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1. CONTEXTO HISTÓRICO: PLATÓN. La época que le toca vivir a Platón es la del final de la hegemonía de Atenas sobre Grecia y con ella, el inicio de la decadencia de la polis -la ciudad estado- como forma política dominante en Grecia, sometida crecientemente a rivalidades internas, guerras civiles y finalmente, intrusiones extranjeras que acabarán con su autonomía política. Para comprender la importancia de Atenas como modelo en Grecia, nos tenemos que remontar a la expansión griega de siglos anteriores por el mediterráneo. Esta expansión tiene consecuencias importantes. En primer lugar, el comercio marítimo va a pasar a ser la principal fuente de riqueza de muchas de esas ciudades-estado. De esa actividad económica, un nuevo grupo social aspirará a hacerse con el poder, y luchar por un nuevo sistema político, la democracia, desplazando a las aristocracias que dominaban hasta ese momento. Atenas, a lo largo del siglo V. a.C. acabará convirtiéndose en la ciudad más importante de Grecia y la que encabezará la lucha contra el Imperio Persa, que amenazaba la supervivencia de toda la Hélade. Con Pericles, líder del partido democrático, esta ciudad goza de un florecimiento cultural, inaudito, reflejado en todos sus ámbitos, las artes, la literatura, y por supuesto, la filosofía: es la época de la sofística. Precisamente con el triunfo de la democracia, los sofistas se ponen al servicio de la política y la educación: triunfan las ideas relativistas y se da una tolerancia desconocida hasta ese momento en Grecia. Sin embargo, esta sociedad no es perfecta. En primer lugar, Atenas es una democracia en la que sólo una tercera parte de su población es libre, mientras el resto son esclavos. Y además Atenas mantiene una política imperialista sobre el resto de la Hélade. Atenas es la ciudad que lidera la liga de Delos, auténtico imperio encubierto bajo la apariencia de una liga contra los persas y que Atenas domina gracias a su hegemonía en el mar. Esto llevará a la desesperación de otras ciudades, especialmente Esparta, ciudad con un régimen militar y aristócrático, que funda la Liga del Peloponeso, para enfrentarse a su rival ateniense. La hostilidad creciente entre las dos ciudades conducirá a la Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.). En ella, Atenas acaba derrotada, su democracia quebrantada y su imperio comercial, desmantelado: la liga de Delos desaparece y Atenas pierde su hegemonía marítima. Como consecuencia de la derrota en la guerra, graves escándalos políticos (Alcibíades) y los problemas económicos y sociales que asolan a Atenas desde entonces, triunfa una restauración aristocrática que va a desplazar del poder al partido democrático, dominante hasta entonces en la esfera política ateniense. Tras la guerra, se instaura a instancias de Esparta, el gobierno de los treinta tiranos, que va a mantener una política aristocrática, muy autoritaria, e intentará eliminar con la violencia toda la oposición democrática en la ciudad. Su gobierno va a ser temporal y la reacción democrática va a ser también virulenta. Como fruto de esta reacción democrática, se van a juzgar a todos los personajes implicados con el partido aristocrático. Es dentro de esa reacción democrática donde hay que explicar el juicio de Sócrates (399 a.C.), condenado a muerte por impiedad ante los dioses pero en el que existen intenciones políticas. Todos estos sucesos convencerán a Platón de la inutilidad de la democracia como sistema político, reducida ahora a un régimen demagógico y populista en el que cuenta el número y no las razones para gobernar. Es por esta razón su preferencia por los regímenes aristocráticos como el de la ciudad de Esparta, que le va a llevar a expresar sus ideas en obras como La República y en su vida a proyectos políticos como los de sus viajes a Siracusa, donde intentará ganarse a los tiranos de la ciudad para sus ideas políticas. Solo en el final de su vida, Platón se hará más posibilista y será más tolerante con otros regímenes políticos. Pero ya para entonces (Platón muere en el 347 a.C.) ni Atenas ni Esparta son ya hegemónicas en el conjunto de Grecia, reducidas al papel de satélites frente a otras potencias como Beocia o Macedonia.