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CAPÍTULO II. CIUDAD-CORAL EN EL BANCO DE RONCADOR. ¿Dónde está el Banco de Roncador y quiénes son los pequeños habitantes que viven allí? Si quieres que conteste a esa pregunta, debes volver al pasado, o más bien, recordar conmigo, hace varios miles de años; y, examinando este mismo mar caribeño, encontraríamos en el sudoeste una pequeña colina de barro y arena sin ser tan alta como para llegar a la superficie. No lejos de la colina, flotan algunas diminutas criaturas suaves y gelatinosas, parecidas a la que habló con la estrella de mar en aquel momento. Son emigrantes en busca de un nuevo hogar. Parece que se encariñan con esta colina y se fijan en pedazos de roca a lo largo de su base, hasta que vienen cada vez más, forman un círculo alrededor de ella, y la colina se levanta en el medio, mientras que por encima de las olas azules se encuentra la luz del sol. ¿Qué te parece esta ciudad redonda que ves en el dibujo? Es el principio de Ciudad-Coral, así como el desembarco de los Pilgrims en Playmoth supuso el comienzo de Massachusetts. Ahora veremos cómo crece. En primer lugar, observa este hecho curioso: cada uno de los colonos, una vez que escogen su casa, nunca se mueven de allí, pero, día a día, se unen más y más firmemente a la roca a la que se pegaron por primera vez. La parte de su cuerpo que toca la roca se endurece en la piedra y, a medida que los meses y años pasan, las otras partes de su cuerpo, también se pegan a la piedra y aún así siguen vivos, comiendo todo el tiempo con la boca pequeñita de la parte superior de su cuerpo, cogiendo agua de mar sin filtrarlo y en consecuencia, cubriéndose de trocitos de cal, los cuales, una vez pegados, convierten el pequeño cuerpo en una especie de castillo de piedra caliza, como si un caballero con armadura, de los que leemos en las historias antiguas, en vez de llevar puesto su pechera de acero, casco y coraza, convirtiese su propia carne y huesos en una armadura. ¡Qué seguro estaría! Así que los habitantes de Ciudad-Coral estaban a salvo de todos los peces y otros feroces devoradores de pequeñas criaturas del mar (¿para qué quieren tragarse a un guerrero que lleva armadura por más pequeño que fuese?); y su asentamiento estaba tranquilo y creció año tras año, hasta que formó una pared bastante alta. Pero, antes de continuar, quizás quieras saber que estos colonos eran de la familia de los pólipos: padres y madres, hermanos y hermanas, tíos y tías, todos fueron pólipos. Y así es como sus familias aumentaron: después de que los primeros en llegar se asentaran de manera estable estaban prácticamente convertidos en piedra, pequeños brotes, como la hoja más pequeña de primavera, comenzaron a crecer fuera. Estos fueron sus hijos, por lo menos un tipo de ellos; ya que también había otra clase, provenientes de huevos y que flotaban en el agua como los primeros colonos. A estos últimos les llamaríamos crías libres o vagabundos, mientras que a los primeros podríamos llamarlos crías sujetas. Pero incluso las vagabundas vuelven después de un tiempo, acuérdate del que conoció a la estrella de mar que estaba a punto de hacerlo. No fue muy fácil para ti o para mí remontarnos a tantos miles de años, a los inicios de CiudadCoral, y menos pensar cuántos años pasaron hasta que el pequeño asentamiento creció, hasta donde yo te he contado. Los bisabuelos y bisabuelas habían muerto, pero quedaron sus cuerpos de piedra aún resistiendo, como apoyo y ayuda a sus descendientes que habían construido encima de ellos; las paredes se habían levantado, no como los típicos muros de piedra o ladrillo , pero todos vivos y ocupados construyéndose a sí mismos, día tras día y año tras año, hasta ahora, en el momento de la visita de la estrella de mar, cuando estaba la marea baja, las torres más altas a veces podían recoger algún destello de la luz del sol; cuando las tormentas hacían retumbar las grandes olas, se lanzarían contra las pequeñas construcciones, rompiéndose como pequeños copos de nieve y despedazando al mismo tiempo las diminutas paredes que los pólipos habían construido durante años. ¿Crees que fue tan triste y desalentador para los que trabajaban en la construcción? Eso parece, pero verás como el Dios bueno, su querido Padre como lo es para nosotros, tenía una razón para dejar que las olas rompiesen contra sus casas, como siempre hace con todas las cosas malas que nos manda. Espera a que termine la historia y dime si no lo piensas. Ahora veamos lo que la estrella de mar pensó sobre la pequeña ciudad y sus habitantes. “Ah, ¡estas son vuestras casas!, dijo. “¿Por qué no salís y viajáis para ver mundo?—“Estas no son nuestras casas, sino nosotros mismos”, respondieron los pólipos; “no queremos ni podemos salir. Estamos aquí para construir y construir es lo único que nos preocupa; ver el mundo está bien para aquellos que tienen ojos, pero nosotros no tenemos”. Entonces la estrella de mar se alejó despreciando a tales criaturas, “gente que carece de gusto o habilidad, que no tiene ojos ni pies, ni filtradores de agua, pobrecitos inútiles; ¿Para qué están en el mundo, con sus construcciones estúpidas y ciegas tan importantes para ellos? Y se perdió en un sendero por donde pasaba el tren de agua y, sin despedirse de los pólipos, dio la espalda a CiudadCoral, y poco después encontró un compañero de viaje lo suficientemente simpático con el que poder hablar, -- un pasajero, digo, pero se podría parecer a un grupo de pasajeros en su propio barco; algunos enroscados en espiral, otros arrastrando detrás como pequeños nadadores, otros se asentaban cómodamente en el interior, pero todos llenos de colores brillantes y alegres, haciendo que hasta la estrella de mar se sintiese inferior; y, deseando hacer amigos con otro buen vecino, se giró hacia uno de los nadadores con un tentador bocado de comida y, educadamente, se le ofreció. “No, gracias” dijo la criatura, “no como; mi hermana es la come, yo solo nado”. Al girarse y hacer la misma oferta otro de los del grupo de colores alegres, le respondió, “Gracias, los que comen están del otro lado, yo sólo pongo huevos”. “¡Qué gente más extraña!” pensó la estrella de mar; pero, a pesar de lo aprendido, no lo sabía todo y nunca había oído hablar de cómo la gente vive en comunidades y dividían el trabajo como querían. Mientras la dejamos asombrándose, volvamos a Ciudad-Coral. Los pedazos rotos, golpeados por las olas, flotaban alrededor, tapando todas las grietas de la pared, mientras que los bordes ásperos en la cima cogían largas algas de mar y algunas veces madera de los buques naufragados a la deriva, y luego el mar arrojaba arena amontonada contra las paredes, construyendo contrafuertes para ellos. ¿Sabes lo que son los contrafuertes? Si no, te dejaré que lo busques. Y los pólipos, que no saben cómo vivir con la luz y el aire, habían muerto todos; o aquellos que eran crías vagabundas habían ido a otro lugar. Pobrecitos, sus vidas inútiles habían terminado, ¿y qué bien le habían hecho al mundo?
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