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CUARESMA Y SALUD
Conviene decirlo muy alto y amplificarlo:
“CUARESMA Y SALUD”, O “CUARESMA,
CAMINO DE RESURRECCIONES”. Que si la
cuaresma no nos trae sanación y vida, no
merece la pena dedicarle nuestro tiempo. Y, por
supuesto, no es cuaresma cristiana. La
cuaresma cristiana es un camino de libertad
hacia la pascua. Claro que la libertad tiene su
precio.
Que hay cosas que nos enferman y que nos
están matando está a la vista, por más que nos
empeñemos en taparlas. Los ejemplos póngalos cada cual; los encontrará en su
propio corazón y en su propia casa, y donde hay mucho poder, y también donde
hay poco.
Observo que hay muchas palabras “tabú”, de contenido cuaresmal que
despiertan fantasmas y es de mal gusto pronunciarlas en algunos ambientes. Para
otros son sencillamente palabras obsoletas: penitencia, sacrificio, pecado,
ayunos y abstinencias, cruz... Yo sencillamente las reivindico:
 Si la penitencia nos sabe a “penar”, digamos, para entendernos, que son
las molestias de nuestra recuperación. Los penitentes de saco, cilicios y
flagelos son ya fantasmas que, por suerte, hemos logrado espantar.
 La mortificación cristiana es vivificación o no es cristiana. A lo más
puede entenderse en términos deportistas como la disciplina y privaciones
que se impone un atleta para echar músculo y estar en forma.
 Si el pecado es un palabra en desuso, tradúzcanla al lenguaje de la calle
por egoísmo, mentiras, zancadillas, envidias, insultos y otras
corrupciones que no se dicen; y que si nos curáramos de ellas habría
menos lágrimas en el mundo y más paz. Más salud personal, familiar,
laboral y ciudadana.
 Si hablamos de abstinencias y ayunos, no hablamos para los pobres, que
sobrados ayunos y abstinencias sufren; hablamos de algo muy saludable
para una sociedad de consumo, que se consume en su propio consumo.
Haga cada cual su lista o dieta saludable.
 Si hablamos de reconciliación, apuntamos a una de las experiencias más
bellas que puede vivir el hombre: la reconciliación consigo mismo
(“estoy roto”, confiesan algunos; otros son más gráficos y dicen “estoy
hecho una mierda”), o la reconciliación con los otros (tema muy actual),
o con Dios, del que uno se había alejado. El sacramento de la
reconciliación es así el sacramento del perdón, del abrazo, de la alegría,
de la salud recuperada. Si no nos deja sabor a abrazo y fiesta, mal anda
eso que llamamos la confesión.
Toda la liturgia cuaresmal, que nos prepara para la pascua, nos invita a celebrar
el triunfo de la vida sobre la muerte; ciegos que recuperan la vista, sedientos que
encuentran el agua viva, excluidos y sin esperanza que recobran la vida.
LA CUARESMA nos invita a recuperar nuestra grandiosa verdad de hombres
del camino. El caminante ha de pararse y, a la vez que disfrutar del camino,
otear su destino para no equivocar sus pasos. La suerte del creyente es saberse
acompañado.
En cuaresma resuenan con fuerza las palabras del Maestro: “Yo soy El Camino,
La Verdad y La Vída, el que me sigue no anda en tinieblas”. Por eso cuaresma
nos recuerda aquella apremiante palabra: “sí hoy escucháis su voz no
endurezcáis vuestro corazón”. Y aquella otra: “el que busca halla”. Emanuel
es uno de los nombres de Dios, o Dios-con-nosotros. Cuaresma es un tiempo de
gracia, una invitación a sanar nuestra propia vida, a centramos, para no andar
descentrados.
Mario Melgosa