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MEDITACIÓN
(Corazón de Jesús. Corazón de María. Corazones cristianos)
“Junio” José Pedro Manglano. Edic. Creo.
Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te
adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer
con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y Señor,
Ángel de mi guarda: interceded por mí.
Señor, quiero acercarme a tu corazón, creer que tú eres Bondad y Misericordia. Me
gustaría no entristecerte. Sí, Señor, confío en tu bondad: mirando tu muerte no puede
quedarme ninguna duda del punto hasta el que me amas … y sin embargo no me lo
acabo de creer. Eres bueno. Quiero sentir la dulce intimidad en tu corazón. Quiero
tener los mismos sentimientos que tú. Educa mi corazón, purifícalo, ensánchalo, hazlo
bueno y misericordioso. Gracias, Señor. Corazón de Jesús, en ti confío. Sí, en ti confío.
Jesús, haz que mi corazón se parezca al tuyo. Quiero llenar el saco de mis acciones
con amor: que todo lo haga por y para amar. Que haga las cosas para Dios y para los
demás. Que mi corazón sea cristiano. Estudio para servir, trabajo para servir, todo
quiero hacerlo para servir. ¡Gracias!
Gracias, Jesús, por amarme tanto. No me doy cuenta, y corro el riesgo de automatizar
el perdón. No puedes no perdonarme, porque con el amor que me tienes … nunca
podrás negarte a recibirme. Gracias, y ayúdame a que no me acostumbre nunca a
recibir tu perdón. No quiero abusar de tu bondad, pero aunque alguna vez abuse … sé
que volverás a abrazarme. En cada confesión, cada noche cuando repaso mi día en el
examen de conciencia, cada vez que soy consciente de haber hecho el mal … tú me
estás amando mucho, porque con tu perdón muestras que me amas mucho.
Corazón de Jesús, la Iglesia nos enseña y pide que demos limosna. Que no piense
que no puedo, o que solo debo hacerlo en ocasiones puntuales, o cuando me sobre
dinero … Que dé limosna todos los días, con unas palabras, ayudando, escuchando …
que lo haga siempre con el corazón. ¡Hazme limosnero, Señor!
Jesús, sólo seré cristiano siendo una gran persona. Que no huya, que no espere que
me solucionen otros lo que sólo mi esfuerzo y mi lucha pueden darme. Aunque a veces
se me ocurra que tengo mala suerte, que soy un desastre sin remedio … que no me lo
crea. Que acepte el reto de parecerme a ti, que de mi forma de ser rechace aquello
que me hace distinto a ti.
No permitas, Señor, que por esta boca que tocas tú cada vez que comulgo, por esta
boca por la que salen palabras para ti cada vez que hablamos, no permitas que la use
para mentir. Te amaré con mi boca, Jesús, empleándola para decir la verdad, aunque
me cueste. Dame un corazón como el tuyo, porque tú nos dijiste que del corazón salen
las malas palabra, los engaños y mentiras.
Corazón de Jesús, tú nos enseñas a hablar y a callar. “Coloca, Señor, una guardia en
mi boca, un centinela a la puerta de mis labios”. Que esta boca que tocas tú cada vez
que comulgo nunca la use para hablar mal de nadie: a todos los amas tú, y ¡seguro
que no soportas oírnos hablar sin cariño, sin disculparles, sin excusarles! Yo también
quiero quererles, y siempre disculparles. Dame fuerza para decir a la cara del
interesado lo que tenga que decirle. Que los demás descubran cómo eres tú al ver
cómo me comporto yo: que no les escandalice con mis críticas. ¡Nunca! ¡Quiero cubrir
las espaldas de cualquiera!
Jesús, de tu corazón no salió ninguna queja. ¡Ayúdame! Soy un poco egoísta y
caprichoso, y yo sí me quejo. Pero a partir de ahora trataré de convertir las quejas en
acciones de gracias. Se me escaparán, pero recuérdame que tengo que reaccionar y
darte las gracias.
Jesús, que sepa dirigirme a tu corazón; que te hable con el corazón; que lo haga con la
intención de agradarte. Que te ame con todo lo que hago, con lo normal. Gracias, y
que no me tengas que echar de menos.
Dios mío, que me dé cuenta de que todo el día y toda la noche estoy en tu presencia.
¡Cuántas alegrías puedo darte en un día! ¡Y cuánto dolor puedo causarte también en
un día! ‘Creo que me ves y que me oyes! ¡Que todo lo que viva, lo viva sabiéndome
mirado cariñosamente por ti! Gracias, y auméntame la fe.
Padre nuestro, que estás en los cielos, hágase tu voluntad así en la tierra como en el
cielo. Sí. Seguiré pidiéndote, porque a quién voy a acudir ante mis necesidades sino a
ti. Pero no quiero pedirte siempre cosas materiales. Enséñame a pedirte, como un hijo
que sabe que su Padre es bueno y siempre le escucha. Y que te pida, sobre todo, que
sepa aceptar tu voluntad; que sea capaz de abrirme a todo lo bueno que tú quieres con
esas circunstancias que no me gustan, que no olvide que si tú las permites es para que
alcance algo mejor.
Corazón de Jesús, Corazón de María, ayudadme a vigilar mi corazón. O mejor, vigilad
conmigo. Que combata lo malo, que no lo acepte, que no deje que entre en mi
corazón. Sin embargo, que sólo dé paso a lo bueno. Así palpitaré contigo, nuestros
corazones tendrán las mismas pulsaciones. ¿Qué malo estoy dejando que entre en mi
corazón? Ayúdame a estar vigilante.
Jesús, que mi corazón palpite con el tuyo. Que ante todo vea a la persona, que tenga
el prejuicio de pensar en los demás, que me ponga en el lugar del otro en todas las
situaciones, que no sea superficial y me quede en los hechos sino que me ponga en la
piel del otro … y ayude a cada uno del modo que me resulte posible. Para empezar,
comprendiéndoles.
Señor, que me interesen todas las almas. Rezaré por todos. Hoy te pido, ahora mismo,
por todos los que mueran hoy, en cualquier lugar del mundo: que todos se arrepientan
antes de morir, que se pongan bien contigo, que todos vayan al cielo. Y te ofrezco las
horas de trabajo de hoy por esa intención. Dame, Corazón de Jesús, un corazón
grande, grande como el planeta tierra, en el que quepan todos los hombres. ¡Corazón
de María, que todos me interesen!
Gracias, Jesús, porque algunos santos nos han contado mejor cómo es t Corazón.
Quiero saciar tu sed. Que me deje querer por ti. Sagrado Corazón de Jesús, en ti
confío.
Tu Corazón, Señor, era muy humano y a la vez muy divino. Pero te has hecho hombre,
hombre de verdad. Y seguro que disfrutaste tantos gustos de la vida … aficiones,
pesca, la noche de luna llena, paseo con amigos, ratos de familia alrededor del fuego,
fiestas, bodas de familiares, una puesta de sol, un buen baño de agua caliente, un
buen plato preparado por nuestra Madre … Ayúdame a amar la tierra y la belleza que
el Señor nos ha dado, y a dar gracias cuando vea resplandecer en todo eso la luz de
Dios.
Bendito sea Dios; bendito sea su santo Nombre; bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre
verdadero; bendito sea su sacratísimo Corazón; bendita sea su preciosísima Sangre;
bendito sea Jesús en el santísimo Sacramento del altar …
Gracias, Señor, por la vida. Tu corazón no se quedaba insensible al dolor, pero nos
enseñaste que el sufrimiento tiene un valor, y ayudaste a sufrir con tus palabras al
buen ladrón …
Te voy a repetir todos los días, también cuando algo me cueste o no me guste: “Lo que
tú quieras”. Así viviré como cristiano, y me darás tu paz. Lo que tú quieras, sí: en vez
de quejarme o protestar o agobiarme … “¡lo que tú quieras!” Sagrado Corazón de
Jesús, danos la paz.
Corazón de Jesús, qué gozada cuando encontramos alguien que vive con corazón
generoso. Que aproveche la próxima ocasión que se me presente para decir “ahora te
toca a ti”. ¿Cuál es el último detalle de compañerismo o generosidad que he hecho, de
este tipo? ¿Cuál puede ser el siguiente?
Querido Jesús, ayúdame a esparcir tu fragancia por donde quiera que vaya. Inunda mi
alma con tu Espíritu y Vida. Penetra y posee todo mi ser tan completamente que mi
vida sólo sea un resplandor de la Tuya. Brilla a través de mí y permanece tanto en mí
que cada alma con la que tenga contacto pueda sentir tu presencia en mi alma.
¡Permíteme que ellos al mirarme no me vean a mí, sino solamente a Jesús! Quédate
conmigo y entonces podré comenzar a brillar como tu brillas, a brillar tanto que pueda
ser una luz para los demás. La luz, oh, Jesús vendrá toda de ti; nada de ella será mía.
Serás tú quien brille sobre los demás a través de mi. Permíteme así alabarte de la
manera que tú me amas, brillando sobre aquellos que me rodean. Permíteme
predicarte sin predicar no con palabras, sino con mi ejemplo, con la fuerza que atrapa,
con la influencia compasiva de lo que hago, con la evidente plenitud del amor que mi
corazón siente por ti. Amén.
Gracias, Jesús, por ser como eres, porque no te limitas a enseñarnos, sino que actúas,
nos salvas. “Nuestro Dios es un Dios que salva” Gracias, porque así es. Que en cada
sacramento viva un encuentro contigo, un encuentro en el que te me entregas, en el
que te haces uno conmigo. Gracias, sólo tú eres mi Salvador.
Gracias, Señor, por escogerme. Que entienda que el amor tuyo es lo que hace que yo
viva. Me quieres, y sin mérito por mi parte. No por lo que hago, ni por cómo soy, sino
porque te da la gana quererme. Quiero realizar aquello que tú esperas que yo haga en
la vida. Gracias y que nunca olvide que me quieres.
Señor, es verdad que con frecuencia vivo con la ilusión de recibir, busco que los demás
me den. Quiero vivir pendiente de dar a los demás … y recibir de ti. “Dad y se os dará”,
dijiste. Que dé y me dé, y entonces recibiré d ti la vida nueva, esa nueva forma de estar
en el mundo.
Señor, me has creado para que sea santo. Que no piense que eso es difícil, o que es
para otros mejores que yo. Quiero vivir como hijo tuyo. Te pido por intercesión de San
Josemaría que cuando sea testigo de lo bueno que hacen otros, me plantee que
también yo puedo hacer mucho bueno, que sea generoso y me decida a hacerlo. Sin
embargo, cuando vea hacer el mal, que pida por esa persona … Ahora dime, Señor: y
yo ¿qué deberé hacer por ti?
Jesús, que mi corazón vibre con el bien y se duela con el mal, como el tuyo. Quita las
costras de suciedad que no me permiten derramar lágrimas de amor. Te pido que odie
el mal con todas mis fuerzas, y que cada día ame más el bien, y a ti que eres el
principio de todo bien. Padre nuestro, líbranos del mal.
Señor, ayúdame a ser tenaz, a insistir, a no tirar la toalla hasta que consiga lo que me
he propuesto. Por supuesto que cuento con tu ayuda, pero tú cuentas con mi
tenacidad. Ayúdame, Señor, a ser contundente en lo que me propongo.
Dios mío, por intercesión de tus hijos Pedro y Pablo, te pido por la Iglesia, por todos los
cristianos, y que me enseñes a confiar siempre en tu palabra. Los problemas no son
las dificultades que encuentro; el verdadero problema es olvidar que tú eres quien me
llama, y dejar de confiar en tu palabra.
Corazón de Jesús, tú que eres el Cordero de Dios, y rodeado de lobos … les mirabas
con amor, y pediste por quienes te crucificaban – “Dios mío, te pido por ellos porque no
saben lo que hacen” -. Enséñame a ser cordero … aunque me devoren.