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Ramírez 1 Tiffany Ramírez SPA 490 Sra. Karen Martin 24 septiembre 2005 La Malinche: mujer olvidada Cuando uno estudia la historia, las figuras dominantes casi siempre son los hombres. Ellos son los que luchan en batallas, que conquistan nuevos mundos o que sencillamente tuvieron la suerte de nacer en una familia de poder. De vez en cuando, se puede ver mujeres sobresalientes. A veces se sabe de ellas porque son inteligentes, buenas (o malas) o reinas famosas pero hay veces que se sabe de ellas por su papel histórico o porque están rodeadas de mucha controversia. La Malinche—como muchos la conocen—fue una de estas mujeres. Ella fue la intérprete y amante de Hernán Cortés. La Malinche también se conoce por otros nombres menos conocidos por la mayoría de la gente—Malintzin, Malinalli y Doña Marina. Tanto como se conoce a la Malinche por varios nombres, su imagen se puede considerar una mezcla de diferentes aspectos históricos y sociales. Lo difícil de investigar la vida de una mujer como la Malinche es que hay una falta de información histórica y por eso hay que pintar su historia a través de las siguientes interpretaciones: la Malinche histórica, los mitos asociados con ella, su imagen como la traidora y la chingada y finalmente su vindicación por parte de las feministas de hoy—especialmente las chicanas. La primera sección, La Malinche histórica, es una descripción de la mujer como era durante su vida. También es una comparación de la mujer según varias fuentes y cómo estas Ramírez 2 fuentes pintan su vida. Finalmente, incluye los lugares geográficos que hoy tienen el nombre de la Malinche. La Malinche histórica Cuando uno quiere investigar la vida de la Malinche, tal vez sería mejor empezar con Bernal Díaz del Castillo. Bernal Díaz era uno de los soldados que acompañaba a Cortés durante la Conquista de México. Bernal Díaz no es la única fuente que describe a Malinalli, pero como dice Baudot, hay una falta de fuentes seguras (“Malintzin, imágen y discurso de mujer,” 56). Bernal Díaz escribió su obra, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, como una manera de describir lo que verdaderamente pasó durante la Conquista de los culua-mexica (conocidos en la historía como los aztecas, pero prefiero usar el nombre más correcto). Es importante saber que Bernal Díaz conoció personalmente a Doña Marina. Bernal Díaz da importancia a Malinalli y dedica más de una página para dar al lector un poco de su historia (Vol. I, 158-159). Bernal Díaz nos dice que la indígena que fue bautizada como Doña Marina era la hija de un cacique o príncipe de la provincia de Painala. En su versión de la historia, el papá de Malinalli se murió y su mamá volvió a casarse. Cuando nació su medio hermano, su mamá hizo que la llevaran los de Xicalango y fingió su muerte, aprovechándose de que una niña esclava de más o menos la misma edad se murió (Vol. I, 158). En turno, los indios de Xicalango la dieron a los de Tabasco y éstos la dieron a Cortés. Al principio Cortés la dio a Puertocarrero pero ella llegó a servir a Cortés directamente cuando Puertocarrero regresó a España (Vol. I, 155). Un dato interesante es que hay rumores de una niña que acompañaba a Malinalli cuando fue regalada a Cortés. Cuando Lanyon escribe sobre lo que encontró en los anales de las Américas, comenta sobre la Residencia de Cortés y lo que se menciona de la Malinche. Cuando los testigos estuvieron interrogados sobre el conducto de Cortés, una de las preguntas mencionó una tal Ramírez 3 “Mariana” y una hija de ella. Mariana es una versión de Marina que es el nombre español de la Malinche. Lanyon encontró que algunos de los testigos dijeron que la niña con Malinche no era su hija sino su sobrina y hasta que algunos la llamaron Catalina (139-140). Malinalli llegó a Cortés como un tributo—un regalo. Como nos dice Bernal Díaz, los indígenas de Tabasco la dieron a Cortés (158). Ella, junto a otras diecinueve mujeres, fue regalada a Cortés para servir a los soldados. Para Margo Glantz, las mujeres aquí “cumplen un doble servicio, acompañarán al ejército para alimentarlo y funcionarán como camaradas de los oficiales” (“La Malinche: La lengua en la mano,” 93). Afortunadamente para Malinalli, ella era bilingüe y hablaba ambos náhuatl y maya-quiché. Glantz menciona la importancia de su bilingualidad y dice, “Si sólo hubiese cumplido con la doble función antes mencionada, Marina hubiese caído en el anonimato,” (“La Malinche:...,” 94). Esta bilingualidad transformó a Malinalli de una simple esclava en una intérprete que era muy importante para los españoles. Restall tiene una perspectiva de este papel de Malinalli en su vida con Cortés. Glantz dice que ella no solamente era cocinera y camarada de los españoles como las demás esclavas. Restall menciona algo relacionado cuando nota la probabilidad de que ella no se hubiera convertido en la amante de Cortés hasta después de la Conquista de los culua-mexicas. Para Restall, ella era “too valuable to Cortés for him to risk her becoming pregnant” (Seven Myths of the Spanish Conquest, 83). Restall también nota que ella dio a luz a Martín, su hijo con Cortés, diez meses después del sitio de Tenochtitlán, sugiriendo que en ese instante su relación con Cortés era sexual ya cuando su servicio de intérprete no tenía tanta importancia. Pero, ¿cómo llegó Malinalli a ser bilingüe? Es muy interesante ver que ella es normalmente asociada con Jaltipan. Jaltipan no era tradicionalmente de habla náhuatl. Según Lanyon, Jaltipan contenía un elemento náhuatl, pero según los mapas lingüísticos, la lengua de Jaltipan era popoluca que en náhuatl Ramírez 4 significa ‘balbuceo’ (33). Así que no es cien por ciento seguro que Malinalli hubiera aprendido náhuatl en Jaltipan pero es obvio que lo aprendió—aunque en Jaltipan o uno de los lugares donde pasó tiempo como esclava. También fueron sus años de esclava que la enseñaron el quiché porque los indígenas de Tabasco hablaban quiché. Otro aspecto de Malinalli importante en la búsqueda de la mujer histórica es su personalidad y sus características. Bernal Díaz siempre la describe en una luz favorable. Él la describe como una mujer de “buen parecer y entremetida e desenvuelta” (vol. I, 155). Apoya su caso con el encuentro entre ella y su mamá después de su boda con Juan Xaramillo. Bernal Díaz dice que ellos vinieron a ver a Cortés cuando éste estaba en Guacacualco. Cuando llegaron, la madre reconoció a Malinalli y Bernal Díaz dice que las dos se parecían. La mamá y el hermano de Malinalli fueron bautizados como Marta y Lázaro. Según Bernal Díaz, Malinalli perdonó a su mamá diciendo que cuando ella se deshizo de Malinalli no sabía lo que hacía. Hasta que dijo Malinalli que daba las gracias a Dios por haberle quitado de la alabanza de ídolos y que estaba contenta con servir a Cortés (158-159). Bernal Díaz no es el único que la atribuye buenas cualidades. En su libro, Doña Marina, “La Malinche”, Somonte dice que ella “reúne en su persona las más altas cualidades de un ser humano: desinterés, fidelidad, inteligencia, ingenio, instinto político y valor” (1-2). El valor es una de las cualidades más importantes en tiempos de guerra y Bernal Díaz también atribuye esta cualidad a Doña Marina. Lanyon también menciona esta característica de Malinalli. Ella piensa que el valor de Malinalli es evidente porque uno tendría que tener valor para sobrevivir todo lo que Malinalli había vivido en su vida turbulenta (73). Ya se han mencionado las perspectivas de varios pero todavía hay que incluir la perspectiva indígena. Es imporante acordarse de que, en el tiempo de la vida de Malinalli, Ramírez 5 México no era México. Lo que hoy es México era una colección de muchas tribus y grupos indígenas, algunos más poderosos que otros, y había cientos de idiomas. Los dos idiomas más importantes para los españoles fueron el náhuatl y el maya-quiché. Muchos de los grupos indígenas hablaban uno de los dos. También es importante acordarse de que muchos pueblos vivían bajo el control de los culua-mexicas y tenían que pagarles un tributo, con la excepción de los tlaxcalas a quienes los culua-mexicas no pudieron derrotar. Los culua-mexicas tenían muchos enemigos y los tlaxcalas tal vez fueron los más poderosos y también fueron los tlaxcalas quienes fueron los aliados de los españoles. Las fuentes indígenas son dibujos que explican la perspectiva de la gente que los hace. Las colecciones de dibujos de una gente son códices. Lanyon describe la posición de la Malinche en los códices y dice que ella muchas veces está en el centro y parece ser más grande que los hombres a su alrededor (85). No podemos ver detalles de cómo era la verdadera mujer pero los dibujos demuestran su importancia. En una sociedad donde las mujeres no hablan en público, especialmente en situaciones políticas, es interesante ver que ella fue respetada por algunos de los indígenas cuando lo que ella hacía era tabú. También es importante notar que los códices de los enemigos de los culua-mexicas y los códices do los culua-mexicas y sus aliados suelen pintarla de distintas maneras. Brotherston investiga este asunto: Como sería de esperarse, los textos compuestos por los que quedaron leales a Tenochtitlán y la causa mexica dejan entender una desaprobación fuerte del comportamiento de Malintzin y un resentimiento vivo del poder que ejerció con y aun sobre Cortés. Por otro lado, los aliados de Cortés la presentan como señora indígena ejemplar que ya sabe operar y manipular los nuevos valores políticos y religiosos del momento. (21) Ramírez 6 Uno puede ver a través de las diferentes perspectivas indígenas que los pueblos indígenas no estaban unidos. Una de las fuentes hostiles es el Códice florentino. Una escena de este códice demuestra a la Malinche en una azotea y según Brotherston “exhibe una prepotencia notable y a lo mejor chocante para las costumbres locales” (23). Ambos Lanyon (85) y Brotherston (“La Malintzin de los códices,” 27) comentan el hecho de que Malinalli tanto como Cortés reciba regalos de los indígenas según varios de los códices. También es interesante notar que muchos de los códices fueron escritos unas décadas después de la derrota de los culua-mexicas. El códice Florentino contiene la primera mención de una identidad como indígena de México y irónicamente se refiere a Malinalli. Esta referencia es ‘ce cioatl nican titlaca’ que James Lockhart traduce ‘una mujer de nosotros, la gente de aquí.’ Lanyon menciona que algunas traducciones también dicen que la presencia de Malinalli con los españoles “punzó el corazón de Moctezuma” pero que James Lockhart no encuentra lo mismo (Lanyon, 117-118). Lanyon también relata la presencia de Malinalli en algunos poemas del náhuatl. Algunas veces ella aparece como Tonaye malintzin, o ‘Madre Malintzin’ y otras veces como Malia teuccihuatl, o ‘Señora Malia’, pero siempre con palabras de apoyo para los tlaxcalas, (129). Finalmente, la gente importante siempre deja huellas y su nombre vive en la vida de sus hijos y también en los lugares que llevan su nombre. Es interesante ver que en México hay varios lugares que hoy en día tienen el nombre de la Malinche. Cuando Anna Lanyon estaba en México durante su búsqueda de la Malinche ella encontró un arroyo cerca del antiguo sitio de Xicalango y Potonchan. Cuando ella preguntó a una señora el nombre del arroyo, la respuesta fue ‘la Malinche.’ Para Lanyon, esto causó el pensamiento que la Malinche “has been excluded from the ostentatious world of marble and alabaster statues, but she inhabits the more secluded realm of streams and hidden gardens instead” (62). El arroyo no es el único lugar que hoy se Ramírez 7 llama “la Malinche,” también hay una montaña. Está cerca de los volcanes de Popocatepetl e Iztaccihuatl y antes se llamaba “Matlecueye.” Según Somonte, también hay varios otros cerros y montañas que llevan el nombre de Malinche o Malintzin, pero hay una calle en la ciudad de Villahermosa que lleva el nombre de doña Marina (97-99). El hecho de que el nombre de la Malinche se diera a varios lugares en México es importante en la contemplación de la próxima sección. Hay algunos mitos que hoy se asocian con la Malinche. Es importante que estos lugares lleven el nombre de la Malinche porque mantienen vivos a los mitos porque cada lugar tiene su historia y los nombres facilitan el recordar de los mitos regionales. La Malinche y la mitificación En cada cultura, escoger el nombre de un hijo es muy importante y los nombres siempre significan algo para los padres. Los indígenas de México tenían un sistema de nombrar a sus hijos. Los culua-mexicas tenían calendarios religiosos y los sacerdotes tenían la responsabilidad de nombrar a los niños. Malinalli nació el día doce del calendario azteca. Desafortunadamente ese día era uno de mala suerte. Cuando Lanyon relata la información del Códice florentino, dice que, según el códice, “those born beneath its sign would be difficult, unlucky, rebellious, most terrible of all, their children would be torn away from them” (42). Cuando uno piensa en la vida de la Malinche, se puede ver que estos detalles sirven como una buena descripción de su vida. Ella tuvo una niñez muy difícil, hizo lo que era tabú cuando empezó a hablar en público, especialmente en las ocasiones más formales como intérprete. Tal vez lo más importante aquí es ver que el signo predice la pérdida de los hijos. Cortés le quitó a su hijo y lo llevó a vivir con él. Este aspecto del signo de su nacimiento también es importante para la conección que ella tiene después de la Conquista con el mito de la Llorona. Baudot también comenta sobre el orígen del Ramírez 8 nombre de Malinalli. El signo de su día es malin, de ce malinalli, que quiere decir “una hierbatrenzada” que viene del verbo malina que es “torcer algo sobre el muslo.” Baudot describe a este día como “un día con un signo desastroso, nefasto como pocos” (66). Lanyon también escribe que hay una tradición oral que dice que la familia de Malinalli la abandonó por culpa de su nombre. Esto es parte del lado amerindio de la leyenda de la Malinche (41). Es interesante ver que hay una leyenda mexica que se puede asociar con Malinalli. Muchos conocen la historia de Quetzalcóatl pero pocos conocen la historia de Malinalxóchitl. Malinalxóchitl era la hermana de Huitzilopochtli y una de los primeros líderes de los mexicas durante sus años de nómadas. Ella discutió con su hermano y ella y sus seguidores fueron abandonados por Huitzilopochtli. Según la leyenda, ellos fundaron la ciudad de Malinalco en las montañas al suroeste de la valle de Mexico (Townsend, 62). También es importante saber que fue Copil, uno de los descendentes de Malinalxóchitl, que luchó contra los mexicas cuando llegaron a Chapultepec. Copil fue matado y los mexicas tiraron a su corazón sobre el lago y el corazón cayó en el isla donde Tenochtitlán sería fundado después (Townsend, 63). Para Lanyon, este mito tiene mucho en común con la historia de Malinalli. El nombre es muy similar y, como Malinalli, Malinalxóchitl “had been an agent of destruction...[and] instrumental in the founding of a new city” (184). Lanyon también menciona que las historias de las dos hablan del exilio, la disención y la desherencia. Para Lanyon, sería el mito de Malinalxóchitl—o sea la aparición de la Malinche—y no el de Quetzalcóatl (Cortés) que por supuesto le causó desesperación a Motecuzoma (184-185). Fueron los sacerdotes quienes preservaron las leyendas de los indígenas y fueron ellos quienes escojieron la historia que iban a pintar. Lanyon también comenta la razón posible por lo cual los franciscanos no dieran tanta importancia al mito de Malinalxóchitl: Ramírez 9 Like all Meso American goddesses she was far removed from the sanitised virgins of Christian theology, and it is difficult to see what use the Franciscans would have had for such a complex female figure in their teachings. (185) Otra cosa que aparece en cuanto a Malinalli y Malinalxóchitl es el jeroglífico de su nombre. El símbolo originalmente representaba la hierba agitando en el viento pero a veces, para el ojo de uno del siglo XXI, puede parecer un tocado emplumado y a veces la mandíbula que es un símbolo frecuente de Cihuacóatl—“mujer serpiente” (Lanyon, 184). Cihuacóatl no originó con los culua-mexica, pero ella fue una de los dioses que ellos aceptaron en sus creencias cuando entraron al valle de México. Lanyon describe varios de sus rostros y Cihuacóatl puede ser tan espantosa como Coatlicue, llena de valor como Yoacihuatl, y benévola como Quilatzli (180). Ántes de mencionar su conección con el mito de la Llorona, es importante comentar que el hombre que era el director de asuntos internales se llamaba el cihuacóatl. El cihuacóatl casi nunca salió de la ciudad y sirvió como consejero doméstico y juez en asuntos de crímenes y delitos (Townsend, 77). Es importante para la historia de la Malinche porque el cihuacóatl era el hombre pero el nombre es femenino. Townsend también dice que el cihuacóatl se convirtió en un puesto de un estrategista respetado (77). La Malinche no solamente sirvió como intérprete sino también como consejera para Cortés—su función era muy semejante al puesto de cihuacóatl. En romper el tabú cultural y hablar en público como intérprete ella se convirtió en un tipo de cihuacóatl que es muy irónico por ser nombre femenino pero puesto tradicionalmente para hombres. Cihuacóatl la diosa era conocida por caminar durante la noche y llorar y hacer llanto por sus hijos perdidos. Su llanto siempre se interpretaba como un presagio malo (Lanyon, 180-181). Lanyon menciona que los indígenas no dejaron de oírla después de la Conquista pero en vez de Ramírez 10 llamarla Cihuacóatl, le dieron el nombre de “La llorona.” Para Lanyon, esto probablemente sucedió porque la iglesia prohibió el uso de los nombres de los dioses indígenas (181). En cuanto a su conección con los malos presagios, se puede ver en Visión de los vencidos que hay ocho presagios funestos antes de la llegada de los españoles y Cihuacóatl es uno: Sexto presagio funesto: muchas veces se oía: una mujer lloraba; iba gritando por la noche; andaba dando gritos: --¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos! Y a veces decía: --Hijitos míos, ¿a dónde os llevaré? Como explicación de este texto, Leon-Portilla dice, “El texto parece referirse a Cihuacóatl, que gritaba y lloraba por la noche. Es éste uno de los antecedentes de la célebre “llorona” (4). Este pasaje viene del Códice Florentino y Leon-Portilla también presenta otro pasaje que dice más o menos la misma cosa del presagio que viene del Testimonio de Muñoz Camargo (9). Tal vez debemos pensar que la relación de Malinche con este mito empieza durante la Conquista— aunque todavía no al nivel donde está hoy día. Bernal Díaz nos cuenta que, durante el tiempo que Cortés y Malinche estaban en territorios mayas, pasaban rumores en México que los dos estaban muertos. Bernal Díaz dice, “uno dellos...dijo al factor...que estaba malo de espanto porque, yendo una noche pasada cerca de Taltelulco...que vio en el patio que se ardían en vivas llamas el alma de Cortés y de doña Marina...” (v.2, 313). También dice que “andaban en los patios de Tezcuco unas cosas malas, y que decían los indios que era el alma de doña Marina y la de Cortés” (v.2, 313). No es seguro que el mito de la Malinche como la Llorona empezó con lo que estos hombres vieron, pero en algun momento de la historia este mito se asoció con Malinalli. Ramírez 11 Iqual que Lanyon tuvo la idea de que Malinche podría relacionarse con Malinalxóchitl, Kartunnen piensa que Malinalli podría ser un tipo de ixiptla. Kartunnen dice que un ixiptla es un “representante.” Para Kartunnen, el hecho de Cortés también se conocía por el nombre de la Malinche puede mostrar que la Malinche era más que una mujer para los indígenas—puede ser que ella era un ixiptla (294). Durante los festivales de los culua-mexica, una persona representaba a los dioses. Después de la celebración, esa persona fue sacrificada y los sacerdotes llevarían la piel de ese ixiptla. Kartunnen conecta esta idea con la Malinche: Perhaps the Aztecs and their neighbors perceived the Nahuatl-speaking woman as the ixiptla, “representative,” of something behind both her and Cortés, the mouthpiece of some poorly understood and mysterious “Malinche” making itself manifest for the first time in Cemanahuac (the Nahuas’ own name for their world), where no Malinche had ever been known before. (294) Para Kartunnen, esto también puede explicar el valor que Malinalli tuvo en situaciones de terror: un ixiptla tendría que ser sacrificado y una persona realizando el papel tan importante que tenía Malinalli sabría que el viaje final arriba de las escaleras de la pirámide sería inevitable y no sin honor. El ixiptla bueno tenía que vivir cada día realizando su papel a la perfección (294). Otro aspecto del papel de Malinche como figura mítica que se tiene que tomar en cuenta es cómo una persona se puede convertir en mito. Para Margo Glantz, “sólo puede deificarse a alguien excepcional” (“La Malinche: La lengua en la mano,” 103). Esto es muy importante para la historia de la Malinche porque lo que hizo la Malinche fue excepcional: no son todas las personas que puedan servir como intérprete entre dos diferentes culturas y tres diferentes idiomas, dos de los cuales tienen muchos dialectos. Glantz también comenta que “por lo general cuando Ramírez 12 las mujeres descuellan se tiende a deshistorizarlas y a convertirlas en mitos: la deificación es una de las formas de la mitificación” (103). Cuando Lanyon estaba en México buscando a la Malinche, encontró a una mujer de Tlaxcala. La mujer le dijo que Malinche siempre ha sido venerada en esa región y que hay quienes dicen que por eso sus hombres salen de la región y van al norte. Ellos atribuyen esa maldición con la Malinche porque representa la atracción por lo extranjero que se asocia con Malinche (99). La próxima idea explora la perspectiva de la Malinche que la asocia con el amor de lo extranjero y la perspectiva de Malinche como una traidora y la “Chingada.” La Malinche—traidora y chingada Tal vez lo mejor aquí sería empezar con El laberinto de la soledad escrito por Octavio Paz. Paz dedica un capítulo entero a lo que él llama “Los hijos de la Malinche.” En México, hay una expresión diferente de todas las expresiones de conotación semejante de otros países. Esta expresión es “hijo de la Chingada” y todas las versiones de la palabra “chingar.” Para Octavio Paz Malinche es “la Chingada en persona” (110). Ella la es porque la Chingada, según Paz, es: Ante todo, es la Madre. No una Madre de carne y hueso, sino una figura mítica. La Chingada es una de las representaciones mexicanas de la Maternidad, como la Llorona o la “sufrida madre” mexicana que ha sufrido, metafórica o realmente, la acción corrosiva e infamante implícita en el verbo que le da nombre. (98) De todo lo que se sabe de la imagen y la vida de la Malinche es fácil ver que Paz tiene razón. La Malinche se asocia con la Llorona y la madre que pierde a sus hijos. Ella perdió a sus hijos en la vida real—Martín porque Cortés se lo quitó, y María porque Malinche murió poco después de que María nació. Ella también se conoce como la madre del mestizo que la asocia con la Maternidad. Para Paz, “Doña Marina se ha convertido en una figura que representa a las indias, Ramírez 13 fascinadas, violadas o seducidas por los españoles” (110). Paz compara el rencor que un niño guarda y su falta de perdón a la madre que lo deja en búsqueda de su padre con el hecho de que los mexicanos no perdonan la traición de la Malinche porque ella “encarna lo abierto, lo chingado, frente a nuestros indios, estoicos, impasibles y cerrados” (110). Para los mexicanos, la Malinche representa las violaciones de los españoles en la Conquista. Los mexicanos quieren olvidar esa parte de su pasado y alejarse de todo lo español y todo lo que representa los hechos de los españoles en México. Paz comenta sobre lo que el mexicano logra en repudiar a la Malinche: Al repudiar a la Malinche—Eva mexicana, según la representa José Clemente Orozco en su mural de la Escuela Nacional Preparatoria—el mexicano rompe sus ligas con el pasado, reniega de su origen y se adentra sólo en la vida histórica. (111) Esa vida histórica es lo que buscaban los políticos del movimiento nacionalista a principios del siglo XIX. Es interesante ver que fueron los hombres del siglo XIX que pusieron el título de traidora junto al nombre de la Malinche. En “Rethinking Malinche,” Kartunnen investiga la construcción de la Malinche. Cuando los hombres del siglo XIX querían establecer una identidad nacional, “a scapegoat was needed for three centuries of colonial rule, and one was easily found in Doña Marina” (Kartunnen, 297). Kartunnen no es la única que dice que Malinche se convirtió en traidora cuando México tuvo un movimiento nacionalista. Para Lanyon, es normal que los países construyen y reconstruyen sus héroes y villanos durante los movimientos nacionalistas (188). Ella también dice que, en el caso de Malinche, es muy paradójico y extraño porque no fueron los mestizos y los indígenas quienes la culparon sino los criollos. Esto es irónico porque los criollos no la oían llorar durante la noche y no participaron en los bailes de la Malinche. Para Lanyon, es Ramírez 14 entendible que ellos querían librarse del gobierno de España pero eran completamente españoles en su orientación cultural (188-189). Un ejemplo que Lanyon incluye en su discusión de la actitud de los mexicanos (criollos) durante el periodo de nacionalismo es el discurso de Ignacio Ramírez durante una ceremonia para conmemorar la independencia de México en 1821. Según Lanyon, en el discurso de Ramírez, la Malinche se convierte en la Eva mexicana que tenía la culpa por la derrota de los culua-mexicas. Los mexicanos querían legitimar su independencia a través de un linaje antiguo diferente del linaje español y lo encontraron con los culua-mexicas. Lanyon describe el proceso de echar la culpa a Malinche: This then was how Malinche’s reinvention as a traitor came about—through this sad distortion of the Mexican past. She had been an enemy of the Culua-Mexica. It followed therefore that she was also an enemy of the new nation of Mexico. (190). La distorsión aquí es de la historia. Los hombres del movimiento nacionalista querían un pasado de orgullo pero no tomaron en cuenta, o no les importaba, que el pasado precolombiano no era un pasado de tribus indígenas unidas pero de diferentes grupos luchando por control. Lanyon también atribuye el hecho de que Ramírez culpa a la Malinche a que ella era mujer. Lanyon dice que Ramírez exclama en su discurso que todas las naciones pueden atribuir su derrota a una mujer (189-190). Sandra Messinger Cypess hace una investigación muy extensa de la representación de la Malinche en la literatura. Según Cypess, los mexicanos después de la independencia empezaron a cambiar los símbolos y perspectivas de los españoles. Si los mexicanos querían control de la tierra entonces tenían que dominar las imágenes formadas dentro de un contexto español. Así que la imagen de Malinche cambió porque muchas de sus cualidades que se veían positivas para Ramírez 15 los españoles eran negativas para los mexicanos (9). Cypess menciona la imagen de la Malinche que Bernal Díaz ofrece que compara a la Malinche con Josef de la Biblia. Cypess también dice: From the feminine version of the biblical Joseph, then, La Malinche becomes in the works of the postindependence period both the snake and the Mexican Eve, the traitor and temptress, the rationalization for the Amerindian failure to overcome the Europeans. (9) Una de las obras que Cypess describe y investiga para observar esta perspectiva es Xicoténcatl. Esta obra fue publicada en Philadelphia y es de autor anónimo. Según Cypess, es una de las primeras novelas conocidas que se trata de los eventos de la conquista (10). El autor de Xicoténcatl utiliza varios métodos para representar a Malinche en una luz negativa. El narrador de la novela solamente refiere a la Malinche como Marina, su nombre español, pero la otra mujer indígena de la novela tiene un nombre amerindio que, según Cypess, es la manera de usar a Malinche como la representación de la indígena que es europeizada (44). Otra obra donde Malinche luzca negativamente es Los mártires del Anáhuac por Eligio Ancona, escrito en 1870. En esta obra, “the only evil woman, the only one associated with betrayal, is Marina, ‘she who sells her brothers’” (Cypess, 61). Ancona invierte la representación de Malinche en la obra de Bernal Díaz donde ella aparece como Josef. En esta obra ella es la que vende a sus hermanos y eso la hace la figura activa en vez de la figura inactiva (Cypess, 61). En la obra de Adelaida del Castillo, hay otra obra que implica la culpa de la Malinche y las mujeres. Ella dice que, en su obra Tiempo mexicano, Carlos Fuentes dice que Malinche “genera la traición y la corrupción en la mujer” y esto para del Castillo quiere decir que las mexicanas no solamente tienen que combatir con el pecado de Eva sino también con el pecado Ramírez 16 de la Malinche (140). Ella dice que Fuentes está hablando metafóricamente pero sus palabras representan que hay una actitud condescendiente y desdeñosa a las mujeres. La próxima sección describe la reacción a las ideas de esta sección. Hay gente hoy día que defiende a la Malinche y muchas de esas personas son chicanas. La mayoría de estas chicanas son feministas y defienden a la Malinche por ser otro ejemplo de las ideas machistas de los hombres que culpan a las mujeres. Vindicación de la Malinche Como intérprete para Cortés, Marina tuvo una posición de poder. A través de ella pasaron muchas conversaciones muy importantes. Ella podía interpretar de una manera que le convenía pero ella usó su posición para el bien de todos. Zinam y Molina escriben: With such radical demands put upon them Marina’s presence and convincing explanations unquestionably softened the blow and most likely warded off many violent reactions on the part of the Indians who were fearful of displeasing their gods. (6) Aquí, Zinam y Molina hablan de como fue Marina quien escuchó a las quejas y preguntas de los indios y fue ella quien les explicó quiénes eran los españoles. Sin ella, los indígenas habrían sido muy confusos y muy ofendidos en muchas ocasiones. No solamente evitó mucha confusión por parte de los indígenas sino también por parte de los españoles. En varias ocasiones su inteligencia redujo la posibilidad de equivocaciones y traición con todas sus consequencias trágicas (Zinam y Molina, 4). Ella entendía la cultura azteca y podía explicar muchas cosas que sin ella parecerían muy extrañas a los españoles. La conquista habría sido un tiempo de gran confusión y conflictos causados por el mal entendimiento si no fuera por su conocimiento de las dos culturas. Zinam y Molina relatan esto cuando dicen, “Without her ameliorating influence the losses on both sides due to mistrust and misunderstanding would have been much greater” (8). Ramírez 17 Si ella realmente fuera una traidora no habría puesto tanto esfuerzo en evitar el mal entendimiento de los dos lados. Ella hizo mucho para evitar la confusión de los dos lados y ayudar a la gente, tanto la gente indígena como la gente española, y también tuvo características muy buenas según varias personas, incluso Bernal Díaz, pero también hay otras explicaciones para defenderla y apoyar la idea de que la conquista no fue su culpa. Decir que una sola persona tiene la culpa por un evento de gran magnitud, especialmente una mujer, es rídiculo. Siempre cuando alguien pierde, quiere echar la culpa a los demás. En este caso, muchos dicen que Marina fue culpable y que es una gran traidora. Zinam y Molina piensan que es importante recordar que “indigenous Indians, not their women, lost the war, and it was their chieftains who were giving their women to the conquerors as concubines and slaves” (11). Marina no pudo controlar su destino porque en el tiempo de la conquista las mujeres no tenían derechos. Ella fue regalada a Cortés porque los caciques indígenas querían complacer a los españoles, no por su propia voluntad. Las dos culturas eran muy masculinas y Cypess atribuye el pensamiento que Marina tuvo la culpa a este machismo. Cuando escribe de la perspectiva de autoras mexicanas y chicanas, ella dice que “...the use of Malinche as a scapegoat figure can be interpreted as an effort to sustain male power by treating women as sexual objects and inferior moral entities” (13). Aunque esta idea parece muy feminista, hay defenses de Marina que se basan en la situación social y económica del tiempo. Ambos lados en la conquista tenían ventajas: los aztecas—sus números, conocimientos del terreno, adaptabilidad a su ambiente nativo, recursos seguros y el heroísmo que tuvieron en defender a su tierra; y los españoles—ventaja militar, causas políticas, causas biológicas, conflictos religiosos y la competencia de Doña Marina (Zinam y Molina, 5). Marina sí era una ventaja al lado de los españoles pero no fue la única ni la Ramírez 18 más poderosa. Parte de la superioridad militar que tenían los españoles fue sus alianza con varios tribus indígenas. Según Zinam y Molina: The desire of oppressed indigenous tribes to be liberated from the tyranny of the Aztec empire and prophecies of doom in Aztec mythology were powerful forces which made the conquest possible, not solely Marina’s work as Cortés’s interpreter” (13). Cypess indica esto de una manera diferente cuando ella dice que “the popular view that La Malinche’s actions caused the downfall of the Aztec nation is not supported by the sociopolitical conditions at the time of the conquest…” (14). Luego, Cypess señala que hay dos factores que formaban una parte importante en prevenir que los aztecas utilizaron completamente sus ventajas. Estos factores fueron sus prácticas comunicativas y las enfermedades, como la viruela, que los españoles trajeron consigo (19). Los aztecas estaban muriendo de viruela en grandes números. Los españoles ya no estaban afectados por esta enfermedad y esto produjo una gran ventaja para los conquistadores. Es absurdo decir que la culpa fue de Marina cuando los aztecas tuvieron que luchar contra los españoles, sus enemigos indígenas y enfermedades mortales. Otro argumento de su vindicación dice que la Malinche no pudo haber traicionado a la nación mexicana porque no había una nación unida bajo los culua-mexica en esa época. La Malinche no era culua-mexica. Ella no tenía ninguna lealtad a ellos antes de la conquista; además, la gente de México no era unida bajo un solo gobierno. No habia palabra para los “mexicanos” porque todos eran de tribus y pueblos distintos y se distinguieron entre si. Lanyon investiga el trabajo de James Lockhart y ella dice que Lockhart no encuentra una expresión de una conciencia colectiva de los indígenas hasta unos cuarenta años después de la conquista en el doceno libro del Códice florentino (106). La expresión que se encuentra allí es ‘nican tlaca’ o ‘gente de aquí.’ La primera vez que aparece es en referencia a la Malinche y dice ‘Ce cioatl Ramírez 19 nican titlaca’ o ‘una mujer de nosotros, la gente de aquí.’ Lanyon también comenta que esto es cuando también empiezan a ver los españoles en una manera distinta que veen a ellos mismos (106). Ella no fue la única indígena de servir a los españoles o luchar con ellos. La gente de México no era unida y los culua-mexicas tenían muchos enemigos. Los tlaxcalas y los huejotzingas también lucharon junto a los españoles contra los culua-mexicas. Ellos no tenían lealtad a los culua-mexicas y sus acciones no fueron traicionantes (Lanyon, 104). Otro defensor de la Malinche es Mariano Somonte, uno de los pocos escritores masculinos que la defiende. Somonte dedica todo un capítulo a la defensa de Malinalli. Él dice: Doña Marina no traicionó a los mexicanos. México no existía como tal, al modo como hoy existe. Los que vivían en la gran Tenochtitlan tenían sometidos por la fuerza a multitud de pueblos, que no usaban su lengua, ni eran de su raza. En aquel régimen dictatorial que presidía Moctezuma II, los pueblos que integraban el Imperio no estaban unidos ni política ni constitucionalmente. Los hombres vivían separados, odiándose unos a otros y temiéndose. (131) Adelaida del Castillo reitera lo que Somonte dice: “...when Doña Marina is accused of being ‘una traidora a la patria,’ one wrongly assumes that there was a ‘patria’” (131). Ella también menciona que había muchas naciones indígenas que siempre intentaban rebelarse para ganar la independencia que habían tenido antes de los culua-mexicas. Otro aspecto muy importante que ella menciona es que los culua-mexicas desarrollaron su propia derrota cuando sometieron a los mismos indígenas que luego se unieron para causar su derrota (131-132). Dos de estos grupos, los tlaxcalas y los huejotzingas, fueron una ventaja muy grande para los españoles. Ellos conocieron al terreno igual que los aztecas y su apoyo era crucial para la victoria de los españoles. Ramírez 20 La Malinche fue una de las pocas mujeres históricas cuyo nombre sobrevivió el pasado del tiempo. Ella no era reconocida por todo el mundo mientras vivía pero tenía un papel importante en la conquista de la Nueva España. Su caso es diferente en que si no fuera por su habilidad de intérprete, ella habría sido una esclava regalada a los españoles cuyo nombre nadie sabe. Matthew Restall dice que “Malinche herself would have been completely lost to the siroccos of history were it not for her speech; her historical identity is based upon what she said” (86). Restall tiene razón y el papel de la Malinche es lo que le da importancia histórica pero ella también era ser humano. Es fácil olvidar que ella sí vivía y que no es solamente una figura de la historia que muchas veces no parece real para la gente de hoy. Ella vivía igual que nosotros y su vida estaba llena de dificultades. Ella murió muy joven pero durante su vida alcanzó un lugar especial en la historia que siempre ha sido muy difícil de lograr para las mujeres. Ella era esclava, amante, intérprete, esposa y madre, pero sobre todo era mujer. Ella era una mujer que fue separada de su familia cuando era niña, que vivió como esclava para los indígenas y para los españoles, que sirvió como intérprete en una sociedad muy masculina, y que murió casada y con dos hijos. Después de todo esto fue convertida en un mito en su asociación con la Llorona y fue llamada traidora por los mexicanos del siglo XIX. Hoy en día, todavía hay gente que la ve como la traidora de México, pero también hay la gente—especialmente las chicanas feministas—que la defienden. Ramírez 21 Bibliografía Baudot, Georges. “Malintzin, imagen y discurso de mujer en el primer México virreinal.” en La Malinche, sus padres y sus hijos. Ed. Glantz, Margo. Taurus: México, 2001. Brotherston, Gordon. “La Malintzin de los codices.” en La Malinche, sus padres y sus hijos. Ed. Glantz, Margo. Taurus: México, 2001. Cypess, Sandra Messinger. La Malinche in Mexican Literature: From History to Myth. University of Texas Press: Autstin, 1991. Del Castillo, Adelaida. “Malintzin Tenépal: A Preliminary Look into a New Perspective.” en Essays on la mujer. Ed. Sánchez, Rosaura y Rosa Martinez Cruz. University of California: Los Angeles, 1977. Díaz del Castillo, Bernal. La historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Vol. 1 & 2. Historia 16: Madrid, 1985. Glantz, Margo. “La Malinche: la lengua en la mano.” en La Malinche: sus padres y sus hijos. Ed. Glantz, Margo. Taurus: México, 2001. Kartunnen, Frances. “Rethinking Malinche.” en Indian Women of Early Mexico. Ed. Schroeder, Susan et al. University of Oklahoma Press: Norman, 1997. Lanyon, Anna. Malinche’s Conquest. Allen & Unwin: Australia, 1999. León-Portilla, Miguel. Visión de los vencidos. Universidad Nacional Autónoma de México: México, 1976. Paz, Octavio. El laberinto de la soledad y otras obras. Penguin: Nueva York, 1997. Restall, Matthew. Seven Myths of the Spanish Conquest. Oxford University Press: Nueva York, 2003. Somonte, Mariano. Doña Marina, “La Malinche.” Edimex: México, 1969.