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LA CULTURA MODIFICA EL CEREBRO
Aprender una determinada habilidad durante la niñez puede determinar en parte la
organización funcional de un cerebro adulto. Así lo demuestran trabajos realizados
con personas ilustradas y otras analfabetas que indican que aprender a leer y escribir
produce cambios permanentes en el cerebro. Las modernas técnicas de imagen que
permiten visualizar la actividad y la estructura del cerebro en acción muestran que son
múltiples las áreas corticales que intervienen cuando se realizan tareas tan sencillas
aparentemente como pensar, hablar o escuchar.
Con un peso aproximado de 1.400 gramos y miles de, millones de neuronas –cada
neurona cortical establece aproximadamente 20.000 conexiones nerviosas- el cerebro
humano es la estructura más compleja que se conoce. Es la corteza cerebral donde se
localizan funciones superiores como el habla, el pensamiento o la imaginación. “Es la
estructura más humana del sistema nervioso, pues se encuentran allí las capacidades que
distinguen a los humanos del resto de los mamíferos” explica Javier de Felipe,
investigador del Instituto de Neurociencias Ramon y Cajal (CSIC) de Madrid.
Precisamente fue Santiago Ramón y Cajal quien hace 100 años publicó una serie de
artículos científicos en los que se describía la organización de la corteza cerebral
humana. Hablaba entonces de lo que él llamó “gimnasia cerebral”, consideraba que el
ejercicio mental multiplicaba las conexiones nerviosas, lo que implicaba integrar una
mayor cantidad de información. “Por tanto, cuantas más conexiones nerviosas
tengamos, más información seremos capaces de procesar”, añade de Felipe.
Científicos del Centro de Estudios Egas Moniz de Lisboa realizaron, hace tiempo, un
estudio sobre el lenguaje oral sirviéndose de personas procedentes de la misma ciudad
al sureste de Portugal, unas modestamente ilustradas y otra analfabetas, para apoyar su
hipótesis, el desarrollo del lenguaje oral se ve afectado por el hecho de haber aprendido
a leer y escribir durante la infancia.
Ambos grupos fueron seleccionados para que tuvieran igual nivel en vocabulario
sencillo y en test de conocimientos generales. En juegos de lenguaje, las personas
analfabetas realizaban la tarea con mayor dificultad que aquellos adultos que sabían leer
y escribir. La conclusión fue que aprender a leer tiene un profundo efecto en la forma en
que el cerebro analiza el lenguaje.
En una colaboración internacional, doce mujeres adultas portuguesas, la mitad de las
cuales nunca había ido a la escuela, viajaron al Instituto Karolinska de Estocolmo para
ser estudiadas con un PET (tomografía por emisión de positrones). Mientras pasaban
por el escáner se les hacía repetir determinadas palabras, unas conocidas, otras
desconocidas y algunas sin sentido alguno. Cuando las palabras eran conocidas, ambos
grupos actuaban de forma similar. Sin embargo, en la repetición de palabras carentes de
significado, las mujeres que no habían ido a la escuela cometieron cuatro veces más
errores que las otras mujeres. Las imágenes por escáner apoyaban las diferencias
observadas, ya que durante la repetición de palabras desconocidas diferentes áreas del
cerebro estaban activadas en los dos grupos.
Estos resultados, afirman sus autores, son la prueba de que la escolarización cambia la
organización del cerebro permanentemente. Además en línea con este trabajo, los
investigadores sugieren que aprender a leer y a escribir tiene el efecto de establecer
múltiples sistemas para procesar información fonológica, mientras que si se carece de
esta capacidad se depende más de sistemas léxico-semánticos, como si las palabras
carentes de sentido fueran tratadas más como información semántica nueva que como
sonidos nuevos.
De hecho, en el estudio de imagen del cerebro, las mujeres que no sabían leer ni escribir
mostraban un área de mayor activación cerebral, la corteza prefrontal derecha,
localizada fuera de las clásicas áreas de procesamiento del lenguaje que “ en la mayoría
de las personas están en el hemisferio izquierdo”, comenta De Felipe. Y explica que hay
una fuerte especialización en cuanto al lenguaje del hemisferio izquierdo sobre el
hemisferio derecho del cerebro.
El hecho de que las mujeres analfabetas de este experimento activen una zona distinta a
la habitual es algo insólito que sin duda implica cambios en la organización de las
funciones del cerebro, en las que intervienen múltiples zonas corticales. Porque cuando
se aprende a leer y a escribir en el cerebro se establecen unas asociaciones entre las
áreas del lenguaje, el pensamiento y el aprendizaje y es precisamente el lenguaje lo que,
en este caso, parece modificar la organización del cerebro.
Para De Felipe, la explicación de esta reestructuración del cerebro está en que la
maduración de este complejo órgano tiene lugar sobre todo postnatalmente “y esto es
importante, al hablar de clonación humana, porque nacemos con un cerebro programado
en las conexiones principales, pero el refinamiento de los circuitos neuronales tiene
lugar después del nacimiento y es un proceso que se lleva a cabo a lo largo de muchos
años y que depende de la experiencia. No puede haber dos cerebros iguales”.
Con las técnicas de imagen se observa que incluso en el cerebro de un ser humano
adulto existe una gran plasticidad. Por ejemplo, cuando una persona en edad adulta ha
perdido un brazo o algunos dedos, en la corteza cerebral se ve que la zona donde están
representadas estas partes del cuerpo se reestructura. Hay una reorganización estructural
y, por tanto, funcional.
Además, el hasta ahora dogma de que el cerebro adulto no generaba nuevas neuronas,
ha sido anulado por el descubrimiento en la Universidad de Princeton de que cada día
miles de neuronas nuevas aparecen en la corteza cerebral. Esto ya se había visto en el
hipocampo. “Esto nos indica que efectivamente lo que se sospechaba es cierto y este
experimento llevado a cabo por científicos portugueses está dentro de este contexto
moderno: que el cerebro humano adulto no ha terminado todavía de estructurarse y que
puede cambiar con influencias del medio ambiente”, dice Rubin.
Muchos biólogos consideran que el Homo sapiens no ha cambiado desde su aparición
en la Tierra. Hace miles de años el hombre cazaba y recolectaba y fue entonces cuando
su cerebro se desarrolló en un determinado medio ambiente que hoy en día ha
desaparecido. Según esta teoría, el cerebro humano estaría mal adaptado porque no se
desarrolló para vivir en el medio actual. Sin embargo, la potencialidad y plasticidad de
este órgano es enorme “ porque con un desarrollo determinado han aparecido cualidades
en el hombre que nos han permitido, por ejemplo crear ordenadores o subir a la luna”,
explica Rubin.