Document related concepts
no text concepts found
Transcript
MEDITACIONES Junto a ti, Jesús Ahora y aquí, ante el sagrario hago dos actos de fe. Dos actos de fe que captan tu benevolencia, Jesús, sobre mí. Dos actos de fe que llenan mi alma de una esperanzadora alegría porque sí que me fío de Ti, Jesús, Redentor mío, Hijo del Padre, que me muestras tu Corazón abierto, rebosando amor y perdón, alegría y felicidad. Vengo a estar un rato contigo, Jesús. No vengo a pedirte nada, aunque necesito mucho. Tú conoces mis necesidades y proveerás por ellas. Vengo impulsado por este “anhelo del alma” que la gracia de Dios ha impreso en mi corazón. La atracción que siento por la Eucaristía es un don maravilloso que tú, Padre, me concedes gratuitamente, para que tengas en la tierra quien te quiera, quien te siga, quien dé la cara por Ti, y me reconozca tu discípulo. Contigo, Señor, aquí al arrodillarme junto al sagrario. Tú me miras complacido pues tu deseo de estar conmigo, tu deseo de poderme comunicar tu luz, tu perdón y tu vida, se convierte en realidad. Y mi anhelo de estar contigo, de sentirme cerca de Ti, de experimentar tu amor y tu interés por mi, se ve ampliamente cumplido. Mi ansia de ofrecerte mi amor, Jesús Sacramentado, mi aspiración a ser tu amigo fiel, mi afán de servirte, de hacer algo por Ti, llena mi corazón de paz y de armonía. Así mi deseo de que te des cuenta de que te amo, de que aprecio tu entrega, de que valoro tu paciencia y fidelidad sin límites en el sagrario, se ve enteramente resarcido. En este intercambio de anhelos, de deseos y de amores soy yo quien sale beneficiado. No puedo darme cuenta de la sanación interior que esta visita al Santísimo produce en mi alma. Ni de las luces que recibo, ni de la fortaleza espiritual que obtengo, ni de la alteza de sentimientos que se crean en mi alma por la simple razón de ponerme unos instantes en comunicación agradecida y amorosa contigo, Señor Sacramentado. Vengo al sagrario, hablo contigo Jesús, te confío mis más íntimos secretos, te cuento mis alegrías y penas, te hago partícipe de mis fracasos y éxitos, y hasta paso un rato agradabilísimo contigo. Todo esto es estupendo. Pero hay algo más que deseo descubrir, algo más que detectar, algo mejor que saborear. Éste es tu Amor, Jesús, que es el motor, la fuerza, la dinámica irresistible que anima y da vida a cada acción, a cada movimiento, a cada gesto tuyo, Jesús. Quiero descubrir tu Amor en la Eucaristía. Me doy cuenta que es tu Amor insospechado e irresistible, la razón última de tu presencia real en la Eucaristía. Soy consciente de que aquí, ante el sagrario, me encuentro cara a cara con tu Amor Infinito. Es tu Amor quien me recibe, quien me atiende, quien me anima, quien me alegra, me consuela y me hace pasar este rato agradable contigo. En tu soledad, en tu silencio, en tu paciencia, en tu escucha, en tu amabilidad … me doy cuenta de que es el Amor el que hace todo esto posible. Aún en el más insignificante detalle que has podido tener conmigo, hay en él algo infinito, algo grandioso, tu Amor. Quiero vivir una vida feliz descubriendo tu Amor, momento a momento, sin cansarme, antes maravillándome del indecible y exorbitante Amor que me tienes, Jesús. Tarea inmensa la que tengo. Tarea digna de cualquier esfuerzo y de cualquier sacrificio. Tarea de un amor agradecido, fiel, pequeño y muy humano que se acerca a la fuente, al río, a la catarata de Amor divino. Tarea eucarística pues a tus pies, Jesús, a la luz trémula del sagrario donde me explicas y esclareces la gran lección de tu Amor.