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Diferencias individuales en el perfil lingüístico-comunicativo de individuos con TEA de alto
funcionamiento. Implicaciones de los problemas conductuales y emocionales asociados.
Mariela Reschesa, Rocío Martínez-Regueirob, Lorena Gómez-Guerreroc, Sonia Gómezd, Ángel
Carracedoc, Montse Fernández-Prietoe
a
Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación, Universidad de Santiago de Compostela,
b
Grupo de genética de enfermedades neurológicas, Instituto de Investigación Sanitaria (IDIS),
Santiago de Compostela, c Grupo de Medicina Xenómica, Fundación Pública Galega de Medicina
Xenómica- SERGAS, Santiago de Compostela, dPsicóloga Clínica, Santiago de Compostela. eFundación
Pública Galega de Medicina Xenómica, CIBERER-IDIS. Fundación Ramón Domínguez, España.
[email protected]
Los Trastornos del Espectro Autista (TEA) comprenden un conjunto heterogéneo de trastornos
neuroevolutivos que se caracterizan por la presencia de alteraciones significativas en la
comunicación verbal y no verbal, la interacción social y la flexibilidad de la conducta (APA, 2013).
A pesar de su reciente acepción en los manuales de consenso (i.e. DSM V), la noción de “espectro
autista” como constructo dimensional que engloba presentaciones clínicas de diferente nivel de
gravedad no es nueva en la literatura (Wing, 1988; Lord & Risi, 2000). Desde hace ya varias décadas,
numerosos autores han defendido la naturaleza heterogénea y evolutivamente cambiante de la
condición autista, junto a las dificultades teóricas y prácticas derivadas del intento de establecer
categorías diagnósticas diferenciadas. No obstante ello, la identificación de una serie de
“especificadores” como la edad de aparición de los síntomas, el sexo, el perfil lingüístico y
neurocognitivo o la presencia de ciertas comorbilidades continúa siendo una necesidad, ya que
permitiría delimitar “subgrupos” dentro del espectro (Lai, Lombardo, Chakrabarti & Baron-Cohen,
2013).
Uno de los argumentos a favor de esta necesidad es la singularidad observada en el perfil
lingüístico-comunicativo de individuos con TEA de alto funcionamiento, caracterizado por
importantes alteraciones pragmáticas junto a un desempeño normativo en aspectos léxicos y
morfosintácticos (Norbury, Nash, Baird & Bishop 2004; Geurts & Embrechts, 2008). Por su parte,
otro de los especificadores relevantes en TEA de alto funcionamiento podría ser el tipo de
comorbilidades asociadas. Existen evidencias en la literatura que señalan que las personas ubicadas
en el extremo leve del espectro presentarían mayor incidencia de ciertos problemas conductuales y
emocionales (ej. ansiedad, depresión, problemas atencionales o comportamientos disruptivos)
(Schroeder, Weiss & Bebko, 2011; Mazefsky, Anderson, Conner & Minshew, 2011; Weisbrot,
Gadow, DeVincent, & Pomeroy, 2005). Poco se sabe, sin embargo, acerca de la posible interacción
entre estas características y las diferencias individuales en otros ámbitos, como las habilidades
comunicativo-lingüísticas (Geurts & Embrechts, 2008).
El presente trabajo tiene por objeto describir el perfil lingüístico-comunicativo de un grupo de
individuos con TEA de alto funcionamiento (N=22; Edad media=10,3 DT=2,5) comparándolo con un
grupo normativo de edades similares (Mendoza y Garzón, 2012). Por otra parte, se propone analizar
el impacto de los problemas conductuales y emocionales sobre el grado de afectación lingüística y
comunicativa observada. Con estos propósitos, se ha aplicado: el Children´s Communication
Checklist-2 (Bishop, 2003, versión española de Mendoza y Garzón, 2012), para la determinación del
perfil lingüístico y comunicativo; el Child Behavior Checklist (Achenbach & Rescorla, 2001), para la
identificación del perfil de problemas conductuales y emocionales; y el Social Communication
Questionaire, A y B (Rutter et al, 2005) para la evaluación de la severidad de la sintomatología
autista pasada y presente.
Los resultados muestran, en línea con estudios previos, un perfil lingüístico-comunicativo
heterogéneo, con menor afectación en los aspectos estructurales del lenguaje, frente a profundas
alteraciones en dimensiones relativas a habilidades pragmáticas y semánticas. Sin embargo, dicho
perfil lingüístico-comunicativo se ha visto influenciado por el tipo de problemas conductuales y
emocionales encontrados. Mientras que la incidencia de Problemas Internalizantes no pareció influir
sobre el nivel de afectación comunicativa, en aquellos sujetos en los que predominaron Problemas
Externalizantes se advirtieron mayores dificultades en todas las dimensiones comunicativas
evaluadas, aunque especialmente en aquellas referidas a habilidades pragmáticas. Junto a ello, se
observó un efecto especialmente importante de los problemas de atención sobre las variables
lingüísticas y no lingüísticas medidas por el CCC-2. En todos los casos, estas relaciones fueron
independientes de la edad y el CI.
Estos datos sugieren la necesidad de analizar más en detalle ciertos especificadores, como el perfil
de comorbilidades, que permitan sistematizar la heterogeneidad clínica existente dentro del
espectro, lo cual podría tener consecuencias relevantes tanto para la investigación como para la
práctica clínica.
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