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TEMA 10 : KANT. EL IDEALISMO TRASCENDENTAL INTRODUCCIÓN 1.- EL CONCOCIMIENTO 1.1. LA SUPERACIÓN DEL EMPIRISMO Y EL RACIONALISMO 1.2. EL PROBLEMA DE LA METAFÍSICA Y EL GIRO COPERNICANO 1.3. CONDICIONES A PRIORI DE LA SENSIBILIDAD 1.4. EL PAPEL DEL ENTENDIMIENTO. LAS CATEGORÍAS 1.5. LA FUNCIÓN Y LÍMITES DE LA RAZÓN 2.- LA ÉTICA FORMAL 2.1 EL USO TEÓRICO Y EL USO PRÁCTICO DE LA RAZÓN 2.2 LA CRÍTICA A LAS ÉTICAS MATERIALES 2.3 EL FORMALISMO MORAL 2.4 LOS POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA 82 INTRODUCCIÓN Vida y obra. contexto Kant nace en Konigsberg (Prusia oriental) en 1724 y muere en la misma ciudad en 1804. Su vida fue poco llamativa, es una persona reservada y minuciosa en sus hábitos. No salió de su ciudad natal, donde estudió y acabó siendo catedrático de Lógica y Metafísica. Resulta increíble su amplitud de sus conocimientos: dio clases de matemáticas, física, lógica, metafísica, derecho, moral, estética, teología, geografía y antropología. Educado por su madre en el pietismo moral, corriente bastante puritana y rigurosa; insiste en el valor de los sentimientos religiosos frente a los dogmas y a la institución eclesiástica. Kant recibió una formación racionalista y especulativa (Leibniz, Wolff), pero su héroe intelectual, en el plano del conocimiento, es Newton. Igual que, en el terreno moral y político era admirador de Rousseau. Como buen ilustrado, se entusiasmó ante la Revolución Francesa y era un defensor absoluto de la tolerancia y la libertad de pensamiento. La obra y el pensamiento de Kant es difícil y utiliza un lenguaje riguroso pero nada pedagógico; se suele dividir en dos períodos: Periodo precrítico: hasta 1970, imbuido por las doctrinas y la metafísica racionalistas y por cuestiones científicas:"Historia de la Naturaleza y teoría de los cielos", formación del mundo de una nebulosa."El único argumento posible para una demostración de la existencia de Dios", la metafísica como un abismo sin fondo."Sueños de un visionario aclarados con los sueños de la metafísica", sobre si la metafísica es más científica que las ideas del visionario sueco Swedenborg. "Disertación de la forma y principios del mundo sensible e inteligible", aquí esboza las líneas básicas de su filosofía madura. Período crítico: (En torno a 1770 ): etapa de madurez y pensamiento propio, lentamente elaborado. Hume le había despertado de su "sueño dogmático". Crítica de la Razón Pura", expone el proceso del conocimiento y sus límites. Rechaza la metafísica. Obras éticas: "Fundamentación de la metafísica de las costumbres", busca la base de la moral."Crítica de la Razón Práctica", el uso práctico (es decir, ético) de la razón y sus principios."Crítica del juicio", sobre estética."La religión dentro de los límites de la mera razón" le valió la censura del régimen. El proyecto kantiano y el ideal de la Ilustración La filosofía de Kant hay que entenderla en el contexto de la Ilustración. Ésta es para él, el empeño por parte del hombre de valerse de la propia razón, sin aceptar la autoridad de otros. Pensar por uno mismo, sin tutores. Salir de la minoría de edad autoculpable en que está sumida la humanidad (somos responsables por miedo o pereza, es más cómodo que piensen otros y no enfrentarse a la opresión política o religiosa) . Sapere aude ! (atrévete a pensar) será el lema de la Ilustración. Kant se propone como tarea fundamental realizar una Crítica de la razón, un examen de la razón que analice sus posibilidades y limitaciones y resuelva de una vez por todas el conflicto existente entre el racionalismo y el empirismo; una crítica que habrá de hacerse desde la propia razón, único juez válido. Esta crítica de la razón tiene también un interés practico dado que viene exigida por la necesidad que tiene el hombre de su tiempo de clarificarse sobre lo que es y sobre sus últimos fines e intereses. El proyecto filosófico kantiano es de grandes dimensiones dado que abarca todos los campos. Kant se siente igualmente atraído por las cuestiones científicas y del conocimiento teórico, como por cuestiones de tipo moral, práctico. Él mismo resume los temas de su filosofía en tres grandes preguntas: 1ª. ¿Qué puedo conocer? Es decir, los límites y principios del conocimiento. 83 2ª. ¿Qué debo hacer? Los principios de la acción moral y la libertad humana. 3ª. ¿Qué me cabe esperar? El destino último del hombre, los asuntos religiosos. Estas tres preguntas, dice Kant, no están desconectadas entre sí, sino que se engloban todas ellas en una pregunta final: ¿QUÉ ES EL HOMBRE? La filosofía debe relacionar todos nuestros conocimientos y encaminarlos hacia el fin último: el propio ser humano. 1.- EL CONOCIMIENTO 1.1 LA SUPERACIÓN DEL RACIONALISMO Y EL EMPIRISMO Dos eran las posiciones contrapuestas sobre el conocimiento: el racionalismo y el empirismo. Kant, educado en el racionalismo de Leibniz, pero “despertado de ese sueño dogmático” por la lectura de Hume, pretende superar esas dos posturas, tomando de cada una lo que pueda aportar al conocimiento y abandonando su extremismo. El racionalismo cartesiano defendía que todo el conocimiento puede desarrollarse con la sola luz de la razón, a priori, sin recurrir a la experiencia, por el método deductivo y a partir de unas supuestas ideas innatas. Según el empirismo, todo el conocimiento debe partir de la experiencia, de nuestros sentidos, y mantenerse dentro de estos límites. Es, por tanto, un conocimiento a posteriori, no existen ideas innatas, y se utiliza el método inductivo. La crítica empirista (Locke y, sobre todo, Hume) demostraba que los racionalistas utilizaban conceptos metafísicos (sustancia, esencia, alma, Dios) que están vacíos de sentido, pues no corresponden a ninguna impresión sensible. Critican esta ACTITUD DOGMATICA (y Kant también) que consiste en tener una fe desmedida en las ideas como si directamente se correspondieran con la realidad y sin examinar el origen, los límites y la legitimidad de los propios conocimientos. Pero el empirismo, llevado a su extrema coherencia, conduce a la ACTITUD ESCÉPTICA que Kant rechaza también: es imposible alcanzar un conocimiento objetivo sobre la realidad y se despacha de un plumazo los temas metafísicos. Kant huye de los extremos y busca una síntesis: ni los sentidos ni la razón pueden producir conocimientos si trabajan aisladamente: “Aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso todo él procede de la experiencia”. Para Kant, cuando percibimos un objeto, el sujeto interviene, aporta algo. Frente al empirismo, nuestra mente no es una hoja en blanco, en donde sólo se encuentra lo que nos llega del exterior por los sentidos (para Kant, como veremos, el espacio y el tiempo son dos parámetros que no vienen de los sentidos sino que ponemos nosotros al percibir). La experiencia sensible no es absolutamente pasiva, sino que el entendimiento moldea, de forma activa, dando forma a lo que recibe por los sentidos (la hoja está ya cuadriculada). A la vez, en contra del racionalismo, el entendimiento no puede ni debe trabajar por sí solo, sin tomar los datos de la experiencia, pues entonces, sólo producirá conceptos vacíos. De acuerdo con los empiristas, la razón no debe ir más allá de los límites de lo que nuestros sentidos nos permiten percibir. Como veremos, Kant afirma que el sujeto aporta la forma del conocimiento, mientras que de fuera nos llegan los contenidos, la materia del conocimiento. Así, para Kant, nuestros conocimientos se componen de materia y forma. La materia es aportada por la SENSIBILIDAD. La materia es lo dado al sujeto. Y la forma es lo puesto por nuestro propio ENTENDIMIENTO. En definitiva, el conocimiento, según Kant, va a quedar limitado a los fenómenos de experiencia. Y todo el saber que obtenemos de ellos, proviene tanto de la información que nos proporcionan nuestros sentidos como de las estructuras y categorías que aporta el sujeto y que dan sentido a dicha información. Kant sostiene que efectivamente podemos pensar en algo existente más allá de los fenómenos (el noúmeno- la cosa en sí, lo llama él) pero, no obstante, ello no quiere decir que podamos conocerlo teóricamente. Con todo, como veremos más adelante, para justificar la libertad y la moralidad, a Kant no le va a quedar más remedio que 84 admitir la existencia de dicha realidad que se haya más allá de los fenómenos y que resulta inalcanzable para el entendimiento humano. 1.2 EL PROBLEMA DEL METAFÍSICA Y EL “GIRO COPERNICANO” Señala Kant un hecho: algunas disciplinas parecen haber alcanzado el camino seguro de la ciencia, y en ellas se observan tres cualidades: el uso de una metodología apropiada, progresan efectivamente y se da un acuerdo básico entre sus expertos. La Lógica, ya en tiempos de Aristóteles adquirió ese camino seguro. La Matemática y la Física tras cambiar su metodología, lo consiguieron también. Pero la Metafísica continúa siendo un "campo de batalla" en el que no se produce ni acuerdo ni progreso. Se impone la necesidad de acometer un cambio, una revolución en su método de conocimiento (similar al realizado en la física). Esto es, una nueva forma de enfrentarse al tema del conocimiento: miremos si no son los objetos los que deben determinar al sujeto que conoce, sino el sujeto el que condiciona a priori la forma en que conocemos esos objetos. En palabras del propio Kant: "que sólo conocemos a priori de las cosas lo que nosotros mismos ponemos en ellas". Esta revolución metodológica se conoce como el GIRO COPERNICANO, pues Copérnico, para cambiar la perspectiva del universo, tuvo que mirarlo desde un sujeto en movimiento. El racionalismo como el empirismo se equivocan en el planteamiento del problema: pensaron que es el sujeto el que debe adaptarse a las cosas, sea por medio de la razón o por medio de los sentidos. Con este realismo ingenuo, no alcanzaron una solución completa al problema del conocimiento. 1.3 CONDICIONES A PRIORI DE LA SENSIBILIDAD En la Estética Transcendental (parte de la Crítica de la Razón Pura –CPR-) Kant afirma que, además de los sentidos, para percibir los objetos exteriores necesitamos contar ya con dos condiciones o capacidades trascendentales: el espacio y el tiempo. Espacio y tiempo no nos vienen de fueran, no son impresiones sensibles particulares sino el 'modo' en que percibimos y ordenamos todas las impresiones. Por eso, Kant los llama “formas a priori de la sensibilidad” o “intuiciones puras”. Si el espacio fuera una propiedad o un elemento del mundo podríamos preguntarnos: ¿Dónde está el espacio? ¿Cuánto mide? Pero el espacio no es un objeto concreto, sino el 'dónde', la cuadrícula o coordenadas que necesitamos para organizar los objetos percibidos. De hecho, no podemos representarnos los objetos fuera del espacio, pero sí un espacio vacío, sin objetos. En conclusión, nuestra percepción sensible es resultado de dos elementos: la materia, que es lo dado por los sentidos (colores, tamaños, sonidos, etc.); y la forma, puesta por el sujeto para organizarlas: espacio y tiempo. En cada momento, nos bombardean multitud de impresiones sensibles que formarían un caos en nuestra mente si el sujeto no las ordenara, en el espacio y en el tiempo. Esto supone dos consecuencias muy originales respecto a la manera de concebir el conocimiento de la filosofía anterior a Kant: a) La idealidad del espacio y el tiempo, como propiedades no de los objetos, del mundo, sino del sujeto que percibe. Rompe el realismo ingenuo. b) La experiencia no procede íntegramente del exterior, ni puede identificarse sin más con las sensaciones (múltiples y caóticas): lo que percibimos son "fenómenos", cuando unimos lo recibido de fuera (materia) y lo que ponemos (forma). 1.4 EL PAPEL DEL ENTENDIMIENTO: LAS CATEGORÍAS El conocimiento comienza con la experiencia sensible, pero es necesario, además, comprender los fenómenos que hemos percibido. Porque los sentidos no piensan, la sensibilidad se limita a recoger la multitud de sensaciones y ordenarlas en el espacio y el tiempo. Para entenderlas, necesitamos un concepto al que referir aquellas impresiones sensibles. De esta forma, el conocimiento sólo se produce cuando cooperan entre sí sentidos y entendimiento (Kant busca una síntesis del Empirismo y el Racionalismo en su teoría del conocimiento). La sensibilidad aporta la materia del conocimiento, los contenidos con los que 85 ha de trabajar, si no quiere trabajar en el aire ("los pensamientos sin contenido son vacíos"). Y el entendimiento debe ordenar esos contenidos sensibles refiriéndolos a conceptos, para entender los fenómenos sueltos y caóticos como "objetos", es decir, para hacer "inteligible" lo percibido (ya que "las intuiciones sensibles sin conceptos son ciegas"). Para realizar este trabajo, el entendimiento cuenta, según Kant, con ciertos conceptos puros o 'categorías': son estructuras o formas de organizar los múltiples fenómenos que nos aporta la sensibilidad (así, construimos conjuntos enlazando objetos comunes como elementos de un todo: “la humanidad”, “Europa”, gracias a la categoría de unidad). Estas categorías no son leyes o características de la propia realidad (en esto Kant sí sigue la crítica de Hume), sino reglas o leyes del propio pensamiento, que éste necesita y aplica inevitablemente a los datos de la experiencia (pero no simples ‘hábitos’ o ‘creencias’ subjetivas, como decía Hume). Así, siempre que intentamos explicar los fenómenos del universo (humo), buscamos su 'causa' (fuego), los ordenamos como fenómenos que dependen necesariamente de otros fenómenos (categoría de causalidad). La conclusión del capítulo titulado analítica trascendental es que las categorías son sólo formas o estructuras vacías que utilizamos para articular los datos que se nos muestran a través de la experiencia. Pero precisamente por ser formas vacías, tienen que aplicarse necesariamente a una materia, a los fenómenos de la experiencia sensible, no pueden trabajar en el aire, ni adelanta nada el entendimiento fabricando conceptos sin contenido. Es decir, si utilizamos las categorías del entendimiento para aplicarlas a objetos que nunca se han dado ni se darán en la experiencia sensible, entonces sólo acabaremos en contradicciones y problemas sin solución. Kant afirma que sólo podemos obtener un conocimiento científico si hacemos un "uso empírico" del pensamiento y de sus categorías. En relación con esto y teniendo en cuenta la idealidad del espacio y el tiempo, Kant establece la diferencia entre FENÓMENO y NOÚMENO. Llamamos Fenómeno a lo que se nos presenta o muestra de los objetos, lo que percibimos. Esto nos indica que las cosas sólo podemos conocerlas en la medida y tal como se nos muestran (según nuestro modo “humano” de intuir el espacio y el tiempo), pero no sabemos como son en sí mismas (noúmenos). Por todo esto, la teoría kantiana del conocimiento se denomina, no Racionalismo ni Empirismo, sino IDEALISMO TRASCENDENTAL: el espacio, el tiempo y las categorías (sustancia, causa, etc.) no son propiedades de la realidad considerada en sí misma, sino propiedades de nuestra forma de percibir y comprender los objetos; condiciones subjetivas, humanas, aunque universales y necesarias (trascendentales). 1.5. LA FUNCIÓN Y LOS LÍMITES DE LA RAZÓN Si el entendimiento unifica los fenómenos de la experiencia mediante juicios (a través de las categorías), la razón se dedica a unificar de forma lógica todos los juicios elaborados por el entendimiento para construir un "sistema de conocimientos". Un tratado de Física no es un montón de leyes o fórmulas desconectadas entre sí, nuestra razón busca su unidad en un sistema coherente (lo mismo valdría decirlo para un tratado de psicología o, incluso, de teología). Pues bien, para organizar esos conocimientos (al igual que el entendimiento cuenta con categorías), la razón cuenta con sus propios conceptos a priori, que Kant llama IDEAS TRASCENDENTALES. Tales ideas servirán como criterios de unificación de los conocimientos elaborados por el entendimiento, en busca de aquella unidad sistemática del saber. Tales Ideas son el alma, el mundo, y Dios (con estas tres ideas, nos referimos a la totalidad de los fenómenos psíquicos, la de los fenómenos físicos y la unidad de ambos bajo un ser incondicionado, respectivamente). Ahora bien, el alma, el mundo y Dios, nunca han sido ni serán percibidos por los sentidos. 86 De aquí deducimos la imposibilidad de la metafísica (conjunto de juicios acerca de realidades que están más allá de la experiencia) como disciplina ciencia. Porque las categorías, como ya hemos dicho, sólo pueden usarse legítimamente si se aplican a los fenómenos (uso empírico). Si se usan de forma ilegítima, como conceptos que se refieren a objetos de la realidad en sí, nos conducirán a los errores e ilusiones en los que ha caído la metafísica especulativa hasta ahora. Pero esto no es un desprecio radical. Pues si bien no podrá nunca ser una ciencia, sí que es una tendencia inevitable de nuestra razón. Sólo podemos contener esa tendencia de la razón haciendo uso de sus ideas trascendentales como simples principios reguladores del trabajo que realiza el entendimiento, sin traspasar los límites de la experiencia (USO REGULATIVO de las ideas: como indicadores de la meta final de nuestros conocimientos, del sentido en el que avanzan). Para Kant, en fin, solo está justificada la metafísica si se entiende como una “filosofía trascendental“ con una doble función: a) Negativa: prohibir el uso trascendente (más allá de la experiencia) de las categorías. b) Positiva: establecer un ámbito incondicionado (nouménico) donde sea posible la libertad. 2.- LA ÉTICA FORMAL DE KANT 2.1 EL USO TEÓRICO Y EL USO PRÁCTICO DE LA RAZÓN Se trata aquí de responder a la pregunta: ¿qué debo hacer? Y, en último término, ¿qué me cabe esperar? La RAZÓN no tiene sólo un uso teórico (el conocimiento), sino también un uso práctico: determinar nuestra voluntad con vistas a la acción. No se trata de que tengamos dos razones, sino dos usos o campos de aplicación de la misma razón (que no lo olvidemos, es el único juez competente que Kant acepta para examinar -criticar- la verdad teórica o el deber moral). 2.2 CRÍTICA A LAS ÉTICAS MATERIALES El propósito de Kant es encontrar una ley moral universal, esto es, un principio que nos permita determinar a priori, para todos los casos y para todos los seres humanos, cuándo nuestro comportamiento es moral. Ahora bien, este principio práctico nunca podrá ser establecido por una ética material (del tipo de las que se habían realizado hasta Kant) sino tan sólo por una ética formal. Una ÉTICA MATERIAL (no confundir con ética materialista) es aquélla que establece que hay ciertos bienes, cosas buenas en sí mismas para el hombre, y comienzan estableciendo cuál es el bien supremo del hombre (la felicidad, el placer, la salvación..). A continuación, establecen cuáles serán las normas, el tipo de conductas, que nos acercan a ese fin. Por tanto, se llama éticas materiales a aquéllas que ofrecen el contenido concreto de lo que debe hacerse (no robarás, no matarás...) y del fin último a perseguir. Para Kant, este tipo de éticas jamás podrán ofrecer una ley moral de validez universal, por varias razones: 1º) Porque son empíricas, ya que descubrimos, por ejemplo, que es bueno cultivar la amistad, para tener una vida feliz, porque la experiencia nos lo ha enseñado (y recordemos que, para Kant, de la experiencia no se pueden extraer principios universales, sólo particulares y contingentes (a mí me ha ido bien teniendo buenos amigos, quizás a otro...). 2º) Porque son hipotéticas o condicionales, es decir, expresan sus normas de esta forma: "Si quieres alcanzar una vida larga y placentera, no comas en exceso y cultiva la amistad". Se trata de imperativos hipotéticos, ya que lo que ordenan (cultivar la amistad), sólo tiene validez si se acepta la hipótesis o condición establecida de antemano (si se desea una vida larga y placentera); esto es, como el medio para conseguir un fin (y si uno renuncia al fin, no tiene por 87 qué acatar el medio). Por ello, no estamos estableciendo una norma que establezcan lo que está bien de una forma universal e incondicional. 3º) Por último, porque son éticas heterónomas, la norma moral le viene impuesta desde fuera a la razón; no es la propia razón la que está determinando a la voluntad hacia esa acción, sino alguna otra instancia externa a ella (por ejemplo, las circunstancias, las inclinaciones sensibles o el deseo, o una voluntad superior que manda lo que debe hacerse para ganar el cielo). En todo caso, al sujeto ya le viene establecido qué hacer por una fuerza ajena a su propia voluntad. 2.3 LA ÉTICA FORMAL La Ética de Kant no establece ningún bien concreto que haya que perseguir , ni unas normas concretas para alcanzarlo. Por el contrario, Kant pretende establecer una ÉTICA FORMAL. Lo importante, desde el punto de vista moral, no es tanto la acción en sí, como la intención de quien la realiza (no es lo que hacemos, sino cómo lo hacemos, la forma). Para Kant "Ni en el mundo ni fuera del mundo, podemos pensar en nada que pueda considerarse como bueno sin restricción, salvo una buena voluntad". Es decir, que más que a la propia conducta, deberíamos calificar como buena o mala a la voluntad de quien las realiza. Así, esa ley universal que Kant anda buscando debe consistir en un principio formal, vacío de contenido, que dicte a priori (no por medio de la experiencia, sino por lo que nos dicta la pura razón) cuándo una acción, sea la que sea, resulta moral o no. Ese principio no vendrá ya expresado mediante un imperativo hipotético (condicional) sino por un imperativo categórico (incondicional y necesario, haz lo que debas hacer por sí mismo, no por sus resultados o por tus inclinaciones o deseos). Además, sólo así, dejamos al sujeto la capacidad de determinarse a sí mismo a obrar, de darse la ley a sí mismo (ética autónoma), puesto que no estamos dictándole el contenido de las acciones, sino tan sólo la forma de determinar él mismo su propia voluntad. Esta libertad, está muy lejos del "hacer lo que me viene en gana" (esto es, de actuar sin motivo ni justificación o arrastrado por el simple deseo o la inclinación física): "¿Qué puede ser, pues, la libertad de la voluntad sino autonomía, es decir, la propiedad de la voluntad de ser una ley para sí misma? ... así pues, voluntad libre y voluntad sometida a leyes morales son una y la misma cosa". Se dice también que la ética de Kant es una ÉTICA DEL DEBER puesto que, para él, sólo podemos llamar moral a aquélla voluntad que decide realizar una acción por puro respeto a la ley moral (que ella misma se dicta). No basta con actuar conforme al deber (el tendero que no engaña a sus clientes en el precio, para que no se vayan a la tienda de enfrente), sino que hay que actuar por deber (porque no es honrado hacer eso). Es este caso, la acción no es un medio para conseguir otro propósito distinto, sino un fin en sí misma: "una acción hecha por deber tiene su valor moral, no en el propósito [resultado] que por medio de ella se quiera alcanzar, sino en la máxima [motivo] por la cual ha sido decidida." Kant entiende por deber, no una norma impuesta desde fuera y que acatamos por fuerza, sino "la necesidad de una acción por respeto a la ley moral". La fórmula final que da Kant al IMPERATIVO CATEGÓRICO es la siguiente: "Actúa sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se convierta en ley universal." Esto es, una conducta será moral cuando el motivo que nos ha llevado a ella podamos quererlo para todos los demás igualmente (no puede ser moral el robo, porque yo mismo no querría que todos tomaran la misma actitud). Se puede observar el carácter formal de este imperativo (no dicta normas concretas sino la forma que ha de tener cualquier norma) y la exigencia de universalidad (ha de ser válido para todos). Kant ofreció otras formulaciones del imperativo categórico. Interesa conocer la 2ª: "Actúa de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de 88 cualquier otro siempre como un fin y nunca meramente como un medio". Para Kant, los objetos tienen un precio y pueden utilizarse como instrumentos para nuestro provecho. Pero las personas no tenemos precio, sino un valor por sí mismo; por ello, no debemos utilizar a una persona como una medio o herramienta, como si fuera "una cosa". (aplicar a la esclavitud o al suicidio). En conclusión, actuar moralmente consiste en seguir los dictados de la razón (Imperativo Categórico) que obliga a universalizar todas nuestras acciones antes de ejecutarlas. 2.4 LOS POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA La Crítica de la Razón Pura había terminado negando la posibilidad de un conocimiento científico acerca del alma o de Dios. Pero tales cuestiones son de interés especial para la vida y el destino del ser humano. Kant habla de los POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA: existen ciertas ideas que no podemos demostrar, pero cuya verdad debemos presuponer necesariamente como condición de la moral misma. Son la libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios: - LIBERTAD: no tendría sentido exigir a alguien obrar por respeto al deber, si no posee libertad para determinar su acción de forma libre, sino que actúa arrastrado por sus inclinaciones o deseos (como un animal) o por alguna fuerza externa (una máquina). Para Kant, la libertad no puede demostrarse teóricamente, pero es un hecho práctico (un "faktum") y sólo con ella es posible la moral humana. - INMORTALIDAD DEL ALMA: la razón nos manda que la voluntad se adecue perfectamente con la ley moral, que aspire a la virtud; pero tal cosa es imposible en una existencia limitada (si todo acaba con la muerte), su realización sólo será posible en un proceso indefinido, ilimitado, es decir, si el alma es inmortal (sería absurdo exigir a la voluntad algo absolutamente imposible para ella). - EXISTENCIA DE DIOS: en este mundo, la virtud no siempre se ve correspondida con la felicidad (porque las cosas no son como deberían ser). Dios es el ser que garantiza, en otra vida, que el virtuoso se verá correspondido con la felicidad; garantiza una existencia en la que coincidan ser y deber ser. Como vemos, Kant había enterrado la metafísica como conocimiento científico, para dejarle espacio en el terreno práctico, como condiciones indispensables de la acción moral. "Tuve que suprimir el saber para dejar sitio a la fe" y evitar así el relativismo. Nada podemos saber de Dios, el alma y la libertad como objetos del saber científico; y así es mejor, porque todo lo que explica la ciencia acaba aplicándole el principio de causalidad y éste es enemigo de la libertad. Y sin libertad no tiene sentido hablar del deber, de felicidad, de salvación. 89