Download Entrevista con un misionero español en Pakistán

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Transcript
Misionero español en Pakistán: Hay que exigir reciprocidad al
mundo musulmán
Miguel Ángel Ruiz Espínola es un sacerdote salesiano español de 33 años. Lleva
cuatro trabajando en Lahore (Pakistán) y allí le sorprendió el terremoto que asoló la
zona norte del país en octubre del año pasado. Organizó, con los alumnos mayores
del colegio, un campamento de refugiados y un hospital de campaña en la zona de
la montaña, donde pocas ONGs llegaron. Ahora está embarcado en un proyecto
para construir casas para los afectados por el terremoto. Y es que, aunque ya no
ocupan las primeras páginas de los periódicos, miles de personas siguen
padeciendo las consecuencias y se enfrentan, dentro de pocos meses, a la llegada
de un nuevo invierno que hará más difícil la situación. De paso por Madrid, a finales
de abril, nos ha dejado las siguientes impresiones.
¿Cómo está la situación actualmente?
- Hemos tenido dos momentos de trabajo, el primero en la ciudad e Botabar, donde
llegamos a liberar 500 camas de hospital porque los enfermos que no necesitaban
una atención urgente o quirúrgica eran trasladados a nuestro campamento. Una
vez que pudimos preparar a gente de allí, ese campamento lo dejamos en manos
de la gente y nosotros regresamos a Lahore, recuperamos fuerzas y en noviembre
de 2005 nos metimos en el trabajo en la montaña. El 2 de noviembre entré en la
zona de Manu Jabra, a unos 11 kilómetros al norte de BalaKot y fui el primer
extranjero que pisó esa zona. Dos días antes el ejército había abierto una especie
de carretera. La respuesta de los chavales fue impresionante, cuando les comenté
que hacía falta subir a la montaña para llevar otra expedición grande, llevando todo
lo que pudiéramos, preparamos varios camiones, un camión sólo de tiendas, otros
de hasta 30 toneladas de comida, miles de prendas de abrigo, más un autobús
lleno de chavales y se montó un convoy para ir a esa zona.
¿Cómo organizaron la ayuda allí?
- Lo primero que hicimos fue montar una administración de campamento, otra
enfermería, tiendas para los chavales, y hasta mediados de diciembre hemos
estado viviendo arriba, en la montaña. Nos hemos hecho parte de la comunidad y
esto es lo que marca la diferencia de nuestro trabajo con el de otras ONGs que han
llegado, han distribuido, y se han marchado. Hemos llegado a conocer las
necesidades de la gente, hemos hecho una lista de lo que necesitaban, ahora vengo
de presentarlas en Alemania a algunas organizaciones, para ayudar a 225 familias
que estamos ayudando en este momento. Estamos ahora en un proceso de
construcción de casa, con cuarto de baño, dos habitaciones con chimenea, cocina y
un porche a la entrada. Estamos haciendo 68 casas en Manu Jabra, en la zona más
afectada.
¿Se ha reconstruido la zona afecta?
- Ha sido un gran desastre, por ejemplo la ciudad de Balakot ha sido tan afectada
que, hasta marzo, el gobierno ha trabajado para desescombrar pero hace unas dos
semanas, a primeros de abril, ha anunciado que renuncia, que prefieren construir
una ciudad desde cero que reconstruir la zona.
¿Se conocen cifras oficiales de muertos?
- Oficialmente han dado la cifra de 85000 a 90000, pero creo que han sido más,
por lo menos el doble. En esa zona, hay que decir que ha vuelto la vida, se ve
algún pequeño negocio, hay algo en los mercados, pero lo peor vendrá cuando
llegue el invierno. La diferencia con el tsunami del Sudeste asiático es que allí,
aunque aún vivan en tiendas de campaña, no es lo mismo que no tener casas en
una zona tan fría como las montañas de Pakistán, con inviernos duros, donde se
alcanzan temperaturas de 15 bajo cero.
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¿Cómo ha llegado la ayuda internacional?
- Las ONG han llegado dando tanto dinero que, paradójicamente, ha hecho difícil la
labor. Una ONG recibe, por ejemplo, un millón de dólares, que allí es muchísimo
dinero. Contratan a un conductor, por ejemplo, al que pagan en un mes, más de lo
que ganaría en un año de trabajo. Y cuando se ha pedido a la comunidad local que
tienen que trabajar ellos, cuando se ha pedido voluntarios, los de allí no han
querido, sino que han sido, digamos, “mal educados”, mimados por las ONG que les
han dado todo, y ahora que las ONGs se marchan, pues el 60% de las que estaban
allí en la zona ya no están, ahora es más difícil que ellos mismos trabajen por salir
adelante.
¿Y como trabajan ustedes?
- En la montaña esto no ha sucedido, por que nosotros hemos hecho una especie
de contrato con la gente, y les hemos pedido que ellos también trabajen,
contribuyan con su trabajo, aportando materiales, recogiendo piedras para las
construcciones y nosotros hacemos otra parte. Y la comunidad está contenta, pues
son parte del proyecto, les implicamos a la hora de trabajar. Aportamos los medios
que hacen falta, pero queremos que ellos se involucren. Este proyecto ha recibido
ya alguna mención de la Conferencia Episcopal de Pakistán, hemos coordinado y
montado el proyecto de construcción de casas y es una realidad intercongregacional
pues trabajamos salesianos, jesuitas, religiosas de Jesús y María, misioneros
columbanos irlandeses y la Nunciatura. Hemos estado viviendo con la gente, hemos
visto cómo viven y los detalles de las construcciones se han hecho según las
necesidades de allí.
Siendo religiosos católicos, ¿se sienten aceptados o es esto un problema?
- No ha habido conflicto, hemos trabajado muy a gusto, muy seguros. Nos pidieron
que no nos moviéramos por la zona solos, pues por la zona, que está cerca de
Afganistán, había guerrilleros. El único conflicto ha sido cuando delante de las
primeras casas que habíamos edificado, colocaron una caseta de una ONG local con
una gran media luna, y esto no nos pareció adecuado. Les pedí que tenían que
quitar ese símbolo o trasladarla a otro sitio, porque nosotros no hemos colocado
ninguna cruz, por respeto a ellos, no hemos hecho propaganda de quienes les han
ayudado.
¿Es complicada la convivencia en un colegio, como el salesiano de Lahore,
donde hay alumnos cristianos y musulmanes?
- En nuestro colegio hay un 10% de musulmanes. Cuando marcas los límites, los
aceptan. Creo que esto ha fallado en Europa, que estamos demasiado atemorizados
a poner límites, tenemos miedo a que nos llamen racistas. Nosotros somos un
colegio católico, ayudado por donaciones cristianas, aún nadie del mundo
musulmán nos ha dado ayudas, y tenemos un ideario. Al inicio del día tenemos una
oración y esto lo tienen que aceptar todos, pues es nuestra fe, y todos los
estudiantes están presentes, a los alumnos musulmanes no les obligamos a rezar,
pero tienen que aceptar y respetar lo que hacemos.
¿Es muy numerosa la comunidad cristiana en Pakistán?
- Hay un millón y medio de cristianos de 140 millones de pakistaníes, menos del
1%. Los primeros misioneros evangelizaron a una de las castas más bajas de
Pakistán. Los musulmanes pakistaníes no aceptan a los cristianos, me aceptan a mí
que soy extranjero, pero para ellos un pakistaní cristiano es un traidor. Nuestra
comunidad cristiana está formada por gente de la clase más baja, y ha habido
etapas de discriminación. Se trata de una comunidad cristina minoritaria, pobre y
mal vista por los musulmanes.
¿Y cómo es la convivencia en ese ambiente?
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- Existen los ataques y existe la discriminación. Algunos alumnos nuestros van a
buscar trabajo y como tienen nombre cristiano no les dan trabajo. Nos miran como
impuros, somos kafir, infiel, y por ejemplo, si yo voy a una familia musulmana y
bebo una taza de te, después la tiran porque está impura. Y esto contrasta con el
respeto que aquí les tenemos.
Y, ¿se sigue manteniendo la comunidad cristiana?, ¿hay conversiones?
- Sí, se sigue manteniendo, pero no hay conversiones. Hay conversiones de
cristianos al Islam, pues cuando uno de los cristianos se convierte al Islam, es un
héroe, y hay presiones sociales, del entorno. Pero si se convierten al cristianismo la
situación es muy difícil, y se llega incluso al ataque físico. Te cuento un ejemplo:
Una gran multinacional nos pidió jóvenes como técnicos para sus fábricas; me
encontré después con un directivo, y me explicó que la gerencia de la fábrica dijo
que los chicos cristianos no podían ser contratados como técnicos y sí para labores
de limpieza. Lo hicimos saber a los medios internacionales, la Conferencia Episcopal
India me pidió más datos para movilizarse y boicotear a esta multinacional, yo
envié estas informaciones a la empresa y, al poco tiempo, vinieron a verme para
aceptar a nuestros muchachos.
¿Es posible la entrada de misioneros en el país?
- Hay una cuota de misioneros y no se puede superar, cuando un misionero muere
o sale del país, ese puesto puede ser ocupado por otro. No hay libre circulación de
misioneros. No sucede como en Europa, que aquí entran los clérigos musulmanes
que lo deseen. Tal vez habría que exigir esta reciprocidad a los países musulmanes.
Yo creo que Benedicto XVI está hablando precisamente de esta reciprocidad con los
países musulmanes. Diálogo sí, pero desde la reciprocidad. No es de recibo que allí
nuestras comunidades vivan con miedo y cuando ellos vienen a nuestros países
exijan todo.
¿Es posible la convivencia de las religiones?
- Yo creo que un diálogo es posible, pero una alianza, como se ha dicho, no. Pero el
diálogo es posible con quienes quieren dialogar. Y aquí está la raíz del problema,
¿qué hacemos con los que no quieren dialogar?, y es que no son cuatro gatos, sino
millones de personas que hoy que consideran que nosotros, los cristianos, estamos
demás, que se nos tiene que borrar del mapa. El sueño del Profeta era el mundo
como comunidad islámica, y todo el que no sea musulmán no tiene espacio en esta
comunidad.
Y esto no sólo en los países musulmanes
- Sí, esto a nivel mundial. Que dos comunidades puedan existir juntas,
respetándose una a la otra, es el ideal. Pero cuando una comunidad considera que
la otra debe dejar de existir, entonces no es posible. Hoy no hay una guerra contra
el Islam. Es cierto que se han tomado decisiones políticas equivocadas, y la Iglesia
se ha manifestado en contra de, por ejemplo, la invasión de Irak.
¿La mayor parte del mundo musulmán quiere el diálogo?
- Yo soy un poco pesimista a este respecto. Los primeros que tienen que solucionar
el problema antes de que nosotros vayamos a dialogar, es el Islam. El Islam está
en una especie de guerra civil, entre radicales y moderados; nosotros podemos
hablar con los moderados, pero no con los radicales que no quieren ningún tipo de
diálogo. El problema es que tienen que clarificarse entre ellos. Porque ¿con quien se
dialoga en el Islam? ¿Quién les representa?
¿Que tendría que cambiar el Islam para que pueda darse esta convivencia
entre religiones en los países musulmanes?
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- Debe pasar un proceso histórico como la Iglesia, una Revolución Francesa, un
Concilio Vaticano II, me parece que en muchos aspectos están viviendo como vivían
hace siglos.
Se habla, incluso por parte de representantes de la comunidad musulmana
en España, de que el Islam es una religión de paz, que podemos convivir...
- Nadie quiere hablar de un Islam violento, pero esas personas tendrían que
ponerse al frente de manifestaciones contra la violencia, contra el terrorismo
islámico. Cuando hablo con amigos musulmanes sobre los atentados de Londres,
por ejemplo, me dicen que eso estaba mal, pero que había que comprender la
situación, las causas... siempre el “pero” que intenta justificar esos atentados. Yo
les preguntaba si defienden un valor universal o no, pues para nosotros matar a
alguien es siempre reprobable, y un atentado terrorista no puede justificarse nunca.
¿Cuanto tiempo lleva usted trabajando en Pakistán?
- Cuatro años en Pakistán y seis, antes, en Filipinas, también en ambientes de
fuerte presencia de musulmanes.
¿Has visto alguna evolución en este tiempo?
- En Pakistán es especial, pues es una dictadura. El presidente es antiguo alumno
de una escuela católica, y valora mucho la acción de los misioneros en la
educación, sanidad, obras caritativas... Pero el sentimiento de la gente de la calle
es otra cosa. En este año se han quemado tres iglesias católicas. Basta que alguien
levante una acusación contra los cristianos, aunque sea falsa, y se movilizan las
masas contra los cristianos. Como sucedió con el asunto de las viñetas. Allí fue algo
terrible, en Lahore se quemaron muchos comercios, intentaron asaltar varios
conventos, nosotros tuvimos que enviar a los internos a su casa y cerrar el colegio.
Fueron manifestaciones organizadas para asustar a Occidente.
En estas circunstancias, ¿merece la pena seguir trabajando allí? ¿Por qué?
- Desde el punto de vista de nuestra fe el Islam presenta muchas lagunas que no
llenan a la persona. Tenemos la obligación y el deber de estar con nuestra
comunidad cristiana, hay que cuidar a esos cristianos, allí no les va a cuidar nadie,
y esta ayuda sólo puede venir de los países cristianos.
¿Es difícil, para un país musulmán, vivir en democracia?
- Me parece que en un país islámico esto es muy difícil, pues un país islámico es
una teocracia, que tiene que seguir la ley religiosa. No se puede hablar de
democracia.
¿Cómo se podría cambiar la situación de los cristianos en países islámicos?
- Con la reciprocidad. Hay que exigirla, no existe ahora mismo. Hay que dar a
conocer la situación real, a mí me han llamado perro por ser cristiano, se vuelven y
escupen en la calle, esto aquí sería impensable. Cuando el Tsunami, por ejemplo,
los países occidentales ayudaron enseguida, ¿hubo algún país musulmán? ¿dónde
está el dinero de los países árabes ricos? Lo primero que hay que defender son los
Derechos Humanos, ¿han aceptado los Derechos Humanos los países islámicos? No,
dicen que eso es una estrategia de los países Occidentales para conquistar el Islam,
si no estamos de acuerdo en los Derechos Humanos más básicos, ¿qué hacemos?
¿de dónde partimos? La reciprocidad debería ser un primer paso. ¿Por qué no
podemos utilizar las campanas en un país musulmán? Hace poco, un grupo de
clérigos musulmanes fue a un pastor protestante a exigirle que dejara de utilizar las
campanas. El Islam se está encontrando con una Europa y un occidente muy
debilitado, y nosotros podremos integrar a los que quieren ser integrados.
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