace cuatro años. Toda la literatura que trataba de Brasil lo hacia bajo un ángulo de la
historia de Argentina, como si los dos países tuvieran las mismas relaciones con Inglaterra.
A diferencia de Argentina, Brasil entró en serias desavenencias con Inglaterra desde los años 40
del siglo XIX y con los Estados Unidos siempre fueron muy ambivalentes, de acercamiento y
conflicto, incluso durante la Segunda Guerra Mundial. Los brasileños - y eso se percibe en toda la
documentación diplomática desde el siglo XIX - nunca tuvieron, de modo general, ilusiones con los
Estados Unidos. Mismo durante el gobierno militar del Mariscal Humberto Castelo Branco
(1964/67), que fue el más pro-Estados Unidos, Brasil no cedió a las presiones para enviar tropas al
Vietnam. Los gobiernos militares siguientes, de 1967 hasta 1985, tuvieron relaciones cada vez
más conflictivas con los Estados Unidos, lo que no ha impedido a Brasil recibir grandes flujos de
inversiones y obtener muchas ventajas y concesiones que la Argentina no tuvo.
La premisa de su teoría - constatando que la Argentina es un país periférico - es correcta. Pero la
conclusión que Ud. saca me pareció equivocada. Cuando tenia 23 años, en 1959/60, yo
personalmente escuché a John Foster Dulles decir en una entrevista a la prensa en Brasil: "Los
Estados Unidos no tienen amigos. Tienen intereses". Si la Argentina es un país periférico, la salida
no es antagonizar con Brasil, servir como un puppet un catspaw de los Estados Unidos, como lo
hizo durante el Gobierno Menem y Cavallo siguió haciendo con de la Rua. En ese sentido, para
jugar contra Brasil, la Argentina puede servir a los Estados Unidos, como la mujer que uno busca
para producir celos en la que quiere.
El interés de los Estados Unidos en Brasil es por sus dimensiones, su ubicación estratégica, tanto
por tener fronteras con todos (excepto Ecuador y Chile) los Estados de la América del Sur como
por su proyección sobre África, y por su riqueza mineral, entre otros factores. Y Brasil,
exactamente por mantener una política más autónoma e independiente, supo negociar, como lo
hizo, antes y durante la Segunda Guerra Mundial. En 1944/45, cuando los Estados Unidos
presionaron para que Brasil hiciera el bombardeo de Buenos Aires, Vargas contestó: si bien
nuestra alianza con los Estados Unidos no es circunstancial, determinada solamente por la guerra,
con la Argentina estamos destinados a vivir juntos por toda la eternidad, porque tenemos fronteras
comunes. Y rechazó las presiones.
Esta conciencia, de modo general, casi todos los brasileños siempre tuvieron y percibieron que la
jugada de los Estados Unidos fue sistemáticamente la misma: separar a los dos países para
impedir la unidad de América del Sur.
La Argentina, sola, aislada, es irrelevante para los Estados Unidos. La unión de Argentina con
Brasil le brinda, por consiguiente, la posibilidad de aumentar su importancia estratégica y su peso
político.
Mucho tendría que decir al respecto, pero le hago la sugerencia de conocer lo que escribí y, sobre
todo, la experiencia de Brasil en sus relaciones con los Estados Unidos.
Vamos a mantener ese contacto e intercambiar opiniones.
Con los saludos cordiales. (Moniz Bandeira)
De Carlos Escudé
Estimado Moniz,
Se equivoca Ud. si piensa que no he leído sus obras, aunque releeré alguna de ellas para
refrescarlas. En Brasil nos hemos cruzado en algún seminario e incluso intercambiado libros.
Coincido con que hay grandes diferencias en la historia de la Argentina y Brasil con las grandes
potencias anglosajonas, y esas diferencias (arraigadas en realidades económicas estructurales, ya
que la economía argentina era complementaria de la británica), condicionaron cursos divergentes
en otras dimensiones de nuestra historia.
Ud. me dice: "Si la Argentina es un país periférico, la salida no es antagonizar con Brasil, servir
como un puppet un catspaw de los Estados Unidos, como lo hizo durante el Gobierno Menem y
Cavallo siguió haciendo con de la Rua." Yo no creo que la Argentina haya querido antagonizar con
Brasil; lo que ocurre es que Brasil tiende a interpretar como antagonismo toda alianza con Estados
Unidos, especialmente si no le pedimos permiso a Brasil. Con Brasil, lejos de antagonizar,
armamos el MERCOSUR.
Metáforas como "la mujer que uno busca para producir celos en la que quiere" oscurecen la
problemática. A diferencia de Brasil, la Argentina necesitaba sobreactuar en su relación con
Estados Unidos, porque aunque Brasil haya tenido relaciones conflictivas con los norteamericanos,
Brasil jamás le hizo la guerra a gran Bretaña, ni eligió a Saddam Hussein como socio para
un misil balístico que hubiera podido lanzar una ojiva nuclear desde Baghdad hasta Tel
Aviv. Creo que en Brasil estas diferencias no se aprecian. Creo que los brasileños no están
conscientes de cuánto mas confrontativa frente a los Estados Unidos fue la política argentina que
la brasileña, históricamente.
Nuestra alianza molestó a Brasil por varios motivos, pero nuestro objetivo nunca fue molestar a
Brasil. Nuestro objetivo fue corregir un curso de política exterior altamente confrontativa que
dañaba los intereses argentinos. Pero claro, cuando accedimos a ratificar Tlatelolco y firmar el
Tratado de No Proliferación Nuclear, privamos a Brasil de su excusa para no hacerlo, y Brasil tuvo
que acceder a las presiones norteamericanas. La vida es así. Los intereses no siempre confluyen.
Pero para la Argentina era muy importante hacer esto porque la argentina tenía pésimos
antecedentes. Y el plan nuclear argentino estaba, en ese momento, más cerca de poder fabricar
una bomba que el brasileño.
Yo debo confesarle que los argentinos preferirían no ser satélites de nadie. Si deben serlo de
alguien, en general prefieren serlo de Dios, y Dios tiene oficinas en Washington DC, no en Brasilia.
Pero hoy por hoy, esa posibilidad es ya remota, y coincido con Ud. en que la Argentina aislada no
tiene futuro. Por ello, después de las actuales catástrofes, personalmente estaría más que
satisfecho si la Argentina pudiera ser un nuevo Rio Grande do Sul. Tengamos moneda común, sí,
y que sea el real (no hay otra alternativa).
Somos prisioneros de la historia, que no se hace con voluntarismo solamente. Perdimos. La
solución ya no corre por la alianza con Brasil. La situación es tan desesperada que debemos ser
parte del Brasil. Esta es la conclusión del realismo periférico (que es una estructura lógica
formal), para una nueva fase de la historia.
Cordialmente, (Escudé)
De Moniz Bandeira
Estimado Escudé:
Si, nos encontramos en un seminario, creo que en Sao Paulo, pero no recuerdo que llegáramos a
intercambiar libros, porque, de los suyos, uno he comprado en Buenos Aires (La declinación de
Argentina) y el otro, sobre el realismo periférico, lo encomendé a la Amazon.com. Los leí todo y, no
me refiero a Ud., particularmente, pero de modo general en la Argentina se desconoce más la
historia y la política exterior de Brasil que en Brasil, la historia y la política exterior de Argentina.
Sin hablar de otros autores, solamente yo, entre los años 80 y 90, he publicado en Brasil tres libros
sobre la Argentina: O expansionismo brasileiro e a formação dos Estados na Bacia do Prata: da
colonização à Guerra da Tríplice Aliança (tres ediciones); O Eixo Argentina-Brasil e o processo de
integração da América Latina; e Estado Nacional e Política Internacional na América Latina: o
continente através das relações Argentina-Brasil (dos ediciones). Cuales son los libros que sobre
la historia política Brasil aparecieron en la Argentina. No conozco.
Yo le voy hablar francamente. Lo que percibo en el transfondo de la doctrina del realismo periférico
- y en lo que dice – es el mismo espíritu de rivalidad con Brasil.
Ud. se refiere a los "pésimos antecedentes" internacionales que la Argentina tiene. Eso es, a mi
juicio, una simple excusa.
1 - Frondizi aceptó el programa de estabilización propuesto por el FMI, en 1958; Brasil, no, y
Kubitschek rompió los entendimientos con el FMI;
2 - La Argentina rompió relaciones con Cuba, en 1962; Brasil, no, hasta que hubo el golpe militar;
3 - Cuando hubo el bloqueo (de) a Cuba, en 1962, la Argentina envió dos buques de guerra para
cooperar con los Estados Unidos; Brasil, no;
4 - Cuando ocurrió el golpe de estado en Brasil, en 1964, la Argentina se disponía a intervenir
militarmente en Brasil, si hubiera guerra civil, y lo haría con el apoyo de los Estados Unidos, que
organizaron la Operación Brother Sam;
5 - El gobierno de Castelo Branco mandó tropas para Santo Domingo, porque dijo que era defensa
del continente contra el castro-comunismo, pero no aceptó las presiones de Estados Unidos para
enviar a Vietnam, como Vargas también las rechazó en 1951/52, cuando se produjo la guerra en
Corea: por otro lado, el gobierno de Juan Carlos Onganía aceptó la doctrina de las fronteras
ideológicas, en 1966, exactamente cuando Brasil la abandonaba, debido a la reacción dentro de
sus propias Fuerzas Armadas;
6 - Esa política de entendimiento de Argentina con los Estados Unidos siguió hasta casi al fin de
los años 60, mientras las posiciones de Brasil en su política exterior, a partir de 1967, volvieron a
coincidir con la de los países no-alineados, aunque bajo la dictadura militar;
7 - Brasil en los años 70 desarrolló su programa atómico, firmando el Acuerdo Nuclear con la
Alemania, lo que ha provocado grave crisis en las relaciones de Estados Unidos con los dos
países; rompió el Acuerdo Militar con los Estados Unidos y adoptó varias políticas, incluso en la
área de informática, patentes etc., que enojaron Washington;
8 - También en los años 70, Brasil reconoció al gobierno revolucionario de Angola, en contra de
Estados Unidos; votó en favor de la moción considerando el sionismo como racismo y estrechó la
cooperación en el campo de la energía nuclear con el Irak y Pakistán; en el Irak había inversiones
brasileñas y numerosos técnicos, incluso militares, hasta la Guerra del Golfo; y Ud. si equivoca al
decir que Brasil no eligió a Saddam Hussein como socio para construir un misil balístico que
pudiera lanzar un cohete desde Bagdad hasta Tel Aviv; Brasil cooperaba, si, y tal vez más que la
Argentina, con Saddam Hussein, tanto en la construcción del misil balístico como en la tecnología
nuclear; Irak fue entonces el principal socio comercial de Brasil, porque le vendía petróleo e
importaba manufacturas y grandes cantidades de pollo; Brasil no envió buques para la Guerra del
Golfo, como lo hizo la Argentina, aisladamente, contrariando una política de consulta que siempre
hubo, desde los tiempos de Rio Branco, a pesar de la así llamada rivalidad; la cuestión no es que
la Argentina tenga que pedir permiso a Brasil o Brasil pedir permiso a la Argentina; creo que Ud.
no sabe que ya Rio Branco no reconoció el Panamá antes de consultar la Argentina y Chile,
porque quería tomar una actitud conjunta, y que en la Conferencia de Rio de Janeiro (1942) todo el
esfuerzo de Brasil, incluso como posición de sus Fuerzas Armadas, fue en el sentido de no apoyar
ninguna resolución o tomar cualquier decisión que no fuera consensuada con la Argentina: si Ud.
lee los Diarios de Vargas, encontrará todos los comentarios que el hizo entre bastidores de la
Conferencia, en 1942; el envío de buques de guerra para el Golfo, yo me acuerdo, pareció ridículo
aquí en la Alemania, en el Auswärtiges Amt, porque ninguna importancia tenía esa colaboración;
eso fue motivo de bromas, como ahora, cuando en medio a una gravísima crisis económica, social
y política, el gobierno de de la Rua-Cavallo anunció que iba a mandar tropas para el Afganistán,
cuando también no había necesidad alguna.
9 - Si, Brasil no hizo guerra a la Gran Bretaña, como la Argentina, invadiendo las Malvinas, lo que
fue un estupidez; mismo durante la Segunda Guerra Mundial, Vargas rechazó la sugerencia de
Roosevelt para ocupar las Azores y el arquipélago de Madera; tampoco, aunque algún loco
hubiera querido hacerlo, nunca invadió las Guyanas; pero Brasil no cooperó con los Estados
Unidos en la guerra sucia en América Central, como lo hizo la Argentina, y también se opuso a que
los Estados Unidos invadiesen el Surinam; mientras el gobierno de Galtieri volvió a la misma
política de alianza con los Estados Unidos, que alentaron, directa o indirectamente, la invasión de
las Malvinas, en 1982; los milicos imaginaron - tuvieron o no razones - que los Estados Unidos
apoyarían a la Argentina, a cambio de su participación; fue una retomada de la política de Onganía
y una anticipación del realismo periférico; pero, mientras Brasil favoreció a la Argentina, aunque
neutral, los Estados Unidos apoyaron a la Gran Bretaña.
10 - Se puede decir que Brasil, mucho más que la Argentina, tiene lo que Ud. llama "pésimos
antecedentes", si es que se puede juzgar como "pésimos antecedentes" las políticas que un
Estado desarrolla, según las circunstancias y las percepciones que tiene de sus intereses
nacionales. Además, si hay cuestiones que dañan los intereses del país, que trate de
solucionarlas, como Brasil lo hizo, sin comprometer su soberanía, sin alienar su capacidad de
hacer política exterior, unos de los atributos de la soberanía, sin subordinar su país a una potencia
extranjera, como si fuera un simple apéndice.
Esta cuestión de los "pésimos antecedentes" de la Argentina es una falacia. Las actitudes tomadas
durante el gobierno de Menem, inspiradas por ese realismo periférico, al punto de pedir el ingreso
de la Argentina en la OTAN, pareció cómico en Europa y hasta en los Estados Unidos; es lógico
que le gustara a los norte-americanos, pero se rieron, y eso lo sé porque tengo también muchos
contactos allá, exactamente porque una de las áreas sobre las cuales investigo son la política y las
relaciones exteriores de Estados Unidos con América Latina y no me limito a Brasil o a la Cuenca
del Plata; en 1998, con una vasta documentación, no solamente del Itamaraty, sino también de los
Estados Unidos y de la extinta Alemania comunista, he publicado De Martí a Fidel: a Revolução
Cubana e a América Latina. Son 700 páginas en las que estudio toda esa problemática latinoamericana.
Con respecto al Tratado de No-Proliferación de las Armas Nucleares, puedo decirle que Brasil lo
firmó, no porque la Argentina lo hizo, sino por sus propios intereses, porque consideró que esa
orientación era la apropiada:
1 - Lo que interesaba a Brasil era obtener principalmente la tecnología del ciclo completo del
uranio por medio de la ultra-centrifugación, lo que consiguió entre 1986/87, no para construir la
bomba, sino por otros intereses militares(construcción del submarino nuclear, lo que continuó
haciendo), económicos y comerciales; en 1986, una televisión de Alemania - WDR - me invitó a
asesorar un programa que iba a ser transmitido sobre la cooperación de Alemania con Brasil en la
construcción de cohetes; cuando alguien habló de la bomba atómica; yo le dije que Brasil no tenía
interés en fabricarla, porque no tenía enemigos para atacar; el periodista, aún con la percepción de
la rivalidad, contestó: "¿Y la Argentina?". Expliqué que en Brasil, el pensamiento dominante, ya no
se orientaba por esa percepción de la rivalidad y, como broma, concluí: “Además, si Brasil quisiera
hoy atacar la Argentina, no necesitaría lanzar una bomba atómica: bastaría levantar las
compuertas de Itaipu, para que Buenos Aires se inundase". Todos se rieron.
2 - Dado que Brasil ya había conseguido la tecnología de enriquecimiento del uranio, la no
adhesión al Tratado de No-Proliferación estaba por afectar otros intereses de Brasil, sobre todo en
el campo de la tecnología de cohetes, en virtud de las políticas restrictivas que Estados Unidos
adaptaron (que Ud. llama de sabotaje) y a las cuales la Alemania había adherido alrededor de
1990; este asunto también lo conozco porque también publiqué en 1994 un libro O "Milagre
Alemão" e o desenvolvimento do Brasil (1949/1994), que fue aquí traducido y publicado en 1995.
Bueno, estimado Escudé, ya escribí demasiado. Y mucho más tendría que decirle porque sus
explicaciones no convencen: ellas también revelan que Ud. conoce muy poco la política y las
relaciones exteriores de Brasil, sino no diría con tanta énfasis que "Brasil jamás le hizo la guerra
a gran Bretaña, ni eligió a Saddam Hussein como socio para un misil balístico que hubiera
podido lanzar una ojiva nuclear desde Baghdad hasta Tel Aviv".
Repito, con respecto a la guerra contra la Gran Bretaña, si Brasil nunca la hizo: nunca tuvo motivos
y estoy seguro que jamás se dejaría arrastrar a esa aventura; no fue una guerra, fue una aventura,
por motivos internos y una percepción equivocada (como tantas veces) de la política exterior y de
los intereses de Estados Unidos, pues Galtieri imaginaba contar con el beneplácito norteamericano por su participación en la guerra sucia de América Central; pero, la cooperación con
Saddam Hussein fue mucha más grande que la de Argentina e incluso Brasilia se enojó con la
actitud de Menem de enviar buques de guerra, sin consultar, siendo la Argentina socia de Brasil,
exactamente porque estaba haciendo esfuerzos (el embajador Paulo Tarso Flecha de Lima estaba
en Bagdad) para sacar a los técnicos y militares brasileños del Irak.
Para resumir, el realismo periférico y el consecuente "amor carnal" (así está en el texto de Guido
de Tella) con los Estados Unidos solamente hicieron comprometer la credibilidad de la Argentina,
avalada aún más con el colapso de toda la política económica de la trinca Menem-de la RuaCavallo, que siempre pareció "Made in Washington".
Mucho me gustaría encontrarlo personalmente para discutir esos asuntos. Probablemente en
Marzo o Abril va a salir en Brasil mi libro Brasil, Argentina e Estados Unidos: conflitos e integração
na América do Sul (Da Tríplice Aliança ao Mercosul), una obra también muy larga, que continua O
expansionismo brasileiro e a formação dos Estados na Bacia do Prata. Llega hasta los días
actuales, por ello debo escribir un período más sobre el desarrollo de la crisis, lo que haré cuando
la producción esté a punto de terminar. Pediré a la editorial que le envíe un ejemplar.
No hice la corrección del texto. Escribo los e-mails como se estuviera hablando y no hago la
revisión porque no tengo tiempo.
Con los más cordiales saludos. ( Moniz Bandeira)
Fin
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