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Somos parte de un sueño: el sueño de Dios En la locura imperial la pobreza es el mal, que se ataca y se mata, ¡La vida reclama!. Enajenado el amor, la codicia es cañón y la gente carnada. ¡La vida reclama! Teresa Parodi Estamos finalizando el año 2016, un año de gracia proclamado por Francisco, año Santo dedicado a la Misericordia. Y precisamente es esto lo que la Iglesia como madre ha querido que vivamos intensa y profundamente . Hemos leído tanto sobre la misericordia, hemos participado de encuentros, celebraciones, peregrinaciones para ganar las indulgencias, hemos atravesado tantas Puertas! Pero será que hemos pasado la principal? La puerta de nuestras propias resistencias, para darle paso a la gracia, a ese encuentro gratuito que el Señor nos ofrece, a ese tierno abrazo que espera por nosotros . Siento el eco de las palabras del Apocalipsis 3,20 Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo. La memoria también me hace presente tantas veces que Francisco recurrentemente ha expresado palabras como: escucha, diálogo , perdón, ternura, acogida al extranjero, al diferente. Palabras que son sujeto porque, nuestra realidad nos dice que hay muchos hermanos nuestros que se han hecho grito esperando, una palabra de acogida que los cure, pero para que una palabra cure debe ser diferente, debe ser escuchada desde un lugar distinto, desde el lugar del hermano, es el lugar de Jesús allí crucificado con los condenados de la tierra. El hermano que se hizo vulnerable a la escucha, resignificando la Palabra y devolviéndola transformada en gesto: dar la Vida por los amigos (Cfr. Jn. 15,13) El sujeto se manifiesta de ¡tantas maneras! Pero fundamentalmente es hablado por la palabra, entonces escuchar es involucrase con la realidad que se nos manifiesta. Mientras reflexionábamos sobre la misericordia, simultáneamente nos hemos encontrado con una serie de sujetos sociales que no tenían el poder de la enunciación. ¿Será que entendimos que ese grito del hermano es crucial, que no podemos permanecer en la intocable indiferencia? ¿cómo intentar algo que pueda remediar el padecimiento?. El dolor es inherente a la condición humana, pero se podría evitar el padecimiento humano para que el dolor no se eternice en el tiempo condenándolos a una vida vacía, sin sueños. Nacimos siendo parte de un sueño, el sueño de Dios. Todo nos dice que el camino para aprender a amar y ser amado, es amando, así también el camino para perdonar y ser perdonado, es perdonando. Y el camino para ser libre es liberando también a otros. Por primera vez vivimos un Año Santo realmente descentralizado. Se podía ganar la indulgencia plenaria en cualquier iglesia del mundo. Desde Bangui en la República Centroafricana, como un importante gesto de Francisco para alentar a la paz, hasta Roma, pasando por Georgia. Quiere decir que este mensaje alcanzó a todos ¡Y hasta los presos pudieron recibir las mismas gracias!, simplemente cruzando el umbral de sus celdas, para los que no tenían la posibilidad de ir a una la capilla. Para celebrar el Jubileo de la Orden Dominica por los 800 años de predicación, Francisco nos concedió la posibilidad de ganar la indulgencia en todas las iglesias y capillas dominicanas. La gracia también llegó silenciosamente para entrar y permanecer en nuestras comunidades y nos ha dicho que nuestra historia es la historia de Dios con nosotros. ¿Nos hemos dejado sorprender por esa Presencia?. Los y las dominicas estamos llamadas/os no sólo a ser una mente que piensa, sino fundamentalmente un corazón que ama, a prolongar en la historia la compasión de Domingo, a entrar en el corazón de la humanidad y decirle a nuestros hermanos que Dios los ama con pasión acompañando y haciéndonos eco del grito allí donde la vida reclama, como bien lo dice la canción de T. Parodi. No hay nada verdaderamente humano que no encuentre eco en el corazón de Dios. Somos herederas/os de tantas gracias! Pero hay una tentación latente de: «Sálvate a ti mismo» (Cfr. Lc.23,37). Es la tentación más terrible, porque sería desdecir la misericordia!. El Señor nos ha regalado un año jubilar que como una antorcha, nos ha dado fuego para templar y encender nuestros corazones, a la vez que ha iluminado los dramas del mundo, dejando en evidencia nuestras propias sombras como también las sombras de la Iglesia. Francisco nos lo recuerda constantemente, clamando al mundo por los miles de hermanos refugiados que siguen muriendo en el Mediterráneo, los pobres y débiles son la carne de Cristo que nos interpela. Que no quede en el silencio la tragedia del hambre, de la guerra, o la explotación de las masas de desheredados y descartados de la Historia. El Misericordioso quiere abrir las puertas y por eso a través de diferentes formas, nos ha llegado el mensaje de acercarnos para que, por las palabras transformadas en gestos, seamos bálsamo sobre las heridas del mundo. No es esta la gracia que hemos recibido de la Misericordia?. Hna Maria del Rosario, Roma Diciembre 2016 Copyright © 2017 Suore Domenicane di Santa Caterina da Siena
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