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PONGA FUEGO EN SU CORAZÓN Nuestra cultura adora los números y datos. Se nos dice que tener la información correcta es la clave para salir adelante. Se nos ha hecho creer que el éxito tiene como base el recuerdo instantáneo de hechos sobresalientes y oportunos. Después de todo, ésta es la “era de la información” y ¡se espera que todos nosotros estemos a la altura de ella! Pero ¿esto es realmente la clave del éxito? ¿O nos estaremos olvidando de algo esencial? MAS ALLÁ DE UN JUEGO DE NÚMEROS Examinemos algunos de los números que la sabiduría convencional considera importantes. Esta actitud se observa en todas partes. Por ejemplo, en nuestro sistema educacional el éxito se vincula a la habilidad de memorizar y aplicar la información. En la escuela, las calificaciones más altas se las asignan a los estudiantes que tienen una memoria de megabyte y una capacidad como de láser para recordar la información almacenada. La sabiduría convencional nos dice que el éxito futuro y las calificaciones escolares están correlacionados: los estudiantes que tienen las calificaciones más altas son las que “tienen mayores probabilidades de triunfar”. EL CLUB DE LA MITAD INFERIOR La sabiduría convencional nos ha convencido de que “los números no mienten”. Creemos en los números y – en este caso especifico – en el promedio de calificaciones. Siempre nos preocupamos por buscar los mejores números. Estamos convencidos y les transmitimos esta idea a nuestros hijos, de que su futuro depende de alto puntaje de sus calificaciones. Pero si los números son el barómetro del éxito y si las cifras no mienten, entonces ¿cómo podríamos explicar las siguientes evidencias contradictorias? - Más del 50% de todos los presidentes de las 500 empresas de Fortune alcanzaron promedios de C o C´ en la universidad. - El 65% de todos los senadores de las Estados Unidos provienen de la mitad inferior de sus grados escolares. - El 75% de los presidentes de los Estado Unidos estuvieron en el “Club de la Mitad Inferior” durante sus años de colegio. - Más de 50% de los empresarios millonarios ¡jamás terminaron sus estudios universitarios! EL QUIÉN ES QUIÉN DEL HOMBRE Y LA MUJER MEDIOCRES Yo podría compilar fácilmente un quién es Quién sólo de personas exitosas que no terminaron sus estudios universitarios o que pertenecieron al Club de la Mitad Inferior. Entre los escogidos estaría el general Colin Powell, miembro del Estado Mayor Conjunto; la superestrella de la NBC Bryan Gumbel; el empresario y el autor de best-sellers Paul Hawkwn; Yvon y Huey Johnson, cofundador del Trust for Public Land y director de Nature Conservancy, por mencionar algunos. Indudablemente, el Quien es Quién de la “Persona mediocre” también incluirá a Donald Cram, cuyas calificaciones en su especialidad, la química, fueron tan carentes calificaciones en su especialidad, la química, fueron tan carentes de brillo en la universidad que un profesor le insistía en que cambiara de profesión. Cram perseveró porque amaba esa materia, y en 1989 se ganó el Premio Nobel de Química. Irving Wallece fue un desertor universitario que escribió libros tan increíblemente detallados y bien investigados que se vendieron más de 120 millones de ejemplares. No olvidemos todos aquellos empresarios, millonarios y billonarios, que no tuvieron calificaciones pero sí cantidades de sueños... por ejemplo, J.B.. Fuqua, cuyas Industrias Fuqua llegaron recientemente a 1000 millones de dólares en ventas; John Johnson, el fundador de la revista Ebony, lo mismo que de todo grupo de empresas, quien nunca pasó del tercer grado; o Lars-Erick Magnusson, de treinta y seis años, el magnate sueco de bienes raíces, quien abandonó la escuela a los dieciséis años; y por supuesto, los enfants terribles Steve Jobs y Steve Wozniac, fundadores de Apple Computers; o el mundialmente conocido ilustrador deportivo Brian Robley, quien tuvo que rogarle a su profesor de arte que le asignara una D en vez de F para continuar sus estudios de arte, y muchos, muchos otros realizadores de éxito a quienes sus compañeros y profesores alguna vez vieron como inferiores en cuanto a sus posibilidades de triunfar. Si nos atuviéramos estrictamente a los “números”, todas estas personas habrían sido derrotadas desde hace mucho tiempo. EL DESAYUNO DE LOS CAMPEONES. También se supone que el desempeño atlético, lo mismo que la capacidad académica, es un juego de “números”. La sabiduría convencional nos dice que los individuos dotados de una capacidad natural para correr más rápido, saltar más lato o lanzar más lejos, serán los campeones. Si estos es así, ¿cómo podemos explicar el número extraordinario de perdedores que han tenido éxito, por ejemplo, el equipo olímpico de hockey de los Estados Unidos que derrotó a los rusos en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1980? Los números les daban a los rusos todas las de ganar; ellos eran ampliamente superiores en talento, experiencia y técnica, y también eran patinadores más fuertes y más rápidos. De acuerdo con todos los criterios empíricos, los jugadores norteamericanos estaban por fuera de su liga. Pero, de todos modos, fueron los vencedores. Muchos atletas cuyos “números” los colocarían en el Club de la Mitad Inferior han sido increíblemente exitosos en el deporte. El jugador de baloncesto Larry Bird no puede correr tan rápido o saltar tan alto como muchos jugadores de NBA. El futbolista Joe Montana no puede patear tiros tan potentes o lejanos como muchos otros defensas del NFL. Bird y Montana se encuentran en lka tradición de Ty Cobb, Billie Jean King, Johnny Unitas y Chris Evert, ninguno de los cuales tenía un excepcional talento natural. Pero todos ellos fueron campeones legendarios. Lógicamente, la sola aptitud natural en bruto no es el desayuno de los campeones. EL CORAZÓN DETRÁS DE LOS NÚMEROS. Al describir las cualidades que hicieron de Joe Montana –jugador de los 49ers. De San Francisco, dos veces MVP del Super Bowl- uno de los más grandes defensas que hayan participado en el juego, su compañero de equipo Pro Bowl, Ronnie Lott dijo: “Es imposible medir con una cinta métrica con un cronómetro el tamaño de su corazón”. Walt Frazier, un compañero de equipo del jugador de baloncesto Willis Reed, miembro del may of Fame, quien fue capitán del equipo campeón New York Knicks a comienzos de los años 70, dijo: “Nadie empujaba a Willis: ni en la práctica, ni durante un juego o en el hospital niños. Lo que lo impulsaba era su deseo. Como jugador y como hombre, él siempre llevaba fuego en su interior”. ¡ PASIÓN! Cuando realizaba investigaciones para mi libro The C Zone: Peak Performance under Pressure, entrevisté a más de 500 grandes realizadores provenientes de todas las áreas de trabajo, las artes y los deportes. No encontré dos personas iguales, pero la cualidad única que tenían en común era la pasión. Esta constituía su energía, su entusiasmo y el deseo que los distinguía a todos. Lo que realizaban lo hacían con pasión y entusiasmo. Un alto ejecutivo, buscador de talento a quien le pregunté qué cualidades buscaba en un líder, me dijo: “Lo que diferencia a un buen gerente y a un líder dinámico e inspirador, está más allá de la capacidad. Es la pasión. Ésta es la única cualidad que, en esta época difícil, hace resaltar la cabeza y los hombros por encima de los demás. La pasión es un compromiso ardiente que hace vibrar todo nuestro ser –cuerpo, mente y espíritu –y nos hace sentir rebosantes de energía y llenos de vida; nos permite activar fortalezas internas, recursos, capacidades y energías de las que no teníamos conocimiento. La pasión enciende una chispa que nos inspira a nosotros y a quienes nos rodean para conquistar mayores alturas. Un profesor de la Escuela de Administración de Harvard, el doctor Abraham Zaleznik, dice que el “clama” por el retorno de un liderazgo vigoroso que sea imaginativo y audaz: “Líderes que sientan emoción por su trabajo y que, por contagio, estimulen a sus subordinados. Ese entusiasmo fomenta relaciones vigorosas y moral alta en toda la organización”. Los líderes inspirados, señala, “llevan a la empresa, superando los problemas, a las oportunidades”. FUEGO EN EL CORAZÓN. No sólo los “líderes” y los “campeones” necesitan pasión –todos la necesitamos. No importa el área de trabajo, la posición o la edad. Después de una presentación, a Michael Liacko, vicepresidente de ventas de Bell & Howell, le preguntaron: “¿Qué individuos son los mejores vendedores?” Dirigiéndose hacia el tablero, Liacko trazó una línea vertical para separar en dos mitades la página. A la izquierda, hizo una lista de las técnicas y aptitudes básicas: Conocimiento del producto, buena información sobre la competencia y la industria, buen registro de seguimiento, experiencia en electrónica y éxito en trabajos anteriores. Todos los requisitos de costumbre. A la derecha de la página sólo escribió una cosa: “¡Fuego en el corazón!” observó luego los dos lados de la página, los señaló y dijo: “Si yo tuviera que hacer una elección, escogería a alguien que tuviera fuego por encima de alguien que llenara los requisitos de experiencia, educación... y empleos anteriores. Las personas que tienen fuego están más motivadas, son más flexibles, trabajan con más ahínco y son más recursivas. Puedo mostrarles los trucos y entregarles los manuales de ventas. Pero si las personas no tuenen fuego en el corazón no podrán llegar a ninguna parte”. UN ASUNTO DE PASIÓN. Un maravilloso ejemplo de fuego en el corazón nos lo da Debi Coleman, quien en un breve período de cinco años pasó de ser gerente financiera dela división Macintosh de Apple, a vicepresidenta de manufactura a nivel mundial. Hablando de este salto no convencional de finanzas a manufactura, Coleman dijo: “El cambio que realicé no fue intuitivamente obvio... a menos que ustedes sepan cuánto me apasiona la manufactura”. Una tarea formidable que enfrentó Coleman al asumir su nuevo cargo fue mejorar el rendimiento de la planta de manufactura en Fremont, una de las fábricas de computadores personales más innovadoras del mundo. Bajo su liderazgo, el rendimiento de la fábrica pasó del 30 al 70% en nueve meses, la aceptación de ingreso de materiales pasó del 80 al 90%, aproximadamente, y a la totalidad de su inventario tuvo muna rotación de treinta veces en el curso de un año. Coleman, que siempre había deseado trabajar en la fábrica, dice: “Creo que uno no debe encargarse nunca de algo que no le interese apasionadamente”. Haciendo eco a todos los Liackos y Colemans del mundo, Charles, Wang, fundador de Computer Associates international, empresa de miles de millones de dólares, afirma que contrata su fuerza de ventas sobre la base del “interés y el entusiasmo, más que de la experiencia técnica”. “Si usted tiene estas condiciones en su corazón”, dice, “le podemos enseñar lo que necesita”. ÍNDICE DE PASIÓN. Cada uno de los participantes en un programa de capacitación en administración que organicé en Hewlett-Packard eligió un “proyecto de cambio” –para un sector específico que quisiera mejorar, por ejemplo, productividad, eficiencia o innovación. El propósito inicial del programa era fijar objetivos para el proyecto y desarrollar estrategias que fuesen específicas, evaluables y relacionadas con el tiempo. Luego les pedí a los participantes que en forma intuitiva calificaran su proyecto de 1 a 10, basándose en un Índice de Pasión, en el que 10 representaba pasión ardiente y 1, rescoldos humeantes. Les dije “Si su pasión por el proyecto es inferior a 7, tiene que cambiar, apasionarse más u olvidarlo. Hay muchas dificultades allá afuera, y ay hay demasiado trabajo para encargarse de algo que no le produzca un auténtico entusiasmo. Un proyecto inferior a 7 sería una carga, tanto para usted como para su personal, y el trabajo se haría sin convicción, de cualquier manera”. Algunos ignoraron mi advertencia y siguieron trabajando en sus proyectos de conformidad con lo planificado. Aquellos cuyo índice de pasión era 7 o más, resultaron más motivados y emocionados que los demás, y fueron los primeros en poner sus ideas en acción.. Tomando como ejemplo lo anterior, califique su pasión por aquellos a lo que usted actualmente se dedica, utilizando una escala de 1 a 10. cualquiera que sea su calificación, hay en este libro gran cantidad de sabiduría no convencional que le ayudará a encender su fuego o a convertir un rescoldo en una llamarada. DE BUENO A EXCEPCIONAL. No quiero quitarles la importancia a la información, a las habilidades y a la experiencia. Todo el mundo necesita ser competente en el trabajo, el colegio y el hogar. Todos necesitamos unos conocimientos básicos. Si usted no conoce el material, si no ha practicado y no ha realizado su tarea, no puede participar en el juego de hoy, y, ciertamente, no sobrevivirá largo tiempo. Esto se sobreentiende. Pero la información, las habilidades y la idoneidad, sólo le permiten a uno ser “bueno”. Y todos los que participan en el juego son al menos buenos. En definitiva, “bueno” no es suficientemente bueno hoy en día. La pasión, el fuego, el compromiso ardiente y el deseo son las cualidades que lo llevarán de lo “bueno” a lo “excepcional”. El fuego de su corazón le dará ese impulso extra que lo hará más curioso, más persistente y más recursivo en su búsqueda de información. El hecho de hacer con pasión su trabajo lo liberará de la posibilidad de sucumbir ante el fracaso y de las dificultades que constituyen la norma de hoy. La pasión lo hará sentirse más motivado para correr riesgos y le dará el “combustible” extra que necesita para seguir creciendo, aprendiendo, innovándose y afrontando retos. “JAMÁS ME DOY POR VENCIDO”. La pasión es básica en la perseverancia que necesitamos para lograr la excelencia en cualquier esfuerzo. Cuando Boris Becker se convirtió en el más joven ganador del Wimbledon, a los diecisiete años de cada, le preguntaron cuál creía que era el secreto de su éxito. Después de mencionar su pasión por el tenis y su ardiente deseo de ganar, miró al reportero y le dijo que lo más importante era su “¡jamás me doy por vencido! Jamás me doy por vencido en un partido, en un juego o cuando respondo un lanzamiento”. El osado estilo de juego que tiene Becker frecuentemente se atribuye a su mentalidad de no darse jamás por vencido. Con las rodillas sucias y los codos sangrantes, salta y corre detrás de los lanzamientos, a los cuales muchos otros no se enfrentarían. La perseverancia es especialmente importante cuando los obstáculos surgen inesperadamente, cuando nada es predecible y cuando la competencia es feroz. Necesitamos perseverar para afrontar la adversidad y recuperarnos del fracaso. La jornada emprendida por Edward Beauvais para dar comienzo a la empresa America West Airline es un testimonio de la perseverancia y de la creencia entusiasta. Al dar comienzo a la empresa, Beauvais y ocho socios más suscribieron hipotecas de segundo grado, utilizaron la línea de crédito y ¡todavía les faltaban 18 millones de dólares! Habiendo decidido hacer una oferta pública de hachones, Beauvais hizo cuarenta viajes a Wall Street. “Todos las firmas bancarias de inversión nos desanimaron”. Transcurridos dos años se le presentó la oportunidad que buscaba y desde entonces America West ha reunido 250 millones de dólares por concepto de venta de acciones y pagarés. “Usted tiene que estar dispuesto a escuchar mil veces la palabra ´no´. usted tiene que ser tenaz... y actuar con determinación para lograr su propósito”. “uno tiene que estar pendiente aquí y allá y hacer todo lo que sea necesario”, dice Curtis Strange, el primer hombre en más de treinta y cinco años, capaz de ganar dos veces seguidas el Abierto de los Estados Unidos. “Firmeza y agallas, como quiera usted llamarlo... uno necesita ser perseverante”. LA PERSEVERANCIA LO HACE MÁS FÁCIL. La sabiduría convencional asocia la perseverancia a la tenacidad, la obstinación y la necesidad de martillar una y otra vez. La tenue voz dentro de su cabeza le dice: “Haga rechinar los dientes, apriete el mentón y presiónese a usted mismo” para poder hacer algo difícil o no deseado, por ejemplo, revisar una vez más determinado informe o telefonear a quien repetidamente le ha dicho que no. Pero el grande del fútbol, O.J. Simpson nos dice: “Cuando usted se interesa realmente en lo que hace, practicará más, y lo verá no como un simple trabajo... sino como parte del juego”. Como nos lo indica O. J., la verdadera perseverancia no es forzada. Las personas que están enardecidas no tienen necesidad de forzarse a sí mismas a perseverar. Cuando a usted le interesa lo que hace no tienen que convencerse a usted mismo de perseverar sino de no perseverar. No se trata de algo que usted tiene que hacer, sino de algo que usted quiere hacer. Con la pasión como base, la perseverancia llega de manera natural. Cualquier persona que haya iniciado una empresa o haya realizado un proyecto con verdadero entusiasmo es un ejemplo vivo de que cuando uno le pone pasión a los que hace, aparece la perseverancia. No tiene uno que forzarse a sí mismo a comenzar; posiblemente tenga que forzarse a sí mismo a detenerse. EL JEFE BARRE EL PISO. Cuando usted lleva fuego en el corazón, nada es problema grave y nada es degradante, usted hace lo que es necesario hacer. Cuando dio comienzo a su empresa, Howard Head, el brillante innovador que revolucionó dos deportes (al inventar el ski metálico y la raqueta metálica de tenis de tamaño mediano), literalmente hizo de todo. “Cuando se necesitaba barrer el piso, yo lo barría”, nos dijo: “Cuando la fuerza de ventas necesitaba una charla de estímulo, yo se la daba. Yo hice todo lo que se necesitaba hacer”. “Uno tiene que hacer cualquier cosa que sea necesaria”, solía decir George Halas, “Papa Bear”, refiriéndose a su fundación de los Chicago Bears. Halas miembro del Hall of Fame como jugador de fútbol americano y entrenador, y quien ha tenido más triunfos que cualquier otro hombre en la historia del fútbol americano profesional, hacía prácticamente cualquier cosa por su equipo. Se sabía que él reparaba las duchas, marcaba el campo con tiza, recogía las toallas mojadas después de los entrenamientos, les vendaba los tobillos a sus jugadores y sacaba el barro acumulado entre los tacos de sus zapatos. “SU SANGRE CONTIENE ESE ALGO ESPECIAL” recuerdo haber leído algo sobre os primeros días de Bill Cosby como comediante con hambre. Cuando abandonó la Universidad de Temple en su penúltimo año de estudios y se dedicó a su carrera de comediante, se consagró por entero a ésta. Se mantenía despierto hasta cualquier hora de la noche hablando con viejos cómicos o trabajando en un nuevo material. Ésta fue su educación y su capacitación como comediante. “Cualquiera puede interesarse superficialmente”, comentaba, “pero una vez adquirido el compromiso, la sangre contiene ese algo especial y es muy difícil que las personas logren detenerlo”. Cosby, Head y Halas no tuvieron que esforzarse para perseverar en sus propósitos, realizar el trabajo extra que se necesitaba para alcanzar el éxito y recorrer la milla extra. Ciertamente, hubiéramos tenido que forzarlos a no hacerlo. Esto es lo que la pasión hace por usted. Ella fomenta la dedicación; ella entusiasma y fortalece. No es que usted deba tratar de perseverar o tratar de cumplir su propósito. La pasión lo impulsa. La idea de renunciar o hacer apuesta compensatorias jamás entra en su mente. Cuando su sangre lleva “ese algo especial” nada podrá detenerlo. LA PASIÓN ES CONTAGIOSA. La pasión no se limita al mundo del deporte o de la diversión, ni al mundo del trabajo. La pasión, en cualquier aspecto de su vida, afecta a todas las demás áreas. Cuando uno tiene pasión por algo –cualquier cosa- este sentimiento le comunica más vitalidad, más energía, más resolución y se transmite igualmente al resto de su vida. Un vendedor de una de las más grandes empresas productoras de materiales para construcción me dijo: “Fui atleta hasta cuando sufrí una herida en la cadera y tuve que ser operado el día que cumplía cincuenta y siete años. Mientras me recuperaba, mi médico me sugirió que buscara otra forma de ejercicio más conveniente para mis piernas. Entonces me decidí por el remo”. “Transcurrido aproximadamente un año de entrenamiento, me di cuenta de que sólo me faltaban treinta segundos para poder participar en el campeonato mundial profesional. Parecía que se hubiese encendido un fugo dentro de mí. Comencé a levantarme a las cuatro de la mañana. Salía a remar antes del trabajo. Remaba después del trabajo, y ese entusiasmo me transmitió a mi trabajo. ¡Pasé de una posición intermedia en nuestra fuerza de ventas a formar parte del cinco por cuento de los mejores! He remado durante cinco años y todavía me siento lleno de fuego. Mi vida es increíble. Cuando uno tiene fuego en el corazón, éste ilumina toda su vida. Los días transcurren con mayor rapidez. Las tareas cotidianas de la vida se vuelven más interesantes. Uno tiene más vigor, más flexibilidad y más elasticidad. Y cuando está entusiasmado, este sentimiento irradia a todas las personas que lo rodean. FUGO AL CONOCIMIENTO. La pasión le comunica fuego al conocimiento, como me lo dijo un ejecutivo. “En cuanto al conocimiento, usted necesita que su corazón participe para que su cerebro permanezca en las mejores condiciones. La pasión le da estímulo necesario para lograr su propósito”. La pasión y el compromiso le permiten a usted pasar de ser simplemente competente y preparado a ser sobresaliente. Alimentar el fuego que hay en su corazón es un paso, inicial y básico, para estar más motivado y ser más creativo, y para hacer frente a los muchos retos necesarios para estar por delante de la ola del cambio. El “fuego en el corazón” desempeña un papel decisivo para diferencia lo “sobresaliente” de lo “bueno”. En un reciente estudio de industrias a nivel nacional, se descubrió que el entusiasmo era el factor más significativo, el que determinaba la diferencia entre vendedores “óptimos” y vendedores “buenos”. El extraordinario analista deportivo de TV, John Madden, y a la vez entrenador del equipo ganador del Super Bowl, dice que el entusiasmo es la diferencia entre los muchachos que hacen el Pro Bowl y los que no lo hacen. EL prestigioso Endicott Report confirma que una de las tres cualidades más importantes que e necesitan para alcanzar el éxito en el trabajo es el “¡entusiasmo... pasión... emoción intenta!”. “Si usted no tiene entusiasmo”, dice Kemmons Wilson padre, fundador de los Holiday Inn, “no tiene nada”. Entusiasmo es una palabra muy antigua que se utiliza para describir a los que tienen espíritu y pasión. Su raíz, que significa “infundido de espíritu”, caracteriza a las personas que tienen entusiasmo por la vida y que llevan fuego en su corazón. Quizá usted se dedique con entusiasmo a actividades tales como caminatas, softball, jardinería, ciclismo en las montañas o protección del medio ambiente. Tal vez su familia haga que todas estas cosas valgan la pena. Lo importante es que usted tenga pasión y encuentre fuego en su corazón. Cuando hay fuego en su corazón ningún obstáculo es insuperable. Con fuego en su corazón, descubrirá que nada es demasiado difícil, que ningún pico es demasiado alto y que ningún sueño es imposible. Y llegará a disfrutar tanto del escalamiento de la montaña como de la llegada a la cima.