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TEMA 21- LA ARQUITECTURA Y EL URBANISMO DEL SIGLO XX
INTRODUCCION
La arquitectura de la Era Industrial se conoce en la Historia del Arte como el
Funcionalismo. (también recibe otros nombres como Racionalismo, Movimiento
Moderno o Estilo Internacional). Aunque no se puede considerar el único movimiento
arquitectónico del siglo XX sí es el más importante. De hecho el complejo panorama de
la Arquitectura del Siglo XX lo podemos exponer como la Historia del Funcionalismo y
de los movimientos críticos u opuestos a él: Expresionismo, Organicismo,
Posmodernismo.
Esta arquitectura se caracteriza por:
Utiliza materiales propios de la era industrial: acero, vidrio y hormigón armado.
Además tiende a no ocultar estos materiales con revestimientos externos sino que los
muestra claramente.
El sistema constructivo consiste en independizar la estructura portante (vigas, suelos),
del cerramiento (paredes, cristaleras), de modo que este último no tiene ninguna función
sustentante.
Al menos en sus principios, el Funcionalismo apuesta por la función social de la
arquitectura. Así los arquitectos racionalistas o funcionalistas diseñan edificios y
estructuras urbanísticas teniendo muy en cuenta las cuestiones higiénicas, la calidad de
vida, etc. Frecuentemente dichas preocupaciones van dirigidas a las clases sociales más
desfavorecidas. No obstante no faltan las grandes obras megalómanas y de prestigio.
Respecto a la cuestión estética dos son las respuestas posibles que se plantea la
arquitectura del siglo XX: adoptar los modelos del pasado o romper totalmente con la
tradición. Al comenzar el siglo XX toma cada vez más fuerza la segunda opción que
acabará materializándose en el Funcionalismo. Este rechaza la decoración añadida y
prefiere los volúmenes limpios, las superficies tersas, las geometrías simples y el
dominio de la línea recta. Sin embargo el Posmodernismo será en parte historicista.
El Funcionalismo comienza hacia 1910 justo antes de la Primera Guerra Mundial, pero
cuenta con dos precedentes: el Protorracionalismo Americano (Escuela de Chicago), y
el Protorracionalismo Europeo.
El PROTORRACIONALISMO EUROPEO (anterior a la Primera Guerra Mundial).
En Europa el Protorracionalismo persigue, ante todo, una arquitectura pura despojada de
todo lo accesorio, de toda la decoración. Así el Modernismo (un movimiento
preocupado por la decoración y la estética) se fue abandonando progresivamente en
favor de una mayor racionalidad constructiva.
Este proceso de purificación formal culminará en la figura de Adolf Loos (1870-1933) y
en la arquitectura alemana en torno a 1910. Loos centró su obra en el rechazo de
cualquier rastro historicista u ornamental en la arquitectura. Así lo afirmó en su obra
Ornamento y delito. Para Loos existe una identificación absoluta entre utilidad y
belleza (lo que no es útil no puede ser bello). En 1910 construyó la Casa Steiner de
Viena extremadamente geométrica, techumbre plana, y con ventanas simples recortadas
directamente sobre la pared.
EL TRIUNFO DEL FUNCIONALISMO (período de Entreguerras).
Los años 20 fueron los años en que triunfó el Funcionalismo. Tras las primeras
experiencias de las Vanguardias Históricas y el Protorracionalismo anterior a la Primera
Guerra Mundial, el Funcionalismo se empezó a considerar en Europa como la verdadera
arquitectura del siglo XX. Tres grandes protagonistas marcan esta victoria: Walter
Gropius, Le Corbusier y Mies van der Rohe.
Le Corbusier (1887-1966) es la figura más popular e influyente de la arquitectura
contemporánea. Según Le Corbusier es preciso que la edificación asimile el espíritu de
la época industrial que, según él, se fundamenta en la máquina. Las casas deben ser
planificadas por los arquitectos como los ingenieros diseñan los coches o los aviones.
Las viviendas serán así "máquinas para vivir".
Los primeros proyectos de Le Corbusier expresan esta voluntad de identificación de la
arquitectura con la industria moderna. Para su construcción se seguirían los mismos
procesos de estandarización y racionalización que para la fabricación de coches.
El edificio más importante de Le Corbusier durante el Período de Entreguerras es la
Casa Saboye (1928-29), una vivienda unifamiliar levantada cerca de París. En ella se
resumen los cinco puntos en los que el arquitecto resumió su lenguaje constructivo:
empleo de pilotes para levantar el edificio del suelo, cubierta en terraza, planta libre (la
estructura de esqueleto permite distribuir el interior de cada planta según interese con
independencia entre pilares y tabiques), ventana horizontal corrida para que la luz
alcance todos los rincones, fachada libre.
La renovación arquitectónica se produjo también en Alemania gracias a la Bauhaus. La
Bauhaus tiene como precedente a la Deutsche Werkund (1907), una asociación de
artistas independientes e industriales que tenía como función fundamental mejorar el
diseño de los bienes producidos por la industria (es decir, hacerlos más estéticos) sin
renunciar a una producción de tipo industrial. Para ello propugnan la realización de
formas-tipo muy sencillas de construir. Walter Gropius (1883-1969) siguió estos
principios en la Fábrica Fagus (1910-1914). Gropius diseñó cierres casi exclusivamente
de cristal. La ligereza de las superficies acristaladas y la sabia combinación de ladrillo,
hierro y cristal, son realmente extraordinarias. Además, la interiorización del esqueleto
estructural convierte los muros en pura piel. De esta forma se puede invertir el lenguaje
tradicional de la arquitectura: la esquina queda completamente abierta y las pilastras de
ladrillo se hunden en el muro en lugar de reforzarlo.
Catorce años bastaron, entre 1919 y 1933, para que la Bauhaus se convirtiera en la más
mítica e importante escuela de diseño de todo el siglo XX. Entre 1919-1920 la Bauhaus
tuvo su sede en Weimar y fue dirigida por Walter Gropius, éste pretendía fundir el
diseño y la producción industrial, no obstante en este período fueron los expresionistas
los que dominaron la Bauhaus. En 1921-22 la influencia expresionista dio paso al
Neoplasticismo. Esta nueva influencia se aprecia en la nueva sede de la Bauhaus que
Walter Gropius construyó en Dessau (1924). En la Sede de la Bauhaus de Dessau,
Gropius funde las ideas que ya había desarrollado en la Fábrica Fagus y del
Neoplasticismo Holandés. De la Fábrica Fagus coge sus superficies acristaladas sin
solución de continuidad, mientras que del Neoplasticismo adopta la estructuración en
una serie de volúmenes cúbicos dispuestos perpendicularmente. Cada uno de dichos
volúmenes tiene una función: escuela de formación profesional, viviendas de
estudiantes y profesores, locales administrativos para la Bauhaus, despacho del director,
etc. Cada volumen se distingue además por la distinta articulación de las fachadas.
En los años 30 los nazis cerraron la Bauhaus considerada por ellos como expresión del
arte degenerado, en estos últimos años fue dirigida por Mies Van der Rohe.
Mies van der Rohe (1886-1969) era, a finales de los años 20, el arquitecto más
prestigioso de Alemania. Basaba su forma de entender la arquitectura en una exquisita
simplicidad que se puede resumir, perfectamente, en una de sus frases favoritas: "menos
es más". El Pabellón Alemán en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 es,
quizás, su obra maestra. El edificio apenas tiene muebles y ningún adorno, así la
arquitectura se justificaba en sí misma. La construcción une el principio de Le Corbusier
de planta libre sobre ocho pilares y el cruce de planos perpendiculares del
Neoplasticismo, sin embargo, el principio más importante que subyace en esta
construcción es el del "espacio fluido", pues el espacio interno no está separado en
distintas habitaciones, sino que se trata de un espacio único, un espacio que sólo se
compartimenta parcialmente por tabiques paralelos que no llegan a cerrar las
habitaciones, sino que crean bellísimas perspectivas.
Entretanto EEUU se había quedado ligeramente rezagado frente a la Vanguardia
Europea. No obstante, la influencia europea se empezó a hacer notoria en América en
los años 30 especialmente cuando los arquitectos alemanes Walter Gropius y Mies Van
der Rohe se exiliaron a los EEUU huyendo del régimen nazi.
A pesar de esto, antes de la llegada de los artistas alemanes Frank Lloyd Wright había
introducido algunos de los principios del Funcionalismo en EEUU. Así aspiraba a
construir sus casas suburbanas con materiales prefabricados. Entre 1934-37 construyó la
famosa Fallingwater o Casa de la Cascada. Esta construcción responde a la necesidad de
integrar arquitectura y paisaje, así la cascada surge de debajo de la casa, y los grandes
bloques pétreos de ésta parecen imitar las rocas naturales sobre las que se asienta. Las
texturas y colores de los materiales parecen reproducir los de las rocas y follaje del
lugar.
LOS AÑOS 40 Y 50: EL ESTILO INTERNACIONAL Y EL ORGANICISMO.
Los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial fueron de dominio absoluto del
Funcionalismo en el campo arquitectónico. Sin embargo, poco a poco, se fueron
poniendo de manifiesto algunas contradicciones internas que cuestionaban los
principios de éste. Así, lo que había nacido como una arquitectura progresista al servicio
del pueblo, estaba derivando en construcciones megalómanas para las grandes empresas
multinacionales. El Funcionalismo corría el peligro de convertirse en un nuevo
academicismo traicionando así el espíritu de vanguardia artística que había alentado su
nacimiento.
Uno de los primeros en darse cuenta de estas contradicciones fue Le Corbusier. Por eso,
después de la II Guerra Mundial su arquitectura cambia y comienza a levantar edificios
innovadores como L'Unité d'habitation de Marsella (1945-52), los de la ciudad de
Chanzdigarh en la India (desde 1950) y Notre-Dame de Haut en Ronchamp (1950-54).
En todos ellos, Le Corbusier evita caer en el dogma funcionalista planteando una
arquitectura más humana, rica en significados, variada y plena de valores plásticos.
En su libro más famoso Hacia una Arquitectura, Le Corbusier había establecido los
principios en los que, según él, debía basarse la renovación constructiva contemporánea.
En sus páginas escribió que la casa es una "máquina para vivir" y esta propuesta fue
seguida al pie de la letra por los arquitectos más avanzados de su época. La vivienda
debía ser, ante todo, un engranaje técnico que cumpliera a la perfección su función de
residencia. Sin embargo, estos mismos seguidores olvidaron otras frases de Le
Corbusier como la que afirmaba que “la arquitectura es el juego sabio y magnífico de
los volúmenes bajo la luz”. ¿Qué quería decir Le Corbusier con estas palabras? Su
pretensión era hacer ver cómo la arquitectura no sólo tiene un sentido práctico, también
posee una vertiente estética derivada de su propia presencia física. La arquitectura es
una actividad de dos caras: la técnica y la artística.
L´Unite d´habitation (unidad de vivienda) de Marsella (1945-1952) supuso para Le
Corbusier la oportunidad para llevar a la práctica algunas de las ideas arquitectónicas de
los años 30: la conformación de grandes bloques de viviendas que integraran vivienda y
servicios colectivos. La unidad de vivienda de Marsella estaba calculada para una
población de 1800 personas, y constaba de viviendas de diferentes tamaños para cubrir
distintas necesidades, en la cubierta plana se situaban los servicios comunitarios
(gimnasio, guardería, piscina, pista de carreras y pequeño escenario). La novedad más
importante de esta edificación es la importancia que Le Corbusier da a las cuestiones
meramente estéticas. Así su forma se adapta a las condiciones paisajísticas de Marsella:
terreno plano situado entre el horizonte del mar y el perfil de las montañas con un clima
suave que favorece la vida al aire libre. La edificación consta de un bloque cúbico
sobre pilotes, una cara ha sido cubierta con brise-soleil (parasol) y la otra con hormigón
visto y rugoso.
En la pequeña iglesia de Notre-Dame de Haut en Romchamp (1950-55), también
recupera este sentido estético de la arquitectura. Los volúmenes de esta iglesia son
rotundos y monumentales, con predominio de las superficies alabeadas que se alejan de
la máquina racionalista y acercan el edificio a una obra Organicista. Los huecos que
perforan estos muros juegan con las proporciones grande/pequeño, alto/bajo. Por
ultimo, la sorprendente cubierta curva en forma de barco, en apariencia demasiado
pesada para los paramentos del templo, culmina el edificio de una forma que nadie
hubiera imaginado tras ver las terrazas planas de las primeras viviendas de Le
Corbusier. Notre Dame de Haut en Romchamp fue muy criticada por ir en contra de los
principios del Funcionalismo, sin embargo, los críticos han olvidado que se trata de una
iglesia y la funcionalidad de una iglesia (ser lugar de culto y oración) es muy compleja
de valorar objetivamente. A propósito de esto, el edificio estaba preparado para el culto
interior y exterior.
También como crítica al Funcionalismo, surgió en los años 50 el Organicismo o
Arquitectura Orgánica. La Arquitectura Orgánica pretende reaccionar contra el
Funcionalismo, pero también acepta algunos de sus principios. Sus formas escultóricas,
materiales naturales, colorido y gusto por la curva, pretendían ser una respuesta
humanizadora y estética frente a la frialdad del Racionalismo, pero nunca una negación
de la validez de los principios básicos de éste. El estadounidense Frank Lloyd Wright
(1869-1959) y el finlandés Alvar Aalto (1898-1976) fueron sus principales
representantes.
Frank Lloyd Wright evolucionó hacia la progresiva incorporación de líneas curvas y
formas orgánicas, en la Torre de Laboratorios de la Johnson Wax, Racine, Wisconsin
(1944-1950) y sobre todo, en su obra más conocida, el Museo Guggenheim de Nueva
York (1942), obra cumbre de la arquitectura orgánica.
La Torre de los Laboratorios de la Johnson Wax consiste en un núcleo en forma de
cilindro del que salen plataformas horizontales en voladizo como si fueran ramas,
alternando plantas cuadradas y circulares. Todo el conjunto está recubierto por un
inmenso prisma de vidrio que permite ver la disposición interior del edificio. El interior
de las oficinas semeja un bosque de setas gigantescas.
El Museo Guggenheim de Nueva York (1944-1959) es el emblema del Organicismo. Su
curvo volumen externo, un enorme tronco de cono invertido, contrasta con la austeridad
rectilínea de Manhattan. Su interior está formado por un inmenso espacio vacío
iluminado por una claraboya cenital. Los visitantes ascienden en ascensor hasta el
último piso descendiendo por una rampa helicoidal, a un lado de la cual se encuentra el
abismo y al otro las obras de arte sobre una pared inclinada. El color crema contrasta
con las franjas oscuras de la rampa. La sensación del visitante es la de encontrarse
dentro de un gigantesco organismo vivo.
EL MOVIMIENTO POSMODERNO
El Movimiento Posmoderno parte de considerar el Movimiento Moderno como un
fenómeno histórico más, sin vigencia en el mundo actual. Su muerte se habría debido a
que generó una arquitectura fría, aburrida y muy difícil de entender por el público.
Frente a ello, los teóricos postmodernos, como Robert Venturi o Philip Johnson
propugnan una arquitectura variada, imaginativa y comprensible para todos.
En consecuencia, sus seguidores, como Charles Moore (1925) o Michael Graves (1934),
utilizan un doble código: por un lado, sus edificios presentan referencias históricas o
cultistas que interesen al público especializado, mientras que, por otro, también tienen
elementos fácilmente reconocibles y asimilables por las personas sin formación
arquitectónica.
El Movimiento Posmoderno crea una arquitectura contextualista: la valoración del
entorno arquitectónico lleva a procurar respetar las formas, materiales, características
espaciales, etc., de las construcciones tradicionales del lugar. Este contextualismo
pretende favorecer la aceptación popular de las construcciones postmodernas.
Una de las principales aportaciones del Postmoderno ha sido la revisión de la tipologia
del rascacielos. Desde los años 50 se mantenía firme el modelo de Mies van der Rohe:
un gran prisma acristalado mediante un muro-cortina. El Seagram Building era su
máxima expresión. Philip Johnson y John Burgee romperían este esquema en su edificio
para la AT&T en Nueva York (1978-82). Aunque algunos lo creyeron así, su aportación
no consistió sólo en un aumento de la ornamentación arquitectónica sino que iba más
allá al utilizar una composición tripartita (basa, fuste, capitel) y unas proporciones
inspiradas en modelos clásicos así como detalles que remitían a obras de la historia
arquitectónica, que suponían una ruptura total con el Funcionalismo y la vuelta a un
cierto Historicismo.
Michael Graves es uno de los principales seguidores, de esta tendencia primero con el
Edificio Humana de Louisville (1982-86), sin duda uno de los grandes monumentos de
la arquitectura postmoderna. Como sus antecesores, también se compone de un esquema
tripartito si bien bastante más complejo: la base la forma el esbeltísimo vestíbulo; el
fuste lo conforman los pisos de las oficinas y, por último, el capitel vuelve a ser triple,
con el enorme mirador acristalado, el balcón convexo que contiene el jardín aéreo, y la
esbeltísima cornisa.
EL URBANISMO DEL SIGLO XX
El siglo XX es el siglo de las ciudades, el crecimiento urbano ha sido enorme, y la
humanidad se ha hecho urbana. Por ello, los urbanistas y arquitectos se han tenido que
plantear los principales problemas que genera una crecimiento urbano de tal magnitud.
El problema es que dichas soluciones no siempre han podido ser llevadas a la práctica
(altísimo coste, intereses económicos, etc). Por ello, como ha ocurrido siempre en la
Historia del Arte, muchos proyectos urbanos se han quedado en la utopía o solamente se
han podido llevar a la práctica en parte.
Uno de los primeros movimientos que se planteó la cuestión urbana en el siglo XX fue
Arts and Crafts (Inglaterra). La Revolución Industrial había creado ciudades sucias,
congestionadas y desordenadas, difícilmente habitables. La alternativa de Arts and
Crafts a este problema fue la creación de la Ciudad-Jardín. Uno de los principales
impulsores de esta idea fue Ebenezer Howard, quien buscaba mejorar las condiciones de
vida del proletariado industrial. Su ciudad-jardín de 1898, diseñada para 32.000
personas consistía en un círculo rodeado de áreas rurales y se basaría en una separación
nítida entre el área residencial y el área rural. El centro de esta ciudad ideal era un jardín
alrededor del cual se situaban los edificios públicos. La industria, en cambio, quedaba
relegada a los márgenes de la ciudad, junto a una vía de ferrocarril tangencial. Las
viviendas, casitas unifamiliares, quedarían así, separadas de la zona industrial
propiamente dicha y conectadas entre sí y con el jardín central. Este proyecto no se
pudo aplicar en su momento, sin embargo, el principio de separa radicalmente las áreas
productivas de las residenciales se ha convertido en una constante de la urbanística
moderna.
A principios del siglo XX hay que situar también las utopías urbanísticas italianas
ligadas al Futurismo. En Italia, el Futurismo alcanzó también a las manifestaciones
arquitectónicas. El representante más destacado es Antonio Sant´ Elia (1888-1916) que
realiza los proyectos y planos para la Ciudad Nueva, redactando asimismo el Manifiesto
de la Arquitectura Futurista con propuestas más imaginarias que funcionales. La ciudad
que describía San´t Elia parece más bien el escenario de un cómic o de una película de
ciencia-ficción: rascacielos, calles a distintos niveles, edificios escalonados y ascensores
a la vista. Sin embargo, es curioso observar cómo todos estos elementos aislados se han
ido introduciendo en las ciudades actuales.
Estos primeros proyectos utópicos se concretaron en una serie de medidas concretas en
los años 20 y 30. Estas medidas se concretaron en la Cat de Atenas publicada por Le
Corbusier en 1941. En la Carta de Atenas se resumen los principios fundamentales
sobre los que debería fundarse la nueva urbanística del Funcionalismo.
El modelo urbanístico de la Carta de Atenas era el del orden abierto, es decir, edificios
grandes y altos separados entre sí por grandes espacios abiertos (parques, jardines, vías
de circulación). Cada uno de estos grandes edificios sería una "unidad de vivienda" que
incluiría no sólo las típicas viviendas de Le Corbusier levantadas sobre pilotes, sino que
también estarían rematados por cubierta plana en la que se situarían los servicios
colectivos fundamentales para disfrutar de los tres placeres esenciales: luz, espacio y
vegetación. Un ejemplo de esto fue la Unidad de Habitación de Marsella proyectada por
el propio Le Corbusier. Otro ejemplo del orden abierto fue el diseño de la ciudad de
Brasilia.
Frente al modelo urbanístico europeo, en Norteamérica se fue imponiendo el modelo de
Frank Lloyd Wright. Wright impulsó en los años 30 su idea de la Broadacre City, una
comunidad dispersa a lo largo del territorio norteamericano compuesta a base de
parcelas de un acre (4.000 m. cuadrados), cada una con una casa unifamiliar. Está claro
que dicha concepción de ciudad que hubiera ocupado superficies descomunales era una
utopía. Sin embargo, la huella de las ideas de Wright han influído decisivamente en la
extensión suburbana de las ciudades norteamericanas mucho más extensa que en las
ciudades europeas.
El urbanismo de estos años tiene como protagonista nuevamente a Le Corbusier y a sus
seguidores Oscar Niemeyer y Lucio Costa. El hecho de que ciertos países del Tercer
Mundo tuvieran la necesidad de construir nuevas capitales dio la oportunidad a estos
arquitectos de llevar por fin sus teorías urbanísticas a la realidad.
Así, Le Corbusier dedicó los últimos años de su vida (1951-1965) al diseño de la nueva
capital de la región india de Punjab: Chandigarh. En esta ciudad Le Corbusier intentó
aplicar sus principios urbanísticos: orden abierto, grandes bloques con funciones
públicas, poca densidad, intercalación de espacios verdes, separación funcional de áreas
públicas, productivas, residenciales, de recreo, etc.) . Toda la ciudad está organizada en
base a cuadrículas. En el cruce de las dos avenidas principales se encuentra el centro
comercial, una gran zona verde cruza la ciudad, aunque cada bloque tiene su propia
zona verde.
Por su parte, Oscar Niemeyer y Lucio Costa, discípulos de Le Corbusier diseñaron la
nueva capital de Brasil: Brasilia (1958-1960). Esta también sigue los mismos principios
que Chandigarh, pero tiene una forma distinta. La ciudad se estructura a lo largo de dos
ejes longitudinales, uno residencial y otro monumental, que se cortan en ángulo recto.
El eje residencial se estructura en torno a un lago artificial. El edificio más llamativo es
el Parlamento con dos cúpulas que representan al Congreso y al Senado (esta última
invertida). La marcada horizontalidad del edificio contrasta con las altas torres de
oficinas.
VOCABULARIO (7)
Muro cortina
Ciudad-jardín
Planta libre
Bauhaus
Espacio fluido
Orden abierto
Modulor