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LATÍN I Unidad nº 10: El ejército Soluciones a los ejercicios complementarios Traducción del texto latino. Muerto Numa, Tulo Hostilio fue creado rey. Mientras éste reinaba, una guerra surgió entre Albanos y Romanos. Los jefes eran el romano Tulo Hostilio y el albano Metio Fefetio: a éstos les pareció bien que los destinos de uno y otro pueblo fueran encomendados a las manos de unos pocos. Por casualidad en los dos ejércitos había hermanos trillizos: entre los Romanos los trillizos (eran) los Horacios, entre los Albanos los trillizos (eran) los Curiacios. Horacios y Curiacios ni en edad ni en fuerzas eran desiguales. Los reyes acuerdan con los trillizos que cada uno luchará por su patria con las armas: allí estará el mando, donde haya estado la victoria. Nada es rechazado. Los jefes decidieron el momento y el lugar. Y así en ese mismo momento los trillizos toman las armas y avanzan hacia el centro entre los dos ejércitos. Se da la señal y atacan los jóvenes que llevan los ánimos de sus grandes ejércitos. En el primer encuentro resonaron las armas y las refulgentes armas resplandecieron. Un enorme horror sobrecoge a los espectadores. Al instante dos romanos cayeron moribundos pero los tres albanos fueron heridos. A un único Horacio, que estaba por casualidad intacto, acechaban los tres Curiacios. El Horacio, solo pero enfurecido, simuló la huída: quería acercarse a los Curiacios uno por uno. El Horacio corría rápidamente por la llanura; mirando hacia atrás, de repente ve a un Curiacio solo, que distaba no mucho de él. El Horacio se vuelve contra él con gran ímpetu. El ejército albano pide a gritos a los Curiacios que ayuden a su hermano. Pero, abatido el enemigo, ya el Horacio como vencedor buscaba la segunda pelea: el primer Horacio ya estaba muerto. A continuación el Horacio mató al segundo Curiacio, que también estaba sin la ayuda de su hermano. Ya quedaban uno a uno. Ni en esperanza ni en fuerzas semejantes: el cuerpo del Horacio estaba intacto pero su ánimo feroz; sin embargo el Curiacio arrastraba su cuerpo extenuado por las heridas y por la carrera. Aquello ni siquiera fue un combate. El Romano exultante remata al que malamente sostiene sus armas y expolia al que yace muerto. Los romanos que dan voces de alegría reciben al Horacio y lo conducen a su casa. El primero en cabeza iba el Horacio, que llevaba los expolios de los tres hermanos. Sólo su hermana, que estaba prometida a uno de los tres Curiacios, fue la que salió al paso ante su hermano. Visto sobre los hombros de su hermano el manto guerrero de su prometido, que ella misma había hecho, comenzó a llorar y a soltarse sus cabellos. El lamento de su hermana en medio de tanta alegría pública impulsó al feroz joven y, desenvainada la espada, atravesó a su hermana. Un atroz crimen fue esto para los patricios y para el pueblo. El Horacio fue arrastrado hasta el tribunal de justicia y fue condenado ante los jueces. Ya había llegado el lictor. Entonces el padre del Horacio apeló al pueblo: el anciano estaba abrazado al joven y, mostrando los expolios de los Curiacios, solicitaba al pueblo que no le convirtiera en un (anciano) privado de sus hijos. No soportó el pueblo las lágrimas de aquel padre. El pueblo dejó libre al joven, pero por la compasión al padre, no por la justicia de la causa. 1º de Bachillerato Página 1 de 1