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MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES Y EUROPEOS
N.° 34 – septiembre de 2009
La IRENA quiere que brillen las energías renovables
Fomentar el paso del petróleo, del gas o del
carbón a la energía eólica, solar o incluso a la
hidráulica para luchar contra el cambio climático,
desarrollar el acceso a la energía y combatir la
pobreza: estos son los objetivos de la nueva agencia
internacional, la IRENA (International Renewable
Energy Agency), que se dedica a las energías
renovables. Un desafío que están dispuestos a
aceptar juntos, en su seno, 136 países del Norte y del
Sur.
Hélène Pelosse,
directora general de la IRENA
«La IRENA es la agencia de la reconciliación
de todos los países para unirse en un combate mundial:
la transición hacia las energías limpias», resume su directora general, la francesa Hélène Pelosse.
Puesta en marcha el 29 de junio de 2009 en Egipto, en Charm el Cheikh, la IRENA, que oficialmente
se constituyó el pasado 26 de enero en Bonn, en Alemania, reúne a 136 países firmantes del Norte y
del Sur, preocupados por unir sus esfuerzos para desarrollar rápidamente las energías renovables.
Un cambio de rumbo radical
«Cuando echamos la vista atrás, los conflictos dominan el mundo de las fuentes de energía: el
petróleo ha suscitado guerras sangrientas; en cuanto a la energía nuclear, las opiniones divergen...
Con la IRENA, es la primera vez que se llega a un consenso semejante en este tema», analiza Hélène
Pelosse, que fue directora adjunta, encargada de las relaciones internacionales, en el gabinete del
ministro francés de Ecología, Energía, Desarrollo Sostenible y Mar, y que también participó en las
negociaciones del «Paquete Energía-Clima», durante la Presidencia francesa de la Unión Europea. Por
el contrario, si las energías renovables son capacer de unir, se debe según ella a que son «la respuesta
ideal para luchar contra el cambio climático» y «la única fuente de energía ilimitada que podrá
responder a las necesidades de los 10 mil millones de seres humanos que seremos en 2050».
Informar y apoyar
Instalada en Abou Dabi (Emiratos Árabes Unidos), la misión de la IRENA es promover la
puesta en común de conocimientos y tecnologías para proporcionar a cada país los medios de explotar
su potencial de energías renovables (eólica, solar térmica y fotovoltaica, biomasa, geotérmica,
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hidráulica...), permitir que superen los obstáculos (técnicos, normativos, financieros, socioculturales...)
que frenan su expansión, y difundir las prácticas óptimas. Para ello, la agencia dispone de un
presupuesto de unos 20 millones de dólares que debería completar un fondo «alimentado por las
contribuciones voluntarias de los gobiernos y del sector privado para financiar proyectos en los
países en desarrollo», precisa Hélène Pelosse.
Los países miembros de la IRENA deben reunirse a partir de enero de 2010 para fijar las
grandes orientaciones. El tratado constitutivo de la IRENA debería entrar en vigor de aquí a finales de
2010, tras la ratificación de al menos 25 países. «Conectar los centros de investigación y crear una
base de datos mundial para que cada país conozca los recursos de los que dispone; inventar nuevos
productos para que las tecnologías solares sean accesibles para los más pobres; financiar proyectos
de cooperación ejemplares y responder a las inmensas necesidades de formación que existen»,
figurarán en todo caso, según su directora general, entre las prioridades concretas de la IRENA para
garantizar la transición hacia las energías renovables. Una transición que implicará llevar a cabo una
revolución que no duda en calificar de «copernicana». Efectivamente, defiende Pelosse, «hemos
vivido con un sistema energético centralizado y ahora iremos hacia un sistema descentralizado en el
que cada edificio, cada hogar podrá producir su propia energía. Estamos acostumbrados a una red
eléctrica rígida y hermética, será necesario que se vuelva flexible e inteligente. Creíamos que la
energía no se podía almacenar, mañana las baterías de millones de vehículos eléctricos
desmultiplicarán las capacidades de almacenamiento… Es una verdadera revolución».
Florence Raynal
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