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La Semana Urológica Europea alerta a la población masculina de los
beneficios de una detección temprana e informa de las soluciones para el
cáncer de próstata o la hiperplasia benigna
LOS URÓLOGOS RECOMIENDAN REVISAR EL ESTADO DE LA
PRÓSTATA A PARTIR DE LOS 50 AÑOS

Sólo en Europa cada año se detectan 346.000 nuevos casos de cáncer
prostático

En nuestro país, este tumor causa anualmente la muerte de 5.800 españoles
y está considerado el de mayor mortalidad en el varón tras el de pulmón y
estómago

La cada vez mayor esperanza de vida de la población motivará un aumento
de casos en los próximos años

El urólogo dispone de múltiples alternativas en el tratamiento de las
enfermedades de la próstata
Madrid, 15 de septiembre de 2008.- Sólo en Europa cada año se detectan unos
346.000 casos de cáncer de próstata. Un tumor que en nuestro país causa la muerte
anual de unos 5.800 españoles. Su detección precoz puede suponer un mejor
pronóstico para el paciente. Por ese motivo, los urólogos recomiendan a la población
masculina revisarse la próstata a partir de los 50 años de edad y en los casos en los
que existen antecedentes familiares a partir de los 45. Difundir dicho mensaje sobre
esta enfermedad y sobre otras que afectan a esta glándula, como la hiperplasia
benigna o la prostatitis, es uno de los objetivos de la Semana Urológica Europea
se celebra que desde hoy y hasta el día 19 de septiembre organizada por la
Asociación Europea de Urología. Participan en esta iniciativa 23 sociedades científicas
europeas, entre ellas la Asociación Española de Urología (AEU).
El progresivo envejecimiento de la población española motivará que en los próximos
años aumente la incidencia del tumor prostático, que es el cáncer más frecuente en el
varón a partir de esta edad. De hecho, está considerada la tercera causa de muerte
por un tumor en el varón, tras el de pulmón y estómago. “Con estos datos de
incidencia y mortalidad, la población masculina con más de 50 años debe saber que
una detección temprana nos va a permitir aplicar un tratamiento eficaz con intención
curativa”, asegura el doctor Carlos Llorente, del Servicio de Urología del Hospital
Universitario Fundación Alcorcón de Madrid.
Pero la edad no es el único factor de riesgo. La obesidad también puede elevar las
posibilidades de sufrir este problema de salud. Los expertos urólogos ya han alertado
del peligro que supone alejarse de la dieta mediterránea e incrementar el consumo de
carnes rojas y de grasas saturadas. “Del beneficio de esta medida da buena cuenta el
hecho de que los orientales tienen un riesgo menor gracias a su dieta baja en grasas;
un riesgo que, sin embargo, se iguala cuando emigran a Occidente”, explica el doctor
Llorente.
Diagnóstico precoz
El diagnóstico precoz es clave porque permite el uso de un tratamiento con intención
curativa que puede garantizar la supervivencia en un 80% de los casos. “Es
imprescindible que la población tenga en cuenta que no es preciso manifestar ningún
síntoma para acudir a la consulta a partir de los 50 años. De hecho, la mayoría de los
afectados no suele presentan molestias”, aclara el doctor Llorente. “No obstante, y a
pesar de la eficacia del tratamiento individual, aún no está demostrada la utilidad del
diagnóstico precoz en el conjunto de la población”, afirma este experto.
Herramientas diagnósticas
Para el diagnóstico, los urólogos confían en el valor clínico de la determinación del
antígeno prostático (PSA), que consiste en un análisis de sangre, y el tacto rectal
(examen digital de la próstata a través del ano). Actualmente la detección en fases
iniciales de la enfermedad se consigue en aproximadamente el 75% de los pacientes.
La mayoría de las veces el afectado tiene más de 60 años y en menos del 1% de los
casos afecta a varones menores de 50 años. La edad media de fallecimiento por esta
enfermedad se sitúa en torno a lo 75 años. No obstante, el cáncer de próstata se
caracteriza por un desarrollo de evolución lenta, lo que conlleva que un buen número
de pacientes puedan convivir con el tumor durante mucho tiempo hasta el punto de
morir por otra causa y no por ella. Sólo fallecen entre el 10-15% de los pacientes que
presentan este cuadro clínico.
Tratamiento
Cuando la enfermedad está localizada, los médicos cuentan con dos opciones
terapéuticas: la radioterapia y la cirugía (prostatectomía radical). La intervención
quirúrgica permite extraer la glándula prostática y analizarla para determinar con
exactitud en qué etapa de crecimiento se encuentra el tumor. “Esta operación”, explica
el doctor Llorente, “se puede realizar mediante una intervención tradicional abierta, por
vía laparoscópica o asistida por robot, siendo la probabilidad de curación así como los
efectos sobre la erección y la continencia similares mediante los tres tipos de cirugía.
Es más importante la experiencia de urólogo que la vía de acceso”. En el caso de la
radioterapia, se puede administrar por vía externa (convencional) o implantando unas
semillas radioactivas dentro de la próstata (braquiterapia). También existen otras
opciones como la crioterapia y la HIFU (ultrasonidos) que aún es preciso contar más
experiencia. “El tratamiento de estos tumores localizados dependerá siempre de la
edad del paciente y la agresividad del propio tumor, de tal manera que cabe
contemplar en casos muy seleccionados la abstención o demora terapéutica”, aclara
este experto.
La terapia hormonal actúa bloqueando la producción de hormonas masculinas que son
las que estimulan el crecimiento del tumor. En estos casos, la indicación se limita a los
casos en los que el tumor se encuentra ya diseminado (metástasis) o porque ha
habido una recaída tras la cirugía. Asimismo ha demostrado ser útil como adyuvante a
radioterapia en pacientes de alto riesgo.
Desde hace pocos años, se dispone de quimioterapia que permite un ligero pero
significativo incremento en la expectativa de vida de los pacientes con metástasis y
que son resistentes al tratamiento hormonal. “En todo este entramado terapéutico es el
urólogo, en su papel como médico del varón, el que podrá aconsejar la opción más
adecuada para cada paciente y referirle a otros especialistas cuando sea necesario”,
concluye el doctor Llorente.
Otras enfermedades de la próstata
Aparte del tumor prostático, la Semana Urológica también facilita información a los
ciudadanos sobre otras complicaciones prostáticas, como la hiperplasia benigna
(HBP) y la prostatitis (inflamación de esta glándula). En este último caso se trata de la
infección e inflamación prostática más frecuente en el varón joven y no guarda
relación alguna con las otras dos. Requiere un tratamiento farmacológico y el control
periódico del profesional para su resolución.
Respecto a la HBP, a partir de los 40 años la próstata puede experimentar un
crecimiento progresivo de carácter benigno. El resultado es que la uretra queda
comprimida, lo que dificulta el paso de la orina y provoca, por tanto, alteraciones al
orinar. La edad es un factor fundamental: afecta a la mitad de los varones a partir de
los 50 años y al 80% a partir de los 80 años. Este crecimiento de carácter benigno
constituye la enfermedad más frecuente de la próstata. Aunque su inicio carece de
síntomas, los signos más frecuentes son el aumento de la frecuencia urinaria durante
el día, micción nocturna, necesidad urgente de orinar, dificultad para iniciar la micción,
disminución de la fuerza del chorro de la orina y goteo prolongado.
La HBP puede inducir indirectamente con el mayor residuo postmiccional las
infecciones urinarias e incluso producir unos síntomas irritativos en la vejiga y otros
con repercusión en los riñones que acaben provocando una insuficiencia renal. De ahí
que sea recomendable que todos los varones se sometan a una revisión periódica a
partir de los 50 años. Además esta enfermedad constituye un problema
socieconómico importante: sólo en el año 2000, el gasto sanitario asociado a esta
patología ascendió a unos 600 millones de euros. Hay que tener en cuenta que es
una de las causas de ingreso por intervención quirúrgica más frecuentes en la
población masculina y el primer motivo de consulta en los servicios de urología. En
sus fases iniciales, la solución pasa por adoptar medidas higiénico-dietéticas.
La terapia farmacológica ha experimentado avances muy significativos en los últimos
diez años y está indicada para mejorar los síntomas irritativos y los obstructivos,
pudiendo reducir el volumen prostático y la aparición de complicaciones relacionadas
con la enfermedad de forma que en algunos casos puede estar justificada la
asociación de diversos fármacos. En la fase de retención de orina, se requiere un
tratamiento más expeditivo como la cirugía y sus variantes. Además de la cirugía
tradicional, que aún sigue siendo el tratamiento de referencia, el urólogo dispone
actualmente de diferentes tipos de láser que pueden ser un alternativa eficaz en
determinados pacientes.
*Para más información, Gabinete de Prensa
(Mónica Llorente / Luis Pardo): 91.787.03.00