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LA CRISIS ECONÓMICA: DESPEÑADERO O CAMBIO, Jorge Yarce El mundo entero está preso del pánico. Ya no son las Torres Gemelas que desaparecen por un atentado terrorista, sino Wall Street que esta vez se convierte en el símbolo de una catástrofe financiera y económica transformada en crisis global a partir del “octubre negro” del 2008. La crisis es “sistémica”, total e integrada, que implica a todos los actores a todos los niveles. La economía entra en un período recesivo profundo. Los expertos predicen que la recuperación tardará varios años o hasta una década. Se reúnen los líderes de todas las economías más poderosas, y en medio de la angustia dicen que hay que atajar la masacre pero ella continúa. Todo el mundo olvida por momentos al terrorismo que nos tiene ocupados desde 2001 y presta atención al terror de las cifras. Obligados por las circunstancias los gobiernos de USA y Europa abren los diques de las arcas estatales para salvar a la banca. Los gobiernos estaban más pendientes del lavado de dineros que de los excesos de la banca. Por eso esta debacle los cogió más desprevenidos y la avalancha ha llegado mucho más lejos arrastrando consigo factores básicos para la estabilidad de los países. Advertencias que se desoyeron Sobre la crisis económica global todos (gobiernos, empresarios, organismos de control) se lavan las manos como Pilatos, pues muchos de ellos son especialistas en el juego hipócrita y causantes, en parte, de la debacle, precisamente por no haber tomado a tiempo las medidas oportunas o por no haber frenado el nivel altísimo de especulación. Nadie, afirman, podía prever una catástrofe de estas proporciones en la economía capitalista que domina el mundo. Es bueno recordar que sí hubo quien alertara sobre las amenazas para la economía estadounidense. Robert Schiller, de la Universidad de Yale, en el año 2000 tildó de “exuberancia irracional” lo que estaba pasando en el mercado de la finca raíz en Norteamérica, que fue la chispa que © INSTITUTO LATINOAMERICANO DE LIDERAZGO inició el incendio. Decía él entonces que ese mercado estaba sobrevalorado en forma astronómica y amenazaba un riesgo imprevisible. Gobiernos y Congresos agachan la cabeza y meten la mano al bolsillo de los contribuyentes para evitar la bancarrota de los defraudadores del sistema económico. Unos jugando a las hipotecas y otros a las pirámides, como el caso de Colombia, donde gobierno y entidades de vigilancia llegan tarde a ponerle las manos sobre el asunto, cuando los grandes capitales han desaparecido. Y con ellos los depósitos de cientos de miles de personas ávidas de hacer dinero fácil, que ahora quieren ser salvados con el dinero de los que no jugamos a la especulación y al enriquecimiento deshonesto. Los grandes especuladores nunca pensaron que se les acabaría este paraíso en la tierra del que disfrutaban a sus anchas. El dios dinero les tenía garantizada la felicidad. Pero ese dios no es otra cosa que un ídolo de barro que se deshace al contacto con una piedra minúscula, como en la historia bíblica de David y Goliat. Lecciones para todos Como quien dice, aquí hay lecciones éticas para todos: - Para los gerentes gringos que ganaban varios millones de dólares al año; - Para Wall Street y sus tiburones de gran quijada devoradora; - Para los especuladores de propiedad raíz que embarcaron en la aventura sin retorno a millones de ahorradores; - Para los bancos y financieras dedicados a hacer dinero por sobre toda otra consideración; - Para las grandes multinacionales que dominan los mercados y cuyas utilidades les permiten ir comprando empresas de La crisis económica: depresión o despeñadero-2 todos los países para garantizar sus “monopolios”; - Para las empresas que por un lado se enriquecen ávidamente a costa de sus inversionistas y accionistas, al tiempo que sus juntas directivas están presididas por códigos éticos sólo existentes sobre el papel; - Para los gobiernos protectores de un sistema financiero montado sobre la ley del embudo para los deudores, que le presta sólo a los que tienen y que se queda con lo que tienen a la menor de cambio; - Para los bancos centrales y autoridades regulatorias que han sido endebles, poco exigentes con la protección a los ahorradores y cuentahabientes del sector; - Y para los ciudadanos que se han ido acostumbrando a desear hacer riqueza no con el trabajo, sino con los malabares de las bolsas de valores o de las tarjetas de crédito. El precio que se paga por la falta de ética es muchísimo más grande que el económico. Y apenas estamos viviendo los primeros coletazos de este gran derrumbe económico mundial que empezó en Wall Street. Claro que de todo esto se pueden sacar consecuencias positivas: nuevas empresas, rediseñar el sistema financiero, implantar nuevas regulaciones mucho más estrictas, mejorar los sistemas de vigilancia y control que se quedaron cortos en todas partes. Frente al miedo, audacia y proyectos “El miedo es sufrimiento. El miedo impide emprender, el miedo impide implicarse. Cuando se tiene miedo, no se tienen sueños; cuando se tiene miedo, uno no piensa en el futuro. Hoy, el miedo es la principal amenaza para la economía. Hay que vencer ese miedo. Es la labor más urgente. No se vencerá, no se restablecerá la confianza con mentiras, sino diciendo la verdad.” ( Nicolás Sarkozy) Apenas estamos empezando a conocer la verdad sobre este gigantesco y universal © INSTITUTO LATINOAMERICANO DE LIDERAZGO fraude provocado en el corazón del capitalismo, causado por los más audaces ladrones jamás vistos y por el derrumbe de las grandes ilusiones del capitalismo. Creían muchos de sus seguidores que habían encontrado el paraíso en la tierra, cuando en realidad el hombre mismo la está convirtiendo en un infierno. Verdad y miedo que lleven no sólo a tomar medidas, sino a descubrir la vertiente de un profundo cambio. En el fondo –añade Sarkozy-, con el final del capitalismo financiero –que había impuesto su lógica a toda la economía y que había fomentado su perversión– muere una determinada idea de la globalización. La idea de la omnipotencia del mercado que no debía ser alterado por ninguna regla, por ninguna intervención pública era descabellada...”. “Durante varios decenios se han creado las condiciones que sometían la industria a la lógica de la rentabilidad financiera a corto plazo. Se han ocultado los riesgos crecientes que había que correr para obtener rendimientos cada vez más exorbitantes. “…Se ha fingido creer que los riesgos desaparecían uniéndolos. Se ha permitido que los bancos especulen en los mercados en vez de hacer su trabajo que consiste en invertir el ahorro en desarrollo económico y analizar el riesgo del crédito. Se ha financiado al especulador y no al emprendedor. No se han controlado las agencias de calificación y los fondos especulativos. Se ha obligado a las empresas, a los bancos, a las aseguradoras a inscribir sus activos en las cuentas a precios del mercado que aumentan y se reducen en función de la especulación. Se ha sometido a los bancos a reglas contables que no garantizan la gestión correcta de los riesgos y que, en caso de crisis, agravan la situación en vez de amortiguar el choque. ¡Es una locura y hoy pagamos por ello!”. Hasta aquí Sarkozy. No es el momento del miedo, sino del realismo y del optimismo propio de los líderes que se crecen ante las dificultades. Frente a la terrible Depresión o Despeñadero de la economía hay que imponer el cambio.