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TEXTO 12 (LEY DE PRINCIPIOS DEL MOVIMIENTO NACIONAL)
“Yo, Francisco Franco Bahamonde, caudillo de España, consciente de mi
responsabilidad ante Dios y ante la Historia, en presencia de las Cortes del Reino,
promulgo como Principios del Movimiento Nacional, entendido como comunión de los
españoles en los ideales que dieron vida a la cruzada, los siguientes:
1.- España es una unidad de destino en lo universal. El servicio a la unidad, grandeza y
libertad de la Patria, es deber sagrado y tarea colectiva de todos los españoles.
2.- La Nación española considera como timbre de honor el acatamiento de la ley de
Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, única verdadera
y fe inseparable de la conciencia nacional, que inspirara su legislación.
3.- España raíz de una gran familia de pueblos, con los que se siente indisolublemente
hermanada, aspira a la instauración de la justicia, la paz entre las naciones
4.- La unidad entre los hombres y las tierras de España es intangible. La integridad de la
Patria y su independencia son exigencias supremas de la comunidad nacional. Los
ejércitos de España, serán garantía de su seguridad y expresión de las virtudes heroicas
de nuestro pueblo, deberán poseer la fortaleza necesaria para el mejor servicio a la
Patria.
6.- Las entidades naturales de la vida social, familia, municipio y sindicatos, son
estructuras básicas de la comunidad nacional”(1958).
1. Localiza y sitúa el texto, su naturaleza y fecha. Comenta las
ideas principales del mismo.
Con la Ley de Principios del Movimiento Nacional el general Franco trató
de sentar las bases ideológicas y jurídicas de su régimen, crear una especie de
“Constitución” o ley básica de su dictadura. En el fragmento que vamos a resumir
encontramos los valores principales del franquismo, su visión del estado y de la
nación española. Como podemos ver, el texto está plagado desde el principio de
la típica retórica nacional-católica que tanta influencia llegó a tener en la
educación y en los medios de comunicación de la época. Así, Franco es
responsable “ante Dios y ante la Historia” y el Movimiento Nacional es
considerado una cruzada. Otras palabras o expresiones aparecen en el texto como
claros ejemplos de lo que acabamos de decir: “patria”, “unidad”, “grandeza”,
“acatamiento de la ley de Dios”, “virtudes heroicas de nuestro pueblo”… Según el
general Franco España es:
-“Una unidad de destino en lo universal”, cosa que prohibe cualquier posibilidad de
descentralización del estado.
-El estado se halla íntimamente ligado a la Iglesia Católica. Todo atisbo de
separación Iglesia-estado queda, pues, borrado con el artículo 2.
-Los ejércitos de España serán el timón que conduzca a la patria hacia su destino,
manteniendo unida la nación. De este modo se afirma el carácter militar de la
dictadura.
-Las estructuras básicas de la sociedad serán la familia, el municipio y los
sindicatos. No se habla, sin embargo de soberanía pues probablemente el propio
término les resultara subversivo a los representantes del régimen.
2. EL sistema político de Franco.
a) Las instituciones de la dictadura.
Al acabar la guerra Franco se negó a establecer una dictadura
temporal (como, al parecer, quería el general Mola). Trató, por el
contrario, de crear un nuevo régimen autoritario y permanente. Los
peores enemigos del Franquismo serían siempre la democracia, el comunismo
y los nacionalismos.
En principio, Franco trató de crear un estado de tipo fascista
parecido al alemán o al italiano: sin constitución ni libertades
democráticas y con un partido único (FET y de las JONS). Todas las
instituciones de la República fueron desmanteladas: se suprimió la
constitución de 1931, se prohibieron los partidos y sindicatos y se abolieron
las autonomías catalana y vasca.
Pero a la vez, Franco quería dar a su régimen un aspecto de
legalidad, y para ello promulgó durante muchos años una serie de "Leyes
Fundamentales" (El "Fuero del Trabajo"; el "Fuero de los Españoles", la "Ley
Constitutiva de las Cortes", la "Ley de Sucesión" y la "Ley de Principios del
Movimiento Nacional").
Franco era a la vez jefe del estado, jefe del gobierno, del partido
único y del ejército. Además, tenía poderes excepcionales para promulgar
leyes en caso de urgencia: su poder era, por lo tanto, prácticamente
absoluto.
No obstante, al igual que antes había hecho Primo de Rivera, creó
unas cortes que en realidad no tenían nada de democráticas. Todos sus
representantes eran, en última instancia, elegidos por el dictador
(ministros, altos cargos de la FET y de las JONS, alcaldes de las grandes
ciudades o representantes de la Iglesia). A todo este sistema Franco le
llamó "Democracia Orgánica". También Franco creó los llamados
"Sindicatos Verticales" a imitación de los de Primo de Rivera. También en
ellos participaban a la vez empresarios y trabajadores. El estado controlaba
toda la organización sindical y la afiliación a los sindicatos era obligatoria.
b) Los apoyos del régimen.
El régimen franquista se sustentó sobre todo en tres grandes pilares:
el ejército, la Iglesia Católica y la Falange.
El ejército fue siempre la columna vertebral del sistema: los
militares llegaron a obtener altos cargos en la política y la administración
(Franco sólo tuvo problemas con algunos militares que deseaban que se
restaurara enseguida la monarquía).
El apoyo de la Iglesia fue también algo importantísimo para el
régimen. La Iglesia tuvo auténtico poder y privilegios y se convirtió en la
única religión permitida en España. Así, suele decirse que la dictadura
franquista fue una especie de "nacional-catolicismo".
En cuanto a la Falange, aunque al principio tuvo un gran papel
dentro del régimen, con el tiempo fue perdiendo su poder y privilegios.
El franquismo dejó de ser entonces una dictadura fascista para
convertirse en una simple dictadura conservadora y tradicionalista al
estilo de muchas otras dictaduras de Europa o Iberoamérica.
Finalmente, el régimen franquista acabó no sólo con la libertad de
pensamiento y de expresión. Además, impuso entre los españoles una
nueva mentalidad, conservadora y ultracatólica: hizo un tipo nuevo de
hombre y mujer españoles, caracterizados por una absoluta falta de
libertad de pensamiento. Desde jovencitos, los muchachos acudían a los
campamentos y concentraciones del Frente de Juventudes, donde eran
adoctrinados hasta convertirse en personas fieles al régimen. Por su parte,
las mujeres debían realizar una especie de servicio social paralelo al servicio
militar de los varones. Dicho servicio se realizaba en la Sección Femenina
de FET y JONS, dirigida por Pilar Primo de Rivera. Allí eran también
convenientemente instruídas para ser mujeres discretas y católicas,
perfectas esposas y madres de
"buenos españoles". La familia era
considerada la célula básica del régimen: la mujer debía permanecer en el
hogar sometida a su marido. Incluso en las escuelas se introdujo una nueva
asignatura: "Formación del Espíritu Nacional", impartida por miembros de
Falalnge y encaminada a lavar el cerebro a los españoles para convencerles
de las bondades del régimen franquista. La censura estuvo presente en toda
la dictadura y en especial hasta los años sesenta.
Por último, la Iglesia tuvo un enorme papel en la educación. Tanto que
la escuela privada católica, clasista y represiva, llegó a desbancar a la
escuela pública.
c) La dictadura y sus relaciones internacionales.
Nada más terminar la Guerra Civil, Europa y el mundo entero se
hundieron en la Segunda Guerra Mundial. Franco, durante la guerra, había
recibido el apoyo de Hitler y de Mussolini, y ahora existía, por tanto, la
posibilidad de entrar en la guerra como aliado de Alemania e Italia. Sin
embargo, España estaba destrozada y no podía permitirse el lujo de
intervenir en una nueva contienda. Así, en 1940 Franco se entrevistó en
Hendaya (Francia) con Hitler: estaba dispuesto a ayudarle pero no a
cualquier precio. A cambio de su participación en la guerra, Franco exigía
armamento, compensaciones económicas y apoyo a la expansión en el norte
de África. Hitler pensó que el precio que España exigía era demasiado alto.
Además nuestro país, destrozado como estaba, tenía muy poco que ofrecer
a la Alemania fascista. En consecuencia, los españoles, por fortuna, no
entramos en la Guerra Mundial. No obstante, Franco siempre mostró sus
simpatías hacia Italia y Alemania. Llegó incluso a mandar a Rusia una división
de voluntarios destinada a luchar contra el comunismo: la División Azul.
Sin embargo, a partir de 1943 se vio claramente que Alemania iba a
perder la guerra. Entonces la amistad entre Franco y Hitler empezó a
enfriarse. Franco, en cambio, trató de acercarse a los aliados y
suprimió cualquier símbolo fascista de su dictadura: fue entonces cuando
la Falange empezó a perder fuerza dentro del régimen.
Pero todos sus esfuerzos por hacerse amigo de los aliados fueron en
vano. Éstos acabaron ganando la guerra en 1945 y, en cuanto se vieron
vencedores, le hicieron el vacío a España. Durante varios años nuestro
país se vio aislado: no fuimos admitidos en la ONU (es más, la ONU
consideró que el régimen franquista no era un régimen legítimo, puesto que
no representaba al pueblo español, y recomendó a los países miembros que
retiraran sus embajadores de España, cosa que se apresuraron a hacer).
Tampoco pudimos entrar en la OTAN ni recibimos las Ayudas
americanas del Plan Marshall.
Las cosas empezaron a cambiar a finales de los años 40. Los Estados
Unidos y la URSS habían iniciado la guerra fría. Para los
norteamericanos la lucha contra el comunismo era ahora lo más importante,
y precisamente el régimen de Franco era el más anticomunista de todos.
Así, Franco empezó a ser considerado como un mal menor e incluso como
un posible amigo frente a la Rusia soviética. Poco a poco Occidente y en
especial los Estados Unidos volverían a abrirnos sus puertas.
d) Exilio, represión y resistencia.
Sabemos que al acabar la Guerra Civil más de 400.000 personas
tuvieron que abandonar España. La mayoría de ellas regresó pronto,
cuando en Europa las cosas empezaron también a ponerse difíciles por causa
de la Segunda Guerra Mundial. No obstante, unas 100.000 permanecieron
durante décadas en el exilio. Fueron sobre todo a Francia, Argelia,
Marruecos y Latinoamérica.
Méjico fue el país que más generoso se mostró a la hora de
acoger exiliados españoles, entre ellos a muchos intelectuales y políticos
de la República. En este país la República Española reanudó su actividad con
ayuda del gobierno de Lázaro Cárdenas: en 1945 se celebraron cortes
republicanas y se eligió un gobierno republicano en el exilio, que se mantuvo
hasta 1977.
Francia también acogió a muchos españoles, entre ellos a Manuel
Azaña, a Francisco Largo Caballero y a Antonio Machado.
El régimen franquista ejerció durante muchos años una feroz
represión contra todos sus enemigos, represión en la que se mezclaban los
enfrentamientos ideológicos con las venganzas personales. Siguió habiendo
"paseos", se detenía a familias enteras y se infligían palizas públicas. Por si
fuera poco, en 1939 se promulgó la Ley de Responsabilidades Políticas,
según la cual todas las personal leales a la República eran consideradas
enemigas de España.
Es muy difícil saber cuántos muertos ocasionó en total el franquismo,
durante la guerra y después de ella. El historiador Ángel Viñas habla de
algo menos de 200.000 muertos. En cambio, Gabriel Jackson eleva la
cifra a 400.000, al contar también a los muertos en las cárceles y
campos de concentración franquistas después de la contienda. Además,
durante años dichas cárceles estuvieron repletas de presos políticos, y
cientos de maestros, administrativos y funcionarios municipales perdieron
su puesto de trabajo.
A pesar de esta feroz represión, siempre hubo oposición al
régimen. Desde 1939, los montes españoles estaban llenos de grupos de
guerrilleros antifranquistas, denominados "maquis". En 1944 muchos de
estos guerrilleros, coordinados por el Partido Comunista de España,
trataron de invadir la Península desde Francia, entrando por el Valle de
Arán. Pero tuvieron que retirarse, al ver que Europa no pensaba tampoco
ayudarles. EL movimiento fue duramente reprimidos aunque muchos de
estos guerrilleros, "huídos", continuaron actuando hasta los años 50, a
menudo convertidos en simples bandoleros.
Por lo demás, los antiguos partidos republicanos se habían
desarticulado, y sus dirigentes se encontraban en el exilio. Sólo el PCE
siguío actuando clandestinamente dentro de la Península, extendiendo
cada vez más su influencia entre los obreros de las ciudades.
3. Evolución económica de la España de Franco: de la autarquía a los
planes de desarrollo.
a) La etapa de la autarquía y los llamados “años del hambre”.
La década de los 40 fueron años de hambre y de miseria para
muchos españoles. Es verdad que nuestra economía se hallaba muy
maltrecha después de la guerra. Pero aún así, su evolución a lo largo de
esta década fue excesivamente negativa. Eso se debió al aislamiento
que España padeció en estos años y a la "autarquía" propia de los
primeros tiempos del Franquismo.
Ya en temas anteriores hemos visto que la autarquía era uno de los
ideales del fascismo. Para Franco no sólo era un ideal sino a la vez una
necesidad, puesto que Europa había dado la espalda a España. Así, no
quedaba más remedio que producir todo lo necesario sin contar con la ayuda
del extranjero.
No obstante, la autarquía fue muy negativa para la economía
española: toda Europa estaba viviendo una gran fase de crecimiento y
España, en cambio, no pudo subirse al tren del desarrollo hasta los años 60,
es decir, 20 años después.
El estado controló en gran medida la economía: controló las
importaciones y las exportaciones, evitando que salieran de España los
productos más necesarios. A la vez, trató de fomentar la industria (sobre
todo de bienes de equipo) para que España no tuviera que depender del
extranjero. Se dieron grandes subvenciones a las empresas pero,
desgraciadamente, esto originó un gran gasto público y, en consecuencia, una
enorme inflación.
Dentro de esta política, el estado nacionalizó los ferrocarriles
creando la RENFE y fundó el INI (Instituto Nacional de Industria). Sin
embargo, todas las empresas estatales del INI (Iberia, AUNOSA,
ENDESA) arrojaron grandes pérdidas, convirtiéndose a menudo en una
rémora para la economía española.
La escasez y la miseria fueron los aspectos más dramáticos de
esta década, conocida como "años del hambre". Como el estado
controlaba toda la economía, todos los productores agrícolas estaban
obligados a vender al estado la totalidad de su producción. Luego el
gobierno fijaba los precios de estos productos, pero muy por debajo de
su valor real: los productores apenas obtenían beneficios. Esto hizo que
muchos empresarios agrícolas prefirieran esconder sus producciones y
venderlas en el mercado negro, a precios mucho más altos: aquello era el
famoso "estraperlo" o contrabando de productos de primera necesidad. El
estraperlo generó muchísima corrupción, pues en él solían estar implicados
funcionarios e incluso altos cargos del régimen. En el mercado negro era
vendida una gran parte de los alimentos a precios altísimos, que sólo las
personas más ricas podían pagar.
En realidad, al estado sólo le llegaban como mucho los dos tercios
de la producción agrícola, con lo cual siempre hubo escasez. Los
alimentos
eran
racionados
mediante
mediante
"cartillas
de
racionamiento" que apenas daban para alimentar a una familia. Para
obtener un poco de azúcar, pan o leche había que hacer larguísimas colas, y
la mayoría de la población, sobre todo en las grandes ciudades, pasó hambre
durante aquellos años. Además, los salarios eran miserables y los sindicatos
estaban prohibidos, es decir, que los obreros ni siquiera podían defenderse.
Por si fuera poco, la población española, al borde de la miseria,
gastaba casi todo su sueldo en comer: el textil catalán, ahora sin apenas
demanda, se vino abajo; muchas fábricas tuvieron que cerrar dejando
en la calle a cientos de obreros.
b) Los planes de desarrollo. Entre 1959 y 1974 nuestra economía creció
como nunca antes lo había hecho en nuestra historia. España se
convirtió en un país moderno e industrializado, si bien no tanto como los
países más ricos de Europa, pues este desarrollo se estaba dando en todo el
mundo occidental. Al parecer, nuestra base industrial, forjada poco a poco
en el siglo XIX, fue suficiente para que ahora España despegara.
A finales de los años 50 el gobierno franquista se dio cuenta de las
contradicciones de nuestra economía: importábamos más de lo que
exportábamos, y no había en el país suficientes reservas de oro y divisas
(dinero) para compensar el déficit. Sólo quedaba una solución: abandonar la
autarquía. En adelante, el estado intervendría menos en la economía,
ayudaría a las empresas privadas, permitiría que entraran en el país
mercancías extranjeras y buscaría la ayuda internacional. Había que hacer
de España un país capitalista y moderno, y para ello el gobierno elaboró
el famoso Plan de Estabilización. Con él se intentaba ayudar a las
empresas privadas e industrializar regiones españolas atrasadas, a las
que se llamó ”Polos de desarrollo”. También se invirtió mucho dinero en
la creación de infraestructuras que permitieran un verdadero
crecimiento industrial.
A lo largo de estos años, la industria y los servicios adquirieron
gran fuerza, a la vez que la agricultura perdía importancia. Durante los
años sesenta crecimos bastante más que los países más ricos de Europa,
tanto en PIB como en renta per cápita y en consumo privado. Y es que
nuestra tecnología mejoró muchísimo. A ello se une el hecho de que los
salarios empezaron a aumentar y con ellos el consumo: por fin los
españoles tenían coches, electrodomésticos y otros productos “de lujo”.
Pero por desgracia la industrialización se concentró tan sólo en
Madrid, Cataluña, el País Vasco y parte del Levante. Al resto del país
no llegó el desarrollo y, en consecuencia, la población de estas regiones
emigró a las grandes zonas industriales. Así, Extremadura, Andalucía y
Galicia, víctimas de una verdadera sangría demográfica, quedaron aún más
desiertas, empobrecidas y envejecidas; Extremadura es un ejemplo
perfecto de esta situación.
Por otra parte, las regiones agrícolas sufrieron enormes cambios:
como la gente había emigrado, la mano de obra era escasa y, por lo tanto, los
salarios empezaron a subir. Pero los grandes terratenientes prefirieron
entonces mecanizar sus explotaciones, lo que hizo que la población
abandonara aún más estas regiones. El campo empezó al menos a
cultivarse de manera más razonable y moderna. Sin embargo, las cosas
estaban bastante negras para el pequeño agricultor, que no disponía de
dinero suficiente como para mecanizar sus tierras y que, además, ahora
tenía que hacer frente a nuevas demandas: la gente consumía más leche,
carne de ternera, verduras o frutas. La agricultura tradicional, basada en el
cereal, las legumbres y el cerdo, tenía que reconvertirse, cosa que el
pequeño propietario no siempre podía hacer. Así pues, el campo extremeño,
andaluz o castellano no vivían precisamente una situación cómoda.
Ahora bien, es verdad que España había crecido mucho, pero nuestro
crecimiento dependía demasiado del exterior: de allí venía la tecnología y
las divisas aportadas por los inmigrantes, pues más de un millón de
españoles habían emigrado a Europa; gracias a eso se había acabado el paro
y los salarios seguían subiendo. Por otra parte, nuestros ingresos por
turismo llegaron a ser altísimos; tal vez sin ellos nunca se hubiera producido
el llamado “milagro español”.
A pesar de todo esto, a principios de los 70 aún estábamos muy
por debajo de los países ricos de Europa. Además, la crisis del 73 y la
subida del petróleo, hizo que volviera el paro a la vez que una fuerte
inflación, así como la desindustrialización de muchas ciudades del norte.
Ahora España se encontraba de nuevo ante una difícil encrucijada.
4. Emigración y subdesarrollo en Extremadura durante el franquismo.
Durante los años 40 y 50 Extremadura sufrió de manera especial los
efectos de la posguerra; no olvidemos, por ejemplo, que los llamados “años
del hambre” coincidieron en nuestra región con malas cosechas entre 1943 y
1945. Así, hasta bien entrados los años 50 hubo en Extremadura una
alta mortalidad por desnutrición y por enfermedades como la
tuberculosis.
En época franquista nuestra región sigue siendo una de las más
atrasadas de España, con más del 50% de la población activa
trabajando en el sector primario. Es cierto que ahora se roturan más
tierras y se fomenta el cultivo del cereal, la vid y el olivo; pero el campo
extremeño apenas está mecanizado y se trabaja con herramientas
anticuadas.
Los gobiernos franquistas inician, sin embargo, a partir de los años
50 una política de construcción de embalses y pantanos que culminará
con el llamado Plan Badajoz. Dicho plan afectó a las comarcas del norte de
Cáceres (Vegas del Tiétar y el Alagón) y sobre todo a la provincia de
Badajoz (Vegas del Guadiana). Muchos campesinos de la zona recibieron
parcelas de labranza y fueron instalados en poblados de colonización. No
obstante, apenas recibieron medios ni dinero para explotar dichas parcelas,
lo que hizo que, al cabo de varios años, abandonaran sus poblados y fueran a
vivir a otras regiones españolas. Así pues, el Plan Badajoz trajo resultados
mucho menores de lo esperado.
Por otra parte, la industria y los servicios se encontraban muy poco
desarrollados en nuestra región. En general, el nivel de vida de los
extremeños era muy bajo, y no pocos subsistían gracias a las ayudas de los
servicios de beneficencia, que aportaban a los más pobres comida, vestido y
ayuda sanitaria.
A partir de los años 60 se inicia una época de gran desarrollo de las
regiones industriales españolas (sobre todo de Madrid, País Vasco y
Cataluña). En Extremadura, por el contrario, la situación es tan dura
que nuestra población emigra a dichas zonas. Perdemos a la mitad de
nuestra población; sufrimos, pues una sangría demográfica que puede
ser considerada sin duda el fenómeno más importante de nuestra
historia contemporánea. La mayoría de pueblos extremeños pierde
población (algunas comarcas más del 50%). Desgraciadamente, la emigración
suele ser selectiva: son los jóvenes y los adultos quienes se marchan. Los
ancianos se quedan aquí, lo que hace que nuestra región se empobrezca aún
más.
La emigración ha supuesto, no obstante, un cierto alivio para
Extremadura, ya que gracias a ella hay menos paro agrario. Pero en realidad,
nada ha mejorado. Durante los años 60 y 70 Extremadura sigue siendo
una región atrasada y sin industria. El 60% de la población activa
extremeña sigue viviendo de la agricultura y la ganadería. Sólo en los
últimos años de la dictadura empieza a crecer un poco nuestro sector
de servicios, a la vez que nuestra red viaria empieza a modernizarse. En
1960 se construyen la presa y la central hidroeléctrica de Alcántara, una de
las primeras de España. En 1971 se abre la central nuclear de Almaraz. Poco
a poco van aumentando los hospitales y residencias sanitarias y, por fin, en
1973, nace la Universidad de Extremadura.