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MODO DE VIDA Y PLAN FINAL SOBRE EL PENSAMIENTO ANCESTRAL. POR: FERNANDO PANESSO 1. LA SOCIEDAD Y EL ESTADO. Las sociedades primitivas o también arcaicas, así llamadas, por la etnología y la antropología occidental eran sociedades sin Estado. La sorpresa para la mayoría de los conquistadores que arribaron a nuestras tierras fue encontrar en la mayoría de nuestras comunidades unas gentes, “sin fe, sin ley, sin rey”, como se registra este hecho entre los indiosTupinambas del Brasil. Igualmente, esta experiencia se constata entre los indios guayaki , los yanomama y en otras regiones de Sudamérica . Los jefes no gozaban de ningún “poder” que estuviera por encima del cuerpo social. Eran sociedades de iguales; no había la pirámide social tal como hoy la conocemos; no había una jerarquía que estuviera por encima de los demás. Nadie era más que otro. Y el jefe al que ellos nombraban no podía usufructuar el poder de la comunidad, so pena de ser castigado en el mejor de los casos y en otros era su condena a muerte. Clastres ilustra esto así: ¿qué puede haber sido más extraño, para gentes que venían de sociedades donde la autoridad culminaba en las monarquías absolutas de Francia, de Portugal o de España? Aquellos sólo eran salvajes que no vivían en sociedades civilizadas.”1 Las sociedades sin Estado resulta una idea incomprensible para la mayoría de los etnólogos y antropólogos occidentales. En el sentido estricto de la palabra son sociedades que están privadas de algo, el Estado. De ahí que sea inadmisible que estas sociedades sean completas. Falta el órgano de cohesión 1 Clastres Pierre, La sociedad contra el Estado, Monte Ávila Editores C.A. Caracas/Venezuela, primera edición española, 1978, pág. 12. social, del orden, de la ley, en general de los que mandan y los que obedecen. Esta es la forma que permite que las sociedades no se devoren así mismas. Sin embargo, lo que se encuentra en nuestras tierras es una organización social, sin jerarquías, sin un poder omnímodo que lo absorbe todo; una institución social que se dicta así misma su propias formas de vida comunitaria. Un modo de vida alternativo debe partir por recoger estas experiencias y plasmarlas como una propuesta de reorganización social en nuestras regiones. 2. ECONOMIA Y SOCIEDAD: Lo económico no es la clave ni lo fundamental en un modo de vida alternativo. Es sólo un medio de vida. Pero para llegar a formular tal idea, es necesario crear nuevas significaciones imaginarias que postulen, la no necesidad de acumular, de tener, de beneficio. La vida humana no requiere de ese aparato gigantesco de la producción a gran escala, de la competitividad, de la productividad. Que la vida humana no requiere esa inmensa campaña publicitaria del consumo. Zafarse de la ideología del consumo, del “bienestar”, son cuestiones centrales en la edificación de las futuras formas organizacionales. Crear un nuevo imaginario entorno a estas cuestiones significa destruir los valores instituidos por el capitalismo occidental. Para muestra de un botón: nuestras sociedades ancestrales eran en rigor organizaciones sociales sin economía, sin mercado, sin ley del valor, sin mercadotecnia. Tampoco eran economías de subsistencia, como suelen llamarla los antropólogos. Su sistema de vida no era producir ni para mercado alguno, ni mucho menos producir excedentes. La pregunta que se hace Clastres es, ¿para qué sirve un mercado sin excedentes? Y seguidamente objeta: “la idea de economía de subsistencia revela que, si esas sociedades no producen excedentes es por incapacidad, porque están ocupadas en la sobrevivencia. Antigua imagen, siempre eficaz, de la miseria de los salvajes. Y para explicar su incapacidad de abandonar el vivir al día, se pretexta la inferioridad técnica”2 Si algo sorprende de nuestro modo de vida de producción comunitario es la abundancia y no la penuria. Estamos valorando sociedades con el imaginario con el que fuimos fabricados socialmente y, eso es fuente de muchos de nuestros errores al momento de apreciar y estudiar a nuestros pueblos ancestrales. Estamos acostumbrados por el pensamiento heredado siempre a responder que es necesaria la producción para satisfacer nuestras necesidades, ¿cuáles necesidades? Si no existe el riego, el peligro de morirse de hambre como acontece en las sociedades arcaicas, entonces, ¿qué es el vivir para ellas? O, en forma más general, si en un modo de vida las cosas esenciales están garantizadas, ¿Qué es vivir? Es la sociedad capitalista la que ha complicado el modo de vida de los humanos al colocar la economía como supra valor y como determinante en la vida de los humanos. Veamos en una extensa cita lo que Clastres indica sobre estas cuestiones: “consideremos para comenzar los criterios del arcaísmo: ausencia de escritura y economía de subsistencia. Sobre el primero no tenemos nada que decir ya que se trata de una cuestión de hecho: una sociedad conoce la escritura o no la conoce. La pertinencia del segundo no parece por el contrario tan evidente. ¿qué es, en efecto, “subsistir”? es vivir en la fragilidad permanente del equilibrio entre las necesidades alimenticias y los medios para satisfacerlas. Una sociedad con economía de subsistencia es pues aquella que logra apenas alimentar a sus miembros y que por lo tanto se encuentra a merced del menor accidente natural (sequía, inundación, etc.), ya que la disminución de recursos se traduciría mecánicamente en la imposibilidad de alimentar todos los integrantes. O, en otros términos, las sociedades arcaicas no viven, sino que sobreviven, su existencia, es un combate interminable contra el hambre, ya que ellas son incapaces de producir excedentes, por carencia tecnológica y, 2 Ibid pág 12 más aún, cultural. No hay nada más tenaz que esta visión de la sociedad primitiva y al mismo tiempo nada más falso”3 Los españoles y portugueses reprochaban el modo de vida de nuestros ancestros por perezosos, que sólo trabajan tres o cuatro horas diarias y el resto del tiempo lo dedicaban a estar acostados en una hamaca fumando tabaco. O, en otras ocasiones, a celebrar sus rituales y fiestas que solían desplegar. Un mundo en completa contrariedad para los blancos, que no podían descifrar, ya que su propio imaginario les impedía comprender estos modos de vida. Los axiomas que guiaban y orientaban sus conductas estaban animados, primero, que la verdadera sociedad es aquella que está bajo la tutela protectora del Estado, y la segunda, por el imperativo categórico: hay que trabajar. 4. La mentalidad capitalista ya estaba puesta en sus cabezas, así, estos en su gran mayoría, fueran personas venidas de los bajos fondos de la sociedad que los pario. 3. EDUCACION Y CULTURA. Las sociedades primitivas no tenían una educación formal, tenían era paideia, a la manera como los griegos la concibieron. Entonces, ¿Qué es la educación, si así se puede hablar, entre los pueblos ancestrales? Es la crianza. Desde que nace el niño, él ingresa a la cosmovisión del mundo de sus padres y de la comunidad. Desde ahí se fabrica su modo de ser y de sentido. Un proceso de aprendizaje que estará a cargo de los sacerdotes, ancianos, de los guerreros. En todas las actividades humanas está presente el cómo hacer y el rememorar sus antiguos mitos y creencias de sus ancestros. Se los prepara para la vida, la guerra. La iniciación se hace bajo ceremonias que marcan a cada miembro de la comunidad y su responsabilidad. Aquí no hay una educación para el 3 Ibíd., pág. 11. 4 Ibíd. pág. 13. mercado, ni nada por el estilo. Es para enfrentar los grandes retos que les depara la vida. En nuestra propuesta consideramos desarrollar más de cerca la crianza y la forma como se llevaba a cabo este proceso. Ahí, en la crianza, están involucrados los saberes instituidos por sus ancestros y que son vitales para su permanencia como comunidad. En un modo de vida distinto que nos proponemos formular, la educación, deberá sufrir grandes transformaciones, ya que se trata de una nueva paideia, que no está dirigida a reproducir las consabidas formulas abstractas y carentes de sentido para la vida. Una educación que sea capaz de enlazar la naturaleza y el espíritu; el cuerpo y el alma. En suma: una educación que atienda y comprenda todas las formas de inteligencia que habitan nuestro cosmos; que sepa articular y relacionar nuestra vida con el resto de formas de vida; una relación amable, una amistad entrañable, pues, somos un fragmento de esa naturaleza que está allá fuera y dentro de nosotros. Al cambiar y trasmutar todos los valores carentes de sentido para vida, hoy impuestos arbitrariamente por la sociedad moderna, debe inexorablemente cambiar los sistemas de valores, y para decirlo en forma precisa: las nuevas significaciones sociales imaginarias, creadas por nosotros deben ser resocializadas, en una ágora. Por doquier, la inteligencia lucida propagará y reflexionara junto con todos las organizaciones sociales los nuevos derroteros que colectivamente queremos darnos. No podemos decir de antemano, ¿Cómo será, qué contenidos tendrá, qué valores son los dadores de sentido. Eso será obra de la comunidad auto-instituida, auto- constituida, autónoma, la que se dictará asimismo, sus propias formas en correspondencia con las nuevas significaciones imaginarias sociales nacidas de las entrañas de la comunidad. 4. DEMOCRACIA Y AUTONOMIA. “La creación de la democracia es filosóficamente, una respuesta al orden a-sensato del mundo, y la salida del ciclo de la hybris”. Castoriadis. ¿Y por qué es así y por qué es una respuesta al orden a-sensato y una salida del ciclo de la hybris?5 La vida social no puede transitar sin que los humanos se fijen una norma, una ley. Este es el único modo de regularse los procesos de vida en la sociedad, de convivencia. La cuestión es cómo se produce la Ley, quién la dicta, y finalmente quién o quiénes deciden sobre ella. En el sentido pleno de su creación esta debe ser producida por el “demos soberano”, por los individuos autónomos que se dictan así mismos sus propias leyes y las aprueban. La vida social no puede darse sino bajo sus propias normas y leyes, so pena de perecer en la desmesura, en la extravagancia, en lo ilimitado del deseo. Por eso se dice que la democracia es el único régimen de la AUTOLIMITACIÓN, la que puede mitigar la capacidad monstruosa que se anida en el ser humano. Los humanos en sus mil formas de organización social, -llámese sindicatos de trabajadores, comunidades campesinas, organizaciones indígenas, maestros, estudiantes, organizaciones de genero, entre otros- deben postular y crear la ley, las leyes más convenientes y justas para la vida en sociedad. La deliberación, la reflexión permanente y la discusión en todo momento deben ser para pensar y forjar modos de vida distintos y alternativos. Somos los humanos, en nuestras comunidades y organizaciones sociales, los que finalmente decidimos lo que es justo, conveniente, para todos. El hecho que se desarrolle un proceso democrático bajo este ideario, no garantiza que la sociedad esté exenta de un nuevo cierre, que vuelva a la heteronomía (la clausura social) y, que las leyes que nos hemos dado dejen de ser vitales y se tornen injustas y por tanto obsoletas. Las leyes y normas no se dan de una vez por todas, para toda la vida; el movimiento social es más profundo y más complejo, lo que exige de parte de los ciudadanos estar atento en todo momento para cambiar las propias leyes que hasta ese momento se han dado. De modo que el régimen democrático es de una exigencia muy grande, de estar las 24 horas monitoreando el acontecer social 5 Hybris: desmesura, extravagancia, desbordamiento, insolencia, ultraje, insulto e injuria. La hybris Griega no tiene ninguna relación con la idea del pecado judeo-cristiano. Es una transgresión de una condición antológica de la coexistencia. en todas sus esferas. No hay lugar aquí para dejar que los avivatos, los cazadores de fortuna, de prestigio, de rango de distinción. Aquellos que todavía guardan esperanzas de volver al antiguo orden pseudo-democrático, de privilegios y distinciones, de corrupción y felonía se aposenten en la morada ciudadana. El mantener siempre la interrogación abierta y el cuestionamiento a las leyes y de que es posible cambiarlas, modificarlas, cuando estas dejen de tener sentido para la vida y de que la ley no esta dada en forma definitiva, y que tampoco se puede vivir sin ley permite mantener un verdadero régimen democrático. Al darnos nuestras propias formas legales no se trata de crear cualquier ley, sino aquella que proviene de la reflexión y deliberación colectivas. La ley es obra humana, es creación humana y es por medio de este acto creativo como se crea el humano, por el cual llega ser ánthropos. O sea el humano que crea humanos, dándose una significación, la ley significa, nos significa, nos instituye, se auto- constituye, crea la auto- institución en forma explicita. Aquí no hay ninguna limitación más la que el mismo se dicta, se impone. “De todas maneras, -dice Castoriadis-, no podemos vivir sin ley –pero nosotros mismos nos damos la ley, y tal ley-. La ley es obra humana –es obra del ánthropos por la cual el ánthropos se hace ánthropos-. El ánthropos se hace ánthropos dándose una ley. Esto quiere decir: instituyéndose su naturaleza no contiene ninguna limitación interna y natural. Ánthropos Zoon politikón no significa simplemente que el humano es un animal “social” en un sentido vago (o preciso: Aristóteles conocía evidentemente los panales y los hormigueros, pero no definió a la abeja o la hormiga como “animal político”), como se lo hace decir casi siempre. En lenguaje moderno lo que dice Aristóteles es: el hombre es un animal instituyente que no existe más que por su pertenencia y su participación en la comunidad instituida que se autoinstituye (se da sus leyes)”.6 6 Castoriadis Cornelius: Lo que hace a Grecia, de Homero a Heráclito, seminarios 1982-1983, la creación humana II, FCE, primera edición 2006. Pág. 344. Nota: la democracia es la negación del poder; negación de todo poder autonomizado, en un partido, en un secretariado, en un presidente, un jefe sindical, o en un jefe, o cualquier corporación legislativa. El poder debe residir en todo momento en el ciudadano. Es indelegable, no es canjeable, ni embargable, ni mucho menos transferible. En el momento en que este cede, -el ciudadano- su poder, el que decide sobre los asuntos de su vida y de sus comunidades, no es él sino el jefe que él mismo ungió con su poder. El ciudadano ha sido despojado de su capacidad de decidir y le ha entregado a otro su voluntad de gobernarse así mismo. Mientras que en la democracia directa no hay delegación ni representación alguna, sólo hay voceros, que son los que llevan la expresión y voluntad de los ciudadanos autónomos y soberanos. Voceros que deben dar cuenta razón ante las asambleas de los ciudadanos sobre las decisiones que ellos han tomado, cuando se trate de tramitar asuntos que competen en el orden global, porque a nivel de cada comunidad u organización social, lo que reina es el autogobierno, la autoorganización, la autogestión comunalista. Y sobre esos asuntos nadie puede inmiscuirse, salvo que la propia comunidad así lo permita. Las organizaciones así autoinstituidas se dan sus propias formas de relacionarse, de comunicarse, en fin ellas definirán qué formas, qué modos de vida se dictan para sí. La democracia desmitifica el poder, lo desacraliza, lo descentra y lo pone en manos de cada uno de los ciudadanos y ese es el lugar de residencia y de ahí no puede salir. Ahí queda como sello indeleble. Ya nadie puede disputarse el poder, porque se encuentra diseminado por todo el cuerpo social; nadie puede imponer su voluntad, ni su fuerza, porque sería rechazado por todos aquellos que conforman la comunidad. El “demos” pone en interrogación a la sociedad, a las significaciones sociales imaginarias por ellos creadas; el “demos” lucha contra las tradiciones establecidas y eso es ingresar en el terreno de la filosofía y de la política; el “demos esculca toda la vida social y destruye el viejo sistema de creencias que atan y alienan al individuo. Al tiempo que crea nuevos “eidos” o formas sociales o nuevas significaciones más prometedoras para la vida en general. No definitivas, ni mucho menos que estamos frente al paraíso. No, una sociedad sin conflictos es una aberración mental, es una locura demencial, peor que los panópticos de la era moderna. O de los archipiélagos de los estalinistas. O de los campos de concentración nazi. Sería otra locura humana de la salvación. La democracia entendida así sería una promesa de vida bajo la sospecha, la pregunta, la incertidumbre, sólo que ahora podemos sentarnos en la mesa, sin revólveres a cuestionar y proponer nuevas formas de vida. El “demos”, el pueblo hace filosofía deliberando sobre sus asuntos. Ahí brotan millones de ideas de cómo abordar las contingencias de la vida. Ahí surgen millones de ideas de cómo organizar la producción en forma solidaria. No se necesitan los expertos para que digan qué es lo más conveniente y justo para la sociedad. Son los propios actores de la cuestión social los que saben qué es lo que se requiere. Esta forma de afrontar y dirimir los asuntos colectivos no es nueva, ya las sociedades primitivas habían ensayado muchas de estas formas y que fueron definitivas en su relación con la naturaleza y con todo el orden cósmico que las envolvían. En este proceso todos aprendemos y es la mejor escuela de la vida. Es una educación colectiva que riñe con los parámetros decretados por la escuela moderna de la profesionalización. Es una filosofía en acto, haciendo y deshaciendo, destruyendo y construyendo. Dice Castoriadis, -a propósito“antes de los filósofos, el demos hace filosofía en acto. No en el sentido general de que todo el pueblo, respondiendo a la pregunta de la significación del mundo, hace filosofía. Sino poniéndose, en y por sus actos –que no van, ni pueden ir, sin discurso y discusión, argumentación y reflexión-, a la idea de una ley dada de una vez por todas y sacrosanta simplemente por ser dada; planteando, pues, la interrogación a la vez sobre el contenido y la fuente de la ley; y queriendo responder a esto definiéndose a si mismo como esta fuente, asiento del poder efectivo, de la capacidad legislativa y del ejercicio de la justicia”7 La democracia no son elecciones. Esta es la gran mentira que se haya fraguado en lo poco de vida que esta ha tenido después de la experiencia Griega, en Atenas, y luego en el renacimiento. De ahí que exista un 7 Ibíd., Pág. 333. el subrayado es mío. rechazo casi inconsciente sobre la democracia, porque como su expresión lo indica, -libertad, justicia, bienestar social, etc.- en la vida real de los seres humanos es todo lo contrario a lo que los politiqueros profesionales predican sobre la misma. Es el contrasentido que aflora cuando se trata de intervenir en los asuntos de la cosa pública. El ciudadano queda maniatado al no poder incidir sobre las decisiones que él aspira deben ser tomadas en cuenta. Ahora es un cuerpo extraño a él el que toma las decisiones que en su gran mayoría van contra él. El que legisla no lo hace a favor de los intereses de los que votaron por él, sino por sus intereses, y sobre todo granjearse una parte de poder. Desaparece el ciudadano de la vida política, queda anulado por los profesionales de la política. Es una “democracia” sin ciudadanos, son unas ciudades sin ciudadanos, son personas a lo sumo. Pero ya él no es soberano. Él le ha entregado el poder a otro para que decida por él. Este es la gran mentira de las pseudo-democracia occidentales y que en nuestro medio se aplica con todo el rigor y practicas corruptas para ganarse el favor de las gentes. Ahora bien, cada candidato sale con su programa debajo del brazo a vender al mercado electoral todas las ilusiones habidas y por haber. Y compra y negocia lo que no es de él. Vende puestos, contratos, y toda clase de negociados para llegar a ser un “jefe” de Estado. Estos “dirigentes”, “jefes”, sin consulta alguna establecen sus propios programas de gobierno, pero son de ellos, pero en ninguna forma son los que la comunidad desea en la mayoría de los casos. Es decir, que son impuestos contra la voluntad del ciudadano. La democracia no tiene verdad. La democracia lo que tiene son preguntas, interrogantes sobre la vida; sobre la justicia; sobre la ley; en fin, es el único régimen que se pone en cuestión él mismo, como también a sus propios ciudadanos. De ahí, que sea un régimen insoportable para los dogmas, para las verdades instituidas de una vez por todas. Los demás sistemas no toleran, ni por un segundo que las comunidades o los individuos los pongan en cuestión. Aquí en el Ágora comunalista todos tienen la palabra y todos tienen el mismo poder. Nadie es más que otro. Es la sociedad de los iguales, sin jerarquías, sin jefes, sin Estado. Es la comunidad política dirigiendo sus propios devenires. Aquí, en el presente, porque cuando se tiene presente es porque se tiene pasado; aquí los constructores de las nuevas vidas nos encontramos con el verdadero ser humano. Humanizado, por el propio antropos. La sociedad de los comunismos originarios se levantará de sus cenizas; por siglos sepultadas por los historiadores erigirá la gran epopeya de este cosmos. El gran acontecimiento universal está por iniciar su propia era cósmica. No será una sociedad de idilios y sin conflictos; pero si será más prometedora. NOTA: EL DERECHO DE LOS IGUALES. LA SOCIEDAD DE LOS IGUALES.