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Capítulo XVI
Así como nuestro almanaque nos marca días festivos para alegrarnos
constantemente, y no olvidar las gracias y felicidades que nuestro Pueblo y nuestra
tradición nos traen; sabemos también que hay días que lamentar.
Nuevamente el calendario nos enfrenta a dos fechas muy diferentes entre sí, y que
casi me animaría a decir que van de la mano. Es que la memoria, el recuerdo, el
dolor…
Por un lado, el 9 de Av (Tishá ve Av), y por el otro, un nuevo 18 de Julio.
“Justicia, justicia perseguirás para que vivas”
(Deuteronomio 16:20)
TISHÁ VE AV
El noveno día del
mes de Av, es un
día de duelo,
ayuno y oración.
Ese día tuvieron
lugar dos hechos
terribles: la
destrucción del
Primer Templo de
Jerusalem, a
manos de los babilonios, en el año 586 a.C.; y por extraña coincidencia, también la
ruina del Segundo Templo, perpetrada por los romanos en el año 70 d.C. Consta en
la tradición judía que otros hechos infortunados sucedieron también en Tishá ve
Av: se decretó que la generación del desierto, salida de la esclavitud en Egipto, no
entraría en la Tierra Prometida; también cayó la fortaleza de Betar, fracasando así
el heroico levantamiento de Bar Kojva contra los romanos; y no nos olvidamos de
la expulsión de los judíos de Inglaterra por el Rey Eduardo I, la expulsión de los
judíos de Francia, y el destierro de los judíos de España por el Rey Fernando y la
Reina Isabel en 1492.
Pero el duelo se centra fundamentalmente, en la destrucción de Jerusalem y de su
Santuario, ya que marcó el término de una vida independiente del Pueblo Judío en
su tierra. Muchos combatientes cayeron en las batallas, otros fueron hechos
prisioneros. Y así comenzó el duro exilio, la dispersión del Pueblo Judío por toda la
diáspora.
OTRO 18 DE JULIO
“Me duele la garganta.
Primero fue el sonido,
insoportable como el
estallido de un volcán. Un
trueno terrible. Parecía
interminable. Totalmente
imposible. Después las
paredes, que se
descomponían en pedazos.
Y el viento, feroz, en el que
volaban vidrios, piedras,
seres humanos todavía
vivos. El horror.”
(http://www.bamah.org/merkaz/Jomer_on_line/18dejulio_videos.html#
monologo)
Pasteur 633. 18 de julio de 1994. 9:53 hs. Una fuerte explosión, seguida por un
gigantesco hongo de humo y polvo, destruyó 85 vidas, 85 historias, 85 familias.
En cuestión de segundos arrasó con la sede de la organización judía más
emblemática de la Argentina y todo lo que estaba a su alrededor.
Pánico. Ambulancias. Gente corriendo. Vidrios rotos cayendo de las ventanas de los
edificios, cubriendo toda la calle. Gritos que surgían de la multitud mezclaban
historias milagrosas, con trágicas casualidades del destino.
Muerte por decenas. Muerte. Muerte. Personas gravemente heridas trasladadas a
centros asistenciales. Espontáneamente cientos de voluntarios se hacen
presentes para ayudar, para contener, para compartir el llanto.
La comunidad debía reorganizarse. El edificio de la calle Ayacucho 632 comenzó a
funcionar como centro de reunión e información sobre las víctimas del atentado y
sede de AMIA. En poco tiempo las funciones esenciales se reanudaron, en especial
las relacionadas con el servicio social.
La comunidad, en medio de tanto dolor, respondía.
85 víctimas fatales. Más de 300 heridos. Un edificio con la historia judía de la
Argentina destruido. Una herida abierta que hasta el día de hoy no cierra.
El más horrendo acto antijudío después de la Segunda Guerra Mundial sucedió en la
Argentina; en Pasteur 633. Era un 18 de Julio de 1994. 9:53 hs.
El número 18 en la tradición judía, significa vida. De igual manera, el versículo
bíblico “Justicia, justicia perseguirás”, culmina con “para que vivas”.
Sin embargo, este 18 de Julio a 18 años del atentado a la AMIA, de la masacre que
todavía sigue impune, la vida de las 85 víctimas fatales, parece no valer nada y
parafraseando a uno de los lemas de cada recuerdo: “Los muertos están muriendo
dos veces, una por la bomba y otra por la indiferencia”.
RECURSOS LITERARIOS
A continuación, ya sabiendo qué fue exactamente lo que pasó, les dejo un mix de
algunos textos relacionados al tema que trabajamos esta semana, para
empaparnos más con diferentes apreciaciones de diversos autores.
“LA MEMORIA”, por Natán Sonis.
(…) Creo que la confusión comienza en la escuela cuando nos enseñan en las clases
de historia, lo que aconteció en el pasado.
Va quedando en nosotros entonces la idea de que historia y pasado son sinónimos.
Y no es así. Hoy es historia.
Somos protagonistas de la historia. Dejemos a los próceres escolares en las hojas
de los manuales del pasado, y pongamos a sujetos de carne y hueso en la historia.
Asumámonos como protagonistas, sujetos históricos.
(…)Basta pensar en alguien que perdió la memoria para darnos cuenta que perdió
algo más: también perdió su identidad. Aquí tenemos entonces la categoría de
crear y preservar la identidad. No tener recuerdos es no saber quiénes somos.
¿Qué hemos protagonizado? (…) Y cuando no sabemos quiénes somos, ¿saben qué
seremos? Seremos entonces lo que se dirá de nosotros. Es decir, la identidad
vendrá de afuera. (…) Una comunidad sin memoria es una comunidad sin identidad.
Sometida a un discurso externo sobre su calidad y su lugar de pertenencia. Muchas
son las amenazas a la identidad-memoria a las que hoy en día estamos expuestos.
La memoria está para que los hechos no se repitan.
No busco una memoria que me obligue a permanecer inmóvil para recordar mejor.
Que de un modo fundamentalista necesite seguir siendo igual a sí misma. Yo no
relaciono memoria con lo pasado. Sino que lo contengo, lo incluyo en mi presente.
Un presente sin pasado es soberbia del instante. Un pasado sin presente es
“fundamentalismo de la nostalgia”.
No somos un grupo de nostálgicos evocando un aniversario. Es una parte de la
comunidad, creando historia, asumiéndose históricos, sujetos de la historia,
trabajando para inscribir ese acontecimiento en un orden simbólico. Es un
encuentro de ejercicio de la memoria, ya que la memoria debe ser ejercitada para
que no se atrofie. (…)
“DUELE LA AMIA, PERO ENSEÑA”, por Roberto Cossa.
Duele la AMIA. Duele en un país donde lo que sobra es congoja. Duelen los 85
muertos, los mutilados, los familiares de las víctimas. Duele la AMIA porque nos
obliga a convivir con el horror. Duele porque el crimen sigue impune y duele porque
puso al desnudo complicidades que nos meten miedo.
Duele el atentado a la AMIA como cualquier acto criminal, pero duele muy
especialmente porque golpeó a una entidad dedicada a la solidaridad. Una mutual
es un espacio de ayuda; las fundan los hombres de corazón para mejorar la vida de
sus semejantes.
Las mutuales son el refugio de los hombres buenos. Y los asesinos pegaron
justamente en un lugar de hombres buenos, de seres indefensos; en definitiva, en
un espacio de inocentes. Cuesta justificar un acto terrorista, mucho más si
ocupamos el lugar de las víctimas. Pero las acciones de los hombres no son tan
simples. Y menos aún las lecciones de la historia. (…)
La AMIA no era un objetivo militar, ni siquiera político. ¿Cuál fue, entonces, el
propósito del ataque? ¿En el cuadro de honor de qué guerra figurarán sus
responsables? Sólo una despiadada crueldad, un racismo enfermizo, una
intolerancia criminal pudo alentar un golpe tan bajo. Se atacó a la AMIA, a un
edificio donde no hay armas ni hombres armados. Fue un blanco fácil. ¿A tanto
puede llegar la cobardía de los criminales? Duele la AMIA. Y duele más porque era
un lugar de hombres buenos. Un lugar de inocentes.
Duele la AMIA, pero también ayuda a reflexionar. Cuando se golpea a un inocente,
se da vida a un militante. Inocentes eran también las buenas madres, simples amas
de casa, hasta que las golpearon, se pusieron el pañuelo blanco en la cabeza y
dieron vuelta la historia. (…)
La AMIA duele, pero también enseña que con los inocentes no se juega.
“HASTA AYER”, de Diana Wassner de Malamud.
Hasta ayer leíamos pequeño Larousse que define Justicia como: “La virtud que nos
hace dar a cada cual lo que le pertenece”. Hoy sólo promesa y palabras.
Hasta ayer muchos pasos diferentes anunciaban su llegada. Hoy nada.
Hasta ayer mirábamos transcurrir la historia como desde una ventana. Hoy, de
repente, somos sus protagonistas.
Hasta ayer amar era tan normal, tan bueno y tan seguro. Hoy miramos atónitos los
nombres en las lápidas.
Hasta ayer las 9.53 no nos decía nada. Hoy nos llaman a la cita.
Hasta ayer los lunes iniciaban la semana. Hoy nos encuentran parados frente a
Tribunales.
Hasta ayer repudiábamos el nazismo, el terrorismo y el fascismo. Hoy seguimos
repudiando lo mismo. Pero el minuto de silencio ya no nos paraliza.
Nuestros muertos están muertos, indeseable e infinitamente muertos.
Nosotros estamos aquí por su memoria, para que se haga JUSTICIA.
ENFOQUES DE JINUJ
Araiot (10 años): ¿Qué es AMIA? Crónica del atentado. Características de la
Mutual. Conocerla por lo que es, y no por haber sido víctima de un atentado
terrorista. Instituciones judías en Argentina, sus roles e importancias.
Dubonim (11 años): Tristeza. ¿Día de tristeza? Con quién, para qué y por qué.
Hechos que entristecen a un individuo. Hechos históricos que hayan marcado
momentos de tristeza comunitaria. (No debemos planificar una peulá para hacer
llorar a nuestros janijim!)
Balagan (12 años) & Dardazim (13 años): Repercusiones y Movimientos postAMIA. Ver en profundo la crónica del atentado. ¿Qué pasó, quién fue, los
responsables, las víctimas, qué implica lo sucedido? Personificación de las víctimas
(NO a la masificación!)
Malajim (14 años) & Gamadim (15 años): El legado de AMIA y la situación
actual de la causa. Evolución de la causa legal. “La memoria no prescribe”. Efectos
en la sociedad: tristeza, miedo, rencor, desgano. ¿Cómo vive la sociedad judía
Argentina después del 18/07/1994?
Meshugaim (16 años): Profundizar caso AMIA. Actualidad social judeo-argentina
post-AMIA. “La generación AMIA”. Actividad voluntaria en la kehilá. ¿Cuándo somos
voluntarios? ¿Frente a qué situaciones?